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La huída de Iaacov hacía Israel

Cuando leemos:

«Iaacov [Jacob] engañó a Labán el arameo al no decirle que se iba.»
(Bereshit / Génesis 31:20)

Quizás podríamos suponer que al patriarca Iaacov le faltó valor para enfrentar a su tío/suegro para declararle que lo dejaba, para volverse a su hogar en la tierra prometida por Dios a su familia.
Si no, ¿por qué habría de huir cual si fuera un ladrón?
Sería la observación llana, obvia, casi infantil de la acción.
Y tal vez sea la respuesta correcta que explique esta conducta.

Pero Iaacov Abinu no era un niño, no actuaba como tal. Él tenía astucia pero también integridad. Podía engañar sin ruborizarse pero también reclamar por rectitud.
Bien pronto luego de este párrafo él pondría de manifiesto su lucha interna, entre su EGO y su NESHAMÁ, en el episodio en el cual lucha una noche con un ángel. Combate del cual saldría victoriosa su Esencia, dejando en claro que los rostros que había estado usando en verdad ocultaban una NESHAMÁ pura, que estaba a cargo de su vida.
Así pues, no podemos quedarnos con la sencilla explicación de imaginarlo un patancito abrumado por el miedo, que escapa para cuidar su dinero y su vida.

Tal vez no temía por él, ni por sus posesiones legalmente habidas, sino por otros que pudieran resultar perjudicados por el proceder odioso del arameo.
Eso es exactamente lo que Iaacov expresa:

» -Yo tuve miedo, pensando que quizás me arrebatarías a tus hijas.»
(Bereshit / Génesis 31:31)

Está claro que Iaacov no estaba angustiado por sí mismo, sino por lo que pudiera ocurrirle a la gente inocente e indefensa a su cargo.
Y si prestamos atención al texto, el temor del patriarca no es alejado de la realidad, pues Labán declara:

«-Las hijas son mis hijas, los hijos son mis hijos y las ovejas son mis ovejas. ¡Todo lo que tú ves es mío! ¿Qué puedo hacer hoy a estas hijas mías o a sus hijos que ellas han dado a luz?»
(Bereshit / Génesis 31:43)

En la egoísta mente de Labán todo le pertenecía, incapaz de reconocer los límites, de aceptar el derecho, de vivir con justicia.
Para él, nada era de Iaacov, ni tampoco de sus hijas.
Según creía Labán, todo lo que estaba allí, lo material y lo humano, lo que conformaba la familia y posesiones de Iaacov.
¿Cómo lidiar con un sujeto así, explicarle y que acepte que la realidad es otra?

Iaacov venía curtido de dos décadas de soportar hostigamientos, maltratos, engaños, burlas, acosos, robos por parte de Labán y sus hijos.
Tenía muy claro que si le revelaba amablemente su proyecto de partir en paz y rodeado por su familia, así como con sus bienes, Labán lo impediría a cómo diera lugar. Sea a través de estafas, amenazas, agresiones, o cualquier otro mecanismo malvado a su disposición.

Podría haber iniciado una apelación judicial Iaacov reclamando por su derecho a retornar a su patria, acompañado por su familia y por su bienes.
Pero, no solamente la ONU actual está decidida a causar daños a Israel, sino también los jueces en la localidad de Labán se confabularían para beneficiar al pillo Labán en detrimento de la justicia y del derecho. Porque, cuando el EGO está a cargo, no hay bondad ni justicia, sino solamente ataques desde la impotencia para someter al ser/colectivo y así mantener cercada a la NESHAMÁ detrás de las murallas de oscuridad que siembra el pecado.

No, Iaacov no podía esperar que el tribunal actuara con rectitud, estaba decididamente corrompido por la lujuria que proveía el arameo ricachón. Por lo cual, Iaacov debía afrontar la lucha frontal, que no temía, pero la cual resultaría en daños tremendos contra su familia y bienes. O podía actuar con astucia y evitar así males mayores.
Claro, la moralina pamplinesca, seudo progresista y santurrona tendría motivos para acusarlo por su desviado proceder, ¡pero de qué vale la imputación de los corruptos y éticamente pervertidos!
Hay momentos en los cuales se debe hacer lo que se debe hacer, sin esperar la miserable aprobación del infame o del apático.

Y eso hizo el patriarca de Israel, tomó la decisión que evaluó como menos dañosa para todos los implicados.
Creemos que acertó, aunque a primera vista surja la recriminación infantil con la que comenzamos este encuentro.

Pero el Eterno dejó bien en claro:

«Aquella noche Elohim vino en sueños a Labán el arameo, y le dijo: ‘Ten cuidado, no hables a Iaacov [Jacob] ni bien ni mal.'»
(Bereshit / Génesis 31:24)

Si Iaacov hubiera actuado incorrectamente, ¿no habría tenido Labán el derecho divino y humano para “al menos” recriminarle su acción?
Evidentemente que así es.
Pero, Elohim pone en claro que él no tiene ningún derecho aquí, nada para reclamar, ni siquiera algo para elogiar.
Silencio debería haber sido el único discurso de Labán ante “la ONU” al respecto de Israel.
Pero, Labán no pudo con su malgenio e incumplió la orden directa del Creador para tratar de embaucar nuevamente a Israel y llevarlo a la perdición.
Pero esa, ya es otra historia.

(Publicado originalmente en SERJUDIO.com pero con valor noájico por eso compartido aquí también).

