Archivo de la categoría: libertad

Dios abrió el portón para tu felicidad

Este estudio ha sido dedicado por su familia para la elevación espiritual de Mario hijo de Nessi, de bendita memoria.Puedes dedicar también tú nuestros estudios para elevar espíritus, peticiones de sanación, pedidos de enlaces, conseguir éxito, y todo lo que el Eterno te responderá.Sigue este enlace para hacernos llegar tu generosa donación y apoyar nuestra […]

¿Cómo se endurece el corazón?

“Yo endureceré el corazón del faraón y multiplicaré Mis señales y Mis prodigios en la tierra de Egipto.“(Shemot / Éxodo 7:3) Ante todo sepamos que en el idioma de la Torá, y de acuerdo al contexto, la palabra “corazón” se debe entender aquí como el órgano dedicado a los procesos mentales, en particular el pensamiento.Si […]

Permiso para equivocarte, obligación para corregirte

Cuando el Creador nos hizo aparecer en este mundo no esperaba que fuéramos perfectos.El único que es perfecto es el Creador.Nada, nadie, nunca alcanza esa plenitud infinita y absolutamente libre de imperfecciones; solamente el Eterno. Nosotros, sin embargo, … Si quieres aprender más, te recomiendo que leas aquí: https://yespiritual.com/2018/09/06/permiso-para-equivocarte-obligacin-para-corregirte/ Es gratis

En marcha a la libertad

caminar

En días pasados culminó la festividad de Matzot, que también es conocida como  Pesaj, es posible que como Noájida ya estés familiarizado con ella, o le conocerás también de otras formas, por ejemplo algunos pueden traerla a la memoria como “la fiesta de la libertad”, y aunque como Noájidas  no hemos de celebrarla de la forma como  lo hace nuestro hermano judío, si podemos aprender mucho de ella.

 

Rescatando una posible idea de la misma, se me ocurre que una enseñanza de la fiesta se halla en esa “marcha”, (La marcha de un pueblo hacia su libertad),  y  ella no es el fin; en realidad es el comienzo.

 

 

Es precisamente esa   “Marcha” sin reparamientos por lo que fue y no pudo ser, y sin detenerse en las ilusorias esperanzas de lo que será.

 

Apremia el momento y ello significa permitirse experimentar el sentimiento de impotencia, admitir la necesidad de sentirse libre, reconocer que el poder de faraón también es limitado, descubrir eso que nos hace diferentes pero sobre todo valiosos, y olvidarse por un momento de esos “dulces” que ofrecidos desde el Ego nos seducen para mantener viva la impotencia.

 

Empieza esa marcha para reconocernos en nuestro real y justo valor, comprendiendo que lo incontrolable a nuestra condición humana lo sigue siendo, pero que siempre hay oportunidad para volver los ojos a las alturas, para reencontrarse con Aquel que nos conoce, que comprende nuestras aflicciones o limitaciones, que sabe mas que nadie la necesidad de libertad que experimentamos y sobre todo la que necesitamos.

 

Es Él quien puede controlar lo que nosotros no podemos, pero hay que confiar.  Leíste bien “confiar”, y ello no nos exime de dejar de hacer eso que nos corresponde, o de hacer nuestra parte, entonces estaremos listos para abordar el tren, o para verle pasar… es algo que no sabemos, pero mientras tanto ya estaremos experimentando la dulce libertad, aunque sigamos marchando.

 

Que sepamos continuar esa marcha camino a la verdadera libertad.

 

¡Un abrazo!

(Como respuesta a  este post que estaría bien recordar y que recomiendo su lectura :  http://fulvida.com/2014/04/19/en-el-andn-de-la-vida/#comment-60473)

¡Vale la Pena!

 

Esta pequeña  historia suelo recordarla  y siempre que tengo  oportunidad la cuento,  pero hoy cobra un sentido diferente para acompañar las palabras de éste post.

