Hace mucho tiempo, desde antes de ser adolescente, que trabajo como cantor, lector de Torá, maestro de judaísmo y en otras actividades litúrgicas/educativas en diversas instituciones judías del país. En la capital y fuera de ella.
Trabajé en todas las comunidades judías de Montevideo. También enseñé en todos los grandes colegios judíos (que funcionaran durante mi vida adulta), y lo sigo haciendo gracias a Dios, en el mayor instituto educativo judío de Uruguay.
También ejerzo como jazán principal en la Comunidad Israelita Sefaradí del Uruguay.
Es un gran honor, placer y enorme responsabilidad participar en estas actividades sagradas.
Desde hace varios años dirijo los servicios de los Iamim Noraim en la Comunidad judía en la ciudad de Paysandú, en el interior de Uruguay, y es precisamente de esto que quiero comentar algo ahora.
De cada oportunidad se puede resaltar alguna experiencia, encontrar enseñanzas, apuntar momentos que sirven para el crecimiento propio y del prójimo. ¡Sí habrá en todos estos años y encuentros cosas para rememorar y de las cuales aprender!
En este momento quiero simplemente testimoniar un pequeño instante al cierre de la Neilá, hacia el final del servicio de Kipur 5776, hace solo unas horas atrás.
La pequeña pero intensa comunidad sanducera estaba acompañando a su ritmo los rezos, siguiendo atentamente las enseñanzas que iba intercalando, participando a su manera para dotar de vitalidad y sentido el encuentro sagrado. Porque la idea no es solamente cumplir con el ritual antiguo, pasando largas horas en la sinagoga y rezando los textos añejos y en apariencia poco conectados a nuestra vida cotidiana actual. Sino más bien dar vida a la tradición, y que ella nos dé vida a nosotros de forma renovada.Porque mi idea es seguir las pautas tradicionales, para permitir que la LUZ de la NESHAMÁ que destella de forma especial en estos días no quede reducida a su mínima expresión y se pierda absorbida por cáscaras rituales y sociales, sino que atraviese las penumbras del EGO y dé poder y conciencia a la vida de los presentes, y a través de ellos también de los ausentes.
En ese rezo final en el salón no solamente había judíos, también concurrieron algunos gentiles, sea que estuvieran conectados por lazos familiares con miembros de la comunidad, o porque tuvieran algún interés en estar allí. Incluso había llegado un pastor evangélico, el cual desde el fondo y en silencio atento y respetuoso siguió con su mirada en el libro de rezos la fonética y supongo que también las traducciones al español. Este hombre se acercó humildemente luego de la havdalá a saludar por el nuevo año y agradecer por las enseñanzas que se llevaba consigo. ¿Quién sabe, quizás esté un paso más cerca del noajismo puro ahora? Sería algo muy bueno, que también este hombre encontrará la senda a su verdadera identidad espiritual gracias a haber estado un ratito en el rezo del Iom Kipur de los judíos. Sería estupendo, para que también pudiera servir para alumbrar a otros que están en la oscuridad a redescubrir el noajismo, la senda espiritual para las naciones. ¿Quién lo sabe? Tal vez Dios dé una mano con esto también…
El día de Kipur, ayudando a judíos y gentiles a encontrarse, a darse cuenta de su auténtica identidad espiritual. Que Kipur sea algo más que unas horas en el templo, y repetidas frases aburridas y fuera de contexto, y un ritual vacío de vida y trascendencia. Que Kipur sirva para lo que originalmente fue creado, el encuentro de uno consigo mismo a través de encontrarse con el Padre Celestial, y así estar en armonía interna y con el prójimo.
Pero no es de esto que quería comentarles, sino de una buena señora de la comunidad, esposa, madre, abuela, bisabuela un pilar de la gran familia judía sanducera. Me habían dicho en Rosh haShaná que estaba bastante enferma y que no vendría, por lo cual me alegré muchísimo cuando entró para el Kol Nidrei, y luego cuando estuvo en el resto de los rezos. Allí estaba, como en los años anteriores, marcando su presencia, participando, ayudando a otros a hacerlo.