La senda del guerrero espiritual

Encontramos en la Torá que Iaacov Abinu amaba a Rajel Imenu, pero no era así con su primer esposa Lea Imenu, a la cual no amaba tanto ni tampoco consideraba atentamente.
No está sugerido, sino explícitamente redactado:

«Iaacov [Jacob] se unió también a Raquel [Rajel], y la amó más que a Lea. Y trabajó para Labán otros siete años.
Viendo el Eterno que Lea era menospreciada, le concedió hijos.»
(Bereshit / Génesis 29:30-31)

«Y dijo Lea: ‘Elohim me ha dado un buen regalo. Ahora me honrará mi marido, porque le he dado seis hijos.'»
(Bereshit / Génesis 30:20)

¿Es extraño que ese fuera el sentimiento de Iaacov por Lea?
Recordemos que ella participó activamente del engaño, cuando Labán le dijo que ocupara el lugar de su hermana al momento de desposar a Iaacov.
Ella podría haber dicho algo, insinuado alguna cosa para advertir a Iaacov, pero escogió callar y hacerse pasar por otra hasta que las luces de la mañana develaron su verdadera identidad.
Sí, Iaacov bien podría estar resentido con ella.
Igualmente la perdonó, se mantuvo a su lado, fue un marido digno, aunque no expresara amor ferviente, sin embargo está escrito que “la amo”, aunque no tanto como a aquella que verdaderamente amaba, que era Rajel. Mantenían contacto íntimo y una relación habitual, ¿qué tan diferente a la de tantos matrimonios monógamos de la actualidad?
Hablando de Rajel, ella también fue cómplice del engaño en la noche de bodas, sea por temor al padre o piedad por su hermana, lo cierto es que tuvo una participación en la tramoya contra su pretendiente, aquel que le había dedicado fielmente siete años para merecer desposarla (y luego dedicaría otro tanto más).

Por otra parte, tal parece que en el idioma de la época del Tanaj cuando un hombre tenía más de una esposa, aquellas que no eran la principal se denominaban como “despreciada” (Devarim / Deuteronomio 21:15), aunque no hubiera en realidad menosprecio, ni maltrato, ni rechazo ni cualquier otro sentimiento vil hacia ellas. Pero, al existir una que ocupaba el lugar principal, por el motivo que fuera, las otras necesariamente estaban en una situación secundaria.
Es triste que haya sido así, por eso alegrémonos que ahora (y desde hace milenios) en el judaísmo se prioriza la monogamia así como la estricta fidelidad matrimonial de ambos cónyuges.

Con cada nombre que Lea ponía a sus hijos, vemos en el texto de la Torá que ella amaba a su marido, lo deseaba, requería su presencia, y en parte por ello se dolía de esa distancia emocional que los separaba.
Sí, también la competencia con su hermana, la preferida. Sí, también le dolía, sea porque anhelaba para ella a su marido, sea porque no quería estar en desventaja con su hermana. Como fuera, el marido era un atractivo para ella, alguien a quien “conquistar”, para ser amada y amar.
¡Qué difícil que es el humano!

Y en estas relaciones atormentadas, encontramos:

«Viendo Raquel [Rajel] que ella no daba hijos a Iaacov [Jacob], tuvo envidia de su hermana y decía a Iaacov [Jacob]: -¡Dame hijos; o si no, me muero!
Entonces se encendió la ira de Iaacov [Jacob] contra Raquel [Rajel], y le dijo: -¿Estoy yo en lugar de Elohim, que te privó del fruto de tu vientre?»
(Bereshit / Génesis 30:2)

Sí, es difícil ser humano. Estamos tan limitados. Aunque tengamos confianza en el Eterno, recemos, seamos bondadosos y justos, aunque nos dediquemos a construir SHALOM, las limitaciones nos recuerdan nuestro carácter pasajero, nuestra impotencia.
A veces estallamos, cuando el EGO se dispara con sus respuestas automáticas e inconscientes.
En oportunidades podemos dar un paso atrás, al darnos cuenta de que “hemos metido la pata”. Porque existe la TESHUVÁ, el arrepentimiento sincero.
Y en esta ocasión parece que estamos ante el EGO de ambos, una sintiéndose morir por no ser parte de la conformación de la nación de Israel, pero también por cosas más cotidianas, como la incapacidad de dar a luz, como estar en desventaja con respecto a su hermana.
El otro por no tener empatía por el dolor de su esposa. ¿De qué sirve mencionar a Elohim si no se vive de acuerdo a Su Voluntad? ¿De que sirve llenarse la boca de alabanzas, amenes y aleluyas cuando se es incapaz de demostrar humanidad hacia el prójimo, y especialmente a la propia esposa, quien sufre por su circunstancia?

A pesar de tanto drama, tan real y sincero, tanto Lea como Rajel podrían haber expresado su descontento hacia su marido, tal como sentían desprecio verdadero, hacia su padre y que está explicitado en Bereshit/Génesis 31 del 14 al 16.
Pero no lo encontramos, por el contrario, es una familia que se está construyendo con altibajos pero con el compromiso de permanecer unidos.
Y sin embargo, tampoco encontramos que Iaacov se esforzara por contener las disputas entre sus mujeres, o el descontento que generaba con sus preferencias manifiestas.
¿Será que no sabía cómo hacerlo? ¿Acaso él tenía experiencia con mujeres, o algún sicólogo o asesor a mano para consultar? ¿Tal vez eso era lo corriente en su época y lugar?
¿Tal vez ni siquiera tenía conciencia de lo que estaba sucediendo? ¿Acaso él estaba todo el día en casa para saber qué pasaba tras bambalinas?
¿Habría alguna otra explicación para esto? ¡Seguramente que varias más!
Quizás algo en su propia crianza, con sus conflictos con su hermano, con su obediencia permanente a su madre, con su engaño a su padre, con su cautela para no ser maldecido en lugar de actuar por derecha para ser bendecido (Bereshit/Génesis 27:12).

La Torá no quiere que tengamos imágenes fantasiosas de nuestros antepasados, ni oculta eventos relevantes pero que pueden mostrarlos en sus puntos oscuros.
Ciertamente escoge la Torá el relato fiel, sincero, aunque pueda incomodar.
Porque nuestros ancestros son personas, no personajes mitológicos; personas comunes, aunque destacadas.
Por ello vemos estas narraciones con ojos compasivos, comprensivos, atentos, no buscando señalar y acusar, ni pretendernos superiores en algún aspecto.
A diferencia de los inquisidores religiosos, debemos encontrar en estas historias las enseñanzas que nos motive a construir SHALOM, con acciones concretas de bondad y justicia, siendo leales al Eterno.
La Torá nos está enseñando que tenemos nuestra tarea por hacer, y tendremos altibajos. Caeremos en situaciones de impotencia y responderemos desde el amargo EGO. Saldremos victoriosos, pero luego también caeremos bajo las insinuaciones del EGO. Porque somos humanos y como tales debemos vivir. Sin depender de milagros, sin esperar que una mano mágica nos rescate o nos sostenga en todo momento. Porque no es ese el camino espiritual.
El camino espiritual está esbozado en estas palabras:

