Todas las entradas de: Luis Diego Perez Chacon

Dar sentido al sinsentido

Por Luis D. Perez Ch.[1] Desde el día de ayer, me rebumban a mis oídos las palabras del consejo diario 633[2]:  “..el hombre es impotente y no tenemos cómo remediarlo. Podremos avanzar sobre hombros de la ciencia, aumentar nuestro poder a lomos de la tecnología, nos ingeniaremos para filosofar y pretender conocimiento, pero, a la […]

Acto Creador 1

En artículo anterior propuse que la Realidad nos supera en potencia, en poder. Existirán momentos donde, puesta en peligro la existencia, se actúe instintivamente. Pero también percibimos una impotencia aparente, irreal, sentida y subjetiva, donde sin estar en peligro la existencia, se actúa instintivamente, pero de forma creativa y no pasiva.

Una primer premisa es que somos y estamos en una realidad supera nuestro poder y nuestras facultades.

Por “ser y estar en La Impotencia” lo entiendo así, no solo por el hecho de que se existe en una realidad intimidante, sino que también por el hecho de que la existencia la experimenta el hombre con un traumatismo.

La Gran Realidad es que coexistimos sumergidos en un escenario peligroso sin tener control o poder; y para empeorar la Realidad, existe una lesión en el hombre.

El acto de nacer fue la experiencia más terrorífica que un hombre puede experimentar sin que se le iguale. Experiencia que, por suerte, no quedó registrada en la base de datos cerebrales, sino en el corporal, pero dejo un trauma o lesión (nota: “volver a nacer” o “renacer” sería un acto natural más cruel que se le pueda hacer al humano).

Entonces, si el nacimiento de un ser humano produjo un traumatismo corpóreo, no psíquico, se puede concluir que la experiencia humana es traumada. En otras palabras, el ser humano experimentará la vida con una herida o traumatismo y existirá con esa lesión; producida por su propia incapacidad de responsabilizarse por su propia existencia en ese primer momento de nacer.

En sus primeros años, la relación del hombre con el medio ambiente necesariamente tiene que ser una relación egoísta; pues no se cuenta con otros recursos que auxilien en mantener la existencia.

Esa experiencia traumática de nacer se re-vive una y otra vez, pues existimos en la Realidad que nos supera por mucho en poder.
Experimentamos nuestra existencia humana en la Gran Realidad traumatizados; reviviendo, inconscientemente, una y otra vez nuestro terror inicial.

Ni el propio hombre, ni nadie ni nada, es culpable por su herida o traumatismo; así que no es posible responsabilizar a nadie ni a nada. Tampoco es posible ganarle en poder a la Realidad, ni curar nuestra herida o traumatismo. Eso nos deja solo una sola alternativa: concientizar nuestro traumatismo para poder responder ante la realidad con la propia existencia.

Si nos detenemos aquí y pensamos en lo anterior, podríamos detectar que siempre hemos respondido ante la Gran Realidad, pero de forma no concientizada.

El traumatismo del hombre ha echado andar impulsos o energías internas que, reprimidas y sublimadas al exterior, han convertido al ser humano en creador o modificador de medio y de la propia situación o condición.

Para entender mejor lo anterior véase por ejemplo a un privado de libertad. En una cárcel y con una sentencia de años, la persona puede convertirse en una gran artista de la pintura, la literatura, la música u otra arte; pues sin estar muy consciente de ello, el preso sublima hacia el experior su impotencia ante la pena de cárcel para crear algo, o de lo creado, re-crearlo, en otra cosa.

Los estudiosos del tema han visto este fenómeno en la sociedad; cuando por algún agente interno o externo, se produce algún cambio en la seguridad de la rutina crea tensiones sociales al punto de que los individuos generan cambios sociales, nuevos regímenes, otra cultura, etc.

El punto es que, como segunda premisa,  la realidad la enfrentamos con nuestro traumatismo, y eso provoca que se nos remuevan energías, y esas energías nos hacen ser creadores o creativos.

Se puede así concluir fácilmente, que es obligación concientizar, saber y conocer nuestra propia impotencia relativa para darle una respuesta la asertiva (ya no instintiva o inconciente): ser creadores o hacer actos creadores.

Si hasta aquí el lector está de acuerdo, cabría entonces preguntarse ¿Qué se entiende por acto creador? En mi opinión, pareciera ser una de las mejores formas de dejar fluir el sentido de impotencia sin reprimirlo intentando olvidarlo, o ignorarlo.

Y a modo muy resumido: dedicarse a algún arte, en alguna idea, en algún ensayo que compartir, en alguna opinión de algún artículo, en componer una partitura musical, crear un objeto mecánico, tejer alguna prenda nueva, en escribir algún libro, es decir, enfocarse en crear.

No con intención de engendrar un negocio, ni como medio de desentendimiento de alguna situación que se deba prestar atención; sino como ese acto humano que produce la satisfacción de decir: “esta es mi obra, esto lo hice yo, esta es mi huella, este es mi hijo, esto lo cree yo, este es resultado mío, esto lo pensé yo”.

Tal vez por “acto creador” se pueda dejar fluir la carencia de poder, y se pueda entender un poco mejor el término “Imitatio Dei”. Sin embargo, tal vez y más adelante, y detenidamente, comparta mi idea personal de lo que entiendo «acto creador» como medio para dejar Fluir.

