Hay gente (no judía, de los cuales muchos son idólatras, adoradores de un hombre ficticio con falso poder salvador) que creen que los judíos siguen elevando sacrificios al Eterno, y hasta incluso afirman que es el mecanismo único que cuentan los judíos para obtener el perdón del Señor.
Se burlan de esto, mientras sostienen que el único camino para lo que denominan salvación es la fe ciega y absurda en su dios humano, en aquel que consideran su mesías, quien según su ideología vino a traer la limpieza de los pecados por medio de su autosacrifico. Es la fe en ese falso redentor la única manera de escapar de lo que llaman infierno, pues todo aquel que no cree en ese hombre está condenado eternamente a todo tipo de sufrimiento terrible, a la ira desatada y sin contención del dios. El mismo dios que imputa un pecado original, del cual supuestamente somos todos culpables por el mero hecho de haber nacido humanos.
Así pues, para esa religión, todos somos condenados, malditos, encaminados hacia el infierno, carentes de la chispa divina. Aunque seamos buenas personas, dediquemos energías, dineros, la vida entera para ayudar al prójimo, para vivir una vida espléndida y ética, ¡nada de eso cuenta! Pues, según esa religión todos somos malditos, ya que la clave para dejar de serlo es la fe en ese dios humano que se autoinmoló para perdonar a los hombres del pecado que el dios les acusa.
Es obvio que tales propuestas religiosas no tienen ninguna validez espiritual, no son reales, no provienen de Dios y de Su Palabra. Son por completo foráneas a la Divina Verdad y llevan a una vida desastrosa, falsa, carente de sentido.
Pero, ¡qué difícil que los adoradores de tal religión puedan liberarse de su celdita mental y dejar la senda del error para reencontrar su propia NESHAMÁ (espíritu) y de esa forma reencontrar a DIOS (el Verdadero, el Uno y Único) en sus vidas!
Mira lo que afirma con Verdad el profeta del Eterno:
» ¿Con qué me presentaré al Eterno y me postraré ante el Elohim Altísimo?
¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año?
¿Aceptará el Eterno millares de carneros o miríadas de arroyos de aceite?
¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mi vientre por el pecado de mi alma?
¡Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno!
¿Qué requiere de ti el Eterno?
Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Elohim.»
(Mijá / Miqueas 6:6-8)
Como ves, no pide Dios sacrificios, ni sangre, ni dioses muriendo por el hombre, ni fe en fantasías, ni rituales, ni religión, ni diezmos a iglesias, ni seguir líderes religiosos, ni juntarte con adoradores a repetir lemas sin contenido, ni bailotear con tus “hermanos”, ni encerrarte en un retiro espiritual, ni ir a una lejana provincia a la tumba de un hombre santo, ni… ¡nada de lo que por lo general la gente considera sagrado!
Elohim requiere de ti unas cosas bien sencillas, asequibles, cotidianas, mundanales, prácticas: que seas justo, que seas bueno, que seas leal a Dios.
Lo que nosotros llamamos, humildemente, CONSTRUIR SHALOM.
Entonces, en los hechos, en el judaísmo desde hace muchos siglos que no se hacen sacrificios de animales, y de ninguna especie.
Desde que no existe más el Templo del Eterno en Ierushalaim, o incluso quizás desde tiempo antes.
Así pues, la afirmación de que los judíos precisan y abogan por los sacrificios, por la sangre derramada de inocentes animales, para obtener perdón de Dios, es una completa distorsión de la realidad.
Lo cierto es que nunca realmente fueron los sacrificios, la sangre derramada de animales inocentes, lo necesario para ser perdonados por el Señor.
Según Maimónides la necesidad de los sacrificios era puramente cultural, sin un valor eterno, sin ser un ingrediente intrínseco.
La gente consideraba que el sacrificar a los dioses era necesario, por tanto los judíos se encontraron con esa realidad cultural a la cual se adaptaron. Por lo cual, se establecieron los sacrificios hacia el Eterno como una cuestión del momento, apropiada para estar acorde a la cultura y no como requerimiento esencial y espiritual. Ellos suponían que así había que hacer, pues eso vieron que hacían los demás; entonces el Eterno les permitió que lo hicieran, para con ciertos parámetros que debían respetar, de esa forma los iba encaminando lentamente hacia la senda correcta. Como ves, ha sido efectivo, pues, no existen actualmente muchos judíos que consideren necesario el sacrificio o la sangre del animal, aunque todavía haya algunos pocos que sueñen con restablecer el sistema sacrificial algún día.
