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El seductor

Hay personas que no tienen mucho problema en tergiversar, ofender, mentir, engañar, adular, amenazar, gruñir, seducir, llevar la distorsión de la realidad hacia donde mejor crean convenirles.
Son expertos en la manipulación y no pierde ocasión para entrenar y perfeccionarse.

Tal vez en su perfil de red social los veas con guitarra entonando odas a la paz, declamando frases cursis pero seudo pacifistas del Dalai Lama o Coelho, por ahí tengan la apariencia de amor y buena onda, aman a las mascotas y dicen refugio para perros extraviados, son galantes y saben tocar las fibras más sensibles, te compran con sus gestos y discursos; hasta que de repente estás enredado en su telaraña y no ves cómo salir indemne.

Quizás no destaquen en su inteligencia, pero a la hora de mover los hilos visibles y ocultos de la manipulación, son eficientes. Descuellan en esa tarea, rodeándose de admiradores, amantes, fanas, fieles, ovejitas que les ladean sin percibir que el pastorcito amoroso realmente es un feroz lobo despiadado.
Quizás lo reconoces en tu pareja, en aquel chico que te sedujo, en el pastor de tu iglesia, en el rabino de tu comunidad, en tu padre, en tu hijo, en el socio de la empresa, en el actor, en ese personaje de novelas, no falta buscar mucho para toparse con personas que actúan con un modelo similar al de NAJASH, el serpiente seductor de Eva.

La actitud fascinadora deja paso a la cruda insensibilidad, a la violencia, al disparate, poniendo a la víctima en un estado de estupefacción, como su todo fuera parte de un sueño, que no fuera verdad lo que está pasando. Al rato, los manipuladores pueden, si quieren, volver a la ternura, a promesas nobles, a comportarse de manera agradable y ética, tal como si la fiereza hubiera sido un episodio esporádico y sin continuidad… ¡gran error!
Tanto el odioso como el galante conviven y sirven a un mismo interés, proteger la débil personalidad del seductor a través del dominio de los otros. Tiene una desesperación profunda por no quedar en evidencia, por seguir al mando, por tener el control, por sentirse poderosos, por lo cual se camuflan y disparan, al rato halagan y abrazan. Todo es válido con tal de no sentir la vulnerabilidad interior y por tanto paralizar a sus víctimas.

Entre sus estrategias, se pueden presentar como lastimeros pidiendo auxilio.
Pero también como prepotentes que se llevan el mundo por delante.
Pueden actuar como animales furiosos, agresivos, arrogantes, y rimbombantes; y al minuto siguiente largarse a llorisquear y dar lástima.
Pueden hacerte creer que tú eres muy inteligente y que les puedes ayudar en determinado problema, o porque buscan tu consejo, y no es otra cosa que la carnada que ponen para que muerdas el anzuelo.
Todo vale en su repertorio, limitado pero nutrido, con tal de someter a sus víctimas; el modo es lo secundario.

La gente se involucra en sus disparates. Lo más probable es que no se den cuenta de nada hasta que sea demasiado tarde, e incluso entonces hasta quizás las víctimas intenten alguna excusa o justificación para su agresor. Los motivos para esto, los dejo para otro encuentro.

Pueden ser víctimas, que se dejan arrullar por sus seducciones, que se creen los cuentos y amistosos gestos, sin percibir hacia donde se están dirigiendo.
Pueden ser víctimas que tratan desesperadamente de defenderse de los ataques directos, o camuflados; y en eso, representar el papel del ofensor a ojos del tercero que se entromete.
Pueden ser terceros que supuestamente vienen al rescate de uno u otro, pero también terminan enredados y atacando o a la defensiva. Creen que el agresor es una víctima indefensa, entonces se confabulan contra la verdadera víctima. O se suman a las agresiones, simplemente abrumados por la situación.

Es como si tuvieran un extraño poder para hacer entrar a la gente en sus maquinaciones y así llevarlos a su territorio para hacer con ellos lo que quieran.
Pueden defender lo evidentemente indefendible, no importa. Pueden destruir lo hermoso y saludable, no interesa. Pueden maltratar al indefenso, nada les cambia. Pueden engatusar y enamorar, arruinando vidas, sin que se les despeine el peluquín.
Estarán al servicio de lo que les parezca conveniente, en una visión binaria donde solo hay blanco y negro.

A veces pudieran obtener éxitos, pero a la larga el fracaso es lo que está esperando.

¿Qué hacer?

  • Trate de atenerse a los hechos y no a las invenciones presentadas por este seductor.
  • Evalúe desde la razón y no la pasión.
  • Coteje lo dicho con lo actuado.
  • Sea conocedor de la ley y respétela.
  • Respire pausada y profundamente antes de responder con ira a sus aseveraciones.
  • No permita que la rosca negativa de acción y reacción se amplíe, ser uno el que soluciona y no el que se hace cómplice de la disputa detestable.
  • Sea firme y claro, sin permitir que la mentira sea repetida o se presente como verdad.
  • No se deje engatusar por las promesas ni por la seducción.
  • No pretenda controlar lo que está por fuera de su control, pero sí ejerza el dominio allí en donde lo tiene.
  • No se entrometa donde no le corresponde.
  • No prejuzgue, ni quiera ponerse en el rol de juez.
  • No pelee en batallas que no son suyas.
  • No se apure en tomar partido allí en donde le falta competencia y conocimiento.
  • No confunda desear con planificar.
  • Si nota que está atrapado en la trampa, no siga haciendo lo mismo que le ha introducido allí.
  • Muchas experiencias le darán mejor preparación, pero no una inmunidad completa.
  • Acepte que usted también se equivoca y puede y debe rectificarse; porque si no lo hace, seguramente persistirá en el error.
  • Emplee la Comunicación Auténtica.
  • Que sus acciones sean de bondad Y justicia, de ambas.

Máscaras del narcisista

En su sitio, que trata de narcisismo, adicciones y abuso, la Dra. Diane England escribe (ya traduzco):

La persona que vive como yo real está creando soluciones que beneficien a todos. De hecho, ella quiere hacer las cosas que sirven a todas las partes. Ella también entiende cómo es posible hacerlo. Después de todo, cuando uno vive como el yo real, ella recibe la guía interna que la dirige sobre cómo tomar acciones que beneficien a otros, así como a sí misma. Esto significa que no sacrifica sus propias necesidades por otros, pero ella no deja de lado las de los demás, por lo que podría beneficiarse a sí misma, tampoco.

