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Entre Moshé y Aarón

En la parashá Vaikrá se trató de korbanot, ofrendas al Eterno.
Muy parecido en Tzav, la parashá siguiente en el orden del libro Vaikrá.

La primera está expresada de acuerdo al código de ética mosaico (Torat Moshé).
La segunda al código de ética aarónico (Tora Aarón).

El mosaico parte de la asunción de que el ser humano es bueno, que su chispa divina, la NESHAMÁ encuentra caminos para manifestarse y que de algún modo prevalecerá su LUZ por sobre las penumbras.
En tanto que el aarónico parte de la creencia de que el hombre tiene a pecar, que su EGO reina y lleva a la persona al exilio, a la separatividad de su Yo Vivido de su Yo Esencial.

Por esto mismo, el tono del código mosaico es de apertura, de bondad, de confianza en que el hombre actuará de acuerdo a su Yo Esencial, que quizás tarde y se complique pero finalmente prevalecerá el reinado del Eterno. La TESHUVÁ es la opción obvia, la cual espera a la puerta a que el hombre le abra y la deje entrar. Porque el hombre es en esencia bueno y el EGO es por descuido el promotor del caos, no una entidad perversa y que arruina adrede la paz y armonía.
Pero, el tono en el código de su hermano imperan las ordenanzas, las órdenes, los mandamientos, las reglas y los rituales. Se codifica para marcar los límites, para que el hombre no los traspase. Para que el hombre se sienta en falta y como si pendiera una amenaza a causa de sus desvíos.

En consecuencia, a veces encontramos un Moshé iracundo, a causa de la decepción, frustrado, golpeándose con la realidad que muestra que el EGO se extiende y parece ser el amo.
Y se nos relata a Aarón como el perseguidor de la paz, el que hace todo tipo de esfuerzos para alcanzarla. Precisamente porque sabe que el hombre está dominado por la oscuridad y que si no se le obliga difícilmente escape al mal, al caos.

Ambas posturas son necesarias, aunque la ideal y recomendable sería la de Moshé, pero sin que llegue a sentirse en fracaso, para que no caiga en la desesperanza y se altere su bonhomía.

Por otra parte, es casi imposible que el hombre adquiera hábitos positivos a través de amenazas, de miedo, de castigos, de obligaciones asfixiantes. Con estos el hombre puede comportarse dentro de la moral, pero difícilmente haga un cambio positivo y mantenido en el tiempo. Cuando se cancela el motivo castigador o acechante, el hombre retorna (probablemente) a la deriva del caos.
Por ello, es necesario conocer la presencia de la NESHAMÁ y encontrar la manera que los cambios sean realizados por amor, por deseo de crecimiento, con voluntad, para beneficio y bendición.
Claro, es un ideal para el cual es imprescindible entrenarse, trabajar, esforzarse, aprender, tomar conciencia, desaprender, dejar de depender de los látigos para sostener la LUZ.

¿Dónde estás tú?

Luz y fuego del santuario

En la parashá TZAV se ordena que: «El fuego sobre el altar, encendido en él, no será apagado» (Vaikrá / Levítico 6:5), instrucción que es repetida en otras instancias.
Pero, si revisamos en el Talmud (Iumá 21b), la lista de los diez milagros que acontecían en el Beit HaMikdash, nos encontramos que había un fuego del cielo que caía sobre el altar, manteniéndolo encendido sin importar las variaciones del clima. Recordemos que este altar se encontraba fuera del edificio del Santuario, en el patio que formaba parte sustancial del complejo del Templo, a merced del viento, la lluvia, la nieve, cualquier elemento de la naturaleza que pudiera afectar la llama prendida.
Pareciera haber aquí un conflicto, porque por una parte es deber del hombre laborar para que la llama no sea apagada y siga encendida, al tiempo que se nos dice que es Elohim quien se ocupa de eso.
¿Cómo explicarlo?

Para complicar más la cuestión, el mismo versículo que antes citamos indica que: «El sacerdote hará arder leña en él cada mañana» (Vaikrá / Levítico 6:5).
¿Qué significa esto? ¿Acaso que el fuego se apagaba y había que iniciar el proceso nuevamente cada mañana?
Por ahora, no sabemos, lo que sí podemos advertir es que la actividad del hombre es requerida y esencial en mantener el fuego ardiendo y alumbrando en el sagrado recinto.

