Esa voz interior

Leí hace poco "A Beautiful Mind" de Sylvia Nasar.
Como siempre el libro es mejor que la película…

El libro me  atraía desde hace algún tiempo  empezando por el hecho de que trata sobre  la  vida de un matemático genial, realmente genial, pero ido  de la realidad, que escuchaba voces que le hablaban sobre su importante y trascendal rol en salvar al mundo…

Para nosotros los matemáticos,  el trabajo por el cual John Nash recibió el premio Nobel no es realmente su obra maestra. Mucho más impactante es por ejemplo su resultado sobre variedades de Riemann. En todo caso para los economistas su trabajo sobre Teoría de Juegos fue de una trascendencia notable.

No existe premio Nobel de Matemáticas. Y nunca lo habrá.
Es que un matemático ofendió el honor del señor Alfred Nobel y este tomó su revancha contra el género antes que contra la persona. En fin, el equivalente al premio Nobel en Matemáticas es la Medalla Fields y muy probablemente Nash fue un serio candidato a ella pues sus resultados más impactantes fueron obtenidos antes de que cumpliera los 40 años (requisito de John Charles Fields al establecer su medalla). Nash no llegó a recibir  tal condecoración…

En persona al único Medalla Fields que he conocido es al francés Pierre-Louis Lions. No lo encontré para nada ido. Todo lo contrario muy amable, hospitalario y comprensivo: sabedor de lo afectivos que somos los latinoamericanos me ofreció generosamente la posibilidad de hacer llamadas telefónicas París-Santiago a cuenta de CEREMADE (Université Paris Dauphine), laboratorio donde trabaja y donde yo desarrollé una parte de mi tesis doctoral.

¿Cómo es posible que dos personas con tantísimo talento concedido por Dios deriven en resultados tan distintos? Más allá de las circunstancias naturales propias que vive cada individuo, creo que algo que marca de manera decisiva el cómo nos construimos a nosotros mismos es cómo nos valoramos a nosotros mismos.
Esta es la directriz de esa voz interior que nos conecta con lo más profundo de nuestro ser. Es que si nos tenemos en el criterio apropiado: sin menospreciarnos y tampoco sobrevalorarnos podemos apreciar de igual manera a las demás personas (encontrando bondad y maldad donde habita) y a nuestro Hacedor (en su inconmesurable Existencia).

John Nash volvió a la realidad en un tiempo en que ya no era capaz de volver a impactar al mundo con resultados matemáticos como los de sus años mozos. Pero ahora tiene un sentido de la vida. Ahora vive realmente, pues no vive sólo para si mismo sino que cuida de otros.

Esa voz interior, que en el caso de Nash guió a la locura, puede ser programada. Eso lo saben quienes guían sectas y movimientos pseudoreligiosos. Muchos líderes comunistas y/o idólatras apelan a ello para generar lealtad en sus huestes u ovejas…

Pero imagine los resultados de programar la cosa con enseñanzas del calibre:

"Si no soy para mi, ¿quién?. Si soy sólo para mí, ¿qué soy?".

"No se da porque se quiere, más bien se quiere porque se dá".

Sólo imagínelo…

3 comentarios sobre “Esa voz interior”

  1. Creo que es una buena reflexión acerca de cómo podemos

    encontrarle virtud al mundo en función a lo que hacemos cada

    día para transformar nuestro entorno en uno que sea

    simbioticamente perfecto. Claro, eso es imposible(bonita forma de contrariarme yo mismo. ¡Ja-ja-ja!) por las

    implicaciones que conlleva el sólo decir «perfecto». Empero,

    no debemos poner en saco roto, volviendo a parafrasear a Misnah Abat cuando dice: «Y si no ahora, ¿cuándo?» Esa parte de poder ser responsables de uno mismo y afectar lo que nos rodea dela mejor forma posible porque, en concepción, como alguna vez lo dijo Nietzsche: «El león es eterno porque existe como percepción inagotable de lo que es un león. Más no porque un león muera en su individualidad deja de serlo»

    Coincido también cuando menciona que, en resumidas cuentas, «el hombre siempre se cree más de lo que es y se valora en menos de lo que sabe»

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