La persona que opera como un auténtico o verdadero yo se esfuerza por ser siempre consciente de su conducta y de su impacto en los demás. Ella se esfuerza por tomar acciones correctas que son beneficiosas y no destructivas para los demás, así como el mundo en general. El individuo auténtico da cuenta de que debido a la conexión entre ella y todos los demás, cuando se perjudica a otro o algún aspecto del universo, en realidad se está dañando a sí misma también. Esto, por supuesto, es tan diferente de la percepción de que el narcisista que sólo puede ver lo que le beneficia, incluso si se trata de la destrucción de los otros así como del mundo.

Una idea lateral antes de avanzar hacia el tema central.
Hasta esta mañana no conocía a la Dra. England ni había estudiado, leído o recibido indicaciones de sus enseñanzas.
En una de esas casualidades me topé con este párrafo y me resonó por su coincidencia con lo que venimos postulando y difundiendo desde hace años nosotros mismos, en sitios, en libros, en conferencias, clases, encuentros personales, etc.
En verdad, no es muy sorprendente que así sea, porque los conocimientos que humildemente compartimos tienen fundamentos firmes varios, desde la preciada y milenaria tradición, así como el trabajo de sabios y científicos de todas las épocas que hemos tenido la fortuna de conocer y aprender un poco de ellos.
De piezas refinadas y con sustento se arma el rompecabezas dinámico y activo que es la CABALATERAPIA. Tendremos más o menos claridad para expresar los conceptos, habilidad para ponerlos en práctica, destreza para sumar la participación de los directos interesados en la resolución de sus conflictos, pero la base se encuentra y es firme.
Por ello, seguimos publicando, enseñando, estudiando, trabajando, de a poco consiguiendo introducir conceptos valiosos que impulsen hacia el objetivo: formar personas dichosas, libres, responsables, constructoras de shalom por medio de acciones de bondad Y justicia.
Saber de la Dra. England no cambia nuestra visión y actividad, no nos da más o menos brillo, simplemente es grato encontrar voces que suenan (por lo menos en el texto citado) en armonía, y por ello quise mencionarlo y compartirlo contigo, apreciado lector.
Ahora, vamos a la enseñanza.

El narcisista se siente vulnerable, mucho.
Es como un barco al que le suenan alarmas de que está haciendo agua por todos lados. Incontables son las brechas por donde se está colando el agua que le está hundiendo al frío, oscuro, terrible pozo del cual difícilmente pueda salir.
Siente impotencia y cuanto más combate ciegamente, mayor cae en impotencia.

Aprendió, de algún modo desde niño, a fingir una vida de dominio, de preeminencia, de superioridad.
Se atornillo una máscara de todopoderoso, de sabio, de ingenioso, de impasible, de fuerte, de grandioso, y alimenta esas fantasías con su imaginación y tal vez con algunos pequeños rastros que usurpe de la realidad.
Está como sediento de confirmar su antifaz, por ello exprime cada datito que lo corrobore, o falsifica los datos para demostrar su punto.
Como un esclavo del EGO se creyó que tenía el poder al usar las herramientas del EGO, ya que consiguió así algo de atención, se le atendió, se le suministró alguna dosis de aquello que sentía o le era necesario. Esto le reforzó en su conducta, le confirmó que al mantener la pose de grandiosidad evitaría padecer la impotencia, entonces repitió la conducta hasta que la transformó en un hábito.

La pintura facial, el maquillaje, se fue solidificando, endureciéndose, tomando forma de máscara rígida, opaca.
El rostro se fue diluyendo.
El espejo solamente devuelve máscara.
Pero, la cara no desaparece por ocultarla y negar su existencia.

La imagen dañada que tiene de sí mismo es intolerable, por lo cual se prende con firmeza a sus máscaras, hace de cuenta que la impotencia no existe, que no siente soledad, ni abandono, ni vergüenza, ni fracaso. Llega a creer que su invención fantasiosa es real. Miente tanto para fuera, que termina creyendo sinceramente que eso que dice es verdad.
En el fondo, el sentimiento de impotencia no desaparece, por el contrario, se amplía. Lo cual le obliga a afirmarse con mayor fiereza a la mentira, a la negación, al rechazo de lo que pudiera pincharle su globito de aparente seguridad.

Los familiares, amigos, colegas, jefes, empleados, y hasta terapeutas chocan una y otra vez con esa muralla que el narcisista ha levantado.
Se le puede mostrar y argumentar cómo se está dañando y perjudicando a otros, como está destruyendo y llevándose a la destrucción.
Como es solamente un globito hinchado de aire oscuro hasta casi el límite de la explosión, y como cualquier arañazo pequeño lo podría reventar.
Se puede decir y acertar en mucho, pero todo será en vano con el narcisista, para quien la muralla es indispensable y cualquier intento de mover una parte de ella, es considerada una terrible agresión. Por lo cual las reacciones no serán agradables.

Tiene su celdita mental, la cual considera protectora, y de ella no querrá salir.
Cuanto más se muestre su vulnerabilidad, más adentro se meterá en su celdita.
Menos contacto con la realidad soportará, mayor será su enojo consigo mismo pero ocultado y desviado hacia el odio a otros.

