El hombre ecológico

El mundo se maneja con leyes prescritas por el Creador.
Son las leyes naturales.
Las que competen a los cuerpos son estudiadas por las ciencias naturales en sus diversas ramas y especialidades.
Las que competen a los seres humanos en su multidimensionalidad, implican tanto el trabajo de los científicos como de los sabios entrenados en conocer la dimensión espiritual.
Las leyes humanas, las que se enraízan en la dimensión espiritual, son denominadas “mandamientos”.
Los Siete Mandamientos que corresponden a los hijos de las naciones del mundo, los gentiles, también llamados noájidas.
Los mandamientos que atañen a cada judío del conjunto de los 613 que demanda Dios de la nación judía.

Los cuerpos se comportan naturalmente en consonancia a las leyes naturales físicas, no es cuestión que dependa de la voluntad, el deseo, la opinión, la ignorancia, etc.
Los cuerpos, la materia, es dependiente de las leyes físicas, se esté consciente de ellas o no, se quiera respetarlas o no.
Al mismo tiempo, la persona también debiera actuar en sintonía y concordancia con las leyes espirituales, con los mandamientos que le son acordes.
Cuando se obstaculiza el desarrollo de los mandamientos, se está provocando una ruptura, un desequilibrio, una enfermedad en la dimensión espiritual inicialmente pero que repercute más pronto más tarde en el resto de los planos personales y colectivos.

Notemos que los mandamientos son obligatorios, no son opcionales.
Son, entre otras cosas, las claves esenciales para que la persona alcance su plenitud y lleve una vida de equilibrio dinámico multidimensional.
Son tan obligatorias como las leyes naturales físicas, sin embargo, a causa de nuestro carácter medular de ser humanos, Dios nos ha conferido el libre albedrío, a través del cual nos hacemos cargo del cumplimiento de los mandamientos porque así queremos y no porque somos compelidos por algún instinto ciego e irracional.

A ver si lo entendemos.
Los mandamientos son tan ineludibles como las leyes naturales físicas, sin embargo depende de la voluntad de la persona si se somete a la divina Voluntad o no.
No existe la opcionalidad de cumplir o no, son necesarios y esenciales de no cumplirse la persona entra en un estado de desequilibrio, de desajuste, de “mal”, que lo aparta del goce de la plenitud de la bendición que está siendo derramada sobre ella.

El desequilibrio personal y colectivo se continúa en el descalabro también del ambiente.
Estamos entrelazados con nuestro entorno, lo moldeamos y nos modela, por tanto cuando nuestras acciones u omisiones nos afectan, afectamos de alguna forma al medio.

A diferencia de las otras criaturas, los seres humanos continuamente perturban el equilibrio sistémico de la naturaleza.
Explotamos hasta el abuso de los recursos naturales, adrede ocasionamos sufrimiento a otros seres vivos, nos fanatizamos en nuestro servilismo del EGO por lo que arruinamos nuestra existencia y provocamos la ruina de los demás.
En ocasiones nuestras acciones devastadoras se excusan en la ignorancia, en la falta de conciencia del alcance de nuestras acciones.
Sin embargo, la ignorancia nunca exime de la consecuencia (o del castigo).
Un ejemplo simplón pero bastante frecuente: aquel que en época de sequía enciende una fogata y no la cuida por lo cual se propaga el fuego hasta convertirse en un voraz infierno que consume bosques enteros, hogares, vidas animales y humanas, etc. Todo a causa de la torpeza de alguien que no quería generar tal caos, que se escuda en su ignorancia o falta de prevención, pero que igualmente fue el disparador de una tragedia enorme.

Cuando el EGO nos domina, nuestra enfermedad multidimensional también repercute en el medio y por tanto se enferma al ambiente.
No es una cuestión cabalistera, mística, agnóstica, fantasiosa, para prédicas de patanes y charlatanes, sino la mera y sencilla realidad.
Que no la queramos ver o admitir, es otra cosa.
Nuestro servilismo al EGO nos maltrata de continuo, y causamos daños incesantemente al entorno.

En respuesta, la naturaleza actúa como está prescrito en su manual de instrucciones, procura reequilibrar dinámicamente el sistema.
Es una respuesta automática, obviamente, diseñada por el Arquitecto y Creador.
Es la homeostasis la que impera.
Ejemplo, si la presión de los elementos intraterrenos aumenta, se genera alguna reacción que canaliza la fuerza comprimida, por ejemplo a través de la erupción de un volcán.

La creación en su orquestada belleza está destinada a ejercer movimientos que lleven al equilibrio, en tanto que el hombre debe hacerlo por libre elección.
Podemos escoger ser libres y experimentar la perfección que abunda en la naturaleza, la bendición constante que fluye sobre nosotros.
O podemos encerrarnos en la esclavitud a nuestro EGO, y padecer, mentirnos, seguir agotando todos los recursos, para llevarnos finalmente a una extinción dolorosa, sea personal o colectiva.
En buena medida depende de nosotros y nuestras decisiones cotidianas.
Nuestro EGO en el poder es un amante vergonzoso, un amo patético, un consejero imbécil, un derrochón al comando de nuestro tesoro… ¿seguiremos apostando a vivir de mentiras en lugar de encarar un proceso de retorno a nuestro equilibrio interno, multidimensional, que ejerza un balance positivo en el ambiente?

