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El ancla que nos lleva a la deriva

El EGO en su función primaria sirve para anclarnos a la realidad.
Para el recién nacido, para la persona en real estado de impotencia, el EGO sirve para llamar al atención y que se nos provea de lo necesario para satisfacer verdaderas necesidades, las cuales no estamos capacitados por nosotros mismos para satisfacer.
Sin EGO, difícilmente podríamos sobrevivir.

Es así nuestro primer salvador, totalmente natural y automático, elemento de nuestra presencia biológica.
El problema está en cuando se mantiene activado y en actividad en aquellas situaciones en las cuales no somos impotentes, pero nos sentimos así.
Recurrimos al servicio del EGO en lugar de hacer lo que nos corresponde.
Por pereza dejamos que el EGO nos domine, nos mantenga en estado de impotencia cuando solamente lo que tenemos es un sentimiento de no poder.

El otro problema está en que formamos el hábito, por la repetición abundante de las conductas egoicas, de llamar la atención con modales poco “civilizados”. Gritamos, pataleamos, lloramos, manipulamos para obtener la atención que nos provea de la satisfacción a nuestras necesidades (sean físicas, emocionales, sociales o mentales).

Y estamos desesperados por recibir, por obtener del mundo, por seguir siendo cuidados por madres todopoderosas (a los que solemos llamar dioses, ángeles, gurús, maestros ascendidos, etc.).
Porque es el EGO quien nos mantiene esclavizados, en impotencia, en fracaso pero delirando con que tenemos poderes sobrenaturales.
Como los niños esperando por sus mayores que les brinden lo que precisan.

Entonces, aquello que debe dispararse para cuidarnos y brindarnos auxilio, de pronto nos deja en situaciones de vergüenza, indefensión, cobardía, bravuconería, incomunicación, malestar, angustia, ira, reproches, malestar por doquier.
Es que, permitimos que el último de los siervos se transforme en el primero de los reyes.

Y no, el rey no debe ser el EGO. Ni su cargo es de el administrador, ni gerente, ni cadete, ni oficinista, sino solamente el encargado de los sistemas de alerta para llamar la atención en caso de real impotencia.
¡Qué mal nos va con el EGO dirigiendo esta empresa llamada “YO”!

Así, el EGO que nos sirve para anclarnos a la realidad termina llevándolos fuera de ella.
Construye una celdita mental, debilucha, sin barrotes fuertes, sin cerradura, y nos encerramos allí.
Somos prisioneros es esa pequeña celdita.
Con miedos y enojos, nos apartamos del mundo creando un mundo alternativo, que en apariencia es un refugio, pero en verdad es un asilo demencial.
Nos resistimos al cambio, porque lo llenamos de miedo, porque nos obliga a alterar el reinado del EGO al cual estamos acostumbrados/habituados.
Y, aunque no parezca, en verdad sí estamos cambiando, pero para peor, porque el ciclo tóxico se sigue cumpliendo. Las tenazas del EGO se aprietan más. Los miedos nos paralizan con mayor frecuencia y debilidad. Tanto huimos del cambio para no darnos cuenta de que estamos cambiando para empeorar.

¿La solución?
Tomar conciencia de esta realidad y luego…

Salud y bienestar

La NESHAMÁ, nuestro espíritu, nuestro Yo Esencial, es aquello que permanece, que no cambia, que no se modifica. Es nuestra identidad original, perfecta, eterna. Es paz, es bienestar, es conocimiento, es conexión, es LUZ.
Pero está detrás de un velo impuesto por nuestro Creador, tal como la cortina en el Templo que separa el Santo de los Santos del resto del Templo y del mundo.
Además, queda más oculto aún a causa de la suma del barullo e incomprensión provocada por nuestra agitada vida mundana.
Está bien, así es como somos creados, así debemos vivir.

Por su parte, nuestra identidad más superficial y pasajera, la que denominamos Yo Vivido se nos presenta como nuestra personalidad, siendo que es meramente un traje que estamos usando y que vamos modificando a voluntad o imperceptiblemente.
Es un caos que organizamos como podemos, está en medio del incesante flujo indetenible e inasible el mundo, sometido a constante cambio.

Nos guarecemos en la imaginación de ser estables, de ser una identidad inalterable, pero no lo somos. Es nuestro refugio aparente en medio de la tormenta real.
Sin embargo, esta creída estabilidad nos brinda confianza, seguridad, posibilidad de trabajar con nosotros mismos y el entorno de cierta forma medida y saludable.
Es una necesidad, y está bien que usemos estas máscaras para de esa forma no dejarnos arrastrar por el caos y la desesperación.

Pero mucho mejor sería encontrar las máscaras que estén en armonía con esa identidad real pero desconocida de nuestra NESHAMÁ.
Porque entonces, las máscaras no estarían en conflicto sino que serían representaciones coordinadas y poderosas de nuestro ser.

