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Filosofía de vida

«Todo el pueblo respondió a una, y dijo: -¡Haremos todo lo que el Eterno ha dicho! Y Moshé [Moisés] repitió al Eterno las palabras del pueblo.»
(Shemot / Éxodo 19:8)

Hay gente que filosofa.
Se entre-tienen pensando en cosas que podrían ser muy profundas, de trascendencia cósmica, de connotaciones rimbombantes.
Gustan de rondar ideas, hacer piruetas con el pensamiento, exponer sus creencias con voz de sapiencia, afirmar estructurados preconceptos entre signos de interrogación.
Sin dudas, es un pasatiempo para gente habilidosa e inteligente.
Entonces trotan alrededor de la pista, sin llegar nunca al banderín de llegada, con cuestiones, teorías, teoremas, y otras cosas por el estilo de:
¿Existe el libre albedrío?
¿Si Dios sabe el futuro, no somos como marionetas sin verdadero libre albedrío?
Si está escrito reiteradamente que a faraón le fue endurecido el corazón para que no deje salir al pueblo, ¿tenía de alguna forma cancelada la opción del libre albedrío?
¿Por qué el malo es exitoso?
¿Por qué el justo sufre?
¿Por qué existe el mal?
¿Cómo entender la Shoá?
¿Qué mal hicieron los niños que fallecen o nacen con graves deformidades?
Si existe el mal, ¿Dios es malo por haberlo creado?
¿Por qué hay gente y países tan excedidos en abundancia y otros miserablemente paupérrimos?
Si Dios es perfecto, ¿por qué creó un mundo que no lo es?
Si Dios es Todopoderoso, ¿por qué permite el mal?
¿Dónde estaba Dios en la Shoá?
Y así siguen las importantes e interesantes dudas y debates.

¿Es necesario, útil, provechoso filosofar o basta con vivir construyendo SHALOM?
¿Construir SHALOM cancela la posible utilidad de reflexiones especulativas?
¿Se trata de teorizar y querer descorrer el velo inamovible, o de experimentar a pleno de lo permitido y apartarse de lo que ha sido prohibido?
¿Al construir SHALOM (por medio de acciones/palabras/gestos de bondad Y justicia) estamos habilitando nuestra conciencia para captar las reales profundidades del universo?

El infinito limitado

La NESHAMÁ (espíritu, Yo Esencial) está íntimamente vinculada al infinito, es una chispa de divinidad.
Es la que nos vincula al todo, al universo, en toda época, en todo lugar; y aún así no ocupa ni tiempo ni lugar. Es una realidad incomprensible, inimaginable, impensable; pues, no entre dentro de ninguna etiqueta del mundo que conocemos, inventamos o compartimos.
Es la identidad más sincera de nuestro ser, que al mismo tiempo no nos “pertenece” y ni siquiera es una entidad individual.
La NESHAMÁ, como podemos comprender de la breve presentación, es un enorme misterio y paradojalmente es la presencia más clara y constante que nos vivifica.

Por Voluntad Divina es que durante un brevísimo lapso de tiempo, en un confinado espacio, la NESHAMÁ se conecta con un cuerpo determinado, en un específico momento.
La conexión infinita nunca se corta, no hay apartamiento de Dios, ni una cancelación de la identidad espiritual a causa del lapso de encarnación.
Seguimos siendo esa entidad misteriosa para los conceptos terrenales, y siendo “eso” lo ignoramos por completo y no lo llegamos a percibir a través de nuestros sentidos.
A veces hay rayos de conciencia, sea intuición, profecía o alguna otra manifestación que hace presente nuestra esencia.

El hecho cierto es que nuestra vida terrenal es una tremendísima confinación para nuestro Yo Esencial.
El espíritu aspira al infinito, a ser lo que es.
Pero no puede en la limitación constante del mundo/cuerpo.

Esa limitación es parte del proceso de aprendizaje, de experimentación, que la NESHAMÁ cumple en su pasaje terrenal.
Porque, ser infinita y estar conectada al conocimiento total igualmente no permite sentir, experimentar, disfrutar prácticamente; sino solamente ser/poseer un contacto teórico.
Es el la vida mundana la que aporta la experiencia, la sensación que pasa a dotar de cualidades al frío saber ideal.

El Creador nos dotó, al igual que los animales, de mecanismos naturales para reaccionar automáticamente ante las amenazas a nuestra supervivencia.
Nosotros le denominamos EGO, palabra que se usa con diferentes y variadas definiciones.
En la nuestra, es la que en la Tradición se conoce como IETZER HARÁ; como hemos dicho, mecanismos naturales, saludables, automáticos, normales, que se disparan cuando se siente que está en riesgo la vida o la integridad.
Sí, el EGO se activa cuando sentimos impotencia que llevaría a la muerte o daño.

Ya enseñamos en numerosas ocasiones que el problema es cuando el EGO está en el dominio de la persona en situaciones de impotencia pero que no conllevan un posibilidad real de muerte o de grave perjuicio.
Esas impotencias son constantes, a cada rato surge, o imaginamos, impotencias.
Por tanto, vivimos en un estado de estrés, reaccionando de manera incorrecta y perjudicial.

Así mismo, el EGO ocupa un lugar de deidad y es el generador de TODAS las religiones, de todas las épocas y lugares. Este tema lo trabajamos varias veces y no diremos más ahora, pero añadiremos algo.
A través del EGO es que generamos/inventamos respuestas a nuestro anhelo de infinitud, porque, recordemos somos chispas del infinito.
¡Cuánto trabaja el EGO cada vez que la NESHAMÁ añora su infinitud a pleno!
Es una tremenda sensación de impotencia saberse infinito pero estar confinado a un estrechísimo retacito del universo tiempo/espacio.
Entonces, se pueblan las mentes con imaginados dioses, demonios, brujos, superhéroes, héroes míticos, entidades sobrenaturales, alienígenas, magia, astrología, superstición, religión, amuletos, palabras mágicas y todas las otras fantasías que se producen para hacernos sentir menos limitados, menos olvidados en un oscuro rincón del universo. Porque, todos esos seres y poderes (fantaseados) se ocupan para relacionarse con nosotros, conocernos, tratarnos, humillarnos, castigarnos, matarnos, abducirnos, criarnos, educarnos, legislarnos, depender de nuestros sacrificios, estar a nuestro servil servicio, etc.
Y así, de manera irreal nos sentimos impotentes pero con el poder de dominar a esas entidades poderosas.

