Los “santos” estafadores

Estamos en una época lamentable.
Ahora hasta entre los que se sienten y creen fieles al Eterno ha surgido la moda de aferrarse a hombres, intermediarios, “santos”, “tzadikim”, “babas”, cabalisteros varios, “rebbes”, para que les sirvan de canal y conexión con Dios.
Bajo diversas excusas, amparándose en tal o cual concepto o frase de la antigua y sagrada Tradición, se han empecinado en doblegar su voluntad a los deseos y mandatos de otro, uno al que consideran superior en todos los aspectos a sí mismo.
Se degradan, rechazan la conexión con Dios, dependen infantilmente de lo que otro escoge.
En una total infantilización del ser, en una forma de vida ausente, son dogmáticos en predicar a su líder, reverenciarlo, defenderlo, sostenerlo económicamente, seguirlo hasta la muerte, cometer cualquier acto con tal de obtener su aprecio, etc.
Es casi como una paganización, o cristianización, fanática de lo que debiera ser una vida de simpleza, de bondad, de justicia, de lealtad a Dios, de autoconocimiento, de amor al prójimo, de respeto por los mayores, de saludable guía de algún maestro de vida sabio.
Es la desconexión con Dios y con el hombre, porque se desconecta de sí mismo para vivir apegado a su “santo líder”.
Muchas veces esta persona, el “tzadik”, es bien intencionada, honesta, estudiosa, pero sin embargo permite que se cree y preserve este sistema de adulación y reverencia.
Pero otras veces, infinidad, son artistas del engaño los que se presenten y son aceptados como el gurú a seguir. Demandan dinero en abundancia, rompen y arman familias, inventan enfermedades y curaciones inexistentes en la realidad, se hacen pasar por agentes divinos o deidades en sí mismas, presionan, amenazan, aconsejan de acuerdo a su egoísmo, etc.
Estamos plagados de supersticiones, rituales, mejunjes varios que son obra de este sistema corrupto de vida.
Rebes y babas que ponen precio a sus bendiciones, maldicen si no les pagan suculentos miles de dólares por supuestas sanaciones espirituales, que amenazan con males de ojo, que inventan enfermedades ficticias y curas que nunca llegan, que prometen matrimonios e hijos que nunca se dan, que se rodean de personas violentas que presionan, que son apoyados por el silencio cómplice de los que saben y deben hacer algo pero que no lo hacen.
Doctores cabalisteros, mekubalim, falsos rabinos, supuestos santos, todos ellos artistas del engaño, ávidos de dinero, de poder, de influencia… Charlatanes, parodistas, émulos de pastores de religiones idolátricas, sedientos de adorar a sus EGOs.
Pero también están los que siendo honestos igualmente han caído en ese remolino de creerse en el rol de sagrados mediadores entre Dios y el hombre, de ser canales exclusivos de bendición, de ser los que otorgan beneficios porque saben como manipular a Dios, etc.
Pongan en el buscador google, o cualquier otro, las palabras “mekubalim” y “fraud”, en inglés porque encontrarán muchos más resultados que en español. Si no entienden el idioma usen el traductor de google, o algún otro. Se encontrarán con centenas de casos de fraudes, extorsiones, entre otros aberrantes delitos que se cometen en el nombre de “dios”, por gente que está usando a Dios para sus negocios turbios. Se aprovechan de la necesidad de la gente, de la ignorancia, del miedo, de la manipulación, de la mentira, de la estafa, en fin, se aprovechan, cosa que es terrible, pero lo hace infinitamente peor que sea en nombre de “Dios”, del judaísmo, de la Torá, etc.

