¿Es interesante lo que decimos para quienes nos escuchan o nos leen? ¿Es coherente, lógico, racional, sugestivo, revelador?
Hablamos el idioma del lugar en que nos encontramos. Bien sea en un banco, en el mercado, en el hospital, en una fiesta, y otros. Si esto no fuera así, nuestra comunicación seria ineficaz. Y como ya se dijo antes, una comunicación efectiva se caracteriza porque lo que se piensa se dice bien, además de decirlo con un ánimo tranquilo, seguro de si mismo y agradable.
La manera en que decimos las cosas se compara a bailar. Cuando hay swing de parte y parte, no se sabe quién está dirigiendo. Es decir, en una buena comunicación hay entendimiento entre ambas partes. Pero a veces se baila con alguien al que le cuesta llevar el ritmo. O lo que es, a veces cuesta escribir para alguien que no sepa comprender lo que lee. Leer lo hace cualquiera (mientras no sea analfabeta), pero comprender lo que lee, muy pocos lo hacen.
¿Y cuál es el resultado de la falta de compresión?
Les doy un ejemplo:
Recientemente estuve hablando por chat con una persona respecto a un viaje que teníamos planificado. Le pregunte si ya había conseguido el dinero para el viaje. Me explicó que tenía muchos gastos. A lo que respondí con una “carita llorona”. El resultado fue molestia por parte de la otra persona, me dijo que no lo tratara de llorón, que lo comprendiera. Le pedí que me permitiera ver en dónde lo traté de llorón. Efectivamente no lo había hecho. Le pregunté que me señalara donde lo había dicho. Y su respuesta fue: “la carita llorona deja mucho que pensar”. Me dio mucha risa que me respondiera eso, puesto que inserté la carita llorona para expresar que YO era el que estaba triste y llorón porque esa persona no podría ir al viaje.
Así que, si una simple “carita llorona” causó molestias, con mayor razón lo hará un comentario producto de una deficiente compresión.
Existen cuatro habilidades en cualquier idioma: Hablar, oír, escribir y leer. En la Internet el 95% de las comunicaciones se hacen de manera escrita. Eso significa que para quienes publicamos artículos se demanda de nosotros 95% de habilidad ‘escritora’, y para quienes se dedican con exclusividad a leer artículos se precisa 95% de habilidad lectora..
El problema surge cuando aquellos que nunca en su vida cultivaron el habito de la lectura (y por lectura no me refiero a la prensa, el horóscopo o la lotería) se conectan a un computador y navegan y leen cualquier cosa o leen a fulvida.com, y ven que debajo de cada artículo existe la opción de dejar un comentario. ¡Y comentan!
En lo personal considero que la primera señal de deficiencia a la hora de leer, es dejar un comentario que los hace ver como victimas de las palabras escritas en el artículo. La segunda, dejar un comentario aplastante que pretende hacer ver al escritor como el perfecto ignorante.
Creo que la primera es más grave que la segunda, puesto que tiene el poder de alejar, no al que escribió el artículo, sino al que comenta. La segunda, para el buen escritor-lector, será solamente eso, un comentario más a tener en cuenta o a olvidarlo.
Existen excelentes comentaristas que saben apreciar el trabajo expuesto, además de opinar asertivamente en caso de estar en desacuerdo con alguna idea. Pero también existen aquellos que inundan los comentarios no con opiniones, sino con desatinados desahogos que bien podrían ser tratados en cabalaterapia y colaborarle al Maestro.
Lo que escribimos tiene el poder de acercar o alejar al otro. Pero lo que comentamos tiene el poder de alejarnos a nosotros mismos.
¡Arriba la comprensión!