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Motivo para actuar bien

El RAMJAL menciona tres clases de personas que actúan bien, quien lo hace:

  • por miedo al castigo;
  • para obtener una recompensa;
  • únicamente motivado por lo ético/espiritual.

Obviamente que todas estas personas son meritorias, pero su nivel de mérito varía de acuerdo a lo que los mueve.

De hecho, solamente la persona que se conduce de acuerdo a la ética/espíritu, está a más a salvo de desviarse adrede de la buena senda. Porque, el que huye del castigo, si encuentra la manera de que sus hechos no sean presentados en su contra, o de deslindar la responsabilidad, ¿por qué no habría de actuar mal? Realmente no está interesado en el bien ni en la justicia, sino simplemente en no padecer.
El que solamente hace lo bueno para tener ventajas, probablemente dejaría el bien hacer al informársele que no existen premios, o que por alguna cuestión no los recibirá de acuerdo a su deseo. También, en caso de estar ya satisfecho y no tener nada más por delante, ¿cuál sería el motor para sus buenos actos?
Ambos, además corren un gran riesgo, el de amargar su humor, enojarse con la vida, y por tanto dejar de lado lo bueno para hacer lo que les viene en gana.
Por su parte, la persona que está firme en su lealtad al bien porque es lo bueno y justo, lo que debe ser hecho, difícilmente traicione su identidad ética/espiritual.

¿Cómo hacer para ser una persona ética?

Porque Tú estás conmigo

Dice el inspirado salmista (23:4):

«Aunque ande por valle de sombra de muerte, no temeré mal, porque Tú estás conmigo«

En este mundo estamos tan limitados, reducidos a padecer constante impotencia.
Estamos en un valle ensombrecido por la presencia de la muerte, que es la máxima expresión del no-poder.

Nuestro potencial, que es la capacidad de superarnos, nos puede llevar un pasito más allá, un peldaño más arriba, pero el tope pronto nos estorba el progreso.
Es un hecho, este mundo es de limitaciones.
Incluso el pensamiento entrenado para razonar, fortalecido por la imaginación productiva, aceitado para expandirse, finalmente tiene un muro que lo contiene.
Solamente el espíritu se vincula con lo infinito, con el poder sin límite.
Pero, el espíritu es solamente una de nuestras dimensiones en tanto moradores de esta realidad mundana, por lo cual, aceptar nuestra impotencia es parte del poder.

Mira que paradoja, morir es la máxima de las impotencias, pero al mismo tiempo es cuando dejamos la impotencia de este mundo para existir en la plenitud del mundo venidero.
Sin embargo, no tenemos ni permiso ni derecho para apurar nuestra partida, sino que debemos mantenernos aquí hasta que nos llegue el momento de trascender.

Entonces, tengamos presente que no tengo control de lo que no puedo controlar, aunque llore, grite, patalee o niegue la realidad: mi dominio es limitado y hay una infinitud de factores y elementos que no pueden ser determinados ni por mis deseos, caprichos, pensamientos, oraciones, necesidades, trueques, trucos, negociados, etc.
Debo internalizar mi impotencia, analizarla y aceptarla; porque al hacerlo obtengo una cuota de poder.

En nuestra debilidad vivamos la vida, plenamente, en la medida de nuestras posibilidades. Dentro de lo permitido, apartándonos de lo prohibido.
Tengamos la conciencia de que es el Eterno quien tiene el control, porque al saberlo podremos calmar nuestra angustia aun cuando andamos por valles de sombras o de muerte.
Él no hará magia para cumplir nuestro caprichos, no aparecerá en un unicornio para salvarnos, aunque recemos mucho, aunque Le prometamos hasta lo inconcebible, Él no está para servirnos ni para darnos un sobrenatural poder sobre nuestra impotencia.
Pero, saber que Él está, que no nos abandona, que finalmente encontraremos la paz en Su seno, nos puede dar ánimo, entereza emocional y aclarar un poco nuestras ideas.

