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Tiempo plenamente presente

Si no dejas de estar pendiente del pasado,
¿cómo esperas atender y aprovechar las oportunidades del presente?

Si tus brazos cargan con culpas e iras del pasado,
¿cómo quieres abrazar las bendiciones y beneficios que están lloviendo para ti en el presente?

Si tu corazón se angustia por fantasías del futuro,
¿cómo pretendes tener calma y satisfacción en este sagrado e irrepetible aquí y ahora?

Si no es ahora,
¿cuándo?

Un pasito

¡Por fin, ya era hora!
Tomaste conciencia de que era momento de hacer el gran cambio, para mejorar, por supuesto.
Incluso pasaste ese bloqueo que hay entre lo mental y lo emocional, todo tú estás dispuesto a dar ese pasito que te separa de sentirte y estar mejor.
Solo falta un pequeño detalle, dar el pasito.
Y entonces, como de alguna parte misteriosa surge esa voz, supongo que ya la tienes oída, que te susurra o te ladra sugerencias para quedarte en tu cómoda (¿?) celdita mental, para no apurarte en dejar la zonita de confort, y la escuchas y entonces… entonces…

Te preguntas y dudas si estarás tomando la decisión correcta.
Porque siempre que abres una puerta y pasas al otro lado, estás dejando otras cosas.
¿Será esto lo mejor?
¿No habría que haber esperado un poquito más?
¿Y si en verdad esto que parece tan buena opción no deja de ser una ilusión, y en lugar de ascender me caigo al precipicio horrible?
Ahí ya estamos previendo los aspectos negativos de nuestra elección, los vemos asomarse y nos detenemos llenos de miedos.
Entonces, paralizarse parece ser la mejor alternativa… ¿no?
Porque… ¡más vale malo conocido que bueno por conocer! dicen las doñas del barrio y se quedan en el fango hasta que se hunden sin remedio.

Tal vez, si no optamos por nada, si no cambiamos, seguiremos con montón de oportunidades de las cuales escoger.
Así que, en lugar de cambiar, parece más beneficioso estar quietos, mirando la vida pasar, soñando con cambiar, imaginando una vida que pudiera ser mejor, pero sin hacer nada realmente para alcanzar el paraíso.
Porque, si no tomamos ningún camino al mantenernos en la encrucijada, seguramente que seguiremos teniendo opciones al alcance indefinidamente… ¿no? ¡NO! Las cosas se desgastan, las oportunidades se esfuman, de tanta estrechez de acción y fantasía al vuelo nos vamos encogiendo, la vida va tomando decisiones sin consultarnos y finalmente hemos perdido el tiempo, la energía, la oportunidad sagrada de estar mejor.
Por pretender controlar todo, perdemos todo.
Por soñar con las opciones, nos quedamos vacíos.

La gente también pasa, bueno… algunos se quedan como nosotros, indecisos, temerosos, idealizando el mal, esperando la magia que suceda, inventando excusas, viviendo de pretextos… y así estamos, enmohecidos, amargados, confundidos, detenidos, en la zonita de confort pero con muy poca confortabilidad.
En tanto, envejecemos y nos vamos arrugando, el mundo escoge aunque nosotros no lo hagamos… pero en verdad, cuando elegimos no dar el paso para cambiar, ya elegimos… ¿te das cuenta?

Entonces, ya estás a un segundo de dejar todo de lado, abandonarlo como haces siempre, pero de repente sientes como un impulso irrefrenable para cambiar… hasta que te das cuenta de que no conoces la nueva realidad, que habrán cosas que desconoces, que no tienes idea de hacia dónde ir realmente.
¿Cómo hacer si pasa esto o aquello?
¿Cuál será el paso siguiente al primer paso?
¡Cuánta ansiedad!
Entonces, dejemos las cosas como están que de alguna forma misteriosa se resolverán, porque… el tiempo todo lo sana… ¿no? ¡NO!
Y así hay ira, enojo, amargura, culpa, se echan culpas, se buscan culpables, se suma violencia y represión de la misma.
O te hundes en la inconsciencia, te haces adicto, te mareas con cosas cretinas, cada uno tiene su mecanismos para mentirse.

