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Tu sentimiento de culpa

¡Ah, el sentimiento de culpa!
Sí, ese sentimiento oscuro y lóbrego de culpa.
Arma favorita de los manipuladores.
Esos que te instilan sentimientos culposos para usarte y luego arrojarte a un costado.

Ah, el sentimiento de culpa, fuente de dolor y descontento, látigo del EGO para castigarte, para esclavizarte.
Por el cual sientes que no tienes derecho a disfrutar de nada,
por el cual cuando gozas temes que algo malo ocurra,
por el cual eres lastimosamente complaciente,
por el cual rehúsas cualquier placer,
por el cual encuentras formas más o menos macabras para auto-castigarte o llevarte a situaciones de vergüenza y dolor.

No importa realmente qué es lo que usas como excusa para sentirlo, lo que sea sirve para paralizarte, para aterrarte, para atormentarte, para sufrir y huir de tu verdadero ser, del esplendor y la bendición.

Entiende bien la diferencia entre culpa y sentimiento de culpa.
Culpa es uno de los resultados naturales de una acción errónea, o de una omisión que termina en algún perjuicio, cualquiera de ambas situaciones no han sido corregidas, reparadas o se ha transitado el proceso de perdón por ellas. Por lo cual, surge la culpa y se mantiene allí, consciente o no, hasta realizado el necesario proceso de corrección.

El sentimiento de culpa, por el contrario, no nace de una acción u omisión de tu parte, sino de asumir sobre ti la carga de algo que no has hecho y te han (o has) endilgado.

La culpa es saludable, nos avisa que tenemos algo que revisar, algo que corregir, algo que mejorar.
Con la culpa podemos darnos cuenta de lo que está mal por nuestra causa, y entonces hacer lo que está a nuestro alcance para construir shalom, interna y externa.

Pero, el sentimiento de culpa es enfermizo, nos lleva a encadenarnos a fantasías perjudiciales, nos vicia de impotencia, nos priva de la posibilidad de gozar de aquello que es lícito y permitido.
Hasta en ocasiones el sentimiento de culpa se monta sobre una verdadera culpa, para que de ese modo no podamos hacer lo necesario para que retorne el bien.

Sí, el infundir sentimientos de culpa es una de las armas preferidas de los manipuladores, lo sepan ellos o no.
Te hacen sentir culpable, y por lo general son ellos los que tienen la solución para librarte de la pesadilla del remordimiento sin motivo real. Emplean hábilmente el discurso para victimizarse, para hacerte sentir un ogro, para que te percibas como alguien malvado y sin remedio, pero mágicamente ellos te pueden conceder el don de la salvación, claro a cambio de que entregues cosas que son valiosas para ti o codiciadas por ellos.

Te pongo un ejemplo sencillo, muy difundido entre las gentes.
Algún clérigo, una “autoridad” religiosa desde su alto púlpito declara que tú eres pecador, que has nacido pecador, que tu destino es el infierno, que no hay obra o acción que repare tu terrible pecado, que ciertamente tú eres una escoria igual que tus ancestros. Se te niega toda posibilidad de escape, porque no has hecho nada realmente, sino que tu pecado es el “pecado original”, algo misterioso y no muy claro que ha cometido un supuesto antepasado hace milenios y que por cuya causa tú ahora naces pecador, vives pecador y mueres sin redención. No tienes escape, eres de lo peor, simplemente por haber nacido ya estás condenado al peor de los infiernos. Cuando este mensaje espantoso penetra bien profundo en tus huesos, cuando ya ni te preguntas sobre la lógica o autenticidad de esta prédica maligna, cuando ya asumes como un hecho el pesado sentimiento de culpa que te han cargado, cuando reconoces que nada puedes hacer para salvarte, es cuando el mismo predicador te ofrece la panacea, la salvación, el escape tan ansiado. ¿Cuál es? Pues claro… tener fe en lo que él te enseña, no cuestionar, no preguntar, no criticar, no indagar, no investigar, no contradecir, no perder la fe. Solamente tener fe en lo que el clérigo te afirma como cierto y no apartarte de ello. Tener fe en cualquier absurdo, no importa, ya que tienes prohibido cuestionar. Tener fe y entregarte de cuerpo y alma a lo que el predicador te ordene. No importa que sea doloroso, pecaminoso, criminal, antagónico al camino del constructor de shalom, nocivo para ti u otros. Nada importa, solo ser manipulado como una marioneta por aquel que te ha manipulado inyectando en ti el sentimiento de culpa con el consiguiente remedio mágico que te provee, con el cual te esclaviza.
¿Te suena conocido?
¿Te suena improbable?
¿Te suena ridículo?
¿Te suena paranoico?
¿Crees que cosas así se dan en la realidad o es solamente un delirio que estoy compartiendo ahora contigo?

