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No temas

De esas cosas seudo espirituales que la gente difunde por Facebook y similares, y que no tienen empacho en usar la voz DIOS, como si supieran de qué o quién están hablando, y por ello ya ameritan que la gente responda “amén”, “alelusha”, “alabado sea el dios de moda”, “BH hermana”, “Chalón chaverín” y cosas por el estilo.

“No temas al tiempo, nadie es eterno…
No temas a las heridas, te hacen más fuerte…
No temas al llanto, te limpia el alma…
No temas a los retos, te hacen más ágil…
No temas equivocarte, te hace más sábio…
y no le temas a la soledad, Dios está contigo siempre.”

Lo copie tal cual, con las faltas incluidas.

No sé el motivo ni la finalidad, pero unas humildes reflexiones de mi parte.

Temer, no hay que temer a nada.
Pero, el temor surge forma espontánea y natural.
Es totalmente normal.
Es una reacción típica ante cualquier cosa que nos produce expectación de impotencia.
Ordenar a alguien que “no tengas miedo”, es como decirle “no dilates tu pupila cuando la luz impacte tu ojo”.
El miedo se siente, punto.
Qué hacemos con el miedo, esa es la gran cuestión.
Y luego, cómo hacemos para mitigar sus efectos, así como el nivel en que nos puede afectar.
Pero, obviamente, el miedo siempre estará, en tanto estemos vivos y con algo de conciencia de nuestro entorno.

Yo no sé si le temo al tiempo.
Es algo que ni siquiera me planteo.
Hasta donde conozco, y es bastante poco lo confieso, el tiempo es una función del espacio y del movimiento.
En tanto hay espacio y movimiento, hay tiempo.
No depende de mi voluntad, ni de tu deseo.
Ni siquiera el tiempo es fijo, ya que como “profetizó” don Einstein, el tiempo es relativo a la velocidad en la cual nos estemos moviendo (lo cual en modo alguno quiere decir el disparate aquel de “todo es relativo”).
Si me equivoco en conceptos de física, por favor acepto ser corregido.
Así que, yo en lo personal creo que no, definitivamente no le temo al tiempo.
Lo que sí puede angustiarme, quizás y tal vez, es cómo vaya a envejecer, la manera en que mi cuerpo se desgaste, las funciones que pueda ir perdiendo. Digamos, al deterioro, la enfermedad, los achaques, la impotencia que implica ser humano.
El no haber aprovechado el irrecuperable tiempo, también.
Entonces, más que obligarme a no temer, mejor me pongo en campaña para hacer que mi vida tenga sentido, y cuando eventualmente mi cuerpo marche diferente/peor, ya veremos entonces cómo me arreglo. Mientras tanto, a cuidarme, comer saludable, descansar, hacer ejercicio, controlar las variables que están más o menos al alcance dominar, fomentar relaciones sociales, construir SHALOM a cada momento.
Parece buen prospecto, en lugar de meramente ordenarme no temer al tiempo, y además dar como excusa “nadie es eterno”.
Porque, este… hmmm… ¡sí somos eternos!
Nuestra NESHAMÁ, que es lo más auténtico que somos, es eterna. No perece con la muerte en este mundo, ni tampoco desecha las buenas  memorias de esta vida.
Entonces, mejor lleno mi valija de eternidad con recuerdos que ameriten ser nombrados así.
Es decir, nuevamente: ¡Construir SHALOM aquí y ahora!
Sí, ciertamente esto me suena mucho más verídico, profundo, trascendente y espiritual que la somnífera, cursi y atrevida “No temas al tiempo, nadie es eterno”.

Yo sí sé absolutamente que no quiero heridas, de ninguna clase.
De hecho, Dios me ha ordenado que me cuide mucho, en todas mis dimensiones de existencia, y que no provoque daños innecesarios a mi organismo.
Y, hasta donde sé, las heridas no fortalecen a nadie; cuando cicatrizan, y si es que lo hacen, el daño ya está causado. No es lo mismo una piel marcada por una cicatriz, a una tersa y sin fracturas. Algo parecido, supongo, ocurre con los huesos. ¡Y qué decir cuando las heridas son a nivel emocional!
Si ando errado, por favor en mis suposiciones que algún médico me corrija, será bienvenido.
No, la verdad que no supongo que las heridas me ayudarán en algo a crecer; más bien, todo lo contrario. Me dejarán de lado en mi entrenamiento por un cierto tiempo, ese que decidí aprovechar a full. Me dolerán. Y hasta incluso lleguen a dejarme incapacitado, o disminuido.
Sí, prefiero evitar al máximo las heridas.
Claro que para aprender a andar en bici, o a patinar, dicen que hay que caerse, para levantarse y así aprender. Cierto, probablemente funciona porque uno adquiere cierta confianza. Sé que si me caigo, me duele, me avergüenzo, pero tengo el poder de levantarme y seguir para adelante. A eso le dicen los inteligentes actuales “resiliencia”. Y me encanta la idea.
Igualmente, prefiero eludir las heridas, si me dan la opción para elegir. Prometo tratar de agarrar confianza a través del compromiso, de la responsabilidad, de enfocarme en la tarea, de disfrutar de hacer lo que estoy haciendo sin entorpecerme con creencias de heridas fortalecedores o catástrofes redentoras.
¿Puedo?
¡Gracias!

¿Temer al llanto? ¡Cada cosa hay que escuchar hoy día!
Para algunas culturas se ha vedado el llanto para los hombres, como si fuera signo de debilidad. ¡Cosa contraria a la razón! Pero bueno, así es como funciona el EGO a cargo de manipular con tal de obtener apariencia de poder.
El llanto tiene su utilidad, pero seguramente no la de limpiar el alma.
El alma no se limpia, tampoco se ensucia, porque el alma es la manera antigua de denominar la energía que nos permite realizar los procesos biológicos que sostienen la vida.
Así pues, alma es energía vital.
Seguramente que no se obtiene una energía más poderosa a través de las lágrimas, sino con ejercicio, nutrición adecuada, descanso reparador, seguridad y todo aquello que provea al organismo para su sustento y estabilidad.
Pero, el llanto sí puede servir, a veces, como mecanismo para disminuir presiones emocionales; pero solo a veces. Porque, el llanto es usado perversamente, como mecanismo de manipulación, y no precisamente para estar menos congestionado emocionalmente.
Entonces, temer al llanto… ¡seguro que no! Pero absolutamente ser precavido para no usarlo para manosear relaciones interpersonales, ni ser usado abusivamente con la excusa de “he llorado” o “me haces llorar”.

