Paseo con un amigo policía por el bosque, es un viejo amigo, y noto que aunque hemos estado separados largos años, tenemos una unión espiritual poderosa. A pesar, de vivir en la misma ciudad la vida nos había llevado por caminos lejanos, pero dentro de nosotros estaba la semilla de la amistad. Un vínculo nacido en la adolescencia, cuando le acompañaba a cazar reptiles y anfibios por charcas y descampados y él era para mi un amigo divertido, confiable al que me unía fácil con la risa. Era muy inteligente, aprobaba como quería ( menos una asignatura, que a veces se le atragantaba ). Podríamos decir que era un yo mejorado, en ese narcisismo de la adolescencia, alguien al que uno reconoce de repente, como un amigo que nos estaba esperando desde siempre. Al salir de clase, ya digo, íbamos al campo que existe dentro de la ciudad.
Y ahora, otra vez, muchos años después, me lo encuentro en una plaza con su mujer e hijos y me escucha y se interesa por lo que hago y me propone quedar y pasear por el bosque para coger hongos y setas, y como entonces, él espanta muchos miedos infundados, desmonta mis nudos mentales y me trae una risa saludable, confiada por la que noto que estamos unidos espiritualmente.
releyendo