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Resp. 914 – ¿Recibir el año nuevo?

Guerrero nos consulta:

Estimado Señor Ribco:

Tengo una preguntita a propósito de esta época de farsa y mercadotecnia navideña. ¿El "dar la bienvenida" al Año Nuevo (2011) se considera también una práctica idolátrica, al igual que celebrar el nacimiento del engañador Jesús?. Que Dios le bendiga y que nos ilumine y fortalezca para alejarnos de la idolatría y de otras cosas tan dañinas al espìritu humano.
Ignacio M. Bernal, 27 años, médico, Iguala, Guerrero, México.

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El payasito y las supersticiones.

A veces el problema se encuentra escondido en donde menos lo sospechamos.

Os cuento lo que me sucedió:

Hablando con mi hija me confiesa que usa el mismo bolígrafo en todos los exámenes ya que le da suerte.
Le cuento lo absurdo de esto… pero me dice es cierto que todos los exámenes que hizo con este bolígrafo los ha aprobado.

Le explico algo que vivimos juntos… poníamos en el jardín, frente a la escultura de un payasito de adorno, pan para los pajaritos.
Un día cambiamos al payasito a otro sitio… pero el pan lo seguimos echando en el mismo lugar. Fue curioso ver como algún pajarito aterrizó junto al payasito y no donde habíamos echado el pan…

Al final le dije: ¿crees que apruebas por el bolígrafo o porque has estudiado? ¿Crees que aprobarías sin estudiar?

Mi hija pareció entenderlo… se fue a estudiar… pero yo me quedé pensando ¿cuántos payasitos habrá en mi vida?

¿Vamos a donde está el alimento o seguimos a los payasitos?

Una sencilla pero básica enseñanza

Te voy a pedir que mires y analices la foto que te presentaré a continuación y que te tomes tu tiempo para regalarnos las respuestas a las siguientes preguntas:

  1. ¿Qué es lo que ves?
  2. ¿Qué es lo que te parece que nos enseña esta imagen?
  3. ¿Cómo se relaciona contigo?
  4. ¿Qué podrías cambiar a partir de la moraleja de esta imagen?

Déjanos tus respuestas y comentarios en la sección destinada a tal fin, aquí debajo.
Muchas gracias por participar en la tarea de construcción de shalom.

El consejo diario 304

A algunas personas pareciera que se les presentaran circunstancias más adversas que a otros, ¿a qué se deberá?
A algunas personas pareciera que se les presentaran circunstancias más favorables que a otros, ¿a qué se deberá?
¿Será un oscuro destino sellado por fuerzas misteriosas?
¿Será ese otro misterio llamado “estrella”, “fortuna”, “suerte”?
¿Será por maldición o bendición de algún dios?
¿Será por ineptitud personal?
¿Será obra de la genética?
¿Será un conglomerado social predispuesto para actuar así?
¿Será por la educación recibida y adquirida?
¿Será por la diferente capacidad para armonizar los cinco planos de existencia personal?
¿Será por algún motivo místico, tal como el “karma”?
¿Será un problema de percepción?
¿Será por no valorar las cosas en su debido contexto?
¿A qué se deberá?

A similares circunstancias, algunos las denominan “oportunidades”, en tanto que los de al lado las llaman “desgracias”, ¿a que se deberá?

El consejo es: mira la realidad sin temor, para que puedas convertir las “desgracias” en “oportunidades”.
No te atormentes por comprender lo que está fuera de tu comprensión; ni te angusties por dominar aquello que no puedes controlar.
Sé simple, sé íntegro, sé creativo, sé agradecido, haz tu parte y deja que el universo se encargue de la suya.

El consejo diario 303

Hay infinidad de personas que eligen sus valores religiosos
porque calzan dentro de sus deseos y sus valores personales.
Lo sepan o no, así es cómo viven su religiosidad.

Entonces, cuando un valor religioso no se alinea con sus valores personales,
hacen cualquier malabarismo o pirueta mental/emocional/práctica
para travestir a sus valores religiosos y hacerlos entrar, a como dé lugar,
dentro de su marco de creencias.