¿Los retos hacen más ágil?
¿Ágil?
Yo pienso que cuando uno se esfuerza, y a través del esfuerzo se supera algún obstáculo, es entonces que uno obtiene mayor fuerza, poder, control, confianza, y por ahí tal vez también agilidad. Pero no creo que sea la primera ni más importante opción.
Si me caigo de la bici, pero me levanto, me vuelvo a subir y comienzo a pedalear, no he ganado en agilidad, ni creo haber bajado dos gramos de mi eterna pancita; pero seguramente he obtenido un certificado interior de autoconfianza. Siento que a pesar de la caída, es posible levantarse y avanzar cada vez con mayor seguridad.
Entonces, bienvenido sea el reto, pero cuando estamos preparados para atravesarlo, aunque sea con dificultades; porque, sin preparación y con tan solo buena voluntad es como se termina fracasando estrepitosamente, provocando mayores traumas, impidiendo el crecimiento. Como el que tiene lesionado un músculo de la pierna y pone toda la buena onda para seguir corriendo, lastimando más gravemente su carne de esa forma. Tal vez llegue a la meta, pero será solamente esa vez; puesto que el cuerpo se negará a continuar en esa tortura sin sentido. Claro, se podrá decir que emocionalmente se ha vencido un tremendo reto, que se cruzo la línea de llegada a pesar del padecimiento infernal del músculo destrozado; ¿y cuál es la ganancia de ello? Cuando nos topamos con muros reales, contra los cuales no tenemos modos para cruzarlos, lo sabio no resulta seguir rompiéndose la cabeza una y otra vez, sino parar y analizar las opciones apropiadas y acordes, para entonces ponerlas en práctica.
En resumen, el reto en sí mismo es una oportunidad para evaluar si estamos en condiciones de hacer algo o no.
Si no tenemos un trabajo interno previo, de confianza, de autovaloración, podremos seguir enfrentándonos como necios al reto una y otra vez, que seguramente no llegaremos a superarlo, pero sí a sumergirnos más y más en impotencia y dolor.

Por supuesto que hay que tener cuidado para no equivocarse, porque los errores pueden ser terribles, incluso provocar la muerte o daños incluso mayores.
No, no se aprende de los errores.
Porque si ese dicho superficial y mentiroso fuera cierto, no tropezaríamos más de una vez con la misma piedra. Estaríamos en un paraíso terrenal, pero es evidente que no lo estamos.
La sabiduría no proviene del error.
Por supuesto que en el camino al conocimiento (que no es lo mismo que sabiduría), habrá tropezones, contratiempos, desvíos, malos entendidos, aburrimiento, falta de cordura, todo lo que afecta el entendimiento y nubla la razón. Lo sabio no está en no temer al error, sino en advertirlo, reconocerlo, y a pesar de él recuperarse para volver a una senda de mejoramiento y crecimiento.
Si llegamos al conocimiento sin errores, qué bueno que así sea, pero no es lo habitual en el humano.
Entonces, para ser sabio debemos estudiar de los que supieron y compartieron, o saben y comparten.
Si queremos conocimiento, debemos estudiar lo que acontece, analizar, evaluar, razonar, preguntar, investigar, descubrir, repasar, reparar, corregir, volver a investigar, en un proceso casi sin fin.
Si queremos entender, debemos suspender el prejuicio, dejarnos llevar mentalmente por los postulados que se nos presentan, sin aferrarnos a ninguno, hasta que encontremos la respuesta que congenia a la situación expuesta.

Aunque es cierto que Dios es una presencia constante, eso no evita que tengamos necesidad de contacto con otras personas. Es parte de nuestra naturaleza, así nos diseñó ese mismo Dios.
Somos seres construidos por lo social, y que lo construimos.
Por tanto, aquel que padece la soledad, no tiene que avergonzarse, ni tampoco fantasear que por estar Dios presente está pecando por sentirse solo.
La compañía de Dios no sirve, ni vale, para desplazar la compañía de otras personas.
Entonces, obviamente que no hay que temer a la soledad, pero tampoco negarla con la presunta frase espiritual (que es solamente un malabarismo religioso): “Dios está contigo”.

E n resumidas cuentas, se nos plantea un absurdo tras el otro.
Un manual de autoayuda reducido, que más que ayudar embota y enferma.
Con la apariencia de espiritualidad y sabiduría, simplemente nos dan recetas de cocina que no tienen valor.

Eso sí, ponen de manifiesto alguna de las impotencias que nos suelen aquejar:
a la muerte, a la decrepitud, a la enfermedad, a la lesión, a la debilidad, a la contrariedad, al error, a la locura, a la ignorancia, a la soledad, al dolor.
Impotencia.
Pero, la respuesta mágica que brindan, son solamente trampas del EGO, para seguir atrapados en las redes de la impotencia, negando la realidad, ignorando el camino verdaderamente espiritual y de vida plena.
No dan la clave de construir SHALOM, por medio de acciones de bondad y justicia.
Sino solamente la habitual droga de las religiones y otras manifestaciones del EGO.

¿Yo tengo fe?

Nacemos tremendamente necesitados y en casi total impotencia. Por si fuera poco, todo el ambiente y modo de funcionamiento ha variado de un momento al siguiente.
El terror es sentido intensamente y no tenemos como mitigarlo, pues no contamos con elementos de comparación previa, ni un raciocinio que nos ubique en lo pasajero de nuestro malestar, ni palabras que identifiquen lo que nos sucede y nos brinden alguna orientación.
Estamos a merced del espanto y apenas provistos de unas muy básicas y primitivas herramientas para la supervivencia.
Esa pesadilla terrible queda grabada en lo más recóndito de nuestra memoria orgánica, en un lugar inaccesible al lenguaje, sin códigos compartidos socialmente para representarlo y mitigarlo, y por tanto con un poder destructivo inmenso y que apenas puede brota de una u otra forma.

Nuestra forma natural de supervivencia es llamar la atención, por medio del llanto, especialmente del grito, y el pataleo; para así obtener así satisfacción a nuestras necesidades. Si por algún motivo no funciona el llamado, entramos en estado de desconexión con la realidad, como una forma de preservar la energía, y fantasear que estamos protegidos y calmar un poco el terror; para luego volver a sentirlo y reiniciar el alboroto reclamando ser atendido.
Además. tenemos un limitado pero útil repertorio de movimiento reflejos; todo encarado a la misma finalidad, sobrellevar la impotencia y mantenerse con vida.
Es tan maravilloso, en su simpleza. Es espantoso, en su sumisión.
Estas herramientas dependen de porciones profundas de nuestro cerebro, que compartimos con otras especies animales.
Nosotros le hemos dado el nombre de EGO, aunque en las neurociencias este vocablo no tiene cabida.
En la Tradición se le denomina comúnmente como IETZER HARÁ.

