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Recibir y aceptar la Torá

Shavuot es la festividad también conocida como “Tiempo de la entrega de nuestra Torá”.
Lo interesante sería ser meritorios no solamente para que Dios nos la entregue a diario, sino para que también nosotros –judíos- la recibamos.
Según atestiguamos en la Tradición, las Lujot haBerit (Tablas de la Alianza) fueron destruidas porque el pueblo no estaba preparado para recibirlas.
Recién unos meses más tarde, en Kipur, por fin el pueblo recibió las Lujot haBerit, las segundas, las cuales permanecieron en su seno. Hoy siguen ahí, aunque materialmente no las tengamos por desconocer su paradero o no acceder aún a recuperarlas; pero, del corazón judío no se han movido estas tablas con su poderoso mensaje perpetuo.

De manera similar, la Torá fue entregada por el Eterno para Israel por intermedio del Maestro Moshé en un proceso que comenzó aquella jornada magnifica de Shavuot, cincuenta días después de la salida de Egipto. Allí se empezó la revelación del sagrado texto, que luego se continuó hasta finalizarse poco tiempo antes de que Moshé partiera de este mundo y los israelitas ingresaran a la Tierra de Promisión.
Los israelitas aceptaron vivir de acuerdo a su Ley, que se compone fundamentalmente por las normas orales, las otorgadas directamente por el Eterno a Moshé y luego (y fundamentalmente) las que las autoridades legales debidamente constituidas aprobaran.
Pero, la aceptación voluntaria e integra no fue cuestión inmediata ni automática, había que desaprender muchas cosas y aprender otras nuevas y completamente diferentes a lo habitual. Esto se concretó recién en la época del exilo Persa, cuando las hordas de Amán el perverso amenazaban con extinguir a la santa nación de Israel.

Reitero el concepto ya mencionado, ojalá pudiéramos recibir la Torá para vivirla a pleno cada día, y no solamente ser pasivos receptos de la Bondad Divina que de continuo nos la viene dando a los judíos.
Quizás este Shavuot puede marcar una diferencia positiva, ¿por qué no?

También es el deseo para nuestros hermanos los noájidas, los gentiles, quienes también tienen su propia Torá, la que está compuesta por los Siete Mandamientos Universales, que fueron dictados a Adam, luego repetidos y confirmados a Noaj para ser finalmente establecidos perpetuamente y sin dudas también en aquel Shavuot en el cual los judíos recibimos la Torá judía con el compromiso de los 613 mandamientos.

Hacer y hablar

De las enseñanzas del maestro para las generaciones, Maimónides:

Incluso sobre las necesidades físicas es conveniente no platicar demasiado; sobre esto encomendaron los sabios:  Todo aquel que se excede en sus palabras, introduce el pecado” y dijeron: Toda mi vida la pasé entre sabios, y nada hallé mejor para el cuerpo que el silencio.  Lo principal no es la teoría, sino la práctica.” (Abot 1:17).

Del mismo, modo tanto en los temas referentes a la Torá, como también en los relativos a la sabiduría, es apropiado tratar de ser breve y conciso, así ordenaron los sabios:  “En todo momento el maestro de enseñar a sus alumnos por el camino más concreto y breve” (Pesajim 3b).

En cambio si la plática se vuelve abundante y el contenido escueto, se trata de tontería, sobre lo cual se declaró:  «Pues de la mucha preocupación viene el soñar; y de las muchas palabras, el dicho del necio» (Kohelet / Predicador 5:2).

Un cerco para la sabiduría es el silencio, por lo tanto, la persona no debe apresurarse en responder ni hablar en demasía. Que eduque a sus discípulos con tranquilidad y cordialidad, sin gritos ni extensos discursos. Eso es lo que dijo Shelomó: «Las palabras del sabio con sosiego son oídas, y son mejores que el grito del que gobierna entre los necios» (Kohelet / Predicador 9:17).”
(Mishné Torá, Hiljot Deot, Leyes de cualidades, primer capítulo)

En numerosas ocasiones explicamos la importancia de la Comunicación Auténtica.
No es una propuesta nuestra sin fundamentos, sino una verdadera base para la vida en plenitud, de construcción de Shalom.

Aprender a usar la Comunicación Auténtica puede llevar tiempo, es necesario desaprender otros modelos, quitar creencias, borrar lo que entorpece la manifestación de la NESHAMÁ (Yo Esencial, o espíritu).
Sin embargo, es una cuestión ineludible para el noájida, así como para el judío.

Si puedes decir las cosas de forma concreta, simple, apuntando a la claridad, a la eliminación de inconvenientes para la comprensión del otro, ¿por qué no hacerlo?
Si podemos ser respetuosos, ¿para qué emplear malos modos, agresiones, gritos, etc.?
Si podemos preguntar amablemente, con ánimo de establecer la claridad, ¿para qué afirmarse en presuposiciones y creencias sin base?

Pero, no nos enseñan, ni aprendemos, a usar la Comunicación Auténtica.
Por el contrario, se nos impulsa a seguir las pautas del EGO, entre las cuales se encuentra el dificultar la comunicación, tanto del lado del emisor como del receptor.
Nuestra capacidad para fijar la atención es sumamente débil, apenas si podemos ir reteniendo unos pocos datos. Lo que pasa alrededor, se pierde.
Entonces, cuando pretendemos comunicar, hagamos el esfuerzo de ayudar a nuestro auditor a enfocarse. Démosle la oportunidad de concentrarse en lo que estamos queriendo comunicar.
Si queremos decir “hola”, ¿cuál te parece que debiera ser el mensaje?
Y si queremos decir algo un poquito más complicado, por ejemplo, “amor”, ¿cómo hacerlo sin traicionarnos ni provocar errores innecesarios?
No, no es fácil. Requiere un gran trabajo por nuestra parte. Por supuesto que el receptor también tiene su parte en la tarea, pero no le saturemos con asuntos que le desviarán o le llevarán a confundir el mensaje.