Ni judaísmo, ni noajismo, son religiones, aunque muchísima gente las llame así, las confundan con ellas, o las vivan como si lo fueran.
Judaísmo es el camino apropiado para la identidad espiritual judía, tal como el noajismo es para la identidad espiritual de los gentiles.
Al profundizar en el camino espiritual que nos corresponde, estamos fortaleciéndonos, debilitando el lazo del EGO, permitiendo a la LUZ de la NESHAMÁ alumbrar de manera benefactora.
Pero, cuando se convierte al judaísmo o noajismo en achacosas burlas de lo que son, por vivirlas como religiones, se está bloqueando el influjo de la LUZ y añadiendo manchas oscuras que nos atormentan con más impotencia.

Ahora, una pregunta: ¿es posible realmente limitar el infinito?
Depende lo que comprendamos por infinito es la respuesta que obtendrás.

Línea Beshalaj

Beshalaj es una intensa parashá, de variada temática, destacamos:

  1. la salida de los hebreos de Egipto;
  2. la crisis ante el mar de las cañas;
  3. el pasaje por el mar partido en dos;
  4. el hundimiento de los notables de Egipto en el mar;
  5. el canto de alabanza de Israel junto al mar de las cañas;
  6. las quejas de Israel por no tener agua y el endulzamiento de las aguas salobres en Marah;
  7. la orden para los israelitas de ir asumiendo nuevos mandamientos y hacerlos partes de su vida;
  8. la llegada a un oasis abundante en Eilim;
  9. la queja por el deseo de saborear imaginarios manjares que se disfrutaban en Egipto;
  10. el envío de codornices para saciar su deseo por carne;
  11. la Presencia del Eterno manifestada por una nube;
  12. el sustento a través del man (maná) y las reglas acerca de él;
  13. el comienzo de las instrucciones que hacen de Shabat un día especial en la relación del judío con el Eterno;
  14. otra vez protesta el pueblo por la falta de agua en Refidim, la sublevación llega a extremos que parecerían desembocar en actos violentos, en esta oportunidad Moshé es ordenado a golpear una roca de la cual brotará agua;
  15. el cobarde y traicionero ataque de Amalec en contra de Israel;
  16. la batalla contra Amalec y la obligación de recordar sus acciones para preservar la integridad de Israel;
  17. la erección de un altar, denominado “Hashem Nisí”, en recuerdo a la lucha allí acontecida.

Ser esclavo es vivir en impotencia, derrotado, bajo el mando de otros, pero sin embargo tiene alguna especie de ventaja, pues por lo general es una impotencia conocida. Se tiene idea de los límites, se sabe más o menos aquello que no se puede ni debe. Se vive con bajas expectativas, débil, pero de cierta forma en un marco seguro por su estable amargura y opresión.
No es casualidad que la mayoría terminemos esclavizados, encerrados en celditas mentales, acomodados en la zonita de confort, dependientes de aplausos y sonrisas falsas, sedientos de aprobación de gente a la cual no le importamos, entreverados con aparatos y consumos varios que nos mantienen adoctrinados, adormecidos, paralizados en nuestros sistemas de creencias.

Romper con los esquemas de pensamiento, no permitir al EGO reinar en nuestras vidas, anhelar y trabajar por alcanzar algún grado de libertad, nos pone en una situación desagradable. Se pierden los marcos de referencia que usamos en la esclavitud, ya no aguardamos a responder automáticamente de acuerdo al adiestramiento que hemos recibido, tenemos la responsabilidad de salir de la celdita mental de no aceptar las cosas porque sí, de no estar embrutecidos y ciegos por la fe.
Sí, la libertad es oportunidad de muchas bendiciones y beneficios, pero también el terreno fértil para que florezcan multitud de impotencias, para las cuales no siempre sabemos cómo resolverlas positivamente.

Esto es lo que encontramos entrelazado en los relatos de la parashá.
Los estremecimientos del nacimiento a la libertad, de ser paridos como una nueva nación soberana.
Con sus consiguientes impotencias, reales e imaginarias, y la constante aparición del EGO tutelando las reacciones.
Quejas, protestas, sublevaciones, falta de agradecimiento, desconexión de la realidad, afanes desmedidos y sin contemplación, olvidar rápidamente lo bueno que se ha disfrutado recién para añorar un falso pasado de esplendor. El actuar bajo la doctrina del EGO finalmente provoca estar a merced de Amalec, el destructor que solamente quiere una cosa: aniquilarte. No gana nada. No recibe premios, no se lleva botín, no conquista tierras, no aprisiona nuevos esclavos para sus trabajos forzados, no rapta mujeres para poseerlas, ni siquiera tiene la torpe esperanza de recibir 70 vírgenes en un ilusorio e irreal paraíso. Nada espera a cambio de destruirte, solamente el placer de hacerlo.

Por ello, es necesario tomar en cuenta las enseñanzas y no dejarlas pasar.
Para estar conscientes de la presencia del EGO, tanto el interno como sus representantes materializados en el mundo, como por ejemplo la religión, Amalec y lo que fuera.
Estar despiertos a sus trampas y optar por vivir con nobleza y construyendo SHALOM.
Las ocasiones en las cuales nos topamos con la impotencia no terminan nunca, es una constante en tanto habitemos este mundo. A ellas se les suman las impotencias que imaginamos, que son las que pueblas las mayorías de nuestras pesadillas, los fracasos, el hundimiento en la oscuridad que nos opaca de nuestra verdadera identidad espiritual.

Estemos atentos, construyamos SHALOM por medio de acciones de bondad y justicia; sigamos estudiando para aplicar.

¿Rodeados y sin salida?