 

d10.8

 

Aprendiendo a Dejar Fluir

Por nuestros maestros logramos concientizar algo revelador (e intimidante a la vez), que ha servido para el propio autodescubrimiento: cuando nacimos, lo hicimos a la impotencia. (1)

Pasamos del estado de plena seguridad intrauterina, a otro de seres individualizados de nuestro origen materno- aunque fuese físicamente- para encararnos a La Gran Realidad: el mundo no es el útero; esa era la Realidad y la Verdad; la carencia de medios neuronales (2) para comprender la realidad del momento era insuficiente para suavizar La Gran Verdad, la cual estaba revelándose e imponiéndose en ese momento, sin que nadie la defendiera o explicara.

La Gran Verdad-Realidad era que éramos 2 seres y no 1, que el mundo no era el útero aunque uno de esos seres no lo comprendiera o entendiera, y que finalizado el tiempo de formación física, ambos seres tenían que separarse para individualizarse y así, responsabilizarse cada uno por su propia existencia.

Gracias al cielo que nuestro EGO hizo que no nos explotara el corazón del terror ante la Gran Verdad- Realidad: que el mundo es otro, y que en el mundo real éramos seres individualizados responsables de nuestra propia existencia, y para empeorar la escena, no teníamos mucho poder.

Esa Gran Verdad- Realidad no ha variado en nada desde nuestro nacimiento, ni tampoco el EGO ha dejado de cumplir su función natural, aunque extralimitadamente. Mucho menos el deseo de Poder y Control nos ha abandonado, pues se ha acrecentado al punto de ser un estimulante para negar la impotencia, a luchar en contra de ella, o a rechazarla de cualquier forma (3)  , estemos conscientes de ello o lo ignoremos.

Ante esa invariación, entonces, ¿Qué se puede modificar o transformar? Y en definitiva, la forma de responder ante la impotencia que presenta la Gran Verdad- Realidad.

Si lo que podemos variar es la forma de responder, entonces llevan razón los maestros cuando separan Impotencia Real de la Sentida. La primera, la real, es la objetiva, que se presenta la sensación cuando existe un real peligro de muerte; mientras que la segunda, la subjetiva e imaginaria, son todas las demás que no ponen en peligro la vida (4) .

De la primera quien responde es el EGO con todo su arsenal con el fin de salvar la vida; mientras que la segunda quien responde es la razón, la reflexión, el análisis con el fin de aprender a dejar fluir.

Los maestros han enseñado que “dejar fluir la sensación de impotencia imaginaria” es el mejor mecanismo del hombre para liberarlo de la impotencia imaginaria; o en otras palabras, para que el hombre sea más humano y menos primate.

“…Entonces, en vez de atormentarte, pelear, llorar, sufrir o creer la fantasía de la impotencia, puedes hacer otra cosa.
Admite tener esa idea,
acepta que te cruzó por la mente,
reconoce que algo en ti ha generado esa imagen irreal del futuro,
PERO,
no te subas a ese tren, déjalo ir.
Que fluya, así como el pasado negativo. Que se escurra sin llevarse consigo tu energía…
Ahí está la idea negativa, la invitación al miedo, el desastre que pasa por tu mente.
Ve como pasa la idea y luego dedícate a otra cosa. No malgastes tu tiempo. Allí pasó el tren que no te servía, que iba para cualquier lado menos hacía tu felicidad, ¿por qué habrías de seguir pensando o aferrándote a él?
Te enfocas en otras cosa, en aquello que tú realmente quieres, o mejor aún, en lo que estás haciendo aquí y ahora, en eso que es justo y bueno.
Estás vivo, aquí y ahora, estás haciendo lo permitido, entonces, ¿cómo habrás de temer al mal?…” Yehuda Ribco. (5)

Y también:

“..El control estaba en dejar FLUIR/ACEPTAR las situaciones en lugar de entorpecerlas con seudo soluciones provenientes del miedo de saberte limitado en tu limitada humanidad.
Ser conscientes de esto no hará que no sintamos miedo, pero nos ayudará a afrontar lo que viene, puesto que a una preocupación le sigue otra y otra y otra…” Jonathan Ortiz. (6)

Si hasta aquí se está de acuerdo, entonces cabría preguntarse ¿Cómo se aprende a dejar fluir la impotencia imaginaria? ¿Cómo realmente se deja fluir la impotencia sin reprimirla?, o dicho de otro modo, ¿Cómo realmente se sabe que se está dejando fluir la impotencia y no se está cometiendo el error de reprimirla inconscientemente?

Te comparto un ejemplo: en tu trabajo, te enfrentas a una impotencia, la cual se ha trasformado en un problema más personal que laboral. Logras resolver en parte el problema pero no su totalidad. Decides “dejar fluir” esa sensación de impotencia y decides no pensar más en ello, tomar unas vacaciones para desentenderte del tema.

En las vacaciones piensas de vez en cuando en dicha situación y sientes nuevamente el sentimiento de pesar y pena que produce la impotencia, que rápidamente intentas controlar concentrándote en otra cosa.

La sensación de impotencia, junto con el deseo de control, se sigue presentando, al punto de tener pesadillas nocturnas. Por los conocimientos profanos y empíricos sobre el tema onírico, evalúas que dichas pesadillas son producidas por la represión al sentimiento de impotencia y al deseo de control del problema laboral, y concluyes que no dejaste fluir la sensación, sino que la evasión a tal problema con las vacaciones produjo una represión de la sensación.

Si el olvido o la desconcentración del problema no es sinónimo de “dejar fluir la impotencia”, entonces, ¿Cómo se aprende a dejar fluir?