Recuerda, parte de la actividad del EGO es llevarnos a sentirnos impotentes, para de esa manera ofrecernos una vía fácil de salvación que lo ubique en el sitio de nuestro amo.
Podemos desarmar parte de sus trampas empleando las sencillas pautas de la Comunicación Auténtica.
¿Cómo? ¿Qué no sabes cuales son?
Muy simple: usa el buscador, encuentra, lee, estudia, analiza, critica, comenta, aplica.
¿Estás dispuesto?

Recuerda, el EGO quiere que te sientas impotente. Si te doy la papilla todita masticada para que tragues sin esfuerzo, ¿estoy colaborando con tu crecimiento a ayudando a tu EGO a mantenerte perplejo y a su mando?
Pero, si te doy una durísima carne asada con cuero, que se te hace casi imposible de masticar y tragar, ¿estoy ayudándote o siendo cómplice del EGO?

Hace tiempo propusimos un interesante ejercicio, decir todo en solo siete palabras.
Te invito a que busques esa propuesta, la leas y trates de ejercitarla.
Luego nos cuentas los resultados.

Tenemos mucha cosa innecesaria o molesta parar ir quitando de nuestra mochila, para aligerarnos la vida y percibir la claridad radiante de nuestra esencia espiritual.
Los pequeños consejos y enseñanzas que comparto contigo, tienen esa finalidad.

Ten presente al gran maestro de maestros, Shamai: “haz del estudio un hábito constante, habla poco y haz mucho, y acoge a todas las personas con cara sonriente.” (Abot 1:15).

Texto originalmente publicado en http://serjudio.com pero con importantes enseñanzas para el noájida y su vivencia noájica.

NH3

Uno de nuestros miedos básicos es al abandono, hacemos hasta lo indecible para que no se convierta en realidad.
Literalmente lo indecible, cosas rebuscadas y sin mesura, con tal de mantener lejos el desamparo.
Pero, como todo miedo, es irreal, una fantasía proyectada al futuro que nos quita energía vital ahora. Lo cierto es que el miedo es una estrategia del EGO para mantenernos en impotencia, vulnerables, a su merced. A mayor miedo, menor energía disponible para construir, menor libertad, menor placer, menos ánimo para vivir a pleno y no bajo su yugo.
Lo cierto es que, llegado el distanciamiento, la situación real seguramente no será como lo fantaseado en nuestro miedo, a no ser que actuemos como personajes de teatro el guión que nuestro miedo nos ha escrito.

Tarde o temprano llega el momento en que se concreta la ruptura con alguien que ha sido significativo en nuestra vida. Por abandono, pelea, distanciamiento, desinterés, otros proyectos que convierten en incompatibles las antiguas relaciones, hastío, crecimiento y darse cuenta de lo tóxico de la relación, muerte, cualquiera sea la causa o causas, en nuestra vida habrá gente que se vaya (seguramente para no volver), así como nosotros seremos gente que se fue para otros.

Por supuesto que es un tiempo de impotencia, aunque la separación sea lo necesario y saludable, aunque sea lo lógico y razonable, aunque finalmente sea una victoria, sin dudas que cuando esa persona significativa parte de nuestro lado, es momento de sentir una impotencia real.
De manera similar si somos nosotros los que partimos, y lo hacemos convencidos y ejerciendo un cierto poder y no como víctimas, también estaremos sintiendo la impotencia, porque algo se ha terminado, un ideal no alcanzado, proyectos rotos, un fracaso social, dudas acerca del futuro, el abrazo espantoso de los miedos, o cualquier otro que sea el factor de debilidad que nos ha dejado en ese trance.

Pero, toda ruptura es la oportunidad para un nuevo comienzo.
No aferrarse a imposibles, admitir el proceso, vivirlo, dejar fluir lo que no se puede ni debe controlar, perdonar, pedir perdón, perdonarse, construir SHALOM.

Para erradicar la idolatría

Aprender a lidiar con el EGO, a ubicarlo en su rol correspondiente, implica necesariamente liquidar por completo la idolatría en nuestra existencia.
Es decir, si esfumamos el seudo poder del EGO en nuestra vida, uno de los beneficios será librarnos de cualquier tendencia o cercanía con la idolatría.
Pero además, estaremos más sanos, disfrutaremos más y mejor de las cosas habituales y permitidas, tendremos un ánimo más positivo, andaremos construyendo SHALOM con actos de bondad y justicia sin apenarnos por cuestiones irrelevantes o enfrascarnos en asuntos impertinentes.

El EGO es un compañero de toda la vida, y es bueno que así sea, porque es útil y necesario en su trabajo correspondiente, siempre y cuando no usurpe otras funciones ni se convierta en el titiritero.
Por ello, nuestra tarea es conocerlo, entender como trabaja, no permitir que siga ejerciendo control donde no tiene cabida, esfumar su dominio pero sin pretender desaparecerlo o anularlo. El EGO está bien que esté allí en donde tiene que estar.
Tampoco podemos pretender educarlo, porque es una porción de nuestro cerebro no pasible de educación, responde instintivamente, así es y así debe ser.
Sin embargo, también son conductas aprendidas que se han convertido en hábitos, y como tales se disparan de manera involuntaria, inconsciente. Son estos hábitos los que se deben modificar, muchos de ellos extirpar, otros contener, evaporar.