«Cuando el faraón se había acercado, los Hijos de Israel alzaron los ojos; y he aquí que Mitzraim / Egipto venía tras ellos. Entonces los Hijos de Israel temieron muchísimo y clamaron al Eterno.»
(Shemot / Éxodo 14:10)

Parecía que habían salido de la esclavitud, aunque aún no eran libres realmente; pero de repente estaban bloqueados, sin poder avanzar o torcer su ruta. Para empeorar las cosas, detrás venía enfadado el faraón y sus sanguinarias huestes. Como un hombre envalentonado y lleno de ferocidad se aproximaba Egipto, y los israelitas estaban confundidos, atemorizados, impotentes y sumergidos en sus mares de tribulaciones.
En la Tradición (por ejemplo, TI Taanit 2:5; Mejilta Beshalaj 2) se nos cuenta que se formaron cuatro grupos, como reacción a esto que les estaba atormentando:

  1. Los que preferían lanzarse a la muerte en el mar. Ellos creían que la terrible muerte ahogados sería más benévola que la tortura de ser despedazados por el despiadado ejército que se les venía encima. Se entregarían a la muerte, cobardemente, impotentes, cual ovejas que corren al matadero sin ofrecer resistencia ni alternativas.
  2. Los que querían volver a Mitzraim. Sí, habría muertos y heridos, otros serían maltratados duramente; pero, lo importante sería que un núcleo se salvaría. Volverían a la esclavitud y probablemente a una peor situación, pero al menos con vida. Porque para ellos no existe algo así como “libertad o muerte”, sino existir aunque sea como fantasmas, porque lo último que se pierde es la esperanza. Eventualmente, algún día, podrían esfumar las diferencias con sus amos, mixturarse, asimilarse, perderse para ser egipcios como el resto.
  3. Los que proponían una absurda guerra, finalmente suicida. Tal vez había algún sentido de honor o de nobleza, de virtud nacionalista. Aunque resulta dudoso que fuera posible tras siglos de sometimiento y esclavitud. Más bien parece una reacción agresiva a la violencia, el responder el golpe con la patada, el luchar sin más destino que la lucha en sí misma. Donde “moriré yo con los filisteos”, al estilo que posteriormente diría el anti-héroe Shimshón/Sansón.
  4. Los que declamaban que las invocaciones chillonas a lo Alto resolvería todo el drama. Pasividad absoluta, no responder, no actuar, sino solamente esperar que el milagro resuelva la tarea. Imaginar que el poder de la mente por sí solo repercute en el control de la realidad. Que el Eterno es una especie de hada madrina servicial, atento a los gritos infantiles para cambiar pañales, alimentar, entretener, rescatar de la voracidad de la impotencia. Como si el hombre no tuviera más responsabilidad y compromiso que rezar, tener fe –al estilo no judaico- y hundirse en fantasías de poder sobrenatural.

Cada una de estas manifestaciones parecen representar las cuatro reacciones automáticas del EGO ante el sentimiento de impotencia, a saber: llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad.

  1. Los que se arrojarían al mar, eran los del llanto, entregados a la impotencia. Su respuesta es queja, reproche, amargura, suspiros, dejadez, pereza, arrastrar el malestar hasta lo insoportable.
  2. Los dispuestos a volver, están engañados por su desconexión de la realidad. Creen que sus imaginerías tienen validez, que todas las opiniones son igualmente valiosas, que si lo quieren ya es realidad y no comprenden que por seguir en sus nubes de ficción solamente ahondan el problema.
  3. Los de la guerra, el pataleo. Recurrir a la violencia física como mecanismo para dominar la angustia, para tratar de controlar la impotencia, como si con la fuerza corporal se obtuviera ascendiente sobre la debilidad en las otras dimensiones del ser humano. Golpear, romper, destruir, acuchillar, disparar, quebrar, accidentar, en búsqueda de controlar lo que no está bajo el propio dominio.
  4. Los de la fe, que son miembros de la gritería. Creen que elevar la voz, presionar, hacer pactitos, amenazar, insultar, reclamar a los gritos, recurrir a todo tipo de ritual bochinchero y sensiblero es la manera para obtener algo de poder, y así apartar el terror de la impotencia que los consume por dentro y por fuera.

Como sabemos, las cuatro herramientas se suelen usar alternativamente o en conjunto, siendo muy difícil encontrar una única respuesta en su pureza teórica. Algo similar, supongo, ocurría con aquellas cuatro categorías de aterrorizados y angustiados israelitas, atrapados, confundidos, enajenados e impotentes.

Hubo una quinta posición, que no logró formar un grupo, la actitud valiente de Najshón ben Aminadav (y según otra versión, los de la tribu de Biniamín); quien confiando en el Eterno entró al agua, pero NO como los que se iban a suicidar en ella, sino sabiendo que Dios había dicho que había que avanzar y que a pesar de las dificultades y de parecer imposible, la acción de ellos se sumaría a la ayuda divina para realizar así la salvación esperada.
Najshón estaba dispuesto a entrar al agua, confiando en el Eterno, luchando contra sus propias angustias; tal como tres de los grupos, pero manejado de forma racional, orientado por la guía ética/espiritual, sin permitir que la consciencia estuviera desconectada de la realidad.

Es normal, es natural, que reaccionemos ante la impotencia con llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad.
Es la respuesta apropiada para los segundos inmediatos a sentir la impotencia REAL, pues son las reacciones que pueden marcar la diferencia entre vida y muerte.
Pero, no es un mecanismo apropiado para el sentimiento de impotencia sin realidad material; porque solamente profundiza el malestar y estrés. Tampoco es el instrumento adecuado para sostener en el tiempo, donde debiera emplearse los mecanismos racionales, de más lento procesamiento pero que nos hacen completamente humanos. La respuesta humana, espiritual, es la que tuvo Najshón, quien admitió su impotencia así como sus temores, pero no los negó ni se dejó manipular por ellos. Sino que tomó la orden divina, la instrucción espiritual, y con ella construyo su propia respuesta, una de SHALOM.

Es buena oportunidad para pensar cómo estamos reaccionando ante las impotencias constantes que nos ofrece la vida, así como distinguir las que nos provocamos y pueden ser evitadas, como aquellas que no existen más que en nuestra imaginación y nos mantienen angustiados, exiliados de la NESHAMÁ (espíritu).