Así, podremos esforzarnos y ser valientes, disminuir nuestro miedo, para enfocarnos en la tarea de construir SHALOM con acciones de bondad Y justicia.
No temeremos el mal, aunque choquemos con el muro de la impotencia.
Y, si toca sufrir, lo haremos, pero con la capacidad para reponernos en la medida de lo posible y con la voluntad para elaborar un sentido trascendente de nuestra momento, sea de éxito o de fracaso.

Entonces, haz tu parte, eso es lo que Dios espera de ti.
Él hará la Suya.

Ser Sus hijos no nos libra de atravesar valles de sombras o de muerte y puede que sintamos miedo aterrador, pánico o desesperación y es en ese momento que debemos confiar en que Él es nuestro pastor fiel, que nos conduce sin abandonarnos.
Seamos nosotros quien no Lo abandonamos, pero especialmente quienes no NOS abandonamos a la impotencia y las reacciones erróneas para sobreponernos a ella.
¡No cambies a Dios por religión (ni siquiera por la de algunos judíos que desvían la senda espiritual con el pretexto de ser espirituales)!
¡No cambies Su compañía por espejismos y la falsedad de la fe!
¡Haz tu parte, construyendo SHALOM!

El dorado camino medio

¡Qué gran problema es la exageración!
Sea hacia uno o el otro extremo, el de la falta o el de la abundancia, al perder el sentido de la proporcionalidad, nos paramos en un terreno inseguro, resbaloso y arbitrario.
Dramatizar la impotencia (el no poder), puede ser tan nocivo como ver nuestro vigor a través de una lupa.
Al no tener cabal noción de nuestro lugar y capacidad, nos cuesta distinguir qué es superfluo y qué fundamental, qué merece la pena dedicar más esfuerzo y qué dejar fluir sin esclavizarnos a ilusiones inalcanzables.
Difícil evaluar sabiamente cualidades y defectos, cuando nuestra balanza indica cualquier cosa menos algo parecido a la realidad.

El sabio consejo de Maimónides (entre otros grandes de la sapiencia) ha sido el punto medio, entre tensión y distensión, entre trabajo y descanso, entre bondad y justicia, entre disfrutar y limitarnos, en todo.
Porque, no siempre a mayor esfuerzo se obtienen mejores resultados.
Ni cuanto más presión se ejerce se recibe más rendimiento.
Ni el exceso de actividad procura bienestar.
Ni la indulgencia extrema resulta en cariño y satisfacción.
Como sus contrarios tampoco son provechosos.

El dorado punto medio, es el que integra los opuestos, que anula los extremos perjudiciales, que no acepta lo prohibido ni tolera lo mediocre.
Más bien es el equilibrio dinámico, no es una estatua estática, ni un monumento paralizado, ni una cosa hecha para perdurar como una momia; sino una realidad que se modifica a cada instante, que precisa de trabajo pentadimensional para sostenerse, para controlar los desbordes, para conseguir la efectividad.

Así por ejemplo, entre la sabiduría y el razonamiento está el entendimiento; entre la bondad y la justicia está la misericordia; entre el dar y recibir está el compartir; entre el atender y expresar está la comunicación auténtica; entre la impotencia y el poder está la construcción de SHALOM.

Pero, no solemos andar (hechos, palabras, pensamientos) por la senda media; sino en la exageración.
Ante la impotencia pretendemos exagerar nuestro rol de víctima y manipular para tener un presunto poder, que es una distorsión exagerada del verdadero poder, lo que nos lleva a ser victimarios de nosotros mismos y/o de otros.

Te lo explico con un sencillo y cotidiano ejemplo.
Por el motivo que sea (que no toca analizar ahora) temes equivocarte en tus acciones, entonces te comportas de manera extremista en lo que refiere a ser perfeccionista, exigente, severamente persigues el más mínimo error. Por consiguiente, no paras de cometerlos o descubrir imperfecciones donde nadie más las ve, avanzas en tus proyectos tan lento que pierdes las oportunidades y los tiempos de entrega, te paralizas por considerarte inepto. En resumen, terminas viviendo en la realidad aquello que tanto temías: equivocarte.
¿Cuál es el punto medio, el de la no exageración?
Quizás, admitir que habrá retrasos, contratiempos, desaciertos y tener tolerancia con todos ellos, siempre y cuando no se pase al extremo opuesto, el de la indulgencia arbitraria, la pereza viciosa, la disculpa engañosa.
¿Entiendes la propuesta?