Entonces, la clave está en darnos cuenta cuando el EGO secuestra el pensamiento, arrebata la acción, se transforma en el amo allí en donde solamente es un siervo; y no permitir que eso acontezca.
Es decir, si vamos a llorar, gritar, patalear o desconectarnos de la realidad (con cualquiera de sus derivados), deberemos hacer un mínimo esfuerzo para no hacerlo. Permitir que el flujo reactivo primitivo pase sin acción, para luego tomar decisiones voluntarias, razonadas, inteligentes, que permitan construir SHALOM.
Cuando el EGO, en su faceta netamente orgánica actúa, es necesario e indispensable, no podremos controlarlo, no tendremos cómo detenerlo, actuará más allá de cualquier idea que quisiéramos imponerle. Es una impulsividad instintiva, sin componentes ni emocionales, sociales o intelectual. Esa reacción está para garantizarnos la vida física, para encontrar el auxilio en otros que nos atienda, cuando somos realmente impotentes e ineficaces para lograrlo por nosotros mismos. Es un agente de rescate y seguridad.
Pero, cuando el EGO en su faceta de patrón de conducta negativo intente actuar, es entonces cuando tendremos el poder para domesticarlo, anularlo, hacer algo diferente y mejor.

La clave está en no reaccionar ciegamente, sino hacer una breve pausa para escoger tomando en cuenta los datos que se tienen a disposición.
La intención debe ser construir SHALOM, que es paz, integridad, plenitud.
Esto se consigue con el equilibrio del bien Y la justicia.
No una, ni otra, sino la combinación de ambas.
El exceso de bondad perjudica, a uno, al otro, al ambiente.
Lo mismo pasa con el exceso de justicia.
Aquel que es muy extremo en la bondad, termina agotado, sin recursos, enojado con la vida, iracundo consigo mismo, vacío, abusado por otros.
El que se sobrepasa en justicia termina agobiado, rígido, abrumado, estresado, peleado, hastiado, vanamente perfeccionista, desesperanzado y a veces violentado a sí mismo y a otros.
Pero, cuando se consigue detener el vaivén de uno a otro, o el paralizarse solo en uno de ellos, para conseguir una combinación exquisita, entonces por fin hay SHALOM.

Complicaciones para lograr la armonía no faltan.
Una de ellas seguirá siendo el deseo de control, de seguridad; aspiramos a controlar la realidad. El EGO nos ha enseñado a que podemos conseguirlo con sus trampas.
En verdad, no lo logramos jamás, pero ese seudo poder, la apariencia de control, es una droga adictiva. Cuando no lo conseguimos con los trucos habituales, seremos más manipuladores, más perversos, más tóxicos, descendiendo cada vez más en la celdita mental que nos arma el EGO.
El tener fe es una forma terrible que toma ese deseo. Tenemos fe y con ella pretendemos controlar a dioses y poderes sobrenaturales. Con la magia, superstición, religión estaremos manipulando para seguir en aparente control, seguros poderosos. Nos entrenan para eso, nos adoctrinan para ser personas de fe, es decir, esclavos del EGO al que endiosamos.
Y lo cierto es que seguimos impotentes, y peor, ignorantes del daño que nos estamos provocando con esta conducta horrible, que aleja del espíritu, que inunda de malestar pero se rodea de canciones, lemas, promesas, y todo lo que sirva para mantenernos hipnotizados y encerrados en la celdita mental.

Ahí entra nuestras otras herramientas, las que como personas maduras deberíamos desarrollar. El intelecto, la razón, la construcción, la aceptación; el construir SHALOM.
Para desarrollarnos y crecer, dotar nuestra existencia de algún sentido propio y orientado a lo espiritual, abandonando el deseo irreal de seguridad y control de la existencia. A eso lo podemos llamar «creer» o tener “EMUNÁ”.
Para el que tiene «fe» todo tiene una respuesta mágica; pero, para el que «cree» (tiene EMUNÁ) todo constituye una oportunidad para CONTRUIR un sentido lógico.
La fe es idolatría, EGO.
La EMUNÁ es conexión.

Entonces, ¿cómo no va a ser el estudio exhaustivo acerca del EGO uno lleno de espiritualidad, de TORÁ, de TESHUVÁ?

El complejo EGO

El EGO es inicialmente una minúscula área de nuestro cerebro, con una función fundamental y necesaria, provocarnos para llamar la atención para obtener la satisfacción de las primeras necesidades básicas, sin las cuales moriríamos (o desconectarnos de la realidad, para preservar energía a la espera de obtener auxilio externo).

Luego mantiene ese mismo rol, reaccionar automáticamente a situaciones reales de impotencia, cuando precisamos una rápida respuesta que se dispare sin mediar el pensamiento y cualquier tipo de evaluación que pudiera poner en peligro la integridad o la vida.

Pero, pronto va adquiriendo otro rostro, mucho más oscuro y tenebroso, usurpando otras funciones y llevando a la persona a estados de enfermedad.
Esto ocurre por el entrenamiento en ciclos de sentir la impotencia real –> reaccionar automáticamente con el empleo de alguno de sus instrumentos –> cierta resolución de la impotencia real –> sentimiento de cierto poder por el uso de esas herramientas –> pero se vuelve a sentir la impotencia real, y así se continúa.
Este ejercicio constante, la repetición de acciones y sus consiguientes reacciones, va estableciendo un patrón de conducta definido, un hábito.
A lo natural se le va sumando una segunda naturaleza, la de la rutina automatizada, inconsciente, muchas veces involuntaria.