Es un trabajo constante, que requiere muchísima energía, para que ninguna agresión le traspase y le haga sentir el espanto del que tanto huye.
Así, la imagen grandiosa que actúa y se cree también suele estar acompañada por un gran retraimiento, ensimismamiento, pero que no lleva a la reflexión curativa o creativa, sino a rumiar acerca de su grandeza y las falencias de los demás, del cosmos, de los dioses o Dios, todos ellos culpables de que la vida no sea lo que él pretende. Se queja, protesta, se burla, desmerece, destrata, agrede, pero nadie puede decirle nada, ni acotarle un poquito, porque entonces explota o se bloquea.
A veces ocupan su tiempo en actividades en las cuales puedan ostentar signos de poder, pero escasa conexión íntima con otros. Pueden ser hábiles políticos, líderes religiosos, mandos altos en organizaciones, actores famosos, carreras por el estilo en donde pueden arrasar con otros, esconderse del trato personal, doblegar voluntades sin dar explicación, recibir aplausos y halagos que son muchas veces falsos. Probablemente tengan éxito, en lo que el mundo superficial considera tal, porque manejarán los códigos para ello, porque dependen hasta el desespero de que sus planes se concreten. De fracasar, sería el desplome completo, la ruina total, aunque el traspié no fuera tan importante. Entonces, dedicarán tiempo y esfuerzo para sacar adelante lo que les hace sentir poderosos y admirados. Serán adictos a su trabajo. Gobernarán sin piedad. Destruirán lo que pudiera obstaculizarles. Seducirán con trampas expertas. Mentirán sin el menor asomo de remordimiento. Lo único que interesa es que la ficción no se desplome, que ellos y los demás sigan afirmando que grandiosos que son.
Esa manifestación de autoritarismo, que representa poder, en verdad no está sostenida por poder interno, no hay más que impotencia aparentando poder.

No tienes cómo hacerle ver su mentira atroz.
De hecho, hasta quizás por un largo tiempo tú también estés admirado de sus mentiras y seducido por creerlas.
Hasta que llega el despertar, y no es dulce.

Pero, ni tú ni yo estamos libres de las máscaras, de EGO, de reacciones incorrectas, de ser narcisistas a ratos o a menudo.
Todos tenemos que encontrar las máscaras que armonicen con el rostro, que hagamos una vida que nos lleve al encuentro de nuestra identidad pura.
Si releemos el párrafo citado de la Dra. England encontramos una descripción de la conducta de la persona armónica.
Nosotros le decimos construir shalom en todo momento por medio de acciones de bondad Y justicia.

¿Y qué tiene que ver todo esto con la finalidad de SERJUDIO.com y de FULVIDA.com?

Hacer que las máscaras sean espejo de la cara

Estudiamos a menudo acerca de nuestros diferentes YOes: Esencial, Auténtico y Vivido.
Resulta muy importante para sustentar teóricamente nuestra actividad en CABALATERAPIA, y en general, por el sentido trascendente de ser constructores de SHALOM.

Sin embargo, el valor fundamental no se encuentra en filosofar, en navegar y bucear por océanos de profundos conocimientos ancestrales, modernos y metafísicos; sino, en desarrollar una vida plena en este mundo, lo que a la postre brinda cosecha fructífera en el mundo venidero.

Repito, lo esencial no está en especular copiosamente, sino en llevar una vida de construcción de SHALOM constante, por medio de acciones de bondad Y justicia.

Si para conseguirlo mejor precisamos comprender nuestra complejidad multidimensional, entonces ¡qué bueno que contemos con este material de estudio!
Si nos resulta irrelevante y superfluo, puesto que construimos SHALOM sin tanto discernimiento, ¡qué bueno que así sea!

La meta es: construir shalom por medio de acciones de bondad Y justicia.

Pero, el pensamiento se vuela, con dudas, temores, fantasías, creencias, excusas, lo que fuera que nos desplace de este momento y lugar.
Nos quedamos anclados al pasado, con sentimientos de culpa, con impotencia por haber hecho o dejado de hacer, como si un anciano débil y achacoso estuviera trepado a nuestro cuello y nos impidiera respirar, hablar con claridad, girar la cabeza para ver a otra parte.
O estamos pendientes del irreal futuro, llenos de miedo, de ficciones de  impotencia en lo que aún no tiene realidad. Como si un niñito atropellado nos estuviera gritando y saltando sobre nuestra cabeza, sin darnos paz, sin dejarnos un momento para detenernos y decidir con sabiduría y compromiso.
En esos escapes al pasado o al futuro, malgastamos el presente. Nos vamos ahuecando, pero no para llenarnos de satisfacción y éxitos, sino de vacío, soledad, tristeza, mentiras al solitario, falsedad, materialismo sin sentido, pobreza, etc.

Perdemos el tiempo y por más que después corramos, ya está perdido.
No vivimos el presente, no mejoramos las condiciones para mañana. Simplemente pasamos, derrochamos ese capital que es el tiempo, destinamos energía no retornable en conflictos estériles, construimos nada y destruimos mucho.

A veces nos quedamos reflexionando (haciendo de cuenta que lo hacemos), tratando de descubrir quién somos, cómo ser un vivo reflejo de esa NESHAMÁ que somos.
Y en verdad, nuestra identidad es lo que estamos haciendo ahora, con los retazos del pasado en la memoria, con las perspectivas del futuro, pero es esto que estamos haciendo.

Construimos quien somos. No nos encontramos a través de filosofía, ni la fe, ni rezar, ni encerrarnos en soledad para hacer de cuenta que meditamos cosas trascendentes. Si alguna de estas cosas te sirve para calmarte y darte energías para vivir a pleno el aquí y ahora, ¡qué bueno! Pero en realidad, la identidad la estamos construyendo con las decisiones que tomamos, lo que hacemos y dejamos de hacer.

Entonces, dediquémonos a construir con acciones de bondad Y justicia.
Aprendamos, estudiemos, desaprendamos, entrenémonos para no estar siempre reaccionando a través de las herramientas del EGO.
Construyamos SHALOM.

Si hemos construido SHALOM, con más o menos filosofía,
al final del camino,
cuando necesariamente solo quede la NESHAMÁ (espíritu, Yo Esencial) y la memoria fiel del cúmulo de vivencias de nuestro pasaje terrenal,
comprobaremos, que nuestros Yoes máscaras fueron espejos de nuestro Yo cara.
Es decir, si logramos sintonizar nuestra conducta con el Yo Esencial,
por medio de acciones de bondad Y justicia,
el resultado siempre será dichoso, bendito, luminoso.

¿Quedan dudas?

Hablemos bien y justamente

“La arrogancia es la causa principal de que las personas hablen Lashon hara (maledicencia).
Cuando alguien se siente superior a otros, le parece fácil hacer burla de ellos.
Además, una persona arrogante tendrá envidia de las personas exitosas y buscará sus faltas para hablar mal de ellos y así disminuir la estima que otros sienten por ellos.”

