Hace poco comentaba con una amiga el tema de los supuestos rastros sefardíes en apellidos españoles. Lo que le comentaba era mi perplejidad ante tanto origen sefardí invocado y, también, mi perplejidad por cuanto no entiendo la vía por la que se aduce ese origen en unos apellidos que son españoles.
Abordo el tema con la prevención y confesión de no ser experto en la materia, por lo que tal vez algún genealogista fuese capaz de despejar mis dudas y corregir mis seguros errores. Dicho lo cual indicar que mi perplejidad viene de la mano de algunos calificativos que he encontrado en ciertos apellidos en los que se afirma que son “de origen judío”.
Veamos, sobre las listas de innumerables apellidos españoles que se indica que son o bien “de origen judío” o de “origen sefardí”, decir que la mayoría son puramente españoles, en todo caso si lo que se quiere decir es que hay documentación –que no sé si la hay, repito que no soy genealogista- que muestre que algunos de esos apellidos –o todos- fueron usados por “cristianos nuevos” –todo judío que quedó en España después del Edicto de Granada de 1492 forzosamente se convirtió al cristianismo, estos son los conocidos por “cristianos nuevos”- lo que indica es que esos “cristianos nuevos” adoptaron esos apellidos españoles, no que al bagaje de los apellidos españoles aportasen nuevos apellidos de origen judío, con lo cual debiera resultar claro que esos apellidos no denotan ningún origen judío.
Poniendo un ejemplo de otro contexto, el que un afroamericano estadounidense lleve el apellido “Smith” no indica que “Smith” sea un apellido de origen africano, debiera resultar evidente que tal conclusión seria un absurdo, lo que indica es que alguno de sus antepasados traídos como esclavos fue propiedad de algún “Smith”, de manera que al manumitirse este apellido fue el adoptado por el antiguo esclavo –cuyos apellidos africanos habrían quedado en el olvido-.
Cuando se alude a que ciertos apellidos españoles se refieren a profesiones, topónimos u otras situaciones similares que evocan ciertos genéricos y que, por tanto, estos eran atribuidos a los recién convertidos “cristianos nuevos” se está haciendo una extrapolación incorrecta, que parece indicar que esos apellidos se generan “ex novo”, no es así, se usen o no para conversos esos apellidos existían previamente como apellidos puramente españoles, sucede que esos genéricos lo que denotan, en todo caso, es una procedencia popular y no nobiliaria, cosa que lógicamente sucede con la mayoría de la población española –por definición toda nobleza es una minoría-.
Pero el absurdo sube a veces de tono cuando se hace referencia a ciertos patronímicos como muestra de “rastro judío”. Así se dice en algún sitio que los apellidos acabados en “ez” contienen una mención “encriptada” de “Eretz”. Esto es totalmente absurdo, pues “ez” es un sufijo de origen germánico –posiblemente aportado por los visigodos- y que sencillamente significa “hijo de”, “Fernández” quiere decir “hijo de Fernando”, “Sánchez” significa “hijo de Sancho”, y así sucesivamente. El sufijo “ez” solo remite a eso, como en el árabe “ibn”, en el arameo “bar”, o en el hebreo “ben”, significa “hijo de”.
Si uno busca en la red “apellidos de origen sefardí” se encuentra con la práctica totalidad de apellidos españoles –pocos no aparecen en los listados que se muestran-, lo que no se encuentra tan fácilmente es la explicación, el porqué, que argumente lo que se afirma, y algunas de las que aparecen son tan peregrinas –e irreales- como la que aludía sobre el sufijo “ez”.
No digo que los apellidos de los listados no los usasen los conversos, lo que digo es que esos apellidos los usaban los conversos por ser españoles -en realidad los conversos perdían sus apellidos originales, que sí indicarían un origen judío-, no eran apellidos judíos aportados por los conversos a los nombres españoles.
Personalmente si tuviera que hacer caso a esas listas podría invocar para mis dos apellidos un origen sefardí, cuando en realidad el origen del primero es romano y el segundo en último extremo parece que también -si deriva de Aegidius-. Eso por una parte, por otra, y en un aspecto aún más personal, hasta dónde alcanza mi genealogía familiar -unos cuantos siglos hacia atrás- no se constata ningún antepasado hebreo. Sencillamente, no entiendo a partir de que baremos se establecen esas listas de apellidos de «origen sefardi».
Sospecho que al menos en parte la cuestión se suscita por la búsqueda de algún tipo de argumentación de aquellos que quieren “legitimar credenciales” para reivindicaciones de judaísmo, lo que nos llevaría a nuestros viejos conocidos los llamados judíos mesiánicos. No sé si todos los casos nos llevan a ellos –con la misma amiga que mencionaba al principio, que no es mesiánica ni tiene necesidad de serlo, debatía sobre el supuesto componente sefardí en el pueblo costarricense- , imagino que no y que en otros casos hay ciertos problemas puramente identitarios de por medio. En cualquier caso, y en relación al factor “mesiánico”, resulta nulo el argumento de las “credenciales” como elemento de “judeidad” puesto que… poco importa la presencia o no de remotos antepasados hebreos, eso no acredita que los descendientes lo sean, solo acreditaría que algún antepasado lo fue. La condición de judío no se transmite por genealogía sino va acompañada de una continua e ininterrumpida permanencia en el pueblo judío.
Naturalmente que hay judíos sefardíes, pero es que estos son, precisamente, los que prefirieron la marcha a otras tierras antes que abandonar el judaísmo. Dicho de otra manera, los sefardíes son los que siguieron siendo judíos no los que dejaron de serlo. En ese sentido el debate de los apellidos entiendo que esta mal planteado, puesto que no hay apellidos españoles de origen sefardí –exceptis excipiendis-, hay apellidos españoles que pasaron a usar los que dejaron de ser sefardíes puesto que al convertirse dejaron de ser judíos.