Las reacciones nacidas del EGO a la necesidad e impotencia se va repitiendo sucesivamente, creando así por encima del reflejo del instinto también un hábito, una conducta que de tanto repetirse se automatiza.
Entonces, de forma natural nos vamos entrenando para obtener un sorbo de satisfacción, de poder, de seguridad cuando hacemos uso de estas herramientas toscas pero efectivas.
Aprendemos a “controlar la realidad” sin siquiera darnos cuenta.
En verdad, no es más que una ilusión de poder, puesto que es la debilidad que usamos para que alguien con “poder” nos resguarde de nuestros sufrimientos.

De este modo, quedan inscriptos en lugares profundos y míticos de nuestra inconsciencia los patrones de conducta que nos movilizarán y serán también la base sobre la que se sostendrán las creencias por medio de las cuales modelamos nuestra realidad.

En una síntesis muy esquemática:
sentir impotencia –> reacción automática de manipulación –> obtención de cierta satisfacción –> creencia de control.

Pero, podría ser también:
sentir impotencia –> reacción automática de manipulación –> no hay satisfacción –> aumento del sentir impotencia –> reacción automática de manipulación aumentada –> etc.

Cuando crecemos, no varía sustancialmente este cuadro.
Podemos añadir conductas, que son ramificaciones de las herramientas básicas del EGO.
Podemos actuar con mayor uso de la inteligencia, pero si en la base se encuentra el EGO, se repite una y otra vez el modelo infantil, primitivo, que a esta altura ya es enfemizo.

Pero, podemos aprender modos alternativos, que no dependen del EGO, sino de otras fuentes en nuestro interior. Pero, como sobre esto ya hemos trabajado en demasía, ahora seguiremos por otra lado.

Toda religión surge como adhesión sumisa al EGO.
Tal vez de manera difusa la religión sea un camino entreverado y complicado para encontrar al verdadero Uno; pero en su origen y desarrollo podemos afirmar que no hay orientación espiritual en la religión, sino solamente adoración al EGO; el cual es sentido como un salvador milagroso, la fuente misteriosa de vida, la figura mágica que todo lo puede y rescata de la muerte y del dolor. El EGO, quien controla la realidad y mueve los elementos para que se orquesten a satisfacer las necesidades y deseos del siervo del EGO.
Cambia la palabra EGO por el nombre de cualquier dios, y verás que es una descripción fiel de la religión.
Recordemos, ni el judaísmo ni el noajismo son religiones, aunque tristemente muchas personas las vivan como tales, y lleven a sí mismos y a otros a espantosas confusiones. Es que, ser judío y noájida no quiere decir estar libre del influjo del EGO.

Así surge la fe irracional, aquella de creer incluso en absurdos. Como dice el diccionario: “Creencia en algo sin necesidad de que haya sido confirmado por la experiencia o la razón, o demostrado por la ciencia”. (¡Ojo! La voz hebra “emuná”, aunque a veces lo traduzcan fe y lo confundan con ella, ¡no lo es!).
Desde la profunda oscuridad del EGO nace la fe.
Es el deseo de seguridad, de control, de satisfacción, a través de  manipular a la deidad (cualquiera fuera la fuerza sobrenatural).
”Piensa bien y te saldrá bien”, aunque la realidad no se deja manipular por nuestra ridícula pretensión. Entonces, se elaboran excusas, a la cual más malabarista y llamativa, para pretender justificar la evidencia en contra.
“Todo es para bien”, cuando es más que cierto que no todo lo es. Pero, no tardan en hilvanar frases, conminar al apego a la voz de “la autoridad”, para de esa manera adormecer el pensamiento, secuestrar a la mente y dejar la fe absurda como valor central.
Recuerda un dato esencial: el EGO secuestra el intelecto, por tanto, suele haber pintorescas elucubraciones para justificar lo que no tiene razón de ser, ni existencia real. Se arman inmensas catedrales teológicas, filosóficas, de supuesto pensamiento, con la única finalidad de seguir desprovistos de libertad de pensamiento.
Con la fe se recibe un letargo de la conciencia, que alivia momentáneamente el sentimiento de culpa, para luego agravarlo.
La fe entontece, por lo que quita temporalmente el miedo, pero al rato resurge con mayor ferocidad y descontrol.
(Revisa nuevamente la síntesis esquemática que puse más arriba).
Es un falso paliativo, cuando en verdad es la enfermedad y jamás la cura.
Es la bota de plomo, cuando ya estamos sumergidos y ahogados en el océano de impotencia.

La fe, en lugar de madurar el intelecto, la razón, la construcción de SHALOM por medio de acciones de bondad Y justicia, la aceptación, el agradecimiento, el análisis, etc.; la fe mantiene a la persona encerrada en su celdita mental.
La fe no construye conciencia, ni tiende lazos de entendimiento, ni ayuda en la edificación de un paraíso terrenal.
Por el contrario, embota, confunde, destruye.

Ciertamente hay gente llena de fe que actúa con bondad y es justa, pero esto es ¡a pesar de su fe! Si se libraran de la fe, y siguieran limpiando su hogar interno para quitar en la mayor medida de lo posible el mandato del EGO, seguramente que construirían infinitamente mucho más y mejor SHALOM.

Entonces, tengamos firme una simple propuesta, que a la vez es poderosa y nos dará fuerza, bendición y cercanía con el Uno.
Dejemos de pretender que seguimos y sabemos las cosas de Dios, cuando tan solo repetimos las cosas de nuestro EGO, al que endiosamos y llamamos con el nombre del dios de moda.
Abandonemos la pretensión de bailotear en asuntos teológicos, rebuscando en extrañas conjeturas para apaciguar nuestra impotencia y angustia.
Soltemos la droga que nos perturba la conciencia, intentemos conectarnos a nuestra NESHAMÁ y no a nuestras caretas que representan la nada misma.
Desentendámonos de la fe, de la superstición, de las palabrerías y creencias banales; no son dignas de hijos de Dios.
Al Uno no se llega con la convicción en lo que no se ve, ni en adorar cosas muertas o de muerte.

No miremos a otros con superioridad, creyéndonos mejores y libres, cuando probablemente somos esclavos esclavizados de otros esclavos.
Mejor, atendamos con humildad y no desde arriba de un falso pedestal, para crecer y elevarnos junto a otros, no por medio de fe, sino de la verdad y la construcción de SHALOM.

