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Mucho miedo

Está escrito:

«Entonces Iaacov [Jacob] tuvo mucho temor y se angustió.»
(Bereshit / Génesis 32:8)

Habla con el Eterno, y en un momento Le dice:

«Rescátame, Te lo ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esav [Esaú], porque le temo. No sea que venga y me mate, madre junto con hijos.»
(Bereshit / Génesis 32:12)

Enseñamos en varias oportunidades que todos los miedos se reducen a uno solo: “el no poder”.
Éste se ramifica en cinco, por cada uno de los planos de existencia del Hombre:

  • No poder físico: enfermedad, incapacidad, discapacidad, defecto, lesión, miseria, muerte.
  • No poder emocional: soledad, abandono, rechazo, angustia.
  • No poder social: anonimato, fracaso, pobreza, ridículo, escarnio.
  • No poder mental: confusión, ignorancia, error, locura, demencia.
  • No poder espiritual: no tener certeza de lo que nos trasciende.

El miedo es normal, es natural. Es una señal de alarma, que nos lleva a actuar o precaución, para no encontrarnos de pronto en situaciones lamentables que podrían haber sido evitadas o minimizadas con la debida atención.
Todos tenemos más o menos cada uno de ellos, con mayor o menor consciencia de su presencia, pero el miedo siempre está allí. Aunque algunas personas muy entrenadas en doblegar al EGO tengan mayor capacidad de resistirlo, no es lo habitual.
No debemos ver el miedo como una debilidad especial, un estado alterado, alguna cuestión pecaminosa, defecto emocional, o algo parecido. Es una alarma, y como tal debemos usarla.

Pero, el EGO se aprovecha del miedo y lo transforma en un factor paralizante, para dejarnos desvalidos, en impotencia, a su merced.
Llegamos a tener miedo de aquello que es irrelevante, de cosas inexistentes, de creencias, de fantasías, de lo que no produce malestar real alguno. Hasta tenemos miedo de tener miedo.
Hábil el EGO para usar las herramientas positivas en sentido contrario, para dañar y someter a su esclavitud. Como ocurre con él mismo, que es un recurso natural que contamos para situaciones de extrema necesidad e impotencia, y que sin embargo se desfasa y ocupa lugares que no le corresponden, se activa en situaciones que no le competen, terminando por asumir un rol de conducción que le es ajeno y provoca conflictos, malestar, amargura e infinidad de otros pesares.
Cuando el miedo atormenta, más allá de su función específica, es que suele aparecer el EGO como presunto salvador, nos ofrece alguno de sus trucos para rescatarnos quedando así nosotros como sus deudores, y el precio para cancelar la deuda es nuestra libertad.
Ante el miedo gritamos, lloramos, pataleamos y/o nos desconectamos de la realidad (con cualquiera de sus variantes y derivados). Tal cual acontece cuando el EGO comanda y nos sentimos en impotencia. Quizás alguna de estas reacciones nos libere de una situación incómoda, nos espante el miedo por un rato, nos sintamos en control… pero claro, es solamente una ilusión de poder, algo pasajero que solamente nos retiene en nuestra celdita mental.

Vayamos al ejemplo con el que comenzamos este encuentro.
El patriarca Iaacov podría tener motivos para temer.
Su hermano era un bravucón que venía acompañado por 400 muchachotes. Él había prometido matarlo. Era conocido por su violencia y falta de límites. Y Iaacov venía con su familia, con pequeños, con animales, probablemente en desventaja numérica y estratégica.
Por otra parte, el Eterno le había prometido protección, por lo cual debiera haber encontrado manera de encaminar el miedo hacia una actividad proactiva.
Pero, el miedo le estaba atormentando. Se sentía en franca desventaja, en camino a su demolición.

De acuerdo a la Tradición el patriarca Iaacov se preparó para el encuentro que tanto miedo le generaba de tres maneras:

  • Rezó al Eterno.
  • Envío regalos para apaciguar a su hermano.
  • Se preparó para la guerra contra su hermano.

Como primer respuesta está el construir shalom, con acciones de bondad y justicia.
Rezar, por supuesto, pero sin dejar de hacer lo que es necesario en los otros planos para establecer la armonía y el entendimiento. Porque El Eterno no nos puso en este mundo para que Él nos haga los favores a cambio de rezos.
En caso de que el camino de la concordia no funcione, porque de la otra parte se insiste en la destrucción, en el caos, en el mal; el constructor de shalom NO ES un pacifista que vive en una turbia nube de falsa paz, que reniega de los derechos y la justicia. Sino que como verdadero pacifista está preparado para hacer valer la ley incluso a través del uso de la fuerza. Dentro de los límites necesarios, con una conducta ética, sin moverse con el afán de conquistar o destruir, sino para que reine el bien y la justica.

Avraham y su siervo se inclinaron…

Te invito a prestar mucha atención a los siguientes pasajes que están en la parashá Jaié Sará:

«Avraham [Abraham] se levantó, e inclinándose ante el pueblo de aquella tierra, los hijos de Jet,»
(Bereshit / Génesis 23:7)

«Avraham [Abraham] se inclinó ante el pueblo de la tierra.»
(Bereshit / Génesis 23:12)

«Entonces el hombre (el siervo de Avraham) se inclinó y adoró al Eterno diciendo: -¡Bendito sea el Eterno, Elokim de mi señor Avraham [Abraham], que no apartó de mi señor su misericordia y su verdad!»
(Bereshit / Génesis 24:26-27)

«(El siervo de Avraham cuenta:) Y me incliné y adoré al Eterno. Bendije al Eterno, Elokim de mi señor Avraham [Abraham], que me guió por el camino acertado para tomar la hija del hermano de mi señor, para su hijo.»
(Bereshit / Génesis 24:48)

» el siervo de Avraham [Abraham] oyó sus palabras, se postró a tierra delante del Eterno.»
(Bereshit / Génesis 24:52)

Léelo nuevamente por favor.
Gracias.

Ahora, indica qué se expresa que hizo el patriarca Avraham, y qué hizo su siervo.
¿Notas algo que te llame la atención?
¿Adviertes en qué parece superar el siervo a su maestro?

Luego de que tengas bien claro el problema que plantean estos pasajes, te pido que trates de elaborar una explicación que justifique la conducta del patriarca, y que obtengamos de ella una enseñanza positiva para nuestra vida.
Campártelo con nosotros, y en tus redes sociales, si te parece.
Gracias.

Optimistas y otros que no lo son

Se dicen muchas cosas, entre las que se dicen está algo parecido a esto:

Optimismo: “Tendencia a ver y juzgar las cosas considerando que el mal no existe, que es una ilusión”.

Pesimismo: “Tendencia a ver las cosas positivas como si fueran desfavorables y negativas”.

Pero, ¿qué dice la definición del diccionario (Espasa-Calpe del 2005)?

Optimismo: “Tendencia a ver y juzgar las cosas considerando su aspecto más favorable”.

Pesimismo: “Tendencia a ver las cosas en su aspecto más desfavorable y negativo”.

