Archivo de la categoría: Kids Lectura

Noajikids – La Ranita que queria enamorarse

Una ranita muy bella quería enamorarse

Pero el amor no llegaba, comenzaba a preocuparse.

 Los días pasaban lentos,

no era como en los cuentos.

 El príncipe no llegaba,

y la ranita esperaba.

 La mamá muy preocupada

a su hijita preguntaba:

 “Siendo rana como eres

¿Por qué un príncipe quieres?”

 “Para ser los dos felices

Y comer muchas perdices”

 Hasta que un día por fin,

lo conoció en el jardín.

 ¡Hermosa equivocación

cometió su corazón!

 ¡No era un príncipe encantado!

Sólo un sapo enamorado.

 Pera ya nada importaba

porque estaba enamorada.

 Aprendió que el corazón

poco sabe de razón

 Príncipe, sapo o perdiz

lo importante es ser feliz.

Fin

Los Dientes del Sultán

En un país muy lejano, al oriente del gran desierto vivía un viejo Sultán, dueño de una inmensa fortuna.
El Sultán era un hombre muy temperamental además de supersticioso. Una noche soñó que había perdido todos los dientes. Inmediatamente después de despertar, mandó llamar a uno de los sabios de su corte para pedirle urgentemente que interpretase su sueño.
– ¡Qué desgracia mi Señor! – exclamó el Sabio – Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
– ¡Qué insolencia! – gritó el Sultán enfurecido – ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos, por ser un pájaro de mal agüero. Más tarde, ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
– ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que vuestra merced tendrá una larga vida y sobrevivirá a todos sus parientes.
Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los consejeros reales le dijo admirado:
– ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños del Sultán es la misma que la del primer Sabio. No entiendo por qué al primero le castigó con cien azotes, mientras que a vos os premia con cien monedas de oro.
– Recuerda bien amigo mío –respondió el segundo Sabio– que todo depende de la forma en que se dicen las cosas… La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la enchapamos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado… 

Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.

La Gallina de los huevos de oro

Un granjero y su esposa tenían una gallina que ponía un huevo de oro cada día. Supusieron que la gallina debería contener un gran terrón del oro en su interior, y para tratar de conseguirlo de una sola vez, la mataron.

Haciendo esto se encontraron, para su sorpresa, que la gallina se diferenciaba en nada de sus otras gallinas.

El par de ingenuos, esperando llegar a ser ricos de una sola vez, se privaron en adelante del ingreso del cual se habían asegurado día por día.

En verso
Érase una gallina que ponía
un huevo de oro al dueño cada día.
Aún con tanta ganancia, mal contento,
quiso el rico avariento
descubrir de una vez la mina de oro,
y hallar en menos tiempo más tesoro.
Matola; abriola el vientre de contado;
pero después de haberla registrado
¿qué sucedió? Que, muerta la gallina,
perdió su huevo de oro, y no halló mina.
¡Cuántos hay que teniendo lo bastante,
enriquecerse quieren al instante,
abrazando proyectos
a veces de tan rápidos efectos,
que sólo en pocos meses,
cuando se contemplaban ya marqueses,
contando sus millones,
se vieron en la calle sin calzones!

Esta fábula enseña a los niños que jamás menosprecien lo que tienen
 

La Cigarra y la Hormiga

Cantó la cigarra durante todo el verano, retozó y descansó, y se ufanó de su arte, y al llegar el invierno se encontró sin nada: ni una mosca, ni un gusano.

Fue entonces a llorar su hambre a la hormiga vecina, pidiéndole que le prestara de su grano hasta la llegada de la próxima estación.
– Te pagaré la deuda con sus intereses – le dijo – antes de la cosecha, te doy mi palabra.

Pero la hormiga no es nada generosa, y este es su menor defecto. Y le preguntó a la cigarra:
– ¿Qué hacías tú cuando el tiempo era cálido y bello?
– Cantaba noche y día libremente – respondió la despreocupada cigarra.
– ¿Con qué cantabas? ¡Me gusta tu frescura! Pues entonces ponte ahora a bailar, amiga mía.

No pases tu tiempo dedicado sólo al placer. Trabaja, y guarda de tu cosecha para los momentos de escasez.