Una respuesta que encontré ha sido concentrarse- y entregarse- a una actividad creadora. Es decir, cumplir con el deber o los deberes que la vida presenta; hacer lo que está al alcance para resolver la situación que produce la sensación de impotencia, y hecho el aporte máximo, concentrarse- y entregarse- a una actividad creadora:

“Bien, si nos centramos en como halla sentido el hombre de la calle, nos daremos cuenta de que existen tres caminos que nos llevan a dar sentido a la vida: primero, cumpliendo un deber o creando un trabajo…” (7) (el resaltado es mío)

Resulta llamativo el hecho de que la actividad creadora del hombre sea puesta en primer lugar para su búsqueda de sentido, pues al entregarse este en algún trabajo o actividad no solamente construye o modifica su ambiente, sino que encuentra sentido a su propia existencia.

“.. cuando (el hombre) logra vivir, no ya de mantera compulsiva o automática, sino espontáneamente, entonces sus dudas desaparecer. Es consciente de sí mismo como individuo activo y creador y se da cuenta de que solo existe un significado de la vida: el acto mismo de vivir…” (8)

Pareciera que en la actividad creadora del hombre (generadora de vida, de ideas, de obras, de pensamiento, de acciones) esta una respuesta posible a como aprender a dejar fluir la sensación de impotencia imaginaria.

Hasta aquí, y por la hora, esta pequeña reflexión.

No me queda más que agradecer su lectura y comentarios, para retirarme a dormir.

Y si te agradó, experimenta antes de compartir ¡¡ conviértete en un laboratorio experimental viviente, y no en autómata ¡

“…El comprender estos mecanismos, el tener claro cómo funcionamos, el profundizar en la ciencia de la conducta humana, es meritorio para toda persona leal al Eterno (judío o noájida), pues nos permite llevar una vida de mayor verdad, actuar con real bondad, servir al Eterno desde la lealtad, ayudar al prójimo con misericordia, establecer justicia con derecho, no ser más una marioneta del EGO y sus manifestaciones externas…” Yehuda Ribco.(9)

(Baruj Dayan Emet. Bendito sea el Juez Justo.
En merito del señor David Fremd; paz a sus restos, consuelo a su familia, y justicia por su muerte.
En solidaridad con la comunidad judía, especialmente la Uruguaya, por la sensible pérdida del señor Fremd; y en general, en solidaridad con la comunidad judía y su derecho a la legítima defensa, con acciones de hecho y de derecho, ante la violencia sin sentido que están padeciendo.)

hqdefault

—————————————–

[1] “…Cuando nacemos, cuando nos vemos sumergidos en un océano de plena impotencia, es el cuerpo el que padece, el que memoriza el trauma espantoso…” Yehuda Ribco. El Cuerpo Conoce.

[2] “..Al no contar con mecanismos neuronales, ni aprendizaje previo que permita dar significado a lo que ocurre, el recuerdo de tal momento traumático queda registrado en el cuerpo…” Yehuda Ribco. Síntesis sobre el Ego.

[3] “…todo deseo es deseo de poder…nos sentimos impotentes desde el inicio y a lo largo de nuestras vidas. Infinidad de sucesos nos demuestran nuestra limitación, nuestra debilidad, nuestra fragilidad….Oh sí, es terrible, pero allí está siempre presente la impotencia. ..Para paliar esa amarga realidad, .., para evadirnos de nuestra condición es que deseamos. Deseamos poder. ..Sí, el deseo es una forma de paladear la sensación de ser poderosos, …Deseamos, y nos creemos como dioses. ..El EGO se hace amo del deseo.
Porque, deseo y EGO nacen juntos, al momento en que nacemos al mundo y sufrimos el espanto de la impotencia original…” Yehuda Ribco. Te concedo tu deseo.

[4] “…Cada problema que atravesamos es un momento o estado de impotencia, real o vivida. ..Problema  = impotencia, real o sentida. Sabemos que ante el sentimiento de impotencia se dispara automáticamente el EGO con alguna de sus herramientas naturales y/o sus derivados.
Habrá, repito que de forma automática, una o varias de las siguientes conductas: llanto, grito, golpes o desconexión de la realidad,  y/o cualquiera de sus derivados. No depende del pensamiento, ni de la voluntad, ni de etnia, estado civil, edad, religión, estrato social, cultura, sino simplemente de cómo está organizado el cuerpo y su sistema rudimentario de defensa. En determinados problemas la respuesta del EGO puede ser la indicada o quizás única posible…” Serjudio.Com: IEADA

[5] Serjudio.com: Salmos 23:4, el miedo que te consume hoy.

[6] Fulvida.com: No sueltes el Volante.

[7] Viktor Frankl. El hombre en busca de Sentido último. Pag 203

[8] Erich Fromm. El miedo a la Libertad. Pag. 268

[9] Fulvida.Com : Ilusión de Control.

Retornar

Algo estamos haciendo mal.

Me lo dictamina mi propia conciencia, luego de ver, leer, lo que mis amigos hacen o publican, y lo que yo mismo he realizado: nos estamos descentralizando de Las Leyes Universales.

Estamos realizando acciones encaminadas a conocer temas propios de los judíos, de sus sabios, de sus enseñanzas o de sus opiniones sobre su propia ley, costumbres o tradición.

En eso nos estamos enfocando, y estamos olvidando el tema que nos compete, dando por un hecho que ya lo conocemos, dándolo por agotado.

