Archivo de la categoría: Israel y judios

Resp. 884 – se puede bañar en shabat?

yonyer nos consulta:

en la ciudad donde vivo es normal estar a 40 grados a diario y como usted comprendera se suda mucho y es incomodo estar sin bañarse por lo minimo 3 veces al dia y en shabat la cosa es fuerte por mas pefumes que se utilicen, siempre hay olores desagradables y principalmente es el calor del cuerpo lo que es insoportable y mi inquietud es si es correcto bañarse dentro de las horas de shabat, principalmente desde las 12 de l medio dia hasta antes del rezo de la tarde.
shalom
jonill velez de villa, 44 años, informatica, vivo en tarapoto peru

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¿Luz para las naciones?

¿Viste alguna vez un faro en funciones?
Allí está, inconmovible, firme, leal, al pie del acantilado, cumpliendo con regularidad y puntualmente con su misión: alumbrar y dar pautas del camino seguro.
De su penetrante luz dependen las embarcaciones para no encallar, no naufragar, no perderse, no cometer atropellos.
Su poderosa iridiscencia traspasa la niebla, la voracidad de la noche, la ignorancia oscura, para preservar la vida e integridad.
Es un aliado, que desde su lugar y con fidelidad a su tarea auxilia y sostiene a quien en él confía.

El faro no precisa navegar para ayudar a los navegantes.
No precisa mojar sus pies (por regla general) para cumplir con eficiencia y dignidad su función.
No necesita mezclarse con las embarcaciones para comprender cuál es su tarea específica y cuál es la tarea de ellas.
Tampoco requiere de conocimientos expertos en cuestiones del mar, sino tan solamente saber qué es lo que tiene que hacer, cuándo hacerlo y cómo.
Es que el faro, si bien es excelente aliado y guía para los buques, no es uno de ellos, ni pretende serlo, ni tiene que serlo.
Es suficiente y excelente con que el faro sea faro.

El Eterno ha decretado que la nación de Israel, los verdaderos judíos, sean “luz para las naciones”.
Muchas veces se malinterpreta este concepto, por lo que ahora te diré con breve claridad cómo comprenderlo.

Los judíos son “luz para las naciones”, cuando se comportan como los faros.
Cuando aprenden, conocen, respetan, cumplen, honran, aman, experimentan, viven a pleno su propia identidad judía, es entonces que alumbran a los gentiles para que ellos hagan lo mismo, pero con su propia identidad espiritual, la noájica.
El faro no precisa moverse por las aguas para rescatar a los barcos, ni ser como un barco para ayudarle, ni cambiar su esencia para parecer otra cosa, sino simple y claramente el faro precisa ser un faro.
El judío precisa vivir su judaísmo, con ello ya esta sirviendo como “luz para las naciones”.
Aunque en su mente jamás se cruce la idea de socializar con gentiles, ni educarles en noajismo, ni rescatarlos del calvario de la religión, ni proveerles de enseñanzas aptas de Torá, ni nada; sino simplemente con ser judío y vivir como un judío debiera vivir, ya con eso está cumpliendo su tarea de ser “luz para las naciones”.

Quizás te cueste comprender y compartir esta verdad tan sencilla y tan profunda.
Probablemente tu paradigma mental te lleve a pretender que el judío necesariamente debe convertirse en “pastor” de “kehilás” de “goyim” para ejercer realmente su rol de luz para las naciones.
Quizás deduzcas, por tu adoctrinamiento religioso, que el judío debe enseñar Torá, llenarse de cuentitos de tal o cual rabino u “hombre santo”, que debe usar una palabrería altisonante hebraica, proferir bendiciones y supuestas rimas “espirituales”, quizás deduzcas eso, debido a tu adiestramiento en las religiones.
Tal vez creas que el papel del gentil es someterse en servil humildad a “mi maestro”, y repetir como loro entontecido consignas proferidas por “mi maestro”; sujetarse al manto del judío y negarse toda crítica saludable, pensamiento creativo, pregunta necesaria, etc..