Él mora, y tú sin saberlo

Bereshit / Génesis 5:1
El Eterno tiene Su morada en cada uno de nosotros, los humanos, y no depende de nuestras acciones o voluntad.
Hagamos o dejemos de hacer, pensemos o sintamos, confesemos o guardemos para lo más privado, cualquiera fuera la creencia o la renegación, nada cambia este hecho; puesto que en cero absoluto depende del hombre, solo de Dios.
Una “chispa” de Él nos da la identidad espiritual, nuestra NESHAMÁ divina.
Sin ella, no somos humanos.
Por ser ella, somos descendientes de Adam.
Todos somos hijos de nuestros padres biológicos, pero también de nuestro padre espiritual que es el Eterno.

Zejariá / Zacarías 14:9
Pero, esa residencia del Eterno no es percibida por nosotros, no hay un órgano sensorial disponible (al menos en la actualidad) para detectar y comprobar Su presencia.
Cuando el área de la profecía de nuestro cerebro se active nuevamente, en algún futuro cercano si Dios quiere, en la Era Mesiánica; entonces tendremos una sensación cierta del Eterno; obtendremos en algún grado la revelación de Su Voluntad de manera más o menos directa. Ya nadie podrá dudar de Su existencia y Su relación constante con Su creación, será el momento en que toda boca confesará que “Dios es Uno y Su Nombre Uno”.

Shemot / Éxodo 25:8
Por ahora, y sin recurrir a la inspiración profética, podemos llegar a ser conscientes de ser morada del Eterno cuando vivimos de acuerdo a los mandamientos que Él nos ordena, los Siete de las Naciones para cada uno de los gentiles (no judíos), y los que correspondan de los 613 mandamientos de la Torá para los judíos.

Shemot / Éxodo 29:45-46
No tenemos acceso a sentir a la NESHAMÁ, podemos racionalizarse o tal vez intuirla. Nuestra naturaleza nos impide acceder a captarla, no tenemos ninguna capacidad perceptiva de ella, pero sí estamos constantemente siendo esa NESHAMÁ, que nos nutre, nos orienta, nos da vida eterna. Además de nuestra incapacidad, se añaden las cáscaras y obstáculos a su LUZ, que vamos formando cada vez que nos desviamos del buen camino.
Así mismo, es inconcebible la Divina esencia, absolutamente diferente a todo lo creado, y por tanto fuera de cualquier registro intelectual, imaginativo, asociativo. Él es y el conocimiento de Su ser nos es negado por siempre.
Son grados de ocultamiento: Su esencia fue/es/será impenetrable; Su morada en nosotros, con claridad puede ser sentida por medio de la dote profética (inactiva desde hace unos 2500 años hasta la fecha); Su morada en nosotros, conocida cuando estamos actuando en total armonía con los mandamientos que nos competen; y podemos darnos cuenta de Su poder, amor, sabiduría, presencia atendiendo a Sus obras, así como a las palabras de los verdaderos profetas de antaño, aquellos cuya voz quedó registrada para las generaciones en el TANAJ.

1 Melajim / I Reyes 19:9-13
Al llevar una vida de armonía interna/externa, es decir, de cumplimiento de los mandamientos, encontramos de pronto que no estamos realizando acciones meramente con nuestro cuerpo, es decir rituales vacíos de trascendencia, o que esos actos nacen de un decreto social, o que tienen origen en el intelecto del hombre; sino que de alguna manera percibimos una realidad diferente, cotidiana pero sagrada. Es una presencia permanente, pero silenciada por el bochinche de la vida sin compromiso espiritual (que es el cumplir los mandamientos, y así unificarnos con el Eterno y Sus cosas).
Cuando logramos acallar el bochorno de la falta de espiritualidad, o de su perversión que es la religión; descubrimos un suave murmullo que proviene de la NESHAMÁ.

Es lo que el Eterno quiso que entendiera el profeta Eliahu/Elías, a las afueras de la cueva del monte Sinaí, pero lo que el profeta no consiguió hacer plenamente consciente.

Devarim / Deuteronomio 4:4
Él está con nosotros, en nosotros.
Estamos unidos a Él, sin necesidad de religarnos, porque nada rompe la ligadura brillante con Él.

Ieshaiá / Isaías 1:13-15
Pero contaminamos nuestra vida con acciones que se desvían de la ruta trazada por Él a través de sus mandamientos.
Por ejemplo los seguidores de la idolatría, como la del falso dios y falso mesías en cualquiera de sus versiones, tal como cualquier otro desvarío religioso. O los que asesinan adrede. O los que roban. O los que son infieles a su cónyuge. O los que estafan. O los que corrompen el juicio. O los que se burlan del inocente. O los que ingieren lo prohibido para ellos. O los que se esfuerzan en rituales pero están vacíos de caridad. O los que repiten lemas de textos sagrados pero no los practican en su vida cotidiana. O los que están sumergidos en corrupción. O los que anhelan el mal y lo provocan. O… toda la larga lista de pecados y errores, en cualquiera de sus cuatro grados posibles.
Incluso, o especialmente, aunque estemos llenos de piedad externa, o sinceramente nos creamos santos y consagrados, pero realmente no llevamos a la práctica los mandamientos que nos corresponden.

Irmiá / Jeremías 2:32
Los pecados y errores tienen efectos negativos multinivel, entre otros provocar cáscaras y máscaras que van impidiendo que que Su Luz nos alcance.
Así, faltos de conciencia y entendimiento, podemos imaginar que estamos sin Dios; o que se ha roto nuestro lazo; o que cargamos una culpa colectiva por un supuesto pecado original; o que Él no existe; o quizás nos detesta y abandonó a nuestro destino; o que es una deidad perversa que nos castiga con una Ley imposible de ser cumplida; o quizás que algún fantástico dios dio su vida para nuestra salvación y con ello volvemos por mera fe a ser aceptados por el Padre… ¡todo estas ideas erróneas son producto de la ignorancia de las cosas del Eterno y Sus caminos!
Porque, aunque estemos hasta el tope hundidos en pecados, Él sigue siendo nuestro Padre; puede tener oculto “Su rostro”, pero no nos despoja de nuestro lugar de ser Sus hijos, y como tal mantiene siempre abierta la puerta del retorno, de la TESHUVÁ. Que no implica fe, ni sacrificios sanguinarios, ni adoración teológica, ni piruetas para explicar lo ridículo, ni ceguera de la razón, ni negar nuestras dimensiones, ni aferrarse a figuras de autoridad eclesial, ni nada de lo que habitualmente mercan las religiones para seguir obteniendo poder.Sino, simplemente el camino de la TESHUVÁ, del verdadero retorno a nuestra identidad esencial, que es el regreso a tomar la mayor conciencia posible del Eterno.

