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Luz de Januca, luz del espíritu

El espíritu de cada persona es “luz”.
Los pecados (las acciones que desvían del camino de los mandamientos) van poniendo manchas de oscuridad encima de la “luz”.
A más pecados, menor “luz” que resplandece en la vida de la persona.
La “luz” sigue allí, pero no alumbra, parece que como si no existe.
Pero, la “luz” está ahí, intocada, intocable.
Es posible revertir la oscuridad, descorrer el velo que cubre la “luz”.
Por medio de la “teshuvá”, el sincero y completo proceso de regreso al correcto camino de los mandamientos.
Es el camino, la verdad, la vida: TESHUVÁ.
Sin necesidad de milagros, ni de actos mágicos, ni de fe, ni de redentores, ni de sangre derramada, ni de sacrificios, ni de una vida de miseria, ni de remordimientos, ni de culpas constantes… el camino, la verdad, la vida: TESHUVÁ.
Es el método sagrado que Dios ha dispuesto para Sus hijos, la senda del retorno al camino de los mandamientos.
No está lejos de ti, no hay pecado no oscuridad que impida que limpies tu alma, para que dejes el vicio que te tiene esclavizado.
Está dentro de ti, tú eres el amo de tu “luz”, y de la oscuridad que obstaculiza que te alumbre y de bendición.

¡Hagamos limpieza del alma, dejemos que nuestra “luz” brille!
Encendamos cada día una nueva llama, para sumar “luz” a la “luz”.
Despréndete de las cáscaras que rodean y aprisionan tu “luz”.
Permite a tu alma alumbrar.
Añade una buena y justa acción cada día.
Sube en actitud positiva.
Agrega claridad a tu mente y mesura a tus sentimientos.
Permite a la luz abrirse paso hasta tu conciencia.
Suma los diferentes colores del arcoíris a tus actos.
Apaga el egoísmo y dale vida a tu vida.

Mitzvot entre la persona y “haMakom”

Mitzvot son preceptos, mandamientos, ordenanzas que el Eterno dispuso que la persona cumpliera.
A las naciones del mundo Él entregó siete mandamientos, cada gentil individualmente debe cumplir cabalmente con cada una de ellas.
Como es notorio, y esclarecimos en más de una oportunidad, estos siete mandamientos universales en realidad pueden considerarse como raíces de las cuales se desarrollan numerosos reglamentos.
Así pues, cada uno de los siete mandamientos universales es una obligación divina para el gentil, pero que se edifica con variadas reglas de vida derivadas (que no son mandamientos, ni son obligatorias por orden de Dios).

En tanto que a los judíos el Eterno encomendó un sistema complejo de 613 mandamientos, que no son todos ellos para ser cumplidos por el individuo, sino que el sistema de 613 es responsabilidad del conjunto del pueblo judío, siempre y cuando las circunstancias posibiliten su cumplimiento.
En la práctica, actualmente, el judío individual tiene a su alcance bastante menos de los 613 para cumplir. 
Existen infinidad de normas que pautan el correcto cumplimiento de tales preceptos, son las halajot, reglas que determinan la expresión de los mandamientos.
Algunas halajot provienen originalmente de la Revelación que Dios hiciera a Israel a través de Moshé; en tanto que otras son estipulaciones legales debidamente decretadas por la autoridad rabínica competente para tal fin.
Así pues, no alcanza con conocer los 613 mandamientos, sino que es menester tener en cuenta la abundante legislación halájica, a la par de las decisiones puntuales que en cada época los sabios acuerdan como necesarias.

Hay varias formas de categorizar a las mitzvot, una de las más habituales es clasificarlas como:

  • Bein Adam Lajeveró –preceptos que marcan la relación entre las personas- y
  • Bein Adam Lamakom –preceptos que leyes que tienen que ver con la relación del hombre con Dios.

Sobre esta última, debemos hacer una precisión idiomática.
Se entiende “haMakom” como una manera tradicional para referirse a Dios, pues Él es el makom –lugar- del universo, pero el universo no tiene lugar que pudiera contenerlo (Midrash Tehilim 90).
Como expresara el sabio Salomón:

"Pero, ¿es verdad que Elokim ha de habitar sobre la tierra?
He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no Te pueden contener.
¡Cuánto menos este templo que he edificado!"
(1 Melajim / I Reyes 8:27)

¿Y por qué “haMakom”?
Una respuesta se basa en el significado de estas palabras:

"Iaacov [Jacob] despertó de su sueño y dijo: -¡Ciertamente el Eterno está presente en este lugar, y yo no lo sabía!
Él tuvo miedo y dijo: -¡Cuán imponente es este lugar! No es otra cosa que casa de Elokim y puerta del cielo."
(Bereshit / Génesis 28:16-17)