Pero, incluso hace miles de años, cuando todavía se elevaban sacrificios, era claro para todos los leales al Eterno que eso no era lo importante, ni la base de la relación con el Eterno.
Lo fundamental era la TESHUVA, el arrepentimiento real, sincero, completo; en el caso de los que deseaban extirpar el efecto de sus pecados (SUS pecados, y no cosas que se les imputaba por el mero hecho de ser nacidos de mujer; pues NO cargamos pecados originales, no tenemos que pagar personalmente por los pecados de otros).
Atiende al profeta de la Verdad:
«Escuchad la palabra del Eterno, oh gobernantes de Sodoma. Escucha la Torá de nuestro Elohim, oh pueblo de Gomorra.
Dice el Eterno: ‘¿De qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y del sebo de animales engordados. No deseo la sangre de toros, de corderos y de machos cabríos.
Cuando venís a ver Mi rostro, ¿quién pide esto de vuestras manos, para que pisoteéis Mis patios?
No traigáis más ofrendas vanas. El incienso me es una abominación; también las lunas nuevas, los shabatot y el convocar asambleas.
¡No puedo soportar iniquidad con asamblea festiva!
Mi alma aborrece vuestras fiestas de lunas nuevas y vuestras festividades. Me son una carga; estoy cansado de soportarlas.
Cuando extendáis vuestras manos, Yo esconderé de vosotros Mis ojos.
Aunque multipliquéis las oraciones, Yo no escucharé.
¡Vuestras manos están llenas de sangre!
Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras acciones de delante de Mis ojos. Dejad de hacer el mal.
Aprended a hacer el bien, buscad el derecho, reprended al opresor, defended al huérfano, amparad a la viuda.»
(Ieshaiá / Isaías 1:10-17)
No quiere Dios rituales, sacrificios, religión, imposturas de supuesta sacralidad, ni fe.
Él es tan claro y explícito: dejen el mal y hagan el bien. Sean justos.
En resumen, CONSTRUIR SHALOM.
¿Y todavía pretendes que tu vacía fe es el camino único hacia Dios?
¿Todavía te atreves a exigir rituales, malabarismos, palabrería, bailecitos, cuando el Eterno ha hablado por intermedio de Sus profetas?
¿No te da siquiera un poquito de vergüenza peregrinar a tumbas, disfrazarte de lo que no eres, predicar palabras engañosas con aspecto de ser solidariamente santo?
¿Tienes el atrevimiento de rebelarte contra Dios y lo que Él declara es EL camino?
TESHUVÁ es la gran respuesta.
TESHUVÁ que antecede a la creación mundo (TB Pesajim 54a), y la que sigue tan vigente como siempre.
TESHUVÁ que tiene la capacidad de curar al mundo completo (TB Iomá 86b).
TESHUVÁ, que es el método santo para retornar a la esencia de cada uno y así retornar al Padre Celestial.
No el sacrificio, no la sangre de un animal derramada, no el ritual, no la fe, ni ninguna de las paparruchas que te ofrecen la religiones, sino la TESHUVÁ que implica el actuar con corrección, como constructor de SHALOM, haciendo el bien y lo justo.
TESHUVÁ que está disponible desde antes del hombre haber nacido, desde antes incluso de existir posibilidad de pecado.
TESHUVÁ que te aguarda, seas judío o gentil, sin tener que recurrir a confesiones ante clérigos, ni realizar extraños pactos, ni ofrendar nada; sino simplemente ser auténtico, comprometido, humilde, constructor de SHALOM. De dentro y de fuera.
¿Es tan difícil que lo entiendas, que entre a tu mente y corazón?
¿Tanto te cuesta aceptar la Verdad de Dios, en lugar de las tribulaciones de los hombres?
Que apacible seria el mundo si cada uno viviera de acuerdo a su identidad espiritual y no de acuerdo al EGO, el cual es el padre de todas las religiones.
Cada día es bueno para que retornes a tu NESHAMÁ (espíritu), que corras los velos que cubren su LUZ, que permitas que esa chispa divina alumbre todos los rincones de tu existencia. No esperes a grandes fechas, ni a revelaciones místicas, ni a encuentros estremecedores, ni a que se te revele mágicamente la cuestión. Porque Dios está esperando por ti; tú mismo estás a la espera de despertar, andar por el camino de la TESHUVÁ, encender las luces, construir SHALOM.
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El llamado está sonando desde antes de la creación, y eres tú quien debe responderlo AHORA.