Pero, además había otra llama que debía preservar su presencia dentro del Templo, la de la Menorá, según leemos en la parashá EMOR: «Manda a los Hijos de Israel que te traigan aceite de olivas claro y puro para la iluminación, a fin de hacer arder continuamente las lámparas» (Vaikrá / Levítico 24:2). Así cada noche eran reencendidas todas las lámparas de la Menorá, cuidándose de que la “occidental” nunca se apagara.

Y había otra luz, en el Santo de los Santos.
La que provenía de las Lujot haBerit, Tablas de la Alianza. La que deslumbraba de entre medio de los querubines y manifestaba la constante Presencia del Eterno.
Luz que se podía percibir, cuando las telas eran corridas; luz que simbolizaba la LUZ de la Torá, por tanto, del Eterno alumbrando y energizando la totalidad.

Luz fuera, luz dentro.
Con la llama exterior, la del altar, se quemaba las ofrendas. Por eso era necesaria la actividad del hombre, quien estaba dispuesto a sacrificar sus partes oscuras, rindiéndolas ante la LUZ del Eterno.
Con la luz más interior se manifestaba la conexión del Eterno con Su creación, la energía vivificante que permite la existencia.
Con la intermedia, la del candelabro, se ponía en evidencia que somos NESHAMÁ, espíritu, chispa del Eterno, perpetuo vínculo que nos une a Él y a todas las otras neshamot.

Esa LUZ que somos, nuestro Yo Esencial, está presente, conectándonos a cada instante con el Eterno y con el resto de los humanos (de toda época y lugar).
Pero, se encuentra rodeada por la densidad de la oscuridad de experimentar Este Mundo.
Además, con cada pecado sumamos una mancha alrededor de esa pura LUZ, haciendo más dificultoso que la podamos percibir.
Y sin embargo, allí está.
Nada la cambia, nada la marchita, nada la apaga.
Ni el peor de los pecados erradica nuestra esencia, corta nuestro lazo.
Pero, sí sentimos la lejanía, nos hundimos en oscuridad. Pareciera que estamos en penumbras, por dentro y por fuera. Como si la religión, re-ligarse, tuviera que ser necesaria, ya que aparentemente no existe más conexión con la Divinidad.
Pero, seguimos siendo seres de LUZ. Aún en la peor de las miserias que podamos incurrir. Ninguna acción del Yo Vivido extingue la llama sagrada.
Es imprescindible que tengamos consciencia de ello, que lo sepamos y no permitamos ser confundidos.
Porque, cuando ignoramos nuestra esencia pura y sagrada, nos dejamos resbalar hacia peores estados del ser, exilándonos aún más, rechazando más y más el camino de la TESHUVÁ.
¡Sepamos que somos de LUZ y como tal debemos brillar!
Para lo cual, sea grande o pequeño el pecado, estemos cercanos o lejanos a la Fuente, tenemos a disposición la TESHUVÁ.
¡No la desaprovechemos!

Ofrendemos aquello que nos aliena, que nos perturba, que nos hace vivir una existencia separada de nuestra verdadera identidad.
Tomemos conocimiento de nuestra sagrada personalidad, para así poder estar en armonía con ella.
Obviando las religiones, apartando las sectas, despojándonos de rituales, repudiando todo lo que se nos apila para que desconozcamos nuestra NESHAMÁ.
¡No demos lugar al EGO y sus trampas!

De arriba nos alumbran constantemente, nos llaman sin pausa, la silenciosa  y persistente voz nos conduce hacia el SHALOM.
Pero no es por milagro que lograremos el ascenso de la existencia hacia la LUZ. Ni por atajos religiosos, ni con salmodias petrificadas, ni repitiendo lemas, ni adorando hombres, o actuando fuera del camino de los mandamientos que nos corresponden (los Siete Universales paralos gentiles, los que sean apropiados de los 613 para el judío).

Encendamos nuestro fuego, borremos las manchas que estorban la LUZ.
Limpiemos nuestros pensamientos/palabras/actos, para adecuarlos a la Presencia.
Sacrifiquemos lo que nos entorpece el gozo de la felicidad verdadera, que es el disfrute de Su Gloria.

Está en ti que vivas construyendo SHALOM, con acciones leales de bondad Y justicia; para que tu luz desenmascare la LUZ.
Para que Su LUZ sea tu luz.