Ieshaiá / Isaías 1:16-20
Él aguarda, con paciencia, a que retornemos a la senda.
No por medio del vacío de la fe; ni con extraños sacrificios; ni por medio de rituales y malabares teológicos; nada de esto es lo que Él propone como remedio para el hijo que anda extraviado y debe volver al hogar.
El camino del retorno se llama TESHUVÁ, y está abierto, por lo general, para todos.
No hace falta fe, ni creencias complejas, ni amargar la vida con pensamientos rebuscados y malabares intelectuales.
Simplemente hace falta reconocer nuestra lejanía del camino del bien, decidir abandonar el mal, ¡hacerlo! Es necesario enmendar lo dañado, reparar al que hemos lastimado, confesar nuestro desvío para que tengamos claro el compromiso de no volver a caer en el opacamiento de nuestra Luz.

Tehilim / Salmos 34:15
Apartarse del mal para hacer el bien.
Y luego seguir confiados y convencidos, construyendo SHALOM por medio de acciones leales de bondad Y justicia.

Mishlei / Proverbios 12:15
Para muchos esta verdad clara que hemos expuesto con sencillez, será incomprensible, puesto que chocarán contra un muro durísimo, debido a estar encarcelados en sus celditas mentales, producto de los aprendizajes y del adoctrinamiento al cual se han visto sometidos.
Se les inyectó el veneno de la fe en la magia, en dioses al servicio del hombre, en la fantasía del querer es poder, en la efectividad de la superstición, en la reverencia incondicional a textos o personajes religiosos, en otros delirios que nacen del EGO y se aprovechan del intelecto secuestrado y de las emociones desequilibradas. Son religiosos en lugar de vivir su espiritualidad a pleno.
Creen, y por creer ya tienen por seguro que sus creencias son las que valen, y quien las ponga en duda o las contradiga, es un infiel, maldito, hereje, digno de terribles escarmientos. Con esa creencia necia y ciega, se cierran también a sí mismos la posibilidad de pensar y librarse. Viven bajo la amenaza que ellos mismos lanzan hacia los demás.

Mishlei / Proverbios 1:33
Es necesario desaprender lo que ha aprendido en los antros de instrucción religiosa/sectaria, o en los postulados sociales que con mayor o menor disimulo sostienen los mandatos religiosos patrocinados por el EGO.
Es necesario dejar de lado la repetición de creencias erróneas y que afean el alma, y dedicarse a construir SHALOM, interno consigo mismo, y con el entorno.
Menos religión y más espíritu.
Menos orto-doxia y más orto-praxia.
Cuando lo haga, seguramente no tendrá dudas acerca de la existencia y presencia del Eterno.

¿Es claro?

(Texto originalmente escrito para ser publicado en SERJUDIO.com, replicado aquí por su importante sentido para el crecimiento de cada noájida).

Aprender a ser

החנוך הפשוט מתחיל משבא הילד לכלל איזו הכרה, והחנוך המדעי מתחיל משיצא לאויר העולם, והאמוני מההתחלה היצירית, והתקדשתם והייתם קדושים
(מידות ראיה, אמונה)

La educación simple comienza cuando el niño alcanza algún grado de conciencia/reconocimiento,
la educación científica a partir del mismo momento del nacimiento,
y la educación en sus convicciones (emuná) desde que comienza su gestación,
y os santificaréis y sereis santos.
(Midat Reiiá, Emuná)

Así nos enseña el gran maestro, el Rav Kook, los momentos iniciales para cada una de las tres educaciones, que las menciona en orden cronológico inverso:

Simple – conciencia: cuando el niño alcanza algún grado para discernir entre yo y otros, entre bueno y malo, entre debo y no debo, es que se inicia la educación ética, de las acciones en la práctica y no solamente como materia de teorización. El niño debe aprender a comportarse correctamente, alumbrado por la LUZ de la NESHAMÁ, no solamente a tener ideas amorosas o grandes proyectos benefactores, sino a ser un constructor en los hechos.
La ética no depende necesariamente del caudal intelectual, pues se puede ser brillante en aspectos mentales pero totalmente deficiente en ética. Es posible hacer ciencia sin conciencia; pero lo bueno sería que toda ciencia estuviera acompañada por la conciencia.
Esta educación ética, sin embargo, se puede perfeccionar con el estudio intelectual, el cual permite una mayor libertad; aunque, como he dicho, no depende exclusivamente de lo mental.

Científica – nacimiento: comenzamos nuestros aprendizajes intelectuales, racionales, desde el mismo momento en que salimos a este mundo. Aunque nuestro sistema nervioso central esté inmaduro, aunque estemos muy lejos de tener formados nuestros órganos de los sentidos y el cerebro, igualmente ha dado inicio la educación intelectual. De a poco, con cuestiones totalmente habituales, profundizándose y ampliándose con el desarrollo y las experiencias, se va armando y cimentando la educación mental. Se van coordinando causas con consecuencias, efectos con motivos, respuestas con preguntas, reacciones con reacciones, dando un cierto orden al vaivén caótico que es la mente poco desarrollada y no entrenada. Las funciones intelectuales van madurando, las experiencias habilitarían mayores alcances, el niño va creciendo.
Es imprescindible ver las influencias que pueden llevar a que el pensamiento quede secuestrado por las emociones, por el EGO; entonces son las creencias, los preconceptos, las fantasías, la irracionalidad, la pasión, la incongruencia la que marca el ritmo y el tumbo; así se maquinará para mal, o se convertirá en maestro de las excusas y justificaciones. O puede estar el pensamiento orientado por la brújula de la NESHAMÁ (espíritu), nuestra identidad más pura y verdadera; entonces, la vida transitará por caminos más plácidos, aunque fuera pueda ocurrir una tormenta terrible.