Así pues, no se debe comprender “haMakom” como una descripción material, en un espacio acotado, sino como el punto y tiempo de encuentro del hombre con la infinitud de Dios.
Encuentro que estremece hasta lo más hondo del ser.
Es decir, en todo momento que una persona experimenta un acercamiento profundo e intenso con la divinidad, por medio de una VERDADERA revelación, o más habitualmente cuando se cumple cabalmente y con sinceridad algún mandamiento, entonces Dios está presente en ese lugar (makom).
HaMakom no es un "lugar" en el sentido físico particular (hogares, sinagogas,  comercios, en medio naturaleza, el Muro de los Lamentos, el Templo de Salomón, etc.), sino que es un símbolo de todos los lugares donde judíos y noájidas buscan experimentar genuinamente la presencia de Dios a través de la espiritualidad verdadera.
Los preceptos entre el hombre y haMakom incitan a explorar el judaísmo (para los judíos) y el noajismo (para los gentiles) como un camino espiritual que nos ofrece la mayor conexión con nuestros propios corazones y almas, el uno al otro, a la tradición espiritual propia y la conciencia de la Presencia de Dios en el mundo y en nuestras vidas.
Tal como los mandamientos que reglan la relación con el prójimo nos habilitan a la empatía, al encuentro intenso con el prójimo, a sensibilizarnos y actuar con bondad y justicia; así los mandamientos entre la persona y “haMakom” están para elevarnos por sobre lo cotidiano y permitirnos hacer de lo más común y corriente una partícula de eternidad.

Existen personas que consideran lo “ritual” como antiguo, que debiera quedar relegado al pasado, al olvido, o a ocasiones de ceremonias sin sentido y mucho barullo.
Pero, cuando se reconoce el esplendor que reviste el cumplimiento de los preceptos entre el hombre y “haMakom”, no podemos dejar de admitir que tienen un valor supremo, su propia razón de ser, que no se pierde con el paso del tiempo o la cultura que nos aloje.

Amar al prójimo es una base.
Amar a Dios es la otra.
Ambas son necesarias e indispensables.
Y, como hemos enseñado en muchas ocasiones, el amor no se reduce al sentimiento, a la buena onda, al deseo, a la búsqueda de la autocomplacencia, sino al servicio, al compromiso, a la responsabilidad, a la dedicación, al encuentro intenso con el amado.

Tienes tu herencia espiritual por conocer y vivir, a pleno.

Las mitzvot y el mundo: de magia, cabalistería, astrología o racional apego a Dios

De acuerdo al punto de vista es como vivimos.
En esta ocasión te presento dos puntos de vista acerca del mundo y por consiguiente acerca del valor de las mitzvot (los preceptos).
Espero que con estos datos que te aportaré podamos vislumbrar nuestra propia forma de vislumbrar y actuar en la realidad.

Para Rambán (Rabí Moshé bar Najman, o Najmánides) nuestro mundo no es de materia finamente ordenada y coordinada por leyes “naturales”, leyes que son producto de la Mano de Dios y condicionan la realidad. No hay lugar para la ciencia, ni el estudio de la realidad por medio del intelecto, puesto que no hay leyes físicas invariables, no hay un orden establecido desde lo Alto y mantenido rigurosamente por el Creador.
El mundo está sujeto a un directo control de entidades espirituales que gobiernan los diferentes aspectos de la realidad.
Tales entidades rectoras tienen la potestad de variar lo que es en apariencia el orden habitual de las cosas, de modificar el mundo según normas místicas ocultas.
Así pues, el orden habitual de las cosas es solamente aparente, lo natural es contingente a la voluntad de las fuerzas rectoras de los elementos, quienes a su vez son subordinados del Eterno.
Lo natural no trabaja de acuerdo a reglas naturales definidas a priori por el Creador, sino que la creación se mantiene en un orden aparente, en un estado de constante milagro oculto.
Que el mundo gire, que haya gravedad, que el agua moje, que el corazón lata, que respiremos, etc. todo es parte de redes infinitas de milagros ocultos.
Entendamos bien este aspecto. Rambán es de la creencia de que nuestro mundo está plagado de espíritus, algunos de los cuales gobiernan directamente sobre los elementos de la naturaleza (vivos e inanimados), también considera pertinente la creencia que existe efectivamente la magia,  y que estos factores (espíritus y magia) deben ser manipulados y aprovechados para que el hombre no sea sacudido por eventos más allá de su control.
¿Cómo se lograría esto?
Él es de la idea de que la Torá enseña al hombre a alejarse del vano deseo de controlar a la naturaleza caprichosa y mágica, para arrojarse a la misericordia de Dios.
Las Mitzvot tienen un significado intrínseco, místico, y por lo tanto interfieren con el designio mágico de las cosas, pues tienen el poder para desviar la influencia nefasta de las fuerzas sobrenaturales.
Al centrarse la persona en el Eterno y anular la propia voluntad para servir la Divina Voluntad, al aceptar de todo corazón que todo viene de Él, al arrojarse en brazos del Eterno, se queda a la espera de Su misericordia.
Entonces, como respuesta a esa sumisión completa, a ese cumplimiento de los preceptos por parte de la persona, es que el Eterno dicta que las huestes espirituales que dominan a la naturaleza protejan a esa persona en particular.
Si hay sequía, aquel que se entrega por completo al cumplimiento de los preceptos recibe lluvia.
Si hay hambruna, el siervo del Eterno recibe provisión milagrosamente.
Si el terror recorre las sendas, el ensalmo del hombre de fe borra a los perseguidores y espectros malignos.
Todo es posible por medio de la fe, del dejarse abrazar por Dios y esperar que Él opere el milagro salvador.
Dentro de esta economía espiritual, algunos actos están prohibidos por mandamientos debido a que interfieren con el buen funcionamiento de estas fuerzas espirituales rectoras de los elementos.
Así pues, cumplir preceptos para obtener control sobre los seres espirituales que dominan el mundo, y abstenerse de ciertos actos para no perjudicar el poder de tales entidades.