(Escrito y publicado originalmente en SERJUDIO.com, con alto valor para la identidad noájica, por eso copiado aquí)

Método para no hundirte en el círculo de la ira

Estar en constante posición de ataque/defensa te deja exhausto.
Duermes pero no descansas.
Comes pero no te alcanza, o te sobra a los pocos bocados. El peso varía de una forma que no te alienta.
Estás excitado, nervioso, a punto de estallar. Hasta un rasguño es sentido como un ataque feroz; una palabra o un silencio desencadena una tormenta de ira.
Señales de estrés, del malo.
Tu cerebro y cuerpo están reaccionando como si de sobrevivir dependiera, aunque en realidad la impotencia sea algo “mínimo”, como que tus hijos no te dejan escuchar el informativo, o supones que tu esposa tiene un amante, o el gobierno ha subido el impuesto, o perdiste el bus y tendrás que esperar cinco minutos, o se acabaron las golosinas que te encantan y el negocio no abre hasta mañana, o tu compañero del trabajo se hace el vivo recargándote de tareas, y así con cualquier otra cosa que no supone un riesgo real a tu existencia pero lo vives como una agresión catastrófica.
Estás transitando el círculo de la ira, hundiéndote en él, ahogándote sin encontrar resolución.

Un breve pero poderoso método para reducirlo y recodificarlo.
Son breves y simples pasos, pero no debes esperar hasta el punto de estallar para implementarlos.
Sino que deberás tomarte un tiempo todos los días para entrenar, para ejercitar, para llevarlo a un estado de óptima capacidad y listo para ayudarte cuando realmente lo precises.
Como todo lo que resulta en positivo, requiere dedicación, conciencia, voluntad y constancias. No esperes el resultado inmediato, y mucho menos si no ejercitas y esperas a la circunstancia tóxica para intentarlo.

Esto es lo que debes entrenar para superar este estrés.

  1. Desenfoque.
  2. Respiración.
  3. Postura.
  4. Gatillo liberador.
  5. Reenfoque.

Expliquemos.

DESENFOQUE.
Si tu cerebro sigue percibiendo aquello que siente como amenazante, una fuente de impotencia, entonces seguirán siendo disparados los servicios automáticos del EGO: llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad, así como cualquiera de sus derivados. Éstos pueden estar dirigidos hacia el interior del ser, o hacia fuera. Como sea, la agresión estará presente, dañando, consumiendo preciosa energía, requiriendo atención. Si se hace el esfuerzo de controlar las acciones, cosa que es posible y a menudo necesaria, se produce un forcejeo interno con el consiguiente mayor consumo de energías vitales, con el añadido de confundir el origen de la impotencia y no lograr una resolución eficiente y eficaz.
Entonces, es tiempo de quitar el foco puesto en aquello que te genera esta reacción.
Mira para otro lado.
Sal de la habitación.
Da un paseo.
Pide un break y atiende otra cosa.
Lo que fuera útil para la misión de no seguir con la vista y el cerebro lo que te está provocando el sentimiento de impotencia.
En ocasiones, muchas tal vez, no proviene de una fuente externa a la que visualizas, o atiendes con algún otro órgano de tus sentidos de relación con el mundo; sino que se debe a una imagen dentro de ti, una creencia, recuerdo, fantasía, o similar. Es aquí también indicado apartar la “mirada” de lo que te afecta.
¡Atención! No implica huir, negar, escapar, hacerse el tonto o cualquier cosa parecida. Lo que te estoy pidiendo es que por un ratito desenfoques tu lente de eso que te tiene atrapado en tu atención y dispara tu EGO con sus reacciones extenuantes.
¿Comprendido?

RESPIRACIÓN.
Es imprescindible que aprendas y te ejercites en realizar ciclos profundos de inhalación-exhalación. Por minuto no debieras realizar más de 4 a 6 ciclos. Por supuesto que esto es para todo momento que quieras y puedas, pero es en particular parte del método que estamos estudiando para practicar. Por tanto, tomarás tiempos cada día para entrenarte así cuando llegue la circunstancia de sentirte impotente y reaccionar negativamente, podrás recurrir a tu preparación y respirar profunda y pausadamente, con no más de 4 a  6 ciclos por minuto.
En la situación desencadenante puedes hacerlo por un par de minutos, hasta que te sientas en control de aquello que puedes controlar.
Así pues, conjugas el desenfoque con la respiración. Quizás hasta puedes dirigir tu atención a tu ciclo respiratorio, para sacar tu atención de lo que te produce tensión e impotencia.
¿Qué debes hacer?
Toma aire, si puedes por la nariz, y llena tu “panza”. No te quedes con el aire retenido a la altura del pecho, impúlsalo hacia abajo. Lo más abajo que puedas. Inhala profunda y lentamente. Siente tu “panza” extenderse con el aire que se acumula allí. Sostén la respiración unos pocos segundos. Luego expele el aire lentamente, si puedes por la boca. Lentamente. Si puedes ten a la vista un cronómetro o segundero, comprueba que estás armonizando tu ciclo respiratorio para que no sean más de 4 a 6 por minuto.
No es bueno que hagas apneas, es decir, que te tragues el aire y no lo sueltes. Es un ciclo sin forzarte, introduce el aire, retenlo brevemente, expúlsalo lentamente.
Probablemente no puedas hacerlo de inmediato, es por ello que deberás ejercitarte. Cuanto más entrenado estés, más sencillo y efectivo serás.

