Juntos pero no revueltos

Esta semana el pueblo judio lee la sección de la Torá llamada Ajarei Mot – Kedoshim. En lineas generales se detalla la orden Divina de mantenerse santos o mejor dicho, apartados para un propósito específico, dada a nuestros hermanos mayores.

Leyes alimenticias, sociales, sexuales, prácticas prohibidas, pureza de la tierra de Israel, amor al prójimo, entre otros tópicos que primera y especialmente atañen al pueblo judio. Si esto es así, ¿qué tenemos los noajidas para aprender en esta ocasión?

El amor del pueblo judio se manifiesta incluso cuando nos enseñan a respetar su heredad.

En repetidas ocasiones nuestro maestro nos ha enseñado (con Ley en mano) las razones de por qué los noájidas tenemos vedado el estudio de la Torá, el aprendizaje de la lengua hebrea con otros fines que no sean comunicacionales, estudio de temáticas profundas reservadas para personas judias con autoridad y competencia, entre otros.

Lo cierto es que todo lo anterior trae Divinidad al mundo, Orden, Equilibrio, Shalom, etc. Ilustremos esta idea con una historia un tanto larga pero que vale la pena leer:

Hubo una vez dos amigos cuya amistad era profunda. Por causa de las guerras los amigos se separaron por muchos años. Finalmente uno oyó donde se encontraba su amigo, y viajó a visitarlo. Desafortunadamente los países en donde los dos vivían estaban en guerra uno con el otro. Rumores comenzaron a escucharse respecto de la misión del extranjero que había llegado a visitar. Pronto él fue arrestado y fue acusado de espionaje. Él fue encontrado culpable y sentenciado a muerte por el rey. El hombre suplicó al rey que le conceda un último deseo. El rey le preguntó: «¿Cuál es tu deseo?». El hombre respondió que él era un prominente hombre de negocios en su propio país y era bien conocido porque hacia negocios a crédito, con sólo un apretón de manos. La plena verdad es que a pesar de que él acumuló una pequeña fortuna, la mayoría de su dinero fue prestada a personas sin contrato. Él le pidió al rey que le permitiese hacer un último viaje a su casa para poner sus cosas en orden, y decir adiós a su familia. Si no podría hacerlo, el rey no sólo lo estaría condenando a él a muerte sino también a sus hijos a una vida de pobreza. El rey estaba pasmado: «¿cómo yo puedo creerle que volverá, qué puede darme como garantía?». El hombre respondió que él tenía un muy buen amigo que vivía en la ciudad, y él estaba seguro de que el hombre estaría dispuesto a tomar su lugar en la condena hasta su regreso. El amigo fue traído. Se le preguntó «¿tomaría usted el lugar de su amigo? Usted entiende que si él no vuelve es su cabeza la que será cortada». El hombre aceptó. «Después de todo, ¿para qué son los amigos?» respondió el hombre. El rey estaba intrigado de ver si el hombre verdaderamente volvería, y es así que le permitió salir, sabiendo que la ejecución sería en 30 días.

El momento fijado llegó, pero el hombre no retornó, entonces el rey ordenó a sus guardias que tomen al amigo y lo decapiten. Ellos sacaron al hombre, pusieron su cabeza en la guillotina y cuando el cuchillo estaba por bajar, un gran murmullo se escuchó desde la ciudad. Se le pidió al ejecutor que espere; el hombre había retornado. Él caminó valientemente hacia el ejecutor y agarró la espada, y dijo «Yo estoy aquí y estoy preparado para recibir mi suerte». El amigo se levantó y agarró también la espada y dijo: «Llegaste tarde, el trato era que regresarías en la mañana. Puesto que no regresaste, yo soy el que tiene que ser matado». El amigo respondió: «Pero es a mí a quien acusaron de traidor, fui yo el que fue sentenciado a muerte». El rey observó la discusión y mandó a llamar a los dos hombres. «Ninguno de ustedes será matado, con una sola condición». Los dos miraron al rey y le preguntaron: «¿cuál es la condición?». El rey respondió: «Que yo pueda ser su tercer amigo».


Los Sabios de la Luz han enseñado que esta historia muestra el verdadero significado del versiculo «Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy Dios». Cuando el pueblo judio demuestra su amor por su projimo, por las naciones, Dios promete amar a ambos y ser su Socio constante.

Cuando los verdaderos maestros enseñan los límites que como noájidas tenemos, ellos están trayendo la presencia Divina al mundo. En la medida en que el pueblo judio mantiene su heredad, es decir, se mantiene apartado cumpliendo lo que les corresponde, en esa misma medida se intensifica la presencia Divina en Este Mundo.

La santidad del Creador es reflejada a través de la santidad del pueblo judio. Ser santo siginifica estar separados. Mientras más apartado está el pueblo judio cumpliendo su rol, más unidos estamos con ellos, y más Santidad traen ellos a la creación.

Port un mundo mejor: Juntos pero no revueltos.

6 comentarios sobre “Juntos pero no revueltos”

  1. Jonathan, que buen post, Me encanto!  Definitivamente hay tanta riqueza en este hogar. 

    Lejos de la idea de amor barato que venden  algunas sectas ó creencias, que dicen amar pero sus actos son muestra de egoísmo puro para si mismo, para Dios y para con el prójimo; pues se es egoísta cuando no conforme con dañarse a si mismo al inventar tanta mentira y creerséla se confunde, se engaña y se daña al otro.

    Esto es verdaderamente Torá, no como las fantasías creadas por unos pocos para dañar a otros haciendolas ver como palabras de dios (en minúscula, porque vaya uno a imaginar  de cual mito ó leyenda son las palabas que brotan de sus bocas).

    Trabajemos  en nuestra tarea de contruír shalom como nos corresponde, y permitir que realmente la Presencia Divina llegue a nuestro mundo. Un  Abrazo

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