“-Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para ir a buscarlo.

-Permiso denegado. No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto. Replicó el general.

 Desobedeciendo la prohibición, el soldado salió y una hora más tarde regresó gravemente herido transportando el cadáver de su amigo. El oficial estaba furioso: -¡Le dije que había muerto! Dígame, ¿¡valía la pena ir allí para traer un cadáver!?

 Y el soldado moribundo respondió: -Claro que sí, señor. Cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme «ESTABA SEGURO DE QUE VENDRÍAS».”   Autor: Anthony De Mello

Mientras redactaba las líneas que a continuación comparto,  por alguna razón recordé la historia anterior, espero puedas encontrar una relación entre ambas historias.


 

 (El texto que cito a continuación está basado en un diálogo real, paso hace casi dos años)  

Entonces él,  refiriéndose a ella me dijo:

– Eli, ¡No vale la pena!-

No supe exactamente lo que ocurrió en mí en ese instante, hallaba sabiduría en esas palabras, sin dudas era el producto de un análisis  que bien precisaba mi atención, sin embargo casi que instantánea e instintivamente respondí con una pregunta y  una afirmación a la vez.

-¿Será?…  Yo creo que sí.-

Hubo seguridad en mi respuesta, un total convencimiento y certeza que en realidad no sé de dónde provenía.

Pero él, moviendo su cabeza en señal de negativa, volvió a repetirme que no, acompañando esta vez su respuesta con algunas descripciones o ideas que bien la soportaba, lo recuerdo exactamente, siendo sinceros  esas palabras de mi querido amigo eran obvias para mí, ciertas y sensatas en ese momento, en realidad me percataba de la validez de ellas, claro… no está de más  aclarar aquí que ese  ¡No vale la pena!  era el resultado de un diálogo anterior, y que no hacía referencia al valor de las personas, pues mi amigo sin dudas sí que sabe valorarlas.  

Aun así mi nueva respuesta sonó un tanto esperanzada, con una aparente seguridad de que los seres humanos no somos estáticos, como con una extraña certeza de que tampoco son casuales los encuentros, y que siempre aprenderemos algo si elegimos hacerlo; pero ahora que lo veo nuevamente mis palabras sonaban tal vez a las de alguien  obnubilada totalmente por el ego que insistía en ver lo que quería y deseaba, aunque  en realidad no me era muy claro.

Quizás no pude haber mostrado en ese momento  un mayor estado de testarudez de mi parte con esas respuestas que ofrecería luego. Finalmente,  aquella tarde concluyo con esas palabras  nuestro diálogo en relación a esa persona.

Por un lado la expresión en el rostro de afecto de mi amigo, le hacían “parecer” satisfecho de alguna forma por mis respuestas,(eso fue lo que quise ver) su mirada y sonrisa me decían que ahí estaba yo pintada, su rostro me hacía comprender algo de eso que tal vez  apreciaba de mí,  quizás yo tenía una  esperanzadora mirada cargada de buenos deseos, sin reparamientos, y aunque a veces egoísta intentando siempre reconocer  lo bueno y rescatarlo,  …quizás;  

Por otro lado quedaría en el aire mi firme intención de mostrar que en realidad: sí valía la pena, como si fuese un reto personal,   en el que solo  precisaba  de tiempo.

Hoy  sale ese diálogo  nuevamente del baúl de mi memoria, ha pasado desde entonces  casi ya dos años,  y esas palabras recobran la validez del momento,  pero el tiempo  también ha dado cierto valor  a las mías, porque ya no hablo para defender u opinar  sobre  alguien, para justificar mi deseo primitivo manifiesto en las respuestas instantáneas, mis respuestas toman validez  en eso que me es propio y natural, y porque de alguna manera fue algo que  también pude trabajar en éste tiempo, lo hice y ahora lo siento así, el reto fue para mí,  y no hay dudas de que  ese : -¡No vale la pena!-  merece una nueva  respuesta:   

– Vaya que sí,   ¡sí que valió la pena para mí!-


¿Por qué comparto parte de éste pequeño episodio en mi vida hoy contigo?, bueno te brindo una idea, y espero sirva para que también puedes agregar tus opiniones o conclusiones.