Por supuesto que no solamente a nivel religioso, grupal, masivo, se maneja el sentimiento de culpa.
También en las relaciones individuales, y especialmente en aquellas más cercanas y en las cuales alguno de los participantes está sumergido en su EGO (que es lo mismo que decir: cualquiera de nosotros, de los humanos).

Desde pequeñitos te han dicho que hiciste algo malo, que no colmas las expectativas de tu madre/padre, que no te mereces ser amado, que no eres bueno, que no sirves para nada, que… en resumen, que no somos lo que nuestros padres quieren que seamos. Se nos culpa de lo que no hacemos, se nos inmoviliza por medio del sentimiento de culpa. Se trata de controlarnos con estos mensajes cargados de EGO, para hundirnos en impotencia y que nos entreguemos al dominio de nuestros padres. Ellos son los grandes, los inteligentes, los que saben, los experimentados, los que estudiaron, los que tienen el dinero, los que tienen voz, los que votan, los que pegan, los que anulan, los que califican, los que descalifican, los que premian con amor o indiferencia, etc.; nosotros, los pequeños, somos todo lo contrario, todo lo incapaz y defectuoso; personitas; locos bajitos; personas en desarrollo y otros mensajes demenciales pero que son útiles para doblegar la voluntad y quebrar el espíritu de autenticidad en el niño.
Ellos nos hacen creer que somos impotentes, más de lo que realmente somos, para de esa manera ejercer su control.
Nos hacen sentir culpa, variada, surtida, para luego ofrecernos la panacea: si obedeces entonces eres bueno, eres lindo, eres inteligente, eres amado, eres el mejor hijo.

La manipulación puede ser más o menos evidente, más o menos explícita, más o menos consciente. Pero, ¿dudas de que se dé?
¿Te parece que en tu crianza no la han usado?
Y tú, si eres padre, hermano, tío, maestro… ¿no la has usado alguna vez?
Vamos, revisa tus archivos, examina… ¿o te sientes culpable antes de comenzar a reconocer tus culpas y entonces estar capacitado para enmendarlas?

En la infancia, las respuestas pueden ser variadas, porque no hay reacciones lineales, no hay un determinismo mecánico.
Una respuesta al sentimiento de culpa es la adaptación, ceder, ser un niño “bueno”, conformarse, ser cooperador, dejar de luchar, adoptar la máscara que ofrece el padre manipulador. No sabemos qué ocurre por dentro, el conflicto interno, aquello que se ha reprimido y cuánta energía se está malgastando en mantener la represión. Acatan los mandatos, se someten a los deberes que les imponen, se estresan para alcanzar el aplauso ajeno, se insensibilizan a su identidad, hacen negocitos mentales para obtener algún mimo, buscan la aprobación de otros, se desesperan por controlar aquello que no pueden controlar por medio del ser “buenitos”, “adaptados”, “exitosos”.
No sabemos qué tan profundo y doloroso es el exilio interno, cuánta enfermedad emocional se está causando, cuanta miseria mental se está sembrando, cómo explotará está mascarada el día que lo haga (y si es que lo hace, porque recuerda, no hay determinismo lineal). ¿Cuánto sufren como adultos? ¿Cuánto se sumergen en impotencia, en EGO? ¿Cuánto manipularán a quienes estén en inferioridad de condiciones? ¿Cuántas trapisondas harán cuando crean que nadie los vea? ¿Qué tan éticos serán? En fin… ¿qué tan bueno es un niño bueno a causa del castigo o de la manipulación?
La desdicha es u pan cotidiano, el auto desprecio, el reproche, el vacío, el no saciarse con nada, el autocastigo, las adicciones variadas, la frigidez, el falso orgasmo, la hipocresía, el suicidio… ¿Qué no? Lo que fuera, en tanto alguien les dé atención y les haga sentir parte de algo bueno. Quieren encontrar esa magia que los salve, pero se sienten tan culpables que nada les libera.

