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Preparándonos para Rosh Hashaná: 5777

Estamos a cuatro semanas del comienzo del año nuevo universal, conocido en hebreo como Rosh Hashaná, lo cual se traduciría al castellano como la “cabeza del año”. Es por medio de lo aprendido en teoría así como de la observación constatada por este servidor, que me parece adecuado, con la ayuda de Hashem, Bendito sea, compartir con ustedes, amigos de Fulvida, Fundación B’nei Noaj y las respectivas filiales locales, unos consejos para que el 5777 sea un año de mucha prosperidad y bendición.

Teshuvá para regresar

La transliteración de este título sonaría redundante, pues el vocablo teshuvá en hebreo se traduciría como retorno, entonces el título vendría siendo algo así como “retorno para regresar”. ¿Será que realmente es una redundancia o hay algo más? En realidad no hay tal redundancia y en un momento explicaré por qué: En hebreo la palabra teshuvá se traduciría al castellano como arrepentimiento, pero el arrepentimiento no tiene que ser un acto de contricción y de tristeza sino más bien, ¡todo lo contrario!

Así es, no se trata de alegrarse del mal cometido, sino de alegrarse del hecho de que tenemos una nueva oportunidad para regresar, pero el regreso no se da por el camino de la tristeza sino por el camino de la felicidad.

En tanto que las religiones tradicionales cristianas y musulmanas asocian el arrepentimiento con castigos corporales, persecuciones por parte de la comunidad, auto-persecuciones y cargos de consciencia, el judaísmo y el noajismo no precisan de estos medios, los cuales más bien alejan a la persona del Eterno, sí, así cómo lo lees, ¡El Eterno no quiere mártires ni llorones que duren días, meses o años autorecriminándose cosas que ya pasaron!

Poco a poco te explicaré, Dios-mediante, el tema del por qué no te tienes que recriminar lo pasado, y con la ayuda del Eterno, Bendito Sea, te explicaré más a fondo esto que hoy compartimos.

Ya casi comienza Shabbat, lo cual no implica que los noájidas tengamos que celebrarlo al estilo de los judíos, pues una cosa es la heredad judaica y otra la noájica, sin embargo, se puede recordar el Séptimo con una rica cena y aprovechar para unir más a la familia, con el fin de que haya alegría en el hogar y felicidad.

¡Pero esto no tiene sentido!

Hay cosas las cuales no le parecen lógicas a nuestro intelecto, porque estamos viendo solo un lado de un prisma. Te voy a poner un ejemplo para entender esto mejor: Imagínate un cubo el cual tiene seis caras por ser tridimensional: Largo, ancho y profundidad.

Si el cubo está en cuarto oscuro y solo se le ve una de las caras, el observador pensará que no es un cubo sino un cuadrado, porque solo puede observar una de las caras, pero si se encendiera la luz del dormitorio, efectivamente podría ver que no era un cuadrado sino un cubo.

En el momento en el cual el observador pensó que el cubo era en realidad un cuadrado, era porque lo estaba viendo con base a una concepción bidimensional, es decir, largo y ancho, pero cuando se encendió la luz del dormitorio, él pudo observar que el cuadrado era en realidad un cubo.

Algo similar sucede con las leyes espirituales y las leyes físicas. Hay mandamientos que son solo para que el pueblo judío los realice, porque la composición espiritual es distinta a la de un no judío. Algún malintencionado por ahí podría decir: “Eso es una manipulación por parte de los judíos para que nosotros no cumplamos con las mitzvot de ellos y no tengamos la bendición que ellos reciben”.

¡Esto sería completamente incierto! Te diré por qué: Cada quien tiene una misión distinta en este mundo, lo cual nos permite trabajar en pos de lograr paz y armonía en la tierra. Cada identidad espiritual necesita alimento distinto, por tanto, no se le puede dar comida de adulto a un niño y no porque una persona sea un niño ello significa que se le desprecia por esto, ¡todo lo contrario! ¡Más bien sus hermanos mayores y los adultos tienen la obligación de cuidarlo y de enseñarle!

Hay muchas personas quienes no quieren seguir estos principios y terminan enredándose en sus propias conclusiones las cuales luego los llevan, en muchísimas ocasiones, a desconectarse de la realidad. No hay nada malo en recordar el Séptimo día, pues fue cuando el Creador descansó, se puede descansar pero en el entendido de que se hace como una actividad lógica que nos permita recuperar fuerzas y no como un mandamiento, como sí está obligado un judío.

El Rabino David Miller, de bendita memoria, adujo que sería bueno que más personas descansaran en el Séptimo día similar a como lo hacen los judíos, pues un día de descanso absoluto de las labores le serviría mucho para la paz física y mental de las personas en general, además de la recuperación de energías que tanta falta nos hace, especialmente cuando hemos tenido fines de semana ajetreados y los lunes llegamos al trabajo más cansados que el propio viernes.

Eso sí, no nos confundamos, una cosa es descansar de las labores de manera similar a como lo hacen los judíos y otra es hacerlo igual a como ellos lo hacen. No se trata de encender velas ni de rezar los mismos rezos, etc., sino más bien de un momento para rezar ciertas oraciones que nos podrían acercar más a nuestro Creador. En esta página encontrarás más información sobre cómo se puede recordar el Séptimo sin caer en fanatismos ni emulaciones innecesarias, las cuales a la postre más bien terminan siendo perjudiciales.

Ahora que he mencionado este punto, el cual consideré de suma importancia para no caer en confusiones las cuales más bien generarían más mal que bien, procederé ahora a darte unos consejos para que esta semana venidera los apliques y de esta forma puedas prepararte mejor para Rosh Hashaná.