(Rab Pinjas ben Aarón Shofet, “Hablar bien, vivir bien.”)

Nosotros tenemos idea de cuál es el mecanismo que opera por detrás.
Repasemos juntos.

El sentimiento de impotencia, causado por hechos reales o por creencias, lleva a que automáticamente se disparen las herramientas del EGO: llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad. Todos ellos o solo algunos; ellos o algunos de sus derivados.

Esas reacciones son instintivas y naturales, que se refuerzan con el continuo uso hasta transformarlos en hábitos frecuentes, a flor de piel, listos para aparecer ante la menor sensación de impotencia.
Sirven para llamar la atención y de esa forma obtener la satisfacción que mitigue o haga desaparecer por un rato el sentimiento que generó la impotencia.

El ejemplo típico, en el cual el EGO es el jefe natural, lo vemos en los bebes y niños muy pequeños.
En ellos el dominio que ejerce el EGO es lo indispensable, cuando falla, algo probablemente no está funcionando adecuadamente en el niño.

El problema es cuando esta manera de relacionarse con la debilidad se extiende y ocupa lugares que no le corresponde.
Así encontramos bebes en todo tipo de cuerpos, edades, roles, cargos, etc. Tú y yo no escapamos de esto, ni el vecino, ni el gurú religioso, ni el aparentemente poderoso general, ni… creo que son tan poquitos y por un ratito nada más los que pueden estar libres del EGO.
Lo bueno es aprender a reconocerlo y a no dejarse dominar por él, pero no pretender que lo hemos eliminado o que alguna mágica promesa de fe nos dará el poder sobre él.

Estamos analizando el párrafo con el cual comenzaos este encuentro.
¿Qué es la arrogancia, cuando tomamos en consideración lo que hemos repasado rápidamente aquí?

La persona se siente impotente, por lo cual el EGO genera una falsa imagen de sí misma, en donde se vislumbra con cualidades y poderes de los cuales en verdad carece. Tal vez tenga algún grado de eficiencia, alguna ventaja mínima, pero que en la mirada del EGO se agiganta.
Es una distorsión de la identidad a instancias del EGO. Es autoestima deficiente, tal como lo es aquel que se aferra a creerse menos de lo que realmente es y puede llegar a ser.

De alguna manera el arrogante tiene que mantenerse protegido de los golpes con el muro de la realidad.
Una forma es aislarse en su fantasía de perfección, de altura, de ser inalcanzable por el resto de los mortales. Así, detrás de esa fantasía protectora, evita confrontar con sus debilidades y reconocer el poder de otros sobre él.
¿Recuerdas aquella chica en el secundario que miraba a los demás desde arriba? ¿Que afectaba su voz al hablar como dándose un rango y conocimiento del cual seguramente carecía? ¿Que llamaba a su casa para que pidieran despedir a la profe que se atrevió a no calificarla con el máximo puntaje? ¿La que estaba constantemente estresada para tener la respuesta a mano, usando palabras que no Einstein entiende? ¿Esa niña que se creía por encima de todos y con un aura sagrada intocable? ¿La misma que le hacía la vida imposible a la otra chica, esa que realmente era estudiosa e inteligente, pero poco hábil en las artes sociales? ¿Aquella que nunca ayudaba a los compañeros menos dotados, y si lo hacía no era con intención generosa y altruista? Cuando rascas un poco la corteza, ¿a qué no sabes qué te encuentras?

Otra forma es agredir a los otros, como el habitual hostigador (el que hace bullying), que encuentra víctimas para caerle con sus burlas, golpizas, amenazas, robos, etc.; suele encontrar otros impotentes con los cuales confraternizar en la tarea odiosa de maltratar al mundo para no admitir sus pobrezas multidimensionales y hacerse responsables por crecer sanamente.
¿Tienes en mente a los matoncitos de Los Simpson? Bueno, esos.

Otra forma es la del típico amargado criticón, que de todo se queja, todo le viene mal, para todo hay un pero, que no disfruta y si lo hace dice que no.
Tiene algo de los dos anteriores, pero también cosas que lo diferencian.
Por lo general no se encuentra entre los hostigadores abiertos, no anda en pandillas de pendencieros. Tampoco está insistiendo para que le adoren en su perfección. Prefiere ponerse en el papel del juez que todo lo sabe, todo lo ve, todo lo entiende, y nada encuentra para mitigar su sentencia. Demuele, con razón o sin ella. Lo importante es destrozar aquello que pudiera ponerle en evidencia en su debilidad. ¿Algún personaje de Moliere propones como ejemplo?

Los tres tipos no tardan en usar LASHÓN HARÁ para vencer en sus batallitas, o por lo menos no sentirse vencidos.

Pero, no solamente ellos hacen uso de la maledicencia.
Cuando la persona, cualquiera y no solo el arrogante, habla cuestiones inconvenientes, negativas, y sin un sentido constructivo y necesario, es decir LASHÓN HARÁ, estamos ante una manifestación del EGO actuando.

Tú puedes evaluar que eres cero altanero, que no eres altivo, que tus problemas emocionales no pasan por ese canal.
Puedes tener razón en esto.
Pero, no dejas de hacer LASHÓN HARÁ.
Te pido que me digas el motivo, a partir de lo que compartimos acerca del EGO.
Gracias.

Antes de terminar.
La conducta espiritual, que es el construir shalom, que es actuar con bien Y justicia en cada momento, incluye el hablar también con bien Y justicia.
Hemos enseñado en muchas ocasiones acerca de la Comunicación Auténtica, y cómo es un poderoso utensilio en fomentar el entendimiento, la concordia, el shalom y ahuyentar así al EGO.
Por lo cual, si tus palabras son contempladoras para construir shalom, hablando lo bueno Y lo justo, difícilmente serás derrotado por el EGO.