«Él (ángel) le dijo: -No se dirá más tu nombre Iaacov [Jacob], sino Israel; porque has contendido con Elohim y con los hombres, y has prevalecido.»
(Bereshit / Génesis 32:29)

El hombre espiritual deberá contender, luchar, contra Elohim (Dios, dioses, ángeles, jueces, líderes, seres con poder) y contra hombres comunes, y prevalecer en la lucha.
Porque no está en la pasividad mortuoria de la fe religiosa la respuesta, sino en la conciencia del Eterno, la certeza y confianza en Él, a la que se le debe sumar la acción de construcción de SHALOM.
Como un gran, pequeño, personaje nos lo mostró en su momento:

«Entonces David dijo al filisteo: -Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina. Pero yo voy contra ti en el nombre del Eterno de los Ejércitos, Elohim de los escuadrones de Israel, a quien tú has desafiado.
El Eterno te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré. Te cortaré la cabeza y daré hoy los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a los animales del campo. ¡Y toda la tierra sabrá que hay Elohim en Israel!
También todos estos congregados sabrán que el Eterno no libra con espada ni con lanza. ¡De el Eterno es la batalla! ¡Y él os entregará en nuestra mano!
Aconteció que cuando el filisteo se levantó y se fue acercando al encuentro de David, éste se dio prisa y corrió al combate contra el filisteo.
Entonces David metió su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra y la arrojó con la honda, hiriendo al filisteo en la frente. La piedra quedó clavada en su frente, y éste cayó de bruces en tierra.
Así venció David al filisteo con una honda y una piedra, golpeó al filisteo y lo mató. Como espada no tenía en su mano, corrió David, se puso sobre el filisteo, y tomando la espada de éste, la sacó de su vaina y lo remató cortándole la cabeza con ella. Cuando los filisteos vieron muerto a su héroe, huyeron.»
(1 Shemuel / I Samuel 17:45-51)

Ésta, y no otra, es la forma de ejercer el verdadero poder.

(Texto original para SERJUDIO.com, compartido aquí por sus importantes enseñanzas para la vida espiritual del noájida).

Modos poco saludables de lidiar con el miedo al abandono

Hemos estudiado muchas veces acerca del miedo, de su importancia en nuestra vida.
También estudiamos acerca del miedo básico y de los cinco miedos fundamentales, que forman parte de todos los seres humanos.
Hoy quiero detenerme brevemente en uno de estos cinco, en el miedo al abandono/soledad y en particular las creencias inconscientes que sustentan las acciones que se acometen para tratar de controlar este miedo y que llevan al dolor, a la desesperación, a la vida en oscuridad y falta de claridad emocional.
Para entender cada una de éstas, debemos tomar en consideración tanto la estructura/organización síquica de la persona así como su crianza, puesto que somos seres complejos, multidimensionales, que no podemos ser explicados con etiquetas fijas.
Por tanto, no todas las que presentaremos a continuación se adecuan para cualquier individuo en cualquier momento de su vida.

  1. No hay abandono porque no existe yo-otro.
    Es un  mundo confuso, caótico, quebrado y al mismo tiempo fundido.
    No hay posibilidad de distinguir entre individuos, pues todos somos parte de la misma mezcla.
    De hecho, ni siquiera se podría decir que en este estado de la consciencia existan individuos, sino tan solo una masa.
  2. No hay abandono porque yo soy otro.
    Mi creencia es que yo soy otro, un otro poderoso, amado, respetado, temido, anhelado, el cual no padece ni es abandonado.
    En caso de darse el abandono en la realidad compartida, la “real realidad”, ésta es ignorada, tal vez incluso ni siquiera es percibida como abandono. Se introduce dentro de la metáfora que se está viviendo y pasa a ser una observación más del poder supremo que se delira poseer.
  3. No hay abandono porque hay un Otro perpetuo que me ama.
    Si bien esta fantasía se sustenta en una realidad, la existencia del Eterno; se aparta de la realidad para convertirse en una vida alternativa, mística, negadora de los eventos compartidos o asumidos como mensajes extrasensoriales de una presencia mágica. Por supuesto que esto forma parte del corazón de las religiones y de creencias de similar tenor, que como sabemos son una construcción social del EGO que subvierte la naturaleza sagrada de la espiritualidad.
  4. No me puedes abandonar porque yo tengo el control.
    La persona fantasea y/o lleva a la práctica acciones que someten al otro a todo tipo de manipulaciones, extorsiones emocionales, agresiones, vejámenes, humillaciones, privaciones, en lo que se convierte en una relación de sometimiento.
    No sería raro que se llegara al crimen en este tipo de vínculos.
  5. No me puedes abandonar porque tú tienes el control.
    La persona se somete a otro, abandonado toda aspiración personal, identidad, deseo, derecho en pos de servir al deseo del otro.
    En esta relación no es extraño el suicidio y otras formas de autoeliminación.
  6. No me abandonas ni te abandono, porque merecemos sufrir.
    El vínculo es altamente inestable, padeciente y sin embargo se realizan sacrificios inimaginables con tal de perdurar en un relación que no tiene beneficio.
  7. No me puedes abandonar porque yo te abandono primero.
    O ni siquiera comienzo una relación.
  8. No me puedes abandonar porque no eres nadie en mi vida.
    Estoy en una relación pero hago de cuenta, y me creo, que no me afecta ni es un elemento relevante en mi vida.
    Si se va, es como si pasara un ómnibus en la calle.
  9. ¿Abandonarme? ¡Es algo evidente!
    Hago y dejo de hacer todo lo posible para resultar detestable, poco atractivo, repudiable, abandonable así no sufro por el motivo verdadero cuando éste se diera.
  10. Merezco ser abandonado.
    Declaro que no temo a la soledad, al menos eso es lo que digo, puesto que excuso los abandonos a los que me veo sometido, ya que me declaro culpable de merecerlos.
  11. Si tú te vas, que seas feliz.
    Canto y festejo el abandono, antes y/o después del mismo, porque enumero razones y motivos para que se produjera y las ventajas de la nueva situación.
    En el fondo, estoy roto, como muerto, en impotencia pero fingiendo una realidad que es falsa con tal de no quebrarme en una realidad que es cierta.