El sabor del control

Dijeron los israelitas casi al final de su travesía por el desierto:

«nuestra alma está hastiada de esta comida miserable.»
(Bemidbar / Números 21:5)

¿Comida miserable, repugnante, maldita?
Así hablaban del MAN, maná, del cual se dijo:

«Era como semilla de cilantro, blanco; y su sabor era como de galletas con miel.»
(Shemot / Éxodo 16:31)

Y de acuerdo a la Tradición (TB Iomá 75a), este alimento de origen milagroso recibía el sabor de casi cualquier otro alimento que uno imaginara estar consumiendo.
Entonces, ¿cómo pueden expresarse de esa manera los ingratos quejosos?

Una respuesta te la brindo a continuación, con una (espero) interesante enseñanza para tu vida.

Cuando obtenemos algún control, sentimos satisfacción.
Por ejemplo: terminé la carrera; obtuve un título profesional; formalice la relación de pareja; compré una casa; cambié el auto; comí un postre; encontré un billete en la calle; recibí una bonificación en la paga; dejé de fumar y me mantuve; bajé los kilos necesarios; me animé a pedir el divorcio; me fui de vacaciones; me encontré con un viejo amigo; etc.

Cuanto menos dependa el disfrute de nuestro poder, menor es el regocijo disponible para nuestro deleite.
Por tanto, si alcanzamos un logro con nuestro esfuerzo, el placer se siente con mayor potencia. A mayor energía dedicada, cuanto más hemos puesto en la realización, se supone que mayor es el índice de placer disponible.
Por su parte, aquello que viene gratis, de regalo, con poco esfuerzo, igualmente es poco valorado o escasamente disfrutado.
Por ejemplos: me entrené para la maratón y la corrí, llegué exhausto pero contento y con un sentimiento de tarea cumplida. Es una cima en mi nivel de disfrute.
No me entrené muy bien, hice trampa sin que nadie lo advirtiera, crucé la meta y recibí mi medalla de maratonista. Me siento genial sabiendo que soy muy “vivo”, la típica viveza criolla puesta en funcionamiento. Pero en verdad, cuando me sincero conmigo mismo… ¿me siento satisfecho y feliz con el trofeo sin valor?

Si aplicamos el poder para controlar lo controlable, brota por sí mismo el disfrute.
Siendo así, resulta provechoso en grado sumo enseñar a nuestros hijos a que trabajen para alcanzar sus metas, que se ocupen y sean responsables y comprometidos en la edificación de su propio bienestar.
Aquel que espera subsistir de milagro, en total abandono de acción constructiva, paralizado a causa de su irracional fe en lo sobrenatural; tal vez sea beneficiado con alguna dádiva que provenga de algún lugar, pero es dudoso que exista regocijo sincero allí. Quizás el mínimo placer de satisfacer una urgencia fisiológica, o aquel ilusorio gozo de imagina regencia sobre alguna deidad; lo cual es solo vanidad, algo pasajero y sin trascendencia.

Por supuesto que es bueno recibir regalos, disfrutar y compartir aquello que nos quieran obsequiar, ya que pasa a nuestra propiedad y por tanto ejercemos cierto control que nos derivará satisfacción.
Pero, se acrecienta el placer cuando el logro se basa en la mayor dedicación puesta en construir aquello que lo dispara.

Aunque, mucho cuidado, puesto que es imposible obligarnos a sentir placer.
El placer es un efecto derivado de acciones que acontecen, por nuestra obra, o a por acción de otros.

Por otra parte, si hay un exceso de control, al punto que en verdad ya se ha perdido el mismo porque pretendemos controlar lo que no es posible que controlemos; entonces no existe posibilidad para el disfrute. Hay exigencias desmedidas, estrés, agotamiento, debilidad, sentimiento de impotencia.

El castigo de la oscuridad

«El Eterno dijo a Moshé [Moisés]: -Extiende tu mano hacia el cielo para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tinieblas que hasta puedan ser palpadas.
Moshé [Moisés] extendió su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas por toda la tierra de Egipto, durante tres días.
No se podían ver unos a otros, ni nadie se movió de su lugar durante tres días. Pero todos los Hijos de Israel tenían luz en sus moradas.»
(Shemot / Éxodo 10:21-23)

¿Oscuridad, densa oscuridad?
¿Ese es uno de los tremendos castigos con los cuales Dios encaminaba a Egipto para que liberara a Israel?
Porque, agua convertida en sangre, ranas, piojos/moscas, bichos, peste, úlceras, granizo destructor, langostas y muerte de primogénitos se comprenden como plagas que infunden terror y dolor, ocasionan pérdidas materiales y algunas de ellas muerte o afecciones y padecimientos.
Pero, ¿penumbras espesas?
¿Ese es el peor azote, el que da término a la serie de nueve eventos que pueden ser clasificados hasta como naturales, previo al de la muerte de los primogénitos?
Porque, no, en verdad que no parece ser algo tan amargo cuando lo comparamos con los otros.
¿Entonces?

Algunas ideas, que no quiere decir que sean “la verdad”.
Nosotros sabemos que la noche extendida, palpable, duró tres días completos.
Los egipcios no tenían remota idea de cuánto duraría, y si es que terminaría.
Para peor, en esa negrura ni siquiera podían calcular el tiempo transcurrido, puesto que no contaban con el sol para marcarles el paso del tiempo.
Estaban en la completa ignorancia, ni siquiera eran amos de sus minutos, los cuales habían perdido toda existencia.
Ahora eran presos, rodeados de oscuridad, ellos mismos convertidos en penumbras.
Ellos eran sombras en las tinieblas.
Su vida estaba vacía, completamente sumergida en la angustia del no ser aunque siguieran vivos.
La esperanza era otro fantasma.
Ellos no se podían ver, ellos no se movían, ellos estaban muertos en vida.
Encerrados con sus pensamientos, con sus fantasías, a merced de sus terrores, impotentes y sin ningún control.
Ni aun su dios principal, el sol RA, podía algo en contra de esa opacidad que estaba consumiendo todo.