Ahora, te dejo otra tarea.
Denunciar a esos travestis del espíritu, cuales son los mesiánicos, netzaritas y similares, para evitar que sus creencias nefarias perjudiquen a los ingenuos que no tienen entendimiento de las cuestiones espirituales, ¿es caer en LASHÓN HARÁ? La respuesta te la doy ya mismo: NO es LASHÓN HARÁ, al igual que no lo es denunciar a un criminal, evitar el daño del inocente notificando de as inconductas de los pecadores, etc.
La tarea para que pienses y comentes es que digas porqué no es LASHÓN HARÁ.
Gracias.

Hasta luego.

(Texto en honor y mérito de la Sra. Luz, abuela del amigo Luis Diego de Costa Rica).

José revela un gran secreto

Iosef ahora se llamaba Tzafenat Paneaj (el revelador de lo oculto) y era el hombre más poderoso de Egipto, ¿de todo el Oriente Próximo?

Había sido vendido como esclavo, condición que padeció durante un año, luego paso doce años en prisión y más tarde nueve como político y regente del imperio más fuerte de su época.
Conocía de altibajo, alturas inaccesibles para la mayoría de nosotros así como abismos espantosos que muy pocos recorremos de manera habitual.

Su aspecto exterior siempre escondió su verdadera identidad, ¿cómo en casi todos nosotros?
Pero, en su caso está explicitado con las siguientes palabras:  «Iosef [José] reconoció a sus hermanos, pero ellos no le reconocieron a él.» (Bereshit / Génesis 42:8).
¡Sus propios hermanos, los que compartían su raíz, no pudieron darse cuenta ante quien se encontraban!

Las máscaras que usaba Iosef cubrían de tal manera su esencia que difícilmente se podía vislumbrar algo de ella, sin embargo, allá en lo profunda seguía viva y atenta: «el faraón se quitó el anillo de su mano y lo puso en la mano de Iosef [José]. Le vistió con vestiduras de lino fino y puso un collar de oro en su cuello. Luego lo hizo subir en su segundo carro, y proclamaban delante de él: ‘¡Doblad la rodilla!’ Así lo puso a cargo de toda la tierra de Egipto…» (Bereshit / Génesis 41:42-43).

Llegó por fin el momento de la revelación, de quitarse las máscaras y dejar salir a la vista si identidad esencial. Las condiciones para que esto ocurriera se alcanzaron, entonces: «Iosef [José] dijo a sus hermanos: -Acercaos a mí, por favor. Ellos se acercaron, y él les dijo: -Yo soy Iosef [José] vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora pues, no os entristezcáis ni os pese el haberme vendido acá, porque para preservación de vida me ha enviado Elokim delante de vosotros.» (Bereshit / Génesis 45:4-5).

En este episodio de mostrar su identidad, hay algunos puntos curiosos. Te mencionaré algunos pocos.
Estaban solos, pero igualmente les pidió a sus hermanos que se acercaran.
Les manifestó su identidad, pero añadió un par de datos que resultaban innecesarios, aunque él encontró oportunos ponerlos sobre la mesa: que era el hermano de ellos y que ellos le habían vendido hacía tiempo como esclavo.
Luego les asegura que no hay rencor ni necesidad de sentimientos negativos, porque todo esto era un plan de Dios para dar vida.

Podría ofrecerte ahora respuestas a estas cuestiones llamativas, pero antes te explicaré qué representa esta historia verídica pero con un correlato metafísico.

Iosef, como hijo de Israel, como hermano de sus hermanos, como el oculto, está representando nuestro Yo Esencial, la NESHAMÁ o espíritu de cada persona.

Su descenso al pozo y las peripecias en Egipto, representan nuestra llegada al mundo y la vida terrenal con sus experiencias oscuras y luminosas, con sus éxitos y fracasos, con sus errores y reparaciones, con sus crecimientos y estancos, etc.

Sus máscaras son nuestras máscaras, el Yo Vivido en sus múltiples facetas.

El encuentro y presentación sincera ante sus hermanos, es el momento cuando nos despojamos de la servidumbre hacia el EGO. Esto puede ser al morir, o cuando doblegamos momentáneamente al EGO durante el transcurso de nuestras vidas, o cuando logramos cierta armonía que permite que las máscaras del Yo Vivido representen al Yo Esencial en lugar de ocultarlo y travestirlo.

Los tres elementos curiosos que señalé del encuentro representan cada uno:
-Que se acercaran los hermanos: porque aquellos que siguen bajo el dominio del EGO tienden a espantarse y/o no comprender a los que pueden conciliar su Yo Vivido con su Yo Esencial. Que no permitan que domine el miedo, ni que de la impotencia se disparen las respuestas automáticas del EGO. Por el contrario, que se aproximen, que dejen de lado la pretensión de poder y asuman su verdadero poder.
-Que era su hermano: que ellos reconozcan en sí mismos que también son esa identidad luminosa, libre de pecados, carente de maldad, siempre radiante y benéfica. Si Iosef pudo destacar con bondad y justicia, con construcción de shalom a pesar de tantas adversidad (por la impotencia y por el exceso de poder), ¿cómo no harían de poder ellos?
-Que ellos lo vendieron: no se olvidó del pasado y de las cosas truculentas, no es negando la realidad, no es mintiendo, ni haciendo como que perdonara pero no es así. Por el contrario, es con un verdadero proceso de TESHUVÁ, en el cual se tiene por un momento presente el mal hecho, para proceder a repararlo y después no volver a caer en él. Esa mala experiencia ocurrió, ellos ya lo habían asumido y en cierta forma enmendado, eso lo quiere destacar Iosef. La TESHUVÁ es la poderosa arma en el arsenal de la construcción del SHALOM, no la fe hueca, los rituales vacíos, el pobre pensamiento falsamente positivo, las palabras lindas pero sin acciones concretas.
-Que es un plan de Dios: tal cual, nuestra vida terrenal es parte de un plan que Dios tiene para brindar placer meritorio a nuestra NESHAMÁ y no meramente el placer de la vergüenza que se obtiene gratis, por gracias, sin esfuerzo ni trabajo. Estamos en el mundo para sobreponernos a nuestras debilidades, sea obteniendo poder sobre ellas o admitiéndolas y viviendo con sentido a pesar de ellas. Estamos aquí para recolectar lo que sembramos con nuestra actividad, y no para sufrir o al azar.