No estamos exentos  de la influencia de nuestro Ego.

En algunos casos nuestras respuestas casi que instantáneas e  instintivas, parecerán la gran mayoría de las veces  lógicas, valientes, atrevidas, dotadas de amor por el otro,  incluso inspiradoras,  aunque en realidad la mayoría de las veces,  oculten objetivos primarios y propios del Ego.

Pero finalmente también podemos aprovechar los beneficios de tener a nuestro Ego, porque gracias a él (nuestro amigo – enemigo) estaremos frente a la oportunidad de  aprender y crecer, y esto sólo  lo haremos cuando podamos reconocerle, cuando trabajamos por  aprender en realidad algo de nosotros y elijamos responder sin su influencia,

Podemos hacerlo ese Faraón no tiene un poder más grande de aquel que le hemos otorgado, da un paso entonces para alcanzar tu libertad, que sea ese un reto personal  ¡aún es tiempo!

Y quizás sea una buena manera de acompañar a nuestros hermanos judíos en la celebración de la fiesta de la libertad que por estos días  se celebra.

¡Un abrazo y que elijamos construir shalom!

Más libre que el viento

Has nacido en un país libre o casi libre. Puedes decir y pensar como quieras, puedes escribir lo que te parezca e incluso puedes hacer casi lo que te venga en gana…pero luego, tendrá consecuencias, porque cada acción las tiene y también cada inacción.
Puede que por el contrario, tu país no sea lo libre que debiera, o tu sientes que no lo es, o no en todos los aspectos. Otros deciden o han decidido ya por ti lo que es correcto que hagas, el como y el cuando.
En ambos casos, una observación; la libertad, la verdadera, nace en tu interior y es ahí donde debes conquistarla.

Piensa un momento en esas cosas que te esclavizan, que se visten de necesarias, de imperiosas y que acaban por ordenarte sin necesidad de palabras lo que tienes que hacer, el donde, el cuando e incluso el como.
Analiza el impulso que subyace tras estas “necesidades- hábitos” y en las consecuencias de claudicar ante ellos.
Medita en lo que estas dejando de hacer y deberías al rendir voluntario tributo a esos caprichos. Observa que mientras más les sirves, menos estas sirviendo, menos útil eres al fin mismo de tu existencia.

Una clave para comprender esa libertad es que más allá de lo que creas y de tus temores, más allá de lo que te digan, más allá de la costumbre, en realidad puedes decidir hacer lo que quieras dentro de las leyes naturales, para bien o para mal; con sus consecuencias.
Dicho esto, añado como consejo que escojas cuidadosamente lo que quieres hacer, lo que tú quieres hacer. No lo que la rutina de hábitos, caprichos y auto-obligaciones te hacen querer o creer que quieres.

Haz lo que creas que debes de tal manera que tu obra te permita sentirte un verdadero ser humano, de tal modo que en tu interior, esa débil voz que desde lo más profundo te susurra lo bueno y lo malo de tus acciones elevando su veredicto sobre la trivialidad y la futilidad, sobre lo accesorio y lo breve; que esa vocecilla sea dulce, calmada y segura en tu profundidad.

Define tu potencial, tus aptitudes, tus ilusiones, tu realidad y algo muy importante, quizás lo más importante: la libertad de los otros.
Al reconocerlos como seres libres, entenderás las limitaciones para el mejor desarrollo de tu independencia, porque no lo olvides, vivimos en sociedad, en comunidades, con los demás.

Tu esclavitud nace en lo más profundo de ti y cuanto más acorde a tu conciencia actúes, mayor cota de libertad interior lograrás. Pero para ello tienes que actuar.