POSTURA.
Tu cuerpo está preparado para el ataque/defensa. Tal vez no de forma evidente, pero es una reacción automática que sigue al sentimiento de impotencia.
Por ello, de forma voluntaria y consciente relájate, oblígate amablemente a tomar una postura laxa, cómoda, pero NO de debilidad.
Tu espalda debe estar lo más derecha que puedas, para que la energía corra con menos obstáculos, para que el proceso respiratorio sea facilitado.
Debes tener una postura relajada pero de poder; de firmeza, no de agresión; de seguridad y confianza, no de defensa.
Como lo anterior, también deberás entrenar en los momentos que no estés enfrentado a la impotencia.
Toma conciencia de tu cuerpo, obsérvalo, siéntelo, atiende sus mensajes; luego introduce las modificaciones que te favorecen.

GATILLO LIBERADOR.
Deberás escoger una palabra que te sea agradable, que sea respetuosa, y que sea poderosa. Visualízala. Dirige tu atención a ella. Obsérvala como se dibuja en tu mente. Juega con ella. Pronúnciala con firme reverencia. Hazla parte de una melodía que te vibre profundamente. Repite, repite. Atiende a su forma. Mientras tocas un punto accesible de tu cuerpo, que sea factible tocarlo con facilidad y sin inconvenientes (físicos, sociales, etc.). Por ejemplo, un lóbulo de una oreja, la punta de la nariz, la yema de uno de los dedos, un codo, cualquiera sirve. En tanto respiras como te mencione más arriba, mientras visualizas la palabra de poder y calma.
Debes crear un nexo cerebral entre todos estos aspectos, que al tocar ese punto el cerebro automáticamente reconozca que debe entrar en fase de relajación, confianza y poder.
No me canso de repetir, es cuestión de práctica. Si lo haces una vez, no alcanza. Diez tampoco. Cien, por ahí estarás comenzando. Repite, repite, repite, repite, repite. Estarás generando un cambio positivo en tu cerebro, que deviene en cambios beneficiosos en tu conducta.

REENFOQUE.
Luego de que hayas hecho lo anterior, llega el tiempo de evaluar con mayor objetividad, serenidad, confianza, voluntad, consciencia lo que te induce a impotencia, así como la acción que tomarás a continuación.
Ahora estarás enfocando la cuestión desde otra perspectiva, ya no la automática e inconsciente, sino con más precisión, adecuación, control.
Tal vez descubras que lo que sentiste no provenía de eso que te molestaba, sino de otra cosa. O reconoces que tienes alternativas más provechosas. O lo que sea que el nuevo encuadre y perspectiva te brinden.
Estás en control.

Trabajo de CabalaTerapia

Te sientes desbordado por tus sentimientos. Hay miedo. Hay imágenes confusas y aterradoras. Hay creencias y angustias que perturban tu tranquilidad.
Esos pensamientos y sensaciones te atacan de improviso, o incluso te avisan (ya hasta puede que sean persistentes, como moscas molestas que no se fastidian y se van), pero no tienes manera de defenderte.
Te sientes mal, cansado, agobiado, impotente.
A veces, quizás demasiado a menudo, reaccionas de manera agresiva, hacia los otros o hacia ti mismo. Incluso con esa agresión pasiva, con la cual permites que te pisoteen y no atinas a hacer algo provechoso en tu beneficio,
o quizás hasta pareciera que buscaras que te castigaran,
o directamente, te das cuenta que eres tú quien se está boicoteando y llevando a situaciones miserables.
Estás demasiado enfocado en lo que te genera impotencia, revoloteando en remolinos incesantes alrededor de ello.
Como si mascar y seguir mascando el malestar fuera un ingrediente mágico para resolverlo.
Por ahí no tienes noción de lo que te está generando este estado, o tal vez ya lo tienes identificado; pero sea así o asá, el desasosiego persiste.
Probablemente intentaste alguna solución, como plegarias, pactos con deidades, tecitos, pócimas, drogas legales, recetas de Internet, consejos de YouTube y vaya a saber cuántas cosas más.
Tal vez es hora de que te des la oportunidad de aprovechar las enseñanzas y prácticas de la CabalaTerapia.