¿Resulta que lo que la gente cree o supone, no siempre tiene coincidencia con lo que el lenguaje reseña?
A veces, podemos usar una palabra con un concepto diferente al habitual, siempre y cuando tengamos fundamento para ello.
Pero, en infinidad de ocasiones notamos que la gente (tú y yo también) emplea conceptos de manera difusa, o decididamente errónea.

Ponte a considerar qué entiendes tú en algunas palabras, desde las simples y cotidianas, hasta las que pudieran ser más abstractas y reservadas a determinadas situaciones.
Es un ejercicio interesante, cuando tengas interés y tiempo, te invito a que lo hagas.
Escribe una lista de palabras y junto a ellas lo que tú entiendes que significan. Luego busca en el diccionario y compara.
Si quieres, nos compartes lo que encuentres.

Ahora, volviendo a lo de optimismo y pesimismo.

Se dicen muchas cosas, la cuestión es encontrar cuanto de verdad hay en ellas.

Ser pesimista es ver el mal como lo que es: mal.
Es aceptar que lo malo es malo. De acuerdo al parámetro dado por el Eterno, y que es objetivo. O de acuerdo a lo que nos apesadumbra en lo personal, el mal como un sentir subjetivo y plenamente válido.
Porque el mal es un hecho que existe. Sea como negación del bien. Como falta de bien. Como daño. Como confusión. Como lo que fuera. El mal es una presencia habitual en nuestras vidas.
Será solamente en el plano pasajero, terrenal. Pero allí está.
Podremos racionalizarlo, encontrarlo disculpas, hasta inventar que esconde un bien, aunque nunca lleguemos a percibirlo sinceramente.
Podremos elaborar bonitas teorías “religiosas, que no son espirituales, negando la existencia del bien, o suponiendo que lo que consideramos malo es solamente una puerta, a algo bueno.
Podemos fantasear tranquilamente y vivir felices en la nube que dibujamos. ¿Por qué no?
Pero, lo cierto es que el Padre Celestial ha dicho que el mal existe, y debemos hacer algo para que no dañe. Lo mejor es transformarlo en bien. A través de una actividad movilizadora, correctora, nada de fantasiosa o mística. Concreta. Sincera.
Y cuando no tenemos poder para sublimar el mal, siempre tenemos el encontrar sentido, o crearlo; pero no para negar el mal, sino para subsistir a pesar de él y que la vida siga manteniendo sentido y finalidad de construir shalom.
¿Se entiende?

Por su parte, ser optimista no quiere decir negar el mal para delirar creyendo que es bien. Eso es ser iluso, negador, ingenuo, volado, poco real.
El mal es malo, porque Dios así lo ha dicho.
Que podamos sacar alguna moraleja de un mal trance, ¡qué bueno!
Que aprendamos a que un mal paso no significa, a menudo, la catástrofe final, sino una oportunidad para crecer, ¡qué genial!
Pero, considerar que TODO es bueno, ¿en qué fuente bíblica se basa?

En verdad, al pesimista le cuesta considerar posible algo mas que algo negativo. Piensa que si algo puede salir, probablemente así será. ¿Por qué tener una esperanza positiva cuando se puede vivir en temor al percance?

En verdad, el optimista está bien afincado en este mundo, no anda volando en imaginaciones alocadas. Ejercita su mente para buscar soluciones y las implementa, y cuando no las hay, acepta la realidad sin desesperarse. No precisa de una mística negadora de los hechos, ni de asumir que lo malo es bueno, cuando evidentemente no lo es en este mundo y probablemente tampoco en otro.
Pero, usa lo malo como combustible para moverse hacia lo bueno.
En vez de concentrarse en el tropezón, encuentra el mecanismo para incorporase y ser más fuerte.
No se queda en la queja, el sentimiento de culpa, el rezongo, la fantasía mística. Construye shalom a cada rato, con acciones concretas de bien Y justicia. Así es optimista.
Así puede ir por la vida afirmando en verdad: “Todo lo que hace el Misericordioso es para bien”. Lo que hace el Misericordioso, pero NO lo que el hombre malignamente escogió realizar desde su libre albedrío. Por ahí un mal trance que proviene de la naturaleza, en el fondo es para bien. ¿Cómo saberlo ahora? ¡Sólo Dios lo sabe! Pero asegurar que TODO es para bien, es negar lo que el propio Padre Celestial ha informado.

El optimista verdadero guarda una gran diferencia con el optimista delirante, porque éste vive en un mundo irreal y dando excusas para no afrontarlo.
Será un hombre muy religioso, el optimista delirante, pero su espiritualidad está bloqueada por las murallas que ha puesto el EGO para dejarlo en impotencia, pero soñando con que posee la clave de la felicidad al afirmar que todo es para bien, incluso lo que el maligno ha causado.

Dioses robados

Laván, tío y suegro de Iaacov, le dice a éste:

«Yo tengo poder para haceros mal,
pero el Elohim de tu padre me habló anoche diciendo: ‘Ten cuidado, no hables a Iaacov [Jacob] ni bien ni mal.’
Y ya que te ibas definitivamente, porque tenías tanta nostalgia por la casa de tu padre, ¿por qué me has robado mis dioses?»
(Bereshit / Génesis 31:29-30)

Yo tengo el poder para hacerte mal, a ti y a quienes te acompañan, dijo Laván.
En el plano material, es una afirmación temeraria pero cierta.
Laván contaba con un pequeño ejército que tenía la capacidad de infligir daños corporales a Iaacov y su gente.
Además, en el plano emocional y social, no conocían de impedimentos para llevar a cabo sus deseos sanguinarios.
Y, hasta cierto punto, en el plano mental estaba todo acondicionado para ejercer su dominio.
Sí, poder tenía.
No era un bravuconcito del barrio que pretendía lo que no poseía, que hacía gala de recursos de los que carecía. De un instante al otro él podía provocar un espantoso sufrimiento a su contendiente.

Sin embargo, un poder superior (Dios) le impedía ejercerlo, porque de hacerlo, las consecuencias que soportaría serían tremendas.
Entonces, ¿en qué quedó su poder?
¿Le reportaba beneficios, o se había girado en su contra y ahora podría explotarle en las manos y dañarlo?
En los hechos, ¿era poderoso o impotente?
¿Era realmente poderoso, y por ello hablaba desde el AMOR; o era impotente y sus palabras brotaban del EGO?

Si se contenía en sus cometidos malignos, porque el Eterno así le había mandado, y encontraba el camino para vivir en paz con ello, derivando su energía hacía fines constructivos, entonces estaría ejerciendo realmente el poder. Esta es la “magia” del perdón, el arrepentimiento, la Comunicación Auténtica, el admitir la debilidad, el agradecer, el dejar fluir lo indomeñable pero controlar aquello que está bajo nuestro dominio, el disfrutar de lo permitido, en resumen: construir shalom con acciones concretas de bien Y justicia. Tanto en lo interno como en lo externo, con uno mismo y con el/lo otro. Existiendo en la senda del AMOR.

