Archivo de la categoría: 6 Noajikids

Noajikids: El Burro Flautista

Esta fabulilla, salga bien o mal, me ha ocurrido ahora por casualidad. Cerca de unos prados que hay en mi lugar, pasaba un borrico por casualidad. Una flauta en ellos halló, que un zagal se dejó olvidada por casualidad. Acercóse a olerla el dicho animal y dio un resoplido por casualidad.

En la flauta el aire se hubo de colar, y sonó la flauta por casualidad. «¡Oh!», dijo el borrico. «¡Qué bien sé tocar! ¡Y dirán que es mala la música asnal!» Sin reglas del arte borriquitos hay que una vez aciertan por casualidad.

Moraleja: Sin reglas del arte, el que en algo acierta, acierta por casualidad.

Noajikids: La Vasija Agrietada

Un cargador de agua en la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo y que él llevaba encima de los hombros.

Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua. Cuando llegaba al final del largo camino, la vasija rota sólo contenía la mitad del agua.Durante dos años completos, esto sucedió diariamente. Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pero la pobre vasija agrietada se sentía miserable y estaba muy avergonzada de su propia imperfección.
Después de estos dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: «Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo, porque debido a mis grietas sólo puedo entregar la mitad de mi carga».
El aguador, apesadumbrado, le dijo compasivamente: «Cuando regresemos a la casa, quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino».
Así lo hizo la tinaja, pero de todos modos se sintió apenada, porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguador dijo entonces: «¿Te diste cuenta que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado. Si no fueras exactamente como eres, con todos tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza».
Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos como esa vasija, pero debemos saber que nuestro cargador, que es Dios, si se lo permitimos, puede aprovechar las grietas para obtener maravillosos resultados.

Noajikids: Chistes de animales para niños

– ¿Qué le dice un gusano a otro gusano? Me voy a dar una vuelta a la manzana.

……….

Están dos piojos en la cabeza de un señor calvo, y uno le dice al otro: – Alfredo, vámonos de aquí que este terreno ya está pavimentado.

……….

– ¿Por que los elefantes no montan en bici Porque no tienen el dedo meñique para tocar el timbre.

……….

– ¿Cómo puedes saber si hay un elefante debajo de tu cama? Porque estas tocando el techo con tu nariz.

……….

– Un gato caminaba por un tejado maullando: ¡Miau, miau! En eso se le acerca otro gato repitiendo: ¡Guau, guau! Entonces el primer gato le dice: – Oye, ¿por qué ladras si tú eres gato? Y el otro le contesta: – ¿Es que uno no puede aprender idiomas?

……….

– Una señora está en la puerta de su casa con su gato, pasa un señor y le pregunta: ¿Araña? Y la señora le contesta:¡NO, gato!

……….

– ¿Cuál es el pez que huele mucho? Peztoso!!!

……….

– ¿Por qué el elefante no usa crema Nivea? Porque su patita no cabe en la lata

……….

– Dos animales se encuentran y uno dice al otro: – Yo soy un perro-lobo porque mi padre era perro y mi madre una loba. ¿Y tú? – Pues yo soy un oso-hormiguero. – ¡¡¡ Anda yaaaaa!!!

……….

– Un pez le dice al otro: ¿Qué hace tu papá? Y el otro le contesta:NADA. ¿Y el tuyo? – NADA también

……….

– Eso son dos ovejas jugando al fútbol. Una de ellas lanza el balón muy lejos y dice a una compañera: «Veeeeeeee!!!» . Y la otra le contesta: «Veeeeeeee túuuuu!!!!».

……….

– ¿Qué le dice un pato a otro pato?¡Estamos empatados!

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– Hay una vaca, una gallina y un caballo, y todos tienen 14 meses. ¿Quién tiene más meses? – La gallina porque tiene 14 meses, y pico

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– ¿Qué le dijo una pulga a otra pulga? ¿Vamos a pie o esperamos al perro?

……….

¿Qué es una Mariposa? Una mosca tuneada

……….

Entra un hombre a una pajarería y pregunta: – ¿de qué raza es el loro? El dueño contesta: – lo ignoro y el hombre dice: !!que loignorito tan bonito!!

……….

¿Qué le dice un jaguar a otro jaguar? How are you!!

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Por qué los elefantes le tienen miedo a las computadoras……….Por el mouse.

……….

¿Cuál es el animal que anda con una pata? Pues el pato

……….

¿Qué pasa cuando el saltamonte sale del jardin? Pues entra en Primaria.

……….