Compartiré contigo algunas ideas ahora.

Cada vez que el pensamiento negativo invade tu área de conciencia, velo, admítelo, pero no analices, no le des vueltas, deja que siga su curso y tú enfócate en tu propia actividad. Es decir, no conviertas tu pensamiento negativo en tu foco, ni dejes de lado lo que estás haciendo para darle energías a él.
Tampoco lo niegues, ni hagas de cuenta que no está por ahí.
Porque no sirve ni una cosa ni la otra, ni sobredimensionarlo hasta hacerlo el eje de tu vida, no tampoco eludirlo haciendo de cuenta que no está.

Toma nota de él.
Apúntalo en una hoja, déjalo por escrito y sigue con tus asuntos, plenamente en lo que estás haciendo.
Cuanto más exacto seas en tu descripción, cuanto más preciso a la hora de nombrarlo, menos lugar le dejas para que consuma tus energías.
Procura ser mesurado, no sobredimensiones, ni para agrandar ni para disminuir.

Ten bien en cuenta que, la razón es una gran amiga, siempre y cuando no se use en nuestra contra.
¿Cómo es que el raciocinio puede ser un enemigo? Pues, cuando se usa para justificar aquello que debe ser trabajado para ser perfeccionado o eliminado.
Por ello, identifica con claridad y simpleza los temas que te están molestando y te generan conflictos.
Pero no los analices, no des excusas, no indagues más de la cuenta.
Simplemente, toma nota, precisamente, objetivamente (en la medida de lo posible).

Podría ayudar apuntar también datos accesorios, como por ejemplo qué estabas haciendo cuando te asaltó el malestar, dónde estabas, con quien, a qué hora, etc.
Todo lo que ayude a darle mayor claridad a la descripción y definición de lo que te perturba.

Luego, comienza un trabajo más técnico y complejo, en donde es oportuno contar con la ayuda del Cabalaterapeuta.
Pues, será necesario encontrar sobre cuáles de tus creencias se sustenta tu malestar, cuáles son los patrones de conducta que se están reiterando, señalar qué impotencia estaría disparando tus reacciones, encontrar cómo todo esto se encuadra en tu sistema de creencias.
Se revisitará el pasado, pero no para bucear en él y hacer alguna especie de arqueología; sino para identificar los patrones de conducta, reconocer los puntos en donde quedamos anclados, libertar la energía enquistada innecesariamente.

Porque así estarías en camino de lograr una redefinición de tus creencias y de tus sentimientos, para que sea el pensamiento creativo y racional el que tome a su cargo la dirección de tu vida.
A la LUZ de la NESHAMÁ y no al ritmo de los azotes del EGO, encajonado en tu celdita mental.

Entonces, podrás trabajar en aquellas necesidades afectivas que impulsan el reinado del EGO, para empoderarte, para desenfocarte de tus impotencias y darte oportunidad de enfocarte plenamente en lo que es saludable.
Podrías elaborar una lista de metas y deseos, hacia los cuales dirigirte, para dedicar tus energías en lo que te beneficia y no derrocharlas más en luchas sin sentido, en escapes sin tregua, en miedos que desangran. Hay que encontrar aquello que es preciso rectificar por medio de la TESHUVÁ, así como las falsas acusaciones que generan sentimiento de culpa. Habrá que bajar el tono a las ansiedades, sin dejar de lado el proyecto hacia un mejor mañana.
Aprenderás a confiar en ti y en el Eterno, y no a depender de magia o manipulación. Estarás realizando acciones de bondad y justicia, y ya no de complacer al EGO para resolver supersticiosamente tus dramas. Vivir a pleno el aquí y el ahora, con compromiso, con responsabilidad, con deleite.

Entonces, estarías aprovechando tus recursos de manera más efectiva y eficiente, alineando tu Yo Vivido con tu Yo Esencial, construyendo SHALOM dentro de ti.
Es un trabajo que puede llevar mucho tiempo y consumir muchos bienes e ingenio, pero es la actividad que te dotará de un bienestar maravilloso.

Tendrás mucho que desaprender y mucho para aprender.
No es una receta mística que te promete fantasiosos éxitos de la noche a la mañana.
Habrá contratiempos, vacilaciones, errores, abandonos, fracasos; también son parte de la existencia humana.
Pero es con ellos, gracias a ellos, que podemos entrenarnos en nuestro perfeccionamiento, en pulirnos para lograr alcanzar niveles que de otra forma no sería posible.
Entonces, habrá disfrute, verdadero SHALOM.