Ok, ya lo sabemos.
¿Entonces?
Yo no puedo dar el paso por ti, ni tú por mí.

Tú cuentas, ¡y mucho!

Alrededor de noventa y tres mil millones de años luz es la extensión del universo, según conocemos actualmente (https://es.wikipedia.org/wiki/Universo#cite_note-2).
Te aseguro que ni tú ni yo nos hacemos realmente a la idea de lo que es significa y representa.
Podemos mencionar la frase, escribir sus ceritos uno detrás del otro, creer que estamos conscientes de su magnitud, pero en verdad no está en nosotros siquiera acercarnos a imaginarnos su impactante enormidad.
Es que, por más millas que tengas recorridas, por más países que conozcas, por más ríos que hayas navegado, por más aventuras extremas que sumes a tu agenda, nunca, jamás de los jamases te aproximarás siquiera a una minúscula porción de lo que esa distancia representa.
Distancia medida en años luz, por lo cual, también nos está hablando de la tremenda antigüedad del universo, hasta hoy sabemos que tiene cerca de 15.000.000.000 de años.
Cifras astronómicas, siderales, inconmensurables, imposibles de presentificar en nuestra experiencia.

Y por encima de toda esa gigantez, excediendo infinitamente su enormidad, inconmensurablemente más inimaginable es el Eterno Elohim.
¿No te parece pedantería y tontera bravucona los que te dicen hablar en nombre de Él, cuando ni siquiera tienen la mínima idea de las cosas más simples y fáciles que Él ha ordenado seguir?
¿No consideras petulante, absurdo, blasfemo, pecaminoso los que pretenden controlarLo por medio de pactitos, recitos, decretitos?

Por otra parte, en toda esa monumental realidad que supera cualquiera imaginación, Él te puso aquí y ahora.
Él te dio vida.
Él te sostiene.
Él se ocupó de darte mandamientos de vida, para que vivas aquí y ahora así como en la eternidad.
Tienes los Siete Mandamientos si eres gentil; tienes los que te corresponden de los 613 si eres judío.
Esa es tu nutrición y la senda de eternidad.
Entonces, ¡eres importante! ¡Eres valioso! De todo el gigantesco universo tiempo/espacio, Dios quiso que existieras y que participaras como Su socio para traer SHALOM al universo.

Por ello, no subestimes tu lugar, tu importancia.
Construye SHALOM, aquí y ahora, a pleno, por medio de acciones de bondad y justicia.

En este momento la santa nación de Israel está en riesgo por el enemigo sádico, malvado, odioso. El imperialismo árabe-musulmán a través de sus fuerzas colonizadoras que se hacen llamar “palestinos” están abocados a destruir el Estado laico de Israel, hogar milenario y actual de la nación judía. También tienen en sus planes conquistar el resto del mundo y decapitar a los “infieles” o convertirlos a su tortuosa fe por medio de cualquier acto violento que se les ocurra.
Sus lacayos que se presentan “progresistas”, así como todos los que se dejan comprar por el inmenso poderío económico del imperialismo árabe-musulmán, son cómplices.
Participan también los medios de DESinformación que omiten la verdad, silencian los hechos, presentan mentiras como verdades, cuentan lo que les conviene, entre otras arbitrariedades asesinas y genocidas.
En este terrible momento, ¿qué puedes hacer tú para ayudar a establecer el SHALOM allí y en todas partes?
¿Cómo demostrarás tu rol magnífico de hijo del Señor?

El arte de preguntar y la ciencia de responder

Muchas de nuestras lecciones han sido acerca de la importancia del preguntar.
Lo seguimos sosteniendo, es imprescindible aprender a preguntar.
Hacerlo con profundidad, sin por ello ahogarse en complejidades innecesarias.
Evidenciar el anhelo por conocer a través de sinceras interrogantes.
No paralizarse ante la fascinación de lo que se cree.
Atreverse a avanzar allí en donde solo se ve una muralla infranqueable.
No quedarse con las “verdades” que son tales solamente por haber sido repetidas innumerables veces.
Preguntar y volver a hacerlo, sin timidez, sin agresión, simplemente deseando aprender.
Des-correr los velos para que atraviese la luz de la sabiduría, por intermedio de la herramienta poderosa de la pregunta.
Sí, es altamente necesario aprender a preguntar, entrenarse en ello, intentar variaciones creativas que intensifiquen la habilidad investigativa.