Debemos consignar que en su contexto histórico no resultaba una voz discordante la del Rambán, pues en la Edad Media era ampliamente aceptada la existencia de la magia, los actos que por efectos de simpatías procuraban el control de los elementos, etc..
De hecho, aún en la actualidad existen individuos y colectivos que conscientemente o no, abiertamente o no, siguen viviendo a partir de un punto de vista similar. Los hay también entre aquellos que se identifican plenamente con el judaísmo y con la ortodoxia (específicamente entre los jaredim), sin encontrar motivos para reformularse sus creencias o su estilo de captar la realidad. Siguen apartados del racionalismo, incómodos por la ciencia, fervientes devotos de las palabras de sus líderes religiosos, quienes dictan lo apto de lo inapto, lo que está bien y lo que no lo está. Dentro de ese marco de pensamiento/acción, es notorio que no todas las personas tienen idéntico derecho y factibilidad de contactarse con el Eterno, pues dependiendo del grado de altura espiritual es el poder para el apego con Él. Por lo cual, las personas menos meritorias dependen de los de mayor jerarquía para obtener bendiciones, recibir consejos, ser escuchados por Dios, decidir acerca de las cuestiones prácticas de la vida diaria, tomar decisiones fundamentales, recibir el perdón por pecados, ser absuelto de crímenes, condenar personas y objetos, excluir tajantemente lecturas o exponentes, etc..
Se afianza entonces un sistema en el cual los de la cúspide de la pirámide se convierten en representantes de Dios, en personas con plena autoridad, en personas a las que se considera infalibles, en canales entre este mundo y el venidero, en redentores, etc..
Se despliegan lazos para sostener este sistema, se incentiva el uso de uniformes, se refuerzan las propias doctrinas en tanto se condenan a los ajenos, se vilipendia a los que salen de la norma establecida por el líder, etc..

Rambán, y los que leales al Eterno que están dentro de similar perspectiva, son personas de valor, maestros leales, faros de Torá, recursos genuinos para el aprecio al Eterno y Sus mitzvot.Pero, esta perspectiva no es solamente mantenida por gente sincera y de buena fe, gente de corazón amistoso hacia lo sobrenatural; por desgracia está perspectiva es abusada por todo tipo de charlatanes, mercachifles, traficantes de la fe, vendedores de baratijas supersticiosas, cabalisteros, supuestos gurúes jasídicos, “rabinos mesiánicos”, ambiciosos de poder y renombre, gente que hábilmente manipulan las mentes y corazones de los que no están entrenados en el conocimiento y el entendimiento, y que buscan salidas fáciles, soluciones instantáneas, recetas mágicas, fórmulas o plegarias milagrosas, medallas de la suerte, etc., y que con la pátina de “seriedad religiosa” adquieren cualquier esperpento y sufren de continuos timos, siempre excusados por uno u otro argumento falaz pero lleno de palabrería complicada y hueca.
Esos niños en cuerpos de mayores, que añoran mundos de fantasías, en donde el pensamiento propio es mágico, en donde el mundo gira en torno al propio ombligo, buena gente inocentona, que se aferran a los gurúes que venden religión, que se enriquecen con pantomimas enfermizas. que hacen de la superstición y el engaño su lucrativo comercio.
Abundan en el mundo “offline”, pero son innumerables en el mundo “online”.
Estamos rodeados de gente con blogs, twiters, feisbucs, emails, que propagan las creencias simplonas, el sometimiento a los líderes todopoderosos, las recetas sobrenaturales, el letargo de murmurar sin ton ni son los mantrams pergeñados por sus “maestros o rabíes”.
Y a veces, los inescrupulosos, se defienden señalando a grandes como Rambán, o lo que ellos suponen que dice el Zohar, o este o aquel rabino (si es que en verdad es rabino), procurando así dar una cara de respetabilidad a sus mugrientos negocios, a sus oscuras cárceles del alma.
Como siempre, no faltan los malandrines que se disfrazan de santos para obtener dinero, poder, fama, bienes materiales, placeres, etc..