Confesión proactiva

Dice el gran filósofo y tratadista de la Torá, Moshé ben Maimon, conocido como Maimónides:

“1. Si una persona ha transgredido cualquiera de los preceptos de la Torá, ya sea afirmativo o negativo, deliberadamente o por inadvertencia, al arrepentirse y retornar de su error, debe confesarse ante Dios, bendito sea, pues está escrito: ´Cuando un varón o mujer cometiere… confesarán su pecado que cometieron´(Números V, 6-7). ¿Cómo ha de confesarse una persona? Ha de decir: ´¡Oh Dios! He errado, he obrado mal, me he rebelado contra ti, haciendo tal y tal cosa. Y ahora lo lamento, me avergüenzo de lo que hice y jamás repetiré ese acto. Ese es el principio de la confesión. Cuanto más amplia y detallada sea la confesión, mejor.” (Maimónides. Mishné Torá. Iad Jazaká. Editorial Sinaí. Tel Aviv, Israel. 2008. Página37).

El arrepentimiento es una herramienta de suma importancia con la cual contamos las personas para así poder corregir nuestros errores. El Rabino R S Arush, en su obra, “En el Jardín de la Fe” menciona un concepto muy interesante sobre la auto-confesión y lo expresa así:

“El hombre temeroso de Dios, ciertamente no dejará que el Creador lo juzgue por cada uno de sus pensamientos, palabras y acciones. Por consiguiente, el adelantará su ´Auto-Juicio´, se confesará u arrepentirá, pedirá perdón por todo, y corregirá sus acciones sin esperar un Juicio Divino”. (Arush, Shalom. En el Jardín de la Fe. Instituciones Jut Shel Jesed. Jerusalén, Israel. 2009. Página 319).

Te voy a explicar que, como ya casi estamos a las puertas del año nuevo, estas semanas previas en el mes de Elul deben de ser utilizadas para reflexión y arrepentimiento, pero no arrepentimiento de culpa y fustigación continua plagada de una auto-recriminación, sino de entender que no se puede llorar sobre la leche derramada y que ahora debemos de buscar rectificar nuestros errores y pedirle perdón a quienes hayamos lastimado y a nuestro Creador.

¿Cómo logramos esto? Muy sencillo, con fe, emuná, es decir, entendiendo, tal y como lo dijera R S Arush, que hay ciertas razones por las cuales hemos errado en el pasado:

1. Porque el Creador así lo quiso. Tengamos claro algo, una cosa es lo ocurrido previo al hecho y otra cosa la actitud tomada por nosotros después del hecho. Con esto lo que te quiero decir es que no vamos a usar como justificante el estribillo de que “El Creador así lo quiso” para andar haciendo daño por el mundo y luego justificarnos en la voluntad de Dios, porque ahí sí que estaríamos tratando de tergiversar las cosas y de burlarnos de Dios, de nosotros mismos y de nuestros semejantes, y esto no quedaría impune. Cuando hablamos de que el Creador así lo quiso es que erramos, sea con intención directa de errar, por no haber puesto atención o por pura negligencia, pero en cualquiera de estos casos debemos de tener en mente que ya lo pasado es pasado y no podemos echar marcha atrás. Eso es lo que quiere decir “porque el Creador así lo quiso”. Él, en su infinita Sabiduría nos permitió tomar esa decisión, porque algo teníamos que aprender.

2. Todo es para bien. Otro punto importante es el entender que aquello lo cual nos pueda parecer, en primera instancia, como algo malo, en realidad no lo es, pues todo en este mundo es para bien y eso incluye las buenas o malas acciones que tomemos. Por tanto, no nos debemos de desalentar ni de sentir tristes cuando ya las cosas han ocurrido, tampoco es que nos vamos a regocijar por el mal realizado, pues eso sería de malvados, pero no nos vamos a recriminar cual fiscales fuéramos, nuestros errores una y otra vez, los confesaremos y haremos lo posible para no volver a cometerlos, pero hasta ahí.

3. ¿Qué quiere el Creador de mí? No nos enojemos con los elementos externos de las circunstancias sino que, preguntémonos, ¿qué es lo que quiere el Creador de mí? Cuando voy a la oficina del gobierno y el empleado del mostrador me maltrata, no debo de arremeter contra el empleador sino que debo de entender que el Eterno me está enviando un mensaje a través del funcionario público. Si tu pareja se enoja y hace un berrinche, no debes de enojarte con ella sino de entender que, por algo el Creador quiso que tu pareja su molestara, que no es malo que esté molesta, aunque en el momento pareciera que sí y, luego, lo más importante es preguntarte ¿qué quiere el Creador de ti? ¿Qué te está tratando de decir a través del enojo de tu pareja?

Comienza por hablar con Dios una hora diaria, sí una hora, cuéntale tus problemas, háblale como a un amigo y él te escuchará. No cometas el error de las religiones que piensan que el Eterno es una máquina dispensadora de favores y que está obligado a depararnos lo solicitado, pues no es así, pero, si Él creó todo el Universo, incluyéndote a ti, ¿qué te hace pensar que hay algo imposible para él?

La ventaja de uno ir y confesarse proactivamente ante el Creador sin esperar a que nos castigue por nuestras transgresiones, implica que estamos siendo diligentes en el manejo de nuestra vida y que eso también implicará un mayor nivel de compromiso, no solo para con el Creador sino también para con nosotros mismos y nuestros semejantes.

Ya con esto cierro y te dejo para que reflexiones sobre lo compartido hoy. Mantente feliz y disfruta de este fin de semana, de la semana venidera y de las semanas que estén por venir. Si te mantienes feliz, las cosas te irán mucho mejor. Te deseo una excelente semana.

Altas fiestas universales y judías

Buenas tardes. Segun su respuesta entonces los Judios celebraban Rosh Hashanah solo al principio y despues cuando salieron de egipto con lo del Becerra empezaron a celebrabar Iom Kippur? Dusculpe si suena confused. Pender q las dos estaban relacionadas y gracias
Liliana.
(Pregunta formulada originalmente en FULVIDA.com).

