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Ideal de vida

NESHAMÁ: espíritu, Yo Esencial, conexión constante con el Eterno, nuestra identidad perpetua, nuestra chispa de Divinidad. Su idioma es el AMOR, el deseo de dar.

EGO: sistema automático, con un altísimo componente biológico/natural y otro aprendido, que se dispara en situaciones de impotencia (real o sentida) con la finalidad de preservar la vida. Su idioma es la manipulación, el deseo de recibir.

Nuestra existencia en Este Mundo debiera estar entre ambos focos, ni en un polo, ni en el otro.
Tendiendo hacia la NESHAMÁ, siendo leales a ella, organizando las reacciones del EGO, cuando ello sea posible.

¿Cómo se logra?
Construyendo SHALOM, con acciones de bondad Y justicia.

El destino energético

La NESHAMÁ que somos, probablemente cuenta con una inagotable provisión de energía que la sostiene indefinidamente y sin alteraciones (no tengo exacto conocimiento).
Pero, nuestro Yo Auténtico y Yo Vivido, esta persona que estamos siendo en el mundo, tiene una limitada cantidad de recursos, entre los que se incluye la energía con la cual realizamos todos los procesos vitales.
Debemos ser conscientes de nuestra limitación y actuar a favor de emplear la energía en acciones que provean beneficios, que aporten al bienestar, que conduzcan a un mejor nivel y disfrute de la existencia.
Si derrochamos alocadamente, de manera inconsciente, nuestros recursos, pronto estaremos fatigados, debilitados, extenuados, aletargados, oscurecidos, atontados, adoloridos, extraviados, exiliada nuestra personalidad de nuestro espíritu, en displacer y en camino a la desconexión vital (muerte).

Sentimos impotencia a cada rato, por las grandes o pequeñas cosas, sabiéndolo o sin darnos cuenta.
Nuestra limitación, que no es solo energética, pesa. Su presencia asusta y remite a la pesadilla terrible del nacimiento, que ha quedado inscrita en lo más profundo de nuestra memoria somática.
La falta de control, así como sentirse sin poder, disparan el mecanismo automático del EGO, cuya única finalidad es mantenernos con vida en situaciones de real impotencia.
Cuando estas reacciones sobreabundan y se precipitan a causa de sentirse en impotencia, y no por verdaderas amenazas a la subsistencia, son las que generan eso que se denomina “estrés malo”.

Al estar atormentados por este constante estrés, reaccionando desde el EGO a los sentimientos de impotencia, indudablemente estamos desperdiciando enormes cantidades de nuestra energía torpemente.
¿Te imaginas la cantidad de poder que estás desperdiciando al no poner orden y serenidad en tus pensamientos?
¡La vitalidad que se escurre en una lucha incoherente y sin sentido!
Peleando contra gigantes monstruosos, o escapando precipitadamente y sin razón de ellos, cuando ni siquiera son pequeños molinos de viento.
En eso se pierde el vigor, en cosas sin valor y que dañan. Porque, el malgasto de energía conlleva al menos tres perjuicios evidentes.

Primero, la energía disponible para procesos edificantes, placenteros, constructivos se ve mermada, puesto que se dirige hacia otra parte. Lo que se usa en X no está para servir en Y.
Por tanto, cuanto más estresado, al ritmo del EGO, menos pensamiento creativo, más lentitud en el procesamiento de los datos, peor capacidad de resolución, mayor desgaste sin obtener resultados alentadores.
Esto a su vez aporta al detrimento de la tranquilidad, del goce de SHALOM, pues se siente y razona bajo el manto del EGO, percibiendo amenazas e impotencias y confirmándolas en la realidad en muchas ocasiones.
Así el ciclo perverso se retroalimenta y aumenta el desperdicio de energía, la alteración del orden, la pobreza del pensamiento y de posibilidades de autorrealización.

Segundo, al estar activándose señales de amenaza permanentes la atención se enfoca en ello, dejando de atender aquello que pudiera resultar provechoso. Entonces, se podría estar ante resoluciones, claves de mejoramiento, instancias de empoderamiento, pero lamentablemente todo esto se deja de lado. La energía corre sin obtenerse con ello resultados positivos, lo cual debilita aun más: porque el recurso se malgasta y porque se aumenta la confirmación de la impotencia y la incapacidad para salir de ella.

Tercero, al estar en estado de agresión/defensa, se generan situaciones en las cuales se incrementa la problemática, porque no hemos respondido de manera eficiente y apropiada.
Pero también, porque el estado agresión/defensa provoca que se perciban las situaciones desde una perspectiva atrevida, que no busca la resolución efectiva y pacífica, sino las señales que demuestren que se debe agredir/defender. Por ejemplo, tu esposo entró y pasó de largo saludando sin mucha efusividad. Tu EGO se dispara, porque te sientes ofendida por esa conducta. Entonces lanzas una palabrota, o pones cara de amargada/enojada, o te largas a llorar infantilmente, o te niegas a hablarle durante tres días. Si te hubieras detenido a averiguar, empleando la Comunicación Auténtica, quizás hubieras descubierto que fue tan poco cortés porque se sentía muy mal y debía ir al baño a vomitar. ¿Hubieras reaccionado desde el EGO sabiéndolo? ¿Valió la pena agrandar una situación, inocua en sí misma, porque no tuviste la precaución de actuar desde el AMOR en lugar desde el EGO?
Todos los altercados generados por el EGO, resultan en un mayor consumo de energía, puesta en evitar potenciales riesgos e impotencia, en lugar de ocuparla en realizarse en la vida.
Cuando lo oportuno y saludable sería parar la máquina automática, enfocar el poder en aquello que puede ser dominado, y entonces ejercer la fuerza justa para obtener el óptimo resultado.