Ese error nos está desviando, porque se está haciendo muy poroso el límite de la admiración con la idolatría. La “rabinolatría” parece ser un peligro serio al que nos estamos viendo expuestos.

Probablemente ocupemos, por algún tiempo, del auxilio de algún guía o maestro judío por las razones que se justifique; pero ese tiempo no puede ser eterno. Porque ¿y si el guía o maestro faltase? ¿Si de pronto no estuviese? ¿No sería de mayor beneficio aprovecharlo para compenetrarse en lo que es nuestro, propio y legalmente dado?

Hemos roto esos lazos incestuosos que nos unían con las religiones de turno de nuestra era; libres de los miedos y prejuicios mandarines de nuestras mentes, hemos crecido y nos hemos hecho hombres libres.

Pero esa libertad nos da miedo y no exploramos más allá de un pequeño espacio; insistiendo crear lazos que nos unan, ya no con la religión acostumbrada, sino que con algún guía, rabino o maestro.

Creo que deberíamos hacer retorno al ABC de nuestra identidad; conocer las profundidades de nuestras leyes para conocer las acciones correctas y aplicarlas a nuestra propia realidad. Sin miedo, sin prejuicios; como hombres libres.

Cierto que vamos a equivocarnos, y mucho. Pero ¿Quién nació aprendido?, ¿no es más meritorio concientizar el error para corregirlo, que obviarlo y seguir en él?. Lo importante es aventurarnos, porque de ser cierto el origen divino de las Leyes, en algún momento algún hombre en la historia humana que seguirá, encontrará la parte divina que filia al hombre a algo más que a materia y energía.

Gracias por su lectura y comentarios. Dejo un link asociado:

retorno

 

Teshuvá y noajismo

 

Un breve pensamiento sobre “Irhat Hashem–temor/reverencia del Eterno”

En las ciencias jurídicas, una palabra no siempre expresa su sentido propio.

Por ejemplo, la palabra “alimentos” se interpreta en un sentido tan amplio que incluye ropa, zapatos, medicinas, dinero, comida, diversión, estudios, etc.

El mismo caso encontramos con la palabra “excepciones” que no necesariamente expresa anomalías o rarezas a la regla general, sino que se entiende más como medidas de defensa ante las pretensiones de la contra parte (excepción de pago, prescripción, caducidad, etc).

Pero también, en las ciencias jurídicas se articulan palabras que forman frases cuyos significados no son precisamente según su sentido propio. Tal es el caso de la frase “buen padre de familia” cuyo significado jurídico es el de ser una persona diligente, responsable y cumplidora; aunque sea soltero, sin hijos, sin padres o hermanos.

Y así, en dicha ciencia social se pueden encontrar miles de palabras o frases cuyos significados, a veces, son contrario al sentido propio de sus significados comunes, o bien, muy amplios. “Alimentos”, “excepciones”, “patrimonio”, “bien jurídico”, “servidumbre” “hipoteca”, “cancelación prendaria”, etc son algunos pocos ejemplos.

Pero este fenómeno no es patrimonio exclusivo de las ciencias jurídicas, sino que también lo he notado en algunas enseñanzas que se proporcionan en este sitio, y que tienen relación directa con La Ley Universal, El Código Legal Noájida, o como se quiera ver a las Leyes Universales.

Por ejemplo, en su sentido literal, La Prohibición a la Idolatría no implica adoración, rito o ademán alguno hacia ningún dios, ídolo, o hacia el Creador; sino la abstención completa de la persona de esas acciones, aunque fuesen bien intencionadas, como más adelante expondré.

Y sobre esto, el maestro expone en su artículo “Irhat Hashem–temor/reverencia del Eterno” (1) como puede entender “temor/reverencia” el no-judío al que le está prohibido una acción religiosa.

Es decir, “temor/reverencia” no necesariamente significan el sentido propio de dichas palabras, sino que conllevan sentidos mucho más amplios, que a su vez, no implican violación a la prohibición principal.

Del artículo indicado, así como del que le da origen, personalmente puedo resumir lo que entiendo así:

– no vivir con miedo o temeroso de castigos divinos.
-gozar el placer que otorga la vida mientas se aparta de lo prohibido, falso, equivocado.
-vivir con conciencia.
-tener presente, individual y colectivamente, la Ley Universal para todos los actos humanos.
-Aprender Comunicación Autentica y ejercitarla.
-Construir Shalom con actos de justicia y bondad.

Así, puedo entender que “temor/reverencia”, lejos de lo que religiosa y ritualmente se puede entender, tiene que ver con la forma en que se administra la propia vida y como puede la persona apegarse a una ética superior. Sobre la forma en cómo se construye una sociedad más apegada a valores y principios, y menos a prejuicios arcaicos hartos superados.

De resultar medianamente razonable mi conclusión, las acciones que propone el maestro en su artículo “Irhat Hashem–temor/reverencia del Eterno” no me resultan contradictorias ni a mi propia identidad, ni a mi propia Torá, ni a la Prohibición a la Idolatría; ni incluso me parece que sean contradictorias a los que siguen una posición no teísta, ya que es razonablemente lógico y humanista.

Sin embargo, el problema lo noto en mis amigos creyentes bien intencionados, los que con el gran deseo de realizar un acto de amor hacia El Creador, se inclinan por realizar actos de “temor/reverencia” no requeridos, obviando la prohibición idolátrica. O noto también un problema en mis amigos ateos, los que por su extremismo legalista, se ven imposibilitados en ampliar el significado de la prohibición.