Rambam (Rabí Moshé bar Maimón, o Maimónides) por otra parte entiende el mundo de manera diferente.
El Eterno no necesita intermediarios para ejecutar Su gobierno sobre el mundo.
Él es omnisciente y omnipotente, en Su amor y Su sabiduría perfectos creó un mundo regulado y reglado, marcado por leyes “naturales”, que ordenan y que se ejecuta sin la necesidad de la intervención constante de fuerzas rectoras místicas.
Hay leyes, hay orden, hay regularidad, hay un Amo que creó y sostiene con lealtad Su creación, hay un Rey que gobierna y que no opera modificaciones de acuerdo a los deseos o anhelos del corazón de cada hombre.
Dios es el Rey de un reino ordenado y (a Su vista) perfecto, en tanto que nosotros somos hijos y siervos, que no tenemos la habilidad para que Él cambie según nuestra necesidad del momento. (Por supuesto que Maimónides explicó los milagros y sucesos sobrenaturales, y sus enseñanzas cuadran perfectamente dentro de su perspectiva. No ahondaremos en esta ocasión al respecto.)
El hombre puede manipular la naturaleza, Dios le ha conferido ese enorme poder, pero no a través de la magia o de la pasiva espera del milagro, sino por medio de las acciones concretas, que modelan y varían la realidad.
Si no hay lluvia en un área, debe buscar y acarrear las aguas desde lejos, construir canales y trabajar la tierra de tal forma que sea productiva.
Si hay hambruna, habrá que redistribuir la riqueza, encontrar otros canales de abastecimiento, reformular la tecnología, emigrar, etc..
Si hay terrores, se deberá entrenar para la defensa y la guerra; para el crecimiento personal y el fortalecimiento intelectual y moral.
Ninguna cantidad de mitzvot cumplidas o la oración van a cambiar la realidad física por arte de magia o de favores personalizados de Dios a través de entidades espirituales.
Por supuesto que el rezo tiene efectos positivos, claramente que algo cambia para bien cuando se reza con la profundidad y concentración que son óptimas, de seguro que habrá algo bueno también en este mundo para quien cumple con los preceptos de manera desinteresada (recalco: de manera desinteresada).
Eso no está en la balanza ni en el banquillo de las dudas.
Maimónides nos enseña, junto a otros grandes del conocimiento, que no dependamos de milagros, que no andemos procurando manipular fuerzas (reales o ficticias) místicas, que no seamos niños a la espera de un adulto nos lleve de la mano.
Maimónides nos enseña a ser activos, proactivos, constructores de Shalom a pleno, en cada uno de nuestros planos de existencia.
Cuanto más nos apartemos de fantasías de secretos poderes del pensamiento, más pronto pensaremos con claridad y podremos encaminar nuestros pasos por sendas de luz y verdad.
Cuanto menos ahondemos en supersticiones, poderes mágicos, invocaciones a entidades descarnadas, menos problemas inyectaremos a nuestra existencia.
Cuanto más confiemos en Dios, sin pretender manipularlo, sin ambicionar negociar arteramente con Él, con mayor pureza haremos nuestra parte en la Obra y nos apartaremos del mal.
Sin embargo, no queda el cumplimiento de los mandamientos como una mera obligación decretada por Dios, ni todo a cargo de nuestro accionar sobre el mundo físico.
El hombre también tiene la capacidad de actuar más allá de sus necesidades inmediatas de supervivencia.
También puede tratar de entender cómo sus acciones tienen un efecto a largo plazo, a veces más allá de su propia vida.
Por medio del cumplimiento de los mandamientos que nos corresponden, y con su análisis, se puede tratar de encontrar y descifrar la Voluntad de Dios y participar con Él en la obra constante de la creación.
Aquel que cumple con su parte de manera desinteresada y no se somete a supersticiones o pretensiones autoritarias, tiene abierto el camino para buscar sentido más allá del presente y queda en condiciones para descifrar el significado de su propia existencia.
El hombre en esta búsqueda puede fácilmente perderse en un universo imaginario, fuera de contacto con la realidad, un mundo de fantasía y que puede conducir eventualmente a la idolatría.
Torá y Mitzvot (lo que corresponda a cada cual, sea judío o gentil) es el camino que, si se siguen correctamente, nos impide virar a este mundo de fantasía. También establece las relaciones interpersonales de manera que podamos dedicarnos a crecer en armonía interna y con el prójimo. Nos enseña de la disciplina tanto en las acciones y el pensamiento. Se nos enseña a pensar en Dios en todo momento, primariamente al hacer mitzvot, sin esperar que Él se someta a nuestro deseo.
En resumen, se fortalece el ser, la familia, la sociedad, el apego al Eterno, sin depender de fuerzas externas, sin arrodillarse ante líderes, si dejarse manipular por el EGO enmascarado.