Recuerda que cuando una conducta se repite se termina formando un hábito, que es una segunda naturaleza.
El hábito no te pide permiso para actuar, simplemente lo hace.
Es, entre otras cosas, una manera natural que Dios ha diseñado para usar con mayor eficiencia la energía vital. PERO, cuando el hábito se creó a partir de conductas negativas, derrochonas de energía, entonces se transforma en una terrible espada, consumista, agobiante, mortal.

Por ello, entrénate para que tus respuestas sean desde el AMOR y no desde el EGO.
Aprende a bajar el poder del EGO en tus conductas (pensamientos/palabras/acciones), para que seas tú quien goce de mayor poder.
Sé consciente de tu poder y empléalo saludablemente.

Sintoniza tu Yo Vivido con tu Yo Esencial, lo que experimentas en esta vida con lo que eres espiritualmente, para que entonces el gran poder te restituya e incrementes tu bienestar.

Construye SHALOM, con acciones de bondad Y justicia.

El profeta Jeremías y la CabalaTerapia

El humano nace impotente, con una pequeñísima dosis de independencia.
Está a merced de los acontecimientos y los padece a más no poder.
El nacimiento es un completo desastre, una pesadilla sin registro y de la cual no hay memoria ni elementos para contenerla dentro de un sentido y término.
Las pocas herramientas que disponemos son automáticas, las del EGO, para proveernos sustento y auxilio por medio de llamar la atención, alertando y alterando al universo circundante y por medio de esa inconsciente e involuntaria manipulación obtener algo de satisfacción y mitigar como sea el padecimiento.
Gritar, patalear, llorar son esos instrumentos primitivos de alteración del orden, para que desde el caos que sufre el bebe se provoque el caos alrededor, entonces se dispararán reacciones en el medio que de alguna manera resolverán sus tormentos. Todo esto, por supuesto, no es planificado por el sufriente bebé, es parte de nuestra naturaleza.
Cuando el auxilio no viene, o es insuficiente, el sistema tiene un mecanismo para reservar energías y sostener la vida en niveles de bajo consumo, por lo cual nos desconectamos de la realidad. Esto también mitiga la avalancha de sensaciones acuciantes que agreden al infante sin fin imaginable.
Al repetirse las conductas y conseguir manipular al entorno, se van estableciendo redes cerebrales que se van solidificando y formando hábitos. Por ello, desde el fondo de los tiempos, desde un espacio sin nombre, desde una historia sin registro, cuando nos sentimos amenazados por la impotencia se desencadena en nosotros el reinado del EGO, con sus toscas herramientas y las que se fueron derivando en tanto el niño crecía y aprendía nuevos recursos a partir de los anteriores heredados naturalmente. A lo cual se suma lo cosificado como hábito.
Entonces, no es de extrañar que ante la sensación de impotencia, real o sentida, el EGO haga presencia, que irreflexivamente reacciones de manera espontánea.

El niño requiere ayuda y la obtiene, si no hubiera perecido al poco tiempo.
El niño la obtuvo y con ello aprendió a “solicitarla” con sus arranques caóticos, sembrando turbulencias para cosechar satisfacción, o al menos reducir el displacer.
El niño formó el hábito, también de estar pendiente de la ayuda de alguien poderoso.
De alguna parte deberá surgir la salvación.
El EGO se impone como el primer dios, que se siente operando y reclama obediencia y adoración.
El EGO se fortalece en tanto la persona sigue sometida a la impotencia, real o sentida, para aparecer de pronto y resolver con su magia las situaciones. Y de no hacerlo, tiene la herramienta pasiva, aquella de desconectar a la persona de la realidad. Dormir, drogarse, mentir, auto engaño, estafa, olvidos, disonancia cognitiva, negación de los hechos, excusas, enfermedades, intento de autoeliminación son parte de las expresiones de la desconexión de la realidad que mencionamos.

El niño aguarda su salvación y se deja caer en brazos de aquellos que adora como poderosos.
Las ocasiones para sentirse impotente no escasean, de hecho podrían ser miles en un simple día cotidiano.
El niño está a la espera, esperanzado, de sus milagros habituales que le solucionan sus inconvenientes.
Al mismo tiempo va comprendiendo su propio falso poder, el que proviene de la manipulación.
Se da cuenta de que si hace un berrinche, obtiene la golosina, paseo, juguete y lo más importante: la atención de aquellos seres poderosos que están a su servicio.

El niño provoca el caos para quitarse de encima el malestar y para obtener su pequeña felicidad, gratificación lo más inmediata posible.
Y el niño crece, pero su hábito arraigado al EGO permanece como indestructible e inseparable.
Es cierto que aprende otros mecanismos, más amables, menos agresivos, más “civilizados” para adquirir beneficios; pero, desde la oscuridad de la impotencia, el EGO sigue adoctrinando a su esbirro. Es el esclavo que reina; cuando solamente debiera ser el servidor necesario en los momentos puntuales de verdadera situación de impotencia.

A veces se obtiene sorbos de poder, se disfruta de felicidad y puede parecer que la impotencia es un hecho olvidado.
Pero, que triste nuestra realidad limitada, lo cierto es que seguiremos siendo por siempre impotentes.
Y a veces por escurrinos plácidos en la pequeña felicidad, dejamos de lado el esfuerzo por alcanzar la Gran Felicidad.

Así andamos, a la espera de la Gran Felicidad, esquivando los pozos de oscuridad, esperanzados de no ser tragados por la desesperación, luchando para no sufrir más.
Engañados por la esperanza, enojados con los dioses (o Dios), porque no zafamos de todo contratiempo, porque no somos los amos ilimitados de todo poder.
Y nos engañamos, nos estafamos, con aires religiosos pretendiendo manipular a los dioses (o Dios) con plegarias, promesas, pactos, rituales y todo otro tipo de negociación religiosa. Como si tuviéramos el control, como si a nuestro alcance estuvieran los botones que nos brinden los paraísos terrenales y supraterrenos.

¡Cuánto tenemos para aprender, y para desaprender!
¡Cuánto daño nos hace la religión y nos aparta de la espiritualidad!

