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Abraham el buen hombre de acción divina

Lot, el pariente de Abraham fue tomado como prisionero de guerra.
El patriarca de los judíos, un ejemplo para todos, ni lento ni perezoso, armó un pequeño ejército entre la gente de su confianza y salió inmediatamente al rescate.

Sabía que su vida estaba especialmente en peligro, pues Amrafel (también llamado Nimrod), el rey que lideraba el bando agresor tenía cuentas pendientes con él, estaba en su mira. Igualmente, Abraham no se detuvo en su cometido salvador, tenía una sagrada misión y no la pospondría ni daría excusas de ninguna especie. No se detendría para sacrificar animales al Eterno, ni se escudaría en malabarismos filosóficos, ni argüiría que como “hombre de Dios” no estaba destinado a empuñar armas para salir a la guerra defensiva. Por el contrario, precisamente por ser leal al Eterno y amar Sus caminos, es que emprendió rápidamente su tarea de rescatar al secuestrado, devolver la libertad al oprimido. ESA era la única tarea sagrada en ese momento, ESA y no otra.
Tal vez podría haber recurrido a palabrería mágica, esperando que cayera un milagro inesperado que hiciera el trabajo, o que un escudo protector metafísico alcanzara a los agresores y devolviera con bien a los secuestrados. Quizás pensaba en esas cosas, yo no lo sé, lo que si sé es que actuó como debía hacerse con la mirada puesta en restablecer el bien, aun a riesgo de su vida e integridad.

La guerra fue desigual  feroz, sin embargo el poder estuvo del lado de Abraham quien obtuvo una sobresaliente victoria militar y también política, pues fue reconocido como líder y dignatario para los habitantes de Canaan, que es la que conocemos desde hace milenios como tierra de Israel.
Por supuesto rescató a su pariente, así como a los otros que habían sido apresados, recogió pertenencias como botín de guerra, pero no para él, sino para quienes le ayudaron en su corta pero efectiva campaña. Abraham no pretendía ganancias, ni que de alguna manera la obtención de ventajas materiales le dejara en estado de sumisión o dependencia respecto a personas de baja moralidad.
Él quería restablecer el bien y que el nombre del Eterno sea alabado a través de su conducta digna y ejemplar.

¿Cuáles son las enseñanzas para tu vida cotidiana que obtienes (y puedes compartir con nosotros) de este sencillo pero profundo y eterno relato?

El consejo diario 419

¿Cuál sería el resultado si insistes a tus hijos para que se sometan siempre ante el autoritarismo,
anulen sus deseos,
callen sus sufrimientos,
nieguen sus sentimientos,
desprecien las sensaciones placenteras,
persigan denodadamente la aprobación ajena so pena de ser defectuosos o perdedores
y que solamente tengan en mente el llenarse de compromisos y obligaciones sin fin y sin sentido?

El consejo, valora comprensivamente la pregunta y define una conducta saludable como respuesta.

De paso, ¿tú cómo fuiste criado?

El consejo diario 418

En apariencia resulta más fácil decir mentiras, manipular, inventar, dar excusas, agredir, presionar, amenazar, disfrazarse, travestirse, hostigar,
cualquier cosa que se te ocurre y que simule poder,
cuando en realidad son solamente estrategias para mantenerse entre las paredes de la celdita mental del EGO,
es decir, en impotencia.

El consejo sería, emplea la Comunicación Auténtica, aprende tus limitaciones y potenciales, vive a pleno disfrutando lo que está permitido para ti.

El consejo diario 417

¿Tú que quieres ser un tzadik (justo, ser de especial sensibilidad y actitud),
al menos sabes ser tú mismo,
en armoniosa sintonía entre tu Yo Esencial y el Yo Vivido?

El consejo sería, aprende a conocer tu esencia espiritual,
aprende a quererte,
vive de acuerdo a esa realidad pura,
entonces podrás alcanzar la plenitud sin necesidad de aparentar nada ante nadie.

Viene y va a la Luz

Como comentario a un post reciente de mi autoría, un atento lector escribió:

Vengo de la oscuridad, de una mala vida donde era un mal hombre, al cual no importaba pisotear a quien o a lo que fuera.
Voy hacia la luz, a rendir cuentas por mis malos actos, a estudiarme a mi mismo y ver en que falle a El y a mi entorno, a reparar ese daño con trabajo intenso, a no volver atrás y no dejarme caer de nuevo, en fin, a ser un mejor hombre y un mejor servidor

A partir de tan honestas y profundas palabras, quisiera añadir unas humildes y pequeñas ideas de mi parte.