La Excursión

Susana era una niña lista y tímida. Pero como no veía muy bien, llevaba gafas desde que podía recordar; y también desde que podía recordarlo, algunos de sus compañeros de clase se metían con ella y se burlaban de sus gafas de grandes cristales; y había sido el insoportable Luis el que empezó a llamarla Cuatro Ojos, y como era un chico muy popular en la clase, todo el mundo terminó conociéndola por Susana Cuatro Ojos. Ella hacía como que no le importaba, pero realmente no le gustaba nada.
Cierto día hicieron una excursión con el colegio para visitar unas cuevas muy famosas. Todos caminaban en fila india, cuando Luis resbaló y metió el pie en un agujero. En su caida sólo pudo agarrarse a Susana, que caminaba a su lado, y ambos resbalaron durante un buen rato hasta que fueron a parar a una gran caverna. Estaba muy oscuro, y sólo se veía un rayito de luz procedente del techo de la caverna, muchos metros por encima, y algunas raíces y troncos que habrían caido por aquella apertura. Llamaron a voces y gritos, pero nadie acudió. Agazapados y muertos de frío, pasaron una noche oscurísima dentro de la cueva.
A la mañana siguiente, seguían sin haberles encontrado, y sólo el pequeño rayo de luz les dejó ver algo. Luis aprovechó para gritar con más fuerza y tratar de buscar alguna salida, pero no consiguió nada en horas, y empezó a sentir miedo. Debía ser mediodía, porque entonces Susana vio que el rayo entraba recto, directamente hasta el suelo. Rápidamente fue hacia él tomando uno de los troncos, y haciendo una lupa con sus gafas, convirtió aquel rayito en una pequeña llama que encendió la antorcha. Luis, sorprendidísimo y emocionado, tomó algunos troncos y juntos comenzaron a explorar la cueva. Tardaron algún tiempo y quemaron unos cuantos troncos, pero finalmente encontraron una salida. Entre abrazos y gritos de alegría, Luis le dio mil gracias a Susana. Él sabía que no le gustaba nada que le llamara «Cuatro Ojos», y ahora se arrepentía de haberla llamado así, sobre todo después de que gracias a aquellas gafas hubieran podido salir de allí…
Así que cuando por fin vieron a todos los que les buscaban, incluida la policía, y los periodistas les abordaron con preguntas, Luis se adelantó y dijo:
– ¡Qué suerte he tenido! ¡No podía tener mejor compañera de aventuras que Susana Rayo Láser!
Así comenzó a contar la historia, y desde aquel día, no hubo ningún otro «cuatro ojos» en aquel colegio. Eso sí, no preguntes por los «Rayo Láser», porque hay unos cuantos.

No hacer burla de los rasgos o deficiencias físicas; todos dan lo mejor que tienen, y muchas veces puede ser mucho más de lo que den los más «perfectos»

La Isla Mágica – Parte 18

Un herido en el equipo

Corrimos hacia Noah con los peores pensamientos en la mente

-¡NOAH!-grite

-¿estas bien?-dijo Salomón

Sin embargo ninguna de nuestras preguntas fue respondida

-¡Noah!-repitió Nick con desesperación

-¡Noah!!!!!-dije yo

Al parecer Noah estaría inconsciente hasta que recuperara “la esperanza”                                                         ¿Qué debíamos hacer? No teníamos conocimiento de lo que había pasado excepto que ya no tenía esperanza no sabíamos cómo ayudarlo ni que hacer en ese momento en ese instante solo teníamos la certeza de que teníamos que ayudarlo cuanto antes.

-que debemos hacer Salomón-dije yo

-tenemos que llevarlo al campamento-respondió

-de acuerdo, ayúdenme a subirlo al dranio –dije

-yo lo llevare en el mío-dijo Salomón

-ok vámonos-continúe

Cabalgamos en nuestros dranios hasta llegar a nuestro momentáneo refugio

-que sucedió-dijo Rajel alarmada

-tuvimos un pequeño inconveniente al regresar-respondí

 Acostamos a Noah en una cama y le dejamos descansar

-y ahora que haremos- dijo Rajel

-no lo sé-respondió Salomón

-tú vives aquí deberías saberlo-dijo Nick

-usualmente nuestros enemigos no suelen pasearse en mis narices demostrándome sus poderes-respondió