Tenemos muchísimo más para aprende de estas secciones de la Torá, pero por hoy es suficiente.

Si conoces nuestras enseñanzas acerca del EGO, de la NESHAMÁ, de lo que compone la CABALA-TERAPIA, seguramente habrás podido disfrutar de este texto que te regalo ahora.
Si no tienes presente nuestras humildes enseñanzas y te produce curiosidad, tienes aquí mismo miles de artículos gratuitos para tu beneficio y bendición.

Será un placer leer tus comentarios al respecto de este post, en la zona de comentarios aquí debajo.

(Texto escrito en mérito y honor a mi apreciado padre, Pesah ben Yehuda Arie Z”L, en fecha de su partida de este mundo).

Ser y estar siendo

A partir de una charla con un amigo surge este post.

Nuestra NESHAMÁ, lo que denominamos Yo Esencial o espíritu, no está materialmente en nuestro interior,
aunque a veces lo señalemos como la LUZ interna o la pequeña voz dentro de nuestro ser.
No se ubica en ninguna parte del cuerpo.
Ninguna zona cerebral es su asiento.

Ante esta afirmación surgen algunas interrogantes.

  1. ¿Dónde está?
  2. ¿Cómo con nuestros actos podemos volver a ella, si no ocupa lugar físico?
  3. Si es la esencia de nuestro ser, pero no está en mí, ¿yo soy realmente yo?
  4. ¿Quién somos en realidad?
  5. ¿Somos la información que aprendemos?
  6. ¿Somos lo que construimos con los años?
  7. ¿Somos lo que Dios impuso que fuéramos?

Vayamos respondiendo con sencillez y sintéticamente a estas cuestiones. Será difícil de comprender, lo admitimos antes de presentarlas.

La NESHAMÁ es una entidad espiritual, proviene directamente de Dios.
No ocupa espacio, por tanto no sufre alteraciones, ni es afectada o depende del tiempo “material”.
Está en un lugar que no es lugar, en un tiempo que no tiene tiempo.
Si no lo puedes entender, te confieso que a mí también me cuesta. Está bien que así sea, porque todo lo que conocemos y sabemos depende de nuestros sentidos, somos esclavos de nuestro cuerpo, dependemos necesariamente del tiempo y del espacio. No tenemos noción de existencia fuera del tiempo y espacio. Hasta cuando imaginamos mitos, historias de ciencia ficción, delirios, estamos atrapados entre esas dos coordenadas. Dios, y por tanto nuestra Neshamá, no habitan nuestra realidad ni son afectados por nuestras limitaciones.
Existen en una realidad diferente a la nuestra, que es incomprensible, aunque quizás pudiéramos tener destellos momentáneos de claridad al respecto.
¿Te sigue costando entenderlo?
Lee esto: http://es.wikipedia.org/wiki/Flatland,_romance_of_many_dimensions, quizás te dé alguna idea y ayude a dar un marco a lo que no puede ser enmarcado.

Entonces, ¿dónde está la Neshamá?
Sabemos donde NO está.
No está en nuestro cuerpo, en ninguna parte.
Pero, tampoco está fuera de nuestro cuerpo, en alguna parte del cosmos.
Se encuentre en “otro mundo”, aquel que está fuera del tiempo y del espacio. El mundo del espíritu.

Por su propia “naturaleza”, este mundo no puede ser medido, diagramado, pesado, contado, etc.
No está dentro del ámbito de la ciencia.
No tenemos instrumentos para atraparlo o aprehenderlo.
No hay experiencia terrenal que sea similar.
Es por completo diferente a todo lo que conocemos o conoceremos.
Solamente nos queda aceptar la creencia como lo que es: una creencia.
Contamos con los testimonios de los millones de testigos presenciales en la Revelación en Sinaí, con los legados de los profetas verdaderos, con los relatos de la gente que ha tenido experiencias después de minutos de muerte clínica, y me parece que no hay mucho más que podamos presentar.

Nuestra Neshamá es la identidad que nos ha otorgado directamente el Creador.
No tenemos parte en su existencia, como tampoco nuestros padres ni otro ser vivo o elemento físico.
Proviene del Eterno, permanece en el Eterno, retorna al Eterno.
No cambia con nuestras acciones, no existe nada material que la afecte, ni para bien no para mal.
Es, sencillamente es.
Podríamos decir que es el ideal sobre el cual basarnos para diseñar nuestra vida en este mundo, la meta para alcanzar, la imagen para descubrir en el espejo de nuestra existencia. Como si fuera el plano elaborado por el experto arquitecto, el cual deben seguir con precisión los obreros para que finalmente la obra tridimensional plasme con belleza el esbozo del creador.
¿Se entiende?

Lo que hacemos, los nombres que usamos, los títulos que nos acompañan, nuestras acciones, lo que recordamos, las actitudes, posesiones, vínculos sociales, etc., forman esas máscaras que arman al que denominamos Yo Vivido. Éste es por completo terrenal, lo construimos en el mejor de los casos; en los menos buenos asumimos aquello que los demás nos imponen o mandatan. Somos como personajes armados con bloques de Lego.
Nuestros actos pueden estar en sintonía con el Yo Esencial, y por tanto estaríamos viviendo de acuerdo a esa imagen ideal, que es nuestra identidad real.
Cuando la máscara
coincide en algún aspecto con esa esencia pura e inmodificable que es el Yo Esencial , estamos en un instante de armonía, en shalom interno.
Pero, si hay conflicto entre máscaras y Yo Esencial, cosa que es lo más frecuente, entonces estamos en colisión interna. Imagina que estás contratado para un arquitecto que diseño un plano que tienes que interpretar y realizar, pero estás armando otro modelo diferente y que no encaja, entonces estamos en una vida aparente, en impotencia, a merced del EGO.

Con esto podemos suponer que yo soy algo que no soy yo.
Porque hago cosas que forman mi Yo Vivido, el cual es mi YO terrenal, el que conozco (en la medida de lo posible), el que los demás conocen, el que veo en el espejo, etc.
Pero al mismo tiempo hay otro Yo, que es genuino, que es eterno, que es el que debo llegar a conocer y vivir como lo que él plantea.

¿Suena desquiciado?
Sinceramente, sí. O tal vez demasiado metafísico.