“Vengo de la oscuridad, de una mala vida donde era un mal hombre, al cual no importaba pisotear a quien o a lo que fuera. “
Está muy bien rever la conducta pasada y encontrar los puntos en los cuales nos hemos podido equivocar, y peor aún, empecinarnos en la mala senda apartándonos más y más del bien, que es nuestra esencia. Al ver esas manchas en nuestro historial, que recubren la pura Luz de nuestro Yo Esencial (neshamá) y nos asfixian en todos los planos de existencia, está mucho mejor emprender el camino del retorno, lo que conocemos como TESHUVÁ.
No quedarnos esclavizados por las conductas repetitivas nocivas, que nos mantienen atrapados en patrones de comportamiento que nos maltratan así como probablemente dañan a otros.
Sino, atreverse a retornar a la patria, salir del exilio espiritual para reencontrarse.
Es una senda con altibajos, con dudas, con temores, con la insistente voz del EGO que nos trata de retener en el mal paso. Encontraremos o inventaremos miles de excusas y pretextos, para cobijarnos en la comodidad de lo que creemos conocer, amparados en creencias que son equivocadas pero que las consideramos correctas por cargar con ellas.
Sin embargo, el que persevera en andar por la senda correcta, de Arriba le proveen ayuda para lograrlo. Tristemente, el que decide quedar encerrado en su celdita mental, atrapado en la tela de araña de sus creencias y consiguientes patrones de conducta tóxicos, también le dicen amén desde Arriba. Así pues, mucho cuidado y esmero para no ser cómplice del retroceso, o del empeoramiento, siendo que uno ya ha dado el enorme paso de reconocer que ha actuado mal, que ha sido perjudicial, que se ha lastimado así como a otros.
Más bien, actuar con responsabilidad, dando respuestas, en tanto se siguen realizando las preguntas necesarias para no volver a caer en errores y males.

“Voy hacia la luz”
Es genial tener en claro esto, que uno no simplemente quiere dar pasitos fuera de la celdita mental, ya no volver a repetir los errores, ya no dar excusas, ya no mirar para otro lado haciéndose el inocente. Por el contrario, lo estupendo es poder ser consciente y responsable, y actuar en consecuencia.
Sé que estuve mal, entonces me comprometo con el mejoramiento, y lo llevo a cabo.
Lo que el amigo del comentario expresó como “voy hacia la luz”.
Si se me permite, haré una pequeñísima corrección.
Me parece que debiera expresarse mejor como “RETORNO hacia la Luz”, porque nuestra esencia es pura, intachable, no se quiebra a causa del pecado o cualquier otra inconducta, sino que siempre destella la Luz espiritual, que nos mantiene en constante conexión con nuestro Padre y Hacedor.
El pecado, la mala conducta, el desvío de la buena senda, no nos pone en el vacío, no corta la ligadura sagrada con Él, sino que pone cáscaras que nos impiden darnos cuenta de la brillante realidad que seguimos siendo, nos opaca la conciencia, nos perturba la mirada, nos desmorona la percepción de la verdad, pero en modo alguno corta el lazo con Él.
Seguimos siendo luminosos, plenos, con un Yo Esencial que suavecito nos habla sin pausa, nos recuerda quien somos realmente y nos insta a retornar a nuestra verdadera identidad. Que nos despojemos de aquellas máscaras del Yo Vivido que nos desfiguran la cara y siempre nos mantengamos leales a nuestro ser eterno.
Así pues, más no vamos a la luz cuando estamos en el sagrado proceso de TESHUVÁ, ya que nunca salimos de ella. Volvemos a la Luz, regresamos al hogar, dejamos el exilio para establecernos nuevamente en nuestra patria. Así como es el sionismo para el pueblo judío, es la TESHUVÁ para el alma de cada ser humano.