Convicciones/Creencias (emuná) – gestación: cuando el padre y la madre se unen en el abrazo procreador, con sus ideas, proyectos, esperanzas, ilusiones, temores, apegos, compromisos, unidad, espiritualidad, conflictos, todo ello formará parte del espacio más profundo en el intelecto de la persona, allí en donde reposan las creencias. Cuando éstas se arraigan en zonas oscuras, las creencias llevarán a una vida de miseria, de celditas mentales, de impotencia. Si se arraigan a la luz, entonces la fuerza constructora moverá a la persona hacia su realización. Es por ello vital que los cónyuges como individuos y como pareja, tengan un trabajo interior para clarificar sus pensamientos y apaciguar sus emociones, de modo tal de llevar una existencia de plenitud, constructora de SHALOM con la cual se educa al niño desde su concepción. Porque se educa no solamente con grandes lecciones, palabras predicadas, repetición de frases célebres, adoctrinamiento en determinadas reglas memorizadas; sino especialmente con la vida cotidiana, con las acciones, los gestos, las cosas del diario vivir que son el ejemplo que educa con mayor poder y persistencia. Recuerda, incluso desde antes del nacimiento está en juego el futuro de tus hijos.
La LUZ de la NESHAMÁ (espíritu) irradia siempre, nada la apaga ni empequeñece, sin embargo tus acciones y pensamientos la pueden bloquear, dejar del otro lado de la cerca, por lo cual pareciera que no está; y sin embargo, está. Enseñar y aprender a que nuestras máscaras del Yo Vivido estén en sintonía con la identidad del Yo Esencial es lo que permite que esa emuná se plena, verdadera, alejada de dogmas, sin imposiciones autoritarias, sin esclavizarse al absurdo.

En síntesis:

LUZ de la NESHAMÁ (creencias) –> Teoría (pensamiento) –> Práctica (acciones).
Cuando el EGO perturba la armonía entre estas tres, se produce el caos, el malestar, el conflicto, la pena.

Aprendamos a ser lo que estamos posibilitados a ser.

(Artículo originalmente escrito para su publicación en SERJUDIO.com, compartido aquí por su contenido para los noájidas).

No tienes la obligación de ser un sabio

Enseña el Kotzker Rebbe, el Rav Mendel de Kotzk:

«Dice el profeta Ieshaiau/Isaías: “Limdu Heitev» (Isaías 1:17).
Lo cual es explicado por Rashi como «Aprendan a hacer lo bueno».
no encontramos en ninguna parte de la Torá que se ordene al hombre a ser un “lamdán” (estudioso dedicado de la Torá) ni un experto en todas las áreas de la Torá.
Porque, la finalidad del estudio de Torá no es ser un lamdán, sino ser una buena persona; hacer lo bueno y ser bueno con los otros.”

Nuestra modesta y constante prédica es la construcción de SHALOM, por medio de acciones de bondad Y justicia.
Por supuesto que para lograr actuar con real bondad y con real justicia, es necesario tener un mínimo de conocimiento y de conciencia; para no trastocar la bondad y convertirla en paternalismo asfixiante; para no confundir la justicia y hacerla una rígida rama de castigo.
Por lo cual, cada uno de acuerdo a sus capacidades y posibilidades, debe comprometerse con el estudio. De Torá, la noájida para gentiles, la judía para judíos. Pero también todo aquello que nos permita alcanzar un mayor conocimiento y conciencia de nuestro ser, de aquello que nos motiva, de los objetivos tras los que andamos, de lo que nutre nuestros deseos y sueños, etc.
Para de esa forma, tener una mejor perspectiva y por tanto mayor libertad y poder, y que nuestra acción sea realmente buena Y justa.

Claro que habrá personas que su camino sea el de la dedicación intensa y extensa en estudio de Torá.
Estarán los que se hagan expertos y técnicos en todas las áreas de la Torá.
Pero, tal no es el destino de cada judío, y por supuesto que NO lo es de ningún noájida. Es para un grupo reducido, de gente que tiene la virtud y posibilidad para realizarlo.

La gran mayoría, e incluso también los que pertenecen a este grupo, SÍ tienen la obligación de construir SHALOM.
Para de esa forma alcanzar el máximo de plenitud personal, pero también ayudar al prójimo a alcanzarla.
Siguiendo las fieles palabras del profeta:

«Aprended a hacer el bien, buscad el derecho, reprended al opresor, defended al huérfano, amparad a la viuda.»
(Ieshaiá / Isaías 1:17)

¿Ya hiciste tu parte el día de hoy en la construcción del SHALOM personal?
¿Y en el del prójimo?
¿Y en el del colectivo?

Es nuestra misión en esta vida; y es también una herramienta fundamental para disfrutar de salud integral.
¡Vamos a hacerlo!

Shir haShirim para vivir en paz y felices

Enseña el Rav Kook (Orot haKodesh, segunda parte, página 444 ), a partir del concepto cabalístico del “Shir Merubá”, que hay cinco tipos de shirim – cantos, que son lo que hace vibrar especialmente al alma de la persona.
Cuando estos cánticos ocupan el centro de la vida de una forma intensa, se van tornando en exclusivos, en excluyente de los otros; a excepción del quinto, según ya veremos.
Así, con esa intensidad se transforman de trovas en ideologías, en sistemas de creencias que filtran la manera de percibir la realidad y por tanto en mecanismos para dirigir nuestra manera de actuar en consecuencia.

Te presento como entiendo los cantos y algunas de las explicaciones y moralejas que podemos aprender de ellos:

