Archivo de la categoría: EGO

Todos tienen algo bueni

Hay algo bueno en TODOS los seres humanos.
Pero, es triste darse cuenta que hay tantos y tantos que se esmeran en hacernos creer lo contrario con sus conductas.
¿Entonces?

Construir SHALOM en todo momento, acciones de bondad y justicia.
Cada una de las dos en su adecuada medida. Si debe prevalecer la justicia en su aspecto más crudo, así deberá ser.
Porque SHALOM no es indiferencia, ni actitud de pacifismo inoperante, ni dejar que el mal se esparza sin contención.
SHALOM es una tarea constante, hay que buscarlo, seguirlo, conseguirlo y así incansablemente, a cada momento.

Eventualmente, en la Era Mesiánica, la NESHAMÁ por fin estará bien representada por el Yo Vivido.

Todos tienen algo bueno

Hay algo bueno en TODOS los seres humanos.
Pero, es triste darse cuenta que hay tantos y tantos que se esmeran en hacernos creer lo contrario con sus conductas.
¿Entonces?

Construir SHALOM en todo momento, acciones de bondad y justicia.
Cada una de las dos en su adecuada medida. Si debe prevalecer la justicia en su aspecto más crudo, así deberá ser.
Porque SHALOM no es indiferencia, ni actitud de pacifismo inoperante, ni dejar que el mal se esparza sin contención.
SHALOM es una tarea constante, hay que buscarlo, seguirlo, conseguirlo y así incansablemente, a cada momento.

Eventualmente, en la Era Mesiánica, la NESHAMÁ por fin estará bien representada por el Yo Vivido.

No, New Age no, aunque se haga llamar “Kabbalah”

No, el universo no se organiza misteriosamente para enviarte problemas que te sirvan de aprendizaje.
No, el universo no tiene una voluntad metafísica que te prepara artificiosamente retos y traspiés que te eduquen y así te conviertas en la mejor versión de ti mismo.
No, el universo no tiene conciencia de tu presencia ni actúa en modo alguno particular hacia ti y tu infinita naditud terrenal.
No, esa impotencia que sientes, por lo pequeño o lo inmenso, nada tiene que ver con razones o motivos del universo.

Sin embargo, cada reto que atraviesas es una excelente oportunidad para desarrollar tu Yo Vivido y ponerlo en sintonía con tu Yo Esencial (NESHAMÁ, espíritu).
Porque ante la impotencia sentida, puedes reaccionar desde el EGO y permitir que la violencia automática te invada y esparza su influjo negativo; o hacerte cargo de tu sentimiento, admitirlo, reconocerlo y luego actuar de manera racional, coherente, responsable, constructiva de SHALOM siguiendo la orientación espiritual y no la banalidad religiosa o parlanchinera.

No, Dios no está esperando a que le dictes órdenes, ni hará la parte que te corresponde exclusivamente a ti.
No, Dios no trabaja para beneficiar los deseos que te nazcan, ni siquiera para darte una mano en lo que crees justificado.
No, Dios no hace negocios contigo ni se interesa en darte ganancias si tú donas dinero a un clérigo, te esmeras en rezar, repites versos de textos sagrados, o te esfuerzas en ser excesivamente ritualista y metódico en el cumplimiento de cada acción fanática que consideras sagrada.
No, Dios no es tu esclavo, ni tus pensamientos “positivos” se verán premiados con mágicos milagros que resolverán tu vida.

Sin embargo, Dios te ha dado mandamientos que te corresponden y es tu deber cumplirlos. De ellos obtendrás satisfacción, pero no es esto el objetivo de su existencia ni el fundamento para acatarlos.
Él sostiene el universo, lo dota de vida, es su sentido; Él te ha creado con tu luz y tu sombra; Él te diseñó con NESHAMÁ y con EGO, así como todo el resto que te compone tanto como cuerpo como fuera de él.
Él es el Rey, tú el siervo.
Él es el Padre, tú el hijo.
Compórtate acorde a tu rol.
Siéntete de acuerdo a tu noble ser.

El infinito limitado

La NESHAMÁ (espíritu, Yo Esencial) está íntimamente vinculada al infinito, es una chispa de divinidad.
Es la que nos vincula al todo, al universo, en toda época, en todo lugar; y aún así no ocupa ni tiempo ni lugar. Es una realidad incomprensible, inimaginable, impensable; pues, no entre dentro de ninguna etiqueta del mundo que conocemos, inventamos o compartimos.
Es la identidad más sincera de nuestro ser, que al mismo tiempo no nos “pertenece” y ni siquiera es una entidad individual.
La NESHAMÁ, como podemos comprender de la breve presentación, es un enorme misterio y paradojalmente es la presencia más clara y constante que nos vivifica.

Por Voluntad Divina es que durante un brevísimo lapso de tiempo, en un confinado espacio, la NESHAMÁ se conecta con un cuerpo determinado, en un específico momento.
La conexión infinita nunca se corta, no hay apartamiento de Dios, ni una cancelación de la identidad espiritual a causa del lapso de encarnación.
Seguimos siendo esa entidad misteriosa para los conceptos terrenales, y siendo “eso” lo ignoramos por completo y no lo llegamos a percibir a través de nuestros sentidos.
A veces hay rayos de conciencia, sea intuición, profecía o alguna otra manifestación que hace presente nuestra esencia.