Tales maneras de pensar, sentir, decir y hacer en nada tienen que ver con el rol que Dios ha determinado para los judíos y para los gentiles.
La misión de construir shalom en Este Mundo es la principal y nuclear para el gentil.
La misión de hacer de su vida (personal, familiar y colectiva) un recipiente y difusor de santidad, es la prioritaria para el judío.
El gentil puede y debe hacer su parte, tiene todo lo que tiene que tener, y si le falta algo encontrará alguna “boya” judaica que flota cerca de su nave y que le puede proveer de la puntual y pertinente información que le corresponde.

Por supuesto que el judío, preparado e idóneo, que desee encaminar con mayor asiduidad al gentil, puede hacerlo; siempre y cuando cuide con esmero el no violentar los límites, usurpar roles, confundir adrede o por torpeza, y especialmente que no sea para engrosar su EGO o el del gentil que ansioso de servir a su EGO le provea de honores, dinero, poder, etc..

La misión de ser “luz para las naciones”, tiene más que ver con “ser luz”, que con “para las naciones”.
Tal como el faro es faro por ser faro, aunque no hayan buques navegando en su entorno.

Cada quien a su legado, a su identidad, a construir shalom con la santas herramientas que el Padre Celestial le ha dado a cada uno.

Para evitar falsas creencias y conceptos erróneos

Es habitual que tengamos algunos inconvenientes con el conocimiento de ciertos conceptos o ideas, en el tema que esbozamos en este escrito nos centramos particularmente en cuestiones atinentes a la espiritualidad.
Es notable como la traducción muchas veces nos deja en un estado de ignorancia o falsa creencia; cuánto más cuando del hebreo de la Torá se trata, un idioma antiquísimo, de una cultura en muchos aspectos extraña, con una cosmovisión bastante diferente a la contemporánea.
En otras oportunidades, damos por sentado que sabemos definir algún concepto, pero ante el requerimiento no sabemos cómo hacerlo realmente; balbuceamos, damos vueltas, hacemos acrobacias lingüísticas para finalmente dejar en claro (para el que reconoce y admite) que no sabemos tanto como presumíamos saber.
Otras veces estamos en posesión del saber que proviene de la opinión, de la lealtad a una transmisión que hemos recibido, pero que parte de una fuente poco informada, o escasamente confiable, o el emisor es sumamente respetable, pero no cuenta con el conocimiento adecuado de aquello que nos enseña.
Y, por supuesto, están los que adrede pervierten los sentidos, inventan definiciones, esgrimen la falacia como si fuera santa verdad para alcanzar alguna ganancia personal.
Como sea, solemos estar en la oscuridad en algunos aspectos, y tristemente no tenemos la capacidad o la dignidad como para reconocerlo y hacer algo para rectificarlo.

¿Qué podemos hacer para corregir esto?
Ante todo, admitir nuestro estado de ignorancia en tal o cual aspecto.
Si nos aferramos al error, poco o nada haremos por la vida.
Luego, tener la dignidad como para asumir que debemos ponernos en campaña para aprender e incluso des-aprender.
Más tarde tener la voluntad y constancia como para estudiar, de fuentes de confianza, de probada virtud y conocimiento.
Estudiar, no meramente recibir de forma acrítica, o peor aún, ser receptor de forma servil y poco consciente de nuestro deber de descubrir la verdad, según nuestra capacidad.
Por supuesto que cotejar la información, analizarla, evaluarla, comprobarla y no dar nada por verídico sin antes filtrarlo finamente.
No suponer nada, ni siquiera de nosotros mismos, sino preguntar hasta que sea sanamente apropiado.
Recuerda, no tomar ninguna información como verdad, ni siquiera de la fuente que creemos más confiable, sin antes tamizarla y valorarla a la luz de fuentes fidedignas.
Es una tarea constante, que requiere compromiso, pero estamos en condiciones de hacerlo –cada uno de acuerdo a su capacidad y posibilidades- y que no podemos dar por sentada o finalizada simplemente porque nos parece o así nos afirma alguna persona –titulada o no, que creamos superior en conocimiento-.
Por supuesto que podemos auto-evaluarnos, tratando de expresar lo que creemos conocer, explicarlo y comprobar hasta donde realmente somos aptos para hacerlo, en demostración de nuestro saber y cuanto hemos modificado preconceptos anteriores.
Por otra parte, el saber espiritual suele requerir de una puesta en práctica de lo interiorizado, por lo que sirve también como patrón de medida, no meramente del frío conocimiento intelectual, sino de la formación y armonía de nuestro ser.
Por supuesto que para el noájida el ESTUDIO de Torá es un terreno cerrado y cercado, que solamente ha de hacerse bajo la directa dirección e instrucción de un experto judío, que tenga cabal conocimiento no sólo de cuestiones judaicas sino de lo que corresponde y es atinente a los noájidas.
De paso, ni siquiera es necesario que el noájida estudie un ápice de Torá, ni siquiera bajo la sabia conducción del maestro judío adecuado, puesto que la herencia de los noájidas se auto-basta, es auto-suficiente; aunque, tristemente, se vea opacada por la ignorancia y desidia de los propios noájidas de todas las épocas.