Otro ejemplo cotidiano.
Crees que no haces lo suficiente para que te quieran, y en vez de atender a tus hijos, comunicarte con ellos, compartir a pleno momentos significativos, escoges el extremo en apariencia fácil: por ello dedicas cantidades enormes de dinero (incluso excediendo tus posibilidades reales) a comprar cariño en forma de regalos, premios sin motivo, salidas a comer y cuestiones parecidas. Derrochas hasta lo que no tienes para comprar el cariño, te niegas a ponerte límites por miedo a quedar abandonada. Al final de la jornada te descubres sola, vacía y sin un peso en el bolsillo aunque llena de deudas. ¿Y tus hijos? Dudo que estés en sus mentes o corazones, a no ser a la hora de las quejas, reclamos, pedidos, y protestas por más y mejores regalos.
Mejor sería aprender el punto dorado del equilibrio dinámico y así andar por el sendero del medio.
Cómprales regalos, pero con moderación, que la mayoría de ellos sean premios reales; pero mejor, dedícales tiempo y real presencia, participa junto con ellos, sé parte de sus vidas, da y recibe amor y no compres lo que no tiene precio.

Y así podríamos encontrar cientos de ejemplos, en las cuestiones que te incumben a ti individualmente, a tu relación con hijos, cónyuge, amigos, padres, jefes, empleados, desconocidos, sociedad, Dios, etc.
Encuentra tu foco, mide con precisión, anda por el dorado camino medio.

Brindo por tu Salud

En 1985, la Oficina Regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud, definió la salud como “La capacidad de realizar el propio potencial personal y responder positivamente a los retos del ambiente”.

A no ser que nos encontremos en una situación de extrema vulnerabilidad, las reacciones que apelan al llanto, el grito, la violencia física, y/o desconectarnos de la realidad (con los derivados de todos ellos), no son la respuesta positiva a los desafíos que plantea el entorno.

Es virtualmente imposible desarrollar nuestras potencialidades reaccionando cotidianamente con estos mecanismos primitivos, de naturaleza instintiva y/o que son hábitos formados a partir de conductas necesarias y comprensibles en un niño pequeñito. Porque, estas herramientas son las únicas con las que cuenta el niñito para llamar la atención a la espera de obtener un auxilio de alguien poderoso (madre, cuidadora, etc.) en momentos de sentirse impotente. Pero, no están al servicio de perfeccionar nuestra personalidad ni de alcanzar mejores logros en nuestra existencia.

Entonces, aquel que su vida joven y adulta está repleta de estas manifestaciones acordes a un niñito, no está actuando saludablemente, está detenido en el tiempo en su desarrollo emocional.
Quizás intelectualmente ha logrado avanzar, podría incluso ser una persona en un cargo de autoridad, pero eso no deja de ser una estructura endeble, que tambalea al impulso poco ejercitado en lo emocional.

Una de las prioridades para llevar una vida saludable es también el estudio de lo que se relaciona con el EGO (IETZER HARÁ), para no reaccionar con él de manera habitual, sino que aprender modos de responder y accionar positivamente ante los constantes y permanentes retos que nos proporciona nuestra limitada existencia.

¿Hay algo que puede suplantar al llanto/grito/pataleo/desconexión (y cualquiera de sus derivados)?
¿La Comunicación Auténtica en lugar de la manipulación?
¿La aceptación en vez del aferrarse?
¿El agradecimiento que modifique la avidez sin satisfacción?
¿La solidaridad que mitigue el egoísmo?
¿La construcción de SHALOM, por medio de acciones de bondad Y justicia, como respuesta primaria?
¿La comprensión que evite la lucha por meramente tener la razón?
¿La espiritualidad que mata esa blasfemia que es la religión?

Existen numerosas maneras de llevar salud a nuestro ser, al entorno, a la sociedad; la cuestión es aprender, desaprender, entrenarnos, trabajar, seguir para adelante, dejar fluir.