Por ello la CabalaTerapia, que estudia estos fenómenos e intenta brindar herramientas para nuestro crecimiento integral, es tan necesaria.
Para dotarnos de alas espirituales, las que nos corresponden por derecho de ser humanos; para darnos un poquito de dominio sobre el reinado del EGO.
Para enseñarnos a vivir en construcción de SHALOM, interna y externa, por medio de acciones (pensamientos/palabras/actos) de bondad Y justicia, siendo leales a nuestro patrimonio espiritual.
Para hacernos comprender cabalmente, y experimentar, las palabras sabias y eterna del profeta del Todopoderoso:

«Así ha dicho el Eterno: ‘No se alabe el sabio en su sabiduría, ni se alabe el valiente en su valentía, ni se alabe el rico en sus riquezas.
Más bien, alábese en esto el que se alabe: en entenderMe y conocerMe que Yo soy el Eterno, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra.
Porque estas cosas Me agradan, dice el Eterno.»

(Irmiá / Jeremías 9:23-24)

De cuentos maravillosos, teologías y filosofías

Una de esas historias fantásticas, que se comparten con gran admiración y fascinación, afirmando con fe ciega que es de la vida real.
Que se rodea de detalles y guiños al lector/escucha, como ofreciendo así evidencias de su veracidad y verdad.
Que además se adorna de conclusiones metafísicas maravillosas, generalmente alabando hasta el infinito a algún rabino (o cualquier otro clérigo o similar), afirmando como verdad suprema que “todo es para bien”,  “nada es casualidad pero todo es causalidad”, y cuestiones parecidas que endulzan el ánimo del lector/escucha y lo reafirman en sus creencias fervientes y de apego a determinada facción o sistema de creencias.
Esta historia en particular la leí en Facebook hace un par de días y es más o menos así.

Una persona ortodoxa descubre que su vecino de asiento en el vuelo tiene un apellido “judío”, como si ellos existieran. Un apellido de los muy frecuentes, estilo “Rodríguez” entre los descendientes de la cultura española. Para su sorpresa al anciano vecino le sirven el menú corriente y no la vianda “kosher”. Lo cual motiva al ortodoxo a entrometerse en la vida del vecino, suponiéndolo judío y pasible de ser encuestado.
Con reticencias el anciano saca a la luz que es un sobreviviente de la Shoá, el genocidio perpetrado por nazis y sus cómplices en contra de la familia judía alrededor de la Segunda Guerra Mundial. Él es el único sobreviviente de una amplia, alegre y ortodoxa familia, la cual fuera arrancada de la vida por el odio asesino del malvado. Pero, el buen hombre no estaba rencoroso contra el Hombre y sus flaquezas, aparentemente, sino hacia Dios, el cual había tolerado y hasta quizás alentado la masacre y el sufrimiento infinito de tantos buenos inocentes. Y, seguía diciendo el anciano, lo que más quebró su “fe” fue cuando se enteró que su último hijo había sido asesinado de manera cruel y vil allá fuera, en el campamento de exterminio que ambos compartían.
Eso fue la gota que rebalsó su vaso de sufrimiento, porque él había depositado la esperanza en que el niño se salvará y fuera quien continuara la estirpe familiar.
Ahora Dios, y no los nazis, le había arrancado su último aliento de vida, por tanto él escogía repudiar a Dios y negar su vínculo con el judaísmo y lo judaico.
Así el buen hombre rehízo su vida.
El ortodoxo no pudo, no supo, no quiso, vaya uno a saber qué, pero quedó así la triste historia, que se cuenta como real y fantástica en esta historia que te estoy repitiendo, y que supuestamente pasó y por ello se publica en libros, y se repite en redes sociales, y la gente la cuenta con placer y veneración de unos a otros.
Unos pocos años más tarde el ortodoxo pasaría las Grandes Fiestas en Ierushalaim, en el barrio “Mea Shearim”,  que en esta narrativa popular e inexacta es catalogada como “un lugar sumamente sagrado”, vaya uno a saber el porqué.
Iba camino a la sinagoga en Iom Kipur cuando vio a un anciano sentado en la parada del ómnibus, fumando, bebiendo, haciendo todo lo que no se debería en este día especial. Esa actitud despectiva le fastidió, pero de alguna manera reconoció al viejo sobreviviente de la Shoá, aquel que acusaba a Dios de los crímenes del hombre, el pobre hombre sin futuro y que amargado penaba por el terrible y verídico dolor que le había acontecido a él y los suyos. Se acercó y le saludó, obviamente que lo invitó a que le acompañara a la sinagoga. Porque, el ortodoxo se sentía sumamente culpable de no haber tratado de traerlo al redil aquella ocasión en el avión. Entonces ahora aprovecharía el momento, porque no hay casualidades, ¿no?
El anciano no quería saber nada de eso, ¿o acaso él no estaba aún iracundo en contra de Dios, y por ello descartó el judaísmo y sus cosas, a causa de la maldad del Hombre?
Pero el ortodoxo insistió, haciéndole ver que se rezaría el Izcor, un rito en el cual se recuerda de manera sentida y solemne a los difuntos de la familia, allegados y santos mártires de la gran familia.
Tanto machacó que al final el sobreviviente aceptó acompañarlo, aunque a regañadientes.
El oficiante entonaba con reverencia y encanto los cánticos del ritual tradicional ashkenazita del Izcor, y entonces el ortodoxo pidió al anciano el nombre del hijo fallecido, aquel que fue la culminación de su tormento en medio de la noche oscura. El anciano lo dijo débilmente, pero luego con mayor fuerza, hasta que llegó a oídos del cantor quien dijo ese nombre, pero de pronto se interrumpió, giró y miró detenidamente al viejo sobreviviente y gritó: “papá”.
¡Sí era el hijo, aquel que supuestamente había fallecido brutalmente pero nunca fue confirmado!
Estaba vivo y era feliz y pleno en Ierushalaim, adoctrinando a su familia en los encantos de Mea Shearim.
El viejo revivió en aquel instante, alabó al Eterno, rearmó su vida ahora como plenamente ortodoxo, extremadamente fanatizado, lleno de fe en Dios y alegría por la vida, rodeado de sus nietos, bisnietos y la nueva comunidad que le albergó en su despertar actual.

