Una queja es un mensaje que el cerebro nos envía para avisarnos que algo está funcionando mal.
El propósito no es hacer que caminemos en círculos y nos quejemos de ello por los próximos veinte años (comportamiento conocido como quejonería), sino que nos debería impulsar a actuar.
Para no tener que quejarnos de nuestras vidas, el autor Eckhart Tolle en su libro «The Power of Now» (El poder del Presente) (Marc Allen, Canadá 1999), sugiere un enfoque para tratar problemas que está basado en cuatro puntos.
1) Arréglalo. Si no te gusta lo que recibiste, arréglalo.
2) Consigue a alguien que lo arregle. Si no lo puedes arreglar tú mismo, habla con alguien que lo pueda arreglar. No tiene sentido dar vueltas en círculo, quejándote a quienes no pueden hacer nada al respecto.
3) Aléjate del problema. Si no lo puedes arreglar tú mismo y no encuentras quien te lo pueda arreglar, trata de ir a un lugar donde el problema no exista.
4) Acéptalo. Si no puedes hacer nada de lo indicado, entonces acéptalo. Aprende a aceptar las cosas como son, en lugar de cómo querrías que fueran. Te sacará un gran peso de los hombros.
Al adoptar una de estas cuatro opciones estaremos dando un ejemplo vivo a nuestros pares y familias.
La energía que antes era empleada en quejas y chismes puede ser ahora dirigida a propósitos más útiles.
Y, con toda seguridad, estarás dejando mucho espacio emocional libre para los sentimientos de amor y paz.
Pruébalo, vas a ver que funciona.
me gusta un punto que has remarcado, y no habia sido explicitado hasta el momento: quejas – chismes.
q gran verdad!
las quejas suelen ser chismes!
y como sabemos, los chismes son terribles, letales.
una cosa es la critica q sirve para algo, q apunta a señalar tematicas, o a buscar soluciones.
otra cosa es la queja, pasiva, molesta, chismosa.
(de paso, mi comentario no va con nombre y apellido)
gacias profe por tan interesante reflexion.