Ellos son quienes se enteran por primera vez que venimos al mundo, ellos son quienes por primera vez nos reciben, ellos son quienes nos alojan por un periodo de tiempo para transitar los primeros pasos de nuestra estadía en Este Mundo, ellos son los que nunca se olvidan de nuestros gustos, nuestros temores, nuestras ocurrencias, nuestras ideas, nuestras actitudes, nuestras mañas; ellos son quienes siempre recuerdan el día de nuestro cumpleaños, el día en que empezamos a caminar, el día en que fuimos a la escuela por primera vez; ellos son los que siempre tendrán la intención de hacernos bien, conducirnos por la buena senda, darnos lo mejor, querernos; ellos son los padres. Esas dos personas que se unieron alguna vez con el compromiso de hacer una familia, y que de esa unión surgió el milagro de la vida, esas que fueron instrumento del Padre para darnos vida, para proporcionarnos casa y cobijo y para enseñarnos a ser hombres y mujeres.
A ellos siempre deberemos amor, agradecimiento, con ellos siempre deberemos ser benevolentes, justos, considerados, compasivos, pues nuestros padres se lo merecen, porque es un deber que D’’s nos ha indicado seguir.
Detrás de ellos hay un mundo, un mundo maravilloso, lleno de costumbres y tradiciones que nos forman culturalmente, de ellos obtenemos nuestra identidad, de ellos aprendemos valores y de ellos aprendemos a tener sentido de pertenencia.
Los padres, ¡cuán importantes son para nosotros!, sin ellos no habría mundo, no habría orden, el primer Padre cuando separó al hombre y a la mujer, estaba creando las figuras paternales, imprescindibles para la sucesión humana.
Viéndonos en nuestros padres podemos crear y mejorar nuestro mundo.
La gente suele decir: los hijos son un milagro, y es verdad, cuando eres padre los hijos son un milagro, pero cuando eres hijo “Los padres son un milagro”