“a rendir cuentas por mis malos actos”
No solamente rendimos cuenta por actos malos, sino también por aquellos en los que permanecimos indiferente pudiendo hacer algo positivo, y también por los deleites permitidos y legales que teníamos a nuestro alcance pero rechazamos con la excusa de ser más santos por sumergirnos en privaciones innecesarias.
Pero también, se nos valora nuestros actos positivos, se nos descubre lo que hemos aportado de bien al mundo, aquello que ni siquiera comprendimos su alcance de bondad se nos revela y obtenemos por ello el rédito correspondiente.
El Juicio del Padre no es solamente de castigo, porque Él no es un Dios que ame el dolor y torture a Sus hijos, sino que es más bien como el momento ineludible de vernos y reconocernos en el espejo de la verdad, en donde somos nosotros mismos los encargados de demostrar lo que hemos sido, en todos los aspectos.
Cada acto es medido y pesado, en sí mismo y en su contexto, siendo Él un Juez justo pero a la vez bondadoso.
Entonces, no nos enfermemos con culpas y seguir cargando pesadas mochilas que dificultan el proceso de crecimiento que es la TESHUVÁ, cuando ya hemos recorrido el camino, cuando dejamos de lado la conducta negativa, no permanezcamos atrapados mentalmente en recuerdos y sentimientos de culpa que nos debilitan. Sepamos que somos falibles, en qué tropezamos, para no volver a hacerlo.
Porque, parte del retorno a la esencia es perdonarse a sí mismo, cuando se ha cumplido cabalmente el trayecto necesario.

“a ser un mejor hombre y un mejor servidor”
Esa es la idea.
Me alegro que tenga esa meta y que esté en el proceso de superarse a diario.
Quiera el Eterno que cada día sea mucho mejor, de más plenitud, con sensación de regocijo por la tarea bien realizada, de bendición y de dador de bendiciones.

Sabe de donde viene y hacia donde va, en el medio está haciendo lo necesario para que su vida tenga un sentido pleno, trascendente, de valor aquí y en la eternidad.
Sin pomposidad, sin religiones, sin superstición, sin atribuirse identidades que no le corresponden, sin malabarismos místicos, sin palabrería incongruente y falsaria, sin dobleces, sin pretender ser lo que no se es, sino actuando como un excelente hijo del Eterno y un servidor leal a Él y al prójimo.
¡Que bueno que así sea!

Abraham NO ERA un hombre de FE

Los que te quieren vender su producto religioso (y por tanto nefasto para tu espíritu) aseguran que “la fe” era el gran mérito del patriarca HEBREO (de los JUDÍOS y nadie más) Abraham.
Se basan en una equívoca traducción y en un incompleto pensamiento a partir de este pasaje:

«Él creyó al Eterno, y le fue contado por justicia.»
(Bereshit / Génesis 15:6)

A partir de esto construyen rascacielos de torturas religiosas, basándose en fe en el absurdo, en contrariar la Ley para adherirse al sentimentalismo y similares. Especialmente se encuentran en el mundo cristiano (que por supuesto INCLUYE A TODOS LOS QUE SE HACEN LLAMAR JUDÍOS MESIÁNICOS y similares), pero no deja de haber también judíos que tienen una ideología similar, encerrados en sus burbujas de misticismo e irrealidad religiosa.

Entonces, tomando a Abraham como modelo insisten en que la persona baje la cabeza y obedezca a su líder religioso, que no cuestione sino sea manso, que no analice sino que memorice y repita, que no piense sino que actúe movido por el sentimentalismo (seudo amor y mucho terror).
Porque para esta gente y sus grupos lo importante no es dudar para aprender mejor, ni preguntar para llenarse de sentido, ni oponerse a lo malo aunque provenga de sus patrones religiosos, sino ser ovejas con fe, mucha fe, llenos de fe, jubilosos en fe, saltando en una pata de fe, aplaudiendo para recibir dones por fe, orando para ser salvos por fe, ¿o acaso no viste nunca una montaña moverse por la fe o al universo conspirar para darte lo que tu pensamiento positivo reclama?

Pero, si somos atentos y respetuosos del santo texto, pronto vemos como el “obediente” Abraham, el cegado por la fe Abraham, el que no se atrevía a desviarse del dogma y la doxa, realmente no es como lo pintan los religiosos (y los poco comprensivos).
Tomemos un solo ejemplo:

Venía el Eterno repitiéndole a Abraham que de él y su esposa Sarai saldría una numerosa nación, que vivirían en la tierra de Israel, que serían benditos y de bendición, etcéteras varios conocidos y repetidos, ¿cuál fue la “enceguecida por la fe” reacción de Abraham?
Mira:

