Son mis sinceros deseos que el Uno y Único D-os de Abrahaam, Isaac y Jacob, le bendiga todos los días de su vida, haga descender sobre usted sabiduría y entendimiento.
Me ha sucedido algo particular y creo procedente consultárselo.
El día de hoy sábado 11 de Noviembre, se nos invito a una fiesta (no liturgia) de celebración de primera comunión de un pequeño. Luego de un breve análisis llegue a la conclusión de que no debía asistir pues la intensión de la fiesta era a mi modesto entender procedente de prácticas idolátricas (debía llevar un regalo lo que implica felicitación al niño por el evento, lo cual no es honesto). Mi esposa enfureció contra mí y me dejo solo en mi casa. Regreso luego y me dijo que en la fiesta estaba ** un judío observante y muy estricto y agrego: y vos que no sos ni judío real te pones en esas cosas (evidentemente ella no comparte nuestras creencias).
La pegunta es: he exagerado en mis consideraciones?
Hasta donde debemos llegar?
Ps. Estando solo pase un séptimo día hermoso analizando lo que corresponde en la intimidad de casa.
Shalom
Lic. Jorge Ramos
Costa Rica
Shalom,
«¡Bendito el que viene en el nombre del Eterno!» (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenido y gracias por enviarnos su interesante misiva.
Es mi opinión de que no ha exagerado en su actitud.
Si me dijera que lo han invitado a un casamiento, y que desistió usted de ir al antro de idolatría, pero concurrió a la fiesta, yo le diría que no veo inconveniente.
Si me dijera que lo convidaron para un cumpleaños o aniversario, no veo problema en participar.
Pero… ¿participar en una reunión que festeja un rito que directamente se vincula con la profesión de una fe antagónica con Dios?
Creo que usted ha actuado correctamente.
Quizás ambos seamos muy estrictos, pero es preferible el lema de «Cero idolatría», a caer en el barranco profundo y mortal del error.
En cuanto a que una persona judía participó de esa celebración, no tengo lo qué opinar.
Yo no hubiera ido, ni hubiera obsequiado nada en lo absoluto.
Por último, lo que más me apena y más me interesa de su misiva, es ver la manera de que su hogar no sufra.
Es fundamental que el hogar noájida, así como el judío, esté en paz, sereno, con ambos cónyuges remando hacia el mismo buen puerto. Es imprescindible hacer todo lo necesario, y correcto, para que exista conciliación, un fuego de abrigo y no fuego de rencillas.
Pido al Eterno para que ustedes encuentren las maneras de comunicarse para que su hogar sea de paz.
Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.
Iebarejejá H’ – Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.
Moré Yehuda Ribco