Pero luego, no basta con quedarse satisfecho consigo mismo, a causa del ingenio demostrado.
Es tiempo de hacer una pausa silenciosa y dejar que las respuestas emerjan, a su debido tiempo, en su apropiado compás.
Que florezca el entendimiento, o se aproveche para reiniciar el trabajo de investigación, pero sin apurar el momento.
Atender, con atención sincera.
Admitir lo que  se obtiene, aunque no se esté de acuerdo ni se comparta, sin embargo admitir que esa es la respuesta recibida.
Luego, ya veremos de continuar analizando, de diseccionar para luego reensamblar, de mantenernos alertas construyendo conocimiento.

Y recuerda, ser simple incluso en los temas complejos. Ser concreto, para no desviarse inútilmente. Ser claro, para evitar confusiones. Estar atento al feedback, e incluso provocarlo para confirmar la recepción. Ser humilde, en su real sentido. Ser agradecido. Evitar las agresiones. Ser respetuoso.

Porque al final, todo esto debe ser parte del instrumental del constructor de SHALOM.

Noaj 5776-“Safá”, ¿idioma o al límite?

Dos son los relatos famosos de esta parashá: el Diluvio universal y la confusión de las ideas en la Torre de Babel.
Probablemente no conocemos exactamente los detalles de ambas historias e ignoramos la vastísima literatura de antiguos sabios y reconocidos exégetas al respecto; aunque son narraciones que forman parte de la memoria colectiva e identidad de las naciones.

En ambas encontramos algunas cuestiones en común, como por ejemplo, personas que creían controlar lo que en verdad no dominaban (ni podían o debían hacerlo) y por ello terminaron destruyendo sus vidas, las de otros, el entorno.
En la base de esta conducta estaba la rebelión contra Dios, de modo más o menos manifiesto, con excusas mejor elaboradas o abiertamente torpes; cada uno a su nivel destilaba desprecio hacia Dios. Por ello, faltaban a las reglas que Él había ordenado a Adam y sus descendientes; y que tras del Diluvio Elohim reiteró a Noaj y a todos sus sucesores. Mandamientos que están actualmente vigentes y conforman el llamado Pacto Noájico, o de las Naciones, que se suele simbolizar con el arcoíris. Siete mandamientos simples, pero al mismo tiempo profundos y trascendentes, que permiten llevar una vida armónica al ser orientada por la ética de origen espiritual. Son claves para la conexión con Dios y el prójimo y, por tanto, con uno mismo.
Esto era lo que rechazaban, por estar consumidos por el egoísmo, la pedantería, fantasías de grandeza y finalmente la nada.

Pero también hay puntos en las dos historias que son esencialmente diferentes.
La gente antediluviana se comportaba con violencia constante: robaban, mentían, agredían, asesinaban, calumniaban, eran inmorales, servían a ídolos, maldecían a Dios, corrompieron la justicia, en resumen un caos tremendo y sin indicio de que fuera a mejorar. Por sus acciones el ecosistema llegó a un extremo del cual no pudo recuperarse “por las buenas”, solamente un desastre de proporciones inimaginables equilibró la situación.