Esa era más o menos la historia, presuntamente real y verdadera.
Que, como te mencioné más arriba esta narración es decorada con todo tipo de conclusiones, alabanzas, maravilladas admiraciones, comentarios laudatorios, y es compartido fervientemente con gran fe y esperanza por las buenas gentes, llenas de inocente y cándida simpleza.

De manera herética, con tus disculpas, me planteó unas pocas observaciones.
Espero no ofenderte por usar un ratito ese don maravilloso que nos brinda Dios, el raciocinio y la intención de ser críticamente objetivos.

1- ¿Se puede proveer de datos exactos para identificar a las personas en cuestión?
2- ¿Se puede brindar maneras de comunicarse con ellos, para conversar directamente con los implicados?
3- ¿Se podría obtener la historia narrada de primera mano por el anciano?
4- Es bonito y produce felicidad el reencuentro del padre con el hijo, emociona y gratifica a toda persona de bien, sin dudas. Ahora, ¿eso hace olvidar la matanza del resto de la familia y de los otros millones de inocentes?
5- ¿Solo por volver a encontrar a su último hijo, de repente regresa la fe del buen hombre?
6- ¿Y todos los años, décadas, sumergido en angustia, deseos de muerte, rencor, se borraron mágicamente?
7- ¿Todo es para bien? ¿Se le puede explicar eso a los millones de inocentes muertos y a los otros millones que sufrieron y sufren las consecuencias de la maldad del Hombre?
8- ¿Todo es para bien? Y las cinco, o más, décadas que el hombre sobrevivió a su propia tortura emocional/mental, ¿fueron para bien?
9- Que el hijo se críe alejado de su sobreviviente padre, aunque haya llevado una vida estupenda anteriormente, ¿disculpa la desgracia del pobre viejo de no saber de su hijo y penar hasta el infinito por creerlo muerto?
10- ¿Culpar a Dios y rechazar Sus cosas en lugar de acusar al verdadero culpable y tratar de hacer algo al respecto?
11- Supongamos que en verdad no existen las casualidades, entonces podemos concluir que Dios es un malvado que permite y alienta y produce genocidios y roturas de familias, los nazis, árabes y otros asesinos son meros inocentes en manos de un despiadado Dios.
12- Hagamos de cuenta que la maravillosa historia es verdadera, cosa de que te habrás dado cuenta dudo, entonces ¡cómo no indignarse con Dios! Deja que un pobre viejo enloquezca de dolor durante décadas y no es capaz de producir el no casual encuentro muchos años antes. ¿Era necesarias tantas décadas de miseria y terror, solo para que se puede contar esta historia?
13- ¿No hubiera sido maravilloso que el ortodoxo sentado junto al viejo en el avión fuera el hijo?
14- ¿No hubiera sido aún más “mágico” que la Shoá no hubiera acaecido, si de últimas nada es casualidad y todo es para bien?
15- ¿Cómo disculpar el dolor y la amargura con la fórmula mágica “todo es para bien”? ¿Acaso eso cancela la posibilidad de que el mal se padezca de forma muy real?
16- Si se quiere convencer a la gente de cuestiones místicas, ¿por qué recurrir a estos golpes bajos sentimentales, en lugar de apelar a la inteligencia, al pensamiento crítico, a la creatividad encaminada por los preceptos?
17- ¿Qué obliga a la gente a aferrarse con tanta fuerza a estos cuentos y venerar a los “santos” que imparten su luz metafísica? ¿Es un apego que proviene de la NESHAMÁ o del EGO?
18- ¿Por qué hay gente que en verdad padeció terriblemente y escogen dejar el judaísmo, y a Dios, cuando a primera (y segunda) vista es el Hombre, o causas naturales, los que causaron su sufrimiento?
19- Si se lo hace culpable, o responsable, a Dios de todos los males, incluso de aquellos que evidentemente son obra del Hombre; ¿por qué no se lo hace “culpable” de todo lo bueno, que supera infinitamente a lo malo que sucede?
20 – ¿Cómo puede haber gente que sigue pidiendo explicaciones a Dios por la Shá, o atrocidades similares; y preguntando dónde estaba; como si eso fuera de inteligente y ético? Cuando no es de Dios la pregunta, ni tampoco la respuesta; sino que se debería cuestionar de principio a fin al Hombre.
21- ¿Qué otras cosas podemos criticar de esta fábula con apariencia de realidad?
22- ¿Qué opinas tú?
23- ¿Qué sientes?

Entre Moshé y Aarón

En la parashá Vaikrá se trató de korbanot, ofrendas al Eterno.
Muy parecido en Tzav, la parashá siguiente en el orden del libro Vaikrá.

La primera está expresada de acuerdo al código de ética mosaico (Torat Moshé).
La segunda al código de ética aarónico (Tora Aarón).

El mosaico parte de la asunción de que el ser humano es bueno, que su chispa divina, la NESHAMÁ encuentra caminos para manifestarse y que de algún modo prevalecerá su LUZ por sobre las penumbras.
En tanto que el aarónico parte de la creencia de que el hombre tiene a pecar, que su EGO reina y lleva a la persona al exilio, a la separatividad de su Yo Vivido de su Yo Esencial.

Por esto mismo, el tono del código mosaico es de apertura, de bondad, de confianza en que el hombre actuará de acuerdo a su Yo Esencial, que quizás tarde y se complique pero finalmente prevalecerá el reinado del Eterno. La TESHUVÁ es la opción obvia, la cual espera a la puerta a que el hombre le abra y la deje entrar. Porque el hombre es en esencia bueno y el EGO es por descuido el promotor del caos, no una entidad perversa y que arruina adrede la paz y armonía.
Pero, el tono en el código de su hermano imperan las ordenanzas, las órdenes, los mandamientos, las reglas y los rituales. Se codifica para marcar los límites, para que el hombre no los traspase. Para que el hombre se sienta en falta y como si pendiera una amenaza a causa de sus desvíos.