Gente buena

Hay gente que quiere compartir bien con el prójimo, aunque hayan sufrido injusticias, incluso si les han devuelto mal a cambio de su bondad.
Es como una costumbre generosa, que en mejores o peores ocasiones les brota e impulsa a actuar así.
(Y hay gente que aparenta ser luminosa, hace una mímica muy verídica, pero su LUZ está postergada detrás de innumerables cáscaras y máscaras oscuras, y sus acciones no buscan el bienestar sino algún beneficio mezquino, consciente o no).

La gente buena, por ahí ejercitan ingenuamente su bonhomía, o tal vez movidos por un pensante deseo de ser caritativos; y quién sabe, hasta podría ser que tuvieran fe en el hombre y optaran por enfocarse en las luces (aunque fueran pequeñas) en lugar de estar obsesionados por la oscuridad (cualquiera fuera su tamaño e importancia).

Su afable propuesta puede manifestarse en posturas, entonaciones, gestos, palabras, acciones, o sus correspondientes contrarios y complementos.
Pueden conducir a resultados positivos y agradables, pero también pueden aumentar la grieta, empeorar el malestar, provocar daño.
¿Cómo saber las consecuencias si tan solamente controlamos una pequeñita parcela de poder?

Lo cierto es que las buenas intenciones sin conocimiento y atención, suelen terminar en algún sufrimiento.
Por lo cual, sería necesaria una gran cuota de paciencia, así como esfuerzo por aprender, cuestionar, desaprender y repensar, para que su ejercicio estuviera más encaminado a un resultado beneficioso.
Sin olvidar que detrás de algunas buenas acciones hay intereses inconscientes, hasta ignorados por el propio actor. Por lo cual, el conocimiento de sí mismo, el revelar sus manifestaciones del Yo Vivido a la LUZ del Yo Esencial sería de suma importancia.
En esto va el crecimiento que se adquiere por medio de la CabalaTerapia, así como también la lealtad a la NESHAMÁ por medio de saber y aplicar los mandamientos que corresponden lealmente a cada uno.

Como indispensable contrapeso de la bondad se encuentra la justicia.
Ya que si escasea la justicia, o hay un exceso abundante de ella, la bondad corroe y no repara ni ayuda al bienestar.
Es con ambas, bondad Y justicia que se construye SHALOM, una vida de plenitud y paz, interna y externamente.

De falacias estamos cargados

Hay algunas falacias que la gente, con muy buena intención, difunde como si se trataran de fundamentos del judaísmo (y/o noajismo) y aportaran a una vida realmente espiritual.
A veces son atribuidas a fuentes rabínicas, de mayor o menor alcance, sea esto cierto o no; lo cual no le brinda ni quita un gramo de valor.
En otras oportunidades se expresan con una convicción tal, que atreverse a pensar y expresar algo diferente es tratado como una herejía.
En otras ocasiones, son frases tan lindas, tan llenas de emotividad manipulativa, que resulta difícil levantar una voz de cordura espiritual.
Y sí, está también la posibilidad de que uno quiera creer en esas cosas maravillosas, tan llenas de magia, de supuesto poder, de “fe”, porque son una especie de bálsamo para las penurias reales, o una fantasía de alcanzar un estado de felicidad que en el fondo se sabe lejano.

Es común que mezclen a Dios en esas cuestiones, como para reivindicar la validez y el alcance.
Es habitual que sean de carácter optimista, esperanzador, aunque choquen directamente con las evidencias empíricas y el estudio racional y fundamentado.
A primera vista, son atractivas, y no invitan a reflexionar ni a profundizar; sino meramente a introducir en los esquemas de pensamiento, hacerlas parte de las creencias irracionales que nos manejan.

Es triste ver que se repiten, se comparten, se difunden, hasta por gente inteligente y preparada; ¡vaya uno a saber la motivación para ello! No creo que sea algo consciente y negativo, sino más bien una forma de encontrar orden donde hay caos, habilitar imaginación de poder allí en donde hay impotencia.
Es penoso que sean más admiradas y aprobadas que citas reales, cuerdas, coherentes, que provienen de fuentes valiosas y que brindan el poder certero.
Pero bueno, así es la vida, el reinado del EGO, cuando es la NESHAMÁ la que permanece oculta e ignorada.

Algunas de estas creencias erróneas, pero adoradas como caminos dorados al Señor son:

1- Todo viene de Dios.

2- Todo es para bien.