El hecho cierto es que nuestra vida terrenal es una tremendísima confinación para nuestro Yo Esencial.
El espíritu aspira al infinito, a ser lo que es.
Pero no puede en la limitación constante del mundo/cuerpo.

Esa limitación es parte del proceso de aprendizaje, de experimentación, que la NESHAMÁ cumple en su pasaje terrenal.
Porque, ser infinita y estar conectada al conocimiento total igualmente no permite sentir, experimentar, disfrutar prácticamente; sino solamente ser/poseer un contacto teórico.
Es el la vida mundana la que aporta la experiencia, la sensación que pasa a dotar de cualidades al frío saber ideal.

El Creador nos dotó, al igual que los animales, de mecanismos naturales para reaccionar automáticamente ante las amenazas a nuestra supervivencia.
Nosotros le denominamos EGO, palabra que se usa con diferentes y variadas definiciones.
En la nuestra, es la que en la Tradición se conoce como IETZER HARÁ; como hemos dicho, mecanismos naturales, saludables, automáticos, normales, que se disparan cuando se siente que está en riesgo la vida o la integridad.
Sí, el EGO se activa cuando sentimos impotencia que llevaría a la muerte o daño.

Ya enseñamos en numerosas ocasiones que el problema es cuando el EGO está en el dominio de la persona en situaciones de impotencia pero que no conllevan un posibilidad real de muerte o de grave perjuicio.
Esas impotencias son constantes, a cada rato surge, o imaginamos, impotencias.
Por tanto, vivimos en un estado de estrés, reaccionando de manera incorrecta y perjudicial.

Así mismo, el EGO ocupa un lugar de deidad y es el generador de TODAS las religiones, de todas las épocas y lugares. Este tema lo trabajamos varias veces y no diremos más ahora, pero añadiremos algo.
A través del EGO es que generamos/inventamos respuestas a nuestro anhelo de infinitud, porque, recordemos somos chispas del infinito.
¡Cuánto trabaja el EGO cada vez que la NESHAMÁ añora su infinitud a pleno!
Es una tremenda sensación de impotencia saberse infinito pero estar confinado a un estrechísimo retacito del universo tiempo/espacio.
Entonces, se pueblan las mentes con imaginados dioses, demonios, brujos, superhéroes, héroes míticos, entidades sobrenaturales, alienígenas, magia, astrología, superstición, religión, amuletos, palabras mágicas y todas las otras fantasías que se producen para hacernos sentir menos limitados, menos olvidados en un oscuro rincón del universo. Porque, todos esos seres y poderes (fantaseados) se ocupan para relacionarse con nosotros, conocernos, tratarnos, humillarnos, castigarnos, matarnos, abducirnos, criarnos, educarnos, legislarnos, depender de nuestros sacrificios, estar a nuestro servil servicio, etc.
Y así, de manera irreal nos sentimos impotentes pero con el poder de dominar a esas entidades poderosas.

Ni judaísmo, ni noajismo, son religiones, aunque muchísima gente las llame así, las confundan con ellas, o las vivan como si lo fueran.
Judaísmo es el camino apropiado para la identidad espiritual judía, tal como el noajismo es para la identidad espiritual de los gentiles.
Al profundizar en el camino espiritual que nos corresponde, estamos fortaleciéndonos, debilitando el lazo del EGO, permitiendo a la LUZ de la NESHAMÁ alumbrar de manera benefactora.
Pero, cuando se convierte al judaísmo o noajismo en achacosas burlas de lo que son, por vivirlas como religiones, se está bloqueando el influjo de la LUZ y añadiendo manchas oscuras que nos atormentan con más impotencia.

Ahora, una pregunta: ¿es posible realmente limitar el infinito?
Depende lo que comprendamos por infinito es la respuesta que obtendrás.

Sistema de creencias y sectas

Tu sistema de creencias forma las imágenes que tu consideras la realidad.
Todo pasa por ese filtro modificador, los estímulos internos así como los externos, poblando nuestra mente a su imagen y semejanza.
Si hemos creado una creencia de impotencia, de fracaso, de debilidad, de no puedo; ¿cuál crees que será la respuesta, la reacción, ante las dificultades que constantemente asaltan nuestras vidas?
Por lo general, los sistemas de creencias no son trabajados por el pensamiento creativo, ni asumen la crítica, ni admiten el análisis constructivo, sino que se mantienen y se replican, sosteniendo a la persona encerrada en celditas mentales que realmente son endebles, pero con una fuerza aparente impresionante.
Esto ya es un motivo de sufrimiento individual y social, pues la NESHAMÁ (espíritu, Yo Esencial), se ve encajonada y su LUZ oscurecida a causa de estas perturbaciones.
Y se acrecienta a grados mayores cuando se usan por grupos de manipuladores, que obtienen algún tipo de ventajas (dinero, poder, seguidores, fama, etc.) al hundir a sus seguidores en oscuros sistemas de creencias.

