Se siente "bueno" quejarse, echar culpas y reclamar de la vida. Se siente tan "bueno", que es la vía segura al fracaso y al perpetuo malestar.
La vía del triunfador se compone de trabajo, responsabilidad y compromiso. Quien actúa como triunfador, encuentra el Bien, no se queda con un pasajero sentimiento "bueno".
Hay dos tipos de "justos": 1- los chaqueta abrigada, y 2- los estufa.
Los primeros no perjudican al prójimo, pero son justos solamente en lo que les atañe personalmente. Encuentran calor para sí, sin importarles los demás.
Los segundos son justos para sí y para el prójimo. No les sirve estar calientes, sino que también el prójimo lo esté.
Noaj usaba su chaqueta abrigada. Avraham, el primer patriarca judío, era como una estufa.
No le digas a tu hijo que sea bueno, mejor muéstrale que tú eres bueno porque actúas bien.
No le digas a tu hijo que es bueno, porque te hace caso, dile que él es bueno haga lo que haga, pero que su conducta debe estar en armonía con la belleza de su interior. Ya que una fea conducta, hace parecer feo al que la comete.
Hay noájidas que siguen presos de una idea muy común entre los que han reencontrado su ser noájida, que es sentirse y creerse como los hermanitos tontos del judaísmo, niñitos a los que hay que llevar de un lado para otro.
Lo cierto es que este sentimiento no tiene basamento en la realidad, sino en el hecho de que éste noájida aún no ha asumido la madurez y poderío de la identidad noájica.
El día que asume su identidad espiritual con decisión y compromiso, se reconoce como socio de los judíos en la tarea de construir Shalom para perfeccionar el mundo.
El noájida es nacionalista (localista) y universalista.
No reniega de su nación, de su lugar de origen y residencia, por lo cual construye su sociedad con integridad y compromiso; pero al mismo tiempo sabe y asume que todos los humanos somos hermanos, sin distinción.
Nos separan las diversas fronteras (físicas, emocionales, sociales, intelectuales), pero nos une hasta el infinito nuestra unidad espiritual.