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Compromiso de ROSH HASHANÁ

Existe la regla MIDÁ KENEGUED MIDÁ, que podría traducirse: “Como mides, eres medido”.
El Juez, que es justo y misericordioso, escoge emplear ese patrón de medida: devolvernos “el favor”.
Así pues, ¿cuál sería la mejor manera de vivir?
Sin dudas la enseñada por la Tradición, a través de profetas y sabios: construir SHALOM por medio de acciones de bondad y justicia, siendo leales al Eterno y Sus leyes.
Así, nuestros pensamientos, palabras y actos estarán llenos de la LUZ de la NESHAMÁ, plenos de energía positiva, con su abundante felicidad y satisfacción.
Y con bondad y justicia se nos devolverá, a su debido tiempo.

Por ello, te propongo que este inicio de año universal (¡que no es judío o hebreo, es universal para toda la humanidad!) te comprometas contigo mismo para ser un constructor de SHALOM en todo momento.
Que no sean solamente palabras vacías las que hasta el hartazgo se dicen y comparten en redes sociales y otros sitios, aquello de año bueno, dulce, próspero, etc.
Que los buenos deseos, las buenas intenciones, tengan densidad y consistencia, sentido y existencia.
Que no quede todo en lindos sentimientos, como el que invade los corazones cristianos en las navidades, y se pierda en celebraciones, cantitos, lemitas, parrafitos, cartitas, fotitos, mensajitos y el resto de las bellas cosas que sin dudas son muy amables, pero… ¿guardan alguna relación con la realidad “real”?

Así pues, a comenzar el año como debe ser, con el verdadero pensamiento positivo, aquel que permite el pasaje de la LUZ para orientarnos hacia la vida con sentido, plena, de SHALOM.
Donde la ilusión es solo un pasatiempo, no un motivo de esfuerzo.

Que tengas un año en donde siembres SHALOM, para que puedas cosechas a su debido tiempo SHALOM por duplicado.

Tiempo de cambio

Rosh HaShaná, la cabeza o principio del año.
Shaná, que se asocia con leshanot, que es cambiar.
Porque se cambia de mes y de año, pero también porque se supone que uno hace compromisos para mejorar con cada comienzo de ciclo.
Es como una inspirada motivación, llegar a las vísperas de este momento para emprender un viaje cabalístico hacia nuestro interior y vernos a la LUZ para así en verdad crecer.

Damos una mirada hacia atrás, advertimos allí en donde tropezamos, reconocemos lo que podemos mejorar, deseamos modificar algo para estar mejor, nos proponemos empezar con un renovado espíritu y energías el nuevo año.
Es como una abanico de posibilidades, como múltiples caminos abiertos ante nuestros pies a la espera de que demos el pasito que da inicio a la extensa ruta.
Estamos aquí, listos para elegir y para avanzar.
Depende de cada uno, no de la magia o de astros que se encolumnen para forzarnos.
Está en ti escoger cual paso dar, hacia donde, para alcanzar alguna de tus aspiraciones.
Por ello, este es un tiempo especial, de propuestas, de buenas intenciones, de una energía especial, la que fortalece el camino o lo modifica.

No es cuestión de desear y esperar al milagro mágico.
No es pensar positivo y sentarse a que el universo haga su parte.
No es el momento para la buena onda sin contenido.
Ni para las resoluciones grandiosas y bienintencionadas carentes de trabajo.

Es el tiempo para dejar justificaciones y excusas, no inventar más cómodos pretextos para esclavizarnos a la zonita de confort.
Mejor reconocer, conocer, admitir, tomar conciencia, resolver, decidir, actuar con firmeza, desplegar la voluntad, llevarnos hasta donde podamos alcanzar.

Habrá dudas, inseguridad, indecisión, vulnerabilidad, miedo,conflicto, ansiedad y quien sabe cuántas cosas más que son trucos del EGO para mantenernos en impotencia, o en falso sentimiento de poder, para de esa forma no cambiar o fortalecer lo bueno. Peor es seguir así.

Es el tiempo para estar incómodos, para romper la rutina, para destruir el hábito, para partir del exilio rumbo a la libertad.
Porque, precisamente el estar cómodos y adormecidos es una manera para morir en vida.
Mejor sentir la confusión de la pregunta punzante, que obliga a romper esquemas, que demanda prestar atención y así salir de la celdita mental.
Es el malestar del despertar luego de una larga noche de parálisis y agotamiento.
Es la molestia de la luz dando de lleno sobre nuestros ojos tras haber pasado en la oscuridad negadora.
Es cuando se ha de despertar, para comenzar, para vivir en vida, para dejar de pasar el tiempo en una muerte que respira.

Hay algo que está esperando a que tomes parte, a que seas activo.
Puede ser algo sencillo, como simplemente dar el buenos días a quien está a tu lado, o agradecer por alguna cosa, o ayudar a alguien necesitado, o leer este texto para compartirlo con aquellos a quienes moverá hacia la bendición.
Puede ser un poco más trabajoso, como colaborar con nuestra tarea, sea con dinero, con difusión, con trabajo, con el compromiso activo de ayudar a otros a despertar y ser parte de esta obra.
Puede ser rezando, trabajando, haciendo, compartiendo, comunicando auténticamente, poniendo límites.
Son tantas las maneras que tienes para dar ese primer paso de bienestar y bendición, que depende de ti y solo de ti.
Importa que des el pasito, aunque sea breve, aunque sea despacito, pero no dejes de darlo. Es el que impulsará una carrera de la cual tú serás el triunfador.

Y es tiempo de TESHUVÁ.
Darnos el tiempo para conocernos y mejorar.
Establecer puentes con el prójimo.
Crecer y ayudar a otros a hacerlo.
Para disfrutar sanamente de lo permitido, para construir SHALOM por medio de acciones de bondad y justicia.
Es tiempo de cambio, de leshanot para bien.
Porque comienza un nuevo año, y no es para desperdiciar esta oportunidad divinamente inspirada.

Pero, pasado este tiempo, todo día, todo lugar, son apropiados para iniciar el viaje hacia el bien.
Abre las puertas para que alumbre la LUZ de la NESHAMÁ.
De Arriba hacen llover para ti infinidad de bendiciones, disfrútalas.