En nuestra época, pues se ha intensificado en las últimas décadas, abundan estos gurúes, que en muchas ocasiones se visten y comportan como “tzadikim”, hombres justos íntegros. Usan barbas, sombreros, ropas negras, vestimentas sagradas del judaísmo, tienen libros tradicionales, hasta pueden portar el título de rabino antes del nombre –sean títulos originales o inventados-.
Usurpando algunas de las funciones del verdaderos “tzadik” hacen su negocio.
Se enriquecen, detentan el poder, ejercen sus pasiones, todo en el nombre de “dios”.
Y las personas los adoran, los buscan, defienden, niegan los evidentes actos de corrupción y estafa, les regalan hasta sus vidas enteras con tal de seguir a la sombra de estos personajes.
Es terrible, pero tan cierto.
Afecta a muchos de los jaredim, aquellos judíos que son llamados “ultra-ortodoxos”, que cada vez se cierran más en torno a ciertos conceptos rígidos, extremos, que se imponen como de la tradición, pero ciertamente no son originales y ni siquiera deseables. Así rezan al “rebe” tal o cual, peregrinan a la tumba del sabio éste o aquel, usan amuletos con justificaciones más o menos complicadas, rechazan aspectos admisibles dentro de la Ley con tal de vivir en su gueto mental y material que los aísla y esclaviza a sus dogmas y a su líder. Se llenan de religión y apariencias en vez de espiritualidad a la vieja y sagrada usanza.
Pero también este cáncer sicosocial afecta a otras secciones del pueblo judío, y a los gentiles.
Entre estos últimos es quizás más “normal”, puesto que han vivido siglos, milenios en el pozo de la idolatría, de la negación de Dios, en relación con ángeles e intermediarios sagrados –irreales pero que ellos igualmente veneran-, sin la Luz de la Torá y los verdaderos tzadikim. Sin embargo, tampoco esa “normalidad” es saludable, puesto que el Eterno también quiere integridad de parte de los hijos de las naciones.
Así pues, es hora de tomar conciencia de esta espantosa realidad que nos rodea o de la que somos parte.
No echar culpas ni quejarse, no hacerse la víctima, no enojarse con quien señala el mal, sino hacer algo para ser libre del EGO, romper las cadenas de la idolatría y la superstición, dejar de prestar oídos a los mercaderes de la fe, denunciar a los fetraficantes que actúan de modo similar a los narcotraficantes.
Pero, sé que pocos lo harán, hay miedo en varios niveles, ignorancia, ceguera, apego a la religión en vez de a la espiritualidad.
Sin embargo, si uno despierta y se libera y entonces deja de lado la superstición, los fanatismos, los extremismos necios, podrá ayudar a otro a despertar y así se multiplicarán las personas que vivan en lealtad al Eterno, sin doctrinas de supuesta santidad que en realidad son cárceles para el alma.

Palabras duras, pero considero que necesarias. 
Como en su momento amonestara el Eterno por boca del profeta:

"Desde el profeta hasta el sacerdote, todos obran con engaño y curan con superficialidad el quebranto de mi pueblo, diciendo: ‘Paz, paz.’ ¡Pero no hay paz!"
(Irmiá / Jeremías 6:13-14)

Recomiendo el estudio del capítulo 13 de Iejezkel/Ezequiel, en donde vemos cómo estos vendedores de humo tóxico desde antaño usan similares estratagemas, trampas, mentiras para engañar, para hacerse pasar por santos, para vender sanidad y bendición, pero solamente entregan falsedad, superstición, no-paz.
Antaño contábamos con voces valientes que proclamaban la integridad del servicio al Eterno, en contra de tanta tramoya perversa, de tanto gurú santificado como semi-deidad.
Pero hoy…

Para finalizar quiero dejarles una historia de un verdadero tzadik, de alguien que podría servir como ejemplo:

En cierta ocasión un campesino y su esposa se presentaron ante el predicador de Koznitz para rogarle que rezara a favor de que tuvieran un hijo.
El sabio hombre les pidió 52 monedas de oro a cambio del milagro, y explicó que ese número correspondía al valor de la palabra ben, que en hebreo quiere decir "hijo".
El campesino rebuscó en sus bolsillos, y le entregó 10 monedas al maestro.
Éste rechazó esas monedas y recalcó, deben darme 52, sino no habrá milagro.
Un tanto alterado el campesino fue a la feria y allí vendió los objetos de valor que él y su esposa tenían. Con el dinero regresó a lo del rabino, y entonces le presentó 22 monedas, exclamando: "¡Esto es todo!, ahora rece por que tengamos un hijo".
El predicador no tocó las monedas, sino que impasible respondió: "52 monedas es lo que les he pedido, no menos".
Totalmente furioso el campesino toma a su mujer del brazo y sale gritando de la oficina del maestro: "¡Vámonos de aquí, le rezaremos a Dios directamente, sin necesidades de que haya en el medio intermediarios! El Todopoderoso nos ayudará igualmente".
Entonces los detuvo un momento el maestro y les explicó: "Ciertamente, ahora estás haciendo lo que les dará lo que tanto desean".
Y así fue.

4 comentarios sobre “Los “santos” estafadores”

  1. Idolatrar a hombres, concediéndoles una autoridad cuasi-divina, erigiéndolos como «intercesores» ante Dios, es minimizarme como su Creación. Es casi que claudicar en mis derechos para entregárselos a un charlatán, sin el cual, mi vida espiritual no tendría sentido alguno. Se llega a tal punto de estupidez, que se cree que sin las oraciones de este payaso Dios no obrará a mi favor.

    Es verdaderamente lastimoso que el Judaísmo se haya contagiado de esta peste que es propia de las religiones idolátricas que tanto daño han causado.

  2. Hoy Domingo es el dia en que millones de idolatras se congregan en sus iglesias , cuantos millones de dolares estaran entrando en estafas maquilladas con el nombre de diezmos , ofrendas… Engañando a personas, que ese dinero es para el Creador.

    Gracias morè.

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