Otra respuesta es la del niño rebelde, el pegador, el burlón, el pendenciero, el desajustado, el problemático, el que no aprende, el torpe, el agresivo, el que rompe las reglas. Son los que consiguen atención con sus conductas desalineadas, los que demandan a los demás a través de hacer lo injusto e incorrecto. Si el niño “bueno” obtiene la atención ajustándose, perdiendo su identidad, siendo una marioneta del manipulador; el niño rebelde también es una marioneta, aunque haga lo contrario a lo que se espera. Porque, no es rebelde con causa, ni por conciencia, ni por luchar voluntariamente por su libertad, sino que meramente está en oposición, en rebeldía, en bravuconería. No ha roto la cadena de su EGO, ni la del EGO del que lo manipula. Él está diciendo: “mírame, soy malo, te detesto, pero no puedo vivir sin tu atención, sin tus reproches. Quiéreme, aunque sea a los golpes, porque esas palizas son el único contacto que tengo de alguien que me mira. Sin ti, nadie me miraría. Mírame, quiéreme, muéleme a palos, porque soy malo, me siento muy malo, siento una culpa enorme”. Se rodean de gente como ellos, se envician, se ensucian, o se engalanan por fuera pero por dentro se sienten como ratas inmundas, falsas, estropeadas, dignas del sufrimiento y el maltrato.

(Sí, hay niños y adultos éticos, que han aprendido a romper bloques en la muralla del EGO. Sí, hay niños y adultos perversos, sumergidos completamente en la maldad y que no esperan el cariño de los que lastiman. Solo desean destruir, que su impotencia aparezca como potencia máxima. Pero también están estos otros, los que estamos comentando ahora).

¿Cómo curar esta brecha entre el Yo Esencial, que es puro, bello, armonioso, luminoso, pacífico, saludable, de vida; con estas máscaras espantosas del Yo Vivido?
Por una parte está el tomar conciencia de la manipulación, reconocer lo que ha estado sucediendo y lo que se mantiene actual en este trabajo de sometimiento.
Permitir el darse cuenta, el criticar, el señalar.
Ver como funciona este terrible proceso de manipulación.
Luego, perdonar, dejar ir, no querer controlar aquello que no se puede controlar.
Romper las relaciones enfermizas, no permitir que se siga sometiendo a más manipulación, rechazar actuar los personajes que se les impone, encontrar al Yo Esencial y conectarse con él.
Vivir el aquí y ahora, a pleno, disfrutando lo que es lícito. Sin querer dominar lo indomable, rechazando las jugarretas de los manipuladores.
Desarticulando las trampas del EGO, del propio, y no actuando según sus dictados.
Elevando rezos sinceros y humildes al Eterno, para agradecer, para alabar, para pedir ayuda en el tránsito hacia una identidad más integrada y armónica.
Aceptando quien eres y no actuando lo que otros pretenden que seas.
Sabiendo que no hay magia ni brujería, ni religión salvadora, sino tan solo el camino de la construcción de shalom.

Hay otras cosas para hacer, pero por aquí vamos empezando.

Siete silencios y una gran comunicación

Desde pequeño se nos enseña y motiva a repetir palabras, a hablar (que no es lo mismo que comunicarse auténticamente), pero nadie se encarga de instruirnos en el callar, en el valor de saber estar en silencio cuando el silencio es lo necesario.
A través de la cualidad del buen silencio, así como del buen expresarse, es que se pueden corregir algunos defectos, al tiempo que se entrena en la prudencia e indulgencia con las faltas del prójimo.

Atención, debemos distinguir claramente entre el silencio comprensivo, conector, parte sustancial de la Comunicación Auténtica, de aquel otro silencio, ese perverso, el silencio de la represión, de la censura injusta, de la imposición autoritaria, de la limitación que asfixia.
Seguramente tuviste mucha práctica con ese silencio, el cual probablemente te fueron inculcando desde tu infancia, cuando te obligaban a callar lo que era necesario decir, por vergüenza, por miedo, para no molestar, para no contrariar a los mayores, para dejar ver el importante programa de TV o el juego deportivo…, ese silencio es espectral, enfermizo, que arrincona y no da vida que es por completo diferente al silencio que habilita a la comunicación.

Yo te propongo aprender acerca del buen silencio.
Guardar silencio.
Mantener silencio.
Observar en silencio.
Contemplar en silencio.
Recibir lo que viene de fuera en silencio.
Admitir en silencio que el otro piensa y manifiesta lo que piensa y manifiesta.
Aceptar en silencio que uno no puede controlar aquello que no puede controlar.
Darse cuenta, en silencio, de como una cosa se conecta con otra.
Iluminarse en silencio en la conexión, en la unidad.

Luego, de ser necesario, responder activamente desde la Comunicación Auténtica.
Que implica actuar en base a la bondad con la justicia, tal como también decir lo que es necesario y correcto.
Esto es, en buena medida, construcción de Shalom (interna y externa).

En silencio, porque no hay ningún padre a quien agradar, ninguna aprobación por comprar con tu sumisión.
En silencio, porque deseas comprender al otro ampliamente, sus palabras, sus gestos, sus posturas, sus intenciones, sus omisiones, sus anhelos, sus brechas.
En silencio, para percibir qué sientes tú, por donde estás cuando dejas de querer apabullar con palabras o ruidos.
En silencio, para ser aprendiz y no un falso maestro.