Recuera que la tan mentada y visible crisis ecológica es una terrible realidad, pero también un síntoma de una grave enfermedad, cuyo virus infeccioso es el EGO de las personas.

Nuestro desequilibrio interno es el motor de la crisis ambiental.
La mejoría se encuentra en hallar el balance interno, multidimensional, para que reverbere en un estado de homeostasis generalizado.

Así pues, es necesario embarcarnos en un camino de crecimiento personal y colectivo.
Aprender las reglas de la naturaleza y los mandamientos que nos competen.
Ejercer nuestra función, de acuerdo a nuestra esencia espiritual.
Soltar las amarras del EGO, para de es forma actuar con altruismo, con bondad, con justicia, con lealtad.
Esto lleva indefectiblemente al gozo, al bienestar, a la plenitud, a la toma de conciencia de que constantemente somos benditos, pero que nuestro EGO nos cancela el gozo y el conocimiento de nuestro bien.
Tanto nos sumergimos en el océano infecto del EGO, que nos hundimos en depresiones, en descalabros, y arrastramos al medio con nosotros.
Romper la cadena del EGO es permitirnos vivir a pleno el aquí y el ahora, sin por ello desencadenar un desequilibrio para el futuro.

Es tan simple, y por ello tan rechazado.

Somos indiferentes al prójimo, porque nos desconocemos en nuestra real identidad.
Somos indiferentes ante el ambiente, porque priorizamos el tonto deseo pasajero antes que la plenitud gozosa de la bendición.

"Estamos frente a una verdadera emergencia planetaria. Es un desafío moral y espiritual para toda la humanidad" afirmó con seriedad Al Gore, quien fuera vicepresidente de los EEUU, cuando le fue entregado el Premio Nobel de la Paz.

¿Aceptamos el desafío de crecer?
¿Aceptamos hacer nuestra parte para romper el yugo del EGO?
Peligra tu vida, la de tus queridos, la del planeta… nos estamos suicidando para seguir engordando al pernicioso EGO.

De ti depende que hagas tu parte y que difundas los mensajes de redención que te ofrecemos gratuitamente.
A disfrutar de la vida, cuando escojas vivirla en armonía multidimensional.

Te espero aquí.

8 comentarios sobre “El hombre ecológico”

  1. Me encanta la película del Abogado del Diablo donde Al Pacino dice al puro final «la vanidad es mi pecado favorito.» La verdad la película deja buenas enseñanzas comenzando por el hecho de que las personas caen por su propio peso, o mejor dicho, por su propio ego. El problema es que nosotros podemos dañar la naturaleza pero en virtud del principio de la homeostasis después la tenemos que pagar cuando nos la cobran.

    Me encanta la comparación de las leyes físicas con las espirituales porque así como hay que adherirse a la gravedad, a las leyes de los estados físicos de la materia así hay que seguir los mandamientos pero en el caso de éstos existe el libre albedrío que nos da la posibilidad de no hacerlo a pesar de que su omisión sea perjudicial para nosotros.

    Excelente comentario querido amigo Moré.Gracias por compartir ese conocimiento y sabiduría con nosotros.

  2. Y que decir del EGO de nuestros gobernantes corruptos , en mi caso no pienso en gastar tiempo por ir a votar por el ladron de turno y peor aun por los multimillonarios dueños del petroleo , ocurre un problema y al minuto el precio del barril esta por las nubes , se arregla el inconveniente y el precio quedo encrustado en las nubes. La corrupciòn y el caos en el mundo es total. Hay que aprovechar cada minuto de nuestras vidas en hacer cambios para bien , asi no podamos ver los resultados de inmediato.

  3. Ir contra las leyes físicas es como ir contra las leyes espirituales: Quiero romper la ley de gravitación universal (ley de gravedad) me lanzo de un puente y el que termina roto soy yo, igual con las leyes espirituales, tratamos de romperlas y nosotros mismos terminamos dañándonos. Muy buen Post More, muchas gracias.

  4. Creo que como ya otras personas han intuido, todo está íntimamente conectado.
    Desde la más ínfima partícula subátomica hasta la inmensidad de todas las galaxias del universo. Desde una célula hasta un árbol.
    Todos somos parte de lo mismo y regidos por enlaces que superan nuestro entendimiento pero que conozcamos o no, seguirán ahí para culminar o conformar un plan muy por encima de nuestro simple entendimiento.
    Cuanto más desequilibrio injustificado provocamos a nuestro alrededor, más nos alejamos del propósito de nuestra existencia.

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