Sin embargo, ¿cómo lograrlo?
Si la NESHAMÁ, con su LUZ, están detrás del pesado cortinaje impuesto por Dios.
Si hay multitud de manchas, costras, cáscaras y máscaras que se han abarrotado a su alrededor e impiden el pasaje de su LUZ.
Si la NESHAMÁ pertenece a una realidad por completo diferente a lo que podemos llegar a conocer o entender, ya que estamos limitados al tiempo/espacio.

El Creador nos ha dado la respuesta.
Ha dado siete mandamientos para los hijos de las naciones, los gentiles. No son un código ritual o religioso, sino el manual de vida ética esencial.
Ha dado 613 mandamientos a los hijos de Israel, para que se entrenen de manera mucho más intensa y esforzada, de tal forma de poder servir como luz para los hijos de las naciones. No por medio de misionerismo, ni convirtiendo a la gente al judaísmo, o enseñando porciones de Torá que no son apropiadas para la espiritualidad noájica. Sino que cumplen esa tarea al vivir a pleno de acuerdo a su propia identidad espiritual. Entonces, los gentiles al ver la integridad, bienestar, prosperidad, plenitud de la vida acorde a los mandamientos que los judíos fielmente cumplen, encuentran guía y modelo para aceptar amorosamente su propia identidad espiritual como noájidas y vivir de acuerdo a ella.
Recuerda, no es cuestión de religión, de palabrería de maestros repetida hasta el cansancio, ni de bailoteos o poses atrevidamente místicas. Sino de llevar una vida de construcción de SHALOM, por medio de acciones concretas de bondad y justicia, tanto en lo interno como en lo externo.

Así, estaremos llevando al Yo Vivido a estar en armonía con la dimensión ética/espiritual, la de la NESHAMÁ.
Gracias a la TESHUVÁ se limpian las manchas producidas por el pecado.
Con la conducta positiva se corre un poquito, en la medida de lo posible (bien poquito, para no intoxicarnos y llevarnos a la terrible muerte –hazme acordar de contarte más de esto, por favor-), el cortinaje que separa el Yo Esencial del Yo Vivido, y resplandece entonces la LUZ en nuestra vida.

Podemos seguir en oscuridad, con las cosas caóticas de siempre, convertidas en pesada rutina de amargura, ira contenida, enojos, reproches, culpas, manipulación, violencia, negación, idolatría, religión, y todo el resto que es pesada carga de muerte en nuestra vida.
O podemos empezar a andar el camino de la LUZ.
No es magia, no es milagros, es simplemente construir SHALOM.
¿Para quién es la ganancia sino para ti y aquellos que amas?

Un mundo ideal–Ekev 5775

Continúa Moshé recordando capítulos de la historia reciente de Israel. También vuelve a dictar y clarificar muchos de los mandamientos que Dios ya había establecido para los judíos. Por esto, el sefer Devarim es conocido también como “Mishné Torá”, “la repetición de la Ley/Enseñanza”, o Deuteronomio como se le llamó en griego.

Un pasaje notable afirma que las mitzvot forman la Constitución que debe regular la vida individual y colectiva de la nación judía en su país. Es el camino marcado por Dios para establecer una vida de paz, de prosperidad, de entendimiento, de concordia, con los pueblos extranjeros, con los hermanos y consigo mismo.
La Torá no está proponiendo una religión, ni una conducta ritual, sino un plan de vida integral, de perfeccionamiento, de crecimiento, de armonía bajo la sabia y amorosa guía que Él nos brinda.
Según está escrito:

«Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os mando hoy, para que viváis y seáis multiplicados, y para que entréis y toméis posesión de la tierra que el Eterno juró dar a vuestros padres
(Devarim / Deuteronomio 8:1).

Pensemos un poquito: si todas las personas cumplieran con los mandamientos que les corresponden, ¿no estaríamos ya viviendo en un verdadero paraíso terrenal?
Porque la mayor parte de las cosas desagradables que nos suceden no son causadas por la naturaleza, ni por accidentes imprevisibles. Realmente, los daños que nos sobrevienen son casi siempre debido a la intervención del hombre, ya sea porque actúa erróneamente o porque está incumpliendo con algunas de sus responsabilidades.
¿Habías considerado este punto anteriormente? ¿Hasta dónde llega nuestra responsabilidad en lo que nos sucede, como individuos y como colectivo?

Entonces, cuando toda la humanidad tome conciencia de que podemos vivir mucho mejor, dedicar nuestra energía y tiempo a cuestiones que contribuyen al bienestar individual y general, ese día estaremos disfrutando de la tan anhelada Era Mesiánica. No como un evento mágico o milagroso, sino como un proceso de crecimiento de la humanidad que lleva a una nueva era de comprensión y acción que es al mismo tiempo buena y justa.