Veremos a continuación algunas de las características de grupos manipuladores y/o de personas que se someten a su sistema de creencias.

Si estás detrás de la puerta de tu prisión, tu visión del mundo es limitada. No solo físicamente, sino emocional y mentalmente.
El sistema de creencias atrapa y mantiene fuera lo que puede perturbar su dominio. O evita. U oculta, tapando rápidamente para llevar al olvido o el malentendido.
O interpreta de tal forma lo alternativo que lo transforma en el pensamiento en un componente más de la ideología adoctrinada.
Así, lo torcido se considera recto, lo perverso es bondadoso, lo terrible es necesario, lo injusto manifestación de algún destino, lo libertador es opresivo, y por el estilo, siempre acomodando el estímulo para que se adecue al sistema de creencias.
Está controlado el pensamiento al someterlo al comando de las creencias.
¡Cuánto más cuando la persona se encuentra envuelto en sectas, organizaciones cerradas y de pesada ideología, religiones que impulsan al fanatismo, lugares de encierro que evitan el contacto con opciones alternativas, se rechaza activamente lo diferente, etc.!
¿Qué hacer?

Es común que las creencias impulsen el pensamiento irracional, pre lógico, místico, metafísico.
Al mantener los pensamientos en una mínima expresión, se debilita la oportunidad para cuestionarlos y quebrarlos.
Cuanto más ridícula una creencia, mayor será el empeño en sostenerla y demostrarla; o al menos abrazarse a ella con la excusa de la fe que supera cualquier explicación racional.
Esto ocurre en supersticiones, religiones, facciones partidarias, grupos de fanáticos, así como en cualquier otro ámbito en donde se vive de acuerdo al sistema de creencias sin alternativas viables.
Se manejan lemas, los cuales se deben memorizar y repetir de forma automática; se adiestran a responder con respuestas pre armadas, se busca el conflicto pero evitando la exposición racional y que pretende el acercamiento a la verdad.
Porque, se debe de mantener el sistema de creencias por encima de cualquier otro postulado.
Una brecha, por más pequeña que sea, en el muro del sistema, implica una seria amenaza que se suele vivir como una catástrofe terrible.
¿Cómo elevar el pensamiento y dotarlo de relativa autonomía y sentido ético que le dé fuerzas?

Por lo anterior, la persona es impulsada (por el grupo de referencia o por sí misma) a considerarse en “pecado” (sea en sentido teológico o no), en falta, lo cual amerita castigos de todo tipo.
Para evitar un castigo mayor o para aligerarlo, es necesario humillarse, auto flagelarse, realizar algún acto de penitencia doloroso y/o una confesión pública hiriente.
Por supuesto que este saberse, o sentirse, pecador, ubica a la persona en el lado oscuro de la existencia, por lo que debe esforzarse en alcanzar el beneplácito de su voz interior (la del EGO) que le absuelva, o de alguna figura de supuesta autoridad que lo haga.
Esta exposición de sus flaquezas y sumisión a la voluntad de otro, mantiene a la persona en su estado de impotencia y eleva a sus opresores a roles de amistad, confiabilidad, bondad que son irreales y solamente sirven para seguir esclavizándolo.
A mayor sentimiento de pecado, mayor necesidad de conseguir ese bálsamo esperanzador que le proveen falsamente sus opresores. Entonces, se va cayendo cada vez más profundamente en la celdita mental, en las creencias que desvían de la senda del bienestar y la santidad.
¿Será posible romper el lazo de sentirse pecador sin por ello recurrir a absoluciones mágicas que provienen de poderes falsos?

En los grupos manipuladores se presentan escaleras de perfeccionamiento, por medio de las cuales se induce a la persona a esforzarse en ir escalando posiciones que a la postre resultan inalcanzables. Algo parecido ocurre con aquella persona que es obsesivo por el control, por dominar más, que es dirigida por la creencia de que es posible tener un control total. El fracaso es sentido de manera trágica, como un pecado, que debe ser extirpado a costo de la felicidad y libertad del “pecador”.
Porque sí, el sentimiento de culpa es usado sin miramientos por los manipuladores, sean éstos personas o el propio EGO de cada uno de nosotros.
Para el sentimiento de culpa no hay acción reparatoria, puesto que en realidad no hay nada que reparar. La libertad se consigue al reconocer la futilidad de esa creencia y dejarla correr hasta que desaparezca. Pero obviamente que esto no ocurrirá fácilmente en un medio donde se privilegia la manipulación, el sometimiento. Entonces, se proponen castigos alternativos, expiaciones místicas que reemplazan otro tipo de castigo, pero que en verdad solamente ayudan a que la persona se mantenga esclavizada, sometida, embotada y sin comprensión ni consciencia.