Cumpleaños feliz nos deseo

En unos días más estaremos celebrando otro año nuevo de la humanidad, es el aniversario del ser humano, cuando apareció en el mundo ADAM.

ADAM era en casi todo parecido a otros seres vivos, en particular a nuestros ancestros evolutivos los Homo sapiens, solamente que ADAM se distingue por su NESHAMÁ (espíritu).

Existía el hombre, que era inteligente, que tenía habilidades idénticas a las nuestras, que poseía cultura, que edificaba, que creaba herramientas, que conversaba, que usaba su ingenio para inventar nuevas experiencias, hasta se esclavizaba en religiones, a la vista se podría decir que no hay diferencias sustanciales con nosotros, porque la NESHAMÁ no se ve, ni se huele, ni se escucha, simplemente es.
La NESHAMÁ es la conexión constante y directa con Dios, y con todo el universo.
Es nuestro Yo Esencial.
Es la fuente de nuestra ética, por tanto la que nos habilita al libre albedrío.
Entonces, aquellos antepasados podían buscar a Dios, pero siempre como algo lejano, externo, tal como el perrito busca ansioso a su amo.
Ellos podían actuar de manera violenta o solidaria, pero no motivados por la búsqueda del bien o del mal, sino simplemente como reflejo de alguna utilidad. Así como un perrito puede morder la mano del amo que le alimenta, pero no deseándole un daño adrede y por el simple deseo de causar el mal, sino para obtener alguna ventaja (seguridad, comodidad, alimento, pareja, etc.).
Es que así eran nuestros ancestros, como animales sin conciencia ética, sin capacidad espiritual, aunque tuvieran a su alcance todo el poder tecnológico imaginable (cosa que no sé si era así o no).

No debemos suponerlos salvajes y carentes de sentido, muy por el contrario, seres con gran capacidad pero a los que solamente les faltaba ese pequeño detallito tan fundamental: espíritu.

Hasta que un día la intervención divina permite que nazca una nueva familia, la de ADAM, que es a la que pertenecemos actualmente los seres humanos, porque nuestros antepasados fallecieron en aquella tragedia tremenda denominada MABUL (el Diluvio).

En unos días festejamos 5776 años de ADAM, de nuestra especie.
Lo que es un buen momento para evaluar si estamos cumpliendo nuestro rol en la Creación, como seres creados a imagen y semejanza del Padre Celestial (con ética y capacidad de trascender el mundo material); o si estamos solamente siguiendo el ejemplo de los pre-adámicos, gente de barro, que no viven orientados por el espíritu/ética, ni elaborando un sentido trascendente en su existencia.

¿Hemos hecho nuestra parte como especie y como individuos?
¿Estás mejor que antes de comenzar 5775?
¿Tu conducta demuestra tu NESHAMÁ?
¿Eres digno de ti mismo?
¿Qué proyectas y cumplirás para el nuevo año?
¿Cómo nos darás una mano en la práctica para difundir el conocimiento ético/espiritual y ser socios en la construcción de SHALOM?

Éstas y otras preguntas que podrías formularte y responderte para no solamente empezar un nuevo año, sino hacerlo a lo grande, con toda voluntad para disfrutar de las bendiciones.

Te deseo lo mejor a ti y los tuyos, que tengas un excelente año nuevo universal.

Bajo el descontrol

Ese desorden mental está ahí para ocultar algo.
Entre ese barullo hay dos cosas que se pierden:

  • la voz de la NESHAMÁ, tu conciencia espiritual con su llamado ético; y
  • lo que te avergüenza y tratas de esconder con el relajo.

Haz un plan para aquietar el ruido, para silenciar el griterío, para poner orden en tu casa.
Aprende a meditar, a llenar de paz tu mente, a detectar lo que debe ser eliminado de aquello que debe ser rescatado del olvido.

Es parte de tu tarea diaria, pero especialmente en estas fechas previas a ROSH HASHANÁ, el año nuevo universal.

Señor del tiempo

"Entonces dijo Elokim: ‘Haya lumbreras en la bóveda del cielo para distinguir el día de la noche, para servir de señales, para las estaciones y para los días y los años.
Así sirvan de lumbreras para que alumbren la tierra desde la bóveda del cielo.’ Y fue así.
E hizo Elokim las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para dominar en el día, y la lumbrera menor para dominar en la noche. Hizo también las estrellas.
Elokim las puso en la bóveda del cielo para alumbrar sobre la tierra, para dominar en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Elokim que esto era bueno.
Y fue la tarde y fue la mañana del cuarto día."
(Bereshit / Génesis 1:14-19)

PROBLEMA
El hombre primitivo no tenía conciencia del tiempo, ¿o sí?
¿Festejaba cumpleaños?
¿Hacía rituales colectivos o familiares en determinadas fechas?
¿Contaba los días para salir de vacaciones?
¿Medía las horas para saber cuánto exigir como salario o jornal trabajado?
¿Tenía un día semanal especial, diferente al resto de los otros?
¿Diferenciaba entre días, semanas, meses, años?
Y si tenía/hacía algo de todo esto, ¿de dónde tomó la idea?

Además, ¿qué nos importa saberlo o imaginarlo? ¿Nos cambia en algo? ¿Nos aporta a llevar una mejor vida?

