Carta de un hijo a todos los padres del mundo

– No me dés todo lo que te pida. A veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo tomar.

– No me grites. Te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.

– No des siempre órdenes. Si en vez de órdenes, a veces me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.

– Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio dámelo; pero también si es castigo.

– No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana. Si tú me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir; y sí me haces lucir peor que los demás, seré yo quien sufra.

– No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer; decídete y mantén esa decisión.

– Déjame valerme por mí mismo. Si tu haces todo por mí, yo nunca podré aprender.

– No digas mentiras delante de mí ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro. Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices. 

– Cuando yo hago algo malo no me exijas que te diga por qué lo hice. A veces ni yo mismo lo sé.

– Cuando estés equivocado en algo admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti. Y me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.

– Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos; ya que porque seamos familia eso no quiere decir que no podamos ser amigos también.

– No me digas que haga una cosa y tú no la haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no lo digas; pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.

– Cuando te cuente un problema mío no me digas «No tengo tiempo para tonterías» o «eso no tiene importancia».

– Trata de comprenderme y ayudarme. * Y quiéreme y dímelo. A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no lo creas necesario decírmelo. 

– Abrázame, necesito sentirte mi amigo, mi compañero a toda hora.

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