De los primeros quisiera comentar en breves líneas algunas de mis conclusiones. De los segundos, posteriormente en algún otro artículo.

¿Qué le está pasando al noajida creyente bien intencionado?

Juzgando por lo que he visto en mi Facebook, en su buena intención de realizar una acto público de amor para demostrar su “temor/reverencia” hacia El Creador, estan idolatrando su propio concepto de dios, idolatrando a maestros o rabinos, está apartándose de sus amigos noajidas no teístas; cuando la obligación principal debería estar centralizada en mejorarse individualmente, mejorar la sociedad, y estudiar las profundidades abismales que tienen nuestro “simple” Código para descubrir cada día un poco más de La Verdad y aplicarla a nuestra Realidad.

Obvian que para el hombre resulta imposible conoce al Creador.

Resulta imposible para los mortales saber qué es lo que él quiere individualmente para cada quien. Por ende, resulta imposible saber con plena seguridad que el Creador quiere, individualmente, un acto de “temor/reverencia” y amor del creyente bien intencionado.

Aunque SI podemos estar seguros de lo que NO quiere el Creador, pues la propia legislación taxativamente lo expresa. La imposibilidad humana sobre conocer al Creador implica que no lo busquemos, pero SI implica que lo imitemos. «Imitar las acciones de Dios» pareciera ser el deber del hombre, como resultado lógico de la imposibilidad entenderlo. Necesariamente nos obligaría en estudiar con seriedad las Prohibiciones para discernir las acciones correctas. Pero es tema de otro artículo y de maestros, no mío.

Pero volviendo al tema de mis conclusiones sobre el concepto de “temor/reverencia” y su malpraxis en algunos noajidas creyentes bien intencionados:

¿Cuál es el fundamento para una conclusión así?

Pues, apelo a los antecedentes y respondo con preguntas:

¿Quién le dijo al siervo de Abraham que debía, bienintencionadamente, realizar actos religiosos que no le había enseñando su maestro? (2)

¿Paso años sirviendo y educándose a la par de un maestro noajida, aprendiendo sobre las Leyes Universales y sanas conductas, y le gano la buena intención de adoración a dios sin que nadie se la pidiera? (3)

¿Y qué me dicen de Noé? Le pidió el Creador que recogiera animalitos para salvarlos del Diluvio, y lo que hizo fue matarlos para agradar al Creador ¡¡ (4)

Si “de buenas intenciones está construido el infierno” decían los viejos.

Pero ni el El Texto Fundamental, que nos narra la entrega de nuestra legislación, se logra detectar un mandato o una ley que implique un ritual bienintencionado de “temor/reverencia” hacia el Creador ¡¡ (5)

En síntesis, puedo entender que la mejor loa que puede hacerle un mortal al Creador en “temor/reverencia” es desarrollar una existencia, individual y colectiva, que sea evolutiva en dignidad de hombre; en explorar y explotar sus potencialidades y capacidades. En hacer de este mundo un paraíso, un Edén, un lugar santo (no santurrón), un lugar donde el hombre se naturalice y la naturaleza de humanice. No un acto bienintencionado subjetivo.

Muchas gracias por su lectura, comentarios y correcciones; pues la intención es que de los errores aprendamos todos.

identidad

_________________________________

(1) http://fulvida.com/2015/07/06/irhat-hashemtemorreverencia-del-eterno/

(2) http://fulvida.com/2014/12/02/avraham-y-su-siervo-se-inclinaron/#comment-61340

(3) http://fulvida.com/2014/12/07/en-busca-de-sentido-de-la-prohibicion/

(4) http://serjudio.com/shemot/tetzave66.htm

(5) http://fulvida.com/2008/03/27/un-texto-fundamental/

Donde todos piensan igual, nadie piensa mucho

Hace unos pocos días, en mi Facebook, se me etiquetó en una frase escogida del los consejos diarios que se publican en sitio hermano serjudio.com. Para mí no fue extraño el etiquetamiento, pues en otras ocasiones también me han etiquetado en muchas de las reflexiones.

Sin embargo, me extraño la reacción (o la falta de ella más bien) de las personas etiquetadas, y revisé la cantidad de personas a las que el mensaje había llegado.

Mi redoble de sorpresa fue que de la cantidad de personas con las que compartía la etiqueta, ninguna compartió sus impresiones, sus ideas o sus experiencias en la aplicación del consejo; sin embargo, la gran mayoría dio “Me Gusta” a la reflexión.

Ese contraste en los hechos, en el que todas las personas les gustaba el consejo pero ninguna compartió sus experiencias en la aplicación real, me ha hecho sospechar que nos estamos volviendo vagos; o peor aún, repitiendo las mismas conductas en las que se nos adoctrinó, en pensar igual, en sentir igual, en tener una creencia igual, en tener todos la misma fe.

Porque ¿Cuál es la diferencia entre un “like” virtual y un “amen” oral ante una enseñanza compartida? ¿No será el “like” virtual una costumbre religiosa en aceptar toda enseñanza sin ponerla a prueba con la propia existencia para determinar su veracidad?

Personalmente, no encuentro diferencia entre un “like” y un “amen” cuando se nos enseña una posible acción a seguir para mejorar y no se pone a prueba; no se vive ni se le da sentido con nuestra experiencia.

Muchas veces pareciera queremos el “alimento espiritual” masticado, molido y casi digerido para tragar; pero la “experiencia espiritual” que demanda trabajo, esfuerzo, estudio, acciones, derrotas y ganancias, le huimos.