Veamos un poquito más, quizás pueda explicarlo mejor.
Yo soy esto que estoy siendo (o sea, Yo Vivido).
L
o genial seria que lo que estoy siendo coincida con lo que soy (o sea, Yo Esencial), para ser completamente.
En unidad, en shalom, en plenitud.

¿Y cómo entender aquello de la Neshamá que somos pero que está fuera de nuestro cuerpo?
Usemos una metáfora para tratar de contar lo incontable.
Supongamos que somos una computadora que venimos al mundo con nuestro sistema operativo funcional y un disco duro apenas ocupado por las experiencias intrauterinas.
Ese disco duro, el cerebro, se irá llenando con información con nuestros aprendizajes, estudio, etc. Esa información será procesada, mezclada, cotejada, arreglada, etc. para que aparezcan fragmentos de ella en nuestro monitor, que sería lo que tenemos en la conciencia en cada instante dado.
Además tenemos una conexión permanente a una poderosa internet, llena de todo el conocimiento del universo. Como casi infinita Wikipedia universal que está a nuestro alcance, es lo que podemos llamar el «otro mundo».
¿Dónde está? No lo sé, aquí, allá y en ninguna parte. No tengo idea de su ubicación y realmente no me preocupa en lo más mínimo. Solo sé que del otro lado hay una terminal que recoge la información que transmitimos y la inserta en esa Wikipedia, pero también recoge algo de información de allí y nos la transmite a nosotros, donde la recibimos en alguna área del cerebro (probablemente, no tengo conocimiento exacto del asunto, ni conozco si alguien lo tiene).  La terminal del otro lado, es la Neshamá.
Cuando morimos, la terminal de este lado deja de funcionar, ya no hay más transmisión, se cortó la conexión; pero, la terminal del otro lado no se inmuta, no sufre cambios. De manera similar aquella información que enviamos para allá, que se encuentre almacenada debidamente y a disposición de quien esté autorizado a revisarla.

De aquí aprendemos una importante enseñanza.
Si nuestra vida terrenal es una constante actuación de i
nstintos y/o de automatismos anclados por el entrenamiento social, entonces somos animales robotizados, títeres con apariencia de poder y libre albedrío. Tal como otros animales, al sonar la campana nos chorrearemos de saliva esperando la comida. No hay trascendencia, no hay deleite, ni libertad, ni elección, ni poder, ni siembra para cosechar favorablemente en la vida posterior a esta vida.
Somos lo que estamos siendo, máscaras, Yo Vivido disfuncional, fuera de sincronía con el Yo Esencial.

Teniendo en cuenta esto, es fácil reconocer qué son las celditas mentales que menciono frecuentemente en varios artículos de mi autoría.
¿Te animas a decirlo?

La persona tiene que ser con ella misma objetiva y honrada para detectar sus errores y fallas. ¡Nada simple! Tarea llena de obstáculos y contratiempos, por lo general motivados por el EGO, propio o ajeno.
Un buen proceso de CABALATERAPIA puede ser de gran ayuda, aunque no ejerza efectos mágicos ni resuelva todos los conflictos.

Estamos limitados en nuestro control, por ello debemos aprender a no querer controlar lo que no podemos controlar. Aprender que nuestra NESHAMÁ no nos manipula, de hecho quizás ni tenga influencia directa en nuestra vida cotidiana. Ella no viene a nosotros, pero nosotros podemos ir hacia ella, en sentido figurado. ¿Cómo? Asemejándonos a ella, para llegar a ser aquello que es la mejor imagen de uno mismo. ¿Cómo? Conociendo nuestra raíz espiritual, judía o noájida, para vivir de acuerdo al patrón de mandamientos que nos corresponde: 613 para los judíos, 7 para los gentiles. Desplegando a cada instante conductas y actitudes de construcción de Shalom, bondad Y justicia.

¿Somos la información que aprendemos? ¿Somos lo que construimos con los años?  ¿Somos lo que Dios impuso que fuéramos?
Todo esto, y más.
Una cosa no contradice la otra.
La cuestión es construir shalom, desde dentro hacia fuera.
Desde la elaboración de una identidad integrada, saludable, a tono con nuestra espiritualidad.

 

 

Circo de la religión

Abunda la oferta que se pinta como espiritual, pero solamente es religión, sentimentalismo, técnicas de control mental, manipulación emocional, soledad disfrazada de risas, sectarismo, fanatismo, idolatría, idiotización.
Hoy se presenta a cualquier como maestro ascendido, incluso a criminales conocidos que lejos están de haber cambiado de estilo de vida.
Cualquier antro es dignificado como residencia de crecimiento espiritual, siendo no más que un mercadito de regateos emocionales disfrazados de santidad.
Se presume que cualquier camino conduce a Dios, a la pureza, a la revelación de dimensiones luminosas, cuando los caminos que el propio Dios ha designado son solamente dos y bien establecidos: judaísmo para judíos, noajismo para gentiles.
Estamos plagados de creencias, bailecitos, lemas, cartelitos simpáticos en redes sociales, libritos mágicos, formulas metafísicas, cancioncitas inspiradoras, que apuntan directamente a zonas del cerebro que brindan placer, o que llenan de terror, y con ello consiguen los mercaderes de la fe el control sobre sus compradores.

Es un circo completo, de los de antes, con animales torturados, payasos que no dan gracia, adiestradores que golpean, damas barbudas, equilibristas en continuo riesgo y sin protección, vagabundos, con su carpa gigante y remendada para presentar la función, sus jaulas viejas y horribles pero que aún atrapan a sus víctimas, troupe que va de un lado a otro recogiendo el dinero del público a quien fascinan con sus espectáculos pesadumbrosos pero que deben ser aplaudidos y festejados con risotadas.