«Entonces Avraham [Abraham] se postró sobre su rostro y se rió diciendo en su corazón: ‘¿A un hombre de 100 años le ha de nacer un hijo? ¿Y Sara, ya de 90 años, ha de dar a luz?’
Luego Avraham [Abraham] dijo a Elohim: -¡Ojalá Ishmael [Ismael] viva delante de ti!
Y Elohim respondió: -Ciertamente Sara tu mujer te dará un hijo, y llamarás su nombre Itzjac [Isaac]. Yo confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para su descendencia después de él.»
(Bereshit / Génesis 17:17-19)

¡En “la cara” de Dios Abraham le estaba negando Sus palabras!
¡Estaba contradiciendo directamente lo que Él no solamente decía, sino que estaba PROMETIENDO!
El buen hombre estalló en risa al escuchar del Eterno que su anciana esposa tendría un hijo y de él nacería una estirpe populosa y gloriosa.
Dudaba, pero no por estar a la intemperie y sin Presencia del Eterno, ¡sino ante la propia Presencia de Él!
Porque, si tú tienes tus dudas respecto a Dios, bueno… ¿qué podemos hacer? Él no habla contigo, no te acompañó abiertamente en tu vida durante cuarto de siglo, no tienes promesas de Su parte de primera mano. Él está “escondiendo Su rostro” de nosotros, ya no hay profecía ni tenemos manera concreta y directa de tener certezas sobre Él. Si dudas, es comprensible.
Pero, ¿Abraham hacer así, comportarse de esa manera?
¿Así es como se comporta un hombre de fe ciega?
Para peor, todavía tuvo el atrevimiento de sugerir alguna salida elegante para Dios, como hacerle acordar que tenía un hijo junto a una esclava, que estaría conforme y satisfecho si ese hijo no se le malograba y corrompía.
¡Cómo se atreve Abraham a semejante propuesta irreverente!
¿Él dándole sugerencias a Dios? ¿Haciendo extraños malabares para que al menos un hijo suyo tuviera un pequeño destaque, ya que evidentemente la promesa del Eterno era imposible de cumplir?

Pues bien, ¡ese es también Abraham!
Fue un escéptico, lo que le permitió romper con las pesadas cadenas del imperialismo político y el radicalismo religioso politeísta de su época.
Abraham no tenía miedo en dudar, en atreverse a pensar, a proponer, porque sabía que con ello no estaba siendo irrespetuoso ni desviándose del camino del Eterno.
Dentro de los límites de lo permitido, gocemos.
Sí, también de la libertad de no ser presos de la tontera de la fe.
Porque la fe, en su 100% (si no me equivoco), es producto exclusivamente del EGO, no del AMOR, no proviene de la neshamá (esencia espiritual), sino del instinto de supervivencia más básico de nuestra especie.

Como ya explicamos infinidad de veces, una cosa es la creencia y la convicción, otra muy diferente es la fe.
La fe no debiera tener cabida en la persona que valora la espiritualidad y por ello vive a pleno en su multidimensionalidad.

¿Sionista O Religioso?

Abram probablemente se veía a sí mismo, al principio y por un tiempo, como líder de un grupo revolucionario “religioso”. Él había reencontrado la pista del monoteísmo y luchaba a su manera contra el imperialismo político acodado en la hegemonía idolátrica. Era un rebelde, sin dudas, que hacía lo que podía, de acuerdo a su época, contexto, conocimiento, cualidades, experiencia, tradición familiar, etc. Su militancia por el monoteísmo fue agresiva y radical al principio, para pasar a ser mesurada y negociadora más tarde. Hasta podría parecer que la imposición monoteísta, combativa y demoledora de los musulmanes tienen un antiguo referente en este primer Abram.

PERO,
¿era ese el rol que quería el Eterno para él?
¿Realmente el Padre Celestial esperaba que Abram fuera un profeta vociferante, un guerrero despiadado del monoteísmo, un aniquilador de herejes, un conquistador de tierras para Él, un atormentador de desviados, un gurú religioso con aura mítica?
¿Quería nuestro Señor una religión, la semilla de la religión judía y la ramificación de la religión noájida, o quería otra cosa complemente diferente?
(Antes de continuar, recuerda que ni noajismo ni judaísmo son religiones, aunque algunas personas se confundan y las denominen así. Recuerda también que la religión es la cara opuesta a la espiritualidad, no por mucha religiosidad te encuentras con tu esencia sagrada ni con el Padre Celestial, más bien lo contrario).