Hasta aquí la breve lista de modos poco saludables de creer/obrar con respecto al miedo al abandono.
Será un honor si compartes conmigo tus comentarios y si te animas también tus experiencias.

Hablar asertivo y bienestar

Hay zonas del Sistema Nervioso (SN) que no distinguen entre realidad y ficción, sino simplemente reaccionan automáticamente a partir del estímulo que están recibiendo de afuera.
Es por ello, por ejemplo, que cuando estás viendo una película de terror te asustas. Porque una parte de tu SN está consciente de que estás cómodo y seguro en tu casa, o en la butaca del cine, pero la otra parte no tiene cómo hacer esa contextualización. Ésta simplemente reacciona de acuerdo a lo que recibe del estímulo. Entonces, saltas por el susto por tal escena de la pantalla, aunque sigues acomodado y sin padecimientos mirando una película que en nada realmente te está afectando.
¿No te está afectando “realmente”?
Pues, ¡por lo visto sí!
Tu realidad también se compone de varios factores, entre otros de como tú percibes y como tú interpretas.
Por tanto, cuando te encuentras en una situación imaginaria de estrés, tu cuerpo responderá estresándose; si es de ataque, defendiéndose; si es de pesadilla, agobiándose; etc.

Esas porciones pequeñitas pero poderosas de tu SN sueltan un inmediato «amén» a todo lo que dices y se ponen en el estado que tú te has condicionado con tu decir.
Es por ello que actúas, sientes, piensas, y sigues hablando movido de acuerdo a la realidad que tú mismo te has creado con lo que dices.

Si te llenas de palabras negativas, estás generando un contexto de impotencia, por lo cual te introduces en un estado propicio para esclavizarte al EGO.
Aunque tus dichos no se cotejen objetivamente, recuerda que esa porcioncita del SN no la puede distinguir de la realidad, sino que admite que eso que has dicho es la realidad.
Por lo cual, si te tratas de estúpido, te sentirás, actuarás, hablarás y empezarás a pensar como tal.
Si dices que eres un perdedor y que todo te sale mal, ¿cuál crees que será la respuesta de tu automatismo?

Te has condicionado a una existencia acorde a como las has expresado.
Cuidado, no supongas que esto es una mojigatería mística, porque en realidad es neurociencia.

Siendo así, si crees que no puedes, y lo expresas, seguramente que no podrás.
Y, si dudas si puedes, pero dices que no puedes, seguramente que no podrás.
Y, si dices, con mayor o menor convicción, que sí puedes, es muy probable que puedas realmente, aunque el resultado final no depende totalmente de ti (es que somos limitados y el hablar asertivo no modifica el universo a nuestro antojo, pero sí modifica nuestra respuesta ante él).

Ten presente, en gran medida armamos nuestra experiencia por como la interpretamos y por como la describimos.

Entonces, exprésate positivamente, incluso cuando pareciera que no hay a simple vista mucho para hacerlo.
Así estarás sintonizado con aspectos saludables en ti, que buscan el crecimiento, la armonía, la estabilidad.
Con esa convicción fortalecida por tu buen hablar, estarás en condiciones de hacer tu mejor parte, y el resultado júzgalo también positivamente aunque no fuera el esperado.

Hablar positivo, te llevará a pensar, sentir, actuar y decir más en positivo.
Sé asertivo en tu discurso, busca los puntos fuertes para destacar, aunque sinceramente no pienses tan positivamente; pues como resultado terminarás desbloqueando la LUZ que te aligerará el pensamiento de oscuridades innecesarias.

Y si no aprendiste a hablar bien de ti, como un pasito hacia el lado correcto, al menos deja de expresarte negativamente.
Si no tienes nada bueno para decir, nada digas.

Tener la última palabra… ¿no?

Un querido amigo y discípulo, Edgar, publica textos de mi autoría en Facebook de manera constante.
Es una forma que tiene para compartir el buen pan espiritual y hacer el bien a más personas.
Aprovecho ahora para agradecer una vez más tu incansable y desinteresada labor, eres ejemplo e inspiración para los nobles noájidas que aprenden de ti en tu México querido, como en todas partes gracias a la magia de la tecnología.
Que el Eterno te dé de todo lo bueno y más también.
Que el nuevo proyecto de expandir el noajismo puro y sagrado en México prospere con tu liderazgo intachable.
Gracias.

Uno sus recientes posts en FB consistía en un párrafo de mi artículo “Haciendo valer la relación” (el cual te recomiendo leer, estudiar, vivir, compartir y agradecer):

Atiende cuando hablen contigo.
El otro y su mensaje debiera ser tu foco de atención en ese momento.
No estar pensando en qué responderle, mucho menos cómo rebatirle, y aún menos que decir para tener la última palabra.”

Otro de mis apreciados amigos comentó ahí, en Facebook: “Ceder al otro la última palabra”.

Cuando lo leí, de inmediato respondí: “No necesariamente.
Tampoco ceder es el verbo
”.

Como no me expliqué, quisiera hacerlo ahora brevemente.

Cuando estamos comunicándonos auténticamente no pretendemos disputar por el poder con el otro.
No somos contrincantes.
No buscamos vencer, ni tener razón por sobre la verdad, ni aplastar al otro, ni hacer del diálogo un ejercicio del EGO monologante.

Cuando nos comunicamos auténticamente estamos construyendo SHALOM, es decir, obrando con bondad y justicia.
La intención es expresarnos al tiempo que comprendemos lo que el otro quiere expresar. Obviamente que somos limitados, tanto en conocernos a nosotros mismos, ¡cuánto más en conocer al prójimo, así como al lejano!
Por lo cual, habrá puntos ciegos, tanto en lo que es propio como en lo que es del otro.
Por ello, debemos andar con cuidado, para no herirnos, ni a uno, ni al otro, ni a ajenos.
Pero, que ello no sirva como excusa para dejar de ser auténticos.