En consecuencia, a veces encontramos un Moshé iracundo, a causa de la decepción, frustrado, golpeándose con la realidad que muestra que el EGO se extiende y parece ser el amo.
Y se nos relata a Aarón como el perseguidor de la paz, el que hace todo tipo de esfuerzos para alcanzarla. Precisamente porque sabe que el hombre está dominado por la oscuridad y que si no se le obliga difícilmente escape al mal, al caos.

Ambas posturas son necesarias, aunque la ideal y recomendable sería la de Moshé, pero sin que llegue a sentirse en fracaso, para que no caiga en la desesperanza y se altere su bonhomía.

Por otra parte, es casi imposible que el hombre adquiera hábitos positivos a través de amenazas, de miedo, de castigos, de obligaciones asfixiantes. Con estos el hombre puede comportarse dentro de la moral, pero difícilmente haga un cambio positivo y mantenido en el tiempo. Cuando se cancela el motivo castigador o acechante, el hombre retorna (probablemente) a la deriva del caos.
Por ello, es necesario conocer la presencia de la NESHAMÁ y encontrar la manera que los cambios sean realizados por amor, por deseo de crecimiento, con voluntad, para beneficio y bendición.
Claro, es un ideal para el cual es imprescindible entrenarse, trabajar, esforzarse, aprender, tomar conciencia, desaprender, dejar de depender de los látigos para sostener la LUZ.

¿Dónde estás tú?

Luz y fuego del santuario

En la parashá TZAV se ordena que: «El fuego sobre el altar, encendido en él, no será apagado» (Vaikrá / Levítico 6:5), instrucción que es repetida en otras instancias.
Pero, si revisamos en el Talmud (Iumá 21b), la lista de los diez milagros que acontecían en el Beit HaMikdash, nos encontramos que había un fuego del cielo que caía sobre el altar, manteniéndolo encendido sin importar las variaciones del clima. Recordemos que este altar se encontraba fuera del edificio del Santuario, en el patio que formaba parte sustancial del complejo del Templo, a merced del viento, la lluvia, la nieve, cualquier elemento de la naturaleza que pudiera afectar la llama prendida.
Pareciera haber aquí un conflicto, porque por una parte es deber del hombre laborar para que la llama no sea apagada y siga encendida, al tiempo que se nos dice que es Elohim quien se ocupa de eso.
¿Cómo explicarlo?

Para complicar más la cuestión, el mismo versículo que antes citamos indica que: «El sacerdote hará arder leña en él cada mañana» (Vaikrá / Levítico 6:5).
¿Qué significa esto? ¿Acaso que el fuego se apagaba y había que iniciar el proceso nuevamente cada mañana?
Por ahora, no sabemos, lo que sí podemos advertir es que la actividad del hombre es requerida y esencial en mantener el fuego ardiendo y alumbrando en el sagrado recinto.

Pero, además había otra llama que debía preservar su presencia dentro del Templo, la de la Menorá, según leemos en la parashá EMOR: «Manda a los Hijos de Israel que te traigan aceite de olivas claro y puro para la iluminación, a fin de hacer arder continuamente las lámparas» (Vaikrá / Levítico 24:2). Así cada noche eran reencendidas todas las lámparas de la Menorá, cuidándose de que la “occidental” nunca se apagara.

Y había otra luz, en el Santo de los Santos.
La que provenía de las Lujot haBerit, Tablas de la Alianza. La que deslumbraba de entre medio de los querubines y manifestaba la constante Presencia del Eterno.
Luz que se podía percibir, cuando las telas eran corridas; luz que simbolizaba la LUZ de la Torá, por tanto, del Eterno alumbrando y energizando la totalidad.

Luz fuera, luz dentro.
Con la llama exterior, la del altar, se quemaba las ofrendas. Por eso era necesaria la actividad del hombre, quien estaba dispuesto a sacrificar sus partes oscuras, rindiéndolas ante la LUZ del Eterno.
Con la luz más interior se manifestaba la conexión del Eterno con Su creación, la energía vivificante que permite la existencia.
Con la intermedia, la del candelabro, se ponía en evidencia que somos NESHAMÁ, espíritu, chispa del Eterno, perpetuo vínculo que nos une a Él y a todas las otras neshamot.

Esa LUZ que somos, nuestro Yo Esencial, está presente, conectándonos a cada instante con el Eterno y con el resto de los humanos (de toda época y lugar).
Pero, se encuentra rodeada por la densidad de la oscuridad de experimentar Este Mundo.
Además, con cada pecado sumamos una mancha alrededor de esa pura LUZ, haciendo más dificultoso que la podamos percibir.
Y sin embargo, allí está.
Nada la cambia, nada la marchita, nada la apaga.
Ni el peor de los pecados erradica nuestra esencia, corta nuestro lazo.
Pero, sí sentimos la lejanía, nos hundimos en oscuridad. Pareciera que estamos en penumbras, por dentro y por fuera. Como si la religión, re-ligarse, tuviera que ser necesaria, ya que aparentemente no existe más conexión con la Divinidad.
Pero, seguimos siendo seres de LUZ. Aún en la peor de las miserias que podamos incurrir. Ninguna acción del Yo Vivido extingue la llama sagrada.
Es imprescindible que tengamos consciencia de ello, que lo sepamos y no permitamos ser confundidos.
Porque, cuando ignoramos nuestra esencia pura y sagrada, nos dejamos resbalar hacia peores estados del ser, exilándonos aún más, rechazando más y más el camino de la TESHUVÁ.
¡Sepamos que somos de LUZ y como tal debemos brillar!
Para lo cual, sea grande o pequeño el pecado, estemos cercanos o lejanos a la Fuente, tenemos a disposición la TESHUVÁ.
¡No la desaprovechemos!