Veamos con calma unas palabras que sabemos hasta el hartazgo, por lo mismo dudosamente las analizamos y encontramos enseñanzas en ellas:

«Entonces el Eterno dijo a Avram [Abram]: ‘Vete de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
Yo haré de ti una gran nación. Te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.'»
(Bereshit / Génesis 12:1-3)

Abram debía irse de su lugar de residencia, dejar atrás sus costumbres, separarse de su mochila histórica e incluso hacer un corte consigo mismo, algo así como renacer. Esto último se aprende de las palabras “lej lejá”, que se traducen como vete o vete para ti, pero si comparamos con otras alocuciones semejantes en el TANAJ descubrimos que correspondería a irse de sí mismo. ¿Qué quiere decir irse de sí mismo? ¿Enloquecer? ¿Perder la conciencia? ¿Sufrir de amnesia? ¿Negar su historia y su realidad? ¡No! Quiere decir dejar de ser quien está siendo, pasar la raya para comenzar una nueva etapa, diferente, totalmente diferente.
El requerimiento del Eterno implicaba que tuviera que dejar TODO lo que era y conocía, para construir una nueva identidad. De las cenizas de su propio pasado debía emerger el nuevo hombre.
Un hombre nuevo dedicado, ¿a qué?
Mira las palabras del Eterno, son precisas: ser padre de una gran nación en una tierra de su propiedad.
Es decir, Dios no quería un Papa sino un pionero sionista, uno que dejara su acomodada vida, su idiosincrasia, sus títulos nobiliarios, su bienestar material y social para emprender una tarea de carácter personal-social-espiritual, levantar una patria sionista en la tierra de Israel.
Claro que no se hablaba de sionismo ni de Israel, pero, así como el primer Abram podría ser tomado como modelo para el radicalismo religioso musulmán, el segundo Abram (quien recibe mensajes de Dios de cómo encaminar su vida) es el primer modelo para el judío sionista apegado a la espiritualidad.

¿Entiendes las ideas que se desprenden de este texto y esta interpretación?
Porque, no vemos llamados religiosos de parte de Dios hacia Abram, ni le ordena formar una secta o partido religioso, ni le encomienda un texto sagrado, ni tratar de convertir gente a sus creencias, ni de organizar rituales, ni de enseñar hebreo (o arameo, probablemente), ni de vestir de forma curiosa y llamativa para diferenciarse de otros, ni repetir salmos y entonar cánticos, ni de perseguir brujas y endemoniados, ni de alabar con loas y alelushas, ni de pedir el diezmo para levantar iglesias o templos, ni ofrendar sacrificios cotidianos para congraciarse con la divinidad, ni aprender pasajes místicos y cabalisteros para un pretendido control universal, ni conquistar tierras y embanderarlas bajo Allah o Elohim, ni… ¿entiendes la idea?

Sencillamente estaba llamado a hacer una familia y a establecerse en la tierra que le correspondía por derecho como patria.
Que de esa familia surgiera, eventualmente, una nación que morara en su terruño y viviera de acuerdo a su costumbre.
EL ideal sería que entre esas costumbres tuviera prevalencia y preponderancia las que conectan con la espiritualidad (las que erróneamente algunos llaman “religiosas”), que para la identidad judía corresponden actualmente con el legado que brilla desde la Torá.

El día que los descendientes de Abraham (de Itzac y de Iaacov, continuadores de la herencia abrahámica) puedan vivir en paz en su tierra, gozando de la bendición de su patria,  entonces será el día que todas las naciones de la tierra podrán disfrutar de su propia bendición, en prosperidad, en santidad.

Tenemos por delante numerosos desafíos, que nos quedan planteados desde estas sencillas pero perpetuas palabras.

(Texto publicado originalmente para serjudio.com, contiene interesantes enseñanzas para la identidad espiritual noájida.)

Vienes y vas

«El enviado del Eterno la encontró en el desierto junto a un manantial de agua [el manantial que está en el camino de Shur],
y le dijo: -Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes y a dónde vas?
Ella respondió: -Huyo de la presencia de Sarai, mi señora.»
(Bereshit / Génesis 16:7-8)

¿De dónde vienes?
¿Hacia dónde vas?
Son dos interrogantes que debieras tener en tu menú diario, junto a sus correspondientes respuestas.