Pero, de continuar en puja entre su poder real con su impotencia real, no tendría paz, ni estaría en paz.
El conflicto lo llevaría a malgastar las energías, a responder con los instrumentos del EGO, a doblegarse o querer doblegar.

Por lo general, vivimos bajo la sombra del EGO, en conflicto entre poder e impotencia; o simplemente ahogados en impotencia sin más que chispazos de algún poder.
Esto es, en sufrimiento, en exilio, en desconexión.

¿Te suena conocido?
¿Hay algún mensaje para ti en esta enseñanza?

Otro tema.
Él ha recibido directamente el mensaje de parte del Eterno.
Dios le ha manifestado Su Voluntad y al mismo tiempo Su Presencia.
Sin embargo, el se lamenta porque cree que Iaacov le ha robado sus dioses. Esos maniquíes sin vida ni poder, pero que él adora y sirve y mantiene como sus dioses.
¿Puedes comprender esta impresionante paradoja?
Dios le ha hablado, pero él sigue aferrado a la muerte.

¿Te suena conocido?
¿Hay algún mensaje para ti en esta enseñanza?

Estructura básica de CTerapia

  1. En nuestra existencia terrena nos vemos enfrentados casi de manera constante a situaciones que nos generan sentimiento de impotencia.
    También, nuestra mente suele generarlos allí en donde en principio no hay base material para ello.
    Somos seres extremadamente limitados, dependientes, que nos vemos sometidos a todo tipo de evidencias de nuestro nulo o escaso poder. Cuando no, nos inventamos esa idea y nos sumergimos entonces en la desesperación de no poder.
  2. Ante esto, recibimos la información, la interpretamos y reaccionamos (interna y/o externamente) de forma automática e inconsciente a través de dos posibles filtros: primero y ante todo el de la reacción instintiva del EGO, así como el de nuestro sistema de creencias (que está en mayor o menor medida impregnado por EGO). Algunas creencias se encuentran en la superficie de nuestra conciencia, las podemos reconocer con facilidad. Otras se han encapsulado como hábitos, que son como una segunda naturaleza en apariencia fuera de todo pensamiento.
  3. Cuando a la impotencia se responde desde el EGO o desde el sistema irracional de creencias, se entra en una espiral tóxica.
    Lo que suele ser más pesado de soportar no es la situación que inició la espiral, sino la propia lucha contra el sentimiento de impotencia, con el consiguiente y habitual fracaso por vencerlo, lo que aumenta el sentimiento de impotencia, y con ello el afán de reaccionar, etc.
    A esto se le puede añadir la reacción de la otra persona que se encuentre involucrada, sea en este momento o más adelante, directa o indirectamente.
  4. No podemos controlar la aparición de nuestros sentimientos, por tanto es normal que nos invadan aquellos originados por el EGO o por nuestro sistema de creencias.
    Sentiremos tristeza, enojo, frustración, rabia, abandono, soledad, miedo, angustia, ineptitud, parálisis, vergüenza, vanagloria, pedantería, superstición, engaño, mentira, rencor, ganas de gritar, o de romper o de golpear. Como un volcán rebosante de lava hirviente estarán rugiendo en nuestro interior estos sentimientos, listos para concretarse en palabras, acciones o pensamientos tóxicos.
  5. En vez de luchar con los sentimientos, hay que hacer el esfuerzo para detener su concreción. No permitir que se traduzcan de forma automática en acciones, palabras o se enquisten como pensamientos tóxicos (a su vez generadores de creencias tóxicas que se incluyen en el sistema de creencias). Es cuestión de controlar ese brote en el breve lapso efervescente y muchísimas veces irracional.
  6. Pasado el primer momento sin haber reaccionado concretamente, es necesario admitir que sentimos lo que hemos sentido.
    No se debe negarlo, ni rechazarlo, ni censurarlo sin más o taparlo con excusas.
    Por el contrario, es necesario admitirlo y tener la honestidad como para también admitir que es nuestro ese sentimiento y hemos sido nosotros los que lo provocamos con nuestro EGO o nuestro sistema de creencias. No echar culpas, ni buscar justificaciones, ni quedarse en la queja e incluso el auto reproche. Esto nos invalida y aprisiona más en nuestras celditas mentales.
  7. Analizar qué nos llevó a sentirnos en impotencia, identificarlo, darle un nombre, describirlo, aceptar que eso fue lo que disparó nuestro sentimiento.
    Nuevamente, no es para juzgar, ni culpar, ni disculparse, sino para tener conciencia del mecanismo que opera en nosotros y nos lleva a sentirnos en impotencia con sus consiguientes reacciones adversas (siendo que no fue funcional a rescatarnos de una situación realmente extrema, en la que es indispensable el recurso del EGO).
  8. Es posible cambiar lo que vamos a concretar, sin seguir el tren del sentimiento emanado del EGO.
    Así, si estábamos por insultar, como reacción propia del EGO, hicimos el esfuerzo por detenernos. Admitimos que íbamos a hacer eso. Admitimos que nos sentimos impotentes y los sentimientos negativos que recién pasaron. Vemos qué fue lo que disparó esto. Hacemos algo totalmente diferente, que no provenga del EGO sino del pensamiento positivo, del AMOR.
  9. A veces la reacción agresiva es necesaria, debemos hacer el esfuerzo necesario para que ésta no provenga del EGO, sino valorada y sometida a la LUZ del AMOR.
  10. Si bien el EGO, que es una función natural y normal, está en la base de nuestra irracionalidad; así como diferentes hábitos que fuimos adquiriendo/formando a través de la conducta errónea repetida; no es primordial hacer una búsqueda arqueológica del origen histórico de nuestra forma de reaccionar actual.
    Lo principal es trabajar en el aquí y ahora, pues es en el presente que seguimos reaccionando como lo hacemos. Por tanto, existen mecanismos actuales que hay que identificar para corregir.
    De nada sirve argumentar que es el EGO el causante, y dar una clase teórica magistral al respecto. Como tampoco es valioso identificar que fue X situación del pasado, que se reiteró N veces hasta formar el hábito y/o creencia.
    Lo importante es ver cómo y qué está actuando ahora, para modificarlo.
    Puede ayudar conocer la génesis de la creencia, del hábito y aprender acerca del EGO.
  11. Las creencias y los hábitos no se corrigen de manera rápida y sin esfuerzo. No hay magia ni píldoras milagrosas. Tampoco hay recetas de cocinas, las que se siguen al pie de la letra y se obtiene lo esperado.
  12. El trabajo por modificar nuestra existencia no se debe realizar como respuesta a la situación de impotencia, sino como un trabajo terapéutico, en donde se analizan los factores que provocaron la impotencia, se admiten los sentimientos, se los identifica, se debate su aptitud, se valoran acciones alternativas a las propuestas de manera automática, se ensayan, etc. Se trata de evitar el echar culpas, disculpar lo erróneo, aumentar el dominio del EGO.
    Por supuesto que es menester aprender ciertas técnicas, como la Comunicación Auténtica, por ejemplo.
    Paulatinamente se van remplazando las creencias tóxicas por pensamientos y especialmente acciones de construcción de SHALOM (acciones motivadas en la bondad Y la justicia).