Por supuesto que se impone que las creencias son sagradas y no pueden ni deben ser reemplazadas. No están a la orden de la persona, sino la persona a su servicio. No es permitido cuestionar, ni atreverse a romper el mandato. Las divergencias, aunque pequeñas, son perseguidas y castigadas, generalmente junto a humillación y escarnio público.
Es que, el dolor que se aplica a otro, fácilmente disuade de no ponerse en el lugar del rebelde que se atreve a ir a contramano del sistema de creencias.
Esto que se visualiza de manera clara en los grupos de manipuladores, también se encuentra en las conductas del individuo que está sometido a su propio sistema de creencias.
No pensemos que lo que acontece en sectas es algo alejado de lo que está pasando ahora mismo en la cabeza de cada uno de nosotros, porque, el dominio del EGO es generalizado.

Encontraremos que las personas sometidas a grupos manipuladores usan un lenguaje extraño, a veces con palabras o expresiones divergentes de lo corriente. A veces palabras comunes encuentran significados ocultos, que representan algo en particular exclusivamente para los que se encuentran en el pacto de la secta.
Así mismo, el individuo presenta sus propios rasgos de lenguaje de acuerdo a su sistema de creencias.
Las palabras usadas como claves para reconocerse entre “hermanos”, pero también como sistema de comunicación velado para mantener mensajes ocultos pero a la vista de los neófitos. Al mismo tiempo se estructura el pensamiento a partir de este lenguaje codificado y a la sombra de los sistema de creencias.

Así, los discursos, ideas, presentaciones que provienen de los “ajenos” choca contra varios muros, lo que permite al secuestrado por el sistema de creencias seguir en esta situación precaria pero imaginada como salvífica. De cierto modo es necesario fantasear con poder, con majestad, con potestad, con algún rasgo de distinción que haga resaltar a los miembros del sistema de creencias. Y los de afuera son almas perdidas, condenadas, fracasadas. ¡Cuánto más aquel que estuvo dentro y se “corrompió” saliendo del rebaño de los santos iluminados!
Sí, es terrible lo que se le desea y provoca a quien tenga el atrevimiento de quebrar con el sistema de creencias.

Vemos como se aplican sin pausa ni piedad las herramientas básicas del EGO ante situaciones de impotencia. Estamos ante la presencia de llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad en diversos formatos, pero todos ellos con una misma finalidad: tratar de tener algo de poder y evitar así el hundimiento en el terrible sentimiento de impotencia.

¿Podemos hacer algo para modificar la esclavitud a la que nos somete nuestro sistema de creencias?

¡MAZAL TOV!

¡MAZAL TOV!
Es una expresión ya clásica que emplean algunos judíos como saludo festivo.

La idea que muchos tienen al pronunciarla es un el deseo de: “buena suerte”, sin más vueltas ni filosofías. Una manera afable de manifestarse, que tal vez pudiera encontrar otros canales más racionales y apropiados.

Para otros se trata de obligar la “buena suerte” a que se manifieste.
Esto se pretende por medio de la palabra mágica, la cual traspasa realidades y por medio de complicadas ecuaciones astrológicas y metafísicas, impone su deseo.
Tal como si los cuerpos celestes tuviesen algún influjo misterioso sobre el “destino” de las personas y la conducta.
Con cálculos de supuesta sabiduría y aparente verdad, se mostrará cómo la persona está dominada por astros y seres invisibles, los cuales desde órbitas místicas, de seudo Cabalá, y mucho de superstición podrán aporta al bienestar.
Por supuesto que esto cae por completo por fuera del judaísmo, aunque tristemente muchos judíos, incluso algunos con presencia dignataria, se aferran a estas creencias ajenas y nocivas.

Otros, quizás para ocultar la evidente contradicción con principios fundamentales del judaísmo, hacen intervenir otros conceptos, que también podrían estar apartados.
Como por ejemplo, argumentar que el mazal en realidad es aquello que heredamos de vidas pasadas (como si la reencarnación fuera real y tuviera alguna incidencia), y que por tanto estamos deseando que lo que nos toca reparar en esta vida (de lo mal realizado en otra supuesta vida anterior) pueda ser reparado.
Sin más comentarios.

En lo personal, modestamente aporto, lo empleo como en el primer caso, como un mero formulismo sin mayor intención ni rebuscar en misterios que no son tales.
Pero, a la hora de ponerme a pensar, tal vez podría considerar que los antiguos que inventaron la creencia del mazal, por ahí estaban tratando de definir algo real pero que no podían expresar a causa de la limitación del lenguaje y falta de conocimientos.
¿Qué tal si ellos, los inventores de la idea, estaban queriendo atrapar con la voz mazal la idea del potencial de cada persona?
El mazal sería aquello que tenemos en potencia en nosotros y que está esperando por manifestarse, siempre y cuando hagamos lo necesario para que ello ocurra, y contemos con el entorno apropiado para realizarlo.
Entonces, al decir mazal tov, estamos incentivando a que la personas se conozca más y mejor, que profundice en sí misma, que encuentre aquello que está dormido en su interior y a la espera de ser desarrollado.
Por ejemplo, mazal tov a alguien que pudiera ser un excelente músico, pero nadie se ha dado cuenta aún, para que un día se den las confluencias que hagan brotar su identidad oculta.
Mazal tov para la pareja recién casada, para que sepan usar la comunicación auténtica, construir shalom, descubrir lo bueno del otro para crecer juntos en bendición y santidad.
Mazal tov, en cada situación, para alejarnos de creencias ridículas, aunque tengan la apariencia de sagradas; para mejor extirpar las confusiones del EGO y afianzar la realidad de nuestra NESHAMÁ y de nuestros genotipo en sus rasgos positivos.

