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Un valor imprescindible, la Honestidad

Siguiendo el ciclo de valores familiares, presentamos hoy la Honestidad.

Honestidad significa que no hay contradicciones entre nuestros pensamientos, palabras o acciones.

Somos honestos cuando no nos engañamos ni engañamos a nuestros semejantes.

Si queremos ser honestos, debemos empezar por enfrentar con valor nuestros defectos y buscar la manera de superarlos, corrigiendo cada vez que nos equivocamos y cumpliendo con nuestro deber en las labores grandes y pequeñas sin hacer distinción.

Dicen que Diógenes, filósofo griego. Caminaba por la ciudad de Atenas a la luz llevando una lámpara encendida y afirmando que buscaba un hombre honesto.

La persona honesta vive lo que predica y habla lo que piensa, es coherente con lo que dice, hace y piensa.

La honestidad consiste en decir toda la verdad a quien corresponde, de modo oportuno y en el lugar correspondiente.

Decir la verdad no implica ser irrespetuoso con nadie. La persona que miente se hace un daño a sí misma.

Ser honesto es ser transparente; es necesario desprenderse de las máscaras que el ser humano se pone para defenderse, para ocultar sus inseguridades o miedos. El recelo y la agresividad, son algunas de estas máscaras.

Una persona deshonesta aparenta lo que no es, por ejemplo, aparenta virtudes que no tiene.

Una persona honesta no se preocupa por lo que los demás piensen de ella, vive en paz.

Una persona honesta no justifica o excusa sus actos, medita sobre ellos para corregir sus errores.

Extraído del Periódico Infantil "El Baúl de Jacinto"

Hijos de Noé, un punto de vista particular

En la Torah, tenemos la oportunidad de encontrarnos con tres culturas que emergen de sus ancestros: De Shem – el pueblo de Israel, de Jam – el pueblo de Kenaan y de Iefet – la cultura griega.

He aquí parte de su historia:

 

Noaj se emborrachó, y reveló su desnudez. Sus tres hijos reaccionaron de diferente forma:

Jam – quien libremente contó a sus hermanos la desgracia que sintió, al ver a su padre desnudo, mostrando así la falta de sensibilidad a la dignidad humana.

Shem tomó la iniciativa para corregir la situación, como la Torá lo insinúa utilizando el verbo en singular, cuando describe el acto de cubrir a su padre, que es atribuido a él secundado por su hermano Iefet, como cita el versículo: “…tomó Shem y Iefet el manto, colocándolo sobre los hombros de ambos, caminaron hacia atrás, y cubrieron la desnudez de su padre, con sus rostro mirando hacia atrás, la desnudez de su padre no vieron”

 

A lo que Rashi (Rabí Shlomo Itzjaki) explica: “nos enseña que Shem, se esforzó más en la acción que Iefet por esta razón sus hijos (el pueblo de Israel) tuvieron el privilegio de usar el Talit (manto) con Tzitzit (los flecos) y los hijos de Iefet (los griegos) recibieron como obsequio el uso de la túnica. (Breshit 9:23).

 

¿Qué motivó a Shem cubrir a su padre con el rostro vuelto atrás? No descubrir en público el estado de embriaguez en que se encontraba su padre, y ¿por qué razón cubrió Iefet a su padre? Por que según él era vergonzoso ver a su padre en tan lamentable situación.

 

El Rabino Shimshon Rafael Hirsh explica: “Vemos aquí, los prototipos de tres diversas tendencias culturales entre naciones e individuos. Shem representa espiritualidad, Jam, la cima de lo físico y Iefet representa el punto de convergencia entre lo espiritual y lo físico, que es el arte de la belleza externa”.

El Rabino continúa diciendo: “hay naciones que salen a conquistar y destruir y alrededor de todo esto, se encuentra la violencia y la insolencia. Hay otras naciones que dedican su energía al arte y la estética, ellos cubren lo físico con el deleite, gracia, encanto, y viven en contacto con el mundo espiritual, involucrándose en la poesía y la música. Estos son los seguidores de Iefet.

Naturalmente, esto no es la cima de la espiritualidad, al contrario, a la esencia de la espiritualidad se llega cuando reconociendo la verdad y la bondad absoluta, puedan alcanzar su pleno potencial. Esta es la idea del legado de la cultura de Shem”.

 

Cuando Noaj se da cuenta lo que pasó maldice a Jam y bendice a Shem y Iefet diciendo: “Él (la Divina Providencia) reside en las tiendas de Shem” esa es la razón por la cuál la Divina Providencia, se encontró en el Sagrado Templo construido por el Rey Shlomo, y no en el Segundo Templo construido bajo los auspicios del rey Coresh (Ciro) de Persia, descendiente de Iefet.

 

El Rabino Kuk (Orot paj. 252) explica: “D’’s fue bondadoso otorgando a las naciones del mundo el conocimiento del arte, para crear un punto de contacto entre las diferentes culturas que permite crear un cierto nivel de unidad entre Israel y el resto del mundo”.

Sin embargo, la conexión es externa.

También escribe en Orot Hakodesh (11 pág. 403) “Cuando se profundiza en los secretos de la Torá, se descubre que en esencia, el lado estético de Iefet emana de las tiendas de Shem”.

(Texto basado en las enseñanzas del Rabino Iona Blickstein, de la Unión Israelita de Caracas, son de él todas las referencias a rabinos sabios de Israel.)