Empieza por esas pequeñas cosas de cada día en las que puedes mejorar; viejos temores infundados, tareas eternamente pospuestas, esa vida que en realidad te gustaría llevar y a la que nunca te decides y avanza en lo que te sea más fácil, creando poco a poco un conjunto de hábitos saludables.
Con constancia y sin agobios pero con acciones, sin descuidar ningún aspecto importante de tu vida ni de la de los que te rodean.

El hábito se conforma repitiendo y obteniendo pequeñas recompensas. No te frustres, ve poco a poco. Al principio es mejor así.
Para casi todo en la vida, mejor empezar en lo poco porque como dice el refrán: “quien mucho abarca poco aprieta”, pero has de ser constante.
.
Cuando sepas lo que realmente quieres, podrás ponerte a ello, y cuando trabajes en hacer lo que quieres estarás obteniendo la ansiada libertad interior.
Eres libre, usa tu libertad.

“Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo.”

Franz Grillparzer
1791-1872. Dramaturgo austriaco.

Escribir y sentir.

Escribir y sentir

Cuando tienes que pensar y cuidar lo que dices

cuando empiezas a quitar de ti, esta y aquella palabra

cuando empiezas a restar y no a sumar

te divides. No te multiplicas

el amor se entrega en letras y música

se comparte en libertad y alegría

el amor no se mide, ni se cuantifica

el amor sólo sabe crecer y en creer

en confiar y en sentir

 

 

 

 

Enseñando valores y algo más…

Los cuentos no son sólo para niños, pero como niños podemos aprender mucho, entonces aprovechemos para hacerlo a través de este cuento que quise compartirles:

Los experimentos de la señorita Elisa

La señorita Elisa aquel fin de semana les propuso uno de sus famosos trabajos sobre experimentos. A sus alumnos les encantaba aquella forma de enseñar, en la que ellos mismos tenían que pensar experimentos que ayudaran a comprender las cosas. Muchos tenían que ver con las ciencias o la química, pero otros, los que más famosa la habían hecho, tenían que ver con las personas y sus comportamientos.

Y aquella vez el tema era realmente difícil: la libertad. ¿Cómo puede hacerse un experimento sobre la libertad? ¿Qué se podría enseñar sobre la libertad a través de experimentos?

Estas y otras preguntas parecidas se hacían los alumnos camino de sus casas. Pero ya se habían lucido con otros experimentos difíciles, y aquella vez no fue una excepción. El lunes llegaron con sus experimentos listos, y fueron mostrándolos uno a uno. Fueron muy interesantes, pero para no hacer muy larga la historia, la señorita Elisa me ha pedido que sólo cuente los experimentos de Amaya, Carlos y Andrea, que le gustaron mucho.

Amaya llevó 5 cajas de colores y le dio a elegir a la profesora. La maestra, agradecida, escogió la caja rosa con una sonrisa. Luego Amaya sacó 5 cajas amarillas, se acercó a Carlos y le dio a elegir. Carlos contrariado, tomó una cualquiera. La señorita Elisa, divertida, preguntó a Amaya cómo se llamaba el experimento.

– Lo he titulado «Opciones». Para que exista libertad hay que elegir entre distintas opciones. Por eso Carlos se ha enfadado un poco, porque al ser las cajas iguales realmente no le he dejado elegir. Sin embargo la señorita Elisa estaba muy contenta porque pudo elegir la caja que más le gustó.

Carlos había preparado otro tipo de ejercicio más movido: hizo subir a la pizarra a la maestra, a Lucas, un chico listo pero vaguete, y a Pablo, uno de los peores de la clase.