El consejo: sé sincero y armonioso, que hallarás paz y alegría.

Ayúdalo que te ayudarás

Vivimos en una época de irreverencia.
La modestia, el recato, el pudor parecen conceptos de un pasado anecdótico.
El lenguaje soez, la obscenidad, la procacidad, están a la orden del día.
Así mismo, el “desenmascarar”, el descubrir, el revelar lo que es secreto o privado, ya no nos extraña.
La difusión de la intimidad, la falta de límites entre lo íntimo y lo público, es tan corriente.
Sea en los medios masivos de comunicación, por la internet, en la calle, es lo más habitual.
La farsa, la payasada, la burla, el chimento, es corriente.
El desprecio hacia el diferente, el sometimiento de la mujer, la desfachatez, el elogio de los que hacen maldades, a nadie parece importunar.
(Mientras escribo esto pienso en muchos sucesos y eventos, pero no deja de venir una y otra vez la “palabra” Tinelli, no sé si lo conocen, pero aquellos que lo tienen registrado pueden corroborar que en su programa y los derivados, no falta nada de lo mencionado. Otro ejemplo, quizás más difundido a nivel internacional son los “realities shows”, como Gran Hermano).
Esto es grave, pero gravísimo es el odio y animadversión, la propaganda necia y asesina, la confusión y el caos de aquellos que atacan sin piedad (y sin aparente beneficio) al Estado de Israel en su dura lucha de auto defensa y de preservación ante las constantes agresiones de enemigos mucho más grandes y poderosos.
(Si se comieron el cuento de los pobrecitos palestinitos siendo los buenitos, que como David luchan contra el monstruoso imperialista Goliat –Israel-, ¡es hora de que despierten!).

En vez de buscar de forma deliberada oportunidades de amar a nuestro prójimo (como para el judío lo requiere nuestra sagrada Torá), muchos han reescrito esta regla de oro para que diga: "Ama a tu EGO como a ti mismo".
El temor, la mediocridad, la esclavitud hacia el EGO nos deja en un estado de indefensión, casi como huérfanos espirituales.
Amaneramos a nuestro Yo Auténtico, lo opacamos, lo negamos, lo encarcelamos, para hacer resaltar el Yo Vivido, lleno de contradicciones, de afanes, de debilidades, de sed de vida pero miedo a vivirla.

La esclavitud al EGO promueve todo tipo de filosofías materialistas (e incluso algunas de apariencia idealistas –que rechazan el materialismo-, pero que hacen de su negación un motivo de existencia).
Ya no hay cabida para el amor a uno mismo, mucho menos para el prójimo.
Ahora el amor se suele sustituir por otro tipo de valores: riqueza, renombre, dominio, posesiones, en una palabra, poder.
No resulta extraño que se actúe de manera solícita y afable con sus mecenas –los que donan toneladas de dólares para sus causas-, y no tan amables con el resto.

Es la adoración al EGO lo que prevalece, en lugar de enviar un mensaje de amor inalterado y de respeto hacia el prójimo, cualquiera que sea su origen o creencias.

Cuando vivimos como misioneros, tratando de convencer al otro de que se “convierta” a nuestras creencias, no lo hacemos por sincero amor al prójimo, sino por cuestiones mucho más penosas y turbias, tales como: inseguridad personal, falta de confianza e lo que uno cree o hace, deseos de escalar posiciones dentro del grupo al que se pertenece, anhelo de dominio sobre otros, necesidad de sentirse protegido por ser parte de un grupo numeroso y fuerte, carencia de empatía, etc..
Tales son algunas de las motivaciones de TODOS los misioneros, incluso de los que erróneamente pretenden encaminar (al estilo misionero) a los judíos hacia un mayor compromiso con el judaísmo; como de los que quieren (al estilo misionero) liberar a los gentiles de las religiones.
El estilo misionero, que no ama al prójimo ni lo respeta, sino que pasa como una topadora y se lleva lo que tenga por delante sin ningún aprecio.

