No tenía idea de su existencia, y nunca pensé que estuviera cerca a mi, pero de no haber conocido a dos de sus asistentes y luego de escuchar sus experiencias, habría pensado que no existían, donde vivo.
Creo que antes no me había percatado de esta escuela noájida, pues nunca vi un letrero, ó un aviso y muy pocas ó mejor dicho casi ninguna de las personas que conozco saben acerca del noajismo.
Claro las dos personas que conocí tampoco tenían ni idea acerca de esta identidad, realmente llevan muy poco de conocerlo, dos y tres meses, había muchas cosas que ignoraban y que aun ignoran, solo hasta ahora hacen un intento por comprender lo vacio de sus creencias, quizás aún no es clara la respuesta de ¿por qué?, su dios, es demasiado pequeño, demasiado irreal, la verdad demasiado es atribuirle mucho; más bien es una invención, una mentira creída, que aun confunde sus pensamientos.
Su asistencia es ocasional, pasajera pues no han pensado en tomar en serio esta nueva “forma de vida”, tampoco han decidido dejar de lado su religión, que en realdad profesan pero con falta de conocimiento de todo, aún practican algo por tradición , ó porque si…. Lo que más ha llamado mi atención es que pese a su difícil comprensión de lo que significa el noajismo una de ellas me manifestó el impacto que le había dejado su paso por esta escuela, es curioso pues en dicha escuela no existe una metodología ó cronograma de estudio, y las enseñanzas que más impacto tuvieron sobre ella (según sus mismas palabras) van más allá del conocimiento teórico, aprendió cosas pequeñas e importantes que hacen de una persona alguien con valores, con profundo deseo de ser mejores, de dar lo mejor de si, aprendió que actuar correctamente, no es algo utópico ó salido de la fantasía, es algo posible, real, y todos podemos optar por actuar de ese modo.
Es curioso me sentí extraña cuando esta persona se despidió, y me dijo que había aprendido esto de mi, entonces fue cuando comprendí que las escuelas noájidas somos cada uno de nosotros, aquellos que hemos reconocido nuestra identidad para vivirla a plenitud, enseñamos mientras vivimos, mientras actuamos acorde a lo que nos es permitido, a lo que nos corresponde, a lo que hacemos por ese auténtico y amor sincero a nuestro Padre, y con esto tan simple, tan pequeño, quizás a veces sin trascendencia trasmitimos y enseñamos a otros, sin percatarnos, sin siquiera darnos cuenta que “nuestras acciones, vistas por aquellos que nos rodean” se convierten en otra forma de construir shalom, sin avisos, sin pancartas, sin nada más que actuar desde lo que somos.
Luego pensé las escuelas noájidas son una realidad: en todo lugar donde hay un noájida comprometido con su misión, de construir shalom mientras vive a plenitud el legado de los siete preceptos, mientras sirve al Eterno sin usurpar, sin engañar, y haciendo lo que es grato a los ojos de Él.
Es cierto que aún no se ven escuelas noájidas en cada barrio, ciudad, país, y que para muchos resulta raro, ó desconocido el noajismo, pero donde existe un noájida, también existe parte de mundo que ve su actuar, y que aprende que hay cosas posibles, factibles y reales, que es posible y maravilloso vivir acorde a un hermosos legado de siete preceptos y todo lo que ello implica, esto se hace llamativo para otros que poco a poco, en su tiempo y con la ayuda del Eterno conocerán la verdad, aquella que hará de este mundo un mundo de shalom.
Amigos noájidas, ustedes son esas escuelas vivas, hay muchos ojos a nuestro alrededor, haz tu parte siempre y en todo momento. ¡Es una gran manera de construir shalom!