Sí, era un sufrimiento mucho peor que todo lo anterior en la larga lista de plagas torturantes.
Ahora no había filos atravesándolos, ni hambre o sed, ni tampoco llagas al rojo vivo, ni siquiera el bombardeo de misiles alocados.
Ahora el dolor provenía de su interior.
Era la impotencia que los ahogaba.
Nada podían, solamente dejarse morir, faltos de todo control.
Aterrorizados por sus delirios, perseguidos por sus pesadillas, llenos de violencia la cual explotaba en su interior.

Además, estaban incomunicados, en una espesura que no conocemos, aunque quizás podamos rememorar al cerrar nuestros ojos en una habitación tapiada, llena de arena oscura que penetra hasta los átomos, y abandonados en medio de la nada.
En soledad, en un mundo en donde todos eran ciegos y no había siquiera un tuerto para ungir como rey.
Faltos de toda esperanza, abandonados a la miseria, despojados de sus máscaras de autoridad.
Ahora el esclavo era lo mismo que el príncipe, arropados por la nulidad del ser.

Sí, Dios mostró una feroz cualidad cuando sumergió a los egipcios en esa oscuridad intensa.
Era el paso necesario para terminar por quebrarlos… entonces, ¿por qué la muerte de los primogénitos? Una duda que no será respondida ahora.
¿Era castigo, o muestra de una inabarcable misericordia divina, incomprensible pero llena de Amor?

Oscuridad, caos, confusión, negación de la LUZ.
Como lo que provoca el pecado, como el resultado del imperio del EGO apoderado del sitial que no le corresponde.
Noche sin límites, como la que acompañó el comienzo del universo, antes de la explosión de la LUZ.
Una noche donde nada alumbraba, ni una partícula subatómica emitía su energía, todo absorbido por la nada caótica.

Penumbras palpables, donde todo está confundido, en caos, carente de la definición que otorga la NESHAMÁ (espíritu).
La oscuridad que esconde enemigos, obstáculos, temores.
La ignorancia que se apodera del ser y lo perturba doblegándolo.
La noche que dibuja fantasías que se elevan y dominan, esclavizando al hombre en su impotencia.

Y ahí, a unos pasos, había gente alumbrada, que ni se enteró de la muerte tragando a sus vecinos desde dentro.

Sí, hay tanto para aprender de unos escasos versículos que son leídos y olvidados al correr de los segundos.
¿Será que harás uso comprensivo de este texto para mejorar tu vida y la de tu comunidad?

Para sacarte de tu MITZRAIM*

«Entonces Moshé [Moisés] y Aarón vinieron al faraón y le dijeron: -el Eterno, el Elohim de los hebreos, ha dicho así: ‘¿Hasta cuándo rehusarás humillarte ante Mí? Deja ir a Mi pueblo para que Me sirva.»
(Shemot / Éxodo 10:3)

«Entonces los servidores del faraón le dijeron: -¿Hasta cuándo ha de sernos éste una trampa? Deja ir a esos hombres para que sirvan al Eterno su Elohim. ¿Todavía no te das cuenta de que Egipto está destruido?»
(Shemot / Éxodo 10:7)

Te presento a continuación una herramienta provechosa para tu bienestar.

Alteración
A cada instante ocurren sucesos que alteran nuestra percepción, puede que sean en nuestro mundo interno (un recuerdo, fantasía, anticipación, idea, preocupación, deseo, etc.) o en el externo (escuchamos, vemos, tocamos, nos impacta, actuamos, etc.).
Algunos son terribles, otros mínimos.
Están los reiterados y aquellos ocasionales e infrecuentes.
Los que surgen sin anticipación así como los esperados.
Aquellos que nos producen bienestar y los que nos amargan, los que nos benefician y los que nos agreden.
De los que poseemos algún control así como los que por completo nos exceden en dominarlos.
Es la vida con todas sus circunstancias.

Clasificación y sistematización=> hábito
Desde el nacimiento vamos los sucesos, clasificándolos, adoptando posturas y reacciones ante ellos. Para algunos reaccionamos automáticamente de manera natural, involuntaria, pues contamos con instrumentos reactivos en nuestro ser. Otros dependen también de nuestras experiencias y aprendizajes los cuales nos permiten automatizar respuestas, reducir la sorpresa, minimizar la ansiedad, contener el gasto superfluo de energía; siendo que esas respuestas sean las acertadas y resolutivas, o no.
En un principio, el trabajo ocurre lentamente pues no contamos con la capacidad neurológica; pero luego, es una corriente a gran velocidad, absorbemos datos, estructuramos nuestro mundo interno/externo, nos vamos armando en tanto armamos nuestro entorno. Tras unos pocos años de vida, volvemos a un paso cansino, donde pareciera estar la mayoría de las cosas encajonadas y las que no lo son provocan una ruptura; o son rápidamente metidas en una caja conocida; o se las hace desaparecer de la conciencia, como si no hubieran existido.

Las conductas repetidas forman un hábito, que es una segunda naturaleza que se expresa de manera automática, sin elección consciente. Sin pensarlo respondemos de acuerdo al programa que hemos ido fijando en nuestra memoria (evocativa o corporal).
Los hábitos tienen una gran fuerza y continuidad, por lo cual, al consolidarse suele ser trabajoso el proceso para modificarlos.

Esquemas mentales
Estamos motivados internamente para elaborar sentido, descubrirlo, inventarlo.
Con los hechos a disposición, sean pocos o suficientes, tendemos a diagramar en nuestra mente el paisaje completo. Son esquemas mentales, que se apoyan en los hábitos, en los mandatos externos asumidos, en las obligaciones comprometidas, en los temores. A su vez, los esquemas mentales se llegan a transformar en los hábitos del pensamiento, para beneficio o detrimento del ser y entorno.

Con estos esquemas mentales se trata de explicar lo que nos sucede, sea de forma racional o no; sea una interpretación correcta o desacertada. Las creencias irracionales suelen no estar basadas en evidencia. Más bien son extremistas, exageradas, exigentes para con nosotros mismos o con los demás, lo que nos puede provocar tanto sentimientos como conductas destructivos. O son muy indulgentes, carentes de sostenibilidad.