Mazal tov, en tu construcción de SHALOM.

Línea Beshalaj

Beshalaj es una intensa parashá, de variada temática, destacamos:

  1. la salida de los hebreos de Egipto;
  2. la crisis ante el mar de las cañas;
  3. el pasaje por el mar partido en dos;
  4. el hundimiento de los notables de Egipto en el mar;
  5. el canto de alabanza de Israel junto al mar de las cañas;
  6. las quejas de Israel por no tener agua y el endulzamiento de las aguas salobres en Marah;
  7. la orden para los israelitas de ir asumiendo nuevos mandamientos y hacerlos partes de su vida;
  8. la llegada a un oasis abundante en Eilim;
  9. la queja por el deseo de saborear imaginarios manjares que se disfrutaban en Egipto;
  10. el envío de codornices para saciar su deseo por carne;
  11. la Presencia del Eterno manifestada por una nube;
  12. el sustento a través del man (maná) y las reglas acerca de él;
  13. el comienzo de las instrucciones que hacen de Shabat un día especial en la relación del judío con el Eterno;
  14. otra vez protesta el pueblo por la falta de agua en Refidim, la sublevación llega a extremos que parecerían desembocar en actos violentos, en esta oportunidad Moshé es ordenado a golpear una roca de la cual brotará agua;
  15. el cobarde y traicionero ataque de Amalec en contra de Israel;
  16. la batalla contra Amalec y la obligación de recordar sus acciones para preservar la integridad de Israel;
  17. la erección de un altar, denominado “Hashem Nisí”, en recuerdo a la lucha allí acontecida.

Ser esclavo es vivir en impotencia, derrotado, bajo el mando de otros, pero sin embargo tiene alguna especie de ventaja, pues por lo general es una impotencia conocida. Se tiene idea de los límites, se sabe más o menos aquello que no se puede ni debe. Se vive con bajas expectativas, débil, pero de cierta forma en un marco seguro por su estable amargura y opresión.
No es casualidad que la mayoría terminemos esclavizados, encerrados en celditas mentales, acomodados en la zonita de confort, dependientes de aplausos y sonrisas falsas, sedientos de aprobación de gente a la cual no le importamos, entreverados con aparatos y consumos varios que nos mantienen adoctrinados, adormecidos, paralizados en nuestros sistemas de creencias.

Romper con los esquemas de pensamiento, no permitir al EGO reinar en nuestras vidas, anhelar y trabajar por alcanzar algún grado de libertad, nos pone en una situación desagradable. Se pierden los marcos de referencia que usamos en la esclavitud, ya no aguardamos a responder automáticamente de acuerdo al adiestramiento que hemos recibido, tenemos la responsabilidad de salir de la celdita mental de no aceptar las cosas porque sí, de no estar embrutecidos y ciegos por la fe.
Sí, la libertad es oportunidad de muchas bendiciones y beneficios, pero también el terreno fértil para que florezcan multitud de impotencias, para las cuales no siempre sabemos cómo resolverlas positivamente.

Esto es lo que encontramos entrelazado en los relatos de la parashá.
Los estremecimientos del nacimiento a la libertad, de ser paridos como una nueva nación soberana.
Con sus consiguientes impotencias, reales e imaginarias, y la constante aparición del EGO tutelando las reacciones.
Quejas, protestas, sublevaciones, falta de agradecimiento, desconexión de la realidad, afanes desmedidos y sin contemplación, olvidar rápidamente lo bueno que se ha disfrutado recién para añorar un falso pasado de esplendor. El actuar bajo la doctrina del EGO finalmente provoca estar a merced de Amalec, el destructor que solamente quiere una cosa: aniquilarte. No gana nada. No recibe premios, no se lleva botín, no conquista tierras, no aprisiona nuevos esclavos para sus trabajos forzados, no rapta mujeres para poseerlas, ni siquiera tiene la torpe esperanza de recibir 70 vírgenes en un ilusorio e irreal paraíso. Nada espera a cambio de destruirte, solamente el placer de hacerlo.

Por ello, es necesario tomar en cuenta las enseñanzas y no dejarlas pasar.
Para estar conscientes de la presencia del EGO, tanto el interno como sus representantes materializados en el mundo, como por ejemplo la religión, Amalec y lo que fuera.
Estar despiertos a sus trampas y optar por vivir con nobleza y construyendo SHALOM.
Las ocasiones en las cuales nos topamos con la impotencia no terminan nunca, es una constante en tanto habitemos este mundo. A ellas se les suman las impotencias que imaginamos, que son las que pueblas las mayorías de nuestras pesadillas, los fracasos, el hundimiento en la oscuridad que nos opaca de nuestra verdadera identidad espiritual.

