La hija del rey y su pobre marido

La hija del rey estaba acostumbrada a todos los placeres. No conocía privaciones, solamente placer y goce.
Llegó el momento de encontrar marido.
El rey le buscó un hombre que la complementara.
Encontró un joven muy activo, atento, dispuesto a complacerla. Si bien era extremadamente pobre, era buena persona.
Fue la fiesta de esponsales, pasaron a convivir y el joven trató de darle dicha y felicidad, pero no conseguía cómo.
Todo lo que intentaba no sacaba de su desgano a la hija del rey. Comidas exquisitas, bebidas estupendas, bailes, salidas, regalos, paseos, nada satisfacía a la hija del rey.
El joven esposo fue a consultar a los sabios, quienes le respondieron: Nada de lo que hagas dejará contenta a la princesa, pues ella proviene de un plano diferente al tuyo, nunca llegarás a comprenderla ni complacerla.
El pobre joven quedó mortificado, apagado, ya no quería nada… él tampoco estaba complacido ahora con la vida.

La hija del rey es nuestro espíritu.
El joven esposo es nuestro cuerpo.
Ninguno de los placeres del cuerpo llega a satisfacer a la princesa.
Por más cosas terrenales que intentemos, no conseguiremos dar placer a nuestro espíritu. Pues la hija del rey se complace solamente con las cosas del Palacio del Rey.
Si tratamos de alegrar nuestro espíritu con materialismo, terminaremos angustiados, hastiados, asqueados incluso físicamente.

Por eso, el consejo de los sabios es: goza de lo permitido y apártate de lo prohibido.
Dale gozo a tu cuerpo, dentro del marco de los mandamientos.
Pero dale al espíritu el placer que le corresponde: bondad, justicia y fidelidad al Eterno por medio del cumplimiento de los mandamientos que te corresponden.

3 comentarios sobre “La hija del rey y su pobre marido”

  1. Me encantó, cuantas veces confundimos las cosas y buscamos gozar en lo no permitido, en lo prohibido. El goce, es momentáneo luego nos queda un sabor amargo.

    Cada dia voy comprendiendo qué bueno es gozar desde los mandamientos, la paz que da D-S en ellos, es incomparable. En verdad he vivido una vida dejando de lado esto. Siempre pensé, «estás hacien las cosas bien, azul» pero me doy cuenta que lejos estaba haciendo eso. Vivía tras una armadura que no permitía ni que D-S, llegara a mi.

    Cuántas veces, sin querer, nos ponemos una armadura donde cada vez nos quedamos más encerrada en ella. Luego cuando te vas dando cuenta que todo lo de tu alredecor se te va escapando por vives cada vez más encerradp alguien te permite que entre ese rayo de luz. Entonces los ojos se te abren y descubres que tu espiritu estaba tan encerrado en lo prohibido, en lo que no era, que cuesta desarmar esa armadura de años.

    Pero finalmente la luz llega, esa luz llamada D-S, todo empieza a caerse (la armadura) para aparecer el verdadero espíritu de bondad, justicia y fidelidad al Eterno, cumpliendo finalmente sus mandamiento. Shalom.

  2. sin duda, es como beber solo refresco sabe rico pero n o mitiga la sed.

    pero si bebemos agua que si sacia la sed, ser constructor de Shalom es de los placeres mas sublimes, forjando las cualidades mas admirables y nobles, ayudar al projimo es lo mejor de lo mejor.

    Shalom!!!!

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