Ofrendemos aquello que nos aliena, que nos perturba, que nos hace vivir una existencia separada de nuestra verdadera identidad.
Tomemos conocimiento de nuestra sagrada personalidad, para así poder estar en armonía con ella.
Obviando las religiones, apartando las sectas, despojándonos de rituales, repudiando todo lo que se nos apila para que desconozcamos nuestra NESHAMÁ.
¡No demos lugar al EGO y sus trampas!

De arriba nos alumbran constantemente, nos llaman sin pausa, la silenciosa  y persistente voz nos conduce hacia el SHALOM.
Pero no es por milagro que lograremos el ascenso de la existencia hacia la LUZ. Ni por atajos religiosos, ni con salmodias petrificadas, ni repitiendo lemas, ni adorando hombres, o actuando fuera del camino de los mandamientos que nos corresponden (los Siete Universales paralos gentiles, los que sean apropiados de los 613 para el judío).

Encendamos nuestro fuego, borremos las manchas que estorban la LUZ.
Limpiemos nuestros pensamientos/palabras/actos, para adecuarlos a la Presencia.
Sacrifiquemos lo que nos entorpece el gozo de la felicidad verdadera, que es el disfrute de Su Gloria.

Está en ti que vivas construyendo SHALOM, con acciones leales de bondad Y justicia; para que tu luz desenmascare la LUZ.
Para que Su LUZ sea tu luz.

(Escrito y publicado originalmente en SERJUDIO.com, con alto valor para la identidad noájica, por eso copiado aquí)

Método para no hundirte en el círculo de la ira

Estar en constante posición de ataque/defensa te deja exhausto.
Duermes pero no descansas.
Comes pero no te alcanza, o te sobra a los pocos bocados. El peso varía de una forma que no te alienta.
Estás excitado, nervioso, a punto de estallar. Hasta un rasguño es sentido como un ataque feroz; una palabra o un silencio desencadena una tormenta de ira.
Señales de estrés, del malo.
Tu cerebro y cuerpo están reaccionando como si de sobrevivir dependiera, aunque en realidad la impotencia sea algo “mínimo”, como que tus hijos no te dejan escuchar el informativo, o supones que tu esposa tiene un amante, o el gobierno ha subido el impuesto, o perdiste el bus y tendrás que esperar cinco minutos, o se acabaron las golosinas que te encantan y el negocio no abre hasta mañana, o tu compañero del trabajo se hace el vivo recargándote de tareas, y así con cualquier otra cosa que no supone un riesgo real a tu existencia pero lo vives como una agresión catastrófica.
Estás transitando el círculo de la ira, hundiéndote en él, ahogándote sin encontrar resolución.

Un breve pero poderoso método para reducirlo y recodificarlo.
Son breves y simples pasos, pero no debes esperar hasta el punto de estallar para implementarlos.
Sino que deberás tomarte un tiempo todos los días para entrenar, para ejercitar, para llevarlo a un estado de óptima capacidad y listo para ayudarte cuando realmente lo precises.
Como todo lo que resulta en positivo, requiere dedicación, conciencia, voluntad y constancias. No esperes el resultado inmediato, y mucho menos si no ejercitas y esperas a la circunstancia tóxica para intentarlo.

Esto es lo que debes entrenar para superar este estrés.

  1. Desenfoque.
  2. Respiración.
  3. Postura.
  4. Gatillo liberador.
  5. Reenfoque.

Expliquemos.

DESENFOQUE.
Si tu cerebro sigue percibiendo aquello que siente como amenazante, una fuente de impotencia, entonces seguirán siendo disparados los servicios automáticos del EGO: llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad, así como cualquiera de sus derivados. Éstos pueden estar dirigidos hacia el interior del ser, o hacia fuera. Como sea, la agresión estará presente, dañando, consumiendo preciosa energía, requiriendo atención. Si se hace el esfuerzo de controlar las acciones, cosa que es posible y a menudo necesaria, se produce un forcejeo interno con el consiguiente mayor consumo de energías vitales, con el añadido de confundir el origen de la impotencia y no lograr una resolución eficiente y eficaz.
Entonces, es tiempo de quitar el foco puesto en aquello que te genera esta reacción.
Mira para otro lado.
Sal de la habitación.
Da un paseo.
Pide un break y atiende otra cosa.
Lo que fuera útil para la misión de no seguir con la vista y el cerebro lo que te está provocando el sentimiento de impotencia.
En ocasiones, muchas tal vez, no proviene de una fuente externa a la que visualizas, o atiendes con algún otro órgano de tus sentidos de relación con el mundo; sino que se debe a una imagen dentro de ti, una creencia, recuerdo, fantasía, o similar. Es aquí también indicado apartar la “mirada” de lo que te afecta.
¡Atención! No implica huir, negar, escapar, hacerse el tonto o cualquier cosa parecida. Lo que te estoy pidiendo es que por un ratito desenfoques tu lente de eso que te tiene atrapado en tu atención y dispara tu EGO con sus reacciones extenuantes.
¿Comprendido?