Estemos atentos, construyamos SHALOM por medio de acciones de bondad y justicia; sigamos estudiando para aplicar.

¿Rodeados y sin salida?

«Cuando el faraón se había acercado, los Hijos de Israel alzaron los ojos; y he aquí que Mitzraim / Egipto venía tras ellos. Entonces los Hijos de Israel temieron muchísimo y clamaron al Eterno.»
(Shemot / Éxodo 14:10)

Parecía que habían salido de la esclavitud, aunque aún no eran libres realmente; pero de repente estaban bloqueados, sin poder avanzar o torcer su ruta. Para empeorar las cosas, detrás venía enfadado el faraón y sus sanguinarias huestes. Como un hombre envalentonado y lleno de ferocidad se aproximaba Egipto, y los israelitas estaban confundidos, atemorizados, impotentes y sumergidos en sus mares de tribulaciones.
En la Tradición (por ejemplo, TI Taanit 2:5; Mejilta Beshalaj 2) se nos cuenta que se formaron cuatro grupos, como reacción a esto que les estaba atormentando:

  1. Los que preferían lanzarse a la muerte en el mar. Ellos creían que la terrible muerte ahogados sería más benévola que la tortura de ser despedazados por el despiadado ejército que se les venía encima. Se entregarían a la muerte, cobardemente, impotentes, cual ovejas que corren al matadero sin ofrecer resistencia ni alternativas.
  2. Los que querían volver a Mitzraim. Sí, habría muertos y heridos, otros serían maltratados duramente; pero, lo importante sería que un núcleo se salvaría. Volverían a la esclavitud y probablemente a una peor situación, pero al menos con vida. Porque para ellos no existe algo así como “libertad o muerte”, sino existir aunque sea como fantasmas, porque lo último que se pierde es la esperanza. Eventualmente, algún día, podrían esfumar las diferencias con sus amos, mixturarse, asimilarse, perderse para ser egipcios como el resto.
  3. Los que proponían una absurda guerra, finalmente suicida. Tal vez había algún sentido de honor o de nobleza, de virtud nacionalista. Aunque resulta dudoso que fuera posible tras siglos de sometimiento y esclavitud. Más bien parece una reacción agresiva a la violencia, el responder el golpe con la patada, el luchar sin más destino que la lucha en sí misma. Donde “moriré yo con los filisteos”, al estilo que posteriormente diría el anti-héroe Shimshón/Sansón.
  4. Los que declamaban que las invocaciones chillonas a lo Alto resolvería todo el drama. Pasividad absoluta, no responder, no actuar, sino solamente esperar que el milagro resuelva la tarea. Imaginar que el poder de la mente por sí solo repercute en el control de la realidad. Que el Eterno es una especie de hada madrina servicial, atento a los gritos infantiles para cambiar pañales, alimentar, entretener, rescatar de la voracidad de la impotencia. Como si el hombre no tuviera más responsabilidad y compromiso que rezar, tener fe –al estilo no judaico- y hundirse en fantasías de poder sobrenatural.

Cada una de estas manifestaciones parecen representar las cuatro reacciones automáticas del EGO ante el sentimiento de impotencia, a saber: llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad.

  1. Los que se arrojarían al mar, eran los del llanto, entregados a la impotencia. Su respuesta es queja, reproche, amargura, suspiros, dejadez, pereza, arrastrar el malestar hasta lo insoportable.
  2. Los dispuestos a volver, están engañados por su desconexión de la realidad. Creen que sus imaginerías tienen validez, que todas las opiniones son igualmente valiosas, que si lo quieren ya es realidad y no comprenden que por seguir en sus nubes de ficción solamente ahondan el problema.
  3. Los de la guerra, el pataleo. Recurrir a la violencia física como mecanismo para dominar la angustia, para tratar de controlar la impotencia, como si con la fuerza corporal se obtuviera ascendiente sobre la debilidad en las otras dimensiones del ser humano. Golpear, romper, destruir, acuchillar, disparar, quebrar, accidentar, en búsqueda de controlar lo que no está bajo el propio dominio.
  4. Los de la fe, que son miembros de la gritería. Creen que elevar la voz, presionar, hacer pactitos, amenazar, insultar, reclamar a los gritos, recurrir a todo tipo de ritual bochinchero y sensiblero es la manera para obtener algo de poder, y así apartar el terror de la impotencia que los consume por dentro y por fuera.

Como sabemos, las cuatro herramientas se suelen usar alternativamente o en conjunto, siendo muy difícil encontrar una única respuesta en su pureza teórica. Algo similar, supongo, ocurría con aquellas cuatro categorías de aterrorizados y angustiados israelitas, atrapados, confundidos, enajenados e impotentes.