3- Cada situación en la vida contiene una enseñanza vital.

Podría dar largas demostraciones para traer luz ante tanta oscuridad, pero escojo ser breve y directo; aquel que quiera y pueda, comprenderá y compartirá.

1- Sí, es evidente que toda la creación es obra del Eterno.
Pero, no todo lo que ocurre es hecho por Él.
Porque si así fuera, entonces no hay libre albedrío.
Y sabemos, con absoluta seguridad, que éste sí es un principio fundamental e irrenunciable dentro del judaísmo.
Existe la libertad para que el hombre escoja entre el bien y el mal, por tanto, no todo lo que ocurre es obra de Dios, ni viene de Él.
Porque si todo viene de Dios, entonces sería ridículo que Él haga al hombre responsable por sus conductas.

2- No, no todo es para bien.
Si así fuera, entonces Dios no habría decretado leyes que castigan las malas (o erróneas) acciones; ni hubiera dado alternativas para aquel que quisiera reparar lo dañado.
Si todo fuera para bien, entonces Dios habría dicho algo así como: “Soporta lo que sea con estoicismo, hasta que seas iluminado con la conciencia de que todo lo que te ocurre es para bien”.
Sin embargo, Él ha dicho que sea castigada la mala acción, y/o brindó mecanismos para rectificar la conducta y recomponer el mal.
Sí, a veces uno puede rebuscar en lo negativo y encontrar cómo luego se produjo algo positivo, y entonces vincular como causal ambas cosas. Puede que lo sea, puede que no.

3- Es evidente que sí, hasta de la peor catástrofe uno puede filosofar y descubrir asuntos muy interesantes y que incluso pudiera aplicarse para beneficiar a sí mismo y/o al prójimo.
Por supuesto que es admirable mitigar la pena de la impotencia descubriendo algo provechoso.
Pero, reitero, esto no disculpa la desgracia, ni hace que el trago amargo sea dulce y deseado.
A veces se puede aprender de maneras más agradables la misma o mejor lección; eso no quiere decir que haciendo un gran esfuerzo se pueda extraer moralejas de todo.

¿Qué preferimos creer, que en el mundo existen espacios que el Eterno deja para que ocurran las coincidencias; o que todo está digitado obsesivamente desde Arriba?
¿Qué nos consuela y da mayor esperanza, suponer que de alguna forma hasta lo espantoso tiene algo finalmente que será bueno; o que el mal opera en el universo y a veces no se encuentra mucho para rescatar luego de su paso?
¿Qué nos da una palmadita en la espalda, adoctrinarnos para actuar con ridículo optimismo, allí en donde no lo amerita; o sufrir lo que es necesario, para también crecer a pesar de ello (o gracias a ello) en la construcción de SHALOM?

Con humildad te digo que me parece mejor dejar de lado el malabarismo teológico y metafísico, y aprender a construir SHALOM en todo momento.
Dentro y fuera.
En las emociones, en los pensamientos, en las palabras, en las acciones.
Hablar menos DE Dios, y más a Él, pero especialmente hacer lo que Él nos pide, que es llevar una existencia de bondad y justicia, con lealtad a Sus mandatos (aquellos que nos corresponden).

Entonces, podremos vivir en un mundo más justo, más bueno, con mayor sentido y poder real.
Comparte si estás de acuerdo, piénsalo si no.

Los lindos linderos

Los límites son parte sustancial de nuestra existencia.
Tanto los internos como los externos.
Aquellos que son compartidos, tales como los exclusivos e individuales.
Los que refieren a realidades materiales, tanto como los que incluyen otras esferas de nuestro ser.
Sin límites no somos.

Cuando los límites se traspasan, suceden transformaciones, a veces permanentes, otras temporales; unas positivas, otras no tanto. Podría tratarse de un hecho voluntario, buscado, que persigue un fin noble y beneficioso. Pero podría ser el resultado de la ignorancia, o la inconsciencia, e incluso de la incursión adrede en el terreno prohibido.
Es necesario evaluar con la mayor objetividad y claridad los motivos, las acciones, los resultados.
Lo cierto es que, algunos límites deben ser quebrados, mientras otros deben ser sostenidos sin miramientos.
La flexibilidad es aconsejable, siempre y cuando no involucre el mal innecesario e incorrecto.

Podrían ocurrir tergiversación de los límites, lo cual conllevaría algún tipo de conflicto, o confusión, o enfermedad, o daño; porque, aquello que debiera estar establecido es amañado, confundido, desfigurado, provocando con ello una perdida de referencias y de seguridad.