Este patrón de conducta habitual no logra resolver nada, puesto que el sentimiento de impotencia no se soluciona con los instrumentos del EGO; por el contario, aumenta el estrés, la insatisfacción, la ira, el sentimiento de vulnerabilidad, el empecinamiento por obtener poder a través de las herramientas del EGO.

Sumemos a esto el influjo y la instrucción que obtenemos por el ejercicio del supuesto poder por parte de nuestros cuidadores y criadores, los mayores que se hacen cargo de nuestra “educación”, quienes sometidos a sus propios EGOs nos inundan de impotencia, de sensaciones de falso poder, de miedos, creencias absurdas y todo el resto de lo que nos exila de nuestra LUZ de la NESHAMÁ para dejarnos a oscuras, perdidos, abandonados, como sin fuerzas. Solamente contando con el “salvador” mágico, el EGO, revestido en cualquiera de sus disfraces: autoritarismo, superstición, religión, manipulación, bravuconería, melancolía, ataques de pánico, entre otros.

Llegados a un punto se podría decir que somos adictos al EGO, justificamos sus descalabros, anhelamos sus intromisiones, alentamos su secuestro de nuestro intelecto, colaboramos para seguir prisioneros de él y que otros caigan bajo su aparente poder.
Por su presencia hemos ido formando las máscaras que constituyen nuestro Yo Vivido, es actor principal y gran responsable de nuestra personalidad.
Resulta impensable, al día de la fecha, imaginar una humanidad desprovista de EGO, puesto que es un elemento primordial de nuestra existencia terrena.
Es lo que nos hace humanos, y no ángeles. Por ello, aunque no pecáramos estaríamos igualmente necesitados de TESHUVÁ, de retornar a nuestra esencia.

El EGO llega a formarse y nutrirse de cuatro de nuestros cinco planos de existencia, todos menos el espiritual –obviamente-.
No depende de uno solo, por lo cual resulta complejo su conocimiento, comprensión cabal y estrategias para ubicarlo en su rol saludable y necesario.

En brindar elementos para esfumarlo, domesticarlo, aprovecharlo estamos nosotros abocados. Es una forma de contribuir a establecer la Era Mesiánica.
Puedes alinear tus dimensiones detrás de la dimensión espiritual, que sea la ética divina/natural, la que determine el curso de tus decisiones. Entonces, la potencia del BIEN, la LUZ del espíritu llenaría todos tus rincones, educaría al EGO.
O, podrías mesurar tus acciones y palabras para que sean apegadas al razonamiento y el conocimiento, aunque te falle la percepción de la orientación espiritual. En este caso, el riesgo de secuestro del pensamiento por parte del EGO no deja de estar presente.
Como sea, es necesario aprender, desaprender, embarcarse en la tarea de crecer construyendo SHALOM.

Lo que enferma y lo que sana

Hay una muy pequeña glándula en el corazón de nuestro cerebro denominada hipotálamo que regula nuestro cuerpo, para que tienda a la homeostasis, es decir el equilibrio dinámico.
Segrega hormonas, sustancias químicas, que provocan diferentes reacciones en nuestro organismo y controla funciones tales como: temperatura corporal, hambre, estados de ánimo, liberación de hormonas de otras glándulas -especialmente la hipófisis-, presión sanguínea, función muscular, sistema inmunitario, comportamiento sexual, sueño, sed, frecuencia cardíaca.
¡Imagínate su importancia!

El hipotálamo también reacciona a las percepciones sensoriales, sin capacidad para diferenciar si son reales, imaginarias, estimuladas por una película, etc.
Como busca el equilibrio, al recibir información que pudiera afectarlo se pone a trabajar para conseguirlo, cambiando y reajustando las funciones del organismo para lograrlo.
¿Qué pasaría si nos llenamos de pensamientos negativos, de impotencia, de fracaso, de amargura, de malestar, de conflicto?
¿Cómo crees que sería su reacción, nuestra reacción?

Habrá cambios químicos que percibiremos como emociones, sentimientos, intuiciones, sensaciones, que podemos considerar como alertas que sirven para llamarnos la atención y modificar aquello que nos está incomodando para restablecer así el control, el equilibrio perdido.
Si nos hacemos caso de tales anuncios, o los desciframos erróneamente, o no podemos/queremos modificar la situación que los provoca, el cuerpo creará síntomas, como manera de protegernos de cierta forma de aquello que nos afecta al tiempo que señala lo que lo provoca.
Si entonces nos hacemos cargo de la situación y la resolvemos, encontraremos que los síntomas se mitigan o desaparecen, reposamos de la invasión de llamados de atención internos que nos aturdían.

Por supuesto que si las percepciones sensoriales son agradables, el hipotálamo segregará sustancias químicas que nos complacerán, para mantenernos en ese estado plácido, equilibrado.
¿A qué no sabes con qué asociamos en este hogar al hipotálamo?
Sí, EGO o IETZER HARÁ.

¿Entiendes la importancia de construir SHALOM interna y externamente en todo momento?
Ya no solamente como un llamado sagrado o ético, ni como una misión basada en razonamientos lógicos, sino como una necesidad biológica de cada ser humano.
Si nos llenamos de pensamientos tóxicos, de palabras negativas, de acciones contrarias al SHALOM, estamos provocando que nuestro organismo reacciona de manera forzada, llevándonos a estados de malestar, sufrimiento, conflicto, vulnerabilidad, ira acumulada, agotamiento físico/mental, frustración, etc. Entonces, tendremos miedo, angustia, ataques de pánico, infartos, úlceras gastrointestinales, hipertensión arterial, algún tipo de diabetes, alergias, conflictos interpersonales, debilitamiento del sistema inmunitario, lesiones musculares, intentos de autoeliminación, adicciones, entre otros efectos directos de nuestra falta de control y no aceptación de la misma, de nuestra lucha a como dé lugar por ser poderosos donde no lo somos, de nuestra desconexión de la realidad en lugar de modificarla en la medida de lo posible o admitirla y fluir con ella.