Podemos encontrar expresada esta idea en nuestra parashá:

«Y será que por haber obedecido estos decretos, por guardarlos y ponerlos por obra, el Eterno tu Elohim guardará para contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Él te amará, te bendecirá y te multiplicará. También bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano y tu vino nuevo y tu aceite, la cría de tus vacas y el incremento de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Serás más bendecido que todos los pueblos; no habrá hombre ni mujer estéril en medio de ti, ni entre tus animales. El Eterno quitará de ti toda dolencia y todas las terribles enfermedades de Egipto, que tú conoces.»
(Devarim / Deuteronomio 7:12-15).

¿Deseamos que esto sea realidad? ¿Qué podemos y queremos hacer nosotros para contribuir a materializar esta promesa de Dios?

(Escrito originalmente para SERJUDIO.com, republicado aquí por el alto contenido de enseñanzas acordes a la espiritualidad noájica).

NEFESH y NESHAMÁ

El alma (NEFESH) NO debe ser confundida con el espíritu (NESHAMÁ).
NESHAMÁ es nuestra identidad espiritual, el Yo Esencial, la chispa divina que somos aquí y en la eternidad.
La NESHAMÁ no depende de nuestras acciones, ni de nuestras creencias o voluntad, ni se afecta por nuestros pecados o incordios. Su existencia pura y exclusivamente de Dios, y nada más que de Él. No se forma con materia, ni se transforma con mitzvot, ni se desbarranca en la desesperación del pecado. Su lugar y tiempo es fuera del aquí y ahora, aunque está absolutamente presente aquí y ahora.
La NESHAMÁ es de otro plano de existencia, completamente por fuera de nuestro tiempo/espacio, y por tanto incomprensible.
Podemos darnos algunas ideas con metáforas, tratar de explicar confusamente, pero ciertamente que no tenemos herramientas cognitivas y cognoscitivas para penetrar su realidad.
Entonces, quédate con este simple hecho: el tú que más eres, es ese tú que más desconoces, esto es tu NESHAMÁ.
Y sin embargo, también somos Yo Auténtico y el Yo Vivido, este último es el más pasajero y cambiante pero al cual reconocemos habitualmente en el espejo y en nuestra vida cotidiana.

Como te decía, alma no es espíritu ni se confunde con él.
El alma no tiene adicción al espíritu, más por el contrario, en este mundo está su sentido. Por ello, una de las maneras tradicionales de comprender el NEFESH es como “energía vital”, aquella fuerza que nos impulsa a mantener con vida en este mundo, para este mundo.
Se nutre con materia y energía, la que proviene de nuestros alimentos. No comes, o tu dieta no es saludable, tu alma se resiente. Sea la comida kasher o no (en la comida apta para judíos o la que es apta para noájidas, cada cual según sus reglas).
Precisa de luz, ejercicio físico, reposo, cuidados corporales, abrigo, medicamentos, suplementos nutricionales, dormir; es decir, lo que cualquier profesor de biología te puede indicar y el médico recetar para llevar una calidad de vida adecuada.

Si tu brújula ética/espiritual, que proviene de la NESHAMÁ, te anda desorientando, entonces probablemente afectes a tu NEFESH, pero no en un plano místico, ni cuestiones metafísicas, o de índole espiritual. Será afectada porque vivirás estresado, amargado, angustiado, mintiendo, robando, delinquiendo, consumiendo drogas, en relaciones con personas tóxicas, en fin, pon tú aquí en la lista todo lo que nos puede maltratar por no seguir la senda de la ética/espíritu.

Pero no, no será el espíritu el que se afecte si se afecta el alma, aunque puede que sea el alma la que se vea afectada si desoyes la guía silenciosa y poderosa del espíritu.
Sin embargo, el NEFESH no tiene conciencia ni predisposición por la NESHAMÁ.
El NEFESH alimentará con su energía vital otras áreas de tu ser para posibilitarte tomar conocimiento y conciencia de la necesidad de una vida ética/espiritual.
Pero, no por una voluntad sobrenatural, sino por el sencillo procedimiento de brindar energía a tus células para que realicen los procesos que habilitan el pensamiento, el cual llega a conectar de manera despierta con la conciencia espiritual.

Todo tu ser depende de la NESHAMÁ, tal como del NEFESH.
Pero, los animales siguen su vida sin ser NESHAMÁ, y hasta tuvimos antepasados y contemporáneos antiguos en todo idénticos a la especie de Adam, hasta en cultura y obras, pero que carecían de NESHAMÁ.
Sin embargo, el día que el NEFESH se desprende de tu organismo, ese día pasas a ser solamente NESHAMÁ, un difunto para este mundo.