Entonces, cuando nos hablen, atendemos.
Porque realmente queremos comprender al otro, luego sentir cómo lo que percibimos nos impacta.
De allí encontraremos qué responder, pero no con preconceptos, ni tampoco desde la respuesta automática del EGO.
Así, atender es un punto básico.
Esto incluye el respeto, pero no lo es completamente, ya que el respeto implica otras acciones.

Entonces, cuando estamos comunicando auténticamente no estaremos haciendo el gesto de ceder la última palabra, porque estaríamos actuando desde un preconcepto sin fundamento. La última palabra surgirá cuando deba ser y de quien venga. Seas tú o yo, eso no hace a la cuestión.
Pero, si o planteamos como una exigencia a priori, la última palabra la debe tener el otro, entonces ya estamos encaminados hacia un desastre, porque estaremos incitados a no atender, a no corresponder, a no comprender, sino a permitir que el otro termine la charla.
¿Se comprende lo que estoy intentando enseñar ahora?
Me encantaría saber cómo lo entiendes, para lo cual es necesario que me retroalimentes con tus comentarios en la zona dedicada para ello, aquí debajo del texto.

Además de lo anterior, cuando está en uso el verbo “ceder”, estaríamos incurriendo en otro error comunicacional, y probablemente a cargo del EGO.
Pues nos vemos en la posición de poder, aquel que cede a quien no está a cargo.
Como si dependiera de nosotros esa concesión y no brotara naturalmente del desarrollo de nuestra charla.
Entonces, no usurpemos el poder que no tenemos, no juguemos a tener el control que nos es esquivo.
Mejor estemos plenamente involucrados en el proceso de comunicación auténtica, convirtiendo ese espacio de intercambio en uno de crecimiento, de construcción activa de SHALOM.
Es de esta forma que los involucrados se ejercitan en su real poder, lo descubren en conjunto, lo aplican para el beneficio no egoísta.
¡Todo lo contrario a cuando somos manejados por las imposturas del EGO!

Recuerda, el EGO busca (no es un ser, ni una inteligencia, ni un demonio, es una zona de nuestro sistema nervioso así como una “personalidad” que hemos ido creando) mantenernos en sentimiento de impotencia, para de esa manera someternos.
Podemos sentirnos impotentes por estar en un estado de tal.
O por creernos en control de aquello que no controlamos, por lo cual tarde o temprano nos toparemos con la maciza muralla que nos demuestre nuestra tremenda debilidad.
Por ello, abstenernos la máximo de emplear las herramientas del EGO cuando éstas no son las indicadas es una demostración de fortaleza, salud y bienestar.

Nuevamente te pido que compartas tu comentario, así puedo recibir un feedback que me ayude a seguir difundiendo estas enseñanzas.
Además, agradezco que las compartas en tus redes sociales, sean las online o las del mundo “real”.
Y si tienes ganas y posibilidad, colabora también económicamente con nosotros para que podamos seguir dedicando tanto tiempo, energía, esfuerzo, dedicación a esta sagrada tarea de despertar conciencias para ser mejores socios del Gran Socio.

Hasta luego.

¿Arde París?

Noviembre 13, 2015; un viernes 13 en París, Francia.
Ocho islamistas fallecieron a manos de la polícia francesa, debieron titular CNN, TVE, AFP, BBC y todos los otros agresores de los medios desinformativos; pero no lo hicieron.

Allí sí parece que les dolió la masacre de gente inocente. ¿Doler? Bueno, supongo que no realmente. Más bien les interesó atraer la atención de otra forma.
Cuando, los asesinos islamistas, enraizados en su fanatismo islámico y amparados por el seudo progresismo, nuevamente se llevaron de este mundo a gente falta de culpa. Con ello asesinaron buenas personas, diezmaron familias enteras, pero también perpetraron un atentado a la sociedad en general. No solo la francesa, con sus faltas actuales y pasadas; sino a la humanidad toda.
Pronto surgieron ratas ideológicamente corruptas acusando a los imperialismos, sionistas y tantas otras idioteces.
Así como también ahora gritaron los inútiles políticamente correctos, reclamando justicia para la infame Palestina, como si algo tuviera que ver en el asunto. Es que, en sus mentes pútridas, Israel (bah, los judíos), son culpables de cada desastre que ocurra, y si no hay relación o calamidad, ellos la inventan para seguir violentando al 0,02% de la población mundial (los judíos).

El hecho es que a mí, en lo personal, humildemente, me duelen todos los inocentes que fueron masacrados, individuos, familias, colectivos.
Pero no solo aquellos de París, sino todos los inocentes; caídos a causa de las garras del terrorismo coránico, o por el narcotráfico, o por rencillas políticas, o por el motivo que fuera.
Sí, también aquellos que sobreviven en los países miembros del vasto imperio árabe-musulmán; como los atormentados en Cuba y en Venezuela; como los de Kenia y Nigeria; como los del Tíbet; como los de México y Colombia; como los de Israel que a diario están expuestos a la maldad genocida del islamismo y sus compinches de turno.

Todos ellos me duelen, pero más me duelen mis hermanos en Israel y fuera de ella.
Aunque del resto las redes sociales y los medios masivos no hablan; porque no vende, porque no forma parte del plan del seudo progresismo en su afán por congraciarse con la bestia del alfanje.

¿Arde París?
Es una fogata más en la gran hoguera que el imperio árabe-musulmán y sus cómplices seudo progresistas encendieron y mantienen ardiendo proponiendo la extinción total.

¿La respuesta?
Construir SHALOM con acciones de bondad y justicia. A veces la medida de la justicia debe prevalecer en toda su enormidad, erradicando el mal hasta su propia raíz; así se permite a la bondad florecer en plenitud.

Haciendo valer la relación

Atiende cuando hablen contigo.
El otro y su mensaje debiera ser tu foco de atención en ese momento.
No estar pensando en qué responderle, mucho menos cómo rebatirle, y aún menos que decir para tener la última palabra.
Tampoco es prudente interrumpir, a no ser que la catarata verbal del otro parezca interminable y se convierta en una falta de respeto hacia ti estar soportándola. Porque, una cosa es ser comprensivo y amable, otra permitir que abusen de tu tiempo, tu confianza, tu conocimiento, tu presencia o lo que sea.
Seguramente que si el otro actúa de esta manera tendrá sus motivos, ya que algo causa lo que acontece, pero no sé si te corresponde a tu indagar en ello o permitir que se extralimiten en tu bondad.
Mejor te concentras para captar sus palabras, para comprenderlas, para ubicarlas en su contextos y para preguntar amablemente si te quedan dudas.