¿Qué le dijo un pollito a otro pollito? !Ni pio!

Noajikids: El Pastor Mentiroso

Apacentando un joven su ganado, gritó desde la cima de un collado: “¡Favor! que viene el lobo, labradores”. Éstos, abandonando sus labores, acuden prontamente, y hallan que es una chanza solamente. Vuelve a clamar, y temen la desgracia; segunda vez la burla. ¡Linda gracia!
 
Pero ¿qué sucedió la vez tercera? que vino en realidad la hambrienta fiera. Entonces el zagal se desgañita, y por más que patea, llora y grita, no se mueve la gente, escarmentada; y el lobo se devora la manada.
 
¡ Cuántas veces resulta de un engaño contra el engañador el mayor daño!

Noajikids – La Ranita que queria enamorarse

Una ranita muy bella quería enamorarse

Pero el amor no llegaba, comenzaba a preocuparse.

 Los días pasaban lentos,

no era como en los cuentos.

 El príncipe no llegaba,

y la ranita esperaba.

 La mamá muy preocupada

a su hijita preguntaba:

 “Siendo rana como eres

¿Por qué un príncipe quieres?”

 “Para ser los dos felices

Y comer muchas perdices”

 Hasta que un día por fin,

lo conoció en el jardín.

 ¡Hermosa equivocación

cometió su corazón!

 ¡No era un príncipe encantado!

Sólo un sapo enamorado.

 Pera ya nada importaba

porque estaba enamorada.

 Aprendió que el corazón

poco sabe de razón

 Príncipe, sapo o perdiz

lo importante es ser feliz.

Fin

Los Dientes del Sultán

En un país muy lejano, al oriente del gran desierto vivía un viejo Sultán, dueño de una inmensa fortuna.
El Sultán era un hombre muy temperamental además de supersticioso. Una noche soñó que había perdido todos los dientes. Inmediatamente después de despertar, mandó llamar a uno de los sabios de su corte para pedirle urgentemente que interpretase su sueño.
– ¡Qué desgracia mi Señor! – exclamó el Sabio – Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
– ¡Qué insolencia! – gritó el Sultán enfurecido – ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos, por ser un pájaro de mal agüero. Más tarde, ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
– ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que vuestra merced tendrá una larga vida y sobrevivirá a todos sus parientes.
Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los consejeros reales le dijo admirado:
– ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños del Sultán es la misma que la del primer Sabio. No entiendo por qué al primero le castigó con cien azotes, mientras que a vos os premia con cien monedas de oro.
– Recuerda bien amigo mío –respondió el segundo Sabio– que todo depende de la forma en que se dicen las cosas… La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la enchapamos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado… 

Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.

DISFRACES

Un día un ratón cansado por verse inferior, en una condición diminuta y cobarde ante el gato,

Decidió ir a una tienda de disfraces,  comprar uno que fuese  de un gato con aspecto fuerte y temible. Andaba frente a ellos con su cabeza en alto enseñando su supuesto señorío.

Pero la dicha no fue tanta, al pasar por un callejón dominado por robustos perros se sintió como aquel ratoncito, en una condición cobarde y diminuta. Entonces decidió ir a la tienda de disfraces y comprarse uno de un robusto canino. Igual que cuando era gato se paseaba campante al lado de los otros perros.

Pero la dicha fue muy corta, al ver a ese galante, melenudo y salvaje león pasearse sin ningún temor por las praderas, se sintió nuevamente como aquel ratoncito, en una condición cobarde y diminuta. Entonces decidió ir a la tienda de disfraces y comprarse un disfraz del león con el aspecto más salvaje. Igual como otras veces se paseaba muy garante por medio de los otros leones, mostrando supuestamente fuerza y poderío.

Pero su dicha nuevamente fue corta, pues no podía evitar temerle a ese inmenso elefante. De nuevo se sintió como aquel ratoncito, en una condición cobarde y diminuta, nuevamente decidió ir a la tienda de disfraces y comprarse uno de un gigante y temible elefante, decidido  pasearse por medio de ellos pero lo  detuvo una enorme estampida de elefantes  huyendo despavoridos por un grupo de ratones que les perseguían.

El vendedor de disfraces al ver la situación soltó una enorme carcajada  y acercándose al ratoncito le dijo: Aunque he sido  beneficiado por tu afán de ponerte disfraces para aparentar lo que no eres, quiero decirte que tu problema no radica en lo que ves afuera sino en lo que no ves dentro de ti,  el temor nunca se fue siempre estuvo ahí y todos sabían que estabas disfrazado,  pero nadie te decía nada pues los divertías haciendo el ridículo con tus apariencias, mientras los tuyos te esperaban para que juntos ahuyentaran los elefantes.