Cuidemos mucho nuestra NEFESH, porque es la que posibilita que la NESHAMÁ tenga una presencia material en este mundo, y así pueda ejercer la tarea sagrada que Dios le ha encomendado.
Y no cuidamos nuestra alma con estudio inspirados, ni con palabras filosóficas, ni con entreveradas resoluciones legales; sino simplemente llevando una vida ecológica, armoniosa, vital. Y si contamos con la activa guía de la NESHAMÁ, con su sentido ético/espiritual, entonces el NEFESH podrá precaverse de muchos inconvenientes y malestares.

Haz las cosas razonables para llevar una vida saludable. No precisas de maestros espirituales para ello, la ciencia y la experiencia sabia nos da grandes líneas de conducta.
Pero también, añade la guía ética de TUS mandamientos, aquellos que Dios te ha dado, así pones en armonía tu NEFESH con tu NESHAMÁ.
Siete que corresponden para los hijos de las Naciones, y para el judío aquellos que sean apropiados para él de los 613 de la Torá.

(Publicado originalmente en SERJUDIO.com)

Tú eres caos

Tu mente procesa la realidad, con los datos que recibe a través de las percepciones va generando un mapa interno que muchas veces determina el mapa externo.
Porque, tal como creemos es como vemos.

Estamos en el mundo, pero no somos ajenos a él.
Somos mundo también y al mismo tiempo vamos creando y recreándolo con nuestras ideas.

Somos juez y somos parte.
En un constante cambio, lo que pasa fuera y lo que sucede dentro, todo está en movimiento, incluso cuando parece monótono y monolítico.
¿O acaso te das cuenta de que el planeta gira y rota a velocidades fantásticas a cada instante, pero tú te lo imaginas quieto y reposa, como un centro universal inamovible?

Algo parecido nos pasa con nuestra propia identidad, la del Yo Vivido.
La armamos con los retazos que recibimos de otros, con sus mandatos, con las presiones sociales, con lo que vamos elaborando, con lo que vamos experimentando, con los latigazos del EGO y los susurros claros y cristalinos de la NESHAMÁ.
En cierto momento nos imaginamos que somos el ombligo del universo, que somos esa tierra alrededor de la cual gira todo el cosmos. Y no somos más que una pequeña particula del universo. Con gran importancia, claro está, porque nuestra existencia tiene sentido y trascendencia; pero no dejamos de ser un átomo en la creación.
Y sin embargo, vemos como la luna nos sigue, creemos que hablan de nosotros, que si ordenamos a los dioses ellos cumplen nuestros deseos (incluso pretendemos que el Uno y Único lo haga), sí fantaseamos con ese poder que no tenemos, cuando estamos hundidos en la impotencia.
Y nos creemos inamovibles, como que nuestra identidad del Yo Vivido es esa, estable, sin cambios, lo que fue, es y será.
Y lo cierto es que no es así.
Nuestra NESHAMÁ sí es el centro inmóvil, inalterable, pero el resto de nuestra personalidad, esa que llamamos “yo”, esa está en movimiento incluso aunque nos aferremos a ciertas imágenes o creencias.
Y al no reconocer los cambios, al luchar inútilmente contra ellos, al negarlos, lo único que conseguimos es hundirnos, amargarnos, excluirnos de la realidad, derivar hacia el caos.

La realidad es caótica, pero hay manera de que cobre sentido.

Es caos, que se organiza cuando se pone energía en hacerlo.
Va por sí mismo hacia el desorden, si no se interpone poder para enmendarlo.
Corregir el caos, tal como el Creador hiciera desde el comienzo, en los “días” en que Él creó y ordenó.
Mejorar el mundo, tal como Él nos mandó que hiciéramos en este Séptimo Día Universal que estamos viviendo hasta que amanezca definitivamente la Era Mesiánica.

El caos se quiere imponer desde su no voluntad ni conciencia. Lo dice la Ley de la Entropía, pero mucho antes lo explica la Torá.
Y si no ponemos de nuestra parte poder, ingenio, creatividad, voluntad, será finalmente la controversia la que venza, la mescolanza la que reine sobre el vacío de sentido.

Ordenemos nuestra mente, para ordenar nuestra realidad.
Y luego, no nos quedemos simplemente en pensamientos positivos, en buenas intenciones, en ideas geniales, sino que transformemos creativamente el mundo para llevarlo a su máximo nivel.
Comenzando por el mundo interno, para reverberar luego en el mundo compartido.

El rústico emperador

Siendo tan débil, ¡qué fuerza tiene el EGO!
¿Cómo una minúscula parte escondida en lo profundo de nuestro cerebro puede levantarnos para dejarnos caer, arrastrarnos para destrozarnos?
¿Cómo?
¿Una minúscula sección de nuestro ser, que no tiene conciencia, que carece de voluntad o deseo, que no es una personalidad o una entidad mística, nos esclaviza y somete?

