El Eterno siempre está con nosotros.

Les traigo un pequeño relato, el cual escuché de una persona que lo leía en un curso de capacitación hace tiempo ya, y me pareció bastante esperanzador; sobre todo para sentirnos con el Creador cerca nuestro, en cualquier momento de nuestras vidas. Desconozco al autor o la obra de la cual lo extrajo, por lo que no puedo citar la referencia, así y todo, sin alterar su idea principal, lo modifiqué en varios detalles y diáogos para adecuarlo un poco mejor a nuestro sentir y nuestra relación con el Eterno. El título lo inventé porque también desconozco. Cabe aclarar que las cuestiones del Mundo Venidero, en su estricto sentido, no figuran plasmadas acá, por lo que la idea es simple imaginación y metáfora.

Las huellas de un buen hombre.

Cierto día un buen hombre, una persona justa, fallece. Al morir, su espíritu se dirige al Mundo Venidero, y pide (casi que exige) hablar con Di-s. Al encontrarse con Él, sin dejar el tono algo exigente aunque con humildad, éste hombre le dice: » Sé que he pecado y errado, pero también me he arrepentido. He intentado llevar una vida justa y piadosa, aunque a veces con dificultades, tal como me lo ordenaste en Tus mandamientos, pero siempre mi intención fué la mejor. Aún así he sufrido desgracias que no comprendí, a tal punto que sentí que me habías abandonado…entonces dime: ¿en efecto me abandonaste?».

Entonces el Eterno, en su Infinita Compasión y Sabiduría, hace que el hombre tenga una visión:

Vió entonces el hombre un enorme desierto de arena, y en esta enormidad notó que figuraba una larga caminata hecha por huellas, como de pasos de hombre, que habían caminado a traves de ese desierto. Figuraba una caminata hecha por hileras de 4 pies, como si hubieran andado dos personas juntas. Le dijo entonces el Inmenso: »Lo que ves acá, el desierto, representa tu vida entera, y lo que tus huellas representan son tu andar a través de ella. Tus huellas son éstas dos que ves acá mientras que las Mías son éstas otras dos que estan a su lado, por lo tanto, siempre estuve contigo, y erraste al decir que te abandoné, Yo, tu Creador, Quien lleno de misericordia es».

El hombre entonces empieza a observar a lo largo de todo ese desierto, y encuentra varios tramos en donde sólo figuraban dos huellas de pie, como si uno de los caminantes estuviera solo. Estas huellas estaban del lado del que caminaba el hombre, y claramente coincidían con los sucesos trágicos de su vida. Ante semejante descubrimiento, volvió a inquirir el buen hombre: »¿Lo ves?, claramente acá, allá, y más adelante hay sólo dos huellas, y son las mías, porque están del lado en que yo caminaba…por lo tanto me abandonaste, ¿Dime Señor, cómo es esto posible, ya que he sido o he intentado ser solícito en todo lo que me mandaste, aún estando errado sin quererlo o saberlo?. Siempre quise hacer el bien.»

Entonces, lleno de ternura, el Eterno respondió: »¿El Misericordioso abandonará al justo?.Te equivocas de nuevo conMigo, pues ya te dije que nunca te abandoné. Esas dos huellas solitarias que viste no son las tuyas, sino Mías, de Mis pasos al caminar, llevándote en Mis brazos cuando tú ya no tenías fuerza para continuar.»

Dedicado para todos, especialmente nuestra querida amiga Azul. Sepamos que siempre tenemos a nuestros Creador con nosotros. Shalom.

Sebastián.

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