SOL – SHEMESH
Desaparecía esa cosa misterioso que proveía luz y calor. Se llenaba de sombras, miedo, susurros, sigilo, aullidos, terror, oscuridad, muerte, frío, silencio, nada…
Había que arrimarse a los demás para encontrar un poco de calor, algo de cobijo, sentirse un poquito menos inseguros, desafiar el destino que los atormentaba. Y así como se había marchado, regresaba, y con esa luminaria volvía la luz, el calor, el atreverse a salir, inspeccionar el entorno, reconocer los peligros con menos dificultades, separarse un poquito de la manada. Hasta que nuevamente sombras, frio y todo lo otro tan temido.
De alguna forma asoció esa bola misteriosa allá arriba con que es mañana, y cuando la bola desaparece es noche.
¿Cuántos milenios de seres parecidos al hombre se precisó para establecer tal afinidad? ¡Cómo voy a saberlo!
Ni me imagino tampoco cuando se les ocurrió la genial idea de convertir a la tarde/noche (EREV) y la mañana (BOKER) en una unidad a la cual llamar IEMAMÁ o IOM (en hebreo = día, jornada).
(Ver: http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/haz-la-luz)
¿Tal vez porque entendió que su vida estaba en caos pero tenía el poder para organizarlo y vivir con menos tensión? ¿Porque se podía pasar de dificultades a calma? ¿Porque después de la tormenta viene el silencio? ¿Porque al ir ahuyentando un poquito la ignorancia se obtiene cierta seguridad? (Ver: http://serjudio.com/exclusivo/respuestas-a-preguntas/resp-4170-la-creacion). ¡Qué sé yo!

En algún punto de su evolución llegó a poseer el día, una unidad compuesta de dos “opuestos”, ¿sumaba días o simplemente reconocía que pasaba una jornada y comenzaba otra? ¿Era otra la jornada que comenzaba o era la misma que se repetía? ¿Entiendes la pregunta?
¿Da lo mismo vivir en una sucesión de días solamente conectados por estar uno detrás del otro, a vivir en lo mismo pero que se repite de manera un tanto diferente?
¿Es lo mismo tener una cadena de jornadas superficialmente conectadas, a acumular jornadas unidas profundamente entre sí?
¿Sumaba días o los iba restando?
Si los sumaba, ¿con qué finalidad?
¿Asociaba la aparición de arrugas, abdomen y senos fláccidos, pérdida de dentadura y pelos, mayor debilidad, etc., con la “edad” (días acumulados)?
¿Tenía noción el hombre (o prehombre) del paso del tiempo?

Y, ¿cuándo comenzaba la jornada? ¿Al caer el sol? ¿Al verse las estrellas? ¿Al aparecer nuevamente? ¿Al estar en su máxima altura? ¿Al estar en su mínima altura? ¿Cuándo y por qué?
Y, ¿dónde estaba el sol cuando no estaba a la vista? ¿Bajaba o subía? ¿Moría y renacía? ¿Era el mismo sol o era otro cada día? ¿Qué fuerza misteriosa lo movía? ¿Qué fuerza poderosa lo mantenía colgado del cielo?
¿Será que al ver el sol y sentir su poder experimentaban con sus cuerpos la necesidad de creer en Dios?
¿No bastaba la vocecita de su neshamá –espíritu- para alertarles de la presencia del Eterno, o con creencias fantásticas a partir de preguntas sorprendentes de la naturaleza recurrían a buscarLo sin saber de Él conscientemente?
¿Es casualidad que en tantas regiones y épocas el sol, así como astros, hubieran sido adorados como deidades?
Aparte de Avraham, ¿hubo algún otro antiguo que descubrió al Eterno a través de preguntarse cosas que le fascinaban de la naturaleza y eran explicadas fantásticamente por sus culturas?

¿Cuánto tardaron en idear rituales relacionados con el nacimiento y muerte del sol?
¿Cuánto en rendir homenajes al amanecer así como plañideros ruegos al anochecer?
¿Cuáles supersticiones brotaron del terror de la noche y del anhelo por mantener algo del poderoso sol al servicio personal?
¿Qué tan difícil fue para ellos asociar la oscuridad con el mal y la luz con el bien?
¿Les costó mucho esfuerzo imaginativo vincular al fuego con el sol, y hacerlo su hijo, su representante, su manifestación en la tierra?
¿Qué se preserva de aquellas fantásticas creaciones en nuestras épocas tan modernas?

Como el tiempo existe porque hay espacio, o el espacio porque hay tiempo, o ambos al unísono, no es sorprendente que tengamos en hebreo dos puntos cardinales basados en el aparente desplazamiento del sol.
MIZRAJ (Este) porque de allí zaraj –asciende- el sol y MAARAV (Oeste) porque allí se empieza a le-arvev el sol con la oscuridad.

El hombre al ver y atender a su entorno descubrió que la naturaleza sufría cambios, de los cuales él dependía para sobrevivir. Que había mucho frío, que lluvia, que calor ardiente, que seca, que algunas especies desaparecían del mapa para retornar luego, que las crías de ciertos animales pululaban, que la vegetación estaba verde o aparentaba morir para renacer, que no siempre estaban a disposición tales y cuales frutos, que… cambios y más cambios, dudas, temores, incertidumbre.
A alguien se le antojó que tal vez se podía asociar, de alguna manera, la cuenta de las jornadas con esos cambios. Por ahí se percataron que los cambios tenían como cierto patrón, o que quizás no eran producto del azar, sino que existía alguna especie de organización, de orden. ¡Cómo puedo saberlo! El hecho es que se tomaron la molestia de contar cuantos días, aproximadamente supongo, había entre los comienzos del calor y los comienzos del frío, o de la lluvia y la seca, o de que tal especie produjera frutos, o… lo que sea que les llamó la atención y movió a asociarlo con la suma de días.
Este prematuro experimento científico probablemente sufrió de percances, tales como veranillos en medio de la temporada de frío, sequías prolongadas, pestes que modificaran el ritmo de maduración de las especies, etc.; pero igual… ¿tenían algo mejor que hacer que seguir intentando descubrir el misterioso patrón cíclico que estaba manejando el universo? Así, un buen día encontraron que había unos 180 soles de frío y otros tantos de calores. Días más, días menos.
Presumo que muchos siglos más tarde a alguno se le ocurrió llamar a una temporada KAITZ (verano) y a la otra STAV o JOREF (invierno), o tal vez con otros nombres pero que servían para etiquetar esos períodos que se oponían. Hasta que un buen día otro genio ideó asociar los dos opuestos en un unidad, como mucho antes alguien hizo con el día/noche. Así surgió algo parecido al concepto de SHANÁ (año).