Celdita mental
Las respuestas no saludables también se van sistematizando y automatizando, aunque no brinden solución real, pues aportan una falsa sensación de seguridad, de control aún dentro del caos que ayudan a mantener.
Si bien se desperdicia energía en sostener situaciones erróneas, por no resolverlas adecuadamente; si bien se mantiene el sufrimiento, por estar fuera de foco y en desarmonía; igualmente la respuesta engañosa anestesia, conforta en la celdita mental que construyó.
Es una prisión, porque encierra a la persona en un esquema de ideas, que brinda cierta comodidad: la de no tener que pensar, la de no hacerse responsable y a cargo de resolver las cosas. Pero esa comodidad se paga a un precio terrible, el cual es el continuar mal, desgastarse en situación de infelicidad, desperdiciar energía en preservar aquello que no sirve y lastima.

Reacción al sentimiento de impotencia
Hay que tomar en cuenta que muchas de las reacciones irracionales parten del EGO, un sistema natural del ser humano que se dispara en situaciones de impotencia. Sea la impotencia real, o solamente imaginaria, el EGO dispara sus herramientas para intentar que la persona sobreviva a la situación estresante. Puede ser llanto, grito, pataleo, cada una por su parte o mezcladas, o algunos de sus acciones derivadas. También puede ser la desconexión de la realidad, con cualquier de sus formas derivadas.
También estas conductas al reiterarse generan hábito, provocando que la persona al estresarse automáticamente reaccione con lo que su hábito le provee, acciones que son irracionales, impensadas, faltas de contexto, y que sumergen en mayor sentimiento de impotencia a quien las emplea; o pueden ocasionar situaciones de conflicto, agresividad, incomunicación, manipulación, dando la apariencia de una resolución efectiva pero que en realidad no lo es.

Secuestro
El influjo emocional queda atrapado por el EGO, actuando de acuerdo a hábitos erróneos; lo que a su vez suele secuestrar al pensamiento, llevándolo a trabajar para excusar acciones negativas, justificar perversiones, exculpar el mal; por incapacidad de salir de la celdita mental y también como mecanismo de aparente protección, puesto que se trata de evitar lo que se teme, o lo que se presume será una nueva ocasión de sufrir impotencia.

Tela de araña
Llegados a este punto podemos comprender que estamos entreverados en una tela de araña que hemos tejido cada uno de nosotros y que los demás también tejieron.
Ante las alteraciones continuamos reaccionando a través de nuestros esquemas mentales.
Como si estuviéramos sometidos a una programación computacional, que nos marca los pasos a dar de acuerdo a los inputs que recibimos, de fuera o dentro. La gama de respuestas manejables se limita y reduce, no abarcando todas las posibles, porque estamos restringidos por nuestros pensamientos/creencias.

Elementos de un camino alternativo:

  1. Cuestionar, preguntar, dudar, criticar sanamente, no dar nada por sentado, consultar con expertos pero no adorarlos ni a sus respuestas, no prejuzgar.
  2. Pensar de tres a cinco respuestas diferentes para cada alteración y luego escoger la que racionalmente parece mejor.
  3. Contextualizar, no quedarse pegados al punto oscuro que no está atormentando sino apreciarlo en relación a la gran manta blanca que lo rodea.
  4. No pretender controlar todo, sino solamente aquello que realmente está en dominio. El resto, dejarlo fluir sin apegarse a deseos irracionales.
  5. Comunicación Auténtica.
  6. Agradecer. Entre lo que se incluye el rezo, pero no solamente se ha de agradecer al Eterno.
  7. TESHUVÁ.
  8. Reenfocar el pensamiento, no rumiar ideas, ni dar vueltas en círculos a determinados asuntos, ni dedicarse a lo que no reporta beneficios.
  9. Ayuda desinteresada al prójimo que lo amerite.
  10. Construcción de SHALOM, por medio de acciones/palabras/gestos de bondad y justicia.
  11. Paciencia y humildad.

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(* MITZRAIM es el nombre de Egipto en hebreo. Se asocia a la voz TZAR, angosto, porque era el lugar de la angustia, de la opresión, de la limitación asfixiante impuesta por el hombre sobre el hombre).

Contaminados por religión

Hemos estudiado en otras ocasiones que la religión, toda religión, es un derivado social del EGO.
Su misión es esclavizar al ser humano, doblegarlo, someterlo, mantenerlo a oscuras y apartado de su Yo Esencial, el cual es la NESHAMÁ (espíritu).
Si bien se presenta como camino a la deidad, cualquiera ella sea, en realidad es un bloqueo a Su LUZ, es la negación de la espiritualidad.
Para peor, al mostrarse como una senda sagrada, perturba la mirada, lleva a confundirse y exiliarse todavía más de la NESHAMÁ, y por tanto del Señor.

Por otra parte, es instrumento de dominación social, lo cual en ciertos aspectos ha servido para reducir conflictos, someter la ferocidad y la violencia, ¿pero a qué costo?
En efecto, hemos visto que al relajarse las cadenas de la religión, por ejemplo en Occidente, muchos se han desviado hacia estilos de vida ofensivos, criminales.
Pero, también podemos comprobar que en otras regiones, así como en otras épocas, fue (y es) precisamente la religión la mayor causante de conflagraciones, destrucción, matanzas, odio, falta completa de paz interna y externa.

Por tanto, debiéramos promover la desaparición de TODA religión, para que aflore lo que realmente debe estar guiando la vida de todo humano, que es la NESHAMÁ.
Que sea la verdadera espiritualidad la que quede al mando, y no esa tortura del EGO llamada religión.
Sabemos que las dos únicas identidades espirituales creadas por el Eterno son la judía y la noájida. La identidad espiritual judía se manifiesta a través del judaísmo, que es el estilo de vida ético que corresponde en exclusiva a las personas judías. En tanto que el resto de las personas, quienes son el 99% de la humanidad, son noájidas, pues tal es su esencia espiritual. Esa espiritualidad se vive a través del noajismo, que se basa en los Siete Mandamientos Universales que el Eterno ha dado a cada gentil, de toda época, lugar, creencia, condición social, para que cumpla y por medio de los cuales se manifiesta a pleno su ética espiritual.