Nejushtan: la serpiente en el estandarte

Mucho se ha hablado de la serpiente de bronce sobre el estandarte (Bemidbar/Números 21:4-9). A veces se han dicho cosas brillantes, con enormes enseñanzas y aplicaciones prácticas. En ocasiones fueron fantasías sin pies ni cabeza, pero elogiadas y buscadas por muchos (como las que equiparan el hecho a un personaje mitológico colgado de un madero y que salva mágicamente a sus seguidores). Esta vez quiero presentar otra idea, de la cual no soy el autor pero tristemente no tengo referencia del origen de la misma.

La serpiente simboliza lo natural, así como también lo pasional y falto de la mesura intelectual.
Por su parte el palo usado como estandarte, con su línea recta claramente definida, marca lo artificial, aquello que proviene de la acción modificadora del hombre, y que se vincula con el razonamiento, con el procesamiento sofisticado mental.
Como sabemos, en la naturaleza no se presentan líneas rectas, sino tan solo como obra del hombre.
Entonces, la representación metálica de la serpiente venenosa está haciendo referencia a ese mundo natural, carente de reglas humanas, desprovisto de espiritualidad, en donde los instintos comandan. Mientras que el estandarte está para simbolizar la acción que proviene del hombre y perfecciona lo ya creado, dotándolo de sentido, de trascendencia, de pensamiento de conexión con el plano espiritual.

No es casualidad que los faraones usaran un prototipo de tefilín de cabeza mucho antes que aquel ordenado por Dios en la Torá para el uso del judío.
Una de las enormes diferencias está en que el aparato sagrado faraónico tiene una serpiente sobre la frente, como si el instinto comandara el pensamiento, como indicando que la cabeza es sirviente del deseo. Así era la cultura en Egipto, en donde se empleaban sus grandes recursos intelectuales para someter a las masas a las fantasías religiosas, en donde la perversión estaba en el trono, oprimiendo al espíritu detrás de escombros que ocultaban su LUZ.

Pero, los tefilín judíos son de cuero de animal que ha sido trabajado para adquirir una forma definida, marcada por precisos reglamentos, con una perfecta forma cúbica, en donde prevalecen las líneas rectas marcadas. No se deja al hombre librado a sus pasiones, ni se lo somete a la ceguera del inconsciente, sino que se le dota de poder para refrenar sus deseos, se le fortalece para que sea el pensamiento iluminado por el espíritu quien se haga cargo y decida.

Entonces, ¿qué podemos aprender de la estatua de serpiente ardiente/venenosa que se ha enroscado en el estandarte y puesto a la vista de los judíos para curarlos de la mordida?
Podría ser que el hombre está formado por ambas naturalezas, la natural y la humana, la pasional y la mental, y que cada una tiene su respectivo lugar y función.
Cuando aprendemos a mantener la armonía apropiada, bajo la luminosa guía celestial que proviene del espíritu, entonces hay paz en nuestro interior, salud, bendición para compartir con el entorno.
Pero, cuando nos dejamos dominar por una sola de nuestras dimensiones, y especialmente es la más primitiva y menos evolucionado, entonces estaremos cayendo en conflictos, en altercados, en toxicidad, en enfermedad y muerte.

Es siempre el momento correcto para levantar la vista y buscar la dirección divina, la cual está en la Torá para los judíos y en los Siete Mandamientos para las naciones.
Entonces, con esa guía sagrada tomar las decisiones correctas de manera racional, sopesada, crítica. Haciendo uso del motor que es la dimensión emocional.
De esa forma, encontramos una existencia de mayor plenitud.

(Texto escrito para SERJUDIO.com, pero que contiene importantes enseñanzas provechosas para los noájidas).

Quiero o no quiero

Hay gente que tiene más claro qué es lo que no quiere a aquello que quiere.
¿Tú de cual tipo de persona eres?
Vamos a verificarlo , ¿qué te parece si te sientas un rato a pensar y escribir cuáles son las cosas que no quieres, y luego aquellas que quieres?
Por supuesto que serás honesto contigo mismo, no te engañarás ni incluirás o quitarás adrede ítems de tu lista para que cuadre con tus creencias previas.