Un ejemplo y ejercicio.
Llegas a la entrevista para tu primer trabajo a las 15:00, puntual, como te habían citado.
La secretaría que te atendió te ordena que te sientes y esperes.
Pasa el tiempo. Tú ves que las secretarias conversan, toman café, usan el celular, alguna salió a fumar y nadie ha llamado a la persona con la que tenías la entrevista a las 15:00.
Tu mente te dice que ellas son unas tramposas, que cobran sueldo sin trabajar, que se aprovechan de los jefes, que te están maltratando a propósito, que te desprecian, que si pudieran te hostigarían. Y la mente te dice que tú seguramente no vales mucho, que no es casualidad que te pase esto a ti, si no te llevas bien con la gente. Si no tienes novio. Si con casi treinta años este sería tu primer trabajo. Algo malo debes tener. Será algo genético, imposible de cambiar. Seguramente es culpa de tu madre, ella es una víbora, siempre agrediéndote, negándote el cariño, obligándote a cosas que no quieres pero que le sirven a ella para sentirse una reina. Tienes ganas de insultar a esas miserables mujeres, que son como tu madre, que no te tratan bien, que te agreden con su abandono. Tienes ganas de llorar. Tienes ganas de salir corriendo, como ya lo hiciste otras veces en situaciones parecidas. Tienes ganas de arrancar ese florero de la masa y lanzarlo contra la ventana. Te sientes a punto de estallar por dentro y por fuera.
Entonces, se abre la puerta que comunica con el calle y aparece un señor que se dirige derecho a una oficina interna, tras lo cual te invitan a entrar allí.
Estás descompuesta, desencajada, llena de enojo, rencor, rabia, despecho, desesperación. Entras a la oficina, el señor amablemente se disculpa por la tardanza, le habían llamado del colegio de su hijo, el niño había tenido un pequeño accidente y tuvo que ir corriendo al hospital. Ni bien pudo regresó a la oficina. Estaba apenado que no se había comunicado para avisar a las secretarias del asunto, es que se había sentido tan mareado y confundido.
Ahora, aplica lo que te he expuesto más arriba.

Todo lo que hace el Misericordioso es para bien

En el Talmud, Berajot 60b, encontramos lo siguiente:

אמר רב הונא אמר רב משום רבי מאיר וכן תנא משמיה דר’ עקיבא לעולם יהא אדם רגיל לומר כל דעביד רחמנא לטב עביד. כי הא דר’ עקיבא דהוה קאזיל באורחא, מטא לההיא מתא בעא אושפיזא לא יהבו ליה, אמר כל דעביד רחמנא לטב, אזל ובת בדברא (לן בשדה), והוה בהדיה תרנגולא וחמרא ושרגא. אתא זיקא כבייה לשרגא, אתא שונרא אכליה לתרנגולא, אתא אריה אכליה לחמרא, אמר כל דעביד רחמנא לטב. ביה בליליא אתא גייסא שבייה למתא, אמר להו לאו אמרי לכו כל מה שעושה הקב»ה הכל לטובה

Se enseña entre los sabios que Rabi Akiva predicaba que sea habitual para el hombre decirse que todo lo que hace el Misericordioso es para bien.
Como se ejemplifica con la siguiente anécdota.
Una vez Rabi Akiva estaba de viaje y al llegar a cierto pueblo buscó para alojarse pero no consiguió.
Dijo: “Todo lo que hace el Misericordioso es para bien”.
Pasó la noche a campo abierto.
Llevaba consigo un gallo (para que lo despierte), un burro y una lámpara.
Una repentina ráfaga de viento apagó la lámpara, una comadreja (o un gato) vino y se comió el gallo, un león vino y se comió el burro.
Dijo: «Todo lo que hace el Misericordioso es para bien».
Esa misma noche una banda de ladrones llegó y arrasó el pueblo (donde no pudo hospedarse).
Rabi Akiva les dijo:»¿No les había dicho que todo lo que hace el Santo, bendito sea Él, es para bien?»

A partir de esta enseñanza, podrías tú responder a lo siguiente:
1- ¿Tiene base en esta moraleja ese dicho tan difundido actualmente que dice “TODO ES PARA BIEN”?
Sea tu respuesta afirmativa o negativa, deberás fundamentarla exclusivamente con este texto.

2- ¿Cuáles son las relaciones que se encuentran en este texto con lo que estudiamos y aprendemos de la temática del EGO?
Detallarlas.

AMOR que no es amor

Es normal que ni bien llegados al mundo busquemos instintivamente que nos conforten, atiendan, sirvan a nuestras necesidades, contengan, nutran, cobijen, brinden seguridad, nos toquen, nos mimen, nos hagan sentir vivos, nos trasmitan sentido, contacten y conecten. En los primeros instantes terrenales, estamos sumergidos en una pesadilla espantosa, privados de todo poder, a merced de la impotencia más terrible y total. Dependemos casi absolutamente de la merced de algún otro que nos sostenga en vida. Por ello, contamos con un recurso natural, ubicado en la base de nuestro cerebro, que dispara señales de alarma, para atraer la atención, para movilizar al entorno para satisfacer nuestras urgentes demandas. Allí está el EGO, cumpliendo su natural función de rescatador en las situaciones de verdadera impotencia. Recurre a sus herramientas básicas y toscas, pero que tienen bastante efectividad: llanto, grito y pataleo, y/o desconexión de la realidad.

Sin demasiadas variaciones, en el fondo, continuamos así hasta el día en que partimos de este mundo.

Es seguro que esta búsqueda instintiva no pasa por el pensamiento, no se razona, no se negocia, no se cuantifica, simplemente se desea y se busca.
Aunque no lo parezca, lo que estamos buscando, de cierta forma, se le puede denominar “amor”.
Es el amor de base biológica, es el deseo de recibir de forma egoísta y carente de apreciación.
Estamos todo el tiempo buscando amor. En una máxima de Lacan: “La demanda (exigencia, pedido, reclamo) es siempre demanda de amor”. ¿Qué habrá querido decir el jeroglífico psicólogo? ¡Quién lo sabe! Al menos, yo no (y no pretendo saberlo, duermo bien así como estoy). Pero, podemos estar de acuerdo con lo que expresa llanamente la frase. Todo lo que te están reclamando, cada vez que se te quejan, cuando requieren algo, en el fondo solamente quieren amor. Desean recibir de manera egoísta.
Tu hija cuando no quiere comer. Tu hijo cuando se escapa de la tarea del hogar. Tu esposo cuando no lo dejas contento con nada. Tu esposa cuando se escapa al centro comercial a devorar el sueldo. Tu madre por reclamarte que la llames. Tu padre por obligarte a estudiar lo que a él le hubiera apetecido. Tu jefe cuando te niega tus derechos laborales. El que te hostiga por no tener suficiente valor personal. El político, el religioso, el dios, el gurú…

Advirtamos que éste NO ES el AMOR, cuyo origen es espiritual, y que se puede describir como el hacer lo favorable por otro, que no nos perjudique injustificadamente, y sin esperar nada a cambio.
El AMOR de base espiritual, es el deseo y acción de dar, de manera generosa, desinteresada.