En principio, ¡no hay nada mágico en pensar positivamente para ayudar a tener una vida más feliz!
Pero claro, cuando el pensar positivo se transforma en un lema religioso, en un mandato obligatorio y si no se cumple se merece la condena divina, entonces ya no se está realmente en presencia de una enseñanza saludable, sino en un disfraz de felicidad usado como instrumento por el EGO para mantenernos en impotencia. O cuando el llamado pensamiento positivo se usa para encubrir la impotencia, negarla sin hacer nada realmente eficaz para obtener poder, también resulta ser una herramienta del EGO para someternos.
El pensamiento positivo lleva a construir SHALOM, por medio de acciones de bondad Y justicia; si no, es solamente una fantasía o un manejo del EGO.

Los consejos para una mejor vida son:

  • Admitir nuestra impotencia.
  • Controlar aquello que está en nuestro dominio.
  • Emplear la Comunicación Auténtica.
  • Disfrutar de lo permitido en tanto nos apartamos de lo prohibido.
  • Realizar acciones concretas de bondad Y justicia.
  • Evitar en lo posible el llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad (y los derivados de estas cuatro); que son solamente útiles en verdaderas situaciones límites de falta de control y con peligro de vida o integridad.
  • No estigmatizar la tristeza, sino darnos cuenta que existe y es parte de nuestro ser humano; pero tampoco acurrucarnos en ella de manera continua.
  • No obligarnos a sentir una felicidad que no sentimos, ni tenemos cómo sentirnos felices en tanto no demos los pasos necesarios.
  • Conocer nuestro funcionamiento para comprender lo que acontece y apartarnos de negación, superstición, magia, religión o cualquier otro sistema enfermizo de esclavitud mental.
  • Pensar positivamente, en serio, con conocimiento y optimismo reales.
  • Conversar con el Padre Celestial, no para ordenarle que haga según nuestro deseo, ni para demandar beneficios, sino para unificar nuestro ser con Su Ser.
  • Caminar el sendero de la TESHUVÁ.
  • Tomar sesiones de CABALATERAPIA.

La dificultad de comunicarse

En muchas ocasiones hemos estudiado acerca de la Comunicación Auténtica, vimos su importancia fundamental, la necesidad de conocerla y emplearla.
Trataré no repetir en este breve artículo lo ya trabajado, sino que prefiero aportar algunos nuevos datos que podrían serte de utilidad. Creo que sería oportuno y necesario que buscaras en este hogar y leyeras los textos al respecto.

Cuando estamos intentando comunicar cualquier idea para convertirla en mensaje debe sortear numerosos filtros, por lo que suele ir cobrando otro sentido, en ocasiones se va diluyendo hasta transformarse en otra cosa e incluso en lo contrario.
Suele recorrer las instancias que forman nuestra pentadimensionalidad y modificarse para estar en consonancia y tener “permiso” de seguir avanzando.

Veamos.
Nos surge una idea, o pensamiento, o intuición, u opinión, o invención; para sintetizar las llamaremos simplemente “idea”.
Ésta debe obtener la suficiente definición y forma como para que pueda ser aprehensible por nosotros mismos; porque de no serlo, pasará como una nebulosa ráfaga, un rayo que cruza nuestra conciencia y que incluso podría pasar por completo desapercibida de tan veloz y falta de delimitación. Por día nos surcan miles, sino millones de estas ideas. Con algunas nos enroscamos, quedamos pegados, les damos vueltas, las rumiamos y por lo general no suelen ser las que nos permiten crecer y ser más felices y complacidos, sino aquellas que nos dejan en estado/sentimiento de impotencia, que nos desgastan, que consumen energía que pudiera ser dedicada a la construcción de una realidad mejor.
Como te decía, la idea debe adquirir una forma accesible y comprensible por nuestra conciencia, dejar el caos amorfo para ser una idea concreta, aunque quizás no del todo establecida en cada uno de sus detalles.
Cuanta mayor claridad de pensamiento, mayor conocimiento, más sabiduría, mejor entrenamiento en el arte/ciencia del pensamiento, y menos secuestro de la mente por parte del EGO soportemos, entonces estaremos capacitados para desarrollar ideas estupendas, de acuerdo a nuestras capacidades y potenciales. Pero, las ideas no solo nacen o surgen de la dimensión mental, en ocasiones son concebidas en otras de nuestras dimensiones, no como ideas sino como mociones de energía que se convierten en una idea.

La idea no siempre adquiere sonido, estructura lingüística, pero si queremos que siga su curso por lo general deberá pasar el filtro social.
Así, no solamente será encajonadas dentro de una determinada lengua y uso de la misma, sino que probablemente deberá amoldarse para ser aceptable dentro del grupo de referencia y/o pertenencia.
Porque, no toda idea puede ser expresada, ni es admitida explícitamente por el grupo.
Así, la idea se maquillará, se disfrazará, cambiará para no ser rechazada, por lo cual es evaluada previamente, sopesada, comparada, juzgada y declara culpable en lo que pudiera resultar molesto. A no ser que se pretenda incordiar, la idea suele ser transformada. Y en ocasiones es cambiada precisamente para ser dañina.
Además, estudios de lenguajes han demostrado que la lengua puede determinar las percepciones, estructurar nuestra forma de percibir el mundo. Así como nos enseñan a nombrar las cosas, o a no hacerlo, pasamos a darnos cuenta de la existencia. Sea en las cosas que nos pasan en el mundo compartido, así como en nuestro mundo interno, de los afectos y sensaciones.