Ahora, cuando ya has visto tus dos listas, ¿podrías enfocarte por un ratito en la lista de los “sí”?
De todo ello, ¿qué es lo que verdaderamente deseas y cuáles son meramente entretenimientos, cosas pasajeras que se pueden descartar?

¿Cuál de los ítems deseados te resulta apasionante, al punto que es un motor que te impulsa a alcanzar tu meta?

¿Cuál de ellos es solamente una ilusión, porque aunque es lícito y permitido para ti, te crees que es inalcanzable?

¿Con cuál de ellos alcanzarás un nivel de satisfacción y felicidad que te dará paz y estabilidad?

¿Cuál de ellos te ayudará a manifestar el sentido verdadero/trascendente de tu vida?

¿Cuál es una herramienta para potenciar tus mejores aspectos?

¿Cuál desbloquea las cáscaras que perturban el pasaje de la LUZ de tu NESHAMÁ?

¿Cuál suma máscaras y oscurece aún más tu vida por no gozar de la LUZ?

¿Cuál es el que te reportará bendición y bienestar, los cuales querrás compartir con la gente de tu alrededor?

Si te animas y te parece relevante, ¿qué te parece si nos compartes tus respuestas aquí mismo, como comentario?

Y antes de terminar este encuentro de hoy, permíteme una interrogante más por favor, ¿cómo te sirve este ejercicio para ser feliz y construir shalom?

Abandono

El miedo al abandono es uno de los miedos básicos que acompañan al ser humano de forma natural.
Puede estar más o menos encubierto, peor o mejor trabajado para que no afecte negativamente nuestra vida cotidiana, pero ciertamente es un compañero constante.
Por ello, resulta muy importante tener en claro qué implica, porque podría no ser tan obvio.

Es miedo a no poder retener a las personas que uno quiere que estén a nuestro lado. Porque, a los hijos pequeños uno puede dominarlos, ellos (aparentemente) no tienen recursos para rechazar nuestra presencia. Pero, los chicos crecen y normalmente se van separando, incluso llegan a dejar el nido y no regresar, a veces ni siquiera para una corta visita. Y las otras personas que nos resultan importantes, padres, hermanos, pareja, amigos, no están a nuestra disposición, ni controlamos sus vidas, aunque nos cueste darnos cuenta y admitirlo. Ellos podrían un día ya no estar, de hecho, si no nos morimos nosotros antes, seguramente que eso pasará: ellos ya no estarán, aunque lloremos, gritemos, pateemos, reclamemos de la vida, hagamos pactos con dioses, neguemos las evidencias, como sea, la verdad es que seremos abandonados tarde o temprano, o nosotros seremos quienes abandonemos. Porque, la muerte no ha sido borrada,  e incluso si la vida continúa en una vida posterior a ésta, físicamente no estará esa persona querida (u odiada) que pretendemos permanezca a nuestro lado.
Claro que sí, que sentir el miedo al abandono, en definitiva es confrontar la máxima impotencia, la cual es la muerte.

Pero, no se queda en ello este miedo, sino que también se expresa como que esas personas relevantes de nuestra vida no estén de manera cariñosa con nosotros. Sí, están acá, los vemos, los escuchamos respirar, ocupan un lugar en el espacio, podemos hasta conversar y compartir algunas experiencias juntos. Pero, nos sentimos o estamos abandonados, porque no hay afecto, no hay amor, las emociones podrían ser las negativas porque de las positivas no hay noticia.
Está el cuerpo presente (quizás) pero la persona en sí misma está ausente.
Podemos tratar de conquistar la atención, el aprecio, el reconocimiento amoroso; pero es difícil que se consiga.
Podemos seguir juntos hasta que la muerte nos separe, dentro de muchas décadas, y sin embargo estar afectivamente secos, marchitos, carentes de toda vitalidad. Sí, tal vez hay respeto mutuo, cumplimiento de las responsabilidades, compromiso lealmente sostenido en muchos o todos los aspectos de la relación, y sin embargo estar muertos por dentro. Como ser un poema fantástico, o una canción maravillosa, pero sin que nadie jamás lo lea o la escuche y disfrute.