-no es momento de discutir-dije yo-iremos a tu aldea a preguntarle a tu abuelo seguro él nos dirá lo que sabe-

Ok-

Ok-

Isla Mágica – Parte 17

Nuestro nuevo enemigo

Un guerrero enorme, su armadura tenia aspecto indestructible, su personalidad inspiraba miedo sin embargo a veces la furia supera al miedo y sinceramente en ese momento mis amigos y yo no sabíamos si temerle  o aceptar su reto, pocos minutos después Noah se armó de valor y dijo…

-acepto tu reto-

Todos impresionados lo miramos, los guerreros del rey del mal se separaron formando un enorme circulo alrededor de kardac y Noah, la batalla  estaba a punto de librarse.

Mientras tanto con el rey del mal

-señor

Le dijo un súbdito al rey del mal

-los hemos capturado y remspmstroms espera sus órdenes, kardac está apunto de librar una batalla.

Regresamos con los jóvenes héroes

La batalla había comenzado, las caras de todos los demás albergaban un poco de miedo al saber que no sabían con quien se enfrentaban, pero al parecer a Noah no le importaba nada de todo eso, desenvaino su espada y así la batalla comenzó, pero aunque noah atacara y atacara a ese misterioso nuevo enemigo a él no parecía preocuparle nada, todos guardaban silencio cuando al fin alguien hablo

 –con que ustedes son quienes planean derrocar al reino del mal, fingiendo saber pelear y creyendo saber los secretos de esta isla, pero ustedes no tienen el conocimiento suficiente para derrocar a nadie- dijo kardac.

Todos guardaron silencio creyendo que parte de lo que dijo él era verdad.

Salomón dijo – tal vez no sabemos pelear, tal vez no conozcamos los secretos de esta isla, pero tenemos valor y esperanza y sabemos que algún día los derrocaremos y que la felicidad y la paz reinara de nuevo-

Y la batalla seguía librándose, pero de repente Noah se desplomo.

-jajajajaja insolentes niños creyeron que podían derrotarme pero ahora le he robado la esperanza a ese niño- dijo kardac

En un instante el ejército del mal y nuestro nuevo enemigo habían desaparecido como si el polvo se los hubiese llevado.

Continuara………… 

Consejos para niños – Seguridad al navegar por la Internet

Internet es un lugar estupendo para charlar (chatear) con gente de todo el mundo y para hacer nuevas amistades, para aprender sobre cualquier tema y para pasarlo muy bien.

Sin embargo, tienes que tener cuidado – podrías correr peligro si no sigues unos cuantos pasos fáciles…

1) Nunca des tus datos personales (nombre, dirección). Es como dar las llaves de casa. 
Tu contraseña personal es tu identidad, así que manténla secreta y no la compartas con nadie – ni siquiera con tu mejor amigo o alguien que suena oficial. 

2) Hacer amigos en línea es bueno, pero cuenta a tus padres a quién has conocido y preséntales a tus nuevos amigos. 

3) Si quieres conocer en persona a alguien que has conocido en el ciberespacio, pide permiso a tus padres/tutor y queda con ellos solamente cuando estos puedan estar presentes. 

4) Hay cantidad de cosas buenas en la red, pero también hay cosas malas. Siempre cuéntaselo a uno de tus padres o a un profesor si te encuentras con algo que te hace sentir incómodo. 

Recuerda que la gente que navega por internet no siempre es lo que parece, porque no puedes verles ni oírles. Por ejemplo : cuando alguien te esta diciendo por Internet que es una niña de 12 años, puede ser un señor de 45.

5) Los chats pueden ser divertidos, pero no te quedes en una sala de chats si alguien te hace sentir incómodo o preocupado. Recuerda que estás al mando. 

Sigue estos pasos fáciles y tendrás acceso al mundo – disfruta la experiencia y recuerda, cuando navegues por Internet, de verdad que tus mejores amigos pueden ser tus padres, tutor o profesor.

La madrastra

La señorita Elisa entró aquel día en clase acompañada de una mujer joven y dos niñas. «Hoy he traido conmigo a Cenicienta y Blancanieves, que han venido acompañadas por Cruela, su madrastra». Aquella presentación, como siempre, anticipaba que aquel día descubrirían algo interesante, y que su profesora lo había preparado con cuidado.