Ante esta realidad, no es de extrañar que los primitivos creyeran en la existencia de un demonio bravucón y tentador, que como un ángel caído del alto sitial en la corte celestial buscara perjudicarnos.
Porque, sí, eso es lo que parece.
Porque lo imaginamos como un ser con inteligencia, creativo en sus malas intenciones, codicioso de alabanzas, dispuesto a cualquier trampa para doblegarnos. Y esa imagen no tiene realidad, es solo nuestra antigua fantasía que trataba de dar cuenta del fracaso del hombre para sobreponerse a sí mismo.

El EGO se impone, con sus herramientas simples y rústicas. Nos ataca desde lo más profundo de nuestro ser primario. Allí, en en un lugar que no usa palabras o símbolos para expresarse. En una realidad material, totalmente material y sin visos de misticismo o magia. A cargo de enviar códigos químicos que nos exaltan y también nos nublan. Hormonas que nos paralizan en terror y desánimo, o nos elevan en sensaciones de gloria y poder. Trabaja en las sombras el EGO, sin pretender nada, pero con la apariencia de quererlo todo. Sin ningún viso de conciencia, pero que nos lo imaginamos astuto y hábil en su trabajo de esclavizarnos y mantenernos a su servicio.

Sí, es fácilmente comprensible que las personas faltas de conocimiento le atribuyan poderes de divinidad, que asuman su presencia y dominio con reverencia y religioso temor. Porque no falta quien le detesta y maldice, así como los que le adoran y tratan de conciliarlo con señuelos rituales. Todos ellos, los contrarios y los propios, confundidos por sus febriles imaginaciones y creencias, que trastocan una realidad simple y material para de esa forma tratar de ganar un poco de entendimiento y tal vez dominar a aquel que creen que los domina. Y no, nada consiguen realmente, porque el EGO no es ni dios ni demonio, ni ángel ni pervertido, ni guerrero ni pacifista, es solamente un pedacito de nosotros encargado de unas cuantas tareas vitales y primarias, tal como las tienen también muchos otros de los animales con los cuales compartimos este planeta.

No es con religión ni con palabrería politizada que tendremos el relativo control sobre nuestras vidas.
Aunque, quizás con sus mecanismos opresivos estas manifestaciones sociales del EGO por ahí alcancen a mantener un poco al EGO a raya. Pero, lo más probable es que el EGO se ría en sus caras finalmente.

Hay que ser cuidadosos y no dejarse llevar al barranco, aunque parezca que la respuesta naciente del EGO sea «solución» a los problemas.
Porque la verdadera función del EGO es proveernos de algún mecanismo primitivo y básico para obtener ayuda/atención en momento de real impotencia, y así resguardar nuestra vida. En otros momentos, solo puede provocar desastres, aunque en apariencia a veces se obtienen éxitos externos.

Para que lo sigas estudiando y si quieres comentando aquí debajo.

Los irresponsables de… ¿Dios?

Esta imagen la compartía una persona declaradamente cristiana en una red social, con toda su absoluta fe ciega puesta en su deidad.
Me hizo acordar a otra persona cristiana, el cual en la misma red la semana anterior decía algo así como: “no me importa invertir mi dinero o cuidarlo, ni trabajar o ser esmerado en el empleo, porque mi prosperidad SOLO depende de dios y él quiere que yo sea prosperado”
Quienes me recuerdan a montón de personas judías y noájidas que he conocido que tienen idéntica fe en un mágico dios disponible 7/24 para servirles en todos sus caprichos y necesidades.
Un patético dios ¿todopoderoso? que no tiene nada mejor que hacer con su tiempo y súper poderes que estar a la espera de alabanzas y pedigüeñas órdenes, para luego cumplirlas, igualito al genio de la lámpara de Aladino.
Entonces, pretenden comprar el poder de su dios con rezos, salmos, ensalmos, donativos, ofrendas, reclamos, aplausos, bailecitos, repetición de lemas, pensamiento positivo, adoración de sus líderes religiosos, rituales, apartarse de construir un mundo de SHALOM, restringirse en todas las cuestiones “mundanas” pero paradójicamente estar desesperados por obtener todo tipo de prebendas y beneficios materiales de parte de dios. (Adrede lo escribo con d minúscula).

Cuando, el Uno y Único, el Verdadero Dios, nos ha declarado y ordenado exactamente lo contrario, como por ejemplo cuando explícitamente declaró:

«Solamente cuídate y cuida mucho tu vida»
(Devarim / Deuteronomio 4:9)

Es un mensaje que nos deja a nosotros la responsabilidad por el cuidado de nuestras vidas, hasta el punto de tener que ser detallistas y en extremo cautelosos para no ponernos en riesgos innecesarios.
¿Por qué?
¿Acaso será porque un Papá Noel misterioso nos rescatará del abismo si andamos como idiotas auto enceguecidos por la fe y las creencias prostibularias por la vida?
Lo cierto es que Él no va a poner una mano sobrenatural para sostenernos en el abismo cuando nada hacemos de nuestra parte para cuidarnos, para ser responsables, para tomar compromisos y cumplirlos. Tal vez, por cuestiones que solamente Él comprende, alguna que otra vez le dará una manito a algún atolondrado fanático que tiene la fe como monolito en su cerebro. Pero, pescar un tiburón no significa que el océano solamente está habitado por ellos.