Cuando el amor (deseo de recibir) es obstaculizado, nos sentimos rechazados, desamparados, amargados, tristes, débiles, carenciados, entre otros sentimientos oscuros.
Ante la posibilidad, real o fantaseada, de no recibir se dispara el miedo.
Recuerda, el común denominador de todo miedo es la impotencia. Todo miedo es, en resumidas cuentas, la previsión de que no tendremos algún poder.
Al prever que no será satisfecho nuestro deseo de recibir, ¿cómo no sufrir de miedo? Porque, ¿no es esa la repetición de la peor experiencia de impotencia que hemos padecido (al momento de nacer)?

Recuerda cuando llegaba esa fecha “mágica”, en la cual como niño recibías regalos. Reyes, Navidad, Januca, día del niño, tu cumpleaños, cuando fuera que estuviera la esperanza y expectativa por un regalo.
Podría ser el objeto anhelado lo que disparara esa adrenalina; al fin lo tenías, podrías usarlo. Así como también enorgullecerte con él, mostrarle a los demás lo poderoso que eres, cómo recibes regalos que otros no son capaces siquiera de soñar. Sí, te daba disfrute no el mero hecho de tener ese juguete, sino todo lo que lo rodeaba. Eres poderoso, tal la ilusión que representa el obtener esos privilegios.
Pero, ¿quizás, además, en el fondo lo que importaba era saber que eras querido por alguien, que se te amaba?
¿Viste? Además de lo material y de lo social, estaba implicado el plano emocional. Tú eras alguien para otro alguien, lo suficiente valioso como para que se te prestara atención, como para que se te obsequiara alguna cosa distinguida.
¡Cuánto esconde esa falsa magia, producto del EGO! Que se empeora cuando está todo revistado de un halo de misterio y esoterismo cúltico, como en el caso de los regalos de Reyes, Navidad o el dinero del Ratón Pérez. Porque allí ya no son los padres o abuelos los que te aman y te otorgan poderes mágicos, sino que provienen de fuentes místicas y sobrenaturales. Es un dios, o un ángel, o un santo, o reyes, o personajes metafísicos, o el universo orquestando tu éxito lo que te empondera. ¡Cuánto disparate, todo producto del EGO! Y así están niños y mayores, enfrascados en estas mentiras que parecen piadosas, simpáticas, sin veneno, pero que resultan un abismo impresionante, caótico, maléfico, que ayudan a extender el dominio del mal sobre la vida personal y colectiva.
¡Haría que desterrar asuntos tales como Reyes, Navidad o el Ratón Pérez! Ya no solamente por estar, alguno de ellos, involucrado o fomentando la idolatría, sino por servir como instrumento de dominación del EGO!

Como comprenderás, el amor no es AMOR.

Entonces, por una parte si no aparecía mágicamente la bici o la consola de videojuegos, aparecía la decepción y la bronca; pero por otra parte, al menos alguien te amaba y lo estaba demostrando.
Dependiendo de tu educación, de tus aprendizajes, de tu situación vital, ganaba una y otra parte en este juego. Entonces, te quedabas con enojo pero disfrutabas de la sencilla pelota; o aventabas lejos la pelota, amargado y resentido con el mundo, que tan pobremente manifestaba el amor que “te merecías”.
Para pensar.

Es tan ambiguo, tan complejo.
Se nos enseña a esperar, y a depender, a demandar, quejarnos, obligar a dioses y ángeles a estar a nuestro servicio. Pero se nos enseña a no ser humillados y a obtener las cosas por nuestra cuenta.
Se nos dice que si somos buenos recibiremos nuestras demandas. Pero, “los reyes están pobres este año y aunque fuiste muy bueno solo pudieron comprarte esto”.
Se elogia el éxito personal, pero se aplauden las ventajas obtenidas con “viveza criolla”.
Se insiste en que es malo ser egoísta, que lindo es compartir. Pero, se nos agobia con consumismo, evasión de la realidad, y a creernos con derechos pero sin deberes.
Se alienta e insta a que el pequeño aprenda a decir sus primeras palabras. Pero, al rato se le obliga a callar porque molesta a la hora de ver la tele, o hace preguntas “inapropiadas”.
Se habla de la igualdad de las personas. Pero, se sigue viendo el encontrar pareja como salir de caza, conquistar, atrapar en la red del “amor”.

Hasta aquí por hoy.

¿Quieres seguir viviendo la violencia?

¡Cuánta violencia!
Está por todas partes.
Desde las cuestiones pequeñas, cotidianas, que ya son familiares; hasta aquellas que aparecen en titulares de medios informativos internacionales.
Violencia en todas sus formas, la que por supuesto incluye la mentira y la tergiversación.
Ejemplos de esta semana. Dos árabes musulmanes terroristas asesinos, con ciudadanía israelí pero que se creen parte de esa entelequia llamada “pueblo palestino”, asesinaron con premeditación y total saña a unos buenos hombres judíos mientras éstos rezaban temprano por la mañana. El único “crimen” de esos judíos fue: ser judíos. Como desde hace milenios, los malvados se aprovechan de los judíos indefensos para hacerlos víctimas de sus pasiones sin control, de sus creencias cobardes y terribles. Una violencia infernal, desatada a partir de la locura que es la religión, la cual es manifestación del EGO. Violencia de malditos que es alabada y bendecida por otros malditos, quienes festejaron e invocaron alegrías y orgullos para promover tales manifestaciones odiosas y sin razón de ser. Violencia de algunos medios de des-información masiva, quienes anunciaban a todo trapo y con un griterío ensordecedor que la policía israelí abatió a dos palestinos en Jerusalén. Nada dijeron, o en letras pequeñitas, como al pasar, de la causa que llevó a que los perversos fueran liquidados en un enfrentamiento con la autoridad legal. La violencia de los que se hacen pasar por defensores de Derechos Humanos, que si Israel osa defenderse de las provocaciones y ataques, enseguida ponen el grito en el cielo, denuncian en foros internacionales, llaman a boicot y manifiestan su apoyo incondicional a los pobres palestinos víctimas del “genocidio sionista”; pero, cuando en verdad los derechos de los inocentes son vejados, nada dicen, como en esta ocasión. Violencia y más violencia.

Y los inocentes decapitados públicamente por los salvajes islamistas (¿cuándo no?), que son elogiados por sus hermanos de Hamas, y otros asesinos de profesión como ellos. Y explicados y defendidos por supuestos progresistas que aplauden estas “primaveras” que solamente buscan sacarse el inventado yugo “imperialista” de sus vidas.