Huida que ha sido mi característica, que con pena confieso; pero que con algún esfuerzo he estado revirtiendo tal inactividad.

Porque he llegado a comprender que la inactividad del hombre es la mejor estrategia de la religión para mantener su poder.

Masificados en una sola cosa casi muerta y esclava de un mismo parecer, nunca nos haremos conscientes de nuestra propia egolatría.

¿Y el precio que pagamos por la inactividad? Nuestro Yo Autentico:

Nos consideramos «más iguales», cuando en realidad somos «menos nosotros mismos«.

(Yehuda Ribco en http://serjudio.com/practicas/re060713.htm)

 

hombre-de-piedra-hacic3a9ndose-a-si-mismo-copy

Aprender a callar para escuchar y entender

Personalmente, mis mejores maestros han sido mis propios errores.

Pero para poder aprender de mis yerros, he tenido que hacer cierto esfuerzo para comprometerme a estar consciente; no responder a la incómoda impotencia desde el automático de la inconsciencia.

Pues bien, hace unos días atrás, mi compañera me descubrió mi impulsividad a responder, a contestar, a hablar, a decir, a abrir la boca antes de que otro terminara de decir lo que tenía que decirme.

Dejándome dubitativo me preguntaba si mi compañera tendría razón, si realmente mis propios preconceptos e ideas prefabricadas, o esas “verdades” que yo mismo las tengo por “absolutas”, me impiden escuchar y entender lo que otros tratan de comunicarme.

La razón se la di.

Y el compromiso de callar para escuchar lo que otros tienen que decir para entender, lo acepté.

Pero mi convencimiento no solo fue por mi propia experiencia; sino que encontré un antecedente.

Si bien no soy seguidor del personaje de Noé (1) , éste sí tuvo una actitud de callar para escuchar y aprender que vale la pena estudiar o analizar con calma.

Si se lee detenidamente Un Texto Fundamental (2) , dios habló 4 veces: dos veces con Noé y sus hijos, una tercera vez (pareciera que) habló con él mismo; y una cuarta vez solamente con Noé.

¿Y cuál fue la respuesta de Noé? La Mudez.

¿Curioso, no? No respondió un “amen”, “así sea”, “gracias”, “de acuerdo”, “copiado”, “entendido”; ni sus hijos respondieron “no entiendo muy bien”, “repítalo”, “explíquese por favor”, “a mi me parece que”, “no estoy de acuerdo por”, “replantee la cosa”, “yo opino”…

La inercia en la respuesta de Noé ante una conversación con dios, en algún momento me hizo pensar en las razones que expuse en el artículo La Aceptación Tacita e Implicita (3) , pues el silencio pareciera ser de lo divino, pero ¿de un mortal? ¿De una persona que tiene cosas que decir, opiniones que dar, ideas que compartir, voluntad que expresar?

Lo cierto es que Noé y sus hijos callaron ante lo que escucharon. Y porque ellos callaron, hoy nosotros aprendemos e intentamos entender.

Senda lección querido lector. Callar para escuchar y entender.

Aunque, confieso que las lecciones y las dudas de su silencio no terminan acá.

¿Será que la prohibición a la blasfemia, más que una acción positiva de bendecir, quiere decir que hay que callar? Pero bueno, ya hable mucho, y el tema que quería concentrarme era en el silencio.

Gracias por sus comentarios y lecturas de los artículos que se relacionan.

pajaro_cierra_el_pico

___________________________

(1) Personalmente no considero a Noé alguien a quien imitar por completo. Noé está muerto y por lo tanto, terminado. Nosotros estamos vivos y por lo tanto, no nos hemos terminado de crear.

(2) http://fulvida.com/2008/03/27/un-texto-fundamental/

(3) http://fulvida.com/2014/07/25/la-aceptacion-tacita e-implicita/

Idolo y diosecitos

El concepto que muchos teníamos sobre la idolatría (en definitiva me incluyo) era muy superficial; pensábamos únicamente que la prohibición era centrada contra la religión heredada; en imágenes, cruces, iglesias, santos, fiestas seculares, paganismos, ocultismo, santería entre otros.

El error que cometíamos era no mirarnos hacia adentro para saber si había otras formas de ídolos a los que igual teníamos que enfrentar, que no necesariamente eran materializados en una religión.

Desconocíamos que una función natural se transformó en un ídolo a quien adorar y por quien anularse, y a los deseos pequeños diosecitos.

Hay 3 artículos que quisiera asociar en esta publicación, porque personalmente los considero pilares sobre el origen del ídolo, el culto al ídolo y su servicio. Al final dejaré los links, pero como antesala, y en orden de lectura personalmente recomendada, los artículos son:
-El cuerpo conoce
– Origen de la idolatría
-Terafim, trofeos del EGO

De manera muy sucinta y con las lecturas asociadas se puede comprender que todos tenemos un activo natural, cuya ignición fue la impotencia sufrida corporalmente al nacer. Al crecer física y psíquicamente también creció la sensación de impotencia por la experiencia humana, y se complejizó las rústicas herramientas del activo natural. Al ser nuestro activo el narcótico ante la impotencia experimentada, lo “divinizamos”. Pero la divinización que hacemos no es la rendición de cultos tal cual la religión oficia, sino que consiste en dejar que sea el activo natural el mandarín de nuestros actos.