El contexto del mensaje incluye aquello no verbal que lo acompaña, que suele tener una importancia fundamental, incluso más que las propias palabras expresadas.
Sus gestos, sus miradas, sus silencios, la entonación, la postura corporal, todo ello forma parte del acto comunicativo.

Pero, así también es de tu parte.
Tus muecas, desinterés, tonos, etc. también están manifestando tu atención, tus sentimientos y/o pensamientos.
Así también aquello que expresas verbalmente, por ejemplo si recargas las tintas en la criticonería, o en regaños, o en apesadumbrar y tratar de someter al otro por medio de la manipulación emocional. Mejor controla tu habla, no todo es para ser dicho, así como tampoco todo es para ser callado. Debes evaluar aquello que sirve para la real construcción de SHALOM, que se consigue con obras de bondad y justicia.

Dicho lo anterior, recuerda, no supongas sus intenciones, y si lo haces cerciórate de que no respondes a partir de tu prejuicio.
Mejor es preguntar, pero no a partir de tu suposición, sino para entender, conocer, atraer claridad y encontrar puentes para la comunicación.

Si tú estás realmente PRESENTE para el otro, eres su mejor presente.
Presente que significa regalo.
Presente que significa el único tiempo que tenemos para vivir y compartir.
Sé un presente para tu prójimo.

De esta manera podrás sintonizar con su estado emocional, ya no solamente compartir un código idiomático, sino entrar en una comunión más profunda.
Estarán comunicando auténticamente, en plenitud.
Fortalece al otro, así podrás fortalecerte.

Reino móvil

La tecnología está por doquier, ayudándonos en nuestras cuestiones diarias así como en las infrecuentes.
Pero también a veces es un verdadero obstáculo, sino un pozo sin fin plagado de dramas y problemas.

Por supuesto que los beneficios son amplios y en todas (o casi) las áreas de nuestra vida.
Posa tus ojos en cualquier parte, allí está presente la revolución tecnológica de los últimos años.
De hecho, estás leyendo estas humildes líneas gracias (en parte) a ella.

Sin embargo, han aparecido patologías relacionadas a la tecnología, por ejemplo la “nomofobia”, que es el miedo a estar sin el celular, sea por haberlo olvidado o perdido, o por quedarse sin batería. Sí, es un miedo que se asocia con el de perder objetos considerados valiosos, pero en este caso se siente casi como si estuviera en riesgo la propia existencia.

También existe el “FOMO” (Fear of missing out), que es miedo a no estar al día en las noticias, o peor aún, a ser excluido de las actividades en las que participan los conocidos. Es el miedo antiguo y conocido de estar por fuera del grupo, de ser anónimo, de no participar, pero ahora infinitamente potenciado por estar conectado todo el día y sabiendo hasta el mínimo detalle de las vidas ajenas.

O quizá a ti te ocurra, que sacas el celular para revisar el Facebook, o poner alguna anotación en Instagram, o un mensajito por el Whatsapp, o entrar a la página de noticias o…
Y seguramente también quieres avanzar al siguiente nivel en el jueguito que te ha atrapado y del cual eres adicto.
Los comerciantes se aprovechan, con razón o sin ella, entonces de pronto el móvil además de teléfono es agenda, reloj, guía de rutas, taxista, cámara, dama de compañía, diario, mapa, guía telefónica, tablero de juego, pizarra, oficina, celestina, linterna, calculadora, regla, libro de rezo, y ve tú sumando todo lo que cabe en esa pequeña maravilla.

¿Cuántos están a la mesa pero desconectados de quienes están a su alrededor?
¿Y los que conducen su auto con el celular en la mano, cosa que supongo es ilegal en todas partes?
¿Y los que van caminando sin prestar atención al tránsito porque están muy concentrados en los mensajitos que vuelan por la pantallita?
¿Y los alumnos que se escurren para enviarse respuestas de pruebas recién presentadas por el maestro?
¿Y en el trabajo, desorganizando tu tarea, distrayéndote de tu quehacer, perjurando a tus colegas, patrones, compradores, usuarios, etc.?
¿Y en la cama, robándote tiempo al sueño precioso o a la intimidad de pareja?
¿Y siendo la primera “presencia” al despertar, sea a la mañana o en medio de la madrugada porque te angustias por saber la última ocurrencia en la red social?
Seguramente tienes varios ejemplos más que puedes compartir, porque este efecto se encuentra por todas partes.

Te voy a contar un secreto, podemos descansar de este monstruo adorado.
Se crearon aplicaciones para limitar el uso del celular, o de la conectividad, o de las notificaciones. Si te interesa, puedes buscar que encontrarás. Están las otras, aquellas que te cuantifican el uso y luego te lo presentan para que puedas evaluar cómo has estado usando tu único e irrepetible tiempo de vida.

También, hace mucho más tiempo, se creó el poder de la voluntad.
Ésta quizás sería la mejor herramienta para hacer de la tecnología una aliada y no la causa de tu malestar.

Con tus sentimientos heridos

¿Qué hiere tus sentimientos?
Estoy casi seguro que si analizamos hasta la raíz encontraremos que algo te ha hecho sentir impotente.
Sea el contenido de una frase ofensiva; o el “tonito” con el que fue dicho; o la persona que lo hizo; o el no poder atinar a responder asertivamente; o el saber que el otro está en lo cierto pero te he dejado en evidencia; o una acción de la que te cuesta defenderte; o que alguno ha traspasado los límites de tu confort o seguridad; escoge tú lo que está en la base de tu sentimiento actual.

