Tu sistema de creencias forma las imágenes que tu consideras la realidad.
Todo pasa por ese filtro modificador, los estímulos internos así como los externos, poblando nuestra mente a su imagen y semejanza.
Si hemos creado una creencia de impotencia, de fracaso, de debilidad, de no puedo; ¿cuál crees que será la respuesta, la reacción, ante las dificultades que constantemente asaltan nuestras vidas?
Por lo general, los sistemas de creencias no son trabajados por el pensamiento creativo, ni asumen la crítica, ni admiten el análisis constructivo, sino que se mantienen y se replican, sosteniendo a la persona encerrada en celditas mentales que realmente son endebles, pero con una fuerza aparente impresionante.
Esto ya es un motivo de sufrimiento individual y social, pues la NESHAMÁ (espíritu, Yo Esencial), se ve encajonada y su LUZ oscurecida a causa de estas perturbaciones.
Y se acrecienta a grados mayores cuando se usan por grupos de manipuladores, que obtienen algún tipo de ventajas (dinero, poder, seguidores, fama, etc.) al hundir a sus seguidores en oscuros sistemas de creencias.
Veremos a continuación algunas de las características de grupos manipuladores y/o de personas que se someten a su sistema de creencias.
Si estás detrás de la puerta de tu prisión, tu visión del mundo es limitada. No solo físicamente, sino emocional y mentalmente.
El sistema de creencias atrapa y mantiene fuera lo que puede perturbar su dominio. O evita. U oculta, tapando rápidamente para llevar al olvido o el malentendido.
O interpreta de tal forma lo alternativo que lo transforma en el pensamiento en un componente más de la ideología adoctrinada.
Así, lo torcido se considera recto, lo perverso es bondadoso, lo terrible es necesario, lo injusto manifestación de algún destino, lo libertador es opresivo, y por el estilo, siempre acomodando el estímulo para que se adecue al sistema de creencias.
Está controlado el pensamiento al someterlo al comando de las creencias.
¡Cuánto más cuando la persona se encuentra envuelto en sectas, organizaciones cerradas y de pesada ideología, religiones que impulsan al fanatismo, lugares de encierro que evitan el contacto con opciones alternativas, se rechaza activamente lo diferente, etc.!
¿Qué hacer?
Es común que las creencias impulsen el pensamiento irracional, pre lógico, místico, metafísico.
Al mantener los pensamientos en una mínima expresión, se debilita la oportunidad para cuestionarlos y quebrarlos.
Cuanto más ridícula una creencia, mayor será el empeño en sostenerla y demostrarla; o al menos abrazarse a ella con la excusa de la fe que supera cualquier explicación racional.
Esto ocurre en supersticiones, religiones, facciones partidarias, grupos de fanáticos, así como en cualquier otro ámbito en donde se vive de acuerdo al sistema de creencias sin alternativas viables.
Se manejan lemas, los cuales se deben memorizar y repetir de forma automática; se adiestran a responder con respuestas pre armadas, se busca el conflicto pero evitando la exposición racional y que pretende el acercamiento a la verdad.
Porque, se debe de mantener el sistema de creencias por encima de cualquier otro postulado.
Una brecha, por más pequeña que sea, en el muro del sistema, implica una seria amenaza que se suele vivir como una catástrofe terrible.
¿Cómo elevar el pensamiento y dotarlo de relativa autonomía y sentido ético que le dé fuerzas?
Por lo anterior, la persona es impulsada (por el grupo de referencia o por sí misma) a considerarse en “pecado” (sea en sentido teológico o no), en falta, lo cual amerita castigos de todo tipo.
Para evitar un castigo mayor o para aligerarlo, es necesario humillarse, auto flagelarse, realizar algún acto de penitencia doloroso y/o una confesión pública hiriente.
Por supuesto que este saberse, o sentirse, pecador, ubica a la persona en el lado oscuro de la existencia, por lo que debe esforzarse en alcanzar el beneplácito de su voz interior (la del EGO) que le absuelva, o de alguna figura de supuesta autoridad que lo haga.
Esta exposición de sus flaquezas y sumisión a la voluntad de otro, mantiene a la persona en su estado de impotencia y eleva a sus opresores a roles de amistad, confiabilidad, bondad que son irreales y solamente sirven para seguir esclavizándolo.