Una variante del anterior es el miedo a no tener quien te responda cuando digas «ay, preciso ayuda», “¿habrá alguien que me atienda?”; porque el otro puede estar a tu lado, pero tú no ser relevante para él. No hay vínculo, sino solamente una relación. No somos un tú en comunión con un tú, sino dos meros ellos que comparten alguna cuestión superficial o práctica. Quizás seguir con la persona por no tener para pagar la renta por separado, o miedo a no encontrar otro cuerpo que esté a nuestro lado, o para tener a quien echar culpas y castigar por nuestras frustraciones. ¡Vaya uno a saber!
Lo cierto es que cuando esto ocurre, puede ser que hayamos convivido en completa soledad por tener miedo al abandono. ¡Es tan frecuente que suceda!

Y también está el miedo a no poder controlar lo que el otro decide, incapaces de obligar a que escoja lo que nosotros queremos, a que sienta como sentimos, a que piense como pensamos, o que se oponga a nuestros deseos.
Tal vez cueste un poco más identificar esto con el miedo al abandono, pero también lo es. Porque, estamos esclavizados por el EGO y tenemos la urgente pretensión de ser el centro de la vida del otro, porque sentimos que si no contamos con su atención y acción de acuerdo a nuestro interés, no valemos, estamos en peligro, somos inútiles y desechables. En cualquier momento el mundo se nos viene abajo al faltarnos esa persona que con su presencia “mágica” lo sostiene. Entonces, desde nuestra debilidad pretendemos dominarlo, y manipulamos como un títere a quien consideramos poderoso y necesario para poder sostenernos con vida e integridad. Es una paradoja, porque con nuestra vulnerabilidad encontramos el mecanismo para doblegar la voluntad del otro. Pero, estamos dependiendo del otro y desesperados porque no salga de nuestra área de influencia. El menor atisbo de su libertad representa una avalancha de emociones catastróficas, que deseamos evitar al máximo posible.

Por estar bajo la presión del miedo, la persona puede llegar a extremos increíbles, tales como continuar con la persona que más odia, mantenerse en soledad sufriendo por ella, saltar de una relación fallida a otra, hacer daño a la persona que se quiere, padecer por la constante presencia del miedo, llenarse de relaciones tóxicas, buscar la fantasía de una persona o relación perfecta, entre otras.

Uno de los pasos iniciales para superar las limitaciones impropias, es reconocerlas y admitirlas.
Cuando entendemos el miedo y lo observamos, estamos mejor capacitados para llevar una vida plena y saludable.

El hombre sufre

El hombre sufre.
El sufrimiento es causado por su impotencia.
Sea que haya tenido alguna oportunidad de ejercer poder antes del sufrimiento, como si no, el hecho cierto es que ahora sufre.
Sea su culpa, o responsabilidad, o que haya sido víctima de otra persona, o como consecuencia de algún evento natural que le aconteció y sumió en el estado de impotencia, lo cierto es que ahora sufre.

Ahora, cuando sufre, ¿cuál es su poder?
Pues, no dejarse llevar por el EGO, es decir, no reaccionar automáticamente con el fin de llamar la atención (de otros seres humanos, o de supuestos seres sobrenaturales, o de Dios) y así tratar de obtener algún auxilio que le salve del sufrimiento.
En este instante de sufrimiento, es que puede ejercer su poder de elección, de libre albedrío.
El libre albedrío es la capacidad y oportunidad que tiene el hombre para escoger entre el bien y lo que no lo es.
Si se deja empujar por su EGO, cancela momentáneamente su libre albedrío, pues no escoge realmente, simplemente se deja llevar o arrastrar de manera ciega e irreflexiva. Pero, si detiene el movimiento automático y toma una decisión, sea esta “buena o mala”, estará ejerciendo esa capacidad única que es propia de nuestra especie.
Si la elección es guiada por la NESHAMÁ, entonces tenderá al BIEN, a la construcción de SHALOM por medio de acciones de bondad Y justicia.
Tal vez el resultado final no sea el que uno escogió, pero debemos saber que controlamos una ínfima porción de la realidad, tan pequeña que ni siquiera controlamos la mayor parte de nuestro organismo.