Hubo una quinta posición, que no logró formar un grupo, la actitud valiente de Najshón ben Aminadav (y según otra versión, los de la tribu de Biniamín); quien confiando en el Eterno entró al agua, pero NO como los que se iban a suicidar en ella, sino sabiendo que Dios había dicho que había que avanzar y que a pesar de las dificultades y de parecer imposible, la acción de ellos se sumaría a la ayuda divina para realizar así la salvación esperada.
Najshón estaba dispuesto a entrar al agua, confiando en el Eterno, luchando contra sus propias angustias; tal como tres de los grupos, pero manejado de forma racional, orientado por la guía ética/espiritual, sin permitir que la consciencia estuviera desconectada de la realidad.

Es normal, es natural, que reaccionemos ante la impotencia con llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad.
Es la respuesta apropiada para los segundos inmediatos a sentir la impotencia REAL, pues son las reacciones que pueden marcar la diferencia entre vida y muerte.
Pero, no es un mecanismo apropiado para el sentimiento de impotencia sin realidad material; porque solamente profundiza el malestar y estrés. Tampoco es el instrumento adecuado para sostener en el tiempo, donde debiera emplearse los mecanismos racionales, de más lento procesamiento pero que nos hacen completamente humanos. La respuesta humana, espiritual, es la que tuvo Najshón, quien admitió su impotencia así como sus temores, pero no los negó ni se dejó manipular por ellos. Sino que tomó la orden divina, la instrucción espiritual, y con ella construyo su propia respuesta, una de SHALOM.

Es buena oportunidad para pensar cómo estamos reaccionando ante las impotencias constantes que nos ofrece la vida, así como distinguir las que nos provocamos y pueden ser evitadas, como aquellas que no existen más que en nuestra imaginación y nos mantienen angustiados, exiliados de la NESHAMÁ (espíritu).

El sabor del control

Dijeron los israelitas casi al final de su travesía por el desierto:

«nuestra alma está hastiada de esta comida miserable.»
(Bemidbar / Números 21:5)

¿Comida miserable, repugnante, maldita?
Así hablaban del MAN, maná, del cual se dijo:

«Era como semilla de cilantro, blanco; y su sabor era como de galletas con miel.»
(Shemot / Éxodo 16:31)

Y de acuerdo a la Tradición (TB Iomá 75a), este alimento de origen milagroso recibía el sabor de casi cualquier otro alimento que uno imaginara estar consumiendo.
Entonces, ¿cómo pueden expresarse de esa manera los ingratos quejosos?

Una respuesta te la brindo a continuación, con una (espero) interesante enseñanza para tu vida.

Cuando obtenemos algún control, sentimos satisfacción.
Por ejemplo: terminé la carrera; obtuve un título profesional; formalice la relación de pareja; compré una casa; cambié el auto; comí un postre; encontré un billete en la calle; recibí una bonificación en la paga; dejé de fumar y me mantuve; bajé los kilos necesarios; me animé a pedir el divorcio; me fui de vacaciones; me encontré con un viejo amigo; etc.

Cuanto menos dependa el disfrute de nuestro poder, menor es el regocijo disponible para nuestro deleite.
Por tanto, si alcanzamos un logro con nuestro esfuerzo, el placer se siente con mayor potencia. A mayor energía dedicada, cuanto más hemos puesto en la realización, se supone que mayor es el índice de placer disponible.
Por su parte, aquello que viene gratis, de regalo, con poco esfuerzo, igualmente es poco valorado o escasamente disfrutado.
Por ejemplos: me entrené para la maratón y la corrí, llegué exhausto pero contento y con un sentimiento de tarea cumplida. Es una cima en mi nivel de disfrute.
No me entrené muy bien, hice trampa sin que nadie lo advirtiera, crucé la meta y recibí mi medalla de maratonista. Me siento genial sabiendo que soy muy “vivo”, la típica viveza criolla puesta en funcionamiento. Pero en verdad, cuando me sincero conmigo mismo… ¿me siento satisfecho y feliz con el trofeo sin valor?

Si aplicamos el poder para controlar lo controlable, brota por sí mismo el disfrute.
Siendo así, resulta provechoso en grado sumo enseñar a nuestros hijos a que trabajen para alcanzar sus metas, que se ocupen y sean responsables y comprometidos en la edificación de su propio bienestar.
Aquel que espera subsistir de milagro, en total abandono de acción constructiva, paralizado a causa de su irracional fe en lo sobrenatural; tal vez sea beneficiado con alguna dádiva que provenga de algún lugar, pero es dudoso que exista regocijo sincero allí. Quizás el mínimo placer de satisfacer una urgencia fisiológica, o aquel ilusorio gozo de imagina regencia sobre alguna deidad; lo cual es solo vanidad, algo pasajero y sin trascendencia.

Por supuesto que es bueno recibir regalos, disfrutar y compartir aquello que nos quieran obsequiar, ya que pasa a nuestra propiedad y por tanto ejercemos cierto control que nos derivará satisfacción.
Pero, se acrecienta el placer cuando el logro se basa en la mayor dedicación puesta en construir aquello que lo dispara.

Aunque, mucho cuidado, puesto que es imposible obligarnos a sentir placer.
El placer es un efecto derivado de acciones que acontecen, por nuestra obra, o a por acción de otros.