En este caso, como en tantos otros, la persona debe abstenerse en grado sumo de “idolatrar” a sus maestros o guías, especialmente es consejo para los noájidas que provienen de familias arraigadas en ambientes idolátricos, en los cuales se endiosa a personas, se santifica a hombres, se somete la propia voluntad ante la voluntad del “pastor”.
Debe ser quebrado el yugo servil, ese que indica “mi maestro dice” y por eso ya es verdad.
El buscador, el constructor se esfuerza por erradicar esa sumisión, esa falsa modestia, esa supuesta humildad, que no es otra cosa que una manifestación de un carácter débil, incapaz de poner en marcha la maquinaria espiritual preciosa noájica que Dios le ha provisto para esta vida y la eternidad.

Nuestro texto se centró en el conocimiento de aspectos espirituales, pero bien vale el consejo para cada área de la vida.

Resp. 868 – Se volvera a hacer sacrificios en el tercer templo?

Ferrsum nos consulta:

Lei un post. del More que decia que no es necesario hacer sacrificios para obtener el perdon por las faltas y que era solo un medio temporal, entonces se sacrificara en el tercer templo y si es positivo que razon tendran de ser?
busque y no encontre respuesta a esto.
Fernando Zapata 32 Courier Guatemala

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Resp. 866 – La bendición para ti, la verdadera bendición para ti

nos consulta:

Estimado Yehuda:

reciba un cordial saludo. No soy judía, pero me encanta todo lo que tenga que ver con el judaismo. En mi país los dueños de los negocios más prosperos son judíos. Trabajo en bienes raíces. Siempre que muestro propiedades de judios en venta noto que estos tienen cuadros de plata con letras en hebreo que dicen ser bendiciones. En esta semana visite una tienda donde solo venden articulos judíos, la propietaria la cual es judía me dijo que aunque yo no fuera judía podia comprar las bendiciones y tenerlas en casa. Ella me ofrecio varias y las compre todas. No se si me lo dijo solo para que yo comprara. Me vendio una bendicion con letras hebreas impresas en un fondo de plata muy linda. y la otra que compré es una bendicion para negocio.

Me sentí contenta con la compre que hice aunque inverti mas de cien dolares en las dos que compre, y tengo las bendiciones en mi apartamento.

Fue un placer escribirle.

Atentamente,

Julissa Jaén
Ciudad de Panamá

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¿Saber o creer que Dios existe?

El Eterno en Su perfecta sabiduría y amor ha dado SIETE mandamientos universales, para todas las naciones.
Son siete, ni uno más, ni uno menos.
Siete, que están expresados con claridad y confirmados.

Por su carácter, por su esencia, esta “Torá noájica” (Torá = instrucción, enseñanza), de tan solo Siete Mandamientos, no fue tallada en roca por parte de Dios, tampoco declaró que fuera puesto en un rollo escrito y custodiado en algún templo, sino que exigió que se viviera a pleno en la vida de cada uno de los descendientes de Noaj/Noé.
Tal sería la manera de que esa Torá gentil estuviera viva, en el corazón de cada uno de los hijos del hombre.
Era la mejor y más pura manera de preservar el legado, de llevarlo a cabo.
No depender de objetos externos, ni de líderes o maestros, sino de la conciencia clara y firme en mantener la dorada cadena que vincula al hombre con los mandamientos de Dios.
Al estilo de lo profetizado para el futuro del pueblo judío:

"Pondré Mi Torá en su interior y la escribiré en su corazón. Yo seré su Elokim, y ellos serán Mi pueblo.
Ya nadie enseñará a su prójimo, ni nadie a su hermano, diciendo: ‘Conoce al Eterno.’ Pues todos ellos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el Eterno. "
(Irmiá / Jeremías 31:32-33)

Tal era lo que debía hacer cada gentil, tener SU Torá en su interior, es decir, conocer y vivir los Siete Mandamientos Universales.
(Aclaro para los que gustan de confundir, digamos, mesiánicos y otros paletos, que la profecía mencionada recién trata del futuro del VERDADERO pueblo judío, que en la Era Mesiánica será leal al Eterno, con total dedicación sabrá y aplicará SU Torá; tal como en el comienzo de la humanidad debieran haber hecho todas las personas con su propia Torá, la gentil, la que contiene solamente Siete Mandamientos).

Si bien era parte de la tarea y responsabilidad de cada gentil ser fiel a su tradición y mantenerla, tristemente no pudieron cumplir tan sencilla e importante tarea, vivir de acuerdo a los Siete Mandamientos, y pronto se llenó el mundo de confusión, de oscurantismo, de religiones, de dogmas, doctrinas, ideologías, etc..
Las multitudes de personas del mundo no supieron ser leales a tan simple pero profundo deber ante Dios, ante sí mismos.
(Un aparte: es bastante frecuente que reciba emails de idólatras –seguidores del falso dios y falso mesías- que desde su odiosa perspectiva acusan a Israel de no ser fieles a Dios, de no cumplir con Sus mandamientos, tal como la Torá registró en varias ocasiones… ¿no es patético? Gente incapaz de ser fiel a SIETE mandamientos se atreven a señalar acusatoriamente a aquellos que tienen SEISCIENTOS TRECE mandamientos y que como pueden los llevan a cabo… ¿no es patético? ¿No es patético que entre esos idólatras ni siquiera recuerden SU pacto verdadero con Dios y que hace milenios perdieron la buena senda, pero pretendan dictar cátedra a quienes en penurias y diásporas igualmente siguen conscientes y fieles a su propia identidad espiritual?)

Dios, en Su infinita bondad preservó el pacto con las naciones, lo mantuvo con lealtad a pesar de no recibir respuesta de parte de la humanidad.
La gente aborrecía a Dios, a pesar de usar la palabra dios a cada rato, a pesar de hacer sacrificios “para dios”, etc., lo cierto es que estaban lejanos de Dios, pues no se vinculaban con los mandamientos que Él había encomendado, habían olvidado SU Torá, la noájica.
Solamente un puñadito de hombres y mujeres eran fieles, el más destacado en su momento fue Avraham, el primer patriarca de los judíos.

Por Su bondad, es que los Siete se han preservado con fidelidad en la tradición del pueblo judío, y que sirve como legítima “caja de caudales” para las naciones.
Por supuesto que esto no significa que los Siete sean responsabilidad de la nación judía, mucho menos un invento judaico, ni que los guardianes judíos sean los que tengan que hacer la parte que le toca a los hermanos gentiles. Significa que así como una persona deja en resguardo -en casa de un seguro guardián- un precioso objeto para luego recuperarlo, es menester que cada gentil vaya y recoja su legado precioso, el conocimiento y compromiso a cumplir con los Siete.
Esto NADA tiene que ver con pretender estudiar Torá, o convertirse al judaísmo, o inmiscuirse en asuntos judaicos, o aprender hebreo, o tener objetos de judaica, ni afiliarse a sinagogas, ni ser parte de la nación judía; sino recibir el objeto puesto a resguardo, los Siete Mandamientos para las naciones.

Es notorio que ninguno de esos mandamientos noájicos ordena “creer en Dios”, cuando aparentemente debiera ser el núcleo central del noajismo, lo que sostiene el edificio de los Siete Mandamientos.
Pues, si no creo en Dios, ¿por qué habría de cumplir con lo que Él manda?
Entonces, parece como necesario y fundamental sumar como “mandamiento” el “creer en Dios”, aunque eso no está declarado por Dios como mandamiento.
En verdad, suena muy convincente y coherente esta tesis… ¿no te parece?