Por tanto, si detenemos la reacción disparada por el EGO y hacemos el esfuerzo para escoger verdaderamente, eso es lo que controlamos; no el resultado.
Igualmente, somos responsables por lo que hacemos y dejamos de hacer.

¡Así lo decidió el Eterno!
Porque, no nos creó como marionetas de Su poder, ni como autómatas dirigidos por instintos, ni para depender de milagros o maravillas sobrenaturales.
Nos hizo humanos, a Su imagen y semejanza.
Por tanto, con capacidad para discernir –en la medida de nuestras limitaciones- entre el bien y el mal, y también para ser socios en la creación.
Podemos elegir y debemos hacer. Así nos creó Él, ¿alguna queja?

Si nos hemos equivocado, si nos desviamos del camino correcto, la elección inteligente y excelente es la TESHUVÁ.
No escapar de nuestras responsabilidades, ni acusar a otros o a Otro. Como tampoco vivir angustiados en reproches y sentimientos estériles de infelicidad.
No es el desánimo lo que nuestro Padre quiere para nosotros.

Cada persona leal al Eterno y a su propia esencia espiritual entiende que no se debe pretender manipular a Dios, ni por medio de órdenes, ni con rezos, ni con sacrificios, ni con negociaciones, ni con pensamientos mágicos, ni con fe, ni con el cumplimiento de preceptos, ni por seguir costumbres, ni con reverencia a hombres o dogmas.
A Él se le agradece, se le pide como un hijo al padre amoroso, se le alaba como a un Rey que está por encima de todos los gobernantes.
Pero, no se espera que Él esté a nuestro servicio, ni haga nuestro trabajo, ni complete nuestra tarea domiciliaria, ni prepare el examen y lo dé en  nuestro lugar, ni que labore en nuestro reemplazo para traer el sueldo a casa, ni que solucione los que nosotros estamos capacitados para resolver.

El idólatra, incluso disfrazada de piadoso y docto en Ley –Torá- no deja de ser idólatra.
Por tanto, mucho cuidado con la fe; extrema precaución con los que insisten en llevar una vida religiosa que está hueca de todo contenido espiritual. Absoluta claridad para no seguir sufriendo, ni siquiera con la excusa de llevar una sonrisa perpetua en el rostro y proclamar lemas de alegría sin fin con apariencia de Torá.

El sufrimiento es inevitable en esta vida.
Inevitable también es sobreponernos, ser poderosos, construir SHALOM, ser poderosos dentro de nuestras limitaciones para no aumentar el malestar con más impotencia.

La educación

“La educación es una obra de arte, el educador es un artista que rehace el mundo, redibuja el mundo, redanza el mundo…” dijo Paulo Freire.

Modestamente sugiero esta idea:
La educación es parte del trabajo para perfeccionar la creación;
el que está en función de educador acompaña al artista, que es el llamado educando,
el cual construye su mundo,
redibuja su mundo,
y le regala al maestro un nuevo desafío: aprender a rehacer su propio mundo.”

Ietzer hatov

Así como naturalmente el EGO (IETZER HARA, tendencia o formador de mal) es parte de nuestro equipo, también lo es el IETZER HATOV (tendencia o formador de bien).

Como ya hemos enseñado en abundancia del EGO, no nos detendremos ahora a explicarlo nuevamente. Mejor, tómate un largo tiempo para descubrir en este hogar el material de lectura que te ayudará a descubrir en ti tu EGO, cómo reconocerlo, como contenerlo, como aprovecharlo. Precisarás mucho tiempo y dedicación, desaprender muchos conceptos y desarmar multitud de creencias, especialmente las que provienen del mundo religioso, en cualquiera de sus versiones. Porque, estos estudios sagrados poco y nada tienen que ver con los dogmas de las religiones, muy por el contrario, sirven para identificarlas como formaciones sociales originadas en el EGO y por tanto adversas al espíritu, al AMOR, a la verdad.