Entonces, tenemos dos opciones:
a- hacer caso a los vendedores de espejitos de colores, los falsos profetas, esos clérigos y laicos que nos quieren hacer creer en un dios fantástico, de cuentos de hadas, disponible para servirnos como un miserable pero poderoso lacayo;
b- o vivir con conciencia ética, es decir de manera espiritual, construyendo SHALOM con acciones prácticas de bondad y justicia, haciendo así manifiesta la Presencia del Eterno a cada paso; en las buenas y en las no tanto.

Claro está, los adoradores del EGO en cualquiera de sus formas divinizadas y sus religiones, pronto argumentarán a favor de la mística sobrenatural que todo lo puede y que concederá el deseo al que por fe demanda del universo que lo satisfaga. Traerán a colación palabras de sabios, de líderes religiosos, de profetas y no dejarán de mostrar la prosperidad y éxito de los que se abandonan a la fe ciega.
Ah, el EGO, con sus astutas maniobras para mantener a sus esclavos en la impotencia pero a veces haciéndoles delirar con lo poderosos que son…

Como sea, no camines mirando la nada, porque te podrías caer y lastimar. No cruces la calle con los ojos cerrados, esperando que un escudo te proteja de los vehículos que pasan por ahí. No esperes que te llueva el maná, o que alguna lotería te favorezca cada semana. No vivas dependiendo de milagros, porque con extrema claridad enseñan los Sabios:

“Ein somjin al hanes – No se vive dependiendo de milagros”
(Shabbat 32a; Taanit 20b)

Entonces, la próxima vez que te encuentres con estos creyentes en dioses ajenos, en la magia a su servicio, por favor, ¡ten mucho cuidado! Por ahí está ebrio y te pide las llaves de tu auto para conducir; te pide dinero y lo derrocha tontamente dejándote en la ruina; te hace adorar un dios falso, que arruina tu belleza interior y crea un bloqueo en tu conexión con la Vida.

El Eterno no es un viejito regalón que anda haciendo favores por doquier a cambio de recitos, bailecitos, palmitas, salmitos, o cualquier otro truco idéntico al que usan todos los brujos y encantadores.
¡Cuida mucho tu vida!

¿Condena pública?

Cuidado con dejarse llevar por lecturas superficiales.
Un buen amigo había leído una traducción del Mishné Torá, Libro de la Teshuvá, capítulo 2, ley 5; donde encontró lo siguiente:

Es muy loable para una persona que se arrepiente de confesar en público y hacer que sus pecados conocer a los demás, revelando las transgresiones que cometió contra sus colegas.
Debería decirles: «aunque he pecado contra esto y lo otro, la comisión de los siguientes delitos …. He aquí, me arrepiento y expreso mi pesar.» Cualquier persona que a, por orgullo, encubre sus pecados y no revelarlos no lograrán arrepentimiento completo como [Proverbios 28:13] dice: «El que encubre sus pecados al no tendrá éxito.»
¿Cuándo se aplica lo anterior? En lo que se refiere a los pecados entre el hombre y el hombre. Sin embargo, en lo que se refiere a los pecados entre el hombre y Dios, no es necesario dar a conocer las propias transgresiones []. De hecho, revelando ellos es arrogante. Por el contrario, una persona debe arrepentirse ante Dios, Bendito Sea, y mencione específicamente sus pecados ante Él. En público, se debe hacer una confesión general. Es a su ventaja de no revelar sus pecados como [Salmos 32: 1] dice: «Bienaventurado aquel cuya transgresión es perdonada, cuya espalda está cubierta.»”
(Traducción desde el inglés aportada por el traductor automático de Google, puede contener imperfecciones).

Y estaba a punto de hacer una confesión masiva, pública, ilimitada de pequeños errores de su pasado en los que había jugado “bromas” a amigos suyos en la infancia o juventud.
Por las redes sociales, en un weblog, así abiertamente, para quien estuviera de paso y pudiera interesarle, la noticia de sus torpezas de chiquilín estarían a la luz.
Afortunadamente me lo comentó, e incluso se aferró a que esto había leído en un libro (de dudoso origen editorial, agrego inmodestamente yo) avalado por no se qué rabino y que por tanto él quería purgar su alma de esta forma.
La frase que subrayé más arriba era la que daba carbón a su fuego, para mantenerlo ardiente y a punto de incinerarlo públicamente.