Pero, muchas veces pasamos por la vida sin preguntarnos esto,
o hacemos como la embrutecida Hagar y dejamos de responder a alguna de ellas,
o, como esta misma mujer, damos respuestas débiles, carentes de contenido, que nos mantienen en oscuridad e impotencia.

¿Qué respondió la sierva de Sarai a las preguntas del emisario celestial?
Solamente a la primera de las preguntas dio algo parecido a una respuesta.
Más o menos describió de dónde venía, de lo de Sarai.
Pero, no era una salida racional, inteligente, saludable, sino un escape, una reacción automática, algo rayano en el instinto. Ella estaba escapando de la situación/sentimiento de impotencia en su relación con su patrona. Salió corriendo y su rumbo quizás estaba más o menos dibujado en su mente, pero no lo supo o no lo quiso expresar ante el requerimiento del ángel.

Escapaba y no sabía hacía donde iba. Al menos no lo sabemos nosotros si es que tenía alguna meta en mente.
Lo que sabemos es que se sentía atormentada, ahogada en su impotencia, devastada y sin tener recursos para otra cosa más que permanecer paralizada o escapar.
Y huyó al desierto, a la soledad, a la miseria, a la probable muerte, si es que no intervenían los emisarios celestiales para cambiar su paso.

¿Te pasa a ti algo parecido cuando te encuentras en impotencia?
¿Reaccionas de manera automática, con las herramientas básicas y activas del EGO y/o sus derivados (llanto, grito, pataleo)?
Si no consigues rescatar algo de poder para sobresalir y mantenerte a flote, ¿recurres de la desconexión de la realidad y/o alguno de sus derivados, tal como lo es la escapatoria?

¿Sabes de dónde vienes y hacia donde te diriges?

Si no tienes en claro el puerto al cual quieres arribar, ¿hacia dónde navegas, o meramente te dejas llevar por las corrientes sin aportar nada sustancial a tu vida y a la de tu prójimo?
Si dibujaste en mente alguna meta, pero permites que cualquier viento te lleva y traiga, estás a merced de las opiniones y modas, son otros los que dictan tus caminos, ¿llegarás algún día a tu puerto?
¿Cómo estar pleno y feliz con una vida sin finalidad, sin sentido?
O, ¿es que el sentido de la vida es ajeno al sentido existencial?
Preguntas que probablemente sean difíciles de tragar y más para brindar respuestas claras y satisfactorias.

Y, si no tienes claro de dónde vienes y porque has salido de allí, ¿de qué te estás perdiendo?

Este breve texto espero que te ayude a diagramar tu posición actual, reconociendo tu punto de partida y el anhelado de llegada, así como lo que te motiva a seguir recorriendo la senda que aún te queda por andar.
Para que no seas una pluma al viento, un madero que flota, alguien que huye o reacciona automáticamente a las circunstancias de la vida.
Porque, así estarás más cerca de vivir una espiritualidad plena, que conlleva felicidad en lo cotidiano y en la eternidad.

Salir de ti

«Entonces el Eterno dijo a Avram [Abram]: ‘Vete de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
Yo haré de ti una gran nación. Te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.»
(Bereshit / Génesis 12:1-2)

No intentaremos en este post abordar grandes ideas, ni rozar conocimientos densos y esotéricos. Trataremos de quedarnos en aspectos concretos, cotidianos, palpables, que puedan contribuir a una práctica diaria que nos brinde bienestar y bendición, aquí y en la eternidad.

Sea que existan casualidades o causalidades, que los accidentes sean solamente infortunios, o que todo forme parte de una trama misteriosa y harto compleja, lo cierto y comprobable es que cada circunstancia brinda un texto y un contexto para desplegar nuestro plan de vida en su integralidad.

El sentido de tu existencia lo construyes tú, con tus decisiones, con lo que haces o dejas de hacer.
¿Fue por casualidad? ¡Construye sentido!
¿Fue obra de la causalidad? ¡Construye sentido!

