Está de moda la creencia de que el pensamiento positivo todo lo arregla,
esto no es pensamiento positivo,
ni es sinónimo a optimismo,
y por supuesto que no tiene base en la Torá.
De hecho, tampoco se podría decir que es pensamiento,
sino simple repetición de un lema fantástico.
Es solamente una ilusión del EGO
para generar la parálisis de la razón,
el cáncer de la justicia,
la falsificación de la verdad.
Es una peligrosa la fantasía de controlar lo incontrolable,
de manipular al cosmos y hasta al mismo Creador.
¿Puede haber algo más perjudicial?
El genuino optimista mantiene sus pies firmes en la tierra, mientras su cabeza imagina, crea, analiza, coteja, evalúa, confía, reza.
En medio, está el cuerpo entero dedicado a la acción necesaria y modificadora de la realidad.
Con esperanzas sustentadas en hechos,
con deseos limitados por la experiencia,
con la actividad constructora de shalom sin pausa.
El consejo: evita las fantasías de dominación, para obtener una claridad del pensamiento que te lleve a la acción positiva.