Y los estudiantes desaparecidos y masacrados en México.
Y la chica de quince años decapitada en el Departamento de Maldonado, aquí en Uruguay, que primero fue violada y vaya uno a saber qué más, por gente de su familiaridad.
Y los políticos que compran votos con sus dádivas, y mantienen al pueblo ignorante y dependiente, así son buenos votantes.
Y la violencia de los jóvenes sin futuro, porque no estudian, no trabajan, pero consumen y consumen cosas que los consumen.
Y el sexismo que degrada a la mujer en supuestos programas culturales o de entretenimiento, como el “Bailando” o similares de la hermana Argentina.
Y el sexismo que degrada a la mujer, la esconde detrás de velos insoportables, les niega su identidad, no les permite crecer hasta sus alturas posibles, en nombre de la religión, de un dios, de la cultura, de “los derechos humanos” que tanto dicen defender algunos.
Y la violencia contra los niños, a los que se los disfraza de adolescentes o adultos, se les llena la cabeza con ideas y conceptos que no les corresponde, se les obliga a vivir como lo que no son, y no te hablo solamente allí en donde los esclavizan, sino también en las sociedades donde una niña se viste como prostituta y es normal, habla como proxeneta porque lo ve en la tele, etc.
Y la violencia del padre que no tiene para comprar el alimento para sus hijos, pero al cual los iluminados candidatos populistas le prometen una Tablet Android, o cosas parecidas.
Y la violencia porque el otro equipo metió un gol, entones hay que matar a alguno de su hinchada.
Violencia por todas partes, desde la más evidente hasta la disimulada.
Violencia directa o artificiosamente escondida.

Violencia de vivir en el exilio, desconociendo la propia identidad esencial, bloqueados de la LUZ espiritual, hincados antes los ídolos que erige el EGO.
Violencia de vivir enmascarados pero creyendo que esa es nuestra cara.

Y está la violencia en tu casa, en tu trabajo, en tu lugar de estudio, en el transporte, en la calle, cuando haces las compras, en lo que te ofrece la TV, en cada momento pareciera que solo hay manifestaciones que provienen del EGO, llenas de violencia.
Llenas de deseo descarriado de recibir sin ofrecer nada a cambio.

Vemos y sufrimos los efectos, vamos aprendiendo a vivir con ello, a implementar métodos para escondernos detrás de rejas, alarmas, guardias privados de seguridad, cámaras de vigilancia, drones de rastreo, y vaya uno a saber cuántas cosas más.

Pero, no se educa acerca del EGO, de sus mecanismos, de sus manifestaciones, de cómo identificarlo y qué hacer para desactivarlo cuando produce confusión, caos, destrucción injustificada, el mal.

La educación acerca del EGO, tal como lo definimos nosotros, no existe. Se ignora. Pero se enseñan de guerras y batallas, héroes y mitos, de Jesús y Mahoma, de bailes y equipos deportivos, de moda y pasatiempos insulsos, de religión y de hipocresía. Se habla de ello. Se inculca. Se hacen escuelas y universidades alrededor. Pero, de lo que podría generar un paraíso en la tierra, de eso no se habla.
Somos una voz pequeñita en mitad de un rugiente océano que promueve el EGO, que es promovido por el EGO.
Nuestra vocecita es como la de la NESHAMÁ en nuestro interior, chiquita, casi en silencio, tapada por el furor de los gritos de lo que distrae.
Pero, es esta voz casi muda la que podría hacer el cambio definitivo, provocar la Era Mesiánica, el fin del exilio de la humanidad y de Dios en el hombre.

Es por ello que se rechaza y se ignora la enseñanza del tema del EGO.
A los que viven de la violencia, a los presbíteros y ministros del EGO no les sirve cavar su propia tumba. Y no parecen entender que no son otra cosa que esclavos, títeres, falsos poderosos, que llegada la hora de la verdad, no valen nada así como sus religiones y teorías políticas.

Es hora de educar a todos, pero especialmente a los niños en el conocimiento y aplicación de las leyes universales espirituales, para que puedan ejercer a pleno su identidad espiritual, alcanzar altura que nosotros no hemos podidos, diseñar un mundo que asemeje en todo al paraíso terrenal.
Para que la construcción de shalom sea la realidad, y no solamente un lema que enarbolamos nosotros desde SERJUDIO.com y de FULVIDA.com (y ahora también en soynoajida.com). Que la construcción de shalom a través de la constante acción buena Y justa esté en cada instante en nuestras vidas.

¿Qué puedes y debes hacer al respecto?

Comienza a aprender y no dejes de aplicar.
¡Comparte!
Llena las redes sociales virtuales (Facebook, Google Plus, Twitter, etc.) y las reales con la información, con links, con consejos de LUZ, con llamados a reunirse para estudiar y aprender así como des-aprender. Si tú eres generador, podrás hacer que otros dos lo sean. Esos dos conseguirán a otros dos cada uno. Ellos entones llegarán a otros dos más, y en poco tiempo la conciencia del EGO y sus espantosos efectos será una realidad. Podremos construir shalom y así abatir la violencia, la indiferencia, el mal en todas sus formas.

Pero, no lo harás…

¿El hijo malo?

Nuestro Yo Esencial (NESHAMÁ, espíritu) es nuestro ser más auténtico, la conexión que no se corta con el Eterno y con todo lo creado.
A través de la NESHAMÁ irradia la Luz, la energía que proviene directamente del Eterno y que nos brinda plenitud, shalom.
Nuestras acciones que contradicen el código espiritual que nos corresponde (noajismo para gentiles, judaísmo para judíos), van poniendo cáscaras que ocultan gradualmente la irradiación de esa Luz en nuestra vida. Así, nos vamos bloqueando a la vez que oscureciendo internamente, llenándonos de miedos, dudas fantasiosas, sentimientos de culpa, angustia, soberbia, impudicia, malicia, tristeza, entre otros sentimientos y pensamientos debilitantes.
La Luz permanece intacta, brillante, pura, como desde el principio, como todo el tiempo. Nada de lo que hagamos afecta a la Luz ni a la conexión sagrada que nos une con el Padre y el universo. Pero, al estar oscurecidos, nos sentimos desconectados, lejanos, bloqueados, solos, sumergidos sin posibilidad de rescate. Esto es solo la sensación, es una imagen irreal pero que se presenta con tal fuerza que pareciera ser la verdad. Pareciera como si no estuviéramos más llenos de Luz en nuestro interior, como si el Eterno ya no estuviera en nuestras vidas, como si la amargura fuera la única presencia.
¡Pero no es así!
Seguimos siendo esa NESHAMÁ pura, luminosa, clara, sagrada. Seguimos manteniendo firmeza nuestra identidad perpetua, incambiable, la de nuestro Yo Esencial.
Pero, nos sentimos en exilio, desterrados y en desgracia, sin salvación.