Para finalizar, para emular la grandeza de Maimónides en muchos aspectos, les dejo esta historia.
Si usted va a la Biblioteca Nacional en el campus de Givat Ram en Jerusalén, tal vez coincida con las esporádicas exposiciones de manuscritos de Maimónides.
En uno de ellos, el “Pirush mishnaiot”,  se puede ver, de puño y letra de Rambam, frases tales cosas como: "Pensé que esto era correcto, pero he encontrado un manuscrito más preciso y revisé mi opinión". Otras veces no es que haya encontrado un texto antiguo más preciso que el usado hasta el momento, sino que tras una repetición del análisis, luego de estudiar y repasar y volver a repasar, Rambam no era tímido para decir "me equivoqué", porque su meta era la búsqueda de la verdad, no la gloria, el dinero, el poder sobre el ingenuo o la populachera alabanza.

Servir a otros, idolatría un común denominador

Al ver cada uno de los 7 Mandamientos Universales, podríamos pensar que son enunciados estáticos y fijos, y que no poseen el dinamismo que caracteriza cualquier ley, pues estas constantemente están cambiando de acuerdo a la circunstancias particulares que imperen en determinados sectores de la sociedad, pero esto no es así, de hecho los 7 Mandamientos son enunciados fijos pero se adaptan a cualquier circunstancia que nos presente la vida cotidiana sea hace 2 mil años o el mismo día de hoy, pues su espectro realmente es amplio e incluyente como lo veremos más abajo.

Normalmente la idolatría es entendida como la adoración o veneración de algún ídolo o imagen, y en alguno de sus aspectos realmente es así, tenemos tajantemente prohibido postrarnos ante un ídolo para adorarlo, un ídolo con el nombre que le quieran llamar (jesus,buda,krishna etc.), esa es una de las formas más comunes que podemos entender o comprender como idolatría, y para lo que nos hemos criado en medio de multitud de iglesias y templos podemos entender como idolatría la veneración de ídolos o imágenes pues vemos constantemente como objetos cualquiera se convierten en ídolos(pulpos, cantantes muertos, políticos, jugadores de futbol), creo que no tenemos punto de discusión en que la idolatría es la veneración de ídolos o imágenes, pero de hecho el concepto es mucho más amplio que la común veneración de santos, imágenes, entes, etc., en el idioma de la creación, la prohibición de la idolatría es conocida como avoda zara, que se podría traducir como “servicio a lo  negativo”, pero si te diste cuenta no es una prohibición particular a postrarse ante algún ídolo, sino que comprende más integralmente todo el servicio hacia el lado negativo de la existencia, aquí es donde esta lo realmente interesante, el More lo señalo hace poco en un comentario:

Podemos agregar q la mentira, engaño, adulación, falsedad, estafa, haraganería, pedantería, jactancia, violencia, guerras, también lo son.         Y todas, a su cabeza la idolatría, son modos de servilismo al EGO.

Son todos modos de servilismo al ego (ietzer hara o instinto hacia el mal), es decir aquel que se esclaviza a su ego, que sirve a sus pasiones o que se habitúa a actuar en forma negativa también está cometiendo idolatría como el que se postra ante una imagen.

Todas las expresiones negativas de la conducta del individuo como lo señalo el More, son modos de servilismo hacia el ego, y se consideran como idolatría.

Personalmente consideraba la idolatría como la adoración o veneración a algún ídolo, pues entre la sociedad donde crecimos es muy común ver este tipo de idolatrías, que incluso en algunos lugares toman más fuerza aun con las festividades tradicionales de los pueblos que toman como “patrones” a muchas de estas imágenes.

Pero en realidad la prohibición de la idolatría se enfoca tanto al servicio interno como externo a otra cosa que no sea el Eterno, entonces cuando nos ponemos al servicio de nuestras pasiones nuestros desequilibrios nuestras emociones también es un modo de servir a otras cosas que no son el Eterno.

