Rosh HaShaná, la cabeza o principio del año.
Shaná, que se asocia con leshanot, que es cambiar.
Porque se cambia de mes y de año, pero también porque se supone que uno hace compromisos para mejorar con cada comienzo de ciclo.
Es como una inspirada motivación, llegar a las vísperas de este momento para emprender un viaje cabalístico hacia nuestro interior y vernos a la LUZ para así en verdad crecer.
Damos una mirada hacia atrás, advertimos allí en donde tropezamos, reconocemos lo que podemos mejorar, deseamos modificar algo para estar mejor, nos proponemos empezar con un renovado espíritu y energías el nuevo año.
Es como una abanico de posibilidades, como múltiples caminos abiertos ante nuestros pies a la espera de que demos el pasito que da inicio a la extensa ruta.
Estamos aquí, listos para elegir y para avanzar.
Depende de cada uno, no de la magia o de astros que se encolumnen para forzarnos.
Está en ti escoger cual paso dar, hacia donde, para alcanzar alguna de tus aspiraciones.
Por ello, este es un tiempo especial, de propuestas, de buenas intenciones, de una energía especial, la que fortalece el camino o lo modifica.
No es cuestión de desear y esperar al milagro mágico.
No es pensar positivo y sentarse a que el universo haga su parte.
No es el momento para la buena onda sin contenido.
Ni para las resoluciones grandiosas y bienintencionadas carentes de trabajo.
Es el tiempo para dejar justificaciones y excusas, no inventar más cómodos pretextos para esclavizarnos a la zonita de confort.
Mejor reconocer, conocer, admitir, tomar conciencia, resolver, decidir, actuar con firmeza, desplegar la voluntad, llevarnos hasta donde podamos alcanzar.
Habrá dudas, inseguridad, indecisión, vulnerabilidad, miedo,conflicto, ansiedad y quien sabe cuántas cosas más que son trucos del EGO para mantenernos en impotencia, o en falso sentimiento de poder, para de esa forma no cambiar o fortalecer lo bueno. Peor es seguir así.
Es el tiempo para estar incómodos, para romper la rutina, para destruir el hábito, para partir del exilio rumbo a la libertad.
Porque, precisamente el estar cómodos y adormecidos es una manera para morir en vida.
Mejor sentir la confusión de la pregunta punzante, que obliga a romper esquemas, que demanda prestar atención y así salir de la celdita mental.
Es el malestar del despertar luego de una larga noche de parálisis y agotamiento.
Es la molestia de la luz dando de lleno sobre nuestros ojos tras haber pasado en la oscuridad negadora.
Es cuando se ha de despertar, para comenzar, para vivir en vida, para dejar de pasar el tiempo en una muerte que respira.
Hay algo que está esperando a que tomes parte, a que seas activo.
Puede ser algo sencillo, como simplemente dar el buenos días a quien está a tu lado, o agradecer por alguna cosa, o ayudar a alguien necesitado, o leer este texto para compartirlo con aquellos a quienes moverá hacia la bendición.
Puede ser un poco más trabajoso, como colaborar con nuestra tarea, sea con dinero, con difusión, con trabajo, con el compromiso activo de ayudar a otros a despertar y ser parte de esta obra.
Puede ser rezando, trabajando, haciendo, compartiendo, comunicando auténticamente, poniendo límites.
Son tantas las maneras que tienes para dar ese primer paso de bienestar y bendición, que depende de ti y solo de ti.
Importa que des el pasito, aunque sea breve, aunque sea despacito, pero no dejes de darlo. Es el que impulsará una carrera de la cual tú serás el triunfador.
Y es tiempo de TESHUVÁ.
Darnos el tiempo para conocernos y mejorar.
Establecer puentes con el prójimo.
Crecer y ayudar a otros a hacerlo.
Para disfrutar sanamente de lo permitido, para construir SHALOM por medio de acciones de bondad y justicia.
Es tiempo de cambio, de leshanot para bien.
Porque comienza un nuevo año, y no es para desperdiciar esta oportunidad divinamente inspirada.
Pero, pasado este tiempo, todo día, todo lugar, son apropiados para iniciar el viaje hacia el bien.
Abre las puertas para que alumbre la LUZ de la NESHAMÁ.
De Arriba hacen llover para ti infinidad de bendiciones, disfrútalas.