La idea ya se ha acomodado a un idioma y a ser aceptable para compartir con el grupo, pero debe pasar por otro filtro, el emocional.
Aquí los factores que operan por lo general se quedan en las sombras, provocando reacciones sin aparecer a la vista o en escena.
Si la mente no ha estado secuestrada por el EGO, igualmente al atravesar la dimensión emocional será zarandeada por infinidad de cuestiones del pasado, escondidas, acechando, que no se nombran, que incluso hasta pueden no ser sentidas conscientemente. Así, por ejemplo, unas palabras de felicitación son dichas con un tono de reprobación, o de evidente envidia.
En otras, las emociones están a flor de piel y toman el control abiertamente, o de manera poco disimulada. Entonces, cuando una idea viene aprobada por lo social, de pronto se convierte en una afrenta, en un motivo de enojo.

La dimensión espiritual orienta hacia el Bien, aspira a que toda nuestra existencia esté en armonía interna y externa.
Nos alumbra, en tanto no hayamos bloqueado a su alrededor su LUZ. Con su influjo se disiparían las amarguras, conflictos, rencillas, malestares, acciones incorrectas, es decir, todo lo que aparta del Bien. Pero, las manchas a causa de nuestras acciones incorrectas perturban el pasaje de su LUZ, dejándonos en semi penumbras, en capacidad para desplegar nuestro libre albedrío (capacidad para elegir libremente entre lo que es bueno y lo que no lo es).

El cuerpo se expresa, sea hablando, o con gestos, o con sonidos, o con textos, o con posturas, o con silencios, o con afecciones somáticas, o con movimientos. Cuando la idea es manifestada, probablemente está a una enorme distancia de lo que fue en su origen.
Sí, el cuerpo tiene también sus propios mecanismos de expresión, algunos de los cuales pueden estar al servicio de las otras dimensiones, otros son autónomos de nuestra voluntad, o sentimientos o mandatos.

Esto que venimos señalando como instancias consecutivas, como separadas y claramente distinguibles unas de otras, en los hechos se dan simultáneamente, en una milésima de segundo cada una de las dimensiones establece sus pautas, modifica, ordena, desorganiza, cancela, habilita, prohíbe, veta, admite, etc.
La imagen que acompaña este texto es una representación de la Torre de Babel, ¿te das cuenta por qué la escogí?

Es un tema muy importante, pero al mismo tiempo muy complejo.
Sería muy bueno si tú pudieras pensar ejemplos concretos y ver cómo se van dando estos filtros para comprobar su existencia, al mismo tiempo de ir adquiriendo conciencia y quizás aprendiendo a que predomine lo que construye SHALOM y no lo que lo interrumpe. Te agradezco si quieres compartir tus ejemplos, ideas, comentarios, dudas, al respecto aquí mismo.

Te impide disfrutar

Tu EGO es lo que te impide disfrutar de las cosas buenas de tu vida.
No es la falta de fe, ni alguna arbitraria deidad enojada, o un ente metafísico extraño, ni tu incapacidad moral a causa de taras espirituales. ¡Nada de eso!
Es el EGO, esa parte nuestra, natural, necesaria en su justa medida y función, que se ha convertido en un comandante cuando debiera ser un servidor.

El EGO se activa naturalmente cuando estamos en situación de impotencia.
Reacciona automáticamente para proveernos de mecanismos básicos, instintivos, para sortear ciertas situaciones peligrosas. Entre sus herramientas se incluye el llamar la atención a como dé lugar, para de esa forma obtener la asistencia de alguna persona –entidad- supuesta como salvadora y con poder.

El problema radica cuando ante sentimientos o sensaciones de impotencia se disparan las reacciones automáticas del EGO.
Como son solo sensaciones o sentimientos, como no hay algo real, material, que pueda modificarse para obtener algún relativo poder, la persona reacciona y sigue en sensación de impotencia. O se empeora, porque algo que ha hecho generó una incomodidad, una impotencia real, ya no solamente sentida.

El problema empeora cuando estamos en constante estrés, sintiendo continua impotencia, y no hay factores externos que la generen. Somos nosotros, nuestras emociones secuestrando los sentidos y los pensamientos que nos llevan a saturarnos de insatisfacción, amargura, incapacidad, debilidad y el tren de malestares que se forman por las reacciones provocadas por las herramientas del EGO.

Y el problema es todavía mayor cuando el EGO es el que ocupa el lugar de los otros funciones, particularmente las racionales adultas, decidiendo, actuando, tomando las riendas cuando solo debiera ser un componente de segundo orden.

Entonces, cuando uno podría estar gozando de lo bueno que cada día trae y haciendo todo lo posible por mejorar un poco, se tropieza en críticas amargas, quejas, demandas, obsesiones, miedos, provocaciones, amarguras inmotivadas, agresiones, amenazas, manipulación, ausentismo, celos agobiantes y una nutrida cantidad de otras conductas/creencias que conducen a la impotencia y a las reacciones del EGO.
No se disfruta de lo permitido, sino que se abraza a lo prohibido.
Y te repito, no es por falta de fe o por algún defecto “espiritual”, sino por no tener en claro el trabajo del EGO y cómo hacer para esfumar su dominio sobre nosotros.

Entonces, repetir y aburrir con esta temática se convierte en un pilar fundamental para una buena vida, para una existencia plena, llena de espíritu y por tanto de Dios.

Génesis humana

«…oyeron la voz del Eterno Elohim que se paseaba en el jardín en el fresco del día…» (Bereshit / Génesis 3:8).