Toda religión es el fracaso del espíritu, pues es el imperio del EGO.
Por lo cual, al querer conocer nuestra verdadera esencia, conectarnos con lo que somos eternamente y así estar conscientes de nuestra conexión perpetua con el Eterno, debemos aprender el camino que nos toca, sea judaísmo o sea noajismo, para experimentarlo plenamente.
Porque con judaísmo, los judíos y noajismo los gentiles, se está en aplicada construcción de SHALOM, que es la obra/palabra/gesto/pensamiento que combina la bondad con la justicia, en la medida apropiada tal y como ordena el Eterno.

Sin embargo, la religión nos ataca por todas partes, pues todos tenemos EGO, y por tanto estamos en habitual riesgo de sumergirnos en las fantasías que nos propone de falso poder, autoridad, trascendencia ficticia, o por el contrario, negación de nuestro ser, desamparo, abandono, sentimiento de pecado y perdición.
Además, la religión ha encontrado mecanismos efectivos y eficientes para colarse hasta los lugares en los que parecen más esterilizados e improbables de contaminación religiosa. Así aparecen rasgos religiosos allí en donde menos se los espera, aunque no tengan la etiqueta religión, incluso si hasta se presentan como anticlericales o carentes de deidad a la cual adorar.
Por doquier esta la contaminación de la religión, y por ello es sumamente importante despertar a la conciencia espiritual y abstenerse por completo de toda superchería, superstición, o acto religioso.

Recordemos, aunque lo hemos dicho incluso unos párrafos más arriba.
Ni judaísmo ni noajismo son religiones, ni se las debe equiparar con ellas.
Lamentablemente, tanto por ignorancia como por falta de cuidado en el pensamiento/lenguaje, se terminan asimilando con el concepto religión, lo cual es una ofensa directa en contra del Hacedor, quien ha puestos estos dos santos caminos para redención de la persona, para perfeccionamiento de la sociedad, para establecimiento de un mundo paradisiaco en esta realidad terrenal.

Es esencial para los gentiles conocer el noajismo, vivir de acuerdo a él, estar precavido para no tropezar con las trampas del EGO. Por supuesto que esto también aplica para los judíos con respecto al judaísmo, sin embargo, al haber muchos más rigores y preceptos que recordar y cumplir, entonces se supone que hay menos chance para le judío de verse arrastrado hacia “el lado oscuro”. Pero, si se carece de la teoría correcta, si no se realiza la práctica apropiada, entonces se está en manos del EGO, ya encerrado en la celdita mental.

Liberarse de la religión, es una necesidad para todo ser humano.
Dar el paso que nos saca de la celdita mental, en la que estamos atrapados. Renegar de esa mentalidad religiosa, que está probablemente en cada uno de nosotros.
Y comprender que el camino del Eterno es llevar una vida de ética plena, la de origen espiritual.
Cumpliendo cada uno sus mandamientos, los Siete para cada gentil; los que correspondan de los 613 para cada judío.
Que se pueden resumir en una constante obra de bondad y justicia, siendo leales al Eterno.

Unidad poderosa

El problema
Es el capítulo 6 de Shemot/Éxodo.
Encontramos que el Eterno le indica a Moshé que hable con el Faraón, es parte del proceso de la liberación de los israelitas de la esclavitud en Egipto.
El anciano hebreo no se siente capacitado para tan tremenda tarea.
Se excusa.
El Eterno igualmente le ordena ir.
Entonces, de manera abrupta el diálogo termina, o ese parece, pues la Torá trae lo que aparenta ser otro tema:

«Éstos son los jefes de sus casas paternas…»
(Shemot / Éxodo 6:14)

Hasta que llega a:

«Éste es aquel Aarón y aquel Moshé [Moisés], a quienes el Eterno dijo: ‘Sacad a los Hijos de Israel de la tierra de Egipto, según sus ejércitos.’
Ellos son los que hablaron al faraón rey de Egipto para sacar de Egipto a los Hijos de Israel. Éstos fueron Moshé [Moisés] y Aarón.»
(Shemot / Éxodo 6:26-27)

Y de inmediato, la Torá continua con la orden ya conocida, que Moshé se presente, junto con Aarón, ante Faraón para gestionar la dificultosa negociación para liberar a los judíos de la esclavitud egipcia.

¿Cómo entender esta interrupción?

Una solución
Uno de los secretos para la fortaleza hebrea, judía, de Israel, es la unidad familiar.
Estar juntos y unidos, incluso aunque haya divergencias importantes en lo externo, en rituales, en creencias, en prácticas, en ideas, igualmente mantenerse en unidad, reconociendo la pertenencia a la misma Familia. Sintiendo, si no se comprende, que se es parte de una gran NESHAMÁ, espíritu, que comprende a todos los miembros de la gran Familia Judía.
Porque, entendamos bien; Aarón era el líder antiguo, el conocido, aquel que estuvo con ellos desde siempre. El que seguía los rituales, quien hablaba su idioma, aquel que recordaba las viejas historias del clan. En tanto que Moshé, el hermano, era un extranjero en toda la medida de la palabra. Criado como egipcio gobernante, embebido de la cultura egipcia, desconectado de toda vivencia o narrativa hebrea. Luego se apartó incluso físicamente, morando durante décadas lejos, en otra región, con otras tradiciones, haciendo una vida diferente a la de los hebreos.
Tanto Aarón como Moshé eran exponentes de extremos netamente diferentes, y sin embargo eran hermanos y así son mencionados y publicitados por el Autor de la Torá.
Porque lo relevante no era adonde sus Yoes Vividos los había llevado, sino que en primera instancia lo valioso era su Yo Auténtico, ser parte cada uno de la gran NESHAMÁ colectiva de Israel.
Uno era el laico, el educado para llevar una vida social de noble gentil.
El otro era el apegado a los rituales, el docto, aquel que conocía los misterios de la tradición.
Y sin embargo, ambos eran parte fundamental en la tarea de redimir a Israel de la esclavitud.
Por ello son mencionados en este punto, recordando su pertenencia a Israel, y que sus diferencias no podían borrar en modo alguno esa realidad trascendente.
Y esta es una historia que la vemos repetirse en cada generación.