Yo trate de razonar con él, de usar la lógica, de explicarle el proceso de la TESHUVÁ de manera coherente; pero, una y otra vez chocaba con ese muro de incomprensión (sostenido por el EGO, supongo) que terminaría por doblegarlo, dejarlo impotente, a merced de la burla, el escarnio, la humillación.
¿Era eso necesario?
Bueno… de acuerdo a la “lógica” manipuladora del EGO, por supuesto que es lógico. Ya que el EGO emplea lo que tenga a disposición para someter a la persona al sentimiento de impotencia, y así mantenerse en control de su vida.
A veces la impotencia se pronuncia como abandono, debilidad, victimización; a veces viene como arrogancia, presunción, fuerza externa pero sin cimientos que la soporten realmente.

Entonces, le explique con sencillez y VERDAD que es lo que debe entenderse en ese párrafo subrayado, y tenemos la acotación del Rahaba”d en la imagen que acompaña este texto (tomada del Proyect haSHUT de la Universidad de Bar Ilán).
La confesión del pecado contra el prójimo, al momento del arrepentimiento debe ser hecha ante la persona a la cual uno perjudicó, y posteriormente ante Dios. No ante rabinos, curas, clérigos, maestros, etc. Menos que menos ante el público en general.
Es sumamente importante el hecho de poder expresar al otro lo que hemos hecho, así como a Dios; PERO, al otro que hemos agobiado con nuestra conducta, no a cualquier otro.
Entonces, ¿cómo dice el párrafo subrayado que es loable hacerlo público ante los demás?

La respuesta es simple, clara, concisa y no da lugar a dudas.
Si el pecado del que uno se arrepiente había tomado pública consideración, entonces a la hora de la TESHUVÁ es loable que el pedido de disculpas también se haga llegar al público.
Obviamente que es el perjudicado quien debe recibir de primera mano el pedido de perdón.
Pero, el hecho de que algo ya conocido erróneo pueda ser clarificado ante los otros que lo supieron, entonces es la manera de proceder.

Pero, NO hacer público lo que debe permanecer en privado.
La auto inmolación pública no es parte de la cultura santa y saludable de los que seguimos el camino espiritual.

Lo oscuro que es producto de la luz

El tropiezo es parte de lo esperado y esperable.
Habrá más de uno. Si no te has caído, o al menos trastabillado, entonces… ¡no estás en movimiento hacia lado alguno! Y quedarse petrificado es sinónimo de muerte, de desaparición.
Si no remas, te llevan las corrientes hacia donde ellas conducen, no hacia donde tú pudieras querer o apreciar.
Claro, puede resultar más sencillo no esforzarse, dejar que la pereza siga su curso. O tal vez, es una extraña forma de no sentirse inepto y fracasado, pues se puede levantar la excusa: “si yo lo hubiera intentado, seguramente lo hubiese alcanzado”. Porque, en ciertos sistemas de creencias (individuales o colectivos) se esconde en la inacción el miedo al fracaso.

Los contratiempos y destiempos no dejan de ser componentes de la ecuación de nuestra existencia terrenal.
Los tiempos difíciles acontecen, ¿cada cuánto? ¡Cuándo sea que fuera!
Y, como menciona el popular dicho: “a mal tiempo, buena cara”.
Lo que podemos traducir como: admite tu limitación, no te golpees insistentemente contra los muros que así no se moverán, fluye sin pretender dominar lo que está fuera de tu alcance y poder, acepta tu fracaso pero para emplearlo como trampolín para iniciar el ascenso. Con confianza, con seguridad, a sabiendas de que no controlas el universo, ni tu pensamiento positivo organiza al cosmos para que te sirva, ni tus aplausos o quejas harán de Dios tu sirviente que será tu genio de la lámpara satisfaciendo tus caprichos o necesidades.
Tú encárgate de hacer tu parte, no dejes de ver con optimismo realista el futuro, pero saca del aquí y ahora todo su jugo vital.

Los malos tragos pueden abrumarte y hundirte en el enojo, la desesperación, el reproche, la venganza, la apatía, la muerte.
O, puedes descubrir cuál es la enseñanza y oportunidad que contienen escondidos para ti.
¿Quién desea la amargura del trago? Supongo que nadie emocionalmente centrado, pero al ser inevitable en nuestra endeble existencia, no ahondemos su pesadez con el pesimismo y el abandono del camino correcto.
Es una oportunidad para aprovechar, y ya que está ahí, ¡aprovechémosla!

