Hay dos formas de vivir el noajismo: Una, cuando lo hacemos motivados por una fuerte certeza, un anhelo constante de responsabilidad, y conciencia que por hacerlo tendremos porción en el Mundo Venidero. Un ejemplo seria aquél noájida que estudia a fondo su identidad espiritual. La segunda forma es cuando nos acostumbramos al noajismo, damos por sentado que somos noájidas y que cumplimos los mandamientos que nos competen de manera rutinaria. Ejemplo, aquel que sabe del noajismo y se conforma con no formar parte de ninguna religión.
Es sencilla la diferencia entre las dos formas: el que se abstiene de formar parte de alguna religión vive el noajismo pasivamente. Y aquel que se esfuerza en conocer a pleno su noajismo, disfruta cada instante al aprender lo que le compete.
Ninguno de nosotros está a salvo de cumplir los mandamientos de manera rutinaria, de caer en la costumbre, en el pasividad. Si pensaramos en el gran honor que implica cumplir un mandato Divino, nos renovariamos diariamente en nuestro compromiso, y nuestra identidad adquiriria un sentido de trascendencia único.
¿Cómo saber si estamos disfrutando el noajismo?
Sencillo. Luego que, por ejemplo, rechazes una invitación de un grupo en el cual se adora al sujeto del madero, date cuenta si en ese mismo instante te dan ganas de ahondar en el estudio del mandamiento de no adorar falsos dioses. De ser así, quiere decir que estás viviendo y disfrutando tu identidad noájida.
Otra manera fiel de saber si estamos viviendo el noajismo a plenitud es nuestra descendencia. Nuestros hijos recibirán lo que les transmitamos, y ellos verán si lo que hacemos es de manera natural o artificial, y en ellos se verán nuestros resultados.
Si cada noájida en su localidad, tiene presente este mensaje, podrá disfrutar de su noajismo al máximo en cada uno de los planos de su vida. Esto lo acercará a la meta, su porción en el Mundo Venidero, ya que cada vez que cumpla con un mandamiento y sus extensiones se acercará más y más a su razón de ser.