En la época de la construcción de la Torre las relaciones humanas eran por completo diferentes, porque tras mucho sufrimiento se forzaron a abstenerse de emplear la violencia. Se horrorizaban por la controversia, al punto que entre ellos se obligaban a sentir, creer, pensar de forma monolítica, sin admitir divergencias que fisuran la aparente unidad. Las ideas y las acciones siempre estaban subordinados al capricho de su líder, el astuto y violento emperador Nimrod, quien fue el creador de la primera religión organizada de la humanidad. Él gobernaba con mano de ardiente metal y demandaba obediencia ciega a sus deseos en rebeldía directa al Eterno. Detrás de tanta organización y máscaras de paz, abundaba el materialismo exagerado, el enojo, la ira, la violencia, que no tardaron en manifestarse en burlas, apatía, fanatismos y otras conductas que no mencionaremos ahora. Su catástrofe no fue otro cataclismo natural, sino la separación emocional e incomprensión entre los hombres. Las consecuencias de sus actos las seguimos sufriendo todavía.

¿Qué podemos aprender de todo lo que hemos expuesto aquí?

Salidos del paraíso

«Tomó, pues, el Eterno Elohim al humano y lo puso en el jardín de Edén, para que lo trabajase y lo guardase.
Y el Eterno Elohim mandó al humano diciendo: ‘Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, ciertamente morirás.’
Dijo además el Eterno Elohim: ‘No es bueno que el humano esté solo; le haré una ayuda idónea.’
El Eterno Elohim, pues, formó de la tierra todos los animales del campo y todas las aves del cielo, y los trajo al hombre para ver cómo los llamaría. Lo que el humano llamó a los animales, ése es su nombre.
El humano puso nombres a todo el ganado, a las aves del cielo y a todos los animales del campo. Pero para Adam / Adán no halló ayuda que le fuera idónea.
Entonces el Eterno Elohim hizo que sobre el humano cayera un sueño profundo; y mientras dormía, tomó uno de sus costados y cerró la carne en su lugar.
Y del costado que el Eterno Elohim tomó del hombre, hizo una mujer y la trajo al hombre.»
(Bereshit / Génesis 2:15-22)

Dios dio los árboles del huerto del Edén para alimentación del humano, aunque le prohibió comer del árbol del conocimiento, del bien y del mal.
Había comida “kosher”, apta, permitida, lícita para el humano y otra que no lo era. Lo prohibido para él, quizás serviría para alimento de otro ser vivo, pero para el hombre no era admisible servirse de ese producto no kosher, porque esa era Voluntad de Dios.
¿Por qué?
Porque esa era la Voluntad del Eterno.

Dios anunció que no es bueno que el humano esté solo, sino que precisa vivir acompañado por la persona que es idónea, que es aquella que funge como contraparte efectiva.
Había a su alrededor multitud de otros seres vivos, de variadas formas y colores, atractivos o repulsivos, amistosos o lo contrario; ninguno de ellos era el adecuado para ser su pareja.
Estaban por fuera de su límite permitido, en lo que a relación “romántica” (en todo su amplio espectro) se refiere. El humano podía estudiar las especies vivas, hacer uso de ellas, darles finalidades que le fueran provechosas y no lastimaran innecesariamente el ecosistema, pero… no, esos seres vivos no eran kosher para ser su pareja.
Había una que era la adecuada, aquella que lo completaba como persona, esa que podía ser vivida como “mi media naranja”. No como una cuestión mística o mágica, sin rocambolescos cuentos cabalísticos o cabalisteros, sino simplemente porque hacía surgir en cada uno de los dos lazos de unión con el otro, les brotaban ideas y sentimientos únicos que los vinculaban con ese otro especial.

Sí, al menos estas dos funciones vitales de toda especie estaban contemplados por el Eterno en este párrafo.
Al rato, cuando comieron lo que no debían (¿seguro que fue asi?), huyeron de su responsabilidad, inventaron excusas, faltaron a la verdad, fueron indolentes en sus obligaciones, no comunicaron auténticamente con el Eterno Elohim, y otras cositas más, debieron hacerse cargo de las consecuencias de sus actos:

«A la mujer dijo: -Muchísimo sufrirás en el embarazo; con dolor parirás hijos. A tu hombre será tu deseo y por esto él te dominará.
Y al hombre dijo: -Porque obedeciste la voz de tu mujer y comiste del árbol del que te mandé diciendo: ‘No comas de él’, sea maldita la tierra por tu causa. Con dolor comerás de ella todos los días de tu vida; espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.
Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado. Porque polvo eres y al polvo volverás.»
(Bereshit / Génesis 3:16-19)

Aquello que era idílico, propio del paraíso, se corrompió.
Ya la relación especial con la pareja estaba teñida por otras cuestiones, donde entraban a jugar pulseadas de poder, jugarretas manipulativas, dolor, angustia, soledad, dudas, indecisión, pérdidas, entre otras cosas no tan maravillosas.
Y el comer ya tampoco sería sencillo, armonioso, saludable, agradable y otro montón de cosas negativas en torno a la satisfacción de esta necesidad básica.

