Archivo de la categoría: El consejo diario

El consejo diario 324

Trata de juzgarte favorablemente,
pero no te excuses ni justifiques
para huir de la verdad.

La agresividad,
el orgullo,
la ira,
los celos,
la avaricia,
la codicia,
todas y cada una de las cualidades negativas
provienen de un alma dolida;
de una persona
cuya Luz está bloqueada por sus manchas espirituales,
residuos tóxicos de sus pecados y errores.

Cuando te arrepientas sinceramente
y por tanto
puedas quitar esas máculas de sobre tu alma,
volverás a ser alumbrado por la Luz.

Trata de juzgarte favorablemente,
pero no te excuses ni justifiques
para huir de la verdad.

El consejo diario 323

Trata de juzgar favorablemente al prójimo.

La agresividad,
el orgullo,
la ira,
los celos,
la avaricia,
la codicia,
todas y cada una de las cualidades negativas
provienen de un alma dolida;
de una persona
cuya Luz está bloqueada por sus manchas espirituales,
residuos tóxicos de sus pecados y errores.

Cuando se arrepienta sinceramente
y por tanto
pueda quitar esas máculas de sobre su alma,
volverá a ser alumbrado por la Luz.

Trata de juzgar favorablemente al prójimo.

El consejo diario 321

Agradece al Eterno por cada nueva oportunidad de cumplir con tu parte de la Obra.
(Cada una de ellas.)

AgradeceLe por todo lo que te ha dado.
(Todo, es todo.)

Pide por las necesidades del prójimo y las tuyas, pero sin demandar nada.
(Primero las del prójimo, luego las tuyas.)

Habla con Él, ciertamente siempre te escucha cuando Le hablas.
(Quizás tú no entiendas cuando te responda.
Quizás no te agrade la respuesta.)

El consejo diario 317

La idea no es despojarse de lo corporal, físico, material,
sino
vincularlo con lo trascendente, elevarlo, encontrar la chispa de divinidad contenida en cada elemento del mundo.

La idea tampoco es explorar el placer por sí mismo,
sino
que encontrar el disfrute en cada instante,
el regocijo que nos energiza para fortalecernos en andar en la senda del Eterno.

El consejo diario 316

Gozar de lo permitido es parte de vivir en equilibrio y santidad.

Abstenerse de lo prohibido,
es vivir con el resguardo necesario para no quebrar ese equilibrio ni mancillar la santidad de su existencia.

Levantar murallas protectoras que resguardan su accionar,
aunque limiten en algo su goce de lo permitido,
es parte de reconocer nuestra debilidad a la hora de discernir entre lo que es motivado por el servilismo al EGO de lo que es positivo.