  1. Primario: el que forma la ideología centrada en sí mismo. Todo lo encuentra en él y para él. Este canto es del individualismo.
  2. Secundario: el que centra su accionar y creencia en la relación con el prójimo, porque es prójimo, en lo del prójimo; en lo que surge de la relación emocional. De aquí proviene el basamento de la religión, el colectivismo y el nacionalismo. Por ejemplo, el que cuando la selección de su país juega un partido, él dice “hoy jugamos”, “salimos a la cancha”, “perdimos/ganamos”; aunque él no sea jugador, ni nunca haya pisado el césped de un estadio. Pero, se identifica de tal manera con el colectivo, que vive como si no fuera individuo.
    Y esto no sucede con todo lo que concierne a lo emocional, en su relación con el otro: religión, política, equipos deportivos, club, grupo de referencia, etc.
    ¿Te imaginas el grado de secuestro mental que puede sufrir cuando se sumerge por completo en este cántico? ¿A qué hazañas o desastres puede conducir, cuando se fanatiza?
    Es lo emocional controlando las otras tres dimensiones del ser, y bloqueando la dimensión espiritual. El resultado no suele ser benéfico. Sin embargo, en su medida adecuada, tiene también su valor; tal como veremos ocurre con los otros tres cánticos (sin incluir el quinto, que es de una naturaleza diferente).
  3. Terciario: el que toma en cuenta a todos los seres humanos, sin distinguir entre razas, etnias, naciones, familias; es lo que funda el humanismo.
    Como dijera el pensador Terencio, hace 22 siglos: “Nada de lo humano me es ajeno”.
    Esta perspectiva es una amalgama imperfecta entre lo emocional y lo mental, como un punto de encuentro volátil entre ambas dimensiones del ser. Esta imperfección explica cómo ideologías que en principio pueden tener objetivos sublimes, terminan convirtiéndose en abismos oscuros para sus seguidores. Por ejemplo, el ideal socialista que suele conducir a todo tipo de aberraciones e injusticias. En sí mismo, se podría descubrir que la esencia del socialismo es buena, enraizada en un humanismo que busca racionalmente el bienestar del individuo dentro del colectivo. Pero, llevado el ideal a la práctica, la raíz emocional absorbe y va dejando de lado el racionalismo constructivo, para excusar todo tipo de arbitrariedades, deformaciones y atropellos. Podemos observarlo en todos estos populismos presentes, así como en las historias no tan lejanas.
  4. Cuaternario: el que atiende todo lo existente, sea orgánico o inorgánico, y se ocupa de ello. Es la visión y acción que motiva el ecologismo. Aquí lo emocional queda supeditado al pensamiento, aunque éste puede no ser racional ni coherente ni correcto. Entonces, es posible que por “amor” al ambiente se llegue a la negación del individuo, de la sociedad, o de la humanidad. No es infrecuente que gente muy dada a considerar el cuidado del ambiente, no tenga inconvenientes en ser pasivos ante la muerte o el dolor del prójimo humano, en tanto y en cuanto con ello se libere a algún individuo (animal o plante), una especia o ecosistema del estrés producido por el hombre. Por ejemplo, entre los nazis de alto rango no faltaban aquellos que eran vegetarianos, no por razones de salud personal, sino por misericordia hacia los animales; estos mismos sujetos mientras degustaban una ensalada, no tenían ningún remordimiento para enviar a la tortura y la atroz muerte a caravanas milenarias de judíos. ¡Es solo un ejemplo, es evidente que no son los ecologistas como estos asesinos y genocidas! Pero, no faltan otros ejemplos en los cuales testimoniamos que por defensa de animales, se incurre en todo tipo de bajezas en contra de personas y sociedades.
  5. Shir haShirim: el único que comprende y unifica a todos los anteriores, es el cantar de los cantares. Es la mirada y la conducta que comprende que somos criaturas y creación de un mismo Padre, y se nutre en cada dimensión de su existencia y encuentra la armonía. Ésta es la espiritualidad. Se pasa del conflicto, a la música ordenada y agradable, como una orquesta variada y en la cual cada instrumento tiene su parte y no hay otro que lo pueda reemplazar. Hay lugar y tiempo para el individualismo, para el nacionalismo, para el humanismo y para el ecologismo; pero todo bajo la batuta y con el sentido de lo espiritual.

Como sabes, resumimos el cántico propio del camino espiritual en dos sencillas palabras: CONSTRUIR SHALOM.
Con acciones de bondad Y justicia.
Siendo leales al Eterno.
Disfrutando de lo permitido y apartándose de lo que es prohibido.
Te invito que cantes este canto, viviendo el noajismo si eres gentil, desplegando el judaísmo si eres judío.

Tu terumá para elevarte

Una amable y atenta señora que concurre y participa activamente en cuestiones de mi comunidad (Sefaradita del Uruguay) me dijo esta semana:

“… cada uno de nosotros somos importantes, únicos e irrepetibles y cuando estamos en el templo (beit kneset, sinagoga) buscamos estar más cerca de Hashem (Dios) y encontrar la paz espiritual que todos necesitamos…”

Podría hacer una análisis detenido de la hermosa frase, pero no es intención, sino simplemente leerla en su literalidad, contemplarla, compartirla y también encontrarle una relación directa con la parashá que leemos esta semana “Terumá”.

Porque, en la parashá el Eterno solicita que la gente done generosamente los materiales para la construcción del Templo portátil, el Tabernáculo, el Mishcán, que acompañó a los judíos en el desierto y fue centro de la vida ritual/espiritual hasta la construcción del Templo en Ierushalaim por parte del rey Shelomó.
Se enumeran los elementos necesarios y entonces hay una frase famosa, pero al mismo tiempo enigmática, pues dice el Eterno: “me harán un santuario y reposaré en ELLOS”.
No dice que Su Presencia estará en el templo.
Claramente dice dos cosas muy diferentes:

  1. Él será quien more y no Su Presencia.
  2. Morará en ELLOS, es decir, en las personas que participan activamente (directa o indirectamente) de la construcción y mantenimiento del Templo.

Dios no precisa del templo, somos nosotros.
Dios se encuentra en todas partes, aunque no Lo sintamos. Por ello, somos nosotros los que debemos abrir nuestro corazón para darnos cuenta de que Él está con nosotros.
La forma de estar dispuestos a percibirLo es cuando dejamos de actuar de forma egoísta, para dedicarnos de lleno a construir shalom, por medio de bondad Y justicia.
Entonces, con nuestras buenas acciones no solamente elevamos el nivel de vida de los receptores de nuestro beneficio, sino también el nuestro. De esa forma, estamos convirtiéndonos en lo que somos desde el nacimiento: templos para el Eterno.

¿No es exactamente lo que ha dicho la amable señora?

Algunos encuentren que trabajar por el bien de la comunidad es su forma de elevarse y elevar a otros.
Otros puede ser que lo hagan con actividades de beneficencia.
Otros estudiando Torá.
Otros respetando normas rituales.
Otros salpicando con unas cosas y otras.
Otros de otras formas, que todas ellas terminan siendo en su base lo mismo: construcción de Shalom.

Pongámonos a trabajar en ello.

(Escrito originalmente para SERJUDIO.com, con gran valor para la espiritualidad noájica).

Al rescate

Siempre la traducción es una cierta forma de creación. A veces tendenciosa adrede, otras basada en la ignorancia, otras en la incapacidad de transferir eso más que gramática que es el lenguaje, y en ocasiones por la propia profundidad y dificultad del texto.
Las obras del gran maestro, el Rav Kook, suelen ser de una complejidad extrema, incluso para gente que domina el hebreo con extrema facilidad; ¡mucho más al querer traducirlo!
Hice un modesto intento en este párrafo que quisiera estudiar junto a ti:

הוי! כמה עשוקה היתה הנפש, בעוד משא החטא, קדרותו, גסותו וסבלו האיום מונח עליה! כמה היתה ירודה וסחופה, גם אם עושר וכבוד חיצוני נפל לה לחבל! מה יועיל כל הון, אם התוך הפנימי, תוך החיים, הוא מדולדל ויבש?
(אורות התשובה ג)

¡Ay! ¡Cuán privada (desposeída, carente, despojada) estaba el alma, en tanto carga el pecado, su miseria, su grosería y su terrible sufrimiento recargado sobre ella!
¡Cuán grande es su descenso y desvarío, aunque le caiga riqueza y honor externo, es en vano!
¿De qué le vale todo el poder, si en su profunda interioridad, incrustado en su vida, él está empobrecido y seco?