Cuando todos se sentaron, y la señora Cruela se disponía a hablar, se apagaron todas las luces de la clase. En medio de la oscuridad, se oyeron dos bofetones tramendos, y al momento se escuchó el llanto de Cenicienta y Blancanieves. En ese momento, volvieron las luces, y todos pudieron ver a ambas niñas llorando.

«Quién ha sido», preguntó la señorita Elisa.

Sin dudarlo, todos señalaron a la madrastra. La madrastra negó con la cabeza, pero en ese momento volvió a irse la luz, y dos sonoros tortazos cruzaron la clase, y los llantos de Clara y Felipe continuaron la historia. Al volver la luz, ambos estaban llorosos, mirando con enfado a la madrastra, a la que todos apuntaban con el dedo. Cuando la madrastra comenzaba a hablar haciéndose la inocente, una vez más se fue la luz.

Pero esta vez tardó sólo un par de segundos en volver, y entonces todos pudieron ver la escena: Cenicienta y Blancanieves corrían hacia Carla y Roberto con el brazo en alto, dispuestas a soltar otro bofetón. Al momento, todos los niños de la clase pedían perdón a la señora Cruela, quien resultó ser una mujer muy amable y simpática, que no sabía qué hacer con sus revoltosas hijastras, a las que quería con locura, pero que no dejaban de liarla allá por donde iban…

«Y eso es lo que quería enseñaros hoy, chicos» terminó la señorita Elisa. «Dejarnos llevar por prejuicios basados en cosas superfluas, como la raza, la belleza, o incluso el nombre, es lo más injusto que podemos hacer. ¿No os parece?»

Autor: P. Sacristan

Dejarnos llevar por prejuicios basados en apariencias o cosas superfluas, como la raza, la belleza o el nombre, es de lo más injusto y equivocado

Cuento, Tintero y Pluma

En una pequeña ciudad hubo una vez un cuento vacío. Tenía un aspecto excelente, y una decoración impresionante, pero todas sus hojas estaban en blanco. Niños y mayores lo miraban con ilusión, pero al descubrir que no guardaba historia alguna, lo abandonaban en cualquier lugar.

No muy lejos de allí, un precioso tintero seguía lleno de tinta desde que hacía ya años su dueño lo dejara olvidado en una esquina. Tintero y cuento lamentaban su mala suerte, y en eso gastaban sus días.

Quiso el azar que una de las veces que el cuento fue abandonado, acabara junto al tintero. Ambos compartieron sus desgracias durante días y días, y así hubieran seguido años, de no haber caido a su lado una elegante pluma de cisne, que en un descuido se había soltado en pleno vuelo. Aquella era la primera vez que la pluma se sentía sola y abandonada, y lloró profundamente, acompañada por el cuento y el tintero, que se sumaron a sus quejas con la facilidad de quien llevaba años lamentándose día tras día.

Pero al contrario que sus compañeros, la pluma se cansó enseguida de llorar, y quiso cambiar la situación. Al dejar sus quejas y secarse las lágrimas, vio claramente cómo los tres podían hacer juntos mucho más que sufrir juntos, y convenció a sus amigos para escribir una historia. El cuento puso sus mejores hojas, la tinta no se derramó ni un poco, y la pluma puso montones de ingenio y caligrafía para conseguir una preciosa historia de tres amigos que se ayudaban para mejorar sus vidas.

Un joven maestro que pasaba por allí triste y cabizbajo, pensando cómo conseguir la atención de sus alumnos, descubrió el cuento y sus amigos. Al leerlo, quedó encantado con aquella historia, y recogiendo a los tres artistas, siguió su camino a la escuela. Allí contó la historia a sus alumnos, y todos se mostraron atentos y encantados.

Desde entonces, cada noche, pluma, tintero y cuento se unían para escribir una nueva historia para el joven profesor, y se sentían orgullosos y alegres de haber sabido cambiar su suerte gracias a su esfuerzo y colaboración.

Lamentándose no se soluciona nada, hace falta cambiar las cosas y buscar la ayuda necesaria

Autor: Pedro P. Sacristan