Tal cual son estos personajes de tablado, vocacionales del negocio de la fe, que pueden hacerse llamar rabinos, maestros, cabalisteros, pastores, sacerdotes, eminencias, supuestos sabios de todo tipo, forma y color que tienen algunas cosas en común entre ellos, y la santidad y espiritualidad no es una de ellas.
Son buenos titiriteros, mueven a las masas con sus trucos. Convocan cientos o miles con sus amenazas y sus gigantes promesas.
Ésos son sus hilos básicos de manipulación: llenar de miedo, dudas, culpa, decepción, sentimiento de ineficacia y pecado; al mismo tiempo prometer salvación, paraíso, bendición, alegría, sanación, resolución de problemas, todas las esperanzas juntas.
Ofrecen cambios, cambias tu vida, tu modo de ver la vida, tener real poder, no doblarse más bajo la bota de la impotencia, sí, todo te prometen, ¿por qué no?
El precio pueden ser unos buenos fajos de dólares, casas, joyas, pero en resumen: la sumisión a ellos, la aceptación incondicional de sus creencias, el dejar de ser uno para ser uno del “grupo” siendo el payaso el líder.

Saben actuar en su show macabro, que es la exteriorización del EGO, a través de la fascinación, la conquista, el apropiarse del poder que le confieren sus víctimas (que muchas veces son también sus cómplices).

A veces, a sus víctimas se les pasa la euforia y del supuesto positivismo caen a la más atroz decepción, al deseo de morir, el uso de fármacos, con ansiedad que sería saciada comiendo lo que no nutre y enferma.
Se sienten impotentes, como nunca dejaron de estarlo.
Precisan llamar la atención cada vez más, recurren a las estrategias primitivas que se disparan automáticamente.

Algunos de los esclavizados por la farsa tienen la fortuna de despertar, aunque sea al golpearse contra el muro de la realidad y sufrir por ello. ¡Al menos pudieron despertar y tener una chance para escapar de esas celditas mentales! Luego, muchos vuelven a la parálisis, al atontamiento, a la prisión, porque la conocen, porque tienen miedo de la Luz, porque no se atreven a la libertad, porque ser responsable tiene su costo aunque el disfrute es incomparable.

Otros prefieren esconderse profundo en sus creencias, en sus opiniones, en sus sectas, en los mandatos del líder y/o del grupo. Se atrincheran y ejercitan en el sucio arte de las excusas, de las justificaciones, de alelar el raciocinio para que prevalezca la creencia, para que la emoción comande la vida. Éstos aunque pudieran despertar momentáneamente, prefieren cerrar los ojos y hacerse los dormidos hasta que pase el “peligro” de que alguien los haga despertar.

Pero, ahí, en algún lugar permanece sin manchas la NESHAMÁ, el espíritu, el Yo Esencial, irradiando su Luz, aunque las conductas negativas interpongan caparazones, aunque pareciera que esa Luz no existe o no tiene fuerza. Aunque la noche sea oscura y las sombras sean las que se adueñan del panorama, lo cierto es que la NESHAMÁ no se extingue, ni se deja dominar o doblegar por los payasos del circo horroroso.
Aunque todo tu ser exterior esté atrapado, aunque tu mente haya sido secuestrada, aunque no tengas ni siquiera sensación del espantoso lugar que te encuentras, la NESHAMÁ no se deja engañar, y ella es tu parte más pura y verdadera. Es tu esencia perpetua, la que fuiste, eres y serás, sin cambios, sin conversiones, sin manipulaciones.
Es la que te mantiene en constante conexión con el Padre y el resto de la creación.
Es la que te rescata del valle de sombras de muerte, aunque tú luego agradezcas al EGO y le sigas su erróneo paso.

Si por alguna circunstancia logras emparejar algunas fracciones de tu Yo Vivido con el Yo Esencial, entrarás a “vibrar” en un estado armonioso, de paz, de conciencia real.
Tendrás un vistazo a las cuestiones que te suceden.
Querrás la vida y no seguir en la jaula del EGO.
Por ahí será mayor el miedo, porque le temes a ese Faraón que te acompaña desde siempre y seguirá allí importunando. Por ahí crees que es verdad tu impotencia y que solamente te queda rendirte al EGO.
Entonces, dejarás que las cáscaras vuelvan a cubrir la Luz, te llenarás de excusas, o sencillamente te quedarás hemipléjico y amnésico, para no tener que ser libre.

Si estudias, si te animas a conocerte, si descubres tus partes que resuenan negativamente, si valoras lo positivo que tienes y haces, si no das poder al miedo, estarás en camino a conocerte, quererte, cuidarte, y el EGO no tendrá dominio sobre ti, como tampoco sus representantes externos (los payasos y etc. del circo horrendo).

No es sencillo, desde siempre (en lo individual y en lo social) estamos en este baile espantoso, y parece que no queremos o no podemos aprender. Desde el comienzo de la civilización hubo “iluminados” que nos dominaron, el primero de ellos Nimrod, el padre de la religión como mecanismo de dominación social.

Sin embargo están las herramientas a disposición de quien quiera recibirlas y usarlas, y no precisa ni ser judío, ni ser ortodoxo, ni ser entendido en sabiduría, simplemente tener la voluntad y la humildad para aprender a encontrar a Dios, sin religión, sin farsa, sin bailoteos. porque al encontrar a Dios, se encuentra a uno mismo.

¿Te quieren vender cintas rojas, el Zohar, el libro de los jardines mágicos milagreros, participar de retiros “espirituales”, repetir frases empalagosas, venderte esto y aquello?
Compra si quieres.
Sé parte del grupo de ovejas llevadas al matadero entre cantitos de salvación.
Festeja con una risa fingida, aunque la creas genuina, en el circo de la perdición.
Permite al EGO y sus enviados mantenerte en la impotencia, aunque te hagan creer que tienes poderes magistrales, tales como viajar fuera de tu cuerpo, contactarte con entidades espirituales, dictar los pasos a Dios, etc.

O sé tú, aquel que eres en tu esencia.

El consejo diario 424

Entrénate para reconocer los factores que ayudan a elevar el nivel y sé tú un propulsor del crecimiento.

¿Cómo?
¿Que no sabes cómo hacerlo?
¿Que no tienes idea de cómo entrenarte en esto, ni reconocer lo que favorece el mejoramiento, ni dejar de reaccionar para pasar a ser proactivo?

¡Bien!
Saberlo es un gran primero paso, te felicito.
Ahora si quieres puedes dar el segundo: http://serjudio.com/nosotros/sesiones-online