A cada momento, y de manera llamativa en aquello que rompe con la rutina, tenemos un texto que nos ofrecen los hechos, enmarcado en un contexto que brinda posibilidad para descifrarlo.
Ejemplo, cuando nos encontramos casualmente con alguien a quien hacía mucho tiempo no veíamos, y al cual habíamos justamente recordado por estos días, podemos tomarlo como (a) un hecho pasajero y sin importancia, o (b) atribuirle una trascendencia misteriosa, o (c) aventurar explicaciones más o menos racionales. Cualquiera sea nuestra actitud ante el acontecimiento, estaremos actuando de acuerdo a nuestras creencias, reforzándolas, trabajando para darnos seguridad y un marco conocido dentro del cual movernos.
Si creo que no existe casualidad, sino solo causalidad, entonces obviamente no se me cruzará por la mente otra idea, y entonces el haberme topado con esa persona seguramente se debe a algún factor metafísico, que forma parte de un plan cósmico que me resulta inabarcable.
Si creo que existe el azar, pudiendo haber un Dios que opera en el mundo y ejerce Su influencia, entonces mi mente no se detendrá mucho rato en descubrir conexiones misteriosas, simplemente me permitirá vivir el momento.
Si creo que no puedo determinar si es casualidad o causalidad, pero que tal vez hay enseñanzas de todo tipo para extraer del suceso, entonces me las ingeniaré para hablar de sincronicidad, telepatía, indeterminismo, o vaya uno a saber que teoría o conjetura de aspecto racional que sirva para explicar en mayor o menor medida el suceso acontecido.
Y así como con este ejemplo, con cualquier otro incidente –habitual o extraordinario- que se te ocurra proponer.
Un retraso que provocó salvarse de una desgracia.
Encontrar un billete de lotería ganador.
Ser diagnosticado a tiempo para curarse de una enfermedad gravísima a causa de consultar por una molestia totalmente secundaria e irrelevante.
Conocer a la “media naranja” de visita en un lugar al cual no teníamos ninguna ganas ni interés de ir.
Etcéteras hasta el infinito.

En raras oportunidades aprovechamos para elaborar pensamientos reales, que corten con la repetición de la creencia, y nos aventure a preguntar sinceramente con el afán de encontrar respuestas igualmente sinceras (aunque éstas fueran disruptivas con nuestras creencias).
Sería estupendo tomarse unos minutos, si fuera posible, para hacerse preguntas acerca de lo acontecido, analizar y no meramente dejarse llevar por opiniones, creencias, la corriente, aunque pueda resultar más fatigoso y a veces doloroso, porque a la postre nos dota de mayor poder, de oportunidad de encontrar un tesoro de felicidad y resguardo.

Más allá de la metafísica, de las teorías y las creencias en fuerzas místicas que operan en el mundo, están las acciones (o meramente reaccionamos) ante los hechos que nos suceden.

Una de esas rutinarias circunstancias de nuestra vida es la forma preferida para llamar la atención de los demás.
Está quien lo hace a través del llanto, o sus derivados; quien con gritos, o sus derivados; quien con violencia física, o sus derivados; quien desconectando de la realidad, en cualquiera de sus vertientes; quien a través de acciones descentradas del egoísmo, en cualquiera de sus facetas.
Aquello que le ha funcionado para llamar la atención, es lo que probablemente seguirá haciendo.
¿Es la docilidad?
¿Es la rebeldía?
¿Es la camaradería?
¿Es la complicidad?
¿Es la extorsión?
¿Es la palabrería densa?
¿Es la queja?
¿Es el autoritarismo?
¿Es la descalificación de otros?
¿Es la auto degradación con la consiguiente lisonja del otro?
Así cada uno podría descubrir a qué apela de manera más cotidiana para obtener esa atención tan necesaria, casi como el pan cotidiano.

Al vernos en el espejo y reconocer cómo nos comportamos, en algo tan básico y primitivo como el pedido de atención, seguramente nos sorprenderíamos en alguna de las siguientes categorías:

  • Nos mimetizamos con el comportamiento de alguno de nuestros padres, o de otras personas de referencia de nuestra infancia/actualidad.
  • Nos comportamos como complementarios a aquellas personas.
  • Nuestro comportamiento es el antagónico y totalmente contrario al que seguían esas personas.
  • En algunas muy raras excepciones no podremos encontrar ninguna de las anteriores, sino una por completo ajena.

De paso, podrías hacer el ejercicio de recordarte cómo lo hacías en tu infancia y cuáles eran las reacciones que brotaban de aquellos a los que pretendíamos llamar la atención.
¿Te animas a hacerlo?

Cuando podemos visualizar todo esto, hacernos preguntas al respecto, darnos cuenta de cómo estamos creyendo, actuando, reaccionando a los demás, quizás tendremos oportunidad de mejorar nuestra vida y la de nuestro prójimo.