Bien, me disculpo nuevamente por no ser una traducción literal, sino apuntando lo mejor posible a su sentido.

Ahora, una rápida mirada comprensiva.

La NESHAMÁ, el espíritu, el Yo Esencial, irradia su LUZ de manera constante, nada ni nadie puede oscurecer o apagar su brillo.
Pero, alrededor de la NESHAMÁ, no en ella sino rodeándola, se van formando costras, manchas, velos, coberturas, cáscaras, klipot, que impiden o dificultan que la LUZ alcance todos los rincones de nuestro ser.
Esas cáscaras son el producto de nuestros pecados.
Recuerda que pecado no es un concepto religioso, sino el desvío de la senda correcta que Dios ha trazado para cada uno de acuerdo a su identidad espiritual.
Cada pecado ensucia y por tanto obstaculiza el pasaje de la LUZ celestial en nuestra vida.
Como es una cuestión metafísica, no tenemos máquinas que realicen el diagnóstico del nivel de iridiscencia que disfrutamos, ni detectamos la ubicación y grosor de las cáscaras; pero sus efectos los podemos percibir, en nuestro interior, en el debilitamiento en otras dimensiones de nuestra existencia.
Te repito, la LUZ sigue tan brillante y pura como siempre, pero los efectos benefactores se ven bloqueados como resultado de nuestro accionar.
Estamos sufriendo del exilio interior, como si Dios nos hubiera dejado abandonados; cuando en verdad Él sigue tan firme y leal como siempre, pero somos nosotros los que a causa de nuestro pecado nos sentimos solos, enfermos, despojados, miserables.
Así, podemos llenar nuestra existencia de todo tipo de poder externo, sea fama, dinero, contactos influyentes, autoritarismo, belleza, lo que sea; pero a la hora de hacer un honesto análisis de nuestro estado de satisfacción y felicidad, debemos reconocer nuestra tristeza y pobreza. Claro está, si somos honestos y tenemos un poquito de conciencia de nuestro ser.
Al poder atisbar el sufrimiento, esa estaca atravesada en nuestro corazón, quizás queramos otra vida, una mejor.
Entonces, por ahí dejaremos de estar cayendo y sin rumbo, para enfocarnos en la TESHUVÁ.
Una que nos lleve a nuestro verdadero hogar, finalizar el exilio y disfrutar de la Era Mesiánica personal.

Así estamos nosotros.
En el conflicto que se genera por el dominio del EGO, alias Ietzer haRá, que nos lleva a asumir máscaras acordes con las cáscaras, y por tan seguir sumergidos en la impotencia aunque aparentemos honra, riqueza y poder.

No novedoso si eres habitual lector/estudiante de nuestros artículos en la sección de CABALATERAPIA.
Y también sabes qué acompaña a la TESHUVÁ: la construcción de SHALOM, por medio de acciones de bondad Y justicia.
Son claves para deleitarte en el jardín del SHALOM, aquí y en la eternidad.

(Escrito para ser publicado en SERJUDIO.com, compartido aquí por su gran valor en espiritualidad noájica).

Falsas lealtades

Hay mandatos familiares que se pasan de una generación a la siguiente.

Están los explícitos, aquellos que son marcados y codificados, decretados y grabados a fuego. Esto es lo que debes, esto es lo que no debes. Esas son las reglas de esta familia. Cual barrotes de una prisión, determinan, limitan, marcan la pertenencia.

Y están los mandatos que no son explícitos. Son transmitidos por gestos, insinuaciones, tonos, silencios, rituales sin explicación, repeticiones sin contexto ni sentido, palabras que encubren significados, secretos de familia.
Entonces, los miembros del grupo se encuentran enredados, en esa tela pegajosa que los tiene atrapados, inmovilizados, ahuecados, inmóviles pero al mismo tiempo golpeando al vacío para destruir fantasmas enemigos.

Así podemos descubrir diversos personajes que viven y reviven similares situaciones, como si estuvieran detenidos en un espejo que congela el tiempo.

Gente que vive sus propias circunstancias, pero de acuerdo a los reglamentos que les inscribieron y ellos adoptaron como verdad; sin resolver las cuestiones, puesto que no las enfrentan en verdad, sino solamente como referencias a esos asuntos familiares que les dan forma. Con finalidades que les son ajenas, aunque pudieran sentir el éxito y la victoria como propios.

Sin saberlo, sin reconocerlo, lo habitual es continuar repitiendo esas tradiciones familiares, al pensar, sentir, hablar, criar, actuar, responder, huir, etc.
Sin preguntas, sin cuestiones, sin evaluaciones, solamente cumpliendo el programa armado con los mandatos, más las reacciones que se producen de manera natural desde el EGO.
Quien se queja, sufre el destierro.
Quien pregunta, es un enfermo.
Quien cambia, un rebelde.
Quien rompe el mandato, alguien merecedor del peor destino.

Así, los lemas que mantienen la manipulación se fortalecen.
Uno es parte del sistema de sometimiento, sometiendo a otros, sometiéndose a otros, sometiendo la propia conciencia al mandato.

Hay maneras de crear una realidad alternativa.
Una de ellas la provee este pasaje (parte de la Haftará de esta semana, parashá Terumá):

«Entonces vino la palabra del Eterno a Shelomó [Salomón], diciendo:
‘Respecto a este templo que tú edificas, si caminas en Mis estatutos, y pones por obra Mis decretos, y guardas todos Mis mandamientos andando de acuerdo con ellos, Yo cumpliré contigo Mi palabra que hablé a tu padre David: Habitaré en medio de los Hijos de Israel, y no abandonaré a Mi pueblo Israel.'»
(1 Melajim / I Reyes 6:11-13)

Supongo que lo que he explicado en estas pocas líneas debe ser bastante denso, de dificultosa captación, por lo cual te pediré que comentes aquí debajo qué es lo que has podido entender hasta ahora de esta temática. Gracias.

(Escrito originalmente para ser publicado en SERJUDIO.com, pero considero que contiene enseñanzas de importancia para la identidad del noájida).