Y bueno realmente servir al ego es un gran error, pues esto nos acarrea grandes sufrimientos y enormes tribulaciones.

Solo el servicio al Bendito Creador del mundo es lo que edifica este mundo, con bases  firmes en la bondad y la justicia.

Hasta pronto.

Existe un pacto valioso

Mediante una comparacion acerca de los dos caminos que ha otorgado Dios a la humanidad, el judio y el noajico, mi intencion es desmitificar que el judio tiene mucho mas por hacer que nosotros por la diferencia en la cantidad de mitzvot, o porque aparentemente sean de mejor calidad para con el Eterno.
En principio 613 vs 7 parece abrumadora la diferencia, pero investigando un poco vemos que en la actualidad y en nuestro contexto, la distancia se achica.
«Según R. Aarón HaLeví, quien viviera en la Edad Media, las que se podían cumplir en sus días suman trescientas sesenta y nueve.
El estudioso moderno Rabino Israel Meir de Radin, comúnmente conocido como el Jafetz Jaim, ha identificado setenta y siete mitzvot de acción y ciento noventa y cuatro mitzvot de abstenerse que pueden observarse fuera de Israel en la actualidad».(Las mitzvot, Y. Ribco)

Sumandolas, tenemos el numero total de 271.
Recordando que las mitzvot de Israel son cumplidas como pueblo, podemos sugerir que individualmente sean menos ya que puede contemplarse la actividad particular de cada persona.
Esto lo hago para comparar individualmente con el noajida ya que si nosotros cumplimos individualmente nuestras mitzvot.
Vemos en Reglamentos de los mandamientos que dice:
«Estos son los 66 mandamientos de la Torá para los judíos que debieran ser tomados como reglamentos por los noájidas.
Sin embargo no se agotan en esta lista.
Pues los noájidas pueden y deben asumir compromisos sociales expuestos en la Torá como mandamientos para los judíos, ser solidarios, ser caritativos, ser conciliadores, amar al prójimo, respetar y honrar a sus mayores, cuidar la naturaleza, dar vida, criar hijos saludables, cuidar la salud, desarrollar el un mundo de paz e integridad, etc.»
Arrancamos de movida con 66 mitzvot derivadas de 7 leyes fundamentales, ademas podemos aplicar un monton de leyes mas, segun nuestro modo de vida, entorno, actividades diversas y leyes en nuestras naciones que no contravienen la ley noajida.
No es la idea hacer una enumeracion exacta de la cantidad de leyes que podemos cumplir, sino saber que, efectivamente, somos verdaderos socios de los judios en la construccion de shalom en el mundo.
Quizas muchos piensen que el judio es mas, que los noajidas no valemos, y buscan ser del pueblo de Israel a cualquier costo y con diversas triquiñuelas. Rebajan al noajismo a un judaismo de la B, pero como veras hay un pacto muy importante y fructifero para quien lo quiera acatar.
Lo demas son excusas para no hacer ni uno ni lo otro, sino ponerse un etiqueta que los deje «dormir tranquilos».

Tu mundo, tu casa

En el midrash, obra de pensamiento fundamental en el judaísmo (fuente y canal de transmisión para jurisprudencia, legislación, tradiciones y creencias), más precisamente en el “Kohelet Rabba” (cap. 7), encontramos:

‘“Considera la obra de Dios: porque ¿quién puede enderezar lo que él (el hombre) ha torcido?” (Kohelet / Eclesiastés7:13)
Cuando el Santo Uno, bendito sea Dios, creó al primer humano, Él lo tomó y lo condujo alrededor de todos los árboles del Huerto del Edén, y le dijo: “Contempla mi obra, cuan bella y admirable es. Todo esto que he creado, para tu beneficio lo he creado. Pon mucho cuidado no sea que corrompas y destruyas mi universo, porque si lo corrompes, no hay nadie que lo pueda reparar luego de ti”.’

Una interpretación clásica es que la persona tenga cuidado en su comportamiento, que viva de modo ético, en sintonía con su esencia espiritual, siendo fiel a los mandamientos que le corresponde, desplegando una existencia de constructor de Shalom; pues, luego de su muerte, ¿quién podrá modificar lo que haya sembrado para su vida en la eternidad?
Cosechará y gozará (o padecerá) aquello que haya sembrado en su vida terrenal.
Es decir, vive a pleno de Este Mundo, disfruta de lo permitido, pero apártate de lo prohibido, para que tu vida sea radiante aquí y plácida allá.

En palabras del Ramjal:

“En resumen, el hombre no fue creado para su  existencia en este mundo, sino para la del Mundo Venidero, ya que su vida aquí es sólo un medio hacia su objetivo final.
Existen numerosas máximas similares de nuestros Maestros asemejando este mundo al lugar y tiempo de preparación y al Mundo por Venir como consecuencia de lo anterior, como el lugar de descanso y disfrute.”