Tus eres así porque el Eterno te hizo de esta forma, tus caminos son diferentes a los del gato, el perro, el león o el del elefante y no por eso deja de ser menos importante.

El ratón comprendió las palabras del vendedor, luego lo vio marcharse a su tienda de disfraces la cual tenía un gigante aviso.

**TIENDA DE DISFRACES EL EGO**

El Diente Roto

A los doce años, combatiendo Juan Peña con unos granujas recibió un guijarro sobre un diente; la sangre corrió lavándole el sucio de la cara, y el diente se partió en forma de sierra. Desde ese día principia la edad de oro de Juan Peña.

Con la punta de la lengua, Juan tentaba sin cesar el diente roto; el cuerpo inmóvil, vaga la mirada sin pensar. Así, de alborotador y pendenciero, tornóse en callado y tranquilo.

Los padres de Juan, hartos de escuchar quejas de los vecinos y transeúntes víctimas de las perversidades del chico, y que habían agotado toda clase de reprimendas y castigos, estaban ahora estupefactos y angustiados con la súbita transformación de Juan.

Juan no chistaba y permanecía horas enteras en actitud hierática, como en éxtasis; mientras, allá adentro, en la oscuridad de la boca cerrada, la lengua acariciaba el diente roto sin pensar.

—El niño no está bien, Pablo —decía la madre al marido—, hay que llamar al médico.

Llegó el doctor y procedió al diagnóstico: buen pulso, mofletes sanguíneos, excelente apetito, ningún síntoma de enfermedad.

—Señora —terminó por decir el sabio después de un largo examen— la santidad de mi profesión me impone el deber de declarar a usted…

—¿Qué, señor doctor de mi alma? —interrumpió la angustiada madre.

—Que su hijo está mejor que una manzana. Lo que sí es indiscutible —continuó con voz misteriosa— es que estamos en presencia de un caso fenomenal: su hijo de usted, mi estimable señora, sufre de lo que hoy llamamos el mal de pensar; en una palabra, su hijo es un filósofo precoz, un genio tal vez.

En la oscuridad de la boca, Juan acariciaba su diente roto sin pensar.

Parientes y amigos se hicieron eco de la opinión del doctor, acogida con júbilo indecible por los padres de Juan. Pronto en el pueblo todo se citó el caso admirable del «niño prodigio», y su fama se aumentó como una bomba de papel hinchada de humo. Hasta el maestro de la escuela, que lo había tenido por la más lerda cabeza del orbe, se sometió a la opinión general, por aquello de que voz del pueblo es voz del cielo. Quien más quien menos, cada cual traía a colación un ejemplo: Demóstenes comía arena, Shakespeare era un pilluelo desarrapado, Edison… etcétera.

Creció Juan Peña en medio de libros abiertos ante sus ojos, pero que no leía, distraído con su lengua ocupada en tocar la pequeña sierra del diente roto, sin pensar.

Y con su cuerpo crecía su reputación de hombre juicioso, sabio y «profundo», y nadie se cansaba de alabar el talento maravilloso de Juan. En plena juventud, las más hermosas mujeres trataban de seducir y conquistar aquel espíritu superior, entregado a hondas meditaciones, para los demás, pero que en la oscuridad de su boca tentaba el diente roto, sin pensar.

Pasaron los años, y Juan Peña fue diputado, académico, ministro y estaba a punto de ser coronado Presidente de la República, cuando la apoplejía lo sorprendió acariciándose su diente roto con la punta de la lengua.

Y doblaron las campanas y fue decretado un riguroso duelo nacional; un orador lloró en una fúnebre oración a nombre de la patria, y cayeron rosas y lágrimas sobre la tumba del grande hombre que no había tenido tiempo de pensar.

Enseñanza:

«Aparentar es la llave más próxima a la falsedad y por ende, a la soledad.»

Y

«Más vale parecer tonto y estar callado… que abrir la boca y disipar las dudas.»

 

El Traje Nuevo del Emperador

Hubo una vez un emperador que era muy presumido, sólo pensaba en comprarse vestidos. Tenía un grupo muy numeroso de sastres que constantemente le hacían nuevos ropajes, porque deseaba ser el emperador mejor vestido de todos los reinos del mundo.