Entonces, ¿qué aprendes para tu vida cotidiana de esa lección?

La fruta no cae lejos del árbol, ¿o sí?

¿No es cierto que Adam, más precisamente el primer varón de la especie humana, pecó porque ingirió del fruto prohibido que el Eterno le había ordenado de él no comer?
Seguro que afirmaremos rápidamente que sí, y está bien, de acuerdo a lo que generalmente conocemos y compartimos.
Pero hoy, hagamos una excepción a la repetición automática de lemas que hemos incorporado, y dediquémonos a leer con atención una pequeña partecita.
¿Me acompañas?
Vamos pues:

«Y el Eterno Elohim mandó al humano diciendo: ‘Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, ciertamente morirás.»
(Bereshit / Génesis 2:16-17)

Pues, tal parece que no es “el Eterno” quien ordena algo aquí, sino “el Eterno Elohim”.
Claro, es el mismo Uno y Único Dios, aquel que se manifestó en Sinaí, liberó a Israel de la esclavitud, etc. Aquel que es Uno y Único, indivisible, sin partes, sin cuerpo, que no nace ni muere, por completo inimaginable y al mismo tiempo cercano a más no poder.
Pero, su actuación en este párrafo está cargo de su faceta “el Eterno Elohim”.
No me extiendo más, quien comprende no precisa extra información; quien no comprende, no será alumbrado ahora.
Igualmente, si usamos el Eterno, ok… sabemos de Quien estamos hablando.

Tal parece que Dios no prohibió ningún fruto aquí, sino que literalmente indica que lo prohibido es ese árbol en particular. Relee por favor. ¿Tú vez que diga algo de no comer del fruto del árbol, o dice exactamente que no se coma del árbol? Vamos, se exacto y preciso en tu lectura.
Entonces, corrijamos la idea de que era el “fruto prohibido”, pues no es del todo correcto, ya que el prohibido era el árbol del conocimiento, del bien y del mal.
Claro, igualmente seguiremos usando la conocida fórmula “el fruto prohibido”, pero ahora tendremos quizás un poquito de consciencia de que no estamos siendo del todo exactos y precisos con el texto en su literalidad.
(De paso, probablemente seguiremos imaginando erróneamente que era una manzana, tal como el mito cristiano se introdujo en nuestro relato… bueno… no, no era una manzana…).

Pero, ¿entonces, pecó el hombre al comer del fruto?
¡Qué buena pregunta!
A la que no responderé ahora, sino que simplemente te pediré que veamos si el hombre fue castigado por esta acción:

«Y al hombre dijo: -Porque obedeciste la voz de tu mujer y comiste del árbol del que te mandé diciendo: ‘No comas de él’, sea maldita la tierra por tu causa. Con dolor comerás de ella todos los días de tu vida; espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado. Porque polvo eres y al polvo volverás.»
(Bereshit / Génesis 3:17-19)

La maldición no la recibió el hombre, sino la tierra.
Como consecuencia de esta maldición (que fue breve, por un determinado lapso de tiempo y no una condena eterna), Adam tuvo dificultades para obtener su alimento de ella.
Pero, no fue el hombre castigado por su acción.
Aunque, prestemos nuevamente atención a lo escrito… ¿dice que fue por comer del fruto o por hacer caso a la voz de su mujer cuando lo incitó a comer del árbol?

Ahora, ¿podrías decirme qué pudimos aprender para nuestra vida cotidiana de esta pequeña clase (en gran parte basada en las lecciones del Or haJaim)?