Esto se puede comprender mejor cuando pensamos en un deseo insatisfecho. Rogamos a dios que nos dé (o que les dé a nuestros conocidos) salud, pareja, hijos, trabajo, dinero, casa, caro, felicidad, paz, justicia, etc, porque se considera justo y bueno el pedido.

Con este ejemplo pareciera que lo que se solicita es el fin y dios es el medio para lograrlo.

Si se obtiene el pedido, el deseo se da por satisfecho. Se aprende entonces que un deseo satisfecho es placentero y da un aparente sentido a la existencia. Si ese fuere el caso y el sentir, entonces se fabrico un ídolo, algo porque vivir: satisfacer el deseo, la necesidad, la demanda.

Pero no solamente es ídolo el fin que se considera necesario, sino que también lo es el medio para lograrlo, el acto ególatra; o mejor, el EGO y sus instrumentos. Al inicio de nuestra existencia, el EGO nos dio buenos resultados, nos salvó la vida. Lo hicimos nuestro dios, a las demandas y deseos diosecitos, y al resto de personas o cosas el medio para lograr el propósito de salvaguardar la existencia. En nuestros inicios la impotencia era real, el peligro de morir no era en broma; carecíamos de herramientas racionales para resolver el dilema de nacer, ni herramientas físicas para enfrentar la propia existencia (garras, dientes, pelaje, fuerza, velocidad, etc). Necesariamente dependíamos del EGO para que otros auxiliaran.

Ahora, nuestro ídolo es el EGO, su culto es ignorarlo para dar rienda suelta a sus herramientas con el propósito de satisfacer el deseo, el anhelo o la demandad, a pesar de que el peligro de muerte no es tan severo como al nacer. Deseo, anhelo o demanda que también pueda llegar a ser ídolos, pues no apreciamos la vida sin ellos.

Personalmente, al descubrir el funcionamiento del EGO, descubrí mis propios ídolos. Esos a los que debo nulificarme para darles vida, y a su vez, que otorguen sentido a la vida. Siempre desee tener descendencia pero hasta la fecha no lo he conseguido. La angustia por la insatisfacción del deseo detonó actos ególatras inimaginables; me rendí al deseo al que divinicé, y  al hecho de tener hijos le llame “dios”

Me concentré tanto en mi carencia y en el no poder concretizar mi deseo que el único motivo de vida que encontré fue conseguir mi aspiración. El concepto de familia lo divinicé, lo hice un ídolo a quien adorar y por quien anularme. Cualquier cosa, cualquier persona, cualquier dios era solamente un medio para alcanzar mi propósito, sea, para mi ídolo.

No resulto sencillo aceptar que había cometido un error; había creado un ídolo inmaterial al cual daba vida con mi propia vida. Ignoraba que mi EGO me había vencido de nuevo porque había respondido la impotencia de la forma infantil, no de la madura, pues mi existencia no estaba en peligro por mi carencia de familia, aunque esa era la sensación sentida.

Si no resultaba sencillo aceptar el hecho de que había creado un ídolo inmaterial, resultaba más doloroso enfrentarlo. Pues no solamente era renunciar a él, sino a su culto, que era el deseo junto con la acción concentrada exclusivamente para conseguir mi propósito.

Renunciar y enfrentar al ídolo creado resultó ser como sacar una espina enquistada, la que se elimina con pinzas y lupa para evitar que queden rastros y no dañar más la carne. De igual forma, tenía que verificar si, en mi conducta y mis acciones, había ese deseo camuflado de alguna manera para no dañar más a las personas ni dañarme a mí mismo.

Lejos esta de la prohibición a la idolatría honrar a dios, lo que me parece un motivo muy superficial y muy light. La prohibición es hacia nosotros para honrarnos y trascender en dignidad; la dignidad que tiene el ser humano.

La libertad y la independencia que otorga la prohibición a la idolatría es hasta de nosotros mismos; pero ambas no garantizan inmunidad a la tendencia a hacerse un ídolo, pues mientras vivamos, estará vivo el EGO y el peligro de que siga imponiéndose sobre la razón.

En síntesis, de la triada idolátrica de la que nos debemos de prohibir en nuestra existencia no es ni el padre, ni el hijo ni el espíritu “santo”; sino del EGO, sus herramientas y nuestro deseo. La mejor forma es la de vigilar nuestras impotencias, lo que consideramos tatamente necesario para nuestra vida o plenitud.

Gracias por su lectura y comentarios. Y mis mayores deseos de cero idolatría para este nuevo año civil.

 

El cuerpo conoce

Origen de la idolatría

Terafim, trofeos del EGO

mini-corpus

un poco de orden

No sé si son estas fechas decembrinas que invitan a la nostalgia y que afectan emocionalmente a las persona; o que en pocos días estaremos estrenando nuevo año civil lo que produce ansiedades.

Cierto que no podemos acomodar el medio ambiente social a la secularización según nuestro propio interés, y cierto que este medio ambiente navideño nostálgico degenera algunas emociones hasta en los más duros.

Cierto que usamos la cafeína, los cigarrillos y la comida como ansiolíticos ante el pasar de las horas y los días en el almanaque, a la espera de las 12 am del 31; porque socialmente se espera que las personas estén conmovidas para que se dé un cambio en ellas.

La fuerza que socialmente se impone en estas fechas es más poderosa que una conciencia aislada, que se resiste a hacer concesiones con la navidad y el año nuevo civil.

Pero el aislamiento tampoco es la solución. Es más, ese ha sido un serio problema en algunos. Nos hemos aislado tanto del trato social en resguardo de las propias convicciones, que nos hemos transformado en violentos zelotes de nuestras propias creencias.

