Resp. 137 – El poder del arrepentimiento

Estimado Sr

¿Qué debemos hacer los noájidas tras una transgresión de uno de los preceptos? Es decir, para volver a estar en paz con Dios, dado que no tenemos un sacramento tipo confesión católica.

Atentamente,

J.barcenas,
profesión: auxiliar administrativo
España

Bienvenido y gracias por enviarnos su interesante misiva.

Apreciado señor, los tales «sacramentos», realmente no curan las heridas del espíritu, ni refuerzan la conexión con el Padre Celestial, ni alumbran la existencia, ni construyen vínculos de armonía con el prójimo.
Esos «sacramentos», como cualquier otra impostura del mundo idolátrico (fe en Jesús, confiar en la salvación de Jesús, etc.) son como tinturas que maquillan la miseria y el dolor que padece el exhausto y famélico del alma, unas máscaras para tapar la realidad oscura del que está desconectado de la Fuente de Vidas.

Gracias a Dios que Él nos ha provisto de buenos mecanismos para corregir nuestros defectos.

Como sabrá, el pecado es una conducta personal que nos desvía de la Buena Senda.
Es una herida que le infligimos a nuestra existencia.
Es una cáscara oscura que ponemos sobre nuestra luminosa esencia espiritual.

¿Qué debemos hacer cuando nos damos cuenta que estamos fuera de rumbo?
Piénselo en asuntos concretos, por ejemplo cuando está dando un paseo, o tiene que ir a una zona de la ciudad que no conoce mucho y se pierde.
¿Qué hacemos?
Encaminarnos hacia la dirección correcta, ¿no?
¿Y cómo lo hacemos?
Busca ayuda, una guía, un mapa, algún faro que nos oriente y permita retornar a la senda que nunca debimos abandonar.
No se precisa más que ese «darse cuenta» del desvío, la voluntad para corregir el error, y el empeño por andar en la dirección correcta.
¿No es así?

Ahora imagínese que está en una habitación muy oscura (el mundo) y en sus mano tiene una gran lámpara (su espíritu).
Con el paso del tiempo le ha ido poniendo usted trapos al vidrio que rodea la lámpara.
Al principio los trapos dejaban pasar la luz.
Pero de a poco se ha ido atenuando, cada vez hay más y más oscuridad, como si la lámpara hubiera sido apagada.
Pero, en realidad la lámpara permanece encendida, con luz plena, solamente que la ignoramos, pues hay tantas costras que obstaculizan el pasaje de la luz.
¿Qué tenemos que hacer cuando a nuestra espléndida lámpara la hemos cubierto con oscuras cáscaras que obstaculizan el paso de la buena luz?
Pues, reconocer cuáles son las cáscaras, tener la voluntad para quitarlas y hacerlo.
¿No es así?

Pues bien, eso es lo que el noájida, al igual que el judío, debe hacer con respecto a sus errores o pecados.
ARREPENTIRSE Y ENCAMINARSE POR LA BUENA SENDA.
Eso es todo.

Sin rituales, sin intermediarios, sin clérigos, sin absoluciones mágicas, sin sacrificios, sin sangre.

Arrepentirse sincera y totalmente.
Cosa que implica los siguientes pasos:

  1. Reconocer que se está en un error, desviado del camino, tapando la Luz.
  2. Identificar con precisión cual es la conducta errónea.
  3. Tomar el compromiso y responsabilidad de no volver a cometer esa conducta negativa.
  4. Pedir perdón a la persona que hemos afectado directamente con esa conducta. Si no hay persona perjudicada, se omite esto.
  5. Devolver, restituir, compensar por lo que se haya dañado a causa de nuestra conducta.
  6. LUEGO de pedir perdón, sincera y realmente al perjudicado, se debe rogar al Eterno por Su perdón. Se debe reconocer el error explícitamente, mencionándolo exactamente.
  7. No volver a cometer el mismo error.

Cuando ha hecho esto, ha quitado un trapo sucio de encima de la lámpara de Luz que es su espíritu.
Cuanto más se arrepienta, más Luz poblará su vida.
Cuanto más se aparte del error, del engaño, del mal, entonces más fácil será gozar de los beneficios y bendiciones de la Luz espiritual en su vida.

Creo que he sido claro al exponer el tema, pero permítame darle algún ejemplo concreto.
Ha pecado contra el Eterno, pues ha creído en Jesús.
Un día despierta de esa pesadilla y se da cuenta de que ha estado por el camino equivocado, que lo aparta del Padre Celestial.
Reconoce que ha estado equivocado, y no trata de dar excusas, sino que con humildad, sinceridad y valentía admite su error.
Decide que no puede continuar en la senda calamitosa de la idolatría, y que se esforzará por ser fiel al Eterno y mantenerse así, cueste lo que cueste.
Entonces vuelva su corazón al Padre Celestial, le confiesa sus dudas, sus temores, sus errores, sus esperanzas. Ruega Su perdón y auxilio.
Dona dinero a nobles causas (serjudio.com, fulvida.com, etc.), ayuda al necesitado, explica a los que aún están perdidos y desorientados qué ha pasado en su vida, como ha despertado de una pesadilla mortal.
Y se abstiene de caer nuevamente en idolatría, elimina los libros idolátricos de su vida («nuevo testamento», etc.), quita las imágenes heréticas, etc.
Con empeño y coraje se mantiene leal a Aquel que se merece toda nuestra lealtad.

Debe saber que el poder del arrepentimiento es impresionante.
El Eterno es un Dios compasivo y misericordioso, pero justo.
No esperemos a que sea demasiado tarde para volver a la Buen Senda.

Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.

Dios te bendiga, y que podamos ser constructores de Shalom.

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2 comentarios sobre “Resp. 137 – El poder del arrepentimiento”

  1. Los ejemplos me han parecido muy buenos. El tesón de rectificar tras identificar el problema, y dejar reaparecer la luz que siempre está ahí. La única que tenemos. Gracias y un respetuoso saludo. José.

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