Pongamos algunos sencillos y cotidianos ejemplos.
La clase que no presta atención al maestro, éste demanda silencio y orden, pero el bullicioso continúa.
El vivillo que sea cuela en la fila y nadie atina a ponerlo en su lugar.
La empleada detrás del mostrador que no atiende al público pues está muy emocionado en su chateo privado.
El jefe que por novena vez en la semana te pide que hagas una tarea que no te corresponde y para empeorar fuera de horario, y no esperes compensación salarial.
Tu pareja que te acusa de vaya a saber que desastre del cual eres totalmente ajeno, pero nadie presta oídos a tus justos reclamos.
El esposo que insulta a su esposa; y/o viceversa.
Por milésima vez uno de los cónyuges propone realizar gastos innecesarios sabiendo que la situación económica de la familia está en pésimas condiciones.
La mujer agobiada por las tareas del hogar que ve a su marido acomodado frente al televisor viendo un aburrido partido de fútbol y a sus hijos cada uno en su jueguito, ninguno es capaz de colaborar con los trabajos de la casa y asumen que es deber y responsabilidad de la buena señora.
La madre que dice cualquier disparate de su hijo a sus amigas, estando el chico presente pero haciendo de cuenta que es sordo o no entiende el idioma.
El muchacho que pasa corriendo, te empuja y todavía tiene tiempo para darse vuelta para insultarte por estorbarle en su camino.
Tu hijita que no entiende tus explicaciones de biología para completar la tarea que deberá entregar mañana en la escuela, y tú le sigues explicando y la niña como si nada.
Tu abuela por enésima vez te reclama que no la visitas, cuando estuviste el fin de semana almorzando en su casa.
Los padres angustiados porque el nene salió a la noche habiendo acordado regresar antes de la 1AM. Ya son las 5, no atiende el celular y los amigos dicen que no saben donde está. Resulta que el nene apagó el teléfono y olvidó por completo avisarles que se quedaba a dormir en casa de un amigo.
El amable ladrón que te demanda gentilmente para que colabores con su salario mensual.
El compañerito abusivo del colegio que sigue maltratándote, así como a otros compañeritos, y nadie hace realmente nada por cambiar la situación.
El padre que grita e insulta a su hijo para “criarlo”, o al menos sentirse con autoridad.
Los ciudadanos de Israel siendo atacados por terroristas y luego doblemente agredidos con los infames y falsos reportes de los medios masivos de desinformación.
Y podría seguir con ejemplos en donde tus sentimientos son heridos.

En todos ellos hay una real o sentida impotencia.
Como hemos enseñado en reiteradas oportunidades, de forma natural se disparan automáticamente las respuestas del EGO: llanto, grito y/o pataleo, y/o cualquiera de sus derivados. Así como también es posible que se manifiesta la reacción pasiva de desconectarse de la realidad.
Que esto sea automática y natural no implica que sea la respuesta adecuada y operativa para cada situación.

A veces es necesario e imprescindible actuar automáticamente, porque es la manera para evitar un daño mayor.
Pero por lo general nuestra respuesta desde el EGO no viene a solucionar nada, sino a aumentar el sufrimiento, distanciarse de las resoluciones constructivos, agrandar los conflictos, hundir en sufrimiento, es decir, nada que aporte a la felicidad, bienestar, libertad, salud.

Entonces, ¿cómo deberíamos responder?
Ante todo, contener la respuesta automática. Ésta se dispara en breves micro segundos luego de percibida la amenaza, sea real o imaginaria.
Si trabajamos en nuestra atención e intención podremos darnos cuenta de que estamos por actuar desde el EGO y tomarnos unos segundos más para evaluar la idoneidad de la respuesta.
Sí, estamos dolidos y enojados; sí, el grito, el insulto, el llanto, el golpe, lo que fuera desde el EGO está por brotar como un poderoso huracán. Sí, en esos primeros instantes el mundo parece detenerse a la espera de que reaccionamos con violencia, para manifestar poder que nos sobreponga al sentimiento de impotencia, o al menos para aullar reclamando atención y que alguien con poder nos atienda y rescate.
Pero, en la gran mayoría de las situaciones está en el autocontrol la respuesta más saludable.
No por ello debemos rechazar nuestro sentimiento de impotencia, por el contrario, es muy importante tomar conciencia de él para luego descubrir qué lo ha provocado, así como aquellos puntos débiles que están en nosotros y nos hacen tan vulnerables a sentirnos impotentes.
Porque si estamos conscientes de nuestras debilidades y queremos mejorar, podremos dar algunos pasos para fortalecernos.
Pero, si solamente reaccionamos automáticamente, como títeres del EGO, llevados por pensamientos primitivos y repetitivos; será muy difícil avanzar en nuestro perfeccionamiento.
Como también es negativo pretender tener la última palabra, ser siempre el que tenga la razón, sentirte en control de todo y todos.

Mantenerse en silencio y no responder desde el EGO.
Pero, al mismo tiempo ejercer el poder necesario para obtener justicia.
Expresar el disgusto, exigir respeto, ubicar las cosas en su lugar, comunicar auténticamente, solicitar la intervención de figuras de autoridad competentes, son algunas de las respuestas que pueden reemplazar el silencio escapista o los gritos desde la impotencia.
Si quieres, puedes orar. Comunicarte sincera y directamente con el Padre Celestial, sin intermediarios. Pero no uses esto como otra forma de escapismo, o como una fórmula mágica para resolver misteriosamente lo que se debe arreglar humanamente.

Recuerda que si respondemos al sentimiento de impotencia con las reacciones del EGO, probablemente estaremos aumentando el conflicto y llenando de más impotencia el sistema.
Por el contrario, si nos decidimos por respuestas saludables, estaremos ejerciendo realmente el poder que disponemos e incluso incrementándolo.

Obviamente no es sencillo dejar de lado la respuesta del EGO.
No será algo que podrás hacer de buenas a primeras ni sin un coste.
Pero luego, si eres constante y detallado en tu tarea, podrás ir observando muy buenos resultados, una mayor energía, más felicidad, comprensión, libertad, disfrute, etc.
Y si te equivocas y caes en los patrones de conducta repetitivos, no por ello deberás enjuiciarte y maltratarte. Solamente reconocer que todavía estás en el camino de perfeccionarte, que es esperable que cometas errores pero que bueno que te has dado cuenta y estás dispuesto a superarlos.

Recuerda, el EGO te ataca desde dentro, por tanto aquello que proviene de fuera tiene solo una parte del poder para lastimarte.