Shaná, que se asocia lingüísticamente con los verbos cambiar, transformar, pero también con repetir.
Se dieron cuenta que había cambios y que había repetición.
Caos y orden.
Una temporada de claridad y luz, otra de temores, desesperación, oscuridad. Como el día/noche pero en grande.
La unidad menor formada por opuestos: la jornada; la unidad mayor formada por los opuestos: el año.
Se repite indefinidamente, se cambia indefinidamente.

Con tantos siglos, o milenios, de observación de su entorno y de las señales celestiales, estas buenas personas (¿o prehombres?) percibieron que el sol hacía extrañas danzas en el cielo, y que había un punto que se alcanzaba un punto máximo/mínimo una sola vez en el año, y otro similar en la fecha opuesta. Lo que nosotros denominamos equinoccios. Coincidía de manera “mágica” con el cambio de estación. Entonces, no era una fecha casual, algo realmente poderoso debía estar ocurriendo. ¿Qué? ¿Cómo saberlo? Pero si no se sabe, ¡se inventa! Ellos idearon diferentes respuestas entre las cuales, seguramente que motivados por la supervivencia, o tal vez la comodidad, o tal vez por alguna reciente creencia religiosa, encontraron oportuno marcar allí el fin/comienzo del año.
Pero, ¿cuándo comenzar el año? ¿Al terminar el calor y empezar el frío? ¿Al revés? Luego percibieron que el sol tenía otros dos puntos “mágicos”, los que nosotros conocemos como solsticios, los cuales no se usarían para marcar fin/principio de año, pero sí para eventos religiosos, de los cuales no trataremos específicamente.
A todo esto, ¿para qué les serviría tener esta nueva noción en su diccionario? ¿Serían más ricos, felices, sanos, por tomar en cuenta el principio del año?

Principio, que es RESHIT, de donde proviene ROSH (cabeza).
Tuvieron a disposición dos ROSH (rashei, en plural) haSHANÁ: al empezar la época de frío/lluvias (alrededor de lo que conocemos como Setiembre), o la de calor/seca (Marzo); más o menos en las fechas de los equinoccios correspondientes.
Hubo quienes priorizaron una ocasión por sobre la otra, por motivos de supervivencia, seguridad, comodidad, creencias, imposición… ¡cómo saberlo!
Así, en pocos kilómetros hubo grupos festejando o deplorando su propio ROSH haSHANÁ, sea en Setiembre, sea en Marzo.
Sí, festejando, si lo sentían como una oportunidad de celebración de esperanza, de renovación, de vida.
Sí, deplorando, si lo sentían como angustia, desesperanza, agotamiento, muerte.
Unos grupos atándose a deidades que representaban la luz, otros esclavizándose a los de la oscuridad. Cada quien se maneja como puede y le dejan en lo que respecta a sus propios sentimientos de impotencia y lo que emana desde el EGO.

Podemos entender con cierta facilidad el querer unirse a dioses de alegría, que llenen de optimismo. No voy a detenerme a explicar sobre ello.
Pero, ¿qué llevaría a la gente, a individuos o grupos, a querer adorar deidades de la oscuridad, a celebrar el cumpleaños de la deidad o su fecha magna al comenzar el invierno?
Una posible respuesta: apaciguar al dios tremendo.
Yo, miserable hombre impotente, me mortifico para que el dios poderoso no me castigue. Yo me lesiono y privo de satisfacciones, para preservarme del castigo que el dios estricto pudiera querer enviarme. Yo me disminuyo aún más de lo poco que me siento, con tal de que el dios no me persiga para humillarme. Porque así soy yo quien controla el daño, y me cuido de que el dios me haga algo inmensamente más terrible. ¿Se entiende la perversa formula que se esconde aquí?
Otra opción podría ser, adoro a un dios espantoso para que se apiade de mí. ¿Parecen ideas muy estrafalarias? ¿En serio? Pues… ¡de ellas está plagada la humanidad de todas las épocas!

De acuerdo a la tradición judía, en el principio del mes de TISRHEI (setiembre/octubre) se celebra el aniversario de la humanidad. Es nuestro cumpleaños. Es también el aniversario de la primera vez que alguien (ADAM) en la tierra reconoció la existencia de Dios y lo proclamó soberano del universo.
Dice la Tradición que el mes de NISÁN (marzo/abril) es el cumpleaños de la nación judía, la cual además de saber que Dios existe reconoció y difundió que Él actúa en la realidad, de manera evidente u oculta.

La Torá marca a Nisán como el primer JODESH (mes) para el pueblo judío, pues allí da inicio el año hebreo.
NO ES en TISHREI, que según la Torá es el mes séptimo.
Por ello, la festividad de Rosh haShaná, que vulgarmente se llama “año nuevo judío o hebreo”, en realidad debiera denominarse “año nuevo universal o humano”, porque celebra el nacimiento del hombre y no el del pueblo judío o de algún dignatario particular del pueblo hebreo.
Siendo así, ¿por qué está tan extendida la creencia de que en Tishrei es el año nuevo judío? ¿Por qué los propios judíos lo celebramos como año nuevo y dejamos de lado el reconocimiento de Nisán? (Ver: http://serjudio.com/rap851_900/rap853.htm).

Interesante es notar, también, que la Torá pauta dos motivos para que la nación judía celebre el día especial, Shabbat.
Uno es el recuerdo por la Creación, el otro es el recuerdo que Dios liberó a los judíos de Egipto.
¿Cuál crees que tiene más impacto en la memoria colectiva del pueblo judío? ¿Por qué?
¿Cómo cambia profundamente el sentido de Shabbat si es a causa de la Creación a que si es a causa de que Dios ME sacó de la esclavitud en Egipto?

Hablando de Shabbat, ¡aún no sabemos el origen de las semanas ni de los meses!
Creo que tenemos que levantar la vista al cielo nuevamente para encontrar algunas respuestas.