Dedicarte al estudio del EGO y a aplicar los mecanismos para corregirlo, puede ser una tarea para toda la vida; pero, aunque no te des cuenta, en ese trabajo de a poco dejarás de enfocarte en el EGO, ya no prestarás atención a sus cosas, perderás interés en las fantasías de las religiones, para por fin estar en armonía contigo y el universo, viviendo de acuerdo a la Voluntad Divina.
Estarás construyendo SHALOM, haciendo tu parte en la santa obra de la creación como socio del Eterno y así viviendo a pleno como un hijo de Él.

El IETZER HATOV es el llamado continuo, que como un rumor casi silencioso proviene de la NESHAMÁ (Yo Esencial, espíritu), y te invita constantemente a vivir de acuerdo a la Ley del AMOR, a construir SHALOM, a disfrutar de lo permitido, a alejarte de lo prohibido.
Si estuviéramos todo el tiempo siguiendo la ruta que nos traza el IETZER HATOV, entonces la LUZ de la NESHAMÁ llenaría cada uno de nuestros rincones, todas nuestras dimensiones de existencia serían plenas, con sentido, vitales.
Entonces, aunque nos ocurriesen cosas lamentables, las desgracias nos llovieran, el mundo se desmoronara a nuestro alrededor, aconteciese lo que es natural que ocurre, es decir, fuéramos objeto de la impotencia, si estamos orientados por el IETZER HATOV, entonces somos capaces de sufrir con dignidad, aceptar la penuria con nobleza, tratar de buscar/crear el sentido trascendente, endulzar la amargura, armonizar en el dolor.
El mal suceso seguirá estando, porque ser impotentes es parte normal de ser humanos, de estar vivos en este mundo; pero, ya no se incrementará la impotencia con los comandos tortuosos del EGO, con sus reacciones desmedidas, con sus desvíos inmoderados, con su succión hacia la oscuridad que nos aumenta el malestar y la impotencia aunque nos haga fantasear con tener poder.

Es decir, con la LUZ de la NESHAMÁ alumbrando, contamos con el verdadero poder, incluso cuando materialmente estamos sometidos a la impotencia.
Actuar en respuesta al llamado del IETZER HATOV nos empodera; reaccionar a manos del EGO nos debilita hasta cuando aparentamos ser fuertes.

Sabemos que el EGO es necesario, tiene su función muy específica y debemos estar agradecidos al Eterno por habernos creado con él.
Pero, cuando se aparta de su rol y ocupa el de comandar la vida del individuo, termina siendo un gran problema.
Por tanto, contenerlo y ubicarlo es imprescindible si deseamos disfrutar de bendición y bienestar.

Sin embargo, nuestra concentración debe estar en el IETZER HATOV, en el llamado a construir SHALOM, a actuar de acuerdo al AMOR con acciones concretas de bondad Y justicia.
A desarrollar nuestras capacidades al máximo en cada una de nuestras dimensiones, en tanto corregimos las fallas y mejoramos lo perfectible.
Debemos estudiar aquello que es permitido, dedicarnos a entrenarnos en andar por el camino correcto.
Pero especialmente, repito, construir SHALOM con acciones de bondad Y justicia. Estas acciones incluyen las palabras también, así como los pensamientos.

Entonces, veremos actuar al EGO en nosotros y en los otros, pero ya no reaccionaremos desde el EGO; ¡no somos títeres para comportarnos como tales!
Escogeremos las respuestas apropiadas, de acuerdo a los elementos de valoración que contemos en el momento.
Cerraremos la brecha que nos desconecta y así estaremos conectado y unificando, interna y externamente.

La LUZ de la NESHAMÁ, con su AMOR, cura las heridas del EGO.

Ahora tú elige que voz escuchar, la ronca y gritona del EGO, o la casi muda pero demasiado bella de la NESHAMÁ.

(Texto originalmente escrito para serjudio.com, pero publicado aquí por su considerable valor para la persona noájida).