Muy diferente resulta el estilo correcto de predicar con el ejemplo y respetar al prójimo en sus tiempos y situaciones.
En lugar de ver al prójimo como un pecador, como un necio, como un rebelde, como un perdido, mejor sería ver que dentro de su ser anida el alma pura dada por Dios.
Por supuesto que los actos erróneos, las creencias corruptas, los deseos perversos van ocultando esa luz, van haciendo tenebrosa la existencia de la persona.
Pero, allí dentro el alma permanece pura, a la espera de que todas las capas de contaminación sean borradas, para que el santo resplandor pueda volver a brillar y dar sentido trascendente a su vida entera.
La TESHUVÁ, el arrepentimiento sincero e íntegro, es la herramienta para lograr esa limpieza de las máculas que encierran y oprimen la luz del alma.
Pero, nadie puede ser forzado a la TESHUVÁ, sino que ésta ha de surgir y evidenciarse como una actitud voluntaria del individuo.
Por tanto, hemos de reconocer la alma pura encarcelada de nuestro prójimo, así como encontrar los mecanismos para que sea impulsado voluntariamente por el camino de retorno a la senda del bien y la justicia.
No lo lograremos con amenazas, ni manipulación, es decir, de ninguna manera al estilo de los misioneros.
Ellos consiguen muchas cosas, sin dudas, pero ninguna de ellas siquiera se parece a la verdadera TESHUVÁ ni a la corrección y perfeccionamiento que la persona requiere para su ascensión espiritual.

Te recomiendo entonces que veas a tu prójimo como un esclavo de su EGO, que mantiene a su alma ferozmente aprisionada bajo disfraces y penumbras.
Te recomiendo que lo acompañes para que no sea forzado, pues no es por fuerza ni con astucia que se consigue la victoria espiritual.
Te recomiendo que aprecies sus méritos, aunque sean muchos –a tu entender- sus deméritos.
Como hace unos pocos años atrás procuré hacer con una de las hermanas de nuestro viejo amigo Chano, de Venezuela.
Ella seguía siendo, católica creo, mientras que su hermano y otros familiares se habían decidido a adentrarse en el noajismo.
Conversando amablemente con la señora, muy inteligente y simpática, le explique de los Siete Mandamientos y corroboramos que ella efectivamente vivía de acuerdo a ellos, en su gran mayoría. Yo le señalé que por ser fiel de una religión idolátrica, en realidad estaba fuera de la ruta del mapa trazado por Dios en dos de los mandamientos para los gentiles: no adorar otros dioses y no blasfemar.
Pero, de hecho, ella estaba convencida sinceramente de que no era idólatra, de que no blasfemaba, de que no estaba pecando de servicio a dioses ajenos al Eterno.
¿Y saben qué?, yo le creía y le creo.
Ella era sincera en su fe, no como esos corruptos “líderes”, pastores de toda denominación que se aprovechan de la religiosidad de la gente para hacer sus sucios negociados y principados.
Ella con plena honestidad creía estar sirviendo al mismo Dios que Abraham, Isaac y Jacob, que Moisés y que David.
Su buena fe y honestidad no quitaba que estaba en un error, pero demostraba que su alma estaba anhelando realmente al Eterno y no a otras cosas. Simplemente no sabía, no podía saber, no quería saber que su dios no es Dios.
Tampoco maldecía a Dios conscientemente, pues sinceramente creía que hacer un mejunje entre Dios, Jesús, espíritus, santos, etc. era algo bueno y noble, una virtud espiritual (cuando en realidad es blasfemia).
Lo importante es que ella fue tratada con respeto y dignidad, se sintió valorada en sus aciertos, en sus méritos y no fue condenada al infierno o la perdición por no estar al 100% sobre el mapa de la ruta.
Se le dio su tiempo, su oportunidad para que completara en su vida con los Siete Colores del Arco Iris para los noájidas.
No sé en qué andará la buena maestra ahora, ni el resto de su familia, de los otros amigos del Táchira. No lo sé, y este artículo no es una forma de indagarlo.
Solamente espero que estén todos por la buena senda del noajismo puro, lejos de caer en travesuras espirituales ideadas por hábiles mercaderes que están a las puertas del templo.