Rey y Madre

Elohim creó el universo, TODO lo que existe, existió y existirá.

Es sencillo decirlo, hasta podemos imaginarlo; pero, cuando nos ponemos realmente a reflexionar en la frase y medir su enormidad sin límites, porque conocemos de ciencia y estamos conscientes de que es impresionante sin palabras; más y más podemos caer en la incredulidad o en la absoluta fascinación en el Eterno.

La Torá nos brinda en pocas líneas una descripción (no histórica ni científica) del proceso de creación, ¡vaya uno a saber el motivo para esta narración!
El hecho es que nos incluye en esta majestuosa realidad que nos estremece por sus detalles, sus gigantes proporciones, su infinita capacidad de maravillarnos. Y cuanto más estudiamos, más sorpresas encontramos.

Pero, de repente en el segundo capítulo del libro Bereshit/Génesis la cosa cambia.
Vemos al Eterno Elohim ocupándose de que el ser humano no se angustie por la soledad, por lo cual le procura una pareja acorde. Y además, se ocupa el Eterno Elohim en la adecuada alimentación del humano, permitiéndole lo permitido y prohibiéndole lo prohibido.
¿Cómo comprenderlo, el Rey majestuoso en poder pasa de un capítulo al siguiente a ser una Madre atenta al bienestar de Sus hijos?
Hay varias respuestas posibles, una podría ser la tuya que con gusto leeré y quizás comentaré si la compartes en la zona de comentarios aquí debajo.

Dar <-> recibir

Los niños pequeños se comportan bajo el principio de recibir para recibir, sin más variaciones que las que les impone su egoísmo natural.

Cuando crecen un poco, aprenden y se dan cuenta de que tienen una ventaja si cambian su modalidad de relacionamiento, por ello pasan a dar con la intención de recibir a cambio.

Luego, ya siendo jóvenes brota la típica rebelión contra el sistema de los adultos, cosa que es saludable siempre y cuando esté dentro de sus límites; por ello se impulsan a dar por el mero hecho de dar; con una total irresponsabilidad por su bienestar, la justicia o lo que es la verdadera bondad. Pero, su inexperiencia sumada a la necesidad de encontrar su lugar e identidad nos lleva a pensar y hacer cosas que con otra cabeza y edad no solemos aceptar.
(Observación: solamente el Eterno es capaz de dar siempre, sin recibir nada. El motivo es obvio, pero a veces lo olvidamos y nos desvivimos por agradar, satisfacer, complacer, ayudar, hacer por otros mientras nos vamos desgastando, agonizando, malogrando en esa conducta lesiva para uno y el otro).

Por último, si las cosas van bien, se pasa a la siguiente modalidad, cuando se comprende que la bondad debe ser acompañada por la justicia, siempre. Por lo cual uno recibe para dar. Midiendo con la mayor objetividad las necesidades, posibilidades, dificultades, etc. De este modo se actúa construyendo SHALOM.

Por supuesto que esta cuatro fases también representan puntos de anclaje, pues hay gente de cualquier edad que se comporta de cualquiera de las cuatro maneras.
Vemos gente “grande” actuando patéticamente como niñitos, avariciosamente como jovencitos, revoltosamente como adolescentes y adecuadamente como adultos. Así, con todas las variaciones posibles.

Y tú, ¿estás en la fase acorde a tu edad?
¿Estás siendo socio del Eterno en la construcción de SHALOM?

Quejas y acción

Tal vez lloras y te quejas por no estar donde crees que deberías estar,
tener lo que deberías tener,
estar con quien deberías estar,
poseer lo que deberías poseer,
etc.

Ok, es un hecho, sí, no estás ahí, no tienes, no posees, etc.… ok, ya está, ya lo sabemos… ¿y ahora?

Enfócate en el aquí y ahora, visualiza tu SHEM (nombre, pero también finalidad y a veces también sentido) y da un paso en esa dirección.
Luego, ya veremos cuál será el siguiente paso, lo relevante es dejar la reacción impotente para dedicarte a construir un mejor presente.