La enseñanza
Si queremos una verdadera redención, el fin del exilio, es tiempo de fomentar la unidad de la Familia Judía.
Encontrar los puentes que unen para ser fuertes en la identidad espiritual, más allá de cómo ésta llegue a expresarse luego en el Yo Vivido.
Que sea la unidad la base de la fortaleza, puesto que es el reconocimiento de la identidad esencial que unifica a cada judío, esté en donde esté, sea quien sea, haga que haga.
Amar al prójimo judío sin motivo, en lugar de estar buscando la rencilla, la envidia, la diferencia secundaria.
Porque, si estamos unidos, fortalecidos, difícilmente fracasemos.
Eso es lo que nos está enseñando Dios en esta oportunidad.

Si, sin dudas que tanto Aarón como Moshé tuvieron que limar sus ásperas cubiertas del Yo Vivido, para así sintonizar mejor cada uno con su Yo Auténtico.
Sí, también hubo gente que quedó por fuera de la redención, porque escogieron ahogarse en oscuridad y embotar así toda LUZ de la NESHAMÁ, escogiendo a Egipto en lugar de la VIDA.
Pero, en tanto se pueda, es necesario seguir desarrollándonos y estableciendo mayor unidad en todos los aspectos posibles.

Que a la mesa estén Herzl y Rav Kook, Ben Gurión y I. Leibowitz, Heschel y Frankl, R. Schach y R. Schneerson, Carlebach y Ajad Haam, Einstein y Sagan, Hilel y Shamai, Jabotinsky y Dizengoff, Jazit y Macabi… ¿entiendes la idea?
Unidad, más allá de las divergencias, o incluso gracias a ellas.
Por ello, no sé si notaste que el versículo dice en singular que “ESTE es Aarón y Moshé”, para indicar que siendo unidos, se podrá tardar, habrá dificultades, el mundo seguirá con sus locuras, pero incluso así el éxito real está asegurado.

(Publicado en serjudio.com y replublicado aquí por su importante mensaje para la identidad noájica).

Luz en teoría y práctica

«Yo, el Eterno, te he llamado en justicia, y te asiré de la mano. Te guardaré y te pondré como pacto para el pueblo, y como luz para las naciones, a fin de que abras los ojos que están ciegos y saques de la cárcel a los presos, y de la prisión a los que moran en las tinieblas.»
(Ieshaiá / Isaías 42:6-7)

La nación santa de Israel ha sido elegida para servir al Eterno y servir a las naciones.
Servir al Eterno por medio del conocimiento de Su Torá y aplicación de los preceptos que Él les ha encomendado.
ServirLo, como portavoces, como emisarios, como sacerdotes, como aquellos encargados de evocar la LUZ allí en donde la oscuridad ha extendido sus redes.
Y servir a las naciones, como guía, consejero, maestro, líder, encargado de rescatarlos de las tribulaciones del EGO para encaminarlos hacia la senda del SHALOM.
Eso es ser “luz para las naciones”.
El pueblo judío lo es al conocer su propia identidad espiritual y vivir plenamente de acuerdo a ella.
Esa es la manera práctica de liderar la salvación mundial.
Es una tarea esforzada y que conlleva sacrificios, uno de los cuales es el deber de sufrir todos los males que aquejan a las naciones, para así poder realmente rescatarlas del mal a cada una de ellas.
¡Es terrible! Porque ser el pueblo elegido, entonces, no implica dominación mundial, ni ejercicio de poder, ni recibir beneficios por sobre otros. Más bien, ¡lo contrario!
Requiere una tarea de perfeccionamiento, individual y colectivo, un esfuerzo constante, adentrarse en las profundidades teóricas pero también en los abismos que pueden angustiar a las naciones.
Así queda explicado, en grandes líneas, uno de los motivos por los cuales Israel ha sido, y es, una nación perseguido, expulsada, masacrada, timada, vejada, esclavizada, agredida, repudiada, y el resto de los oprobios que sufrido y sigue padeciendo en la actualidad.
Porque el pueblo judío debió conocer el sufrimiento en carne propia, en cada una de las torturas que las naciones han padecido a lo largo de la existencia humana.
Entonces, el judío fue exiliado, para conocer el exilio del otro. Fue hostigado, para identificarse con la persecución del otro. Fue esclavizado, para tener conciencia de la vida del esclavo y no dejar que sigua ocurriendo. Fue… todos los pesares que han acontecido, para que entonces Israel ocupe en teoría y práctica su rol de luz para las naciones.
Habiendo sido ciego, Israel da vista.
Habiendo estado preso, Israel libera.
Habiendo sufrido todo tipo de tormentos y oscuridades, Israel alumbra.

«Entonces dirás al faraón: ‘Así ha dicho el Eterno: ‘Israel es mi hijo, mi primogénito.»
(Shemot / Éxodo 4:22)

Los males espantosos de la actualidad, que seguimos sufriendo los judíos así como el Estado que nos convoca en la aspiración mesiánica, son los últimos eslabones de la dorada cadena de la redención.
Ésta ya ha comenzado, la Era Mesiánica ya es una realidad, sus primeros rayos han comenzado a alumbrar.
Pero siguen estando enquistados retazos de oscuridad, que parecieran querer devorar la LUZ con fanatismo y dolor. Pero finalmente será la LUZ la que prevalezca, Israel y la nación judía las que sigan caminando por la senda.
Habrá SHALOM, redoblemos el trabajo de construirlo por medio de acciones de bondad y justicia. Confiemos en el Eterno, oremos, estudiemos, pero hagamos nuestra parte, que Dios no la hará por nosotros.
Seamos luminarias para las naciones que aún siguen perdidos en tinieblas, porque nosotros también estuvimos allí y demostramos que se puede retornar al disfrute de la bendición.

(Publicado originalmente en SERJUDIO.com, con alto contenido para los noájidas por eso compartido aquí también).