Las religiones (entre otros sistemas de adoctrinamiento y manipulación) se aprovechan de esa fantasía para obtener su poder y preservarse en el tiempo.
Incentivan los sentimientos de angustia, de soledad, de miedo, de abandono, de impotencia, de falta, de pecado, de perdición, de condenación, de fracaso, de falta de esperanza, para presentarse como la única respuesta posible para escapar de la tortura eterna y obtener una redención mágica.
Observa atentamente la oferta de las religiones (entre otros sistemas), estudia lo que afirman de la persona y de la humanidad, cómo siempre está la condena y el sentimiento de culpa acusador; y está la esperanza milagrosa, que por fe en lo absurdo, que a través de la sumisión, que negando el propio poder para convertirse en oveja de un rebaño enceguecido, solamente así se alcanza la salvación, el paraíso, el perdón.
(Recuerda y nunca olvides, el noajismo y el judaísmo NO SON religiones, aunque a veces se las confunde con tales, o comparta algunos aspectos externos con ellas. Aunque gente que parece saber lo afirme, la esencia es clara: NO SON religiones).

Es que, toda religión es producto socializado del EGO, nuestro primer salvador en el mundo físico que es también nuestro más férreo oponente.
Todas las religiones se manejan con las reglas sencillas y brutales del EGO.
Se disfrazan de espiritualidad, pero son la antítesis de la misma.

Allí donde hay espiritualidad, no hay cabida para la religión.

De manera similar actúan otros que también pretenden el control a través de los mecanismos del EGO.
Padres, maestros, cónyuges, jefes, empleados, sindicatos, colegas, competidores, etc.
Por ejemplo, el padre que solamente aprueba la conducta de sus hijos cuando estos hacen lo que él les dice y solamente eso. Si el hijo trae alguna alternativa, tan valiosa y valorable como lo que presenta el padre, no se le acepta, se le minimiza o burla, se le destruye en su autonomía y creatividad. ¡Cómo osa pensar y desdecir al padre! Sí, aunque no lo contradiga ni sea rebelde, aunque no proponga nada negativo y que altere ninguna regla “normal”, se le tilda de malo, corrupto, insolente, etc. Así, el padre pretende dominar, por miedo de la manipulación, con las herramientas del EGO.
En nombre del respeto y del honor a los padres, hasta enarbolando el cumplimiento de un precepto (para los judíos) tal como el de honrar a los padres, se llega a maltratar a los hijos, negarles su lugar, llevarlos a grados de debilidad que no son para nada saludables. Sí, también aquí con disfraz de espiritualidad, se esconde su contrario.

Diferente es la educación verdadera, espiritual, que le explica al niño que haga lo que haga, la Luz siempre está brillando. Aunque no la sienta, aunque se crea apartado de todo bien, el niño debe aprender y entender que externamente su conducta puede ser correcta o incorrecta, puede ser que haya cometido una acción terrible o que solo se haya equivocado levemente, nada de ello modifica la calidad y cantidad de la Luz que recibe de manera constante del Padre Celestial.

Entender esto no impide el corregir a los hijos (alumnos, etc.), que sufran las consecuencias lógicas y necesarias de sus acciones que han roto el equilibrio.
Si algo ha fracturado con su accionar, estará el dolor y la necesidad de repararlo, la obligación de emprender el camino de la TESHUVÁ, así como la aplicación de lo que la justicia exprese, ¡por supuesto! Pero, siempre sabiendo y entendiendo que en lo más íntimo, allí en donde somos auténticos y plenos, nada ha cambiado.
El Padre nos sigue amando igual, aunque no acepte nuestra acción negativa, aunque recibamos el castigo correspondiente por ella. El amor no desaparece, tal como la Luz no deja de brillar.

El  malo, es malo en sus acciones, en sus pensamientos, en sus dichos; pero solamente es malo en esa identidad que llamamos Yo Vivido. Pues, su Yo Esencial sigue sin tachas, sin lastimaduras. La Luz no la puede percibir, porque la ha tapado con sus acciones, pero ahí sigue estando, a la espera de que haga lo necesario para destaparla y volver a sentir plenitud espiritual.

Si nosotros como padres o maestros solamente nos quedamos con al Yo Vivido de nuestro hijos/educandos, y tildamos de “malo” al que ha hecho alguna acción incorrecta (o varias de ellas), nos estamos congelando en la imagen externa, en la superficie, en la apariencia.
Por supuesto que es nuestro deber detener la acción negativa, no permitir que el niño continúe dañando a otros o a sí mismo, es una obligación aplicar la norma para que se restablezca el orden y reine la justica con la bondad.
Ahí está la clave, que exista el orden con justicia Y bondad.
La justicia que restablece y mantiene el orden.
La bondad que no olvida que el pecador en el fondo sigue siendo un espíritu de Luz, una buena persona secuestrada por su EGO.

¿Se entiende la idea?

Si al niño le haces entender cabalmente esto, que no es malo, que sigue siendo un ser luminoso, pero que sus acciones deben rectificarse y que debe aprender a vivir en justicia y bondad, ¿cómo se sentirá?
¿Con permiso para hacer lo que quiera, y seguir en el camino del sufrimiento?
¿O con el ánimo dispuesto a hacer su mejor esfuerzo para estar en armonía entre su Yo Esencial y su Yo Vivido? Es decir, querrá vivir externamente con bondad tal como sabe que es bueno en su esencia más pura.
Si lo maltratas, lo condenas, lo tildas de idiota, estúpido, malo, loco, etc. (al estilo de las religiones), seguramente que no le estás haciendo un favor, tampoco a ti. Tal vez consigas callarlo, anularlo, someterlo, sentirte poderoso, pero no eres nada más que un canalla, un impostor, un fraude, un dictador, externamente, porque en el interior también eres ese ser luminoso que no supo encontrar el camino para expresarse y vivir en armonía y unidad. ¿Te diste cuenta?

Cuando no hay patologías que impulsan a acciones antisociales o similares, la gente comete faltas a instancias del EGO, en cierta forma para llamar la atención o para obtener por medios incorrectos lo que pretenden y suponen no poder obtener por medios correctos.
La mala acción está escondiendo un sentimiento de impotencia, por algo real o fantaseado, que se expresa con acciones desde el EGO.
Encontremos qué está pasando con nuestros hijos, qué están queriendo concretamente, en qué se sienten impotentes, para darles una mano para que se expresen con Comunicación Auténtica, para que puedan alcanzar el shalom y no persistir en el EGO. Si hicieron algo “malo”, que paguen las consecuencias, pero que no tengan la creencia de que son malos en su esencia, sino solamente en su ropaje que es el que deben aprender a cambiarlo para estar en sincronía con su verdadera identidad.

Que nuestros hijos, nosotros, vivamos construyendo shalom es una tarea para todos los días, a cada momento estamos resbalando y cayendo por el tobogán del EGO.
Es un trabajo que tiene sus ricos frutos aquí y en la eternidad.
Entonces, aprende a construir shalom y enséñalo, especialmente con tu conducta cotidiana.

Echar culpas

Promover el sentimiento de culpa en el otro es uno de los modos más habituales para dejarlo en impotencia y aprovechar para manipularlo.