LUNA – IAREAJ, LEVANÁ
Ahí había otro cuerpo, o ser, o dios, o algo que se movía.
A diferencia del otro no daba tanta luz, y seguramente que no hacía variar la temperatura.
Pero además, tenía una extraña conducta. A veces estaba en plenitud, a veces desaparecía por un rato, a veces creía y otras se achicaba. Cambiaba de forma, no solamente aparecía en el día o en la noche. En resumen, algo extraño, como impredecible. O quizás no fuera su culpa, sino algún ente maligno que le hiciese daño. ¿Cómo saberlo? ¡Ni que hablar de los eclipses!
Algún genio, como los anteriores mencionados, comenzó a percibir cierto patrón, no tan irregular finalmente. Dado que el otro genio ya habían inventado los días y su cuenta, entonces se tomó la molestia de ir contando la cantidad de días entre una forma de la luna y su reaparición. ¿Qué descubrió? Pues, que había siete días entre un cambio y otro, veintiocho días en que otra vez estuviera nueva o llena o creciente o menguante.
En resumen, a alguien le apeteció idear dos nuevas mediciones de tiempo, para formar conjuntos con esos días sueltos (o encadenados que hablamos antes): la SHAVUA (semana), llamada así por tener SHEVA (siete) días; el JODESH (mes), por traer una renovación (jadash). Al mes también se le dice IERAJ, porque deriva de IAREAJ.

Por supuesto que si somos precisos, descubrimos pronto que cada fase lunar no dura siete días, sino que a estos les debemos sumar unas nueve horas. Por tanto, realmente el mes no dura veintiocho días, sino 29,5 aproximadamente.
Es por esto que el calendario hebreo tiene meses de 29 y otros de 30 días, para que de esa forma se pueda mantener un cierto orden, aunque las semanas sean estrictamente de siete días.
Recordemos que el calendario hebreo es luni-solar y requiere de complejas matemáticas y conocimientos varios para su determinación exacta. Afortunadamente contamos con el software que nos aligera la carga.

De buenas a primeras pareciera que el amontonamiento de días para formar semanas y éstas para formar meses no tuviera ningún sentido. ¿Qué nos cambia saber si afuera hay luna en tal o cual fase? No es lo mismo que el cambio de estaciones, o si hay luz o tinieblas. Simplemente, ¿de qué nos sirve estar pendientes de la luna?
Pero, como en el hombre hay algo más que la dimensión física, algo motivó al hombre a prestar atención a estas modificaciones y a marcarlas de manera especial. Luego a originar rituales y todo tipo de creencias en torno a ellas. Porque, supongo que no es novedad para ti que el hombre también adoró a la luna y los cultos lunares se continúan camuflados incluso hasta nuestros tan modernosos días libres de prejuicios. ¿Cómo dices? ¿Que no conoces cultos lunares actuales? Te mencionaré uno, tú busca otros si te interesa: la reina o diosa del cielo (Isis, Astarté o Ashtarot, etc.), que por estos barrios alguno la llaman “virgen María”… ¿te suena?

CONCLUSIÓN
Estamos a escasas tres semanas de un nuevo Rosh haShaná, el que celebramos a principio de Tishrei, con sus tradicionales llamados a la reflexión, tzedaká, teshuvá, tefilá, crecimiento personal.
¿Hemos aprendido algo con este texto que he compartido hoy contigo?

El amo del tiempo

El futuro aparece en la mente de muchos como una ocasión de angustias, de incertidumbre, de dudas, de miedos, de pavores.
¿Será padre? ¿Seré buen padre? ¿Tendré trabajo? ¿Mis hijos me sobrevivirán? ¿Sufriré? ¿Sufriré al morir? ¿Moriré joven? ¿Enfermaré? ¿Tendré amigos? ¿Me irá bien? Cualquier pregunta que desde lo emocional o desde lo filosófico se pueda plantear, se planteará.
El misterio de lo no existente nos reclama, nos llama, nos atrapa para hacernos zozobrar y perder la senda que estamos recorriendo ahora.
De tanto girar y girar alrededor de lo imposible, marchitamos lo posible.
Las energías se escurren tratando de atrapar la arena o agua con nuestras manos, queriendo detener lo que ni siquiera tiene movimiento.
Peleamos con un palo en contra de la oscuridad, (cuando sería más fácil y provechoso prender la luz, ¿no?), y en eso se pierde el tiempo, el presente, la única vida que tenemos que es aquí y ahora.

Entonces, se quiere de alguna forma respuestas, algo que rasguñe esa cortina del tiempo y que nos deje vislumbrar jirones de otro tiempo, de lo que vendrá.
Como si de esa forma se pudiera obtener un elixir en contra de la inseguridad.

Si el pasado nos puede colmar de sentimiento de culpa, de rencores, de vergüenza, de negación, es el futuro (lo que imaginamos de él) lo que nos ahoga con miedo.
Nos aprieta en impotencia.

Queremos quitarnos de encima ese amargo malestar, esa imposibilidad honda, esa inutilidad.
En vez de ir construyendo el futuro con decisiones y trabajo, rasqueteamos la oscuridad para esperar pasivamente y sin hacer nada realmente provechoso.
Queremos, de alguna forma, dominar aquello que no es dominable, controlar lo que no se puede controlar, lo que quizás no existe.
Porque, ¿el futuro existe en el presente?
Y si de alguna extraña manera pudiera ser que el tiempo es una sincronía que aparenta continuidad, ¿habría modo de saltar al futuro para regresar, o abrir una ventana para echar una mirada allí?
Supongamos que se eso pudiera ocurrir, sea con ciencia, sea con “magia”, ¿tendríamos mayor poder sobre nuestra vida? ¿Dominaríamos nuestros terrores? ¿Seríamos más felices? ¿Encontraríamos la manera de construir un sentido trascendente a nuestra existencia?