En un principio, el hombre tenía conciencia del Eterno, recibía Sus mensajes de manera fluida. La NESHAMÁ, como siempre y sin pausa ni cambio, emitía su LUZ la cual alcanzaba la conciencia activa, lo que permitía estar despierto a la Divina Voluntad y Presencia.
Pero, no somos solamente NESHAMÁ, en tanto estamos en este mundo también estamos formados por otras cuatro dimensiones.
Cada una de ellas a su manera nos aísla de nuestra ser de LUZ, de nuestro Yo Esencial.
Por lo cual, nos vamos revistiendo de máscaras, nos cubrimos con disfraces y vamos llevando una vida alternativa, que deja de estar enfocada en el espíritu y bailotea entre otras cosas, que pueden ser importantes y valiosas, ¿por qué no?
Nos vamos formando una identidad, o varias, que nos permiten manejarnos en este mundo pero que nos desconectan de nuestra verdadera identidad. Así se construye nuestro Yo Vivido, que es el que solemos llamar “yo” a secas.
Así es como hemos sido creados, multidimensionales, complejos y complicados. Esto no es un defecto ni algo para lamentarse, ¡es como somos! De hecho, si mantuviéramos la conexión entre las dimensiones, la armonía, el equilibrio, y orientados siempre por NESHAMÁ, sería todo lo perfecto que lo humano puede llegar a ser.
Sin embargo, algo quiebra la armonía y establece el conflicto, el exilio.

«Oí Tu voz en el jardín y tuve miedo, porque estaba desnudo. Por eso me escondí.» (Bereshit / Génesis 3:10).

La existencia multidimensional nos deja sin tener a disposición el uso del poder ilimitado de la NESHAMÁ. Por ello, la conexión con el Eterno parece perdida, aunque en realidad es imposible que se corte.
Las limitaciones le hacían sentir insatisfecho y necesitado, aunque tuviera todo para ser feliz. Entonces, emergió el sufrimiento y al mismo tiempo el miedo, que es la expectativa de impotencia, el presentimiento de algo nefasto que nos deje agotados, indefensos, imposibilitados de vencer. ¡No queremos volver a experimentar el espanto de sufrir, por eso nos llenamos de miedos!
El hombre sentía impotencia, se supo desnudo, limitado, de cierta forma desconectado del poder. Entonces, de forma natural y automática se dispara el EGO con sus herramientas habituales: llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad.
Esto le llevó a esconderse de Dios, porque estaba ya en exilio de su Yo Esencial, que es su NESHAMÁ.

«El hombre respondió: -La mujer que me diste por compañera, ella me dio del árbol, y yo comí.» (Bereshit / Génesis 3:12).

Entonces, fue poblando su mente con fantasías acerca de Dios y el poder, anhelando alcanzar un estado superior, donde no se sintiera defectuoso a causa de su naturaleza humana. Si él se sentía poderoso y fantaseaba con serlo, si podía achacar la culpa a otros, sacarse de encima la responsabilidad de sus errores, hacer de cuenta que es el amo y señor… lo que fuera, con tal de no padecer ni ahogarse en su miedo. Pero, algo le decía que en cualquier momento le podría sobrevenir aquello que le dejaba indefenso y débil, algo podría suceder. Estamos a merced de los elementos materiales, de la naturaleza, de lo que otros hacen y dejan de hacer, de nuestros propios instintos, ¡de tantas cosas!
Nos sentimos muy débiles y vulnerables, y con razón.
Pero, fantaseamos con el poder, lo perseguimos, aparentamos tenerlo cuando manipulamos, presionamos, somos violentos, hacemos cosas supersticiosas, creemos en delirantes propuestas del EGO, etc.

«Aconteció después de un tiempo que Caín trajo, del fruto de la tierra, una ofrenda al Eterno.» (Bereshit / Génesis 4:3).

Creamos la religión, nos llenamos de rituales y dogmas que mantienen aferrados a creencias y cada vez más lejanos de Él.
En tiempos originales, tenían la intención de experimentar el contacto con Dios, sentir de manera material eso que sentían en lo profundo de su ser, que es la conexión constante de la NESHAMÁ. Es decir, sus corazones no estaban dedicados a la adoración de falsas deidades, poderes aparentes, sino que buscaban al Eterno.

«Caín habló con su hermano Abel. Y sucedió que estando juntos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató.
Entonces el Eterno preguntó a Caín: -¿Dónde está tu hermano Abel? Y respondió: -No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?»
(Bereshit / Génesis 4:8-9).

Pero, al poco tiempo la buena intención sin contenido saludable degeneró y se convirtió en otro instrumento del EGO para mantenernos enajenados, exiliados de nosotros mismos y creyendo que nos abraza Dios estamos sin Dios. Muere el hombre, queda inerme el hombre, se esclaviza el hombre, gracias a la religión en todos sus aspectos y formatos.
Si queremos identificar el peor obstáculo para el espíritu, no lo busquemos en el cuerpo, sino en todas y cada una de las religiones.

¿Cuál es el camino para retornar a la armonía interna y externa?
¿Cómo conseguir que sea la LUZ de la NESHAMÁ la que oriente y guíe nuestras vidas?
¿Cómo evitar que el EGO siga a cargo?

Ciego, sordo, en eso te has convertido…

«No maldecirás al sordo, ni pondrás tropiezo delante del ciego; sino que tendrás temor de tu Elohim. Yo soy Hashem.»
(Vaikrá / Levítico 19:14)

Mucho se ha escrito y codificado a partir de estas palabras, bueno es estudiarlo, aprenderlo y aplicarlo en la medida de lo posible.
Quisiera, humildemente, aportar una perspectiva que nos sirva para crecer como personas.