Entonces, dividió la clase en tres grupos y dijo dirigiéndose al primer grupo:

– Voy a haceros una pregunta dificilísima; podéis elegir a cualquiera de los tres de la pizarra para que os ayude a contestarla. Quien acierte se llevará una gran bolsa de golosinas.
Todos eligieron a la maestra. Entonces Carlos dijo a los del segundo grupo:

– La misma pregunta va a ser para vosotros, pero tenéis que saber que a Pablo, antes de empezar, le he dado un papel con la pregunta y la respuesta.
Entre las quejas de los del primer grupo, los del segundo eligieron sonrientes a Pablo.

Luego Carlos siguió con los últimos:
– Os toca a vosotros. Lo que les he contado a los del segundo grupo era mentira. El papel se lo había dado a Lucas.
Y entre abucheos de unos y risas de otros, Pablo mostró las manos vacías y Lucas enseñó el papel con la pregunta y la respuesta. Po supuesto, fue el único que acertó la difícil pregunta que ni la maestra ni Pablo supieron responder. Mientras los ganadores repartían las golosinas entre todos, Carlos explicó:
– Este experimento se llama «Sin verdad no hay libertad». Demuestra que sólo podemos elegir libremente si conocemos toda la verdad y tenemos toda la información. Los grupos 1 y 2 parecía que eran libres para elegir a quien quisieran, pero al no saber la verdad, realmente no eran libres, aun sin saberlo, cuando eligieron. Si lo hubieran sabido su elección habría sido otra

El experimento de Andrea fue muy diferente. Apareció en la clase con Lalo, su hámster, y unos trozos de queso y pan, y preparó distintas pruebas.
En la primera puso un trozo de queso, cubierto con un vaso de cristal, y al lado un pedazo de pan al aire libre. Cuando soltó a Lalo, este fue directo al queso, golpeándose contra el vaso. Trató de llegar al queso durante un buen rato, pero al no conseguirlo, terminó comiendo el pan. Andrea siguió haciendo pruebas parecidas durante un rato, un pelín crueles, pero muy divertidas, en las  que el pobre Lalo no podía alcanzar el queso y terminaba comiendo su pan. Finalmente, colocó un trozo de queso y otro pan, ambos sueltos, y Lalo, aburrido, ignoró el queso y fue directamente a comer el pan. El experimento gustó mucho a todos, y mientras la señorita Elisa premiaba a Lalo con el queso que tanto se había merecido, Andrea explicó:
– El experimento se llama «Límites». Demuestra que, lo sepamos o no, nuestra libertad siempre tiene límites, y que no sólo pueden estar fuera, sino dentro de nosotros, como con mi querido Lalo, que pensaba que no sería capaz de coger el queso aunque estuviera suelto.

Muchos más experimentos interesantes se vieron ese día, y puede que alguna vez los contemos, pero lo que está claro es que los niños de la clase de la señorita Elisa terminaron sabiendo de la libertad más que muchos mayores.
Autor.. Pedro Pablo Sacristán

 

Ahora pensemos como niños; para enseñar que: 

 “cuando el  EGO está al mando de nuestra vida, nos priva de la verdadera libertad”

 

Un abrazo, y que sepamos construir shalom.

¿QUÉ HAY DETRÁS DE TUS ACCIONES?

Te ha pasado que a veces te preguntas ¿por qué  algo es así, y no de otro modo?,  por ejemplo alguna vez tuve la inquietud que en un post reciente del moré  citaba acerca del orden del alfabeto en el teclado usado primero en máquinas de escribir y ahora en la de los computadores (http://fulvida.com/id-noajica/identidad/el-teclado-qwerty-y-las-religiones  ).  

Pero a pesar de haberme preguntado la razón de ese orden, ó si existía un modelo más práctico, deje pasar esa inquietud como tantas otras y guardarlas en un  baúl de cosas no importantes, Y simplemente acepte y creí que el orden existente era el correcto, y el más cómodo, porque  se había convertido en algo universal. 