No saber el futuro, no saber siquiera si hay algún futuro para nosotros (quizás al terminar de leer esta palabra nos sorprenda la muerte), no saber…
Sufrir por ello, estar estremecido por miedos y extraños pensamientos, debilitarse, no avanzar, no construir, simplemente estar sin estar.

Quizás el remedio para mitigar la pena esté en manejarnos con la idea segura y clara de que solamente tenemos este aquí y ahora, no otro tiempo, no otra vida, no una vida descarnada luego de la muerte, no una vida en otro cuerpo tras una creída resurrección, sin magia, sin saltos cuánticos, solamente con este tiempo y lugar.
Quizás hay una vida en un mundo espiritual luego de la muerte terrenal, esa es la creencia de muchas religiones y una básica en el judaísmo. Pero no tenemos evidencia material, no hay pruebas aunque se presenten relatos, anécdotas y citas de personas más o menos célebres.
Quizás haya reencarnación, tal como está de moda creer e incluso algunos ilustres sabios profesan. No lo sabemos y todo aquello que presentan como evidencias, son mitos, cuentos o cuestiones que pueden tener explicaciones alternativas mucho más sencillas y probables.
Lo cierto, es que nada de esto es demostrable. Reside en la creencia y ésta a su vez en la inestable fe.
Quizás esto y quizás aquello, pero la única certeza (al menos por ahora) es que el único tiempo es ese fugaz presente que tienes ahora, aquí.

Puedes aprovecharlo para disfrutar de lo permitido, mejorarte como persona, ayudar a tu prójimo, construir shalom, elaborar un posible futuro con mejores perspectivas.
O puedes no aprovecharlo, porque esperas que el futuro se haga presente como un destino fatal, como un acontecimiento que sucede sin que tú intervengas, como esa sombra misteriosa que cuando nos alcanza ya no es más futuro sino presente.

Yo prefiero escoger lo que representa la vida, que es el aquí y ahora, todo dentro de lo permitido.
Porque es la manera más eficiente y positiva de elaborar un posible mejor futuro.
Pero, ni siquiera con los mejores ladrillos podemos tener la certeza completa de que tendremos un futuro, siquiera alguno breve, y que esté será radiante y pleno.
Recuerda que no lo dominamos y cuanto más pretendemos controlarlo, más nos hundimos en sentimiento de impotencia, más nos duele, más tropezamos sin atinar a levantarnos.

Así pues, haz algo de bendición para tu vida y la de quienes te rodean.
No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy.
Es bien cierto que en pocos días dará comienzo otro año universal (el que comúnmente llamamos año hebreo o judío), el 5774, y por ello se llenan las personas de buenos deseos, salutaciones, rituales, promesas, balances, etc. que en gran medida quedan en el cajón de los olvidos antes de llegar a las dos semanas del año.
Porque se toman fechas importantes para el ritual, el encuentro, la mímica de acción, y dejar todo como está, en la impotencia, en el afán de controlar aquello que es incontrolable.

¿Qué harás tú, mi amigo?

Hermanos, juntos en armonía

"[Canto de ascenso gradual. De David] ¡He aquí, cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía!
Es como el buen aceite sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras.
Es como el rocío del Hermón que desciende sobre los montes de Tzión [Sion]; porque allá enviará el Eterno bendición y vida eterna."
(Tehilim / Salmos 133:1-3)

Los “hermanos” pueden ser literalmente hermanos.
También se interpreta como los judíos entre sí, pues son todos descendientes de los mismos patriarcas.
Algunos lo ven como una alusión directa a la relación entre Moshé y Aarón; entre ellos no había competencias sino complementación.
Otros comprenden que refiere a los momento de comunión entre los judíos, cuando se construye shalom, y por tanto hay sintonía con el Eterno.
Otros visualizan aquí una referencia a las cinco dimensiones del ser humano, todos ellos son “hermanos”, que juntos forman a la familia (la persona).
Cualquiera sea la idea, el mensaje es claro y preciso: donde los que son allegados viven en armonía, el resultado es el bien y la delicia.
¿Quieres disfrutar?
Entonces presta oídos a estas sencillas y breves palabras.

Ellas tienen la “magia” del óleo de unción al momento de ungir al Sumo Sacerdote.
Como la fresca y necesaria humedad que vitaliza la vida.
Son un “secreto” para llevar una vida de gozo y plenitud.

La unidad entre allegados es el recipiente idóneo para recibir la bendición de lo Alto, así como la vida eterna.
Puede llover sobre tu cabeza mil y una bendición, pero si no hay paz en ti, no podrás disfrutarla.
Tus cuentas bancarias pueden estar repletas de dinero, pero si te falta la armonía, igualmente eres pobre.
Te rodean cientos de “amigos”, que pretenden tu poder, fama, riqueza, prestigio, pero estás solo y sin que a nadie le importes si no construyes shalom.
Podrás ser profundamente religioso, llenarte de rituales y palabras muy bellas, seguir al pie de la letra cada ley y costumbre con el comentario al margen incluido, pero si careces de armonía multidimensional, te falta todo.

Es un mensaje poderoso para todos los días, para cuando tengas oídos, mente y corazón para aceptarlo.
Pero es particularmente necesario en estas fechas, los días previos al Iom haDin, cuando debemos irnos preparando de manera multidimensional para rectificarnos y crecer en verdad.

Aprovecha el momento para hacer la paz contigo mismo, así podrás extenderla con tu prójimo, y afinarte para ser el mejor receptáculo para la bendición que te trae todo lo bueno.
No depende de Dios, ni de ángeles, ni de rabinos, ni de nadie, solamente de ti.

¿Cómo hacerlo?
¿Cómo perdonar, arrepentirse, hacer lo correcto, vivir una vida de sentido, cómo?
¿Cómo aterrizar estas bellas palabras, teoría, que flotan en el alto monte Jermón de las ideas inspiradas, aquí en el llano, en donde vivimos de manera cotidiana?
¿Cómo hacer para estar en paz con uno mismo, para poder estarlo con el que vive a nuestro lado?
¿Cuál es el secreto?