Las personas contenciosas son como piedras dentro del zapato, ¿quién las quiere?
Podemos dedicarnos a rumiar la venganza, atesorar como si fueran diamantes el odio, darle vueltas a los mismos traumas, barruntar el reproche y la excusa.
Sí, podemos hacer de la mala relación un pésimo recuerdo y una experiencia que nos marca negativamente.
O podemos usarla para examinarnos de manera reflexiva, profunda, trascendente, plena de sentido.
¿Qué de la persona desafiante me provoca el malestar?
¿Cuánto de lo oscuro en mí se ve espejado en esa persona?
¿Soy tan diferente a él?
¿Mi conducta es tan noble que no merece reparos?
¿Seré yo una persona desagradable para mi prójimo, el cual padece por mi causa, tal como yo creo padecer por la suya?
¿Cuáles son las cuestiones mías, propias, personales, en las cuales debo trabajar para convertir el desgano y la ira en cuestiones efímeras, que se esfuman rápidamente, y crecer en verdad?
¿Cómo puedo aprovechar este momento de nubarrones y tormenta para que rieguen el jardín de mi beneplácito y satisfacción sana?
Sí, esas piedras en el zapato tienen algo para enseñarme, ¿no es suficientemente malo soportarlas, que además no voy a aprovecharlas para avanzar dignamente?

Nadie (cabal y en su sano juicio y con profunda espiritualidad) promete que la vida sea fácil, que todo transcurra mágicamente, que dioses y ángeles conspiren para aligerarnos las cargas y hacernos más que vencedores.
Y si alguien te lo promete, seguramente te está llevando a la celdita mental de la vergüenza, impotencia, malestar, pecado; aunque abundes en dinero u otros bienes materiales.

¿Cómo saberlo?

Gran ingenuidad o torpeza de aquel que considera que ha arribado a la sabiduría plena, poseedor de todas las respuestas. Como la de aquel que pretende controlar el universo a través de su pensamiento, de su deseo, de la manifestación de órdenes proclamadas a los cielos.
Porque, también en el plano intelectual estamos limitados, tal como en las otras tres dimensiones que conforman nuestra presencia material.
Es cierto que el intelecto es una herramienta poderosa, que nos abre a reinos y posibilidades en apariencia inaccesibles, pero finalmente chocamos con el muro invisible de nuestra humanidad, de ser finitos, limitados.
¿Hasta dónde llega nuestro poder? Si bien hemos superado notables escollos y crecimos en tecnología y dominio del mundo, en última instancia, los terrores primitivos nos sigan acosando tal y como a nuestros antepasados alrededor de las primeras fogatas.

Nuestro saber es reducido, aun si descubriera los secretos de las partículas subatómicas o las constelaciones más lejanas del cosmos.
De últimas, seguimos sin tener idea de aquello que nos motiva a cada instante y cómo hacer para dejar de lado las angustias, decepciones, esperanzas inútiles, egoísmo y todas las otras manifestaciones de nuestra patente ignorancia.

El precaverse de ser arrogantes con nuestro poder intelectual es una de las motivaciones por las cuales en la Tradición a los sabios se los suele denominar “talmidei jajamim” – “estudiantes de sabios”, porque nunca terminan de estudiar, siempre hay un poquito más para avanzar, una lección por captar, un conocimiento por perfeccionar, un capítulo por repasar, un tema para reflotar del olvido, en una carrera que no culmina y se duplica cuando el alumno es responsable y cumplidor. Pero también, porque los sabios deben ser portadores del mensaje de aquellos que le precedieron y han compartido con ellos el conocimiento. En el mundo de la Tradición no es sabio aquel que descubre, inventa, imagina, crea; sino el que sabe lo que sus maestros le han transferido. Por supuesto que habrá entre los sabios aquellos que dotarán de más fuertes alas al conocimiento, encontrarán asociaciones ocultas para los anteriores, resaltará aspectos que permanecían escondidos, abrirá nuevos y renovados senderos para que otros puedan seguir avanzando. Pero, dentro de un marco, no al azar y en el caos, sino en un trabajo colectivo que tiende a ser organizado, que tal vez no encuentra eco en su generación, o alguna figura que le sirva para el diálogo.

Los sabios son también aquellos que admiten su error, no se esconden de él, hacen su debido trabajo para restaurar lo dañado, y hasta tal vez encuentran que al levantarse de su tropiezo han podido aprender lo que sin contratiempos hubiera sido omitido y desconocido. Por estar conscientes de la posibilidad del error, no temen en preguntar, en no dejarse llevar por sus creencias o imaginerías, buscando el rayo de verdad en vez de la fe del necio que llama visión a su ceguera.

Los sabios son también los que se dan de frente con su muro de limitación cognoscitiva, pero igual empujan un poco el límite, a veces con éxito, corriendo así la frontera de la zona de confort (real o imaginaria) hacia un nuevo territorio por explorar y compartir. Y a veces, se quedan allí, ya incapaces de continuar, porque no les da las fuerzas o su humanidad se resiste al infinito.
Como sea, contemplan el mundo con la mirada sensible y confiada de haber dado todo de sí y estar conformes con su tarea. Otros vendrán a continuar, o no… ¿quién lo sabe? Esto es precisamente lo que estamos comentando aquí y ahora…