En silencio, para adentrarte en lo que armoniza tu Yo Vivido con tu Yo Esencial.

Ahora te pido, si quieres probar un pequeño ejercicio.
Trata de guardar siete silencios para que te mires a ti, lo que eliges, porque lo haces, de qué huyes, qué quieres conseguir, en qué te limitas cuando escoges lo que escoges.
No procedas, no ejecutes, no decidas, no hagas, solo observa en silencio.
No busques palabras para comentar, deja todo en silencio, que fluya en tanto tú eres un observador privilegiado.
Fluye tú también, en silencio.

¿Puedes y quieres hacerlo?
Luego, cuando estés preparado te agradecería si me cuentas que aprendiste hoy.
Muchas gracias por compartir esta lectura y tu tiempo conmigo. Me siento halagado por tu compañía.

De amor y soledad

¿Cuántas cosas hacemos para no estar solos o no sentir la soledad?
¿Cuántas?
Muchas, muchísimas, infinidad.
Algunas son conductas o actitudes voluntarias.
Pero multitud de inconscientes, de esas que nacen en lo más profundo y oscuro, arraigadas en lo reprimido.
Acciones y rituales, plegarias y ofrendas, entregas y renuncias, suplicios y alegrías, pactos y engaños, esperanzas y decepciones, hartazgos y gimoteos, desdichas y regalos, así hasta el infinito para apartar el fantasma, a la soledad, que es la presencia de la ausencia, que es la muerte que se hace presente durante la vida.
Sí, la soledad es la hija, la hermana, la madre de la muerte.
Muerte que es la máximo expresión de la impotencia, de aquello que nos recibió al llegar al mundo con su espantoso apretón, de aquello que nos espera eternamente (al menos en cuatro de nuestras cinco dimensiones).
Muerte de la que nadie escapa, por lo menos desde un punto de vista materialista.

Andamos anhelando ser alguien para alguien.
En parte para hacer de cuenta que estamos acompañados, que no estamos solos, que alejamos la muerte, que somos eternos.
Citando al gran Erich Fromm: «Naces solo y mueres solo, y en el paréntesis la soledad es tan grande que necesitas compartir la vida para olvidarlo.»
Sí, en parte por ello.
Pero otra parte es menos filosófica y más práctica: para tener a quien manipular, a quien llamar la atención, a quien usar para que nos calme nuestro terror, nos satisfaga, nos de su pecho (simbólicamente), nos arrope, nos arrulle, nos abrace.
Sí, como el bebe que empleó por primera vez las herramientas básicas del EGO (llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad) y así calmó por un rato sus penurias, su aniquilante sensación de impotencia mortal.
Y ahora citando nuevamente a Fromm, pero para disentir un poco con él: «La necesidad más profunda del hombre es, entonces, la necesidad de superar su separatidad, de abandonar la prisión de su soledad.».
Humildemente difiero y digo que no, no es la necesidad más profunda superar la separación con otros, eludir la soledad, eso es solo una parte muy intensa y profunda de nuestra mayor necesidad: ahuyentar un poco el espanto de la impotencia. Hacer de cuenta que tenemos algo de dominio y poder. Alcanzar alguna dosis de control que nos haga descansar un poco del dolor de “no poder”.

Como puedes comprender fácilmente, en ambas situaciones el otro es un mero objeto, un “ello” y no un “tú”.
Está para que nos sirva, y si no está, nos conseguimos otro en su lugar.

Pero hay otra forma de romper el poder del EGO, de no seguir en falsa relación con el otro, de alcanzar un grado de conexión real con una persona completa y significativa.
Notemos esta idea del gran Alfred Adler, quien solía decir a sus pacientes aquejados de “melancolía”: “Te puedes curar en catorce días si sigues al pie de la letra esta prescripción: Debes pensar cada día en como satisfacer a otra persona”.

Sí, en estas palabras podemos encontrar un eco de nuestra vieja receta: hacer por el otro algo beneficioso, que no nos perjudique, y sin esperar absolutamente nada a cambio.
Sí, lo que es dado en llamar en la antigua y santa Tradición como AMOR.

Claro, dejamos de tratar de imponernos,
no queremos controlar aquello que está fuera de nuestro control,
no esperamos nada sino que agradecemos lo que recibimos,
no usamos al otro, sino que nos conectamos con él,
no manipulamos pero tampoco admitimos que se nos manipule,
nos limitamos voluntariamente para dar cabida en nuestras vidas al otro con su individualidad,
beneficiamos con nuestra acción, y con ello somos felices.

