Hay personas que no tienen mucho problema en tergiversar, ofender, mentir, engañar, adular, amenazar, gruñir, seducir, llevar la distorsión de la realidad hacia donde mejor crean convenirles.
Son expertos en la manipulación y no pierde ocasión para entrenar y perfeccionarse.
Tal vez en su perfil de red social los veas con guitarra entonando odas a la paz, declamando frases cursis pero seudo pacifistas del Dalai Lama o Coelho, por ahí tengan la apariencia de amor y buena onda, aman a las mascotas y dicen refugio para perros extraviados, son galantes y saben tocar las fibras más sensibles, te compran con sus gestos y discursos; hasta que de repente estás enredado en su telaraña y no ves cómo salir indemne.
Quizás no destaquen en su inteligencia, pero a la hora de mover los hilos visibles y ocultos de la manipulación, son eficientes. Descuellan en esa tarea, rodeándose de admiradores, amantes, fanas, fieles, ovejitas que les ladean sin percibir que el pastorcito amoroso realmente es un feroz lobo despiadado.
Quizás lo reconoces en tu pareja, en aquel chico que te sedujo, en el pastor de tu iglesia, en el rabino de tu comunidad, en tu padre, en tu hijo, en el socio de la empresa, en el actor, en ese personaje de novelas, no falta buscar mucho para toparse con personas que actúan con un modelo similar al de NAJASH, el serpiente seductor de Eva.
La actitud fascinadora deja paso a la cruda insensibilidad, a la violencia, al disparate, poniendo a la víctima en un estado de estupefacción, como su todo fuera parte de un sueño, que no fuera verdad lo que está pasando. Al rato, los manipuladores pueden, si quieren, volver a la ternura, a promesas nobles, a comportarse de manera agradable y ética, tal como si la fiereza hubiera sido un episodio esporádico y sin continuidad… ¡gran error!
Tanto el odioso como el galante conviven y sirven a un mismo interés, proteger la débil personalidad del seductor a través del dominio de los otros. Tiene una desesperación profunda por no quedar en evidencia, por seguir al mando, por tener el control, por sentirse poderosos, por lo cual se camuflan y disparan, al rato halagan y abrazan. Todo es válido con tal de no sentir la vulnerabilidad interior y por tanto paralizar a sus víctimas.
Entre sus estrategias, se pueden presentar como lastimeros pidiendo auxilio.
Pero también como prepotentes que se llevan el mundo por delante.
Pueden actuar como animales furiosos, agresivos, arrogantes, y rimbombantes; y al minuto siguiente largarse a llorisquear y dar lástima.
Pueden hacerte creer que tú eres muy inteligente y que les puedes ayudar en determinado problema, o porque buscan tu consejo, y no es otra cosa que la carnada que ponen para que muerdas el anzuelo.
Todo vale en su repertorio, limitado pero nutrido, con tal de someter a sus víctimas; el modo es lo secundario.
La gente se involucra en sus disparates. Lo más probable es que no se den cuenta de nada hasta que sea demasiado tarde, e incluso entonces hasta quizás las víctimas intenten alguna excusa o justificación para su agresor. Los motivos para esto, los dejo para otro encuentro.
Pueden ser víctimas, que se dejan arrullar por sus seducciones, que se creen los cuentos y amistosos gestos, sin percibir hacia donde se están dirigiendo.
Pueden ser víctimas que tratan desesperadamente de defenderse de los ataques directos, o camuflados; y en eso, representar el papel del ofensor a ojos del tercero que se entromete.
Pueden ser terceros que supuestamente vienen al rescate de uno u otro, pero también terminan enredados y atacando o a la defensiva. Creen que el agresor es una víctima indefensa, entonces se confabulan contra la verdadera víctima. O se suman a las agresiones, simplemente abrumados por la situación.
Es como si tuvieran un extraño poder para hacer entrar a la gente en sus maquinaciones y así llevarlos a su territorio para hacer con ellos lo que quieran.
Pueden defender lo evidentemente indefendible, no importa. Pueden destruir lo hermoso y saludable, no interesa. Pueden maltratar al indefenso, nada les cambia. Pueden engatusar y enamorar, arruinando vidas, sin que se les despeine el peluquín.
Estarán al servicio de lo que les parezca conveniente, en una visión binaria donde solo hay blanco y negro.
A veces pudieran obtener éxitos, pero a la larga el fracaso es lo que está esperando.
¿Qué hacer?
- Trate de atenerse a los hechos y no a las invenciones presentadas por este seductor.
- Evalúe desde la razón y no la pasión.
- Coteje lo dicho con lo actuado.
- Sea conocedor de la ley y respétela.
- Respire pausada y profundamente antes de responder con ira a sus aseveraciones.
- No permita que la rosca negativa de acción y reacción se amplíe, ser uno el que soluciona y no el que se hace cómplice de la disputa detestable.
- Sea firme y claro, sin permitir que la mentira sea repetida o se presente como verdad.
- No se deje engatusar por las promesas ni por la seducción.
- No pretenda controlar lo que está por fuera de su control, pero sí ejerza el dominio allí en donde lo tiene.
- No se entrometa donde no le corresponde.
- No prejuzgue, ni quiera ponerse en el rol de juez.
- No pelee en batallas que no son suyas.
- No se apure en tomar partido allí en donde le falta competencia y conocimiento.
- No confunda desear con planificar.
- Si nota que está atrapado en la trampa, no siga haciendo lo mismo que le ha introducido allí.
- Muchas experiencias le darán mejor preparación, pero no una inmunidad completa.
- Acepte que usted también se equivoca y puede y debe rectificarse; porque si no lo hace, seguramente persistirá en el error.
- Emplee la Comunicación Auténtica.
- Que sus acciones sean de bondad Y justicia, de ambas.