¿Te has frustrado porque no todo camina a tu ritmo?
¿Sientes que nada está bien hecho si no es a tu manera?
¿Te has enojado porque no se te ha puesto la atención que tú esperabas?
Existe una historia en el libro de los Reyes, acerca de un hombre llamado Naaman, este hombre era un poderoso general del ejercito sirio, pero era leproso. Una muchacha que tenía a su servicio, le aconsejó que fuera a ver al profeta Eliseo, para que pidiera al Eterno por la sanación de su lepra.
Naaman entonces se dirigió al rey de Siria, para que le diera cartas de recomendación para el rey de Israel. Luego se proveyó de oro, plata y vestidos para pagar por su sanación. Se dirigió hacia el rey de Israel y le entregó las cartas de parte del rey de Siria, el rey de Israel, al leer se enojó mucho, pues el rey de Siria le decía que le mandaba a su general para que lo sanara de su lepra.
El profeta Eliseo entonces pidió al rey que le enviara al sirio, cuando Naaman llegó al lugar donde habitaba el profeta, descendió de su carro y se paró a la puerta, pero el profeta le envió un mensajero para que le dijera que se sumergiera 7 veces en el río Jordán y con esto seria limpio de su lepra. El general se fue muy molesto, pues pensaba que el profeta se pondría de pie frente a él y después de invocar el nombre de el Eterno su D-os, lo tocaría y de este modo seria limpio de su lepra, pues en su opinión en Siria existían mejores ríos, aunado a esto que el Profeta no salió en persona a recibirlo.
Pero los hombres que estaban a su servicio lo convencieron de que hiciera lo que el profeta le había mandado, pues era una cosa muy simple, así que fue al río Jordán y se sumergió como se le había dicho y fue limpio, entonces regreso a ver al profeta, para pagarle por la sanación, pero el profeta no quiso aceptar pago alguno, y lo envió en paz.
Pero el criado del Profeta siguió a Naaman le pidió vestidos en nombre de su señor, y los escondió. Cuando el secretario llegó a presencia del Profeta, éste le preguntó de donde venia. El secretario dijo que no había ido a ninguna parte. Pero el Profeta le dijo que el sabia todo lo que había hecho, y la lepra de le pegó a él, ese seria su castigo por sus hechos.
¿Pero por qué te cuento esta historia?,
Porque muchas veces actuamos como Naaman, creyendo que somos muy importantes, que merecemos la principal atención, que nuestro problema es más grande por lo cual requiere de ser atendido por alguien muy importante, y como nosotros queremos, a la hora que queremos, del modo que a nosotros nos parezca mejor. Si las cosas no resultan así nos molestamos y hasta maldecimos.
Recuerda que el mundo no gira en torno a ti, que siempre existirán problemas más grandes y más pequeños que el tuyo, personas más grandes y más pequeñas que tú, en todos los sentidos, física, moral, intelectual, laboral, espiritual, etc.
Pero existen muchos (pastores, falsos rabinos de los mesiánicos, clérigos de religiones, predicadores, etc.) que valiéndose de la ignorancia de la gente, quieren sacar ventaja, exigiendo pago por los beneficios que El Eterno concedió.
Estos al igual que el criado de el profeta, llevarán las culpas de aquellos a quien engañaron.
Espero que esta reflexión, sea de beneficio en tu vida y tengas en tu vida, SHALOM.