Otra interpretación, también clásica, no se concentra en el individuo, sino en la relación entre el hombre y el ambiente.
El mensaje nos alienta a considerar la belleza de la creación, a hacer uso de ella, a ejercer nuestro dominio sobre lo creado (tal y como nos indica Dios en Bereshit / Génesis 1:28), pero procurando que nuestras acciones no corrompan el mundo, ni tuerzan lo que debe ser recto.
Es decir, se reconoce en el ser humano un inmenso poder constructivo, pero a la par uno destructivo.
Un poder otorgado por Dios, que reposa en la conciencia y voluntad del hombre cómo lo administrará en áreas tan relevantes como el aire y la contaminación acústica, contaminación del agua, el reciclaje de residuos, sustancias peligrosas, la protección de la fauna y la vegetación, el uso de los recursos naturales, la distribución de la riqueza, la siembra de transgénicos, experimentación genética, el establecimiento de reservas naturales, entre otros fundamentales aspectos.

El que se niega a reconocer el papel “redentor” o “devastador” del ser humano en la creación, porque de forma mágico-infantil considera que solamente Dios hace o deshace, se puede decir que está utilizando la religión como una póliza de seguro para seguir haciendo lo que quiere hacer, como una excusa para inflar su EGO.
En otras palabras, cree o supone que las acciones del hombre son tan débiles y sin potencia que no pueden tener efectos perjudiciales permanentes.
A partir de esto, se podría considerar que el hombre es libre para consumir tanto como le sea posible, sin límites, sin cuidado, sin consideración por el equilibrio del ambiente, sin atención al destino de los residuos, etc.; ya que, el hombre en nada puede afectar a lo creado. No hay poder real sobre lo creado, y por lo tanto, el hombre no tiene sentido de responsabilidad hacia ella.
Curiosamente, esto también abre un peligroso camino en las políticas públicas; por ejemplo, el dejar con entera autonomía a la sociedad y el individuo en manos del libre mercado. Por ejemplo, la creencia de que el comportamiento humano siempre se resolverá en beneficio de todos. Por ejemplo, que la naturaleza cuenta con sus propios mecanismos para restablecer el equilibrio, restaurar lo dañado, mantener el ritmo de producción estable, etc..
Entonces, se reduce el papel del gobierno a no intervenir, no encuadrar, no limitar, no orientar, sino meramente acompañar y admitir y recaudar impuestos.
Se puede consumir tanto como se quiera y asumir que el universo funciona de tal forma que es imposible el daño permanente.
Aunque parezca infantil, tonto, irracional, es lamentablemente una realidad patente, que así se comportan numerosos gobiernos que hacen caso omiso a los llamados de atención para corregir los daños que se van provocando por la acción productiva del hombre.

Recordemos, tenemos derecho al dominio de la tierra, pero también que rendir cuentas, pues Dios ha declarado:

Mía es toda la tierra
(Shemot / Éxodo 19:5)

Somos inquilinos, con muchos derechos, pero no la plenitud de la potestad, ya que debemos someternos a la inspección y al justo balance ejecutado por el Dueño, según se desprende del texto:

El Eterno, el Dios, tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo trabajara y lo cuidara.”
(Bereshit / Génesis 2:15)

Por tanto, tenemos el poder, y la libertad, pero la consiguiente responsabilidad por el resultado de nuestros actos.
Vivir de modo despreocupado, consumiendo insaciablemente, deteriorando el ambiente, provocando calamidades sin cesar, no es admisible, no es racional, no es provechoso, no es “espiritual”.

Resulta interesante que sepamos lo que el Ramban comenta en el versículo de Bereshit 1:28, que aludimos más arriba.
Según Najmánides, el comando divino de “tener dominio sobre" debe entenderse como que al hombre se le dio el poder sobre la tierra para hacer lo que sea su voluntad con el resto de las criaturas, para construir, arrancar raíces, plantar, aprovechar las minas de metal y similares. La frase, por lo tanto, se refiere a la conquista del hombre del desierto y sus esfuerzos constructivos para civilizar y habitar el mundo, aprovechar las fuerzas de la naturaleza para su propio bien y explotar la riqueza mineral a su alrededor.
Es decir, convertirse en un dínamo en la construcción de un mejor mundo para vivir, en hacer de este mundo una morada para la Divina Presencia.
En síntesis, ser un constante constructor de Shalom.
Orden dada ya desde el comienzo.
Así pues, no es un permiso para devastar el mundo para enriquecerse y engrosar el EGO, sino un poder para mejorar la creación, para llevarla a un nivel más alto, en donde lo espiritual resplandece en lo material.