De acuerdo a la relación con los límites podemos reconocer las siguientes maneras de expresar nuestro Yo Vivido:

a- No es consciente de los límites, su estructura y estado mentales no le permiten registrarlos. Su mundo es frágil, caótico, muchas veces incoherente.

b- Es consciente de su existencia, pero los quiebra adrede y por lo general provocando daños en otros, a veces en sí mismos. No expresa culpa, no siente remordimientos, no admite arrepentimiento. Está su deseo, probablemente trastornado, por encima de cualquier miramiento ético o moral.
Dependiendo de su educación y nivel intelectual, podrían desarrollar mecanismos muy perversos de manipulación, doblegando a su gusto e interés los límites, pero detrás de una pulcra máscara que los hace difíciles de detectar a primera vista.

c- Es bastante consciente de los límites, los traspasa a menudo, para volver rápidamente a una zona de aparente confort, detrás de sus barreras protectoras. Seduce, para retraerse. Llama la atención, para esconderse luego. Atrapa en sus juegos, para más tarde no saber cómo salir de ellos. Está en un vaivén que atraviesa los límites, teniendo luego la necesidad de reducirse a aquellos que le resultan conocidos y resguardados.

d- Refuerza los límites, satura con ellos, los sostiene con todas sus energías e incluso los inventa allí en donde no existen. Se amuralla parapetándose en esos límites estrictos, asfixiantes, que impiden cualquier cambio o transformación, aunque por lo mismo los cambios sobrevienen de manera catastrófica, culposa, angustiosa.

e- Opera como si los límites fueran en malla, dando por sentado que él tiene derecho para obviarlos de acuerdo al propio beneficio; pero el afuera no debe traspasar en modo alguno aquello que él sostiene y detrás de lo cual se escuda.
Una variante es la que lo de fuera es sentido como límite infranqueable, mientras el límite propio protector puede ser vulnerado sin más.
Otra variante, cuando se vive el límite de manera difusa, aunque se es consciente de él.

f- Es consciente de los límites, coopera en preservarlos cuando beneficia a sí mismo y a otro/s; asume el compromiso de restaurar aquellos que ha quebrado injustamente; trabaja en superarlos cuando es lo apropiado para salir de la zona de confort, crecer, etc.

En todos los casos cuando a causa del traspaso de límites, se manifieste sufrimiento, daños, angustias, sentimiento de culpa, miedos persistentes, sería recomendable la asistencia para visualizar los límites adecuados y saludables, así como estrategias para preservarlos, repararlos, fortalecerlos, ajustarlos a una realidad más dichosa y saludable.
Así también construimos SHALOM, pues pensamos, hablamos y actuamos plenos de bondad Y justicia.

«Así ha dicho el Eterno: Practicad el derecho y la justicia; librad a quien es despojado de mano del opresor; no maltratéis ni tratéis con violencia al forastero, ni al huérfano ni a la viuda; no derraméis sangre inocente en este lugar.
Porque si realmente ponéis por obra esta palabra, entonces entrarán por las puertas de esta casa, en carros y a caballo, los reyes que se sientan sobre el trono de David, ellos, sus servidores y su pueblo.
Pero si no escucháis estas palabras, por Mí mismo he jurado, dice el Eterno, que esta casa será desolada.»
(Irmiá / Jeremías 22:3-5)

TESHUVÁ, poderosa herramienta de sanación

TESHUVÁ, el proceso de retorno, el arrepentimiento completo y sincero,
es un poderoso instrumento para la rectificación y curación
del ser,
de los vínculos,
de la sociedad,
del mundo.

Mientras tapamos, negamos, obviamos, justificamos, excusamos, profundizamos
aquella conducta errónea,
nos estamos hundiendo más en el dolor, la culpa, la angustia, el miedo, la desesperación, la falsedad.
Aunque seamos maestros en mentirnos a nosotros,
y a los demás,
en tanto quede un resto sin saldar,
las energías no fluyen saludable ni satisfactoriamente.

TESHUVÁ, es la gran respuesta al alcance.
Aprende acerca de ella,
practícala,
compártela.

Buena vida

No todos son lideres, ni tienen la fuerza de uno.
Tampoco es necesario, ni bueno que todos anden a la cabeza conduciendo,
ya que todos los elementos son necesarios y provechosos en el sistema,
de acuerdo a su condición, a su lugar.
Cada uno tiene sus virtudes, que debe reconocer y aprovechar,
para irradiar su belleza interna, su luz, y acomodar su Yo Vivido a su Yo Auténtico.