RESPIRACIÓN.
Es imprescindible que aprendas y te ejercites en realizar ciclos profundos de inhalación-exhalación. Por minuto no debieras realizar más de 4 a 6 ciclos. Por supuesto que esto es para todo momento que quieras y puedas, pero es en particular parte del método que estamos estudiando para practicar. Por tanto, tomarás tiempos cada día para entrenarte así cuando llegue la circunstancia de sentirte impotente y reaccionar negativamente, podrás recurrir a tu preparación y respirar profunda y pausadamente, con no más de 4 a  6 ciclos por minuto.
En la situación desencadenante puedes hacerlo por un par de minutos, hasta que te sientas en control de aquello que puedes controlar.
Así pues, conjugas el desenfoque con la respiración. Quizás hasta puedes dirigir tu atención a tu ciclo respiratorio, para sacar tu atención de lo que te produce tensión e impotencia.
¿Qué debes hacer?
Toma aire, si puedes por la nariz, y llena tu “panza”. No te quedes con el aire retenido a la altura del pecho, impúlsalo hacia abajo. Lo más abajo que puedas. Inhala profunda y lentamente. Siente tu “panza” extenderse con el aire que se acumula allí. Sostén la respiración unos pocos segundos. Luego expele el aire lentamente, si puedes por la boca. Lentamente. Si puedes ten a la vista un cronómetro o segundero, comprueba que estás armonizando tu ciclo respiratorio para que no sean más de 4 a 6 por minuto.
No es bueno que hagas apneas, es decir, que te tragues el aire y no lo sueltes. Es un ciclo sin forzarte, introduce el aire, retenlo brevemente, expúlsalo lentamente.
Probablemente no puedas hacerlo de inmediato, es por ello que deberás ejercitarte. Cuanto más entrenado estés, más sencillo y efectivo serás.

POSTURA.
Tu cuerpo está preparado para el ataque/defensa. Tal vez no de forma evidente, pero es una reacción automática que sigue al sentimiento de impotencia.
Por ello, de forma voluntaria y consciente relájate, oblígate amablemente a tomar una postura laxa, cómoda, pero NO de debilidad.
Tu espalda debe estar lo más derecha que puedas, para que la energía corra con menos obstáculos, para que el proceso respiratorio sea facilitado.
Debes tener una postura relajada pero de poder; de firmeza, no de agresión; de seguridad y confianza, no de defensa.
Como lo anterior, también deberás entrenar en los momentos que no estés enfrentado a la impotencia.
Toma conciencia de tu cuerpo, obsérvalo, siéntelo, atiende sus mensajes; luego introduce las modificaciones que te favorecen.

GATILLO LIBERADOR.
Deberás escoger una palabra que te sea agradable, que sea respetuosa, y que sea poderosa. Visualízala. Dirige tu atención a ella. Obsérvala como se dibuja en tu mente. Juega con ella. Pronúnciala con firme reverencia. Hazla parte de una melodía que te vibre profundamente. Repite, repite. Atiende a su forma. Mientras tocas un punto accesible de tu cuerpo, que sea factible tocarlo con facilidad y sin inconvenientes (físicos, sociales, etc.). Por ejemplo, un lóbulo de una oreja, la punta de la nariz, la yema de uno de los dedos, un codo, cualquiera sirve. En tanto respiras como te mencione más arriba, mientras visualizas la palabra de poder y calma.
Debes crear un nexo cerebral entre todos estos aspectos, que al tocar ese punto el cerebro automáticamente reconozca que debe entrar en fase de relajación, confianza y poder.
No me canso de repetir, es cuestión de práctica. Si lo haces una vez, no alcanza. Diez tampoco. Cien, por ahí estarás comenzando. Repite, repite, repite, repite, repite. Estarás generando un cambio positivo en tu cerebro, que deviene en cambios beneficiosos en tu conducta.

REENFOQUE.
Luego de que hayas hecho lo anterior, llega el tiempo de evaluar con mayor objetividad, serenidad, confianza, voluntad, consciencia lo que te induce a impotencia, así como la acción que tomarás a continuación.
Ahora estarás enfocando la cuestión desde otra perspectiva, ya no la automática e inconsciente, sino con más precisión, adecuación, control.
Tal vez descubras que lo que sentiste no provenía de eso que te molestaba, sino de otra cosa. O reconoces que tienes alternativas más provechosas. O lo que sea que el nuevo encuadre y perspectiva te brinden.
Estás en control.

Trabajo de CabalaTerapia

Te sientes desbordado por tus sentimientos. Hay miedo. Hay imágenes confusas y aterradoras. Hay creencias y angustias que perturban tu tranquilidad.
Esos pensamientos y sensaciones te atacan de improviso, o incluso te avisan (ya hasta puede que sean persistentes, como moscas molestas que no se fastidian y se van), pero no tienes manera de defenderte.
Te sientes mal, cansado, agobiado, impotente.
A veces, quizás demasiado a menudo, reaccionas de manera agresiva, hacia los otros o hacia ti mismo. Incluso con esa agresión pasiva, con la cual permites que te pisoteen y no atinas a hacer algo provechoso en tu beneficio,
o quizás hasta pareciera que buscaras que te castigaran,
o directamente, te das cuenta que eres tú quien se está boicoteando y llevando a situaciones miserables.
Estás demasiado enfocado en lo que te genera impotencia, revoloteando en remolinos incesantes alrededor de ello.
Como si mascar y seguir mascando el malestar fuera un ingrediente mágico para resolverlo.
Por ahí no tienes noción de lo que te está generando este estado, o tal vez ya lo tienes identificado; pero sea así o asá, el desasosiego persiste.
Probablemente intentaste alguna solución, como plegarias, pactos con deidades, tecitos, pócimas, drogas legales, recetas de Internet, consejos de YouTube y vaya a saber cuántas cosas más.
Tal vez es hora de que te des la oportunidad de aprovechar las enseñanzas y prácticas de la CabalaTerapia.

Compartiré contigo algunas ideas ahora.

Cada vez que el pensamiento negativo invade tu área de conciencia, velo, admítelo, pero no analices, no le des vueltas, deja que siga su curso y tú enfócate en tu propia actividad. Es decir, no conviertas tu pensamiento negativo en tu foco, ni dejes de lado lo que estás haciendo para darle energías a él.
Tampoco lo niegues, ni hagas de cuenta que no está por ahí.
Porque no sirve ni una cosa ni la otra, ni sobredimensionarlo hasta hacerlo el eje de tu vida, no tampoco eludirlo haciendo de cuenta que no está.

Toma nota de él.
Apúntalo en una hoja, déjalo por escrito y sigue con tus asuntos, plenamente en lo que estás haciendo.
Cuanto más exacto seas en tu descripción, cuanto más preciso a la hora de nombrarlo, menos lugar le dejas para que consuma tus energías.
Procura ser mesurado, no sobredimensiones, ni para agrandar ni para disminuir.