Por otra parte, si hay un exceso de control, al punto que en verdad ya se ha perdido el mismo porque pretendemos controlar lo que no es posible que controlemos; entonces no existe posibilidad para el disfrute. Hay exigencias desmedidas, estrés, agotamiento, debilidad, sentimiento de impotencia.

El castigo de la oscuridad

«El Eterno dijo a Moshé [Moisés]: -Extiende tu mano hacia el cielo para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tinieblas que hasta puedan ser palpadas.
Moshé [Moisés] extendió su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas por toda la tierra de Egipto, durante tres días.
No se podían ver unos a otros, ni nadie se movió de su lugar durante tres días. Pero todos los Hijos de Israel tenían luz en sus moradas.»
(Shemot / Éxodo 10:21-23)

¿Oscuridad, densa oscuridad?
¿Ese es uno de los tremendos castigos con los cuales Dios encaminaba a Egipto para que liberara a Israel?
Porque, agua convertida en sangre, ranas, piojos/moscas, bichos, peste, úlceras, granizo destructor, langostas y muerte de primogénitos se comprenden como plagas que infunden terror y dolor, ocasionan pérdidas materiales y algunas de ellas muerte o afecciones y padecimientos.
Pero, ¿penumbras espesas?
¿Ese es el peor azote, el que da término a la serie de nueve eventos que pueden ser clasificados hasta como naturales, previo al de la muerte de los primogénitos?
Porque, no, en verdad que no parece ser algo tan amargo cuando lo comparamos con los otros.
¿Entonces?

Algunas ideas, que no quiere decir que sean “la verdad”.
Nosotros sabemos que la noche extendida, palpable, duró tres días completos.
Los egipcios no tenían remota idea de cuánto duraría, y si es que terminaría.
Para peor, en esa negrura ni siquiera podían calcular el tiempo transcurrido, puesto que no contaban con el sol para marcarles el paso del tiempo.
Estaban en la completa ignorancia, ni siquiera eran amos de sus minutos, los cuales habían perdido toda existencia.
Ahora eran presos, rodeados de oscuridad, ellos mismos convertidos en penumbras.
Ellos eran sombras en las tinieblas.
Su vida estaba vacía, completamente sumergida en la angustia del no ser aunque siguieran vivos.
La esperanza era otro fantasma.
Ellos no se podían ver, ellos no se movían, ellos estaban muertos en vida.
Encerrados con sus pensamientos, con sus fantasías, a merced de sus terrores, impotentes y sin ningún control.
Ni aun su dios principal, el sol RA, podía algo en contra de esa opacidad que estaba consumiendo todo.

Sí, era un sufrimiento mucho peor que todo lo anterior en la larga lista de plagas torturantes.
Ahora no había filos atravesándolos, ni hambre o sed, ni tampoco llagas al rojo vivo, ni siquiera el bombardeo de misiles alocados.
Ahora el dolor provenía de su interior.
Era la impotencia que los ahogaba.
Nada podían, solamente dejarse morir, faltos de todo control.
Aterrorizados por sus delirios, perseguidos por sus pesadillas, llenos de violencia la cual explotaba en su interior.

Además, estaban incomunicados, en una espesura que no conocemos, aunque quizás podamos rememorar al cerrar nuestros ojos en una habitación tapiada, llena de arena oscura que penetra hasta los átomos, y abandonados en medio de la nada.
En soledad, en un mundo en donde todos eran ciegos y no había siquiera un tuerto para ungir como rey.
Faltos de toda esperanza, abandonados a la miseria, despojados de sus máscaras de autoridad.
Ahora el esclavo era lo mismo que el príncipe, arropados por la nulidad del ser.

Sí, Dios mostró una feroz cualidad cuando sumergió a los egipcios en esa oscuridad intensa.
Era el paso necesario para terminar por quebrarlos… entonces, ¿por qué la muerte de los primogénitos? Una duda que no será respondida ahora.
¿Era castigo, o muestra de una inabarcable misericordia divina, incomprensible pero llena de Amor?

Oscuridad, caos, confusión, negación de la LUZ.
Como lo que provoca el pecado, como el resultado del imperio del EGO apoderado del sitial que no le corresponde.
Noche sin límites, como la que acompañó el comienzo del universo, antes de la explosión de la LUZ.
Una noche donde nada alumbraba, ni una partícula subatómica emitía su energía, todo absorbido por la nada caótica.

Penumbras palpables, donde todo está confundido, en caos, carente de la definición que otorga la NESHAMÁ (espíritu).
La oscuridad que esconde enemigos, obstáculos, temores.
La ignorancia que se apodera del ser y lo perturba doblegándolo.
La noche que dibuja fantasías que se elevan y dominan, esclavizando al hombre en su impotencia.

Y ahí, a unos pasos, había gente alumbrada, que ni se enteró de la muerte tragando a sus vecinos desde dentro.

Sí, hay tanto para aprender de unos escasos versículos que son leídos y olvidados al correr de los segundos.
¿Será que harás uso comprensivo de este texto para mejorar tu vida y la de tu comunidad?