¿Cómo conciliar las celebraciones sociales con nuestra individualidad?

Yo no tengo una respuesta general para esa pregunta; puedo compartir mi experiencia subjetiva, pero bajo la advertencia que es relativa.

Empezar poniéndose en orden con el propio tiempo parece ser el inicio de la conciliación.

Impedir que la experiencia del pasado determine el comportamiento del presente.

Convencerse que los actos y las acciones en el tiempo presente pueden engendrar un futuro prometedor y placentero.

Si se puede llegar a este punto de convencimiento (que las experiencias pasadas no tienen existencia presente y por lo tanto no necesariamente determinan el actuar presente de cada quien;  de que acciones bondadosas y justas en tiempo real pueden determinar el futuro de cada quien ) se empezó a ordenar la persona, y a la vez, muchas ideas atormentadoras se desvanecen, tal y como se disipa el humo de un cigarrillo cuando se fuma frente a un ventilador.

Porque nuestro conflicto primordial no es contra la sociedad. Es individual. El tener que hacer sentido a nuestra existencia y utilidad de nuestra vida necesariamente implica poner en orden nuestros tiempos.

En otras palabras, en orden nuestros tiempos, podremos dar sentido a la existencia. Siendo seres con sentido existencial, nos convertimos en individuos necesarios para la sociedad, pues la dotamos a su vez de sentido. Siendo necesarios para una sociedad con sentido, ya no importa tanto los desvíos que individual o colectivamente tengamos, sino la trascendencia de todos.

Y en paz y en equilibrio podremos relacionarnos de forma pacificadora con nuestros vecinos, y sonreírles sinceramente ante un “feliz navidad y prospero año nuevo”.

cambio

 

 

 

Un pequeño pensamiento

Al observar un alba o un ocaso, y estando uno plenamente consciente de que se es un elemento más del reino animal y material , se revela el eterno conflicto en el que estamos.

Observar, por ejemplo, un atardecer en una playa, se puede notar que todos los elementos se sincronizan de tal forma, que dan como resultado un panorama artístico. El sol, a miles de kilómetros terrestres, sincronizado en tiempo con los elementos terrícolas, y todo formando un espectacular horizonte. Las olas, los colores, las luces, el agua… pero…

¿Cuál es el papel del observador en esa sincronización de elementos tan perfecta? ¿Cuál es el papel del observador en tan majestuoso orden? ¿Tenemos algún rol en ese compás ordenado, o algún papel que cumplir para que el orden se dé?

Algunos religiosos pensaran en las maravillas de dios, como separados de los elementos y simples observadores del espectáculo que acaban de ver, y con esa idea podrán dormir tranquilos hoy.

Por otro lado, en otros, las ideas y la conciencia nos traicionaran, e imaginaremos si estando parados en otros astros, el sol por ejemplo, podrá la Tierra crear en el astro rey un espectáculo igual. ¿Podrá la Tierra crear en el Sol un espectacular fenómeno como el que acabamos de ver en la playa? Es decir, ¿podrá darse algo a la inversa?

Y a todo esto, ¿Cuál es entonces nuestro rol en tanto orden? ¿Qué papel jugamos? ¿Por qué nadie no los dice, o ¿por qué no lo sabemos desde el mismo momento del nacimiento en nuestra programación biológica?

¿Por qué, si somos un elemento más del reino natural, no formamos parte de ella a la vez?

pensando en la playa

 

En definitiva, estamos en conflicto. En conflicto con la naturaleza y con nosotros mismos. Desconocemos completamente nuestra función, nuestro papel en la creación, en el reino natural, como se quiera ver.

Ese conflicto en el que estamos nos crea inconformidad. Queremos formar parte de todo, pero ya no podemos. Estamos separados. Intentamos mediante el orden social encontrar sentido a nuestra inconformidad del conflicto; pero lo que hacemos es que perdemos nuestra indentidad e individualidad para confundirnos en el rebaño.

Nos olvidamos de nuestro ser, para ser la etiqueta social impuesta, o la máscara del Yo Vivido experimentado hasta la fecha.

Pero, desnudos ante el imponente orden natural, somos escuálidos elementos pensantes, completamente desubicados en esa gran maquinaria ordenada con precisión espeluznante.

¿Cómo no entender al religioso que con su cuento de Hadas y su mensaje de salvación nos saca de esa realidad? ¿Cómo no comprender esa tendencia oscura en nosotros de desear ídolos a quienes con pasión obedecer y refundirse con ellos, para perdernos en la inconsciencia y así no sufrir con esa realidad?

Desde mi punto de vista, comprendo (y con cierto amor) al creyente y al religioso. No resulta sencillo aceptar que las personas estamos en serio conflicto con el reino natural y con nosotros mismos; y que estamos desubicados, desarmonizados, en caos.

De alguna forma tenemos que regresar a la armonía y al orden natural, pero sin perder nuestra identidad; sin sacrificar o anular nuestro YO, o sin perder la libertad que por derecho natural se nos garantiza.

Es decir, emprender nuestro “camino a casa”, si se me permite la metáfora, y unirnos con todo y con todos, sin perder nuestra individualidad entre las cosas y las masas. Que el sentido de nuestra existencia no sea especulativo sino real, para que al fin, estemos en armonía con el compás y la orquesta del universo.

Pero me despido acá; no sin antes recomendar el artículo El Mesías de tu Vida.

El MESÍAS de tu vida