He pensado que todo esto obedece a  algo,  que personalmente llamaría ó asociaría como   “entrenamiento masivo”.  El conocimiento que se recibe en el hogar, en el colegio, en la universidad, y que las religiones también imparten, realmente podrían ser vistos como entrenamientos para creer lo que dicen, lo que hacen, sin preguntar o analizar su veracidad ó coherencia.  Aceptamos lo que para el  mundo es  es algo que debe ser aceptado ya sea por la mayoría, si no hablamos de algo universal. 

Así por ejemplo  en el colegio recibí formación para ser secretaria, debía aprender mecanografía, y por ello recibíamos varias horas prácticas, antes de proceder a realizar un escrito, o transcribir un texto; todo con el  objetivo de memorizar el teclado juntamente con  el movimiento de nuestros dedos,  y de ese modo  lograr ubicar las manos correctamente en el teclado y usar  el dedo adecuado, esto permitía alcanzar agilidad y transcribir un texto, o recibir un dictado sin mirar las teclas…
 
Recuerdo  un programa  de la serie cosmos, y a  Carl Sagan su presentador, en  un episodio en el que él hablaba  de  PARADIGMAS,  y citaba  un paradigma comúnmente aceptado, que correspondía “al  modelo usado en las sillas de la bicicleta”.   Pese a que su diseño no es el más cómodo, y que se han hecho otros diseños alternativos, sigue ganando “el sillín incómodo” que es  aceptado y usado en todas la bicicletas del mercado. ¿Por qué?,  bueno por la misma razón que el viejo teclado de la máquina de escribir, mantuvo su orden aun pese a la modernidad y la tecnología de los computadores, (teniendo en cuenta que podía existir un modelo más cómodo), la razón:  porque  en últimas, hemos sido entrenados masivamente para aceptar , lo que aparentemente es bueno, bien visto y aceptado por los demás.
 
Podría decirse que MUCHOS VIVIMOS DE PARADIGMAS, es decir que seguimos modelos o patrones, ideas, creencias incorporadas a nuestra vida y que aceptamos como verdaderas sin cuestionar, sin indagar sin someter a alguna prueba.
 
Esa es la herramienta más usada y más destructiva de las religiones, nos venden paradigmas que se convierten en patrones, de los cuales se derivan otras ideas o conceptos, que luego son creídas, aceptadas aunque sean equivocadas, míticas, falsas, y sobretodo manipuladoras.
 
Es por ello que la religiosidad, las religiones, las doctrinas, y muchas creencias afectan la forma en que las personas perciben la realidad y la manera en que responden a ella.  Quizás por ello; es  tan difícil que una persona sea libre;  ó que alguien que este sumido en estas falsas creencias “reacciones, indague, cuestione, ó se atreva a ir más allá”, en busca de respuestas reales.  Porque son los paradigmas los que definen sus realidades para descalificar muchas verdades.

 
Bueno, yo también fui presa de muchos paradigmas, y me identifique con una religión idolatra y falsa.   Pero; gracias al Eterno tenemos libre albedrío y la posibilidad de romper paradigmas para buscar aquello que realmente es bueno, y no sólo lo que el mundo nos ofrece. 

Tristemente hay paradigmas como “el sillín de la bicicleta” que  no daña nuestra alma, pero el mundo está lleno de aquellos PARADIGMAS, Entrenamientos masivos para aceptar sin cuestionar, que menosprecian nuestra identidad y dejan de lado al Único y Verdadero, dañando también lo más precioso que tenemos  nuestra alma y con ello la relación que nos une con nuestro Creador.   

Nunca es tarde para ser libres, para romper esos  paradigmas que nos dicen: Que hacer y Como hacerlo, a la manera que el mundo quiere, que un líder quiere, pero que en su mayoría están lejos de lo establecido por Dios, de modo que evalúa cuales con esos “entrenamientos masivos” que te esclavizan, y no permiten que disfrutes tu verdadera identidad.

Un abrazo amigos y que sigamos siendo verdaderos constructores de shalom.