¿Tú te callas?

El salmista, inspirado por el espíritu de santidad, expresó:

"Yo dije: ‘Cuidaré mis caminos para no pecar con mi lengua. Guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté frente a mí.’
Enmudecí, quedé en silencio; me callé aun respecto de lo bueno, pero mi dolor se agravó."
(Tehilim / Salmos 39:2-3)

Ah sí, quería guardar silencio para ser todavía más “santo”.
Ayunar de palabras, para no cometer errores.
¡Qué bella intención! De verdad que sí…
Pero cuan corto alcance…, tan lejano a lo que debe hacer una persona en su plenitud.

Pretendía silenciar su voz, para no dar al malvado motivo de burla.
Con su silencio quería resguardarse de las críticas y afrentas del perverso.
Si no exponía su situación, si no manifestaba sus ideas, esperaba estar a salvo de la malicia del rufián.
¡Cuánto temor conduciendo al extravío!

De tanta precaución exagerada, de tanta acción provocada por el miedo, de tanta restricción en lo permitido, el buen hombre no supo, no pudo, no se animó a decir lo que tenía que decir.
Cuando estaba ante lo bueno, tampoco habló.
Era mudo, era como polvo.
Sin voz, sin expresión, sin comunicación, sin autenticidad.

Por huir a causa del miedo, también perdió la senda de lo bueno.

Entonces, el remedio fue peor que la enfermedad.
Los dolores se agrandaron, el pesar tomó más territorio, la Luz sagrada se ocultó todavía más.

No, el callar no es la solución cuando se debe de hablar.
El ser mudo no reemplaza a la Comunicación Auténtica.
El pretender ser más pío por restringirse en lo permitido, termina acarreando oscuridades y sombras en vez de radiar luz sagrada.

Tienes la boca para hablar, también para callar.
Cada cosa a su tiempo debido.
Como el hijo del salmista sabiamente dijo:

"tiempo de romper y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar;
tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz."
(Kohelet / Predicador 3:7-8)

El silencio es bueno, pero también la palabra certera.
La prudencia al hablar, bienvenida, pero la exageración debe ser evitada.

Tenlo presente en cada momento de tu vida, contigo, con tu prójimo, con el extraño, cuando rezas.

Pero también tenlo en cuenta a la hora que das excusas, más o menos coherentes, para no exponer tus creencias, tu identidad espiritual.
Conozco muchos noájidas que prefieren no hablar de noajismo con su familia o conocidos, con la excusa de no ser “proselitistas”, y me achacan a mí la petición de no serlo.
En realidad, es bueno ser proselitista, alentar el noajismo, difundirlo, darlo a conocer, pero NO con las técnicas de terror de los misioneros.
Por supuesto que es necesario que el noájida hable de noajismo, lo presente a su familia, le quite el velo de misterio, sea activo en la difusión. Es parte del ser noájida.
No vale callar, con la excusa de que el otro está preso del EGO, de la religión.
No sirve justificarse diciendo que el otro se reirá, maldecirá o vaya uno a saber qué.
Tampoco cuenta que dices no querer parecer misionero, te aseguro que si te respetas y respetas al prójimo no estarás en la senda del misionero.
Ni que menciones que has fracasado antes y tienes miedo de volver a hacerlo.
Ni que te sientes impotente ante el fabuloso poder del imperio religioso, que mueve sus tentáculos por todos lados y tú apenas te tienes a ti y tu escaso poder (¿cuando te enteres que tienes un poder ilimitado, al asociarte con el Socio, entonces qué podrás argumentar para no hacer tu parte?).

Así pues, querido amigo, aprende de Comunicación Auténtica, aplícala.
Que hoy sea el día que más personas saben de noajismo gracias a ti.

No sea que tu silencio apague el bien que está a tu alrededor y dentro de ti.
No sea que te conviertas en mudo y no tengas luego la capacidad de agradecer, elogiar, rezar, mimar, hacer justicia.

La función del habla es sumamente poderosa, úsala para el bien.

Es tiempo de hablar.
Es tiempo de destruir lo viejo y terrible, para dar paso a la construcción de shalom.

Ve y dile a los que quieres cuánto los quieres. Sí, el amor son hechos, es la conducta, lo que haces generosamente por el otro, pero las palabras tienen su importancia.
Ve y abraza con arrullos verbales a tu familia.
Elogia a tus amigos, con sinceridad, con autenticidad.
Deja de lado los insultos, las quejas, la criticonería, la pesadez, el EGO. Eso mándalo al mundo del silencio.
Pero habla lo que tienes para hablar.

¿Tú te callas?

9 comentarios sobre “¿Tú te callas?”

  1. pero era para q hablaras no para q te callaras!
    aunque a veces hay q callar y no hablar.
    todo depende, vio?
    pero la idea es hablar de noajismo, compartirlo, desmitificarlo, hacer a la gente lo conozca, lo redescubra

  2. ¡¡¡¡gracias, Móre!!!

    Si, lo viví, lo he vivido, por miedo, por falta de conocimiento de ésta verdad, y ¿Cuánto me costo, callar aquello que debía hablar?… y después del silencio, al igual que lo expresa el salmista” mi dolor se agravó.

    He aprendido mucho, muchísimo, que ser bueno dista de pasar a ser “tonto”, y que el silencio puede ocasionar ese desequilibrio que acrecienta el predominio del error y de la injusticia.

    El texto es muy claro, cito sólo dos frases, que me hacen traer a memoria esta sabiduría que proporciona verdadera sensación de plenitud, cuando se siguen los sabios concejos:

    “No, el callar no es la solución cuando se debe de hablar” ; “No sea que tu silencio apague el bien que está a tu alrededor y dentro de ti” .

    Y pues no hay “mas que hablar”, seamos auténticos y ejercitémonos en el arte de hacerlo mediante la CA.

    Un abrazo!

  3. Lo del proselitismo , son meras excusas para no actuar con Bondad y Justicia!!
    Bondad = Al no compartir tan inmenso Tesoro.
    Justicia = Impartir lo que nos fue otorgado.
    Gracias.

  4. amigos, entonces a q nada nos detenga!
    comnpartamos, sumemos gente, demos el buen pan al hambriento aunque lo bote insensiblemente, pq solamente sembrando es q se cosecha… (metafora agricola y no estafa evvangelica…)

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