Al final de la Neilá, luego del shofar, luego de cantar leshana habá biIerushalaim, antes del arvit y la havdalá, entonamos en esta comunidad el Hatikva, el himno del Estado de Israel.
No sé si se hace en otros lugares, no sé desde cuando lo hacen en Paysandú, pero el hecho es que lo hacemos.
Y allí estaba la doña, cantando a vivo pulmón este himno, con lágrimas en los ojos.
No era dolor, tampoco amargura, ni angustia. Su rostro no indicaba nada de esto.
Me parece que era añoranza por la verdadera patria, y tal vez sano orgullo. No lo sé, estoy suponiendo porque no quise preguntarle.
Lo cierto es que era un llanto suave, noble, que surge desde las entrañas y no busca llamar la atención o manipular para obtener beneficios. Es el otro llanto, aquel que vibra desde lugares remotos y luminosos.
Sí, para esta amiga apreciada Kipur tiene sentido, lo vivió con intensidad.
Espero reencontrarme con ella, su marido, su familia dentro de poco menos de un año. Para celebrar juntos, con bien, salud, prosperidad, alegría, shalom, bendición.
Mientras tanto, los meses que quedan, a continuar construyendo SHALOM a cada rato, fuera y dentro, con acciones de bondad Y justicia.
Las fiestas o celebraciones del gentil : Sexo , drogas, peleas , alcohol , bailes eroticos…
Las fiestas o celebraciones Judias van de la mano con la Santidad.
Que gran ejemplo para la humanidad.
Gracias Morè por compartir esta bella experiencia.
Gracias Moré por compartir este testimonial. Me sentí allí, en esa ciudad, disfrutando como noájida en esa comunidad,en sintonía con el mandato al Pueblo de Israel, ser luz a las naciones, sin EGO, sin llamar la atención, en comunicación directa con el Eterno, quiera EL me permita participar algún día, con la Comunidad Israelita de El Salvador. Shalom.
Gracias moré por compartir esas experiencias,
Que este kipur que recién paso sea memorable para esas personas que por primera vez supieron del mismo, vivieron y experimentaron la santidad de ésa fiesta judía allí acompañandoles como amigos, o espectadores.
Como noajida creo que nuestra alma se estremece al percibir la belleza y el valor de cada una de esas fiestas que para nosotros eran inexistentes o ignorabamos, pero que al mirarlas las vemos dotadas de tanto sentido, y al presenciarlas se hace casi imposible no conmoverse y sentir que hay mucho por aprender sin dejar de contemplar también la belleza de nuestra esencia. Definitivamente una oportunidad para reencontrarnos con el Creador, y en el proceso mirarnos a nosotros mismos.
De otro lado, me emocione por la señora que a pulmón entero cantaba el hatikva, por esas lágrimas que cuando son sinceras conmueven el alma de aquél que las percibe….
me emocione por su historia, porque sin duda cada oportunidad que recibimos es como combustible para nuestra alma, que a veces no encuentra palabras para agradecer y reconocer los milagros, que son tantos «los cotidianos y esos de cada instante» que recibimos de parte de nuestro Hacedor, pero que tras cada oportunidad es posible comprender que si bien Él es un juez justo, sus juicios nos dejan ver también su infinita bondad.
y claro! Kipur, tener el chance de recibir nuevamente un juicio favorable en el que se otorga vida, debe ser emocionante y para completar cantar un himno tan hermoso dotado de esa esperanza que se trasmite en cada palabra, que une a un pueblo para volver sus ajos al Padre sabiendo que sus promesas son verdaderas, y que su palabra es real, es maravilloso.
Y bueno, que mejor manera de arrancar otra nueva festividad, llenos de alegría por el nuevo ciclo y las nuevas enseñanzas que nos trae el vivir.
Te deseo a ti y para los tuyos una feliz fiesta de Sukot… que las naciones pronto podamos ser participes de esta festividad y subamos todos los pueblos a celebrarla junto a nuestros maestros y hermanos judíos.
Un abrazo!
Gracias More
Por contar tan bellas vivencias