¿Recuerdas la lección ya ofrecida, que no es lo mismo culpa que sentimiento de culpa?
En resumidas cuentas, la culpa es la alarma que dispara nuestra conciencia cuando hemos actuado incorrectamente y no hicimos lo necesario para corregirlo.
En tanto, el sentimiento de culpa es un artefacto diseñado para la manipulación allí en donde no existe motivo de culpa verdadera. Por lo general alguien atribuye culpas inexistentes a un receptor, el cual sentirá culpa y como no hay nada real para reparar en esa situación, porque ninguna acción suya motivo la culpa, entonces queda inerme, a manos de los deseos del manipulador.
A veces, es nuestro EGO el que se encarga de imputarnos culpas, para dejarnos indefensos, a su merced.
(Ya explicamos esto varias veces, si quieres estás invitado a recorrer nuestro sitio y aprovechar sus miles de textos gratuitos disponibles para tu beneficio).

Ahora, hagamos un breve ejercicio.
Piensa bien, recuerda las veces que manipulaste o lo hicieron contigo, ¿no había alguna echadita de culpas escondidas o a la vista?
Vamos, tómate un ratito para traer a la memoria, visualízalo, date cuenta, admite (es parte de un proceso liberador, reparador, sanador).

¿Pudiste reconocer esos sentimientos de culpa que alguien hizo caer sobre ti, o que tú adjudicaste a otros?

¿Vista aquella vez que el niño echó culpas a otro, por algo erróneo que él había hecho?
Quizás el niño eras tú, o era tu hijo, o un hermanito, o un amiguito, o quien fuera, pero seguramente esa imagen está en alguna esquina de tu memoria.

¿Te topaste con la imagen de la persona infeliz, que acusa a otros (Dios, dioses, demonios, amigos, padres, maestros, jefes, políticos, illuminatis, masones, comunistas, ateos, judíos –por supuesto-, etcétera) de provocar su pesar y falta de éxito?

¿Se cruzó la memoria de esa madre achacando todo tipo de taras y males a sus hijos, para conseguir de ellos sumisión, favores, “amor”?
¿O, la madre que se hace la abnegada, sufrida, enferma, abandonada, desamparada, etc., para obtener similares retornos de parte de sus hijos?

¿Tuviste la experiencia del jefe que inculpa a sus empleados por el bajo rendimiento, algún fracaso, las dificultades de la empresa; con ello buscando obtener sometimiento, mayor rendimiento sin recompensarlo, trabajo extra sin remuneración, o alguna otra finalidad egoísta?

¿El marido maltratador, que a veces puede que pida perdón, pero que al principio y al final hace creer a la esposa que es ella la culpable de todo lo malo y es justicia que sea castigada… por el marido?

¿El cónyuge infiel que al ser descubierto se proclama inocente, una víctima de la indiferencia de su contraparte, “obligado” a ser infiel por culpa de él/ella?

Probablemente sí, alguna o todas de estas cuatro escenas están contenidas en tus recuerdos. Siendo tú el generador de mensajes culposos, o el que los recibió para fabricar con ellos sentimientos de culpa.
Hay muchísimas otras ocasiones en que esto se ve, sería imposible enumerarlas todas.
El denominador en común es: el EGO emitiendo mensajes culpógenos, para así explotar la debilidad que genera el sentimiento de culpa.

Una posible manera detener esto podría ser al evitar emitir y/o recibir tales mensajes tóxicos.
Hay otras cosas que se puede hacer, pero centrémonos ahora en ésta.

A veces se emiten estos mensajes de manera inercial, llevados por un impulso aprendido hace mucho tiempo. No se tiene intención consciente de que se está echando culpas para generar sentimientos de culpa y así manipular. Simplemente, se hace, sin analizarlo, sin preocuparse.
¿Está bien?
Por supuesto que no.
Por una parte, es mejor para pararlo, ya que al no querer dañar a otro adrede, tal vez al esclarecerlo se decida actuar para cambiar.
Pero, quizás se dificulte, ya que siendo una acción nacida automáticamente, la persona pudiera negar que algo nocivo esté sucediendo por su causa.

En ocasiones, y para algunas personas de manera cotidiana, se emplea este mecanismo como una verdadera arma, de manera totalmente voluntaria, sabiendo qué se persigue con ella, queriendo destruir o arrinconar para obtener ventajas.
Aquí ya no se puede argüir ignorancia, la persona está consciente de sus acciones y motivaciones; lo cual sin dudas obstaculiza bastante a la hora de dar el paso para modificar la conducta perversa.

Si eres quien emplea este método de manipulación y adviertes que no es lo que quieres para tu vida, entonces, es hora de que lo cambies.

  • Piensa bien antes de hablar.
  • Usa la Comunicación Auténtica, encuentras decenas de textos aquí sobre ella.
  • Modifica la inculpación por el pedido amable y sincero, aunque eso te coloque en una aparente situación de desventaja.
  • Deja la recriminación, a no ser que sea justa y no como una agresión o manipulación, sino para dejar en evidencia una situación injusta la cual debe restablecerse el equilibrio.
  • Expresa tus sentimientos, para darlos a conocer, el otro no tiene porque adivinar o suponer cómo estás o te sientes.
  • Reconoce o establece límites que sean saludables.
  • Aprende a que también se pierde.
  • Ten en cuenta que tú también eres responsable, aunque no quieras, aunque eches las culpas a otros.
  • Cede, concede, recibe.
  • Pide ayuda a un profesional si te ves superado por tus tendencias mezquinas.
  • Construye shalom de manera constante, por medio de acciones buenas Y justas.

Si eres quien está padeciendo de las agresiones inculpatorias y te haces cómplice con tus reacciones que no construyen shalom, entonces estas son algunas ideas:

  • Piensa bien antes de responder a lo que escuchas.
  • Usa la Comunicación Auténtica, encuentras decenas de textos aquí sobre ella.
  • Admite que el otro tiene su manera de hacer las cosas, sus creencias, sus modos; admite que el otro es otro; pero no te hagas cargo de lo que no te corresponde.
  • Si te están echando culpas, no admitas que eres culpable. Evalúa con sinceridad y sin dejarte llevar ni por gritos, ni gemidos, ni actuaciones, ni amenazas, simplemente permanece en silencio, sin asumir nada, sin responder nada, sin aceptar como verdad nada.
  • Expresa tus sentimientos, para darlos a conocer, el otro no tiene porque adivinar o suponer cómo estás o te sientes. Si el otro es un manipulador consciente, ten cuidado, también usará esto como munición para agredirte. Igualmente, exprésate pero no seas ingenuo.
  • Reconoce o establece límites que sean saludables.
  • Aprende decir NO y mantenerte firme en ello.
  • Ten en cuenta que tú también eres responsable, aunque no quieras, aunque eches las culpas a otros. Pero, también el otro es responsable de lo que le corresponde. No cargues mochilas que no son tuyas.
  • No creas que ceder a la presión, a la manipulación emocional, te dará tranquilidad. Quizás el agresor no continúe ahora con sus perversiones, pero al demostrar tu debilidad, eres presa fácil para seguir siendo víctima. No seas colaboracionista.
  • Pide ayuda a un profesional si te ves superado por tus tendencias pasivo-agresivas.