A mayor sentimiento de pecado, mayor necesidad de conseguir ese bálsamo esperanzador que le proveen falsamente sus opresores. Entonces, se va cayendo cada vez más profundamente en la celdita mental, en las creencias que desvían de la senda del bienestar y la santidad.
¿Será posible romper el lazo de sentirse pecador sin por ello recurrir a absoluciones mágicas que provienen de poderes falsos?
En los grupos manipuladores se presentan escaleras de perfeccionamiento, por medio de las cuales se induce a la persona a esforzarse en ir escalando posiciones que a la postre resultan inalcanzables. Algo parecido ocurre con aquella persona que es obsesivo por el control, por dominar más, que es dirigida por la creencia de que es posible tener un control total. El fracaso es sentido de manera trágica, como un pecado, que debe ser extirpado a costo de la felicidad y libertad del “pecador”.
Porque sí, el sentimiento de culpa es usado sin miramientos por los manipuladores, sean éstos personas o el propio EGO de cada uno de nosotros.
Para el sentimiento de culpa no hay acción reparatoria, puesto que en realidad no hay nada que reparar. La libertad se consigue al reconocer la futilidad de esa creencia y dejarla correr hasta que desaparezca. Pero obviamente que esto no ocurrirá fácilmente en un medio donde se privilegia la manipulación, el sometimiento. Entonces, se proponen castigos alternativos, expiaciones místicas que reemplazan otro tipo de castigo, pero que en verdad solamente ayudan a que la persona se mantenga esclavizada, sometida, embotada y sin comprensión ni consciencia.
Por supuesto que se impone que las creencias son sagradas y no pueden ni deben ser reemplazadas. No están a la orden de la persona, sino la persona a su servicio. No es permitido cuestionar, ni atreverse a romper el mandato. Las divergencias, aunque pequeñas, son perseguidas y castigadas, generalmente junto a humillación y escarnio público.
Es que, el dolor que se aplica a otro, fácilmente disuade de no ponerse en el lugar del rebelde que se atreve a ir a contramano del sistema de creencias.
Esto que se visualiza de manera clara en los grupos de manipuladores, también se encuentra en las conductas del individuo que está sometido a su propio sistema de creencias.
No pensemos que lo que acontece en sectas es algo alejado de lo que está pasando ahora mismo en la cabeza de cada uno de nosotros, porque, el dominio del EGO es generalizado.
Encontraremos que las personas sometidas a grupos manipuladores usan un lenguaje extraño, a veces con palabras o expresiones divergentes de lo corriente. A veces palabras comunes encuentran significados ocultos, que representan algo en particular exclusivamente para los que se encuentran en el pacto de la secta.
Así mismo, el individuo presenta sus propios rasgos de lenguaje de acuerdo a su sistema de creencias.
Las palabras usadas como claves para reconocerse entre “hermanos”, pero también como sistema de comunicación velado para mantener mensajes ocultos pero a la vista de los neófitos. Al mismo tiempo se estructura el pensamiento a partir de este lenguaje codificado y a la sombra de los sistema de creencias.
Así, los discursos, ideas, presentaciones que provienen de los “ajenos” choca contra varios muros, lo que permite al secuestrado por el sistema de creencias seguir en esta situación precaria pero imaginada como salvífica. De cierto modo es necesario fantasear con poder, con majestad, con potestad, con algún rasgo de distinción que haga resaltar a los miembros del sistema de creencias. Y los de afuera son almas perdidas, condenadas, fracasadas. ¡Cuánto más aquel que estuvo dentro y se “corrompió” saliendo del rebaño de los santos iluminados!
Sí, es terrible lo que se le desea y provoca a quien tenga el atrevimiento de quebrar con el sistema de creencias.
Vemos como se aplican sin pausa ni piedad las herramientas básicas del EGO ante situaciones de impotencia. Estamos ante la presencia de llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad en diversos formatos, pero todos ellos con una misma finalidad: tratar de tener algo de poder y evitar así el hundimiento en el terrible sentimiento de impotencia.
¿Podemos hacer algo para modificar la esclavitud a la que nos somete nuestro sistema de creencias?