¿No hubiera sido suficiente si se ordenara “no maldecirás”, o “no maldecirás a otra persona”?
¿Era necesario hacer particular énfasis en aquella persona que no se ve afectada por nuestras palabras, ni siquiera se entera de lo que hemos dicho acerca de ella?

¿No bastaba con expresar “no pondrás tropiezo delante de ninguna persona”?
¿Cuál es la importancia de remarcar que el que está en peligro de tropezar por nuestra causa es un ciego, sea que no puede ver con sus ojos o que está nublado en su conocimiento?

¿Es tan grave esto que es necesario hacer especial hincapié en recordarnos que debemos temer/reverenciar al Eterno?
¿O acaso hay alguna otra enseñanza detrás de la exhortación a temer/reverenciar al Eterno, precisamente en este punto, cuando se nos advierte de no causar malestar o daños a los vulnerables y que no tienen cómo advertir nuestra perversa intención?

La idea que te propongo ahora, y que no intenta eludir lo codificado como reglamentario ni enseñado como apropiado por los maestros, es lo siguiente.

Trata de darte cuenta de que tú eres ese sordo al que estás maldiciendo, como también eres ese ciego al cual estás poniendo un obstáculo ante sus pies.
Porque, cada vez que te aprovechas de una supuesta superioridad sobre otro, haciendo uso de un aparente poder para manipular, generar malestar, oprimir, herir a alguien inocente en situación de vulnerabilidad; en realidad, en esencia, tú eres el débil, tú eres el estropeado, tú eres el impotente, tú estás en problemas. Tú te aprovechas de trampas y ventajas impropias para tener un poquito de aparente poder; pero, sigues siendo impotente, esclavo del EGO, atrapado en una telaraña de creencias y sentimientos que te mantienen apabullado, pasajero de una vida sin sentido y vacía.

¿Crees que te estás burlando del sordo?
¡En verdad tú eres el objeto y sujeto de la burla!
Tú eres quien deberá pagar los platos rotos a la hora en que se pase factura y se exija abonar la cuenta.

¿Crees que estás maltratando al ciego?
¡En verdad tú eres el que recibe el daño y deberá hacerse cargo y responsable de lo que acontece!

Y no, no solamente en el Juicio tras el pasaje por esta vida; sino también aquí mismo.
Porque, la voz de la NESHAMÁ, que es tu Yo Esencial, tu espíritu, no se calla nunca. No deja de observar y enmendar, no para de aconsejar y orientar, y cuando es oportuno denunciar. Constantemente esa vocecita está clamando en silencio en tu interior. Algunos le llaman la voz la conciencia, otros pueden llamarle el instinto ético natural. Como sea, ahí está el fiscal que señala y pide restitución por tus malas acciones, por tu desvío del buen camino.
Y, por supuesto también queda debilitando tu estructura la mancha provocada por el mal hacer. Esa mancha que se va acumulando y engrosando, tapando la LUZ de la NESHAMÁ para que no alcance a alumbrar a tu ser. Entonces, te sientes confundido, angustiado, vacío, abandonado, podrido, sin valor, desplomado. Como desesperado recurrirás a cualquier subterfugio para tapar ese sufrimiento, en lugar de admitirlo, reconocerlo, corregirlo para limpiar la mancha y permitir que la LUZ te vivifique. Pero no, seguirás terco por la senda desviada, apartando el bienestar y la bendición, hundido en la impotencia, en el exilio de tu personalidad, disfrazado de lo que no eres, mostrando un rostro que es solamente una máscara.
Seguirás siendo ciego y sordo, tonto y aburrido, aunque te creas superior, fuerte, hábil, sagrado, iluminado, liberado o cualquier otro adjetivo que tu EGO te invite a usar como anteojera que te oculte la realidad oscura en la que te encuentras.

El fuerte encuentra la manera para no ser marioneta de su EGO.
Entonces, en lugar de ser ventajero, construye SHALOM; es decir, actúa con bondad y justicia.
El constructor de SHALOM podrá parecer tonto a ojos de esos “vivos” que se creen que con maltrato y bravuconería, con estafas y corrupción, con violencia y atropellos, con religión y palabrería, con engaños y manipulación se obtienen beneficios, trofeos y éxito. Y, puede que sí, que el constructor de SHALOM no alcance esa gloria tan aplaudida por los títeres del EGO, puede pasar que no se disfrute de holgura y un gran aparente poder. Pero, se vive feliz, pleno, satisfecho, aceptando lo que se tiene sin por ello resignarse tristemente a la miseria o al conformismo apático. El constructor de SHALOM, justamente está rodeado por paz, tranquilidad, armonía, y para él eso vale mucho más que fortunas mal habidas, amistades adquiridas con dinero, un buen pasar material alcanzado por maltratar y arruinar a los inocentes.

Mejor, ten presente al Eterno, venéralo, permite que tu esencia espiritual alumbre tu ser, en vez de interponer más y más manchas alrededor de su LUZ.
Deja la religión con su apariencia de espiritualidad y poder, que es solamente enfermedad y muerte.
Abandona las conductas que no construyen SHALOM, porque no conjugan la bondad y la justicia.
Haz TESHUVÁ, entonces ya no serás ni ciego ni sordo, y entenderás qué quiere decir “Yo soy Hashem”, con lo que concluye el párrafo que estamos estudiando.

Será un placer y un honor si compartes conmigo tus ideas y reflexiones a partir de la lectura y estudio de este texto.
Hasta luego.

(Texto originalmente publicado en serjudio.com y compartido aquí por su valor para los noájidas).