Shlom Bait

Shlom Bait o Shalom Bait, literalmente: “paz hogar”.
Es el hogar en paz.
La paz en el hogar.
Un hogar pacífico.
Pacifismo hogareño.
Una construcción colectiva de shalom.
La armonía que se consigue en el espacio doméstico y que alcanza a cada uno de los integrantes, especialmente los que forman la relación conyugal.
Es el trabajo y atención constantes puestos al servicio de mantener los lazos gratificantes, respetuosos, comunicativos, sensibles, positivos.
Es la tarea de reconciliarnos cuando las cuestiones parecen llevar a la zozobra a la familia.

Encontramos este término en el Talmud (TB Shabat 23b), en el caso de una disyuntiva para un hombre que no cuenta con dinero suficiente para adquirir velas o aceite para cumplir con dos mitzvot diferentes, las luces de Januca y las de Shabat. ¿Qué hacer? ¿Comprará las de Januca, que es una vez al año; o las de Shabat que cada semana son encendidas?
La respuesta del Talmud es adquirir las de Shabat, puesto que su misión principal es brindar la luz que trae SHALOM BAIT, paz al hogar.
Esto no niega la importancia de difundir el milagro a través de las luces de Januca, sin embargo, es prioritario el SHALOM en la familia.
Porque, sin SHALOM, ¿qué es lo que tenemos finalmente?

Como sabemos, la construcción de SHALOM es la tarea esencial y constante de cada persona.
Se consigue por medio de acciones que incluyan la bondad y la justicia, ambas en su adecuada proporción de acuerdo a la circunstancia.
Este requerimiento de construir SHALOM está en boca de profetas de manera habitual, instante a que los leales del Eterno se comporten así.
Sea al pensar, al hablar o al actuar de manera concreta, que cada una de las oportunidades sean aprovechadas para construir SHALOM.
¡Cuánto más en el hogar, con la gente con la que convivimos y que por tanto pudiera resultar frecuentes los roces e inconvenientes!

Es así como debemos ejercitarnos en vivir.
Optando por aquello que construye SHALOM, que trae armonía, completud, felicidad, respeto, poder, crecimiento.
Para lograrlo, entre otras cosas, es importante disfrutar positivamente del momento presente, de todo aquello que nos está permitido y evitando aquello que nos está prohibido.
Dejar los malestares del pasado resueltos, y no solamente borrados o escondidos debajo de excusas o mantos de falso olvido piadoso. Porque, si no logramos ordenar saludablemente los inconvenientes del pasado, de una u otra forma saltarán en el presente y perturbarán la existencia. Por ello, habituémonos a emplear la Comunicación Auténtica, en todo momento.
También es bueno mitigar las ansiedades y temores por el futuro, porque los miedos (que son fantasías de futuras impotencias) solamente sirve para consumir nuestra energía vital de ahora y no ayudan a resolver y ordenar nuestra vida. Mejor dedicarnos a pleno a vivir el presente, con conciencia positiva del pasado y con un compromiso serio y razonable para alcanzar objetivos y metas en el futuro. Porque la vida plena en el presente no significa abandonarse a cualquier clase de “destino”, sino aprovechar realmente el presente en todo lo que aporta y que sirva como escalón hacia el día de mañana.
También es necesario tomar en cuenta los mandatos que el Eterno nos ha indicado para cada uno, sea en lo que a relaciones familiares se refiere como en general, ya que son una guía espiritual virtuosa para promocionar la vida. Muy especialmente se trata de hacer del matrimonio un espacio de santidad, que es conexión espiritual y también cualidad de único, especial y consagrado.

Un dato más a tomar en consideración es aquel de lo personal/privado y lo compartido por la pareja.
Escoge, por favor, en el siguiente diagrama el modelo de pareja que consideras más saludable, tomando en cuenta cuánto están compartiendo, dejando para sí mismos:

El “1” representa a dos desconocidos, no tienen nada en común. Aunque no parezca lógico, hay gente que escoge esta imagen como ideal para su vida conyugal.

El “2” representa gente que tiene apenas un contacto casual, quizás vecinos de condominio con un seco “buenos días” como máximo intercambio; o la cajera del súper que tienes vista mil veces ya, pero de la cual no tienes más información, ni tampoco te interesa. Si bien pudiera parecer extraño, hay gente que elige este modelo de pareja.

El “3” serían compañeros de trabajo, o amigos, un noviazgo incipiente, o gente que están en contacto habitual y un poco más sustancioso que en el “2”. Algunas parejas podrían estar felices y satisfechas con este tipo de conexión superficial, sin embargo, estaría faltando sustancia y consistencia para declarar una relación verdadera.

El “4” sería lo más saludable, ya que a pareja aprende a disfrutar de la vida en conjunto pero también mantener los espacios personales y privados de cada uno. Tienen en común sus relaciones íntimas, proyectos que están en marcha, ideas a concretar en el futuro, hijos, la convivencia, los intereses compartidos, etc. Pero no por ello abandonan su propia identidad, ni a sus amistades, ni hobbies, ni salidas con amigos, etc. Fortalecen a la pareja con lo de dentro y lo de fuera, manteniendo siempre la lealtad, el respeto, la modestia, el cariño, etc.

El “5” es una relación tortuosa, en donde uno ha sido “comido” por el otro, no existe la independencia, ni se encuentran en momento alguno como individuos. Es una relación adecuada para el feto y su madre, o para personas que estén sumamente incapacitadas para la vida adulta independiente. Y sin embargo, hay personas que la eligen como un ideal para su pareja.

El consejo sería encontrar los modos para vivir lo más posible de acuerdo a la figura “4”, cada uno con su vida pero fortificándola con la unidad que forma la pareja.
Es interesante conversar con tu cónyuge y encontrar cuál es la figura que creen que están ambos haciendo y ver si están satisfechos con ello.
Si encuentran que no comparten lo suficiente, estaría bueno encontrar aquello que pueden ir sumando para unirlos aún más

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(Texto originalmente escrito para ser publicado en SERJUDIO.com pero republicado en FULVIDA.com pues contiene interesantes aportes que fortalecen la identidad noájica).