Cierto día llegaron al palacio imperial dos pícaros muchachos, pidiendo ser recibidos por su majestad. Decían que eran unos afamados sastres que venían de lejanas tierras. El emperador, al conocer la noticia, les hizo pasar inmediatamente.

– Majestad, hemos traído una tela que es una maravilla -dijo uno de los pícaros.

– No la pueden ver los ignorantes, pero a los inteligentes les gusta mucho -dijo el otro.

El emperador se entusiasmó con lo que decían y pidió a los falsos sastres que le comenzaran inmediatamente un vestido con aquella tela, que enseñaría a todo el mundo.

Los pícaros pidieron para los gastos grandes sumas de dinero y joyas valiosísimas. Hacían creer que cortaban y cosían el vestido, cuando, en realidad, no cosían nada. Y aquellos que lo veían, para que no les llamaran ignorantes, decían que era un vestido muy original.

Llegó el día en que el emperador fue a probarse el famoso vestido. Cuando se lo presentaron quedó admirado. ¡No veía el vestido! Y para que sus súbitos no pensaran que no era inteligente, decidió disimular.

Todo el pueblo esperaba que pasara el emperador, ya que tenía gran curiosidad sobre cómo sería el majestuoso ropaje. Entonces apareció el emperador. Iba caminando desnudo ante el asombro de todos.

Un gran silencio se hizo en la calle, pero nadie dijo nada para que no se le llamara ignorante. Sólo un niño, con su inocencia, dijo:

– ¡Mirad, mirad, el emperador va desnudo!

Ante esto, todo el mundo dijo lo mismo y el emperador sintió mucha vergüenza. Fue un día triste para él, Aprendió una gran lección:

¿Qué tal si escribimos la lección en la sección de comentarios?

TU HIJO ES UNA BUENA PERSONA (parte 2)

Ah, los hijos… he aquí la continuación del texto  Extractado del libro  Bésame mucho  escrito por   el Dr.Carlos González, pediatra.  ¡Espero lo disfrutes!

TU HIJO ES UNA BUENA PERSONA (parte 2)

 
Tu hijo sabe ceder 

Jordi duerme en la habitación que sus padres le han asignado, en la cama que sus padres le han comprado, con el pijama y las sábanas que sus padres han elegido. Se levanta cuando le llaman, se pone la ropa que le indican, desayuna lo que le dan (o no desayuna), se pone el abrigo, se deja abrochar y subir la capucha porque su madre tiene frío y se va al cole que sus padres han escogido, para llegar a la hora fijada por la dirección del centro. Una vez allí, escucha cuando le hablan, habla cuando le preguntan, sale al patio cuando le indican, dibuja cuando se lo ordenan, canta cuando hay que cantar. Cuando sea la hora (es decir, cuando la maestra le diga que ya es la hora) vendrán a recogerle, para comer algo que otros han comprado y cocinado, sentado en una silla que ya estaba allí antes de que él naciera.

Por el camino, al pasar ante el quiosco, pide un «Tontanchante», «la tontería que se engancha y es un poco repugnante», y que todos los de su clase tienen ya. «Vamos, Jordi, que tenemos prisa. ¿No ves que eso es una birria?» «¡Yo quiero un Totanchante, yo quiero, yo quiero…!» Ya tenemos crisis.

Mamá está confusa. Lo de menos son los 20 duros que cuesta la porquería ésta. Pero ya ha dicho que no. ¿No será malo dar marcha atrás? ¿Puede permitir que Jordi se salga con la suya? ¿No dicen todos los libros, todos los expertos, que es necesario mantener la disciplina, que los niños han de aprender a tolerar las frustraciones, que tenemos que ponerles límites para que no se sientan perdidos e infelices? Claro, claro, que no se salga siempre con la suya. Si le compra ese Tontachante, señora, su hijo comenzará una carrera criminal que le llevará al reformatorio, a la droga y al suicidio.

Seamos serios, por favor. Los niños viven en un mundo hecho por los adultos a la medida de los adultos. Pasamos el día y parte de la noche tomando decisiones por ellos, moldeando sus vidas, imponiéndoles nuestros criterios. Y a casi todo obedecen sin rechistar, con una sonrisa en los labios, sin ni siquiera plantearse si existen alternativas. Somos nosotros los que nos «salimos con la nuestra» cien veces al día, son ellos los que ceden. Tan acostumbrados estamos a su sumisión que nos sorprende, y a veces nos asusta, el más mínimo gesto de independencia. Salirse de vez en cuando con la suya no sólo no les va hacer ningún daño, sino que probablemente es una experiencia imprescindible para su desarrollo.