Por supuesto que sobran argumentos, bien intencionados sin dudas, para aseverar que es un “deber” para el noájida creer en Dios.
Por supuesto que son pensamientos razonables, valiosos, a considerar como interesantes, en apariencia con carácter sagrado… pero no toma en cuenta un “pequeñito detallito”, y es que Dios mismo no lo ha comandado como mandamiento para las naciones.
Mira qué curioso, tampoco lo ha ordenado directamente como uno de los 613 mandamientos para los judíos; se ordena CONOCER que Dios existe, y no directamente que se CREA en Él.
De hecho, si relees la profecía de Jeremías que cité más arriba verás que se habla explícitamente de CONOCER a Dios, y para nada de creer en él.
Quizás nunca te había percatado de ello, quizás pensabas que era algo similar conocer que creer, pero ahora puedes darte cuenta de que es diferente.
 
Podríamos SUPONER que es bueno creer en Dios, que sería DESEABLE que todo gentil crea en Dios, que en nuestro pensamiento DEBIERA ser un mandamiento que el gentil crea en Dios, pero no podemos someter a Dios a nuestra voluntad, ni cambiar los mandamientos según nuestra buena intención.
Pero, creer en Dios no es obligatorio para el gentil, desde el momento en que Dios no lo ha ordenado como uno de los Siete Mandamientos.

Reitero, es bueno que el gentil crea (luego veremos un poco más esto), es elogioso, es meritorio, seguramente obtiene recompensa en la eternidad por ello, sin dudas es una base firme para apartarse de errores y esforzarse en construir un mundo de shalom; pero, sigue sin ser uno de los mandamientos que Dios decretó para los gentiles.

Ahora, ¿cuál podría ser el daño que surgiera de aseverar que es necesario y obligatorio creer en Dios por parte del gentil?
Aparentemente no hay ningún perjuicio.
¿Cómo perjudicaría afirmar que es obligatorio creer en Dios?
Sin embargo, veamos una posibilidad de error o daño a causa de añadir un mandamiento que no existe.
Alguien puede buenamente luego añadir otro mandamiento, también bien intencionado, que tampoco existe.
Y así, se iría conformando un sistema seudo espiritual, basado en numerosas buenas intenciones, pero apartado de la senda delimitada por el Eterno para el noájida.
Por supuesto que saber que Dios existe está en la base de la fidelidad a Él, en el apego a los Siete, es el núcleo del cual parten los mandamientos para las naciones, pero, no es un mandamiento para los gentiles el deber saber que Dios existe.
Si lo saben, si lo admiten, si viven con la Luz de esa Verdad, es excelente; es lo que debiera ser, sin necesidad de que nada ni nadie le obligara a hacer.

Comprendo que puede ser un concepto difícil de entender y/o o compartir para personas que han padecido el nacer y criarse en entornos religiosos, en los cuales se adoctrina para creer en dios (adrede con minúscula), en donde se agrede a quien no cree, en donde es pecado no creer, en donde la duda es silenciada y castigada, en donde se hace que la persona crea, que tenga fe, aunque luego no viva de acuerdo al ideal espiritual diseñado por Dios.
Comprendo que puede parecer “blasfemo”, arbitrario, extraño que te diga que no tienes obligación de creer, de acuerdo a los mandamientos que Dios te ha comandado.
Quizás hasta en cierta forma te puedas sentir como un huérfano, creyendo que para los judíos es un deber, que ellos tienen a su “Padre” y tú no; si es lo que sientes, te comprendo, pero no tiene un punto de contacto con la realidad de acuerdo a lo planteado por Dios.
Dios es Padre de todos, judíos o gentiles, creyentes en Él o no, fieles a Sus mandamientos o contrarios, Lo conozcan o lo rechacen, Él sigue siendo Padre de todos.
Dios es una realidad, o más LA realidad. Somos nosotros pasajeros, fugaces, sombras de pájaros que pasan, nubes llevadas por el viento, inconstantes, desleales, torpes, etc. Pero Él es firme, una roca, eterno, fiel, perfecto, real.
Dios existe y no precisa de nosotros en lo más mínimo. Tampoco Le afecta si tú crees en Él o no, no es menos o más Dios gracias a ti o a mi.
Ahora bien, ¿por qué no te ordena creer en Él?
La respuesta, una de ellas, es bastante simple: uno cree acerca de lo que no puede comprobar, pero no se cree en aquello que se comprueba, que se SABE que existe.
Te lo pongo más claro: tú no crees que estás leyendo estás líneas, tú lo sabes.
¿Y cómo lo sabes?
Eso, no me lo respondas a mí ahora.