Tal como se hizo con esta señora, se puede hacer con noájidas y judíos, no actuando como misioneros, sino como agentes de la difusión de los valores eternos y del modo de vida acorde a cada uno.

La base debe ser la humildad no la arrogancia.
El amor al prójimo y no el amor al EGO.
No hay duda de que toda persona, judía o gentil, consciente o inconscientemente, mantienen en vigencia una gran cantidad de mandamientos.
Muchos viven de forma solidaria, respetuosa, justa, noble e incluso con sentido trascendente (aunque quizás no sepan de los mandamientos, ni los compartan, o no quieran darse cuenta de ellos).
Cada una de las personas tiene su alma activa, solamente es necesario quitar las cáscaras, borrar los disfraces, enderezar los pasos, allanar los caminos para que lo que ya está en el interior de cada uno resplandezca con toda su belleza y santidad.

La luz de Dios brilla a menudo en la cara de las personas alejadas de la senda de los preceptos, a veces hasta más que en la cara de los que se consideran “religiosos”.

Que las personas entiendan que es posible volver al camino correcto, pues nunca se han ido completamente de él.
Que todos sepan que no hay forma de desligarse de Dios, ni de apagar o aminorar la luz de sus almas.

Salgamos de la moda de la irreverencia, de mezclar todo y que todo valga lo mismo.
Comencemos la tarea de nuestro desarrollo integral.
Hagamos que cada acto sea de construcción de Shalom.

Mucho hemos escrito al respecto, te convido a que busques y leas aquí, en SERJUDIO.com y FULVIDA.com.
Me agradaría mucho saber tus comentarios al respecto.

Hasta luego.

Estas épocas navideñas…

En estas épocas decembrinas nos vemos invadidos por villancicos, papanoeles, pesebres, cancioncitas varias, arbolitos, lucecitas, comiditas, promociones, propagandas, salutaciones, festejos, reuniones de compañeros de trabajo y amigos, programas de televisión, artículos en diarios y revistas, buenos deseos, compras y más compras y un etcétera largo y variado.

Nosotros, como judíos o noájidas, no tenemos parte en estas festividades.
No tenemos nada para celebrar, ni para festejar (de hecho, en la historia la “Nittel Nacht” es famosa por ser oscura y de terrible terror para los judíos de buena parte de Europa, pero no es el sentir y actuar actualmente de nuestros vecinos y hermanos cristianos en su inmensa mayoría).
No debemos tampoco celebrar, pues pertenece a una creencia que no es la nuestra y que contraría fundamentos básicos de nuestra espiritualidad.

La navidad es una celebración cristiana, tal como hoy en día se la conoce (no nos interesa ahondar ahora en orígenes probables del mito del nacimiento de Jesús, ni del uso del arbolito, ni etc., no es la finalidad de este texto).
El “año nuevo”, si bien tiene una evidente conexión directa con el cristianismo, también es fácil reconocerle como inicio del año civil, sin otras implicancias.

Así pues, podemos respetar a nuestro hermano y vecino cristiano que celebra, aunque no compartamos ni un milímetro su creencia en un hombre que no es otra cosa que eso: un hombre muy común y muy corriente, aunque le adornen con mil y un cuento fabuloso.
Podemos ser amables con nuestro hermano y vecino cristiano, y desearle “Felicidades”, “Que tenga una feliz fiesta”, “Que la pase bonito en su celebración”, etc. (aunque no debemos decir “Feliz Navidad” o similar que implique reconocimiento del mito y su tremenda idolatría).

La cuestión no radica en ser rudo con quien es amable y gentil (cortés, educado, atento, simpático), sino en ser igualmente amables y gentiles.
No compartimos, ni deseamos hacerlo, su teología que consideramos ajena a nuestra esencia y santa Tradición (noájica y judía), pero no por ello dejamos de apreciar el alma pura que anida en el seno de toda persona.
Sepamos que lo cortés con el prójimo (extraviado o no) no tiene porqué quitar lo leal a nuestra identidad y a Dios.