Ten bien en cuenta que, la razón es una gran amiga, siempre y cuando no se use en nuestra contra.
¿Cómo es que el raciocinio puede ser un enemigo? Pues, cuando se usa para justificar aquello que debe ser trabajado para ser perfeccionado o eliminado.
Por ello, identifica con claridad y simpleza los temas que te están molestando y te generan conflictos.
Pero no los analices, no des excusas, no indagues más de la cuenta.
Simplemente, toma nota, precisamente, objetivamente (en la medida de lo posible).

Podría ayudar apuntar también datos accesorios, como por ejemplo qué estabas haciendo cuando te asaltó el malestar, dónde estabas, con quien, a qué hora, etc.
Todo lo que ayude a darle mayor claridad a la descripción y definición de lo que te perturba.

Luego, comienza un trabajo más técnico y complejo, en donde es oportuno contar con la ayuda del Cabalaterapeuta.
Pues, será necesario encontrar sobre cuáles de tus creencias se sustenta tu malestar, cuáles son los patrones de conducta que se están reiterando, señalar qué impotencia estaría disparando tus reacciones, encontrar cómo todo esto se encuadra en tu sistema de creencias.
Se revisitará el pasado, pero no para bucear en él y hacer alguna especie de arqueología; sino para identificar los patrones de conducta, reconocer los puntos en donde quedamos anclados, libertar la energía enquistada innecesariamente.

Porque así estarías en camino de lograr una redefinición de tus creencias y de tus sentimientos, para que sea el pensamiento creativo y racional el que tome a su cargo la dirección de tu vida.
A la LUZ de la NESHAMÁ y no al ritmo de los azotes del EGO, encajonado en tu celdita mental.

Entonces, podrás trabajar en aquellas necesidades afectivas que impulsan el reinado del EGO, para empoderarte, para desenfocarte de tus impotencias y darte oportunidad de enfocarte plenamente en lo que es saludable.
Podrías elaborar una lista de metas y deseos, hacia los cuales dirigirte, para dedicar tus energías en lo que te beneficia y no derrocharlas más en luchas sin sentido, en escapes sin tregua, en miedos que desangran. Hay que encontrar aquello que es preciso rectificar por medio de la TESHUVÁ, así como las falsas acusaciones que generan sentimiento de culpa. Habrá que bajar el tono a las ansiedades, sin dejar de lado el proyecto hacia un mejor mañana.
Aprenderás a confiar en ti y en el Eterno, y no a depender de magia o manipulación. Estarás realizando acciones de bondad y justicia, y ya no de complacer al EGO para resolver supersticiosamente tus dramas. Vivir a pleno el aquí y el ahora, con compromiso, con responsabilidad, con deleite.

Entonces, estarías aprovechando tus recursos de manera más efectiva y eficiente, alineando tu Yo Vivido con tu Yo Esencial, construyendo SHALOM dentro de ti.
Es un trabajo que puede llevar mucho tiempo y consumir muchos bienes e ingenio, pero es la actividad que te dotará de un bienestar maravilloso.

Tendrás mucho que desaprender y mucho para aprender.
No es una receta mística que te promete fantasiosos éxitos de la noche a la mañana.
Habrá contratiempos, vacilaciones, errores, abandonos, fracasos; también son parte de la existencia humana.
Pero es con ellos, gracias a ellos, que podemos entrenarnos en nuestro perfeccionamiento, en pulirnos para lograr alcanzar niveles que de otra forma no sería posible.
Entonces, habrá disfrute, verdadero SHALOM.

Gente buena

Hay gente que quiere compartir bien con el prójimo, aunque hayan sufrido injusticias, incluso si les han devuelto mal a cambio de su bondad.
Es como una costumbre generosa, que en mejores o peores ocasiones les brota e impulsa a actuar así.
(Y hay gente que aparenta ser luminosa, hace una mímica muy verídica, pero su LUZ está postergada detrás de innumerables cáscaras y máscaras oscuras, y sus acciones no buscan el bienestar sino algún beneficio mezquino, consciente o no).

La gente buena, por ahí ejercitan ingenuamente su bonhomía, o tal vez movidos por un pensante deseo de ser caritativos; y quién sabe, hasta podría ser que tuvieran fe en el hombre y optaran por enfocarse en las luces (aunque fueran pequeñas) en lugar de estar obsesionados por la oscuridad (cualquiera fuera su tamaño e importancia).

Su afable propuesta puede manifestarse en posturas, entonaciones, gestos, palabras, acciones, o sus correspondientes contrarios y complementos.
Pueden conducir a resultados positivos y agradables, pero también pueden aumentar la grieta, empeorar el malestar, provocar daño.
¿Cómo saber las consecuencias si tan solamente controlamos una pequeñita parcela de poder?

Lo cierto es que las buenas intenciones sin conocimiento y atención, suelen terminar en algún sufrimiento.
Por lo cual, sería necesaria una gran cuota de paciencia, así como esfuerzo por aprender, cuestionar, desaprender y repensar, para que su ejercicio estuviera más encaminado a un resultado beneficioso.
Sin olvidar que detrás de algunas buenas acciones hay intereses inconscientes, hasta ignorados por el propio actor. Por lo cual, el conocimiento de sí mismo, el revelar sus manifestaciones del Yo Vivido a la LUZ del Yo Esencial sería de suma importancia.
En esto va el crecimiento que se adquiere por medio de la CabalaTerapia, así como también la lealtad a la NESHAMÁ por medio de saber y aplicar los mandamientos que corresponden lealmente a cada uno.

Como indispensable contrapeso de la bondad se encuentra la justicia.
Ya que si escasea la justicia, o hay un exceso abundante de ella, la bondad corroe y no repara ni ayuda al bienestar.
Es con ambas, bondad Y justicia que se construye SHALOM, una vida de plenitud y paz, interna y externamente.