Dios no te pide, ni a ti ni a mí, que creas en Él, porque no se puede demandar creer en lo que es evidente, está “a la vista”; tal como no te pudo pedir que creas que estás leyendo este texto, pues sería un pedido ridículo de mi parte. Dios no comete actos ridículos ni inútiles.
Por tanto, tú puedes llegar a saber que Dios existe; repito, A SABER, pero no a creer…
¿Cuál es el método que Dios dejó en manos de las naciones para que ese conocimiento de Él exista?
Pues, el cumplimiento de los Siete Mandamientos Universales.
Te explico.
Adam, el primero en recibir los mandamientos universales, no precisaba que le dijeran que creyera en Dios, él mismo había hablado con Dios.
Noaj, del cual salimos los humanos luego del Diluvio, no precisaba que le ordenaran creer en Dios, él mismo recibía instrucciones directamente de parte de Dios.
Así mismo los hijos de Noaj, Shem, Jam y Iafet, quienes fueron testigos de la devastación, de la salvación, del pacto eterno del arcoíris, etc..
Ellos no podían ni debían recibir la orden de “creer” en Dios, pues para ellos era natural SABER que Dios existe.
¿Qué era lo que debían hacer?
Vivir de acuerdo a los Siete Mandamientos, desarrollar reglas justas a partir de los mismos, comprometer a sus descendientes en el noajismo, en tanto relataban con fidelidad como ELLOS mismos habían recibido “su Torá” (los Siete Mandamientos) directamente de Palabra de Dios.
Los hijos de los hijos debían recibir este legado, este recuerdo, este testimonio, esta evidencia de la existencia de Dios por medio del testimonio fiel e inquebrantable, tal era la tarea de cada personas en lo sucesivo… pero… la gente se dejo someter por sus vanidades, adoraban al EGO en lugar de ser fieles a Dios, por lo cual, pronto fueron toqueteando los mandamientos, los acomodaban a su antojo, los eliminaban, iban elaborando religiones, adoctrinando en “la fe”, inventando dioses, cubriendo de oscuridad y olvido el CONOCIMIENTO de la existencia de Dios y el DEBER de cumplir con Sus mandamientos. Tal fue lo que aconteció.
Así pues, no era necesario ni razonable que Dios demandara de los gentiles creer en Él, pues hubiera sido una orden imperfeta, ridícula.
Hoy, sumergidos en tanto fango de ideas y religiones, puede parecer loable el creer en Dios, cuando en verdad lo que debiéramos hacer es SABER que Dios existe.
Por supuesto, mejor creer que nada, o negarlo, o inventar dioses, o vaya uno a saber que otras terribles alternativas.
Pero, no pidamos –movidos por buenas intenciones- que consideremos como mandamiento noájico el creer en Dios, pues no lo es, ni lo fue.
Sí hagamos el esfuerzo por conocer más acerca del legado espiritual que nos motiva, a los judíos el judaísmo y a los gentiles el noajismo, conozcamos de nuestro pasado sagrado, comprometamos nuestra existencia a cumplir con los mandamientos que nos competen, revelemos la historia tal cual fue, para reconocer que Dios existe, que lo sabemos, que no precisamos de fe ni de creer, sino que es un hecho que SABEMOS.

Recuerda que cuando se agrega un mandamiento, sea cual fuera, da pie para que se agregue cualquier otro.
El sistema ya está confeccionado, tiene sus partes en su lugar, tal cual el Diseñador decidió, ¿cómo pretender modificar el sistema diseñado por Dios?
Otro perjuicio posible sería el que la persona se sienta pecadora, fracasada, en falta, lejana a Dios por no creer en Él… y en la realidad no es pecadora, ni fracasada, ni está en falta, ni se alejó de Dios… pero, a causa de agregar un mandamiento a lo ordenado por Dios, la persona pasa a vivir en conflicto, en una vida falsa, en lejanía cuando no debiera estar así.
Podríamos seguir buscando y encontrando beneficios de no añadir a los mandamientos, pero la idea ya está propuesta.
De paso, para los judíos, que tienen 613 mandamientos en lugar de sólo 7, hay explícito un mandamiento de no añadir ni quitar mandamientos:

"No añadáis a las palabras que yo os mando, ni quitéis de ellas, de modo que guardéis los mandamientos del Eterno vuestro Elokim, que yo os mando."
(Devarim / Deuteronomio 4:2)

Éste no es un mandamiento para los noájidas, pero bien puede ser un reglamento a tener en cuenta.
Recuerda que los reglamentos, las normas, las leyes derivadas, los consejos de vida, tus decisiones espirituales NO son mandamientos, aunque algunos de ellos pueden tener carácter muy grave y necesario, igualmente NO son mandamientos y no deben ser considerados como tales.
Así pues, una buena norma es no agregar ni quitar de los Siete Mandamientos universales. Puedes desarrollarlos, aplicar las reglas derivadas con total dedicación, pero a sabiendas de que no son mandamientos.

Ya hemos visto varios importante temas en este texto, que amerita relectura, repaso, estudio profundo, crítica saludable; pero aún quiero mencionarte un par de datos más.
En el idioma de la Creación, el que conocemos ahora como hebreo, creencia es EMUNÁ.
Esta palabra se asocia con entrenamiento, con ejercicio.
Creer no es tener una idea de algo, sino entrenarse para confiar en algo.
En el caso de la creencia en Dios, es entrenarse, ejercitarse, para confiar en Él.
¿Cómo se entrena uno en esto?
Pues, al cumplir con los mandamientos que a cada uno le compete, los Siete para los gentiles, los 613 para los judíos.
Si vives los mandamientos, aunque no conozcas a Dios, aunque no creas en Él, si igualmente vives de acuerdo a los mandamientos, llegarás a tener una vida noble, buena, justa y eventualmente descubrirás que también crees en Dios, aunque nadie te haya dado clases de “doctrina teológica”.
Esa creencia basada en el ejercicio de una vida saludable espiritualmente, conduce al conocimiento de Su existencia.
Tal es como ha subsistido a lo largo de los milenios, a pesar de las penurias, a través de las diásporas, con altibajos, el pueblo judío, el pueblo que es cercano a Dios.
No por creer en absurdos porque la fe lo exige; no porque se tiene el dominio y el poder para acallar a los contrarios; no por ser ciegamente fieles y sin rebeldías… nada de esto es parte de la nación santa de Israel.
No se vive teniendo fe en disparates, ni se ha tenido el poder para dominar y someter a los demás, ni se ha sido un pueblo de dóciles ovejitas que no se sobresaltan y retoban a cada rato. Y sin embargo, el pueblo de Israel VIVE y EXISTE, sigue siendo leal a Dios, sigue preservando su tradición, sigue estudiando y preservando SU Torá, sigue teniendo identidad, sigue siendo siervo fiel, a pesar de los pesares.
Cosa que no se obtiene por fe, ni por aplastar a los “herejes” en “guerras santas”, ni por ser sumisos hasta el absurdo; sino que se obtiene por entrenarse a diario en lo que le corresponde, hacer los ejercicios que fortalecen los “músculos” espirituales por medio de cumplir con los mandamientos que le competen.
Tú, hermano gentil, también puedes entrenarte, por supuesto que NO con la Torá judía ni con los mandamientos judíos, sino reencontrando TUS mandamientos, llevando tu confianza hacia Dios con sinceridad y pureza.

Así pues, a conquistar tu mundo interior por medio de lo que te corresponde.
Siendo orgulloso de lo que te toca, leal a tu identidad, fiel a Dios, constructor de Shalom.
Sin pretender saber mejor que Dios lo que te corresponde, sin adjudicarte prerrogativas que no tienes.
Tal vez no te resulte fácil, al principio, pero si te entrenas conocerás a Dios y se hará realidad la profecía de los últimos tiempos, una profecía que atestigua la presencia del verdadero Mesías:

" Entonces el Eterno será rey sobre toda la tierra. En aquel día el Eterno será único, y Único será Su nombre."
(Zejariá / Zacarías 14:9)