Así pues, no actúes como fanático, pues quien está seguro de su identidad no precisa hacerlo.
Toma ejemplo de mi pequeña hijita, de recién cumplidos seis años.
Al salir del supermercado la cajera nos dijo: “Gracias por su compra, feliz navidad”.
Nuestra hijita, bien rápida y segura le sonrió a la señora y le respondió: “Gracias, pero no festejamos la navidad. Que pase usted muy bien su fiesta”.
El ánimo de la cajera no era ofender (no es lo que sentimos por su actitud, aunque otros sí hacen cosas aparentemente “bonitas” con la intención de molestar), por tanto estuvo impecable mi hija en agradecer el buen deseo de la señora. Estuvo brillante al admitir que nosotros tenemos una identidad diferente, un camino que no alterna con la navidad, pero que respetamos a la gente, aunque deploremos hasta el final las cuestiones que son erradas.

Sé amable, es un buen consejo; pero que tus buenas intenciones no te lleven a resbalar.

Así pues, amigos cristianos que acostumbran pasar por aquí, les deseo que pasen muy lindas fiestas, y deseo de todo corazón que el año que viene podamos juntos brindar en celebraciones y ocasiones que sean de luz y verdad para todas las personas, en plenitud de lealtad a nuestra herencias sagradas (noájica y judía).
Y a mis amigos noájidas y judíos, les deseo que tengamos un excelente ánimo para construir Shalom siempre.

Protejamos nuestra vida

El espléndido salmista nos enseña:
«Venid, oh hijos, escuchadme; el reverente respeto al Eterno os enseñaré:
¿Quién es el hombre que desea vida?
¿Quién anhela años para ver el bien?
Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela.»

(Tehilim / Salmos 34:12-15)
Dijo el Rabí Janán Bar Rabá:
«Todo el mundo sabe qué una novia ingresa bajo el palio nupcial para casarse (y mantener relaciones íntimas),
pero si alguien pervierte su habla para mencionarlo
(a los actos íntimos),
provoca que, aunque [la corte celestial] le haya decretado 70 años de bienestar,
la buena sentencia se revierta
y el decreto sea de mal para él.
»
(Shabat 33a)
salmos david talmud noajida judio habla lashon haraSi cuidamos nuestra lengua, protegemos nuestro presente y nuestro porvenir.
Mira con atención la primera cita y compárala con la segunda.
En el texto del salmista se menciona a aquel que habla maldad, engaña, tuerce sus palabras para provocar el daño.
En la frase talmúdica se refiere a una persona que usa su habla para la burla chabacana, para las obscenidades, para mencionar lo que es un acto lícito pero que debe permanecer bajo el manto de la modestia y del recato.
Son copiosas las reglas al respecto del cuidado de la palabra, para aprender qué decir, cómo decir, a quién, etc. No haremos siquiera un pequeño resumen al respecto, pues otros ya lo han hecho mucho mejor.
Simplemente queremos reiterar la idea, cuidemos nuestra vida, al no abusar de nuestra capacidad de hablar.
Te recuerdo ahora cuatro pilares que sostienen la Comunicación Auténtica ((Si te interesa, usa el buscador integrado al sitio y encontrarás decenas de artículos al respecto de la «Comunicación Auténtica».)), por medio de la cual uno se preserva de detruirse a causa de sus dichos al tiempo que edifica una relación de mayor armonía con sus semejantes.
Los pilares son:
  1. Sé sincero, pero ubicado en lo qué dirás.
  2. No des nada por sentado, es mejor preguntar que suponer.
  3. Respeta a tu interlocutor, aunque no aceptes ni compartas ni una letra de lo que te dice.
  4. No admitas que se te falta el respeto, ni siquiera un poquito.

Protege tu vida, porque si no lo haces, ¿quién lo hará por ti?