Hay algunas falacias que la gente, con muy buena intención, difunde como si se trataran de fundamentos del judaísmo (y/o noajismo) y aportaran a una vida realmente espiritual.
A veces son atribuidas a fuentes rabínicas, de mayor o menor alcance, sea esto cierto o no; lo cual no le brinda ni quita un gramo de valor.
En otras oportunidades se expresan con una convicción tal, que atreverse a pensar y expresar algo diferente es tratado como una herejía.
En otras ocasiones, son frases tan lindas, tan llenas de emotividad manipulativa, que resulta difícil levantar una voz de cordura espiritual.
Y sí, está también la posibilidad de que uno quiera creer en esas cosas maravillosas, tan llenas de magia, de supuesto poder, de “fe”, porque son una especie de bálsamo para las penurias reales, o una fantasía de alcanzar un estado de felicidad que en el fondo se sabe lejano.
Es común que mezclen a Dios en esas cuestiones, como para reivindicar la validez y el alcance.
Es habitual que sean de carácter optimista, esperanzador, aunque choquen directamente con las evidencias empíricas y el estudio racional y fundamentado.
A primera vista, son atractivas, y no invitan a reflexionar ni a profundizar; sino meramente a introducir en los esquemas de pensamiento, hacerlas parte de las creencias irracionales que nos manejan.
Es triste ver que se repiten, se comparten, se difunden, hasta por gente inteligente y preparada; ¡vaya uno a saber la motivación para ello! No creo que sea algo consciente y negativo, sino más bien una forma de encontrar orden donde hay caos, habilitar imaginación de poder allí en donde hay impotencia.
Es penoso que sean más admiradas y aprobadas que citas reales, cuerdas, coherentes, que provienen de fuentes valiosas y que brindan el poder certero.
Pero bueno, así es la vida, el reinado del EGO, cuando es la NESHAMÁ la que permanece oculta e ignorada.
Algunas de estas creencias erróneas, pero adoradas como caminos dorados al Señor son:
1- Todo viene de Dios.
2- Todo es para bien.
3- Cada situación en la vida contiene una enseñanza vital.
Podría dar largas demostraciones para traer luz ante tanta oscuridad, pero escojo ser breve y directo; aquel que quiera y pueda, comprenderá y compartirá.
1- Sí, es evidente que toda la creación es obra del Eterno.
Pero, no todo lo que ocurre es hecho por Él.
Porque si así fuera, entonces no hay libre albedrío.
Y sabemos, con absoluta seguridad, que éste sí es un principio fundamental e irrenunciable dentro del judaísmo.
Existe la libertad para que el hombre escoja entre el bien y el mal, por tanto, no todo lo que ocurre es obra de Dios, ni viene de Él.
Porque si todo viene de Dios, entonces sería ridículo que Él haga al hombre responsable por sus conductas.
2- No, no todo es para bien.
Si así fuera, entonces Dios no habría decretado leyes que castigan las malas (o erróneas) acciones; ni hubiera dado alternativas para aquel que quisiera reparar lo dañado.
Si todo fuera para bien, entonces Dios habría dicho algo así como: “Soporta lo que sea con estoicismo, hasta que seas iluminado con la conciencia de que todo lo que te ocurre es para bien”.
Sin embargo, Él ha dicho que sea castigada la mala acción, y/o brindó mecanismos para rectificar la conducta y recomponer el mal.
Sí, a veces uno puede rebuscar en lo negativo y encontrar cómo luego se produjo algo positivo, y entonces vincular como causal ambas cosas. Puede que lo sea, puede que no.
3- Es evidente que sí, hasta de la peor catástrofe uno puede filosofar y descubrir asuntos muy interesantes y que incluso pudiera aplicarse para beneficiar a sí mismo y/o al prójimo.
Por supuesto que es admirable mitigar la pena de la impotencia descubriendo algo provechoso.
Pero, reitero, esto no disculpa la desgracia, ni hace que el trago amargo sea dulce y deseado.
A veces se puede aprender de maneras más agradables la misma o mejor lección; eso no quiere decir que haciendo un gran esfuerzo se pueda extraer moralejas de todo.
¿Qué preferimos creer, que en el mundo existen espacios que el Eterno deja para que ocurran las coincidencias; o que todo está digitado obsesivamente desde Arriba?
¿Qué nos consuela y da mayor esperanza, suponer que de alguna forma hasta lo espantoso tiene algo finalmente que será bueno; o que el mal opera en el universo y a veces no se encuentra mucho para rescatar luego de su paso?
¿Qué nos da una palmadita en la espalda, adoctrinarnos para actuar con ridículo optimismo, allí en donde no lo amerita; o sufrir lo que es necesario, para también crecer a pesar de ello (o gracias a ello) en la construcción de SHALOM?
Con humildad te digo que me parece mejor dejar de lado el malabarismo teológico y metafísico, y aprender a construir SHALOM en todo momento.
Dentro y fuera.
En las emociones, en los pensamientos, en las palabras, en las acciones.
Hablar menos DE Dios, y más a Él, pero especialmente hacer lo que Él nos pide, que es llevar una existencia de bondad y justicia, con lealtad a Sus mandatos (aquellos que nos corresponden).
Entonces, podremos vivir en un mundo más justo, más bueno, con mayor sentido y poder real.
Comparte si estás de acuerdo, piénsalo si no.