Sí, seguiremos solos, pero habrá una conexión especial, un lazo espiritual, una energía que se enlaza entre ambos. Los cuerpos seguirán solitarios, el abrazo del alma durará lo que dure, pero ese lapso será sagrado y permanecerá en la memoria de la eternidad.
Esa es la manera, el gran secreto, la clave más poderosa para tener dominio, para romper el yugo del EGO.

Mientras no lo rompemos, seguimos solos, empequeñecidos, deseando sin alcanzar la satisfacción, mezclados en jueguitos de falso poder, dolidos, temerosos, muertos.
Cuando comprendemos esto, podemos dar un nuevo significado a las sabias palabras de un grande entre los más grandes:

«El que halla esposa halla el bien y alcanza el favor del Eterno.»
(Mishlei / Proverbios 18:22)

El mensaje es muy específico y certero. Es la unidad de la pareja conyugal único en su especie, sagrado y especial.
Pero, a modo de estudio cambiemos la voz esposa por un otro a quien amar, hijo, esposo, padre, amigo, vecino, quien sea, para amar como hemos explicado aquí y entonces el resultado será…

(Dedicado a la querida amiga Verónica D., hoy colega mía o algo así, por recibirse. Que pronto novia la veamos, bajo la jupá y formando una casa leal de Israel).

Corrección de sentimientos negativos

A raíz del texto “Hijos de madres paradojales” alguien amablemente comentó: “Como pareja aún tenemos mucho por lograr. Creo que todavía puedo decir, por lo menos un día a la semana, “te odio pero no quiero que te vayas”.”

Humildemente me parece que es este tipo de frases las q hay que ir corrigiendo, para de ese modo alinear el Yo Vivido con el Yo Esencial, de modo tal de sanar los sentimientos que las motivan y así llevarnos a una vida de mayor shalom (plenitud, paz, felicidad).

Recordemos que no es bueno reprimir el reconocimiento de los propios sentimientos, ni negarlos, ni excusarlos. Lo saludable es darse cuenta de que los tenemos y nos tienen, que están ahí, que tienen sus efectos, que por algo anidan en nuestro interior. Reconocerlos, pero no por ellos habilitarlos para salir y destruir.
Reconocerlos, para darles su lugar, en tanto se los sana y se los hace desaparecer, o se usa la energía malgastada en ellos para una meta superior, de construcción de shalom.

Entonces, quizás sería mejor admitir (y quizás decir, esto no lo sé): “Si bien soy ambivalente en mis sentimientos hacia ti, escojo amarte en lugar de otra cosa.”
Luego, hacer aquello que beneficie a ese prójimo que está a nuestro lado, sin esperar NADA a cambio, para que prevalezca el lado positivo.
Y además agradecer, con la mayor sinceridad posible, lo que recibimos (y sea auténtico, es decir, no agresiones, maltratos, manipulaciones, mentiras, etc.).

Tengamos en cuenta que reconociendo la ignorancia es como uno puede avanzar en el conocimiento. Negando lo que ignoramos, negando lo que sentimos, engañándonos, difícilmente podamos ser felices.

“Truco” para ser feliz

Actúa con tu prójimo de tal forma que pienses así:

“Mi felicidad depende en buena medida de su bienestar”.

Prójimo es cualquier otro, pero especialmente aquel que está próximo a ti.
Cónyuge, hijo/a, madre, padre, otro familiar amigo cercano, conocido, vecino, colega, etc.

No es lo que el otro hace, hará, hizo o pretendes que haga para beneficiarte lo que te colmará de felicidad.
Tampoco es lo que recibas como regalo, retribución, pago, devolución, dádiva, de su parte.
Menos aún lo es la esperanza de obtener algún provecho de lo que tú hayas hecho por él, o de lo que le has dado.
Todavía menos de someterlo a tu capricho, de mantenerlo entrampado con jugarretas, en una demostración de hueco y escaso poder.

Tenlo presente, tu felicidad se basa en gran medida en que el otro esté bien, siempre y cuando eso no te perjudique ni traspase los límites necesarios de tu «egoísmo positivo».
No te enfoques en ti, no te pongas en el lugar del receptor, no estés a la espera de nada, simplemente haz tu parte para que el otro pueda sentirse bien.

Si el otro disfruta o no, si agradece o no, si reconoce o no, si retribuye o no, no depende de ti, no te centres en ello.
Simplemente haz tu parte, colabora en proveer a su bienestar sin esperar absolutamente nada a cambio.

Verás como de a poco, o al instante, estarás bien, sentirás felicidad.

Resp. 1093- la primera comunión

osaida nos consulta:

buena tarde, tengo dos hijos una niña de dos años y un niño que va a cumplir 8, lo que sucede es que mi mamá es muy católica y quiere que el haga la primera comunión, mi esposo que no cree en nada ahora si le ha dado por sentir un impulso religioso y quiere meter al niño en clases de catecismo, yo me opuse pero lo que aconteció fue una gran discusión, y no se que postura tomar, el mismo cuento sucede con las novenas de navidad y el cuento del niño dios, yno se como actuar para que comprendan.
osaida mindinero 24 años Pereira Colombia

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Resp. 1092- puedo participar en el ritual del bautismo cristiano

dorca sara nos consulta:

mi mejor amiga quiere que sea la madrina de su bebe, yo le explique mi negativa de participar en en ritual como el bautismo cristiano (yo no soy bautizada) y ella dice que no tiene nada de malo. usted que que opina? ¿tiene algo de malo que sea la madrina del bebe?
Dorca Sara. 24, estudiante, maracaibo Venezuela

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¿El EGO sirve para ser pleno y feliz?

A poco de aprender realmente acerca del EGO, de interiorizarte en sus herramientas y procedimientos, al analizar con cautela las relaciones humanas, irás reconociendo sus exhibiciones.
Está allí,  en multitud de intercambios entre humanos, con llantos, gritos, pataleos o desconexión de la realidad, o algunos de sus derivados. Manipulando, pretendiendo controlar lo que no se puede controlar, ejerciendo presión, buscando la destrucción, reclamando victorias inexistentes, para dejar al final a la persona en un estado (real o sentido) de impotencia, de pobreza multidimensional.

Aparece su impronta también cuando la persona pretende controlar a Dios (o los elementos ajenos a sí mismo) por medio de rezos, acciones de tal o cual tipo, apelar a intercesores mágicos o “espirituales”, con rituales, pactos, negociaciones, amuletos, lemas repetidos, palabras codificadas, o cuestiones similares de religiosidad más o menos afiliadas a alguna religión.
La persona sometida al EGO, en su delirio de control, aunque poco y nada controla, se cree con poder sobre Dios (o los elementos), para que Éste corra presuroso a hacerle los mandados, a favorecerle con milagros, a cambiar las leyes del universo para que el esclavo sea beneficiario sin hacer nada provechoso ni efectivo. Sí, creen que una cintita controla a Dios (destino, suerte, poderes, etc.), que un sombrerito los hace irresistibles, que unas palabras barbotadas ejercen misteriosos influjos, que su interesada caridad es motivo para recibir a cambio toneladas de dinero o carradas de salud. Sí, en su EGO arraigado en la impotencia fantasean con controlar a Dios, para así controlar al cosmos y todo lo que contiene. (Dios, los elementos o lo que fuera. Pero también están los que niegan cualquier deidad, para mantener a su EGO como única deidad pero encubierta, en sombras. Tema que tal vez tratemos en otra ocasión).

Atención, no te estoy hablando de cuestiones alejadas de tu vida cotidiana, ni de cosas ocultas o metafísicas. Tampoco de personas muy alejadas de ti, sino de ti mismo, de tu prójimo, del que está cerca tal como del que está lejos.
Todos, en mayor o menor medida, caemos en estas trampas y tramas del EGO.

No se precisa grandes estudios ni pasar años en academias para comprender y darse cuenta de la presencia constante del EGO opresor, impotente pero con apariencia de todopoderoso Faraón.
Al poco de despejar tu mente, de acallar tus pasiones, si te atreves a mirar sin excusas ni hipocresía, allí verás el multiforme rostro del EGO, del tuyo, del mío, del vecino, de todos los humanos.
Si bien no es necesario el estudio universitario para reconocerlo, sí es imprescindible la honestidad intelectual, el desapego a la falsa identidad, la humildad para darte cuenta de tus puntos flacos, de tus vicios y carencias. Porque si te engañas, si te consideras por encima del EGO, si pretendes estar por fuera de su influjo, entonces difícilmente puedas darte cuenta de cuan profundamente esclavo eres del EGO, y que poco puedes hacer por tu bienestar y el del prójimo.
Sí, es necesaria humildad, la verdadera, para empezar a ver el rostro de tu EGO, acción que es necesaria para alcanzar a aflojar su lazo sobre ti.

Si te atreves, puedes notarlo con mayor claridad cuando se pone en juego en las luchas por el control, por demostrar el poder, cuando imperiosamente se quiere controlar lo que no se puede controlar. Pueden ser disputas más o menos activas (y con motivo o justificación que fuera), con mayor o menor grado de agresividad manifiesta, con disfraces de culturosa cortesía simulada o simple y llana brutalidad. Allí estará casi a la vista de quien pueda y quiera verlo y reconocerlo.
Por supuesto que con conocimiento y entrenamiento se lo descubre en otras cuestiones, menos evidentes, menos obvias, pero no es necesario querer conocer todo cuando apenas si ahora estás capacitado para ver solo un poquito. Paciencia, entrenamiento, conocimiento, humildad, trabajo, y entonces serás más libre y por tanto podrás gozar de mayor plenitud, esto es, SHALOM y felicidad.
Pero, en tanto sigas ciego, en tanto sigas negando al EGO, en tanto sigas siendo marioneta del EGO, la felicidad te será esquiva, el Shalom estará ausente.

¿Cómo ser feliz si se quiere ganar a cualquier costa?
Tal vez se obtenga alguna pretendida victoria, ilusoria y temporal, alguna alegría superficial, pero nada que se compare a la felicidad auténtica, al shalom.
¿Cómo ser feliz el que es esclavo?
Aquel que emplea cualquier medio para demostrar que tiene LA razón y si no lo consigue tendrá aun otros recursos como violencia, retirar la amistad, presionar económicamente, mentir, aparentar otro sentimiento, infidelidad, agresiones, difamaciones, trampas, etc.
Es que el esclavo del EGO no puede soportar la realidad, su falta de control, por lo que hará cualquier cosa para no admitir que está en estado de inferioridad o debilidad.
En la vertiente del que se presenta con máscara de triunfador, hará demostraciones de presunto poder, ejercerá presión económica, hará uso de fuerza física, moverá influencias sociales, ocultará la verdad, se escudará en títulos o cargos, bloqueará el acceso a la justicia, difundirá media verdades plagadas de muchas mentiras, lo que sea que pueda hacer, todo con tal de aplastar al que se quiere controlar.
En la vertiente del que se presenta con máscara de fracasado o miserable, debes comprender que usa esta charada para obtener la victoria por medio de la manipulación emocional, por la generación de sentimiento de culpa, por la obtención de beneficios secundarios a partir de su actuada debilidad, o cuestiones similares. O sea, desde la impotencia descarada lograr el dominio mentiroso sobre el otro y así obtener su falsa ganancia.

Sin dudas que allí donde predomina el EGO se ausenta la felicidad.
Quizás en algún momento no se batan las armas, no se derrame sangre, haya silencio sepulcral, pero no hay SHALOM, falta la plenitud, no hay armonía, no existe la unidad, se carece de armonía.

Un esclavo del EGO no está dispuesto a negociar con la intención de que todos sean favorecidos justamente, porque él no convence, sino que impone. No busca que cada uno disfrute de su justa porción, ni que sea dichoso en sí mismo, ni que viva de acuerdo a su identidad sagrada, ni que se maneje de acuerdo a su propio criterio y ética espiritual. Sino que desea la sumisión, el silencio cómplice, el aplauso canalla, la palmada aprobadora del compinche o del lacayo. No, no sabe negociar realmente, ni le interesa. Por ahí negocia como otro subterfugio, como otra treta, para seguir en jueguitos de astucia, para alcanzar la deseada victoria. Es que si no siente el éxito, se siente vacío, por completo inútil, sin valor, nada, basura. Necesita imperiosamente llenarse de cosas, de aplausos, de medallas, de bienes, de drogas, de elogios, de rituales, de… de cualquier cosa que le haga sentir algo de alegría, aunque sea pasajera, o al menos que le quite esa voz de la conciencia que le reclama que cambie para que llegue a la armonía multidimensional, al shalom.
Así, que está desesperado por el éxito, por arrollar, por destruir, por hacer desaparecer al opositor, por acusar a cualquiera de traidor, por hacerse la víctima, por adorar a su dios (EGO) con rituales religiosos, por generar conflictos, por sembrar caos, por hacer que todos repitan sus lemas, por adoctrinar según sus creencias, por obligar a los demás a doblegarse, está en constante guerra ya que no tiene otra manera de narcotizarse y delirar con que tiene algún tipo de poder y felicidad. Destruye, apabulla, grita, vocifera, llora, se queja, se hace la víctima, pide perdón en privado para seguir haciendo el mal públicamente, inflama con su oratoria, distribuye enojos y tristeza… no, ciertamente no es feliz…
Su vida está llena de muerte, su muerte carece de vida.

Cuanto más libres del EGO, más Comunicación Auténtica, más pedir sinceramente perdón, más perdonar honestamente, más autenticidad, más agradecimiento verdadero, más discusiones para encontrar la luz y no para demostrar quien supuestamente manda, más respeto por la diferencia, más tiempo para construir, más servicio humilde a Dios, más amor al prójimo sin esperar nada a cambio, más bondad, más justicia, más solidaridad… sí, todo esto que es o redunda en más felicidad y Shalom.