Es en esta línea que el genio del siglo pasado, el Rav Kook, enseñó:

"No puede caber ninguna duda para cualquier persona iluminada o reflexiva, que el ‘dominio’ mencionados en la Biblia en la frase: ‘y tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo, y sobre todo ser viviente que se arrastra sobre la tierra’, no es el dominio de un tirano que trata con dureza a su pueblo y los funcionarios a fin de lograr sus propios deseos y caprichos personales. Sería impensable que Dios ordenara una ley tan repugnante de sometimiento y que fuera estipulado para siempre en el mundo de Dios, porque Él es bueno para todos y cuya misericordia se extiende a todo lo que Él ha creado, como está escrito, ‘la tierra se basa en la misericordia’ (Tehilim / Salmos 89:3). "

Así pues, un dominio para ser ejercido con sabiduría, con mesura, con bondad, tal como Él actúa para con Su creación.
Así como Él establece Shalom en las alturas (Ieshaiá / Isaías 45:7), que seamos nosotros constructores de Shalom aquí debajo.

Tenemos pues que no hay destino más alto para el hombre que vivir constantemente como un constructor de Shalom, actuando con bondad y justicia, en lealtad hacia el Eterno.
Esto incluye, por supuesto, el ejercicio de un dominio saludable sobre la naturaleza, una responsabilidad ineludible.

Como siempre, el trabajo comienza por dominar el EGO, canalizar su potencia hacia fines positivos.
Al dejar de lado el engorde egoísta, se posibilita la toma de conciencia del prójimo, el respeto por el ambiente, el anhelo por llevar una vida mesurada y en equilibrio.
No es meramente reclamar por leyes ambientalistas, sino provocar una revolución, o quizás evolución, en el centro de vida de miles de millones de congéneres, quienes se encuentran esclavizados por el EGO, supeditados a religiones y creencias que los infantilizan, los vejan, los esclavizan, para que unos cuantos sean beneficiados con poder material, renombre, dinero, imperio.

El trabajo por reformar el mundo, corregirlo, perfeccionarlo no puede ser evitado, no hay tiempo para más excusas.
El tiempo urge, el daño que la humanidad ha provocado al mundo, al entorno, al prójimo, es cada vez más evidente.
El descalabro social, la violencia constante, el malestar de la cultura nos agobian.
En tanto las religiones siguen adoctrinando, siguen sometiendo, siguen emparentadas con los malos políticos y peores ciudadanos que engañan y usurpan para obtener réditos materiales.

Kohelet Rabá, así como decenas de fuentes de la Tradición, nos enseña que tenemos poder, uno que puede destruir la creación. La conciencia de nuestro poder nos obliga a limitarnos y adquirir humildad, para ejercer cabalmente el papel de custodios, tanto en términos de física del planeta, así como en términos de formulación de políticas. Tenemos el poder de destruir la sociedad, por lo que la gente, directamente como a través de sus funcionarios electos tienen que permanecer vigilantes en la supervisión y el equilibrio de las diversas fuerzas en el juego.

Depende de cada uno y de todos.
Para finalizar, un relato del Talmud (Bava Kama 50b), espero que comprendas la moraleja:

“Érase una vez, un agricultor que estaba limpiando su terreno, tirando piedras de su campo a la carretera pública. Un hombre piadoso que pasaba lo reprendió: ‘Loco: ¿Por qué tiras piedras de la propiedad que no es tuya a tu propiedad?’.
El agricultor se burló de estas palabras (¿Cómo que no era su propiedad, si era su campo el que estaba limpiando de las molestas piedras?)
Algún tiempo después, obligado por deudas tuvo que vender su campo.
Una noche, al pasar junto a su antiguo campo, tropezó y cayó sobre una de las piedras que había arrojado allí. Tendido en la agonía, se dio cuenta de cuán cierto había sido las palabras del hombre piadoso.”

Y la moraleja es…

Resp. 903 – Tora Noajida y ambientalismo

NirvanaAngel nos consulta:

Ya que Dios es todo, y hoy en día estamos contaminando mucho su creación, sea en el plano espiritual y físico.
Mi pregunta se dirige a la físico
1- ¿no tendría que haber algun tipo de «mandamiento» el de no contaminar, no ensuciar o corromper nuestro hogar o sea el planeta Tierra?
2- ¿No hay nada escrito respecto de esto?
3- Ya que prontamente eso tendría que ser Ley divina, o ya implicitamente lo es?
Disculpe si esto ya fue respondido con anterioridad.
Muchas gracias,
Laura.
Laura Barbagallo, 31, Empleada, Quilmes, Argentina

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