¿Hacia donde llevamos el mundo?

Detengámonos un momento, cerremos nuestros ojos y soñemos; imaginemos el mundo que podrí­­amos llegar a tener si nuestras eternas leyes noajidas llegaran a predominar en nuestro planeta, si la Torá fuera la fuerza que guí­­a cada hogar, si las escuelas colegios y universidades guiaran sus enseñanzas bajo la luz moral de nuestras leyes y si los gobiernos infundieran los valores noajidas en todos y cada uno de sus proyectos dirigidos hacia la sociedad y hacia las relaciones con otros paí­­ses.

 Voy a imaginar junto a ustedes y les diré lo que mi mente vio, creyó y esta segura que va a llegar a suceder muy pronto en nuestros dí­­as.
 Primeramente veo un mundo donde la crueldad y la injusticia de todo tipo es extraña, donde cualquier forma de daño individual o social es rechazada y condenada; donde las guerras entre las naciones no serian igualmente contempladas por el solo hecho respetar la vida de nuestro prójimo.; nuestro sistema legal seria elevado y noble, dirigiendo todos sus procedimientos de una forma profundamente religiosa y bondadosa; Jajamin serian ubicados en todos los lugares para tener un margen de consejo y consulta accesible, y con un reconocimiento de que son la fuente de la verdad, conduciendo nuestros asuntos mas tranquilamente.
 En nuestra vida personal, los riesgos a correr se reducirí­­an al máximo, todos nuestros familiares, amigos y vecinos entenderán que es lo que el mundo necesita de ellos y Quien lo exige, tendrí­­amos una libertad autentica, en nuestros negocios, amistades, en el amor, etc; desaparecerá la excesiva libertad o la excesiva restricción que el mundo nos presenta debido a su pobre organización humana.
 Nuestro dinero, ay nuestro bello dinero; difí­­cil de creer pero estoy seguro que seremos capaces de ver nuestro dinero como uno de los mejores medios para relacionarnos espiritualmente, sin ser idolatrado y sin ser causa de violencia y destrucción.
 Nuestro matrimonio significarí­­a un lazo í­­ntimo de confianza, liberado de miedos, infidelidades y temores; reconociendo los derechos auténticos de la mujer si que hayan tantas leyes penales como ahora para protegerla; bastarí­­a y sobrarí­­a con los principios divinos universales para ver su verdadero valor; y como reacción a lo anterior los niños, nuestro gran tesoro crecerí­­an rodeados de afecto, tremendamente seguros, confiados llenos de amor y alegrí­­a. O sea nuestra vida familiar seria un ejemplo de divinidad.
 La vida cultural e intelectual del mundo adquirirí­­a un sentido muy diferente al que le damos hoy en dí­­a, todo estarí­­a impregnado con una gracia y sentido moral únicos que enriquecerí­­an verdaderamente el intelecto y el espí­­ritu del ser humano.
 Los cientí­­ficos pondrán la ciencia al servicio del mejoramiento de la vida y a la comprensión del universo basándose en la Torá, y todas y cada una de sus investigaciones se verán libres de si es o no rentable, por solamente si es o no verdaderamente importante y útil para el mundo; dejando lógicamente por fuera cualquier investigación dirigida hacia el desarrollo de medios de destrucción masiva, lo que producirá una reducción considerable de los problemas ambientales.
 No es un sueño, es posible; el Todopoderoso, como supremo benefactor tiene este tipo de mundo para los que guardan y respetan sus mandamientos. El solo aceptar su soberaní­­a producirá globalmente una unificación y una paz donde jamás existirí­­an las peleas pues estarí­­amos dañando o inclusive avergonzando una creación de HaShem.
 Pero amigos, solamente existe una forma de alcanzar estas bondades; y es aceptando la Torá como la enseñanza autentica de la verdad aplicándola a cada individuo, judí­­o o noajida, cada uno tomando seriamente su camino y cumpliendo su misión poniendo sus máximas capacidades.
 Les aseguro que de esta forma la humanidad llegara a un retorno espiritual al Creador del Universo y a un estado global de alegrí­­a, paz, bienestar, fortaleza y cambio.
 Estoy seguro que estamos avanzando velozmente hacia los dí­­as de la venida del Justo Mesí­­as (Pronto en nuestros dí­­as), y por lo tanto les digo hermanos; luchemos dí­­a a dí­­a, miremos a HaShem en todo lo que nos rodea y con alegrí­­a esperemos la pronta redención.
 
 
 

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