(Este artículo lo escribimos a partir de una reflexión por parte del usuario MAVILE de FULVIDA quien estudió y comentó sobre otro texto de nuestra autoría).

¿Vencido o vencedor o ninguno de los dos?

Uno fuerza y “vence” a otro, usando las herramientas del EGO (grito, llanto, pataleo y desconexión de la realidad, o algunos de sus derivados).
Ciertamente parece haber obtenido lo que deseaba y además seguir tranquilo, en paz.
Aquel que fuera manipulado, forzado, llevado a la acción u omisión, puede parecer también calmo, sin reclamos.
Lo cierto es que ninguno de los dos ha sido beneficiado, no han habido ganadores, ni tampoco reina la paz. No hay paz, ni interna, en cada uno de ellos, ni entre ellos.
Existe una paz aparente, un conflicto tapado, violencia silenciada, agresión sin demostración.
Son dos los perdedores, aunque a la vista superficial aquel que uso del EGO se haya quedado con el trofeo.
Si hay manipulación y se cede por presión o engaño, aunque reine una apariencia de paz, no hay ganancia real ni paz.
Eventualmente explotará el rencor, se desbordará el odio contenido, surgirá la venganza, el sufrimiento se hará patente, la vergüenza disimulada estallará. Violencia duplicada, triplicada, centuplicada, porque se ha ido acumulando, porque se suma al primer dolor todo lo nefasto que brota a causa de él.
Si no se exterioriza la negatividad, por dentro irá corroyendo, enfermando, empobreciendo, degradando. Es la violencia dirigida a sí mismo, aquella que se enquistó, se convirtió en un mal que mata desde las entrañas.
Si se exterioriza, se está en situación de golpes de ida y de vuelta, de cobrarse cuentas pendientes, de devolver golpe a golpe, trampa a trampa.

No, no hay paz en donde comanda el EGO y la persona está sometida.
Aunque no corra sangre, aunque nadie se queje, aunque todos parezcan en calma, no hay paz.

Por el contrario, cuando se conduce desde el AMOR, entonces se construye Shalom.
En base a la verdad, a la justicia, a la bondad, a la lealtad.
Se emplea la Comunicación Auténtica, se perdona, se pide perdón, se agradece, se beneficia al prójimo sin esperar nada a cambio. Se pide, pero sin pretender controlar lo que no está en capacidad de ser controlado.

Hay tanto por aprender, pero mucho más por des-aprender.

¿Estás enojado?

Es normal que ante determinadas circunstancias se sienta enojo.
No tiene nada de anormal, enfermo o pecaminoso.
Por el contrario, es sumamente normal y esperable en el ser humano.
Por lo general el enojo surge ante situaciones, reales o imaginarias, de impotencia; en la cual nuestra voluntad o acción se ha contrariado de alguna forma, y como resultado emerge desde nuestra profundidad el enojo. Es una reacción instintivo, es decir, viene en el equipamiento de fábrica de cada uno de nosotros.

Pero, que sea natural, instintiva, normal no significa que tengamos que dar curso a la acción que genera.
Es decir, al sentir enojo no debemos permitir que lo actuemos, que lo llevemos a manifestarse en la realidad compartida con los demás. Ni por medio de actos, ni por palabras, ni por gestos, ni por otra acción o actitud que exteriorice el enojo.

Sin dudas que si no estamos entrenados precisaremos de mucho empeño para superar el instante que media entre el sentimiento y la acción.
Por lo cual, es imprescindible y aprendiendo técnicas que dilaten la reacción, que seamos conscientes de nuestro sentimiento, que no lo neguemos, que no lo ocultemos a nuestra conciencia, que no quede estancado y pudriéndose en el fondo de nuestra alma, que hagamos algo provechoso con esa energía reactiva, pero no llegar a actuarlo o a practicarlo.

Detrás de todo enojo está la impotencia, real o imaginaria.
Reconozcamos lo que ocurre, eludamos el disparo automático motivado por el enojo, para dar paso a una mayor comprensión de lo que estamos sintiendo, de lo que nos lleva a sentirlo, y tal vez podamos encontrar respuestas que sean edificantes, productivas, provechosas, que mejoren nuestra situación y nuestro poder.

Ni llanto, ni grito, ni pataleo, tampoco desconexión de la realidad (o cualquiera de los derivados de todos ellos).
No, esas herramientas no son las que generan cambios positivos, las que atraen Luz y bendición. Más bien rompen, destruyen, promueven el caos y el exilio espiritual.
Mejor es la Comunicación Auténtica.

No neguemos el sentimiento del enojo, pero tampoco lo actuemos.
Aprendamos a ser constructores de Shalom.
Cuesta, pero vale mil veces multiplicado cada centavo invertido.