 
Tu hijo es sincero 

¡Cómo nos gustaría tener un hijo mentiroso! Que nunca dijera en público «¿Por qué esa señora es calva?» o ¿Por qué ese señor es negro?» Que contestase «Sí» cuando le preguntamos si quiere irse a la cama, en vez de contestar «Sí» a nuestra retórica pregunta «¿Pero tú crees que se pueden dejar todos los juguetes tirados de esta manera?»

Pero no lo tenemos. A los niños pequeños les gusta decir la verdad. Cuesta años quitarles ese «feo vicio». Y, entre tanto, en este mundo de engaño y disimulo, es fácil confundir su sinceridad con desafío o tozudez.

 

 
Tu hijo es un buen hermano 

Imagínese que su esposa llega un día a casa con un guapo mozo, más joven que usted, y le dice: «Mira, Manolo, este es Luis, mi segundo marido. A partir de ahora viviremos los tres juntos, y seremos muy felices. Espero que sabrás compartir con él tu ordenador y tu máquina de afeitar. Como en la cama de matrimonio no cabemos los tres, tú, que eres el mayor, tendrás ahora una habitación para ti sólito. Pero te seguiré queriendo igual». ¿No le parece que estaría «un poquito» celoso? Pues un niño depende de sus padres mucho más que un marido de su esposa, y por tanto la llegada de un competidor representa una amenaza mucho más grande. Amenaza que, aunque a veces abrazan tan fuerte a su hermanito que le dejan sin aire, hay que admitir que los niños se toman con notable ecuanimidad.

 

 
Tu hijo no tiene prejuicios 

Observe a su hijo en el parque. ¿Alguna vez se ha negado a jugar con otro niño porque es negro, o chino, o gitano, o porque su ropa no es de marca o tiene un cochecito viejo y gastado? ¿Alguna vez le oyó decir «vienen en pateras y nos quitan los columpios a los españoles»? Tardaremos aún muchos años en enseñarles esas y otras lindezas.

 
Tu hijo es comprensivo 

Conozco a una familia con varios hijos. El mayor sufre un retraso mental grave. No habla, no se mueve de su silla. Durante años, tuvo la desagradable costumbre de agarrar del pelo a todo aquél, niño o adulto, que se pusiera a su alcance, y estirar con fuerza. Era conmovedor ver a sus hermanitos, con apenas dos o tres años, quedar atrapados por el pelo, y sin gritar siquiera, con apenas un leve quejido, esperar pacientemente a que un adulto viniera a liberarlos. Una paciencia que no mostraban, ciertamente, con otros niños. Eran claramente capaces de entender que su hermano no era responsable de sus actos.

Si se fija, observará estas y muchas otras cualidades en sus hijos. Esfuércese en descubrirlas, anótelas si es preciso, coméntelas con otros familiares, recuérdeselas a su hijo dentro de unos años («De pequeño eras tan madrugador, siempre te despertabas antes de las seis…») La educación no consiste en corregir vicios, sino en desarrollar virtudes. En potenciarlas con nuestro reconocimiento y con nuestro ejemplo.

 
La semilla del bien 

Observando el comportamiento de niños de uno a tres años en una guardería, unos psicólogos pudieron comprobar que, cuando uno lloraba, los otros espontáneamente acudían a consolarle. Pero aquellos niños que habían sufrido palizas y malos tratos hacían todo lo contrario: reñían y golpeaban al que lloraba. A tan temprana edad, los niños maltratados se peleaban el doble que los otros, y agredían a otros niños sin motivo ni provocación aparente, una violencia gratuita que nunca se observaba en niños criados con cariño.

Oirá decir que la delincuencia juvenil o la violencia en las escuelas nacen de la «falta de disciplina», que se hubieran evitado con «una bofetada a tiempo». Eso son tonterías. El problema no es falta de disciplina, sino de cariño y atención, y no hay ningún tiempo «adecuado» para una bofetada. Ofrézcale a su hijo un abrazo a tiempo. Miles de ellos. Es lo que de verdad necesita.
Espero te haya sido de agrado, y que cuando mires a tus hijos, los veas como lo que son “niños”, que también tienen mucho para enseñar a quienes nos llamamos padres.

 Cuánto de bueno se puede ir sembrando allí en donde el EGO de los niños aún no ha tomado completa posesión de la sagrada casa.  Yehuda Ribco

http://fulvida.com/ajenos/misioneros/eres